viernes, 10 de febrero de 2012

Capitulo Cuatro: Confesiones y sorpresas.

Tu historia fue conmigo

Capitulo Cuatro: 

Confesiones y sorpresas


Se encontraba en el balcón del departamento, desde ese lado casi no se podían apreciar bien las estrellas, pero aun así a Ronald Weasley no le importó quedarse ahí sentado mientras el frío viento le daba de lleno en la cara, de todas formas no las estaba observando.
Era la segunda noche que se escapaba de la rutina y se quedaba ahí pensando en las palabras de Robards.
“Les entrenaré y prepararé para poder retener a Francis Morseferth”.
Su cabeza estaba hecha un lío, había teorías (de a montones) sobre los posibles motivos del encarcelamiento de Francis en Azkaban. Y sin embargo; ninguna se acercaba un poco a la verdad.
El pelirrojo suspiró largamente. Ese día, justo antes de empezar la clase se había propuesto cerrar definitivamente el asunto Blaise y su sorpresa fue que eso no sería posible. ¿Por qué cada vez que decidía dejar atrás el pasado, la vida se empeñaba que no fuera así? Todo parecía como si el destino le gritara que aún no era el tiempo, que aún había algo pendiente, que el tiempo del adiós definitivo aún no llegaba, que aún tenía que saber algo. Pero ¿Qué exactamente era ese algo?
-No seas tonto Ron – se murmuró hacia él mismo. Movió la cabeza negativamente – no veas monos donde no los hay.
Desvió su mirada hacia el interior del departamento, vio a Terry sentado frente al televisor viendo dibujos animados. Al parecer el chico había comenzado a hacerse adicto a esos programas por culpa de Harry. Dejó escapar una sonrisa. ¿Qué demonios pasaba con él? Tenía a su lado un gran chico, mientras él estaba desperdiciando tiempo pensando en los hubiera y los porqué.
-Blaise es un asunto del pasado – se dijo así mismo.
Terry estaba emocionado mientras veía Shaman King, le parecía curioso el personaje de Ana, por alguna extraña razón le recordaba a Hermione. Estaba tan concentrado en aquel aparato muggle que no se dio cuenta cuando el pelirrojo se sentó a su lado, ni tampoco cuando éste se recargó sobre su hombro, menos cuando le dio un casto beso en los labios. Se dio cuenta de su presencia cuando el pelirrojo le susurró al oído aquellas palabras que durante mucho tiempo anheló escuchar sinceramente.
-Te amo.
Terry volteó lentamente hacia con él. Ron le sonreía dulcemente mientras le veía a los ojos. Le dio otro beso en los labios.
-Te amo – le repitió. Terry le devolvió la sonrisa.
Esta vez el león fue el de la iniciativa, el que comenzó a besarlo, el que comenzó a acariciarlo, el que le pedía que lo hiciera suyo. Y por primera vez, Terry se sintió verdaderamente feliz. 
[...]
-¡Vamos Bilius!
Más que animarlo, Blaise le estaba suplicando a su hijo que desayunara. Tenía alrededor de veinte minutos tratando de darle sus alimentos, pero el pequeño se rehusaba rotundamente. Intentó con el truco del trenecito, del avioncito, el de la escoba, pero ninguno funcionó. El pequeño Bilius solo se limitaba a gritar o incluso a llorar. El moreno comenzó a desesperarse.
Desde semanas atrás se había percatado que su hijo comenzaba a rechazarlo. Y él no lo culpaba, después de todo él había hecho lo mismo, en aquel tiempo no le hubiera importado, sin embargo, a estas alturas le dolía enormemente.
-Solo un poco, ¿sí?
El pequeño Bilius cerró su boquita fuertemente, mientras negaba con la cabeza energéticamente. A Blaise se le encogió el corazón cuando su hijo comenzó a llorar. Lo cargó en sus brazos inmediatamente, pero el pequeño comenzó a patalear y a gritar fuertemente. El moreno jadeó ante esto.
