viernes, 30 de diciembre de 2011

Capitulo Uno: Conversaciones y descubrimientos.

Tu historia fue conmigo

Advertencias:
Para comenzar a leer este fic, es necesario que lean la primera parte: Obsesión, para que entiendan algunas cosas, sino lo hacen, se arriesgan a que les queden algunas dudas

Capitulo Uno: 

Conversaciones y descubrimientos

Después de ocho meses viviendo en nuevo hogar, todo resultaba “perfecto”… o eso creía Theodore Nott hasta que el llanto de un bebé lo sacó de su “perfecta madrugada”.
¿Cuántas veces se estaba levantando a tan altas horas de la madrugada para calmar el llanto de ese pequeño? No lo sabía. Y sinceramente no quería saberlo.
-Es tu turno – escuchó la voz adormilada de Neville, quien dormía a su lado. Se removió en su lugar para buscar una posición más cómoda.
-La última vez fui yo – se quejó, sin embargo los sonoros ronquidos de su pareja, le indicaba que ya no tenía caso recordarle quién había sido el último en levantarse - ¡Voy! – dijo inútilmente al walkie-takie (ese aparato muggle que les era muy útil), que estaba encima del buró.
Adormilado se levantó y se dirigió al cuarto continuo donde un bebé de piel morena lloraba con furor. Theodore se detuvo en la puerta al percatarse que, nuevamente, Blaise estaba al pie de la cuna observando inexpresivamente al bebé que lloraba.
Nott suspiró larga y pausadamente. Se acercó al bebé y lo tomó en brazos, sin embargo el pequeño aun así no dejó de llorar.
-Shh, tranquilo bebé. Theodore ya está aquí – trató de tranquilizar al pequeño.
Blaise no se movió ni un centímetro, aunque su mirada aún seguía en el bebé.
-No puedes seguir ignorándolo, Blaise – le dijo – es tu hijo.
Theo se sentó en la cama. El moreno observó en su amigo ligeras ojeras, lucía cansado. Y sin embargo, eso no le impidió estar ahí, consolando a ese bebé, a ese engendro que solo trajo muchos problemas. Observó al bebé, a ese ser que era el único culpable de todo. Del maldito Pacto Mágico, la muerte de su madre  que había sucedido a tan solo un mes de haber salido de Hogwarts y la separación definitiva entre él y Bilius.
Sí, Blaise odiaba a ese ser diminuto, negaba ser su padre.
-Debería morir…
Fueron sus primeras palabras, después de aquellos siete largos meses de mutismo. Eran sus primeras palabras y estaban dirigidas a ese engendro.
[…]
Se encontraba en el rincón de su celda, ovillado, temiendo de la llegada de aquellas personas que venían acechándolo desde su ingreso a Azkaban. Jamás creyó que él, Francis Morseferth, alguna vez pudiera tener miedo de las personas que en algún momento las consideró “patéticas e insignificantes”.
¿Cómo iba a saber lo que ocurriría después? Es decir, en aquella ocasión, cuando Olsen y Lucius Malfoy habían entrado a su celda en la primera noche para vengarse, creyó o al menos eso le dieron a entender, que su venganza solo se trataría de un día y ya. Que ese sería su pago por sus crímenes anteriores.
Sin embargo, no fue así. A los tres días de ese incidente. Olsen, Malfoy y dos guardias más habían regresado para continuar con sus venganzas. Malfoy vigilaba, mientras los otros tres abusaban de él. Siempre era la misma rutina.  
-Ahora, ¿quién es el patético? – le había preguntado una vez Olsen, mientras lo embestía sin consideración alguna – Debiste saber que algún día me vengaría por lo que me hiciste, idiota.
Todas las noches, desde hacía más de ocho meses, era lo mismo. Francis se había ido consumiendo poco a poco. A pesar de ser un hombre que dio mucha lucha en algún tiempo, era débil. Lo comprendió cuando ya había transcurrido tres meses desde su llegada a Azkaban y cada noche Olsen y compañía lo visitaban.
Se escuchó el ruido de la puerta al abrirse. Francis se horrorizó. Había comenzado a comprender un poco a Blaise.
-Es hora de que te sientas patético, Francis – habló Olsen con una sonrisa tétrica en su cara, mientras entraba a la celda con compañía y Lucius tomaba su lugar en la puerta para vigilar.
[...]
