Fuerza de
voluntad.
Harry corría por el jardín trasero de Hogwarts
mientras los chicos y, sobre todo, las chicas reían a carcajadas de él. Y Harry
no pudo más que estar de acuerdo con ellas.
Tres pasos, cinco pasos. Inhalaba y exhalaba. Nueve
pasos, once pasos. ¿Era posible que el jardín trasero de pronto hubiera
aumentado de tamaño? Treinta pasos, treinta y uno. Se sentía ridículo y no solo
por aceptar semejante trato sino por faltar a éste. Cuarenta y uno, cuarenta y
tres pasos. Y ahí estaba llegando al final, solo con unos calzoncillos puestos.
¿Por qué demonios ese día tuvo que ponerse precisamente los que tenían
estampados leones y serpientes? Cincuenta y tres pasos. Fin.
Exhausto se dejó caer en su cama. Y aún con los ojos
cerrados podía ver la sonrisa estúpida y la mirada burlona de Draco Malfoy cuando
cinco minutos antes de hacerlo se estaban fulminando con las miradas.
-Buen trabajo, Harry – su amigo pelirrojo le sonreía
abiertamente mientras le devolvía el uniforme.
Harry gruñó.
Los recuerdos le invadieron mientras se dirigían hacia
el Gran Comedor…
Ron y
él discutían, muy raro en ellos, pero ahí estaban alegando que uno tenía más
fuerza de voluntad que el otro.
-Cinco
años, Harry. Cinco años evitando a invitar a salir a Hermione – dejó salir orgulloso
el pelirrojo.
-Eso
no es fuerza de voluntad, Ron. Es miedo – aclaró el ojiverde.
El
aludido gruñó.
-Debemos
probar la fuerza de voluntad de otra manera – concluyó Harry.
-No
incluyas el quidditch – pidió Ron – O los postres de calabaza o…
-Slytherins…
- Harry sonrió de lado. Su mejor amigo se sonrojó – Blaise Zabini.
-¿Qué?
-Vamos,
Ron. Le gustas.
-Él a
mí no. Me gusta Hermione.
-Eso
no es verdad. No fuiste capaz de aceptarlo hasta que ya no te gustó más – alegó
Potter – lo dices con tanta naturalidad que me hace pensar que solo lo dices
para auto convencerte.
El
pelirrojo entornó los ojos. Harry sonrió, triunfante.
-Este
es el trato, cuando Zabini te pida una cita, reunirás toda tu fuerza de
voluntad para no decir “no” y dirás que “si”.
Eso
era realmente perverso, incluso para Harry, así que Ron no se quedaría de
brazos cruzados y pagó con la misma moneda.
-Bien,
pero tú reunirás tu fuerza de voluntad para no discutir con Draco Malfoy
durante todo un día.
-¡Qué!
“Touché”
pensó Ron, satisfecho. No lo pensaron mucho, después de todo su “hombría”, el
complejo del “macho más fuerte” estaba hablando en esos momentos. Aceptaron el
trato.
Harry suspiró largamente. Ron sonrió y Harry no hizo más
que asesinarlo con la mirada. Sospechaba que su amigo pelirrojo sabía que ese día
usaba esos calzoncillos y había decidido que ese era el momento para probar su
fuerza de voluntad.
Por supuesto, el moreno sabía que ganaría y que en
ningún momento se vería en la embarazosa situación de estar corriendo en
calzoncillos por todo el jardín trasero. Aunque en el fondo, sabiendo lo
predecible que era Malfoy, sabía que tarde o temprano sus pies descalzos
recorrerían aquel césped, lo que no esperaba era que a los diez minutos de
haber salido de la Sala Común ya estuviera en calzoncillos.
¿Cómo demonios había accedido a eso? Ah, sí. El complejo
de macho dominante.
-Hagamos
más interesante este trato – el pelirrojo sonrió de una manera que Harry sabía
que lo lamentaría más adelante – Cada vez que flaqueemos y nuestra fuerza de
voluntad se vaya a sembrar calabazas tendremos que correr por todo el jardín
trasero… en calzoncillos.