-¿Qué ocurre? – llegó Neville alarmado hasta la cocina.
Los gritos de Bilius disminuyeron lentamente al escuchar la voz del recién llegado. Lo buscó con la mirada y al encontrarlo comenzó a llamarlo con sus manitas. Esta acción destrozó las esperanzas de Blaise.
-Mi hijo no me quiere – musitó el moreno mientras se lo entregaba – no ha comido – fue lo único que le dijo.
Neville parpadeó desconcertado, aceptó al pequeño en sus brazos, quien cuando estuvo en éstos dejó de llorar completamente. No era la primera vez que ocurría una escena parecida, sin embargo era la primera en la cual Blaise confesaba lo que ninguno de ellos quería siquiera considerar.
Neville llevó a Bilius hasta su sillita, donde lo sentó y se dispuso a continuar a darle el desayuno.
-Es cuestión de tiempo y… ¿Blaise? – Neville lo buscó con la mirada, pero fue en vano.
El moreno se había ido dejándolos solos.
[...]
Esta vez el chico tendría que explicarle un par de cosas. Dos meses habían transcurrido desde que Draco los había descubierto y era el mismo tiempo que tenía sin verlo. Cuando Harry  no tuvo más remedio que darle un poco de espacio a su rubio, decidió a proseguir con su segundo plan. Encarar a Corner.
El ojiverde repasó los sucesos de aquella fatídica tarde y llegó a la conclusión que el Ravenclaw se había enterado que Draco se encontraba ahí cuando comenzó a preguntarle sobre éste, porque  de no serlo así, entonces ¿Por qué tanta insistencia de hablar del rubio?
Corner lo sabía, así que tendría que pagar por ello. Se apareció en las afueras del departamento del chico.
-¡Corner abre la maldita puerta!
Nadie respondió, tuvo la paciencia de hablarle por segunda vez, a la tercera lo hizo acompañado con un hechizo que recién había aprendido en la Academia de Aurores para abrir el único obstáculo que lo separaba para entrar. La puerta.
-¡Corner! – insistió, pero el chico parecía no estar en su morada. Harry gruñó con desesperación – vas a regresar y cuando lo hagas, hablaremos.
Satisfecho por la expuesta venganza dirigida al parecer hacia el aire, se fue del lugar. Apareció en el departamento de su mejor amigo.
[...]
Después de varios minutos, Neville logró hacer dormir la siesta del medio día a Bilius, preocupado bajaba las escaleras para ir en busca de Blaise ya que el moreno no se había visto desde el incidente de la cocina. Estaba por entrar al lugar en cuestión cuando escuchó ruidos extraños en el recibidor, con cautela se dirigió hasta allá.
Aferraba fuertemente su varita cuando escuchó que alguien maldecía, al parecer el intruso había tropezado con la pequeña trampa que había colocado Draco antes de irse a Francia (según él, dirigida a Potter por si llegaba a aparecerse en el lugar), a todos les hizo gracia su manera de querer vengarse del ojiverde, puesto que la casa estaba bajo un encantamiento y nadie podía entrar sin el consentimiento de alguno de ellos.
Neville localizó al visitante debajo de aquella montaña de cachivaches de la cual consistía la trampa.
-No te muevas – amenazó enterrando su varita en el cuello, mientras por dentro hacía memoria de quién demonios era el intruso. Definitivamente no era Draco, Theo tampoco porque aún estaba en clase y…
-Soy yo – gruñó el chico Nott – me he olvidado de la trampa de Draco.
-¿Theo? – llamó entre risas flojas ayudándolo a levantarse mientras las cachivaches sonaban estrepitosamente al ser movidos.
-¿Me puedes recordar el por qué no desactivamos esa cosa? – volvió a gruñir, una vez que ambos se encontraban en la cocina.
-Porque el único que puede desactivarla es Draco, pero no lo hizo por las prisas del viaje – le recordó mientras le limpiaba algunas manchas de la cara producidas por la trampa – aunque algo me dice que tenía la  esperanza de que Harry cayera en ella y… ¿no es temprano para que estés en casa?