Blaise seguía fulminando con la mirada al bulto que Theo tenía entre sus brazos. Su mirada estaba llena de odio y rencor. Mirada que hubiera preferido que fueran miles de cuchillas y enterrarlas una a una en ese cuerpo que se veía tan frágil. Ese cuerpo al cual le recordaba el cómo había sido creado. Con odio, chantaje… con el maldito Pacto Mágico que aún lo obligaba a guardar silencio a pesar que Francis Morseferth ya no estaba más en su vida.
-Blaise…
-Debería morir… — Volvió a repetir, mientras se acercaba a ellos lentamente, sin despegar la vista del bebé – nunca debió haber nacido – seguía salpicando veneno – lo odio.
-Cuando hablas así – le dijo Theodore viéndolo firmemente. Se levantó para estar cara a cara – cuando hablas de esa manera, me recuerdas a “ellos”.
Blaise frunció el ceño ligeramente, sin embargo no dijo nada.
-¿Recuerdas quiénes son “ellos”, Blaise? – Preguntó seriamente, el moreno no respondió – “ellos” fueron esas personas que al igual que tú, nos dijeron lo mismo cuando niños ¿ya lo olvidaste? Nos señalaban, nos amenazaban, nos insultaban, incluso aún lo hacen, pero sabes ¿qué era lo injusto de todo? Nos hacían todo eso solo por ser hijos de Mortífagos, de los “malos”. Nos juzgaron sin conocernos y sin saber realmente que siempre estuvimos del “famoso lado de la luz”.
Blaise seguía sin moverse y sin dar señales de querer cambiar de actitud.
-Estás haciendo lo mismo… y me das pena – la voz de Theodore sonaba realmente enojada – estas juzgando a alguien al cual no le has dado la oportunidad de conocer.
-No es lo mismo – atajó, viendo a su amigo por primera vez a los ojos – éste – señaló al pequeño – no es hijo de un mortífago, es hijo de un maldito violador – estaba tan enojado que no se dio cuenta haber afirmado, aunque algo obvio, lo que tenía prohibido decir.
-También es tu hijo y te necesita.
-No me necesita, parece estar más cómodo entre tus brazos.
-¡Necesita a su padre, no a mí! – aclaró.
-¡Yo no soy su padre! ¡No es mi hijo! – Blaise comenzó a alzar la voz, lo que provocó que el pequeñito se removiera en los brazos de Theodore.
-Quizás Morseferth a través de artimañas te haya quitado de manera indirecta a tu madre, a tu novio… pero la vida te está dando otra oportunidad. Un hijo. Blaise, todos hemos perdido mucho en la guerra, yo perdí toda mi familia, pero tengo a Neville. Draco perdió a su padre, pero tiene a su madre y a Harry. Y Blaise, no perdiste a nadie en la guerra, sin embargo perdiste a tu madre después y ahora la vida te lo compensa con un hijo. Solo tuyo. No tiene por qué saber que su otro padre fue una terrible persona, solo bastará saber que tú eres su único padre.
-No quiero serlo… - murmuró viendo nuevamente al bebé.
-Sí quieres – continuó al ver que sus palabras surtían efecto – sabes que este pequeño será señalado por ser quién es. Tú no seas una más de esas personas, eso lo lastimará.
-Si Morseferth te hubiera hecho lo mismo ¿habrías conservado al ser que te arruinó tu vida? ¿Estarías dispuesto a amarlo y cuidarlo, aun sabiendo cómo fue concebido? Dime Theo, ¿amarías al hijo de esa persona que te hizo mucho daño?
El castaño meditó la respuesta unos momentos.
-Probablemente lo odiaría – admitió – Pero éste bebé no tiene la culpa. Al igual que tú. Las cosas suceden por alguna razón Blaise. De eso estoy seguro.
El moreno se sumió en sus pensamientos, no estaba muy seguro de lo que estaba por decidir, pero su amigo tenía razón. Ese pequeñito no era culpable de nada y sin embargo ya traía la carga de problemas incluida. Comenzando por el simple hecho de ser “el hijo de un mortífago” y “el hijo de un maldito violador”.
Blaise no se imaginaba lo que le esperaría en cuanto lo llevara al día siguiente al orfanatorio ¿y si nunca era adoptado? ¿Y si lo dejaban simplemente ahí abandonado por ser quién era? ¿Y si le daban un trato peor del que ya le estaba dando él?  Sin duda sería una vida difícil… y cruel.
Quizás estaba en sus manos cambiar eso, porque nadie lo haría. Además, por ser el hijo de Morseferth eso no significaba que el pequeño fuera ser como él.
El moreno se acercó más a su amigo y vio al pequeño dormir tranquilamente. Esa era la primera vez que lo observaba en verdad. Se veía tan frágil, tan pequeño. Su piel era del mismo color que la de él, el poco cabellito que se le podía apreciar era negro como el suyo, su carita tenía sus mismas facciones… “una réplica diminuta de mí”, pensó el moreno.
