lunes, 20 de diciembre de 2010

Parte Dos: Traté de ser feliz, sin ti.

Tu corazón ya no es mío.




Parte Dos.

“Traté de ser feliz, sin ti”





“Adiós Harry…”
“Tú corazón ya no es mío…”
 “Voy a ser feliz, sin ti… ”
“…sin ti…”
-¡No! – me inclino, exaltado. No me atrevo abrir los ojos, he soñado algo espantoso. Siento las sábanas mojadas, probablemente por el sudor provocado por la horrible “pesadilla”,  me palpo la cara, está húmeda por las lagrimas que caen desde hace rato, mi respiración es entrecortada.
Me armo de valor, abro los ojos lentamente y ahí es cuando la cruda realidad cae sobre mis hombros.
–Mi dragón.
Hoy se cumplen siete meses desde que se alejó de mí, cuando me dijo que mi corazón ya no era suyo…
Eso no es verdad, yo le amo, siempre lo hice y siempre lo haré. Me arrepiento de lo estúpido que fui al herirlo, al alejarlo de mí.
Me levanto de la cama sin ganas de hacer nada, siento un terrible vacio dentro de mí, entro al baño y veo mi reflejo en el espejo, tengo unos kilos de menos y me he ganado unas horrendas ojeras, producto de mis “pesadillas” que a diario me atacan. Siempre es lo mismo, sueño que él se aleja de mí. Sé que no soy merecedor de su perdón porque le hice sufrir y herí lo más preciado de él: su corazón.
Estúpido Terry Boot, maldita sea la hora en la que lo busqué, ni siquiera le llagaba a los talones a él, a mi dragón hermoso; maldita sea la hora en la que creí que siendo el niño-que-vivió sería inmune a toda clase de herida. Me equivoqué, el  sufrimiento que me invade cada día es imposible de aminorar si no está mi dragón a mi lado. Creía estúpidamente que siendo el niño-que-venció tendría a todos en cualquier momento y lugar, pero la única persona que en realidad amo, no está.
Mírenme, soy el Héroe-idita-del-mundo-mágico que alguna vez dudó del amor que le tenía a su dragón hermoso.
Ya de nada sirve lamentarme y tratar de convencerme de cómo sucedieron las cosas, él ya no está más a mi lado. Siete meses de tristeza, melancolía, dolor y arrepentimiento no son lo suficiente para pagar lo que yo le hice en aquel momento en que me vio. Me maldigo muchas veces por haberme visto tentado ante la lujuria clandestina.  Fui un idiota.
Lo busqué después del momento del adiós, pero no lo encontré. Lo seguí buscando los días siguientes sin resultado alguno. Y al acto académico no se presentó. En ese momento comprendí que lo más probable era que él sí pudo seguir sin mí.
¿Cómo lo hiciste mi dragón hermoso? ¿Qué hechizo utilizaste para sacarme de tu corazón? ¿Cómo me olvidaste? Yo traté de ser feliz sin ti, así como tú lo harías sin mí, pero no lo logré.  No pude. No puedo… y no quiero hacerlo.
He vuelto a llorar.
No puedo quedarme aquí en el Mundo Mágico, este lugar que tiene tanto de él, todo lo que veo y toco me recuerda a Draco. Dos días atrás decidí irme al Londres muggle, sé que él no estará ahí y eso duele más. Ahora comprendo lo que quiso decir con: “ya no quiero más dolor en mi vida, así que decidí ya no lastimarme más”. He decidido hacer lo mismo. Me voy, pero nunca, jamás dejaré de amarlo, aunque sé que él ya hizo su vida donde yo ya no soy parte de ella y eso duele aún más. Sin embargo, le deseo lo mejor.
Escucho unos golpes suaves en la puerta de mi departamento y supongo que son Ron y Hermione. Desde hace días que me quieren contactar y apenas hace un día les di la autorización. Es hora de salir de mi letargo.
Cuando les abrí la puerta y los invité a pasar, me vieron con cara de preocupación. Es comprensible. Ando en  condiciones nada favorables… y no solo yo, también mi departamento.
-Harry… – me llama tímidamente Hermione – creo que ya es hora de que salgas de tu aislamiento.
-No puedo,  Hermione. Sin él ya nada vale la pena.
-¡Búscalo! – me anima Ron.
-Sabes muy bien que lo he hecho cada día desde hace siete meses y cada día me decepciono por no encontrarlo…  mis noches terminan en aquel momento del “adiós” – concluyo con voz quebrada.
-Harry, él te pidió que fueras feliz sin él. Al menos no le falles en eso… – me dijo compasible, Hermione.
“No le falles”… “Falles” No,  por supuesto que no le quiero fallar nuevamente.
Mis amigos se retiraron con la certeza de que yo me iba a poner las pilas, de que iba a salir adelante y ser feliz sin él. Sé que es imposible, pero trataré. No le fallaré, no esta vez.
Para empezar, tendría que irme al Londres Muggle como en un principio eran mis planes, aunque algo dentro de mí, que no me  puedo explicar, dice que aún no es el momento de marcharme, trato de ignorar  este sentimiento porque sé que solo me quiero aferrar a la idea de que si me quedo lo encontraré nuevamente. Así que hago caso omiso y vuelvo a mis planes del principio.