Theodore enarcó una ceja.
-Llevo menos de quince minutos aquí, pero puedo irme y regresar más al rato y… - fue silenciado por un casto beso.
-No es eso.
-Lo sé.
Neville le sonrió, el Slytherin frunció el ceño.
-¿Qué ocurre? – el león se mordió el labio inferior, no estaba muy seguro de decirle lo ocurrido, pero tarde o temprano Theo se enteraría.
-Bilius.
-¿Qué fue esta vez? – quiso saber. Al igual que Neville, él también había sido testigo de varias situaciones parecidas.
 -El desayuno, esta vez acompañado con gritos – el chico Nott maldijo cuando su novio terminó de relatarle lo sucedido – me siento mal Theo, Blaise se veía realmente afectado y…
-Lo sé Neville, es horrible. Pero debemos ser fuertes, tenemos que ayudarle a Blaise a conquistar a su hijo. No debemos dejar que se dé por vencido ¿de acuerdo?
-De acuerdo – coincidió.
Theo tomó de la mano a su novio y lo condujo hacia la sala, donde lo sentó. Neville le sonrió.
-Señor Nott, está muy misterioso ¿me podría decir el motivo?
-Te tengo una sorpresa – el castaño la buscó con la mirada – tendrás que esperar hasta el fin de semana.
-¿Qué? Oye, no me puedes decir que tienes una sorpresa y luego decirme que tengo que esperar cuatro días para eso.
Theodore sonrió, Neville hizo un puchero, el Slytherin no lo resistió, le dio un dulce beso.
-No me vas a convencer con un beso – refunfuñó. Theo se abalanzó hacia él dándole otro – ni con dos… o tres…
[...]
Había despedido a Ron en Hogsmeade cinco minutos atrás, así que en cuanto llegó a su departamento la presencia de Harry le sorprendió en demasía.
-¡Harry! – exclamó espantado.
-Lo siento – se disculpó el ojiverde reprimiendo una sonrisa - ¿Dónde han quedado tus entrenamientos de auror?
-Hace segundos no creía que los ocuparía en mi propio departamento, ¿Qué haces aquí?
-Cierto, debí avisar – reconoció el ojiverde, últimamente le daba por entrar al hogar de sus amigos sin avisar, hasta el momento corría con la suerte de no encontrarlos en situaciones comprometedoras como en un tiempo le había pasado con Neville y Theodore – es solo que… no sabía a dónde ir.
El chico Potter se entristeció en demasía, si fueran otras circunstancias en esos momentos estaría con Draco, con su rubio.
-No te preocupes – se apresuró a decir Terry - ¿cerveza de mantequilla?
Ambos se dirigieron hacia la cocina donde se sentaron a disfrutar de unas frías cervezas.
-¿Alguna novedad del asunto Morseferth? – preguntó el ojiverde.
Dos días atrás habían tenido su primera clase extra, la cual sería impartida por Robards, el jefe de aurores. Dicha clase asistirían los días sábados. El auror ya les había dado su primera tarea, investigar el motivo de la captura de Morseferth.
-Ni siquiera sabía que estaba capturado – dejó salir Harry – aunque Draco y yo éramos novios, nunca hablábamos de ese señor, si lo hacíamos terminábamos peleados. Ya sabes, por el asunto de Blaise, Ron y ese profesor y…
Terry se mantenía en silencio, el león supo interpretarlo bien.
-Lo siento, yo… ¿lo sabías?
-Sí – dejó salir amargamente el Ravenclaw – sé que por ese señor, Ron y Blaise terminaron. Ron me lo confesó antes de mudarse conmigo.
Harry, que se encontraba sentado en un extremo de la mesa, lo observaba atentamente. Terry estaba centrado en las gotas de agua que resbalaban del vaso.
-Sé que Ron aceptó a salir conmigo porque hubo algo que le impedía estar con Zabini. Su hijo.
El ojiverde parpadeó nervioso. ¿Terry sabía del hijo de Blaise? No estaba muy seguro que su amigo pelirrojo le hubiera dado todos los detalles al chico que tenía frente a él, ya que ni siquiera a él se lo había dicho. Harry lo descubrió cuando a Draco se le salió sin querer en una de sus citas.
-No es tan difícil de deducir ¿sabes? – Terry negó con la cabeza mientras seguía observando al vaso – Zabini es un libro abierto una vez que lo conoces o lo observas de muy cerca. Cuando terminó con Ron, ya se le notaba distinto,  eso no hizo más que empeorar su estado. Había días que se le veía cansado, pálido, comía mucho y su estado de ánimo cambiaba constantemente, cada rato estaba en la enfermería y sin contar que hubo un tiempo en que simplemente dejó de estar en clases. Después me enteré que era por el embarazo… Y solo fue cuestión de unir cabos y concluir que el hijo que esperaba era de alguien más para que entre él y Ron no hubiera reconciliación.
-¿Cómo es que sabías todo eso de Blaise? ¿Por qué lo vigilabas? – Harry se extrañó ante la confesión del chico.
-¿A él? – Terry soltó una sonrisa floja. Harry entornó los ojos de manera alarmante.
-¡Ron!
-Desde el día que… tuve un incidente con Nott y Neville en un pasillo, también intervinieron Ron y Draco – Terry sonrió al recordar aquella pequeña discusión – Digamos que desde ese día cierto pelirrojo comenzó a llamarme la atención y dejé de meterme con Nott y el asunto de su padre.
Harry no tuvo que preguntar lo demás, Terry había seguido de cerca los pasos de su amigo pelirrojo y la mayor parte de ese tiempo, Blaise estuvo presente.
-¡Eso es! – Soltó de pronto el ojiverde haciendo sobresaltar al ex Ravenclaw - ¡Incesto!
-¿Disculpa?
-El motivo por el cual Francis Morseferth fue encerrado, por incesto. Al casarse con su madre, la señora Zabini, lo convierte en su padrastro o en una especie de padre.
-No creo que ese sea un motivo poderoso para tenerlo en las celdas de máxima seguridad.
-Pero es un indicio.
-Harry…
-Además encaja perfectamente, dejó de dar clases en Hogwarts porque fue descubierto.
-Harry…
-¿Otro motivo? El embarazo. Debe de haber una ley sobre eso ¿no? Le preguntaremos a Hermione y…
-¡HARRY!
-¿Qué?
-¿En verdad vas a sostener tu teoría frente a toda la clase?
-Claro, solo es cuestión de decir que… - el ojiverde se silenció de inmediato. Sabía a lo que se refería Terry. No podía simplemente decir el cómo había obtenido esa información sin hacer mención de Ron o Blaise. Ya que lo primero que les dijo Robards, era el uso de las pruebas, éstas tenían que ser confiables, seguras, es decir, confesar la verdad, mencionar nombres.
-No puedes hablar de eso frente a Ron.
-He aquí donde se supone que debemos aplicar la ética. Separar lo personal de lo laboral.
-¿Aunque eso signifique pasar de tu mejor amigo? – Harry se mordió el labio inferior. Estaba convencido de que ese era el motivo por el cual Morseferth estaba capturado. Así que no se daría por vencido.
-Buscaré la manera de no decir nombres y tampoco lo diré sin consultarlo antes con Ron – dejó salir firmemente – por lo pronto esta es la única teoría ¿Puedo pasar a tu estudio y echarle un vistazo a su pequeña biblioteca?
Terry asintió levemente, mientras se perdía en los recuerdos de hace dos semanas atrás…
Ron y él estaban redecorando el departamento, juntos habían decidido armar una biblioteca en el estudio ya que todo el departamento estaba adornado de libros acomodados sin cuidado en las esquinas o en el piso, incluso unos hacían de función para sostener una mesa con patas disparejas.