-¿Qué?
-¿Temes
no tener suficiente fuerza de voluntad? – el pelirrojo presionó.
-Hecho
– Harry gruñó, apretando más fuerte de lo necesario la mano de su amigo.
-Hermione,
tú serás la testigo y harás que cumplamos el trato – la aludida, quien entraba
a la Sala Común, enarcó una ceja.
-¿Qué
trato?
Cinco
minutos después, Hermione sonreía abiertamente.
Se dirigían hacia la clase de Pociones cuando Harry se
dio cuenta que no llevaba el libro.
-Enseguida regreso – se dio la vuelta para toparse de
lleno con Malfoy.
-Genial – dejó salir entre dientes.
-¿Qué pasa, Potter? Tanto aire fresco en la mañana te
dejó de mal humor.
“No
correré en calzoncillos, no correré en calzoncillos”.
-Ya veo, te dejó mudo. Supongo que exponer tus
miserias frente a todo…
“¡Qué
demonios!”.
-Cállate, Malfoy.
Dos horas después, Harry corría, nuevamente, por todo
el jardín trasero con la ya conocida prenda íntima que tenía estampadas figuras
de leones y serpientes. Sin duda, ese día era el más extraño de todo el año. Normalmente
discutía con Malfoy dos o tres veces como máximo al día, pero pareciera que Malfoy
tuviera un radar o un mapa del merodeador —Harry incluso tuvo que verificar que
el suyo estuviera a su lado— porque esa era la décima vez que corría en ropa
interior en ese jardín.
-Lo digo en serio Ron, pareciera que Malfoy disfruta
verme correr en ropa interior, además… - Harry se detuvo, dejando a medio poner
su camisa – juraría que sabe sobre el trato que hicimos.
-Eso es ridículo, Harry – respondió Hermione,
simulando una sonrisa.
-¿Por qué Malfoy te querría ver corriendo y en calzoncillos?
– Ron frunció el ceño.
-Eso mismo pregunto de Zabini, ¿Cuántas citas ya has
acumulado?
-Cinco – dejó salir apesadumbrado el pelirrojo – pero
si me vuelve a pedir otra cita, te haré compañía en la próxima carrera.
Hermione sonrió ampliamente.
-¿Qué es tan gracioso? – preguntaron al unísono. La
aludida dejó de sonreír.
-Nada, solo que ninguno tiene fuerza de voluntad.
-Yo sí – declaró el pelirrojo – No me has visto correr
en ropa interior, ¿o sí?
Los tres se encaminaron hacia la Sala Común, al dar vuelta
en el tercer pasillo se dieron de lleno con los últimos a quienes querían ver…
Y tal como lo había dicho Ron, en esos momentos se
encontraba al lado de Harry, corriendo en calzoncillos.
Del otro lado del jardín…
-Es una excelente vista, ¿no lo crees, Zabini?
-Sin duda, Malfoy. Sin duda.
-Disfrútenla – dejó salir Hermione.
-Oh, sí.
-Por supuesto.
-¿Nos avisarás cuando hagan otro trato como este,
Granger? – preguntó Malfoy.
-Ya saben que sí.
-Excelente.
Mientras tanto en el jardín…
-Te lo juro… Harry… - jadeó el pelirrojo, definitivamente
ese jardín era enorme – Estoy seguro que… Hermione le guiñó el ojo a… Malfoy y
a Zabini… hace unos momentos…
-Estás paranoico… Ron. ¿Estás insinuando que,
Hermione… nuestra amiga… les ha revelado a… ellos… sobre nuestro trato?
-¡Sí!
-Y… ¿Qué hay de malo en eso? – le sonrió y siguió
corriendo, dejando a un aturdido Ron.
-¡Lo sabías! - le gritó - ¡Te lo encontrabas a
propósito!
-¿Y tú no? – le gritó a su vez el ojiverde.
El aludido se encogió de hombros y continuó su carrera
mientras pensaba en un nuevo trato.
FIN
29 de diciembre del
2012
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