Me acuesto en la cama, cierro los ojos unos momentos y…   
 “…Tú corazón ya no es mío…”
“…. ya no quiero más dolor en mi vida…”
 “…Voy a ser feliz… sin ti… ”
“…sin ti…”
-¡No! – vuelvo a despertar agitadamente, en esta ocasión la sensación que me envuelve es distinta, este presentimiento nuevamente me invade, así que he decidido hacerle caso, algo dentro de mí me dice que él me necesita y lo ayudaré.
Sí mi dragón hermoso, esta vez no te dejaré, no te volveré a decepcionar.
Salgo de la cama, me doy un baño, me afeito, me pongo ropa limpia y salgo del departamento para ir  nuevamente en su búsqueda. Cada paso que doy, es un paso que sé  que  me llevará a él… o ¿no?
Mis pasos me han llevado hasta el Hospital San Mungo, esto es tan extraño… ¿cómo supe la entrada de este lugar del lado del Mundo Mágico? O  mejor ¿qué haría él en un hospital? Un miedo invade mi cuerpo y mi alma, espero que no esté herido… físicamente. Sé que con mis palabras le herí y con mis acciones lo alejé.
Entro al hospital y camino sin rumbo fijo… hasta encontrarme con un medimago.
-¡Hola, señor Potter! Qué bien que ya está usted aquí – frunzo el ceño, confundido ¿me esperaba? – Espere ¿aún está de vacaciones?
-No, emh… sí – balbuceo, la verdad ya ni sé, comencé a trabajar de auror en cuanto salí del colegio, mi único objetivo era encontrar a mi dragón hermoso para pedirle perdón y para que me permitiera estar a su lado infinitamente.
Lo estuve buscando como loco todo lo que pude durante seis meses y medio, hasta que mi jefe se vio obligado a darme vacaciones forzosas al percatarse de que no descansaba en mi búsqueda incesable, de hecho a pesar de estar de vacaciones seguí en la búsqueda aunque me resultaba cada vez más exhausta al no contar con el cuerpo de aurores, pero eso no me hizo rendir.
-En realidad, no importa – me dice el medimago – tenemos un código rojo y necesitamos ayuda en el área siete por si no sale bien el asunto.
-Está bien – le contesto y me dirijo a la famosa área siete, que no tengo idea de qué hay ahí y mucho menos del código rojo; solo sé que el medimago dijo que era dos pisos más arriba de donde me encontraba.
Llego y a lo lejos visualizo a una pareja que parece estar en espera de noticia, los notó alterados por la forma en cómo están caminando de un lado a otro, así que mejor decido vigilarlos desde una distancia prudente, no creo que precisamente la presencia de un auror los tranquilice más. Me quedo tras la pared. Si se salen de control haré acto de mi presencia.
Escucho unos pasos que se dirigen hacia mí, pero enseguida se detienen. Y me alegra, unos cuantos pasos más y me hubieran descubierto.
-Aún no entiendo cómo pudo soportar tanto – escucho la voz de un hombre, vagamente familiar.
-¡Porque lo amaba! – Le contesta la voz de una chica, que también me es peculiar – de hecho aún lo hace.
-Ese idiota no merecía su amor, ni ahora tampoco, solo le hizo daño y encima lo dejó en unas condiciones peligrosas.
Esas personas parecen que hablan de un conocido o familiar suyo que han lastimado, parece que eso anda de moda ¿Cuántos idiotas más somos en el mundo?
-Bueno, esa fue su decisión, no quería que él estuviera por obligación  a su lado, sino por amor… - dice la voz de la chica.
-¡Pero eso puede causarle la muerte! Un embarazo masculino es muy arriesgado y más si la pareja no está a su lado sin brindarle apoyo, amor y sobre todo magia.
¿Un embarazo masculino? Entonces hablan de un chico. Recuerdo que mi dragón y yo en unas de nuestras grandes citas solíamos hablar de formar una familia…
-Y encima se va al Londres Muggle ¡Por Merlín! – la voz del chico parece preocupada, temo que en cualquier momento se salga de control y yo tenga que salir en acción.
-Recuerda que estaba utilizando un hechizo glamour. Y nosotros le pasábamos magia – le tranquiliza la chica.
-Pero no la suficiente, al menos antes tenía al idiota ese junto a él y por eso no se percató del embarazo sino hasta que los síntomas normales se hicieron presentes. Pero en cuanto se separaron ¡Draco sufrió mucho en todos los sentidos!
Draco… Draco… ¡DRACO! De pronto me fallan las piernas, mi respiración se agita, me recargo de la pared. Ellos… ellos dijeron ¡¿DRACO?! ¡¿MI DRAGÓN HERMOSO?!
-Sí, pero pudo salir adelante – sigue la chica hablando y yo siento que de un momento a otro voy a desmayarme – pero algo salió mal, porque el parto estaba programado para la próxima semana, por eso no entiendo por qué se complicaron las cosas y encima el medimago no sale a darnos señas de él ¡Por Salazar! Llevan ahí dentro desde anoche…