Cada uno comenzó a reunir los libros y acomodarlos en el nuevo librero que habían conseguido días atrás. Cuando Terry comenzó a revisar los lugares para no dejar un libro rezagado, llegó hasta donde se encontraba aquel libro cuyas hojas escondían aquel pedazo de pergamino que contenía la “bomba Blaise”. En ese momento creyó conveniente esconder el libro entre aquellos que ahora reposaban en la nueva biblioteca.
Así que lo tomó en brazos y lo llevó hasta su nuevo lugar, en la orilla superior izquierda. Había decidido dejar ese asunto en las manos del destino.
Terry abrió los ojos. ¿Qué tantas probabilidades había que Harry escogiera ese libro y descubriera la nota? No quiso averiguarlo se dirigió corriendo hasta el estudio. El ojiverde sostenía en cada una de sus manos temblorosas un libro y un pedazo de pergamino, respectivamente.
-¡Harry! – jadeó Terry.
-¡Tú sabías de esto!
[...]
Robards paseaba de un lado a otro en la oficina del Ministro de Magia, estaba preocupado. Bode y Croaker ya habían dado su reporte sobre la misión en la cual estaban implicados.
-Marshall Deep, el único esposo de Rose Zabini que no muere de manera sospechosa fue visto en Hogsmeade el año pasado, los Inefables han podido dar con su paradero pero creen que no durará mucho en ese lugar.
-Entiendo – expresó el ministro.
-¿Hago que lo contacten, señor?
-¿Morseferth está involucrado con él?
-De acuerdo al reporte de ellos, no señor.
-Entiendo, esto nos regresa a Anthony Olsen. ¿Lo han entrevistado últimamente?
-Sí señor, al parecer su memoria está mejorando y recuerda más detalles – el jefe de aurores se sentó frente al ministro – todo indica que Morseferth ya tenía en la mira a la familia Zabini desde que se le dio la misión de capturar a Olsen. El por qué aún no estamos muy seguros. Cuando interrogamos a Morseferth dijo que el caso Zabini era muy popular y que si él lograba develarlo sería una gran oportunidad para dar un gran paso en su carrera como auror, el que le hubieran asignado ese caso medio año después fue solo una coincidencia.
-Y esto nos deja nuevamente a un callejón sin salida – dejó salir desesperado Kingsley - ¿Cómo vamos con la investigación del Pacto Mágico?
-La señorita Granger está en eso, señor.
Tanto Robards como el ministro de magia habían considerado a Hermione en el grupo de la clase extra aprovechando que la chica había ofrecido sus servicios hacia el ministerio (aunque la chica al principio sus intereses eran más que nada relacionados con su fundación del P.E.D.D.O.), ya que la chica era muy astuta e inteligente, pero sobre todo porque no estaba involucrada con Francis Morseferth, al menos no directamente.
-Temo que nos hemos precipitado al solicitar su ayuda en ese tema Robards, Granger es amiga de Potter y Weasley.
Ambos hombres sabían sobre el romance de Blaise y Ron, ya que Draco, Theo y Neville habían declarado todo lo que sabían para poder ayudar a anular el Pacto Mágico. Lo que no estaban muy seguros era cómo Francis había intervenido entre ambos chicos, sabían del Pacto, pero no sabían exactamente el cómo había sido realizado y en qué consistía realmente. Y si en realidad había un Pacto…
-Lo sé, es por eso que solo le he pedido que buscara Pactos o rituales mágicos de situaciones hipotéticas. No le he dado nombres, solo le he pedido discreción.
-Eso no será suficiente Robards, nosotros sabiendo lo que sabemos no hemos podido dar con nada, ella menos. Tarde o temprano le tendremos que decir los involucrados – la voz del ministro se le notaba preocupada – a veces… solo quisiera olvidar este asunto.
-No se dé por vencido, señor. Ese chico nos necesita, se lo debemos. Recuerde que fue de gran ayuda durante la segunda guerra.
-¡Eso es Robards! Nos hemos estado enfocando tanto en Francis que dejamos de lado lo más obvio.
-¿Señor?
-¿Y si se trata de venganza? – Inquirió el ministro con un brillo de luz en su mirada. El auror por otro lado no entendía nada.