-¿Puedo? – le preguntó a su amigo, haciendo ademanes de cargar al bebe.
-Es tu hijo, no tienes que pedirlo – respondió, dándoselo.
Blaise lo tomó en brazos, el pequeñito se removió en él y se acurrucó inmediatamente. Reconoció el calor enseguida de su padre. Y él, solo lo veía embelesado. Esa pequeña criatura era realmente hermosa, era un milagro. Y era suyo. Su hijo.
Sin ser consciente, Blaise sonreía. Se acercó a la cama y se sentó en la orilla, su amigo lo siguió e hizo lo mismo.
-Es… increíble – murmuró Blaise acariciando la cabecita del pequeño, éste por su lado, con una de sus manitas se apoderó del dedo meñique de su padre – gracias – le dijo a Theodore, éste solo sonrió. Blaise se acercó al walkie-takie – gracias a ti también Neville.
-De nada – respondió del otro lado, el aludido.
-¿Con que no dormías, eh? – se quejó Theo.
-Lo siento – se disculpó – aunque sí era tu turno – los tres chicos rieron, el pequeñito se removió un poco.
-Neville – llamó Blaise - ¿podrías venir un momento, por favor?
-Claro.
Segundos después, Neville se encontraba en la habitación.
-Quisiera, quisiera pedirles un favor – habló Blaise, mientras se levantaba de la cama y se ponía frente a ellos.
-¿Qué es? – quisieron saber.
-Me harían el honor de ser los padrinos de… Bilius.
-¿Padrinos?
-¿Bilius?
Tanto Theo como Neville se sorprendieron por la reciente información, ambos se vieron entre si y después vieron a su amigo moreno, quien los veía expectantes.
-Será un placer – respondieron al unísono.
-Gracias – les sonrió – han hecho mucho por mí y por mi hijo.
-No tienes que agradecer – respondió Theodore.
-Deberían descansar – les recomendó – lo necesitan, tienen unas caras que… - los otros chicos sonrieron levemente – yo me encargaré de ahora en delante de Bilius.
Theo y Neville, después de un intercambio de palabras, salieron del cuarto dejando a Blaise con su hijo.
-Bienvenido a la familia, Bilius.
[...]
Consultó su reloj por décima vez, clara señal de desesperación. Tenía alrededor de dos horas esperando a Harry, pero al parecer al chico se le había “olvidado” su reunión.
El rubio sacó un artefacto muggle, que según Neville, se llamaba celular. Marcó al número de Harry, pero nuevamente lo mandó al mentado “buzón de voz”. Por décima vez, Draco gruñó enfadado.
-¿Ordenará algo, joven? – la voz chillona de una mujer lo desesperó más.
-Ya le dije que regrese más tarde – ladró. La mujer lo miro de mala manera, seguramente por dentro lo insultaba.
Draco comenzó a tamborilear sus dedos sobre la mesa. Consultó nuevamente su reloj y éste claramente marcaba las dos de la tarde con veinte minutos.
-Potter…
No entendía por qué Harry lo había citado desde el mediodía, si él salía de la Academia de Aurores hasta las dos de la tarde, aunque le había dado su palabra que estaría a esa hora con él, en ese pequeño bar muggle, donde solían ir a comer.
Aunque siendo sinceros, Draco ya comenzaba a dudar de la palabra de aquel león, ese día seria la cuarta vez en la que llegaría tarde… o la tercera vez, sino se presentaba.
[...]
-¡Hasta mañana, Francis! – sonrió triunfante Olsen, mientras se ponía los pantalones.
Los dos guardias, junto con Olsen y Malfoy salieron de la celda de Morseferth.
-Me las pagaran, idiotas – murmuró Francis, mientras se acomodaba nuevamente sus ropas.
Las últimas horas habían sido realimente una tortura, al parecer a sus visitantes les gustaba mucho el sadomasoquismo o quizás, solo les gustaba practicarlo con él. No lo sabía.
Lo que sí sabía, era que tenía que hacer algo y pronto. Se estaba cansando de esa situación.  Escuchó abrirse nuevamente la puerta de su celda, sobresaltándolo en demasía ¿acaso habían regresado? ¡Ni siquiera habían transcurrido cinco minutos de su despedida!
Con cierto temor volteó a ver a su visitante.
-¿Morseferth? – escuchó una voz tímida. No le respondió.
Era uno de los guardias de Azkaban, sin embargo, era un tanto distinto a los demás, era muy joven. El chico parecía ser recién salido de la Academia de Aurores, no parecía mayor de los veinticinco, pero tampoco menor de veinte. Era simplemente, perfecto. Chico apuesto, buen cuerpo… moreno.
-¿Morseferth? – llamó nuevamente.
Francis lo observó atentamente ¿Quién mandaría ese chico con él? Los guardias solían ser altos, rubios y muy mayores de edad ¿Por qué de pronto le mandaban a alguien diferente? ¿Sería una trampa?
-Nadie sabe que estoy aquí, me llamó Erik Lamber… y vengo a ayudarte.
[...]
Las clases habían terminado media hora atrás, sin embargo habían decidido ponerse al día en ese tiempo, aunque era algo innecesario, diario se veían.
-Nos vemos mañana, entonces – se despedió Ronald Weasley.
-Claro, me saludan a Molly – pidió Harry.
-¿Por qué no vienes con nosotros? – propuso Terry, quien estaba tomado de la mano con Ron.
-Ya quedé con…
-Bien – atajó el pelirrojo, últimamente evadía el tema de Draco y compañía – nos vemos mañana.
Tanto Ron como Terry se desaparecieron dejando a Harry en aquella solitaria calle, sintió vibrar su celular por…  ¿Cuántas veces?
Lo sacó de su bolsillo y en la pantalla leyó un letrerito que decía “Draco”, presionó el botón de “ignorar” para que lo mandara al “buzón de voz”. Sonrió de lado ¿Por qué lo hacía? Ni él mismo lo sabía, había ocurrido una vez, hace dos meses atrás, cuando por primera vez lo había dejado plantado porque había salido de la academia demasiado tarde, estaba cansado, así que decidió dormir un poco, lo que le ocasionó el primer plantón hacia Draco.
Pudo sentir el enojo del rubio, la indignación y eso le agradó, recordó que en sus tiempos de Hogwarts, Draco lo había dejado plantado varias veces por su amigo Blaise y cuando él por fin pudo hacerle lo mismo, le agradó. Además estaba el asunto del curso de ‘Pociones Avanzadas’ allá en Francia, al parecer el rubio había decidido abandonarlo e irse aquel país lejos de él, sin importarle su opinión.
Ya que ahora podía ver mejor la situación, no le convenía que Draco se fuera lejos de él ¿y si en Francia el rubio conocía a otros chicos? ¿Y si Draco comenzaba a hacer lo mismo que él le estaba haciendo con Michael?
-Estamos a mano – murmuró complacido – tú me vas a dejar por un largo tiempo, yo solo unas cuantas horas.
El celular volvió a sonar, esta vez el letrerito decía un nombre diferente. Sonrió con malicia. Recibió la llamada.
-En el mismo lugar – le dijo y luego colgó. Con una enorme sonrisa se desapareció del lugar.
[...]
Mientras Blaise le daba de comer al pequeño Bilius, Neville preparaba la cena.
-Después de todo, sí sirvió ese curso de “cocina fácil” – dejó salir Blaise, al ver cómo Neville manipulaba la cocina.
-Era eso o arriesgarnos a comer lo que preparaba Draco – le recordó sonriente.
-Es una lástima que hayamos perdido la mayoría de nuestros bienes en esa ridícula crisis que sucedió dos meses después de salir de Hogwarts.
-Hasta los muggles se vieron afectados – expresó el Gryffindor, sentándose en la mesa.
Se escuchó un ¡paf!, desde la sala de estar.
-Ya llegó Theo – anunció Neville contento.
-Hola, chicos – saludó el recién llegado - ¿listos para la cena?
-¿Has traído lo que te pedí? – preguntó a su vez su novio.
-Por supuesto – respondió con un casto beso en los labios.
-Entonces, sí – afirmó.
-¿Y Draco a qué hora llegará? – quiso saber Blaise.
-Si llega será ganancia – suspiró Neville – hoy se iba a despedir de Harry.
-Si es que no lo deja nuevamente plantado – les recordó Theo, sacando las cosas que compró para la cena.
-Es verdad – coincidió Blaise - ¿Por qué hace eso Potter? Es decir, son los ultimos días de Draco, dentro de dos días se va a Francia y regresará hasta en las vacaciones de verano del próximo año… y eso aún no es muy seguro.
Blaise aún no se podía explicar por qué aquel ojiverde desperdiciaba tiempo valioso en… ni siquiera sabía en qué, sin embargo, sabía que nada de lo que hacía podría valer la pena. Es decir, si él estuviera en su lugar, jamás dejaría pasar tiempo, sabiendo que muy pronto dejaría estar con esa persona amada.
-Quizás Potter no lo sabe aún – aventuró Theo.
-Por el propio bien de Harry, esperemos que sí – expresó Neville.
[...]
Era oficial: Harry lo había plantado. Exhaló larga y pausadamente. Se levantó y se fue dispuesto a ir a buscar a su “supuesto novio”.
Draco no se explicaba el porqué de pronto de la actitud de Harry, sin embargo le atribuía a que ya no eran unos críos y que ahora ya eran más “maduros” y que había más responsabilidades y otras cosas que intervendrían en sus decisiones y sobre todo en su relación.
Tres meses atrás había recibido una carta, donde le decían que había aprobado satisfactoriamente el curso de Pociones y que gracias a eso le habían otorgado una plaza para estudiar la misma carrera en la Universidad Mágica de Francia. En dado caso de aceptarla, tenía que presentarse en dicha universidad en el mes de septiembre para los trámites correspondientes.
A Draco le pareció una excelente oportunidad de hacer realidad su mayor sueño, tenía que aprovecharla, ya que dudaba mucho que le volvieran a ofrecer una plaza en caso de negarse a viajar hasta aquel lejano país. Lo único negativo que encontraba, era que tendría que estar lejos de Harry por largos tres años, ya que esa carrera requería de mucho tiempo para poder perfeccionarse, pero sabía que juntos llegarían a un acuerdo.
Con lo que no contaba era que cada vez que tenía planeado decirle a Harry sobre su viaje, a éste se le ocurría llegar demasiado tarde o simplemente no llegar. El tiempo se le agotaba, tenía que decírselo sí o sí ese mismo día. Así que, el rubio se desapareció y apareció en las afueras de Grimmauld Place.
[...]
Desde la sala hasta la habitación de Harry había un camino de ropa tirada sin cuidado, resultado de una gran lucha, que sin duda llevaba a un solo objetivo. Sexo.
Michael Corner se encontraba arriba de Harry embistiéndolo una y otra vez, mientras el ojiverde gemía y pedía “más” de manera incoherente. Fue cuestión de minutos para que ambos llegaran al orgasmo… por cuarta vez ese día. Michael terminó esa ronda con un beso demasiado posesivo.
-Eres increíble en la cama Corner – opinó Harry jadeante.
-Lo sé – dejó salir arrogantemente - ¿es por eso que no me has dejado ir? – quiso saber.
-No lo sé – hizo una mueca.
Sinceramente no entendía muy bien la relación que mantenía con el Ravenclaw. Todo había comenzado a raíz de una discusión con Draco en los tiempos  de Hogwarts, hasta el momento que él mismo la dio por terminada, antes de que las clases terminaran.
Sin embargo, a tan solo tres meses de haber terminado el colegio, Harry se plantó frente a la puerta del departamento de Corner sin ningún motivo aparente, es decir ni siquiera había discutido con Draco, su relación estaba en la cima.
-¿Hoy no quedaste con Malfoy? – preguntó Corner al percatarse de un inesperado visitante.
-Sí – respondió, tajante.
-¿Piensas ir? – Volvió a colocarse encima de él.
-Y perderme… esto – dijo entrecortadamente, al sentir a Michael entrar en él.
-¿Lo vas a dejar plantado, otra vez? – quiso saber, mientras comenzaba con las embestidas y atacaba a besos su cuello.
-Sí… - gimió Harry – ya le… diré una ¡oh, por Merlín!
-¿Una qué? – preguntó, quedándose quieto.
-¡Deja de hablar de Malfoy! – Se quejó - ¡vamos, muévete!
-Sino me respondes, no sigo – amenazó.
-¡Una excusa! Es lo que le he estado diciendo cada vez que me encuentro contigo y no voy con él.
-Eres muy malo Potter – se burló, reanudando las embestidas.   
-Esto es mejor… ¡oh por Merlín, más! – gimió.
-¿En serio? – la voz de Draco Malfoy le hizo abrir los ojos de manera alarmante.
-¡Draco! – llamó Harry aventando a Michael fuera de la cama.

-No te molestes en explicarme las cosas, al parecer estás muy ocupado– el rubio cerró los ojos fuertemente al momento de desaparecerse.

Aclaraciones:
(1)Les recuerdo que Rose Zabini, había ingresado a San Mungo por una depresión mayor, cuando se enteró que Blaise estaba muy grave de salud.
(2)Blaise deja de hablar en cuanto nace el bebé, es por eso que dice que siete meses han transcurrido, ya que nace después de salir de Hogwarts.
(3)Recuerden que Lucius está en Azkabán y cortó toda relación con Draco, al enterarse que éste estuvo desde un principio del lado de La Orden del Fénix.

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