domingo, 25 de septiembre de 2016

EPILOGO



Efímero


EPILOGO



-Hola, Michael – me saluda tan jovial y distraído como siempre.

Yo estoy embelesado, debo parecerle un idiota. ¿Por qué demonios no puedo devolverle la sonrisa? ¿Escuchará mis latidos? Sigue oliendo a lavanda con menta. Sus pies no están descalzos, su sonrisa sigue estando acompañada de hoyuelos y… ¡Oh, demonios!

-¿Estas bien? – su mano sostiene la mía. Asiento con la cabeza – me da gusto saber que ya estás libre – frunzo el ceño, ¿sabe que estuve en la correccional?

-Y tú que estás a salvo – logro hablar, apretando suavemente su mano,

-Eres gentil al decirme esas cosas – baja su mirada hacia mi mano y luego vuelve a verme a los ojos - ¿quieres tomar un café?

El café es mi enemigo #1, me altera en demasía, me hace hacer y decir tanta tontería posible, pero por él, con tal que me dé una mirada y una sonrisa más, haré lo que sea.

-Vamos – sin soltarlo de la mano, lo conduje hasta el local más cercano.

[…]

Se puede decir que el café tiene el mismo efecto en mí que la cerveza o incluso que el wiski. Aun así, es una buena señal que él no haya salido corriendo.

-Eres muy gracioso, Michael – sonrió, hoyuelos en sus mejillas.

-¿Soy un payaso? – vuelve a sonreír.

-Es la primera vez que te escucho hablar demasiado, hasta pareces perico.

-Primero payaso, ahora perico. Wow.

Suspira lentamente.

-¿En dónde estuviste todo este tiempo? – se recarga de una mano, viéndome directamente a los ojos.

-En la correccional – me doy cuenta que su pregunta fue retórica. En serio, es el café el que me hace reaccionar así.

-¿Y antes de eso?

-A tu lado.

-Viéndome fijamente – confiesa – tú me viste antes que yo lo hiciera.

¡Un momento!

¿Ha dicho lo que creo que ha dicho? La taquicardia vuelve a mí, tal vez sea efecto del café, ¿ya dije que el café y yo somos una mala combinación?

Concéntrate, Michael, concéntrate.

-Tienes una mirada hermosa, era imposible no verte – ahora yo me recargó de una mano, mi mano derecha busca la mano izquierda de él.

En cuanto la agarro, él hace algo que me sorprende. Se sonroja.

[…]

Después de ese día quedamos de vernos varios días después. A una cita. Una verdadera cita. Fuimos a un restaurante a desayunar. Nuestra conversación se enfocó en nuestros tiempos del instituto. Al parecer, no es que le gustara estar descalzo, su compañero de cuarto era el que le escondía sus pertenencias. Y ese día de la bomba, había ido a visitar a sus amigos –Hemmings, al parecer– y como ya era tarde, se quedó a dormir.

Después del desayuno, caminamos por las calles empedradas de la ciudad. Al llegar a un parquecito nos sentamos en el césped a descansar un rato.

-Gracias por soportarme todo el día – expresa – nunca me había divertido tanto como hasta ahora.

-¿Ni cuando Hemmings te invitó al baile de fin de curso? – gruño, él sonríe.

-Luke es mi amigo.

-¿Y yo?

Hoy no tomé café, así que no sé a quién culpar por la estúpida pregunta que acabo de soltar.

Él parece meditar la respuesta. Estos segundos son los más largos y tortuosos de mi vida. Él se acerca lentamente hasta mí. No retrocedo, de hecho le facilito el trabajo y me acercó más a él. Sin embargo; Ashton se detiene. Me ve directamente a los ojos, pegando su frente a la mía.

Esa mirada multicolor, por dios, esa mirada…

Él une sus labios a los míos. Y yo gustoso los acepto, moviéndolos suave y pausadamente. No mentiré. Mis reacciones se hacen presente –o tal vez siempre estuvieron ahí y no salían a flote porque me tenía controlado– acompañados con ese calorcito en mi pecho que aumentaba cada vez más. Nos deleitamos unos segundos más. Al sepáranos nos volvemos a mirar fijamente.

-Michael…

-¿Sí? – lo miro embelesado.

-Hoy te amo.

-¿Hoy? – frunzo el ceño.

-Antes solo te quería – confiesa - ¿y tú?

-Hoy también te amo.

-¿Antes solo me querías? – pregunta.

-No, también te amaba.

Me escudriña con su mirada hazel.

-¿Desde cuándo?

-Desde que me disparaste sin piedad con tu flecha enamorada.

Le sonrío.

Él me besa nuevamente.



FIN.

Marzo 2016.



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