-Lo de la fotografía ya lo hablamos y…
-No Gawain, no me refiero a una venganza contra los chicos, sino contra sus progenitores.
-¿Se refiere a Albert Nott, Derek Zabini y Lucius Malfoy? 
-Albert Nott fue amigo cercano del padre de Francis. Lucius y Derek coincidieron con Francis en Hogwarts. Debió de haber pasado algo con ellos cuatro, si encontramos la conexión, sabremos los motivos.
-Disculpe señor, pero… no entiendo qué quiere decir.
El ministro se levantó de su escritorio y se dirigió hasta un archivero del cual sacó una gran caja, después de buscar por un rato, sacó lo que buscaba con tanto empeño.
-Observa esta fotografía – Robards lo hizo. Había tres chicos en su época de Hogwarts. Dos chicos rubios y en medio uno moreno, el primero era Lucius Malfoy sonreía de manera arrogante, a su lado se encontraba Derek el cual también sonreía abiertamente pero a diferencia de Lucius, su sonrisa era más sencilla; el ultimo chico era Francis que también sonreía, sin embargo era el único de los tres que abraza al chico de al lado – ahora observa esta – el ministro le enseñó una fotografía donde se encontraba un Albert Nott adolescente al lado de Alfred Morseferth, el padre de Francis. 
-Dime ¿ves algún indicio de algo?
-¡Son idénticos! Es decir, hay diferencias obvias pero, es como si Blaise, Theodore y Draco fueran las “copias” físicas de sus padres.
-¡Exacto! Tengo la ligera sospecha que Francis veía en los chicos a sus padres. Tenemos que averiguar qué ocurrió con ellos.
-Ahora todo comienza a tener sentido. La muerte misteriosa de Derek, la sorpresiva muerte de Albert en la guerra, sé que fue Lucius, pero ¿Cómo se enteró éste que su hijo estaba de nuestro lado? Alguien le dijo.
-Son solo suposiciones, pero dándonos respuestas a estas preguntas, sabremos el porqué de la obsesión de Morseferth con estos chicos.
-Comenzaré interrogando a Lucius Malfoy, el único sobreviviente de ellos tres.
Y con estos objetivos, el jefe de aurores se encaminó hacia Azkaban.   
[...]
Harry lo veía con odio, su respiración estaba cada vez más agitada, sus manos temblorosas apretaban fuertemente lo que sostenían.
-¿Ron lo sabe?
Terry le enviaba una mirada de súplica, había albergado esperanzas que por lo menos el pergamino estaría a salvo un par de semanas más, pero al parecer el destino se empeñaba que no fuera sí.
-No… — musitó.
Solo fue cuestión de segundos para verse arremetido contra la pared. Harry lo estrujaba sin consideración alguna, haciendo presión en su cuello con su varita y con su otra mano libre obligó a tirar la de él.
-¡Cuándo pensabas decirlo!
-Yo...
-No lo pensabas hacer ¿cierto? – El ojiverde arremetió más haciendo que Terry se quejara del dolor – ¡sabías que Draco sufría mucho y aun así seguiste haciéndolo!
Esta vez el chico castaño no entendió nada. ¿Qué Draco sufría? ¿De qué demonios hablaba Harry? ¿Qué nota había leído? El gesto de desconcierto que le envió no hizo más que enfurecer al león, quien lo empujó hacia el escritorio, haciendo que el recién aventado no tuviera tiempo de poder meter las manos y evitar golpearse.
Terry se levantó rápidamente dispuesto a enfrentarlo, pero apenas estuvo de pie frente al ojiverde, cuando éste lo sorprendió con un golpe de puño cerrado directamente en su nariz. Cayó nuevamente en el suelo.
-¡Eres un maldito cobarde! – Harry estaba realmente enojado, había dejado atrás su varita ya que el chico que tenía frente a él estaba desarmado, estaría muy enojado, pero aún tenía la decencia de ponerse al nivel de su oponente.
Por otro lado a Terry le preocupaba más que su alrededor estuviera dando vueltas, que