 ¿El parto programado? ¿Se complicaron las cosas? ¿Pero qué demo…?
-¡Estúpido Potter! Espero que Draco no muera…
Eso es mucho para mí, ¡¡DEMASIADO!! Con todo el esfuerzo que soy capaz logro despegarme de la pared y me enfrento a… ¿Blaise Zabini y Pansy Parkinson? Ellos parecen como fantasmas porque al reconocerme se han quedado pasmados.
-¡Potter! ¿Qué demonios haces aquí? – me pregunta un enfurecido Zabini.
-¿Es-escuchaste algo? – Pansy me interroga con preocupación.
-Mi… mi dragón… ¿está ahí? – les respondo con falta de aire. Me van a reclamar de eso estoy seguro, pero el medimago ha salido de improviso, viene con un aspecto cansino y su bata (trago saliva) llena de sangre…
-¿Qué ocurrió? – Pregunta Zabini, sin más preámbulos - ¿cómo están?
-Se adelantó el parto, tuvimos que hacer cesárea. La bebé ya nació.
-¿La bebé? ¿Fue niña? – Pansy pregunta sorprendida.
-Sí y ella está muy bien.
-¿Y Draco?
-Escuchen… - el medimago se prepara para dar una buena explicación, saca un pañuelo del bolsillo de la bata y comienza a secar el sudor de su frente, esos segundos se me hacen eternos – el parto se complicó un poco, en todo el proceso el padre hizo todo lo posible para que la bebé siempre estuviera alimentada de magia, sin embargo tanta actividad lo ha debilitado demasiado, ha quedado con pocas fuerzas… y de magia también.
-Entonces… ¿cómo está? – vuelve a preguntar Pansy y me alegra porque yo aún no me sobrepongo de tanta información.  Estoy desesperado, necesito saber de la salud de mi dragón.
-Muy débil – dice al fin el medimago, con un semblante de preocupación – Lo siento pero no creo que pase de una o dos horas…
-¡¿QUÉ?! – grito en un hilo de voz, esto no puede estar pasando. No ahora…
Al parecer se habían olvidado de mi presencia los dos ex Slytherin porque cuando he gritado se han sobresaltado y me han mirado con sorpresa. Los ignoro, me importa más mi dragón hermoso y haciendo caso omiso de las prohibiciones entro al cuarto y me llevo una impresión terrible…
Ahí está mi dragón hermoso, duerme… se ve tan débil, demasiado débil, ojeroso, (incluso más que yo) está más pálido de cómo la última vez lo vi.
Me acerco a él rápidamente.
-Mi dragón, mi dragón hermoso… - le llamo con lágrimas en los ojos, mientras me arrodillo a un lado de la cama, lo tomo de la mano.
-¿Harry? – Me llama bajito - ¿Eres tú?, ¿Harry? – abre los ojos, lentamente.
-Sí, mi dragón. Te encontré – le digo al oído mientras le doy un beso fugaz en la frente.
-Sabía que ibas a responder… a su llamado… - me confiesa, entrecortadamente.
-Shh, no hables mi dragón hermoso, tienes que descansar.
-Harry…
-Aquí estoy, no voy a alejarme de ti. Mi corazón te pertenece y te pertenecerá para siempre, dragón TE AMO – ahora resbalan lágrimas por sus mejillas, se las limpio con besos – Mi dragón,  perdóname.
-Harry… no me queda mucho… tiempo… - mi corazón palpita con aceleración al escuchar esas palabras. No permitiré que se vaya, no le dejaré ir. No sin  mí – es hora de que conozcas a alguien…
-¿A quién? – pregunto, algo confundido.
-¿Pansy? – llama a su amiga y solo entonces me percato que sus amigos ya están dentro del quirófano también.  Pansy carga un pequeño bulto entre sus manos… ¡Su hija!
La  chica se acerca a mí, me incorporo para recibir a la bebé entre mis brazos. Es lo más hermoso que he visto, es muy linda. Tiene la piel perlada como en un tiempo la tenía mi dragón, de hecho tiene algunos de sus rasgos en su carita de ángel, el poco cabello que tiene es de color negro azabache…
-Es nuestra hija, Harry.
Me dice y llevo mi mirada a la suya, le sonrío feliz, incluso se me resbalan lágrimas por la felicidad, ¿tengo una hija?
-Nuestra hija… - le digo mientras veo a mi hija y por unos segundos nuestra angelita abre los ojos, sus ojos color…
-Tienes tus ojos dragón… ¿dragón? – mi sonrisa desaparece en cuanto me doy cuenta que él me ve sin mirarme y me sonríe sin sentimiento…
-¡¿Dragón?!
Vuelvo a preguntar pero no me responde, busco con la mirada al medimago y sin siquiera articular la pregunta éste me responde negativamente con la cabeza, enseguida escucho los gemidos de dolor de los amigos de mi dragón.
-¡NO! – Grito con desesperación y dolor, dejo a nuestra hija en la cuna que está a un lado de la cama y me acerco a él - ¡Dragón! ¡No me dejes por favor! ¡Te necesito! ¡TE AMO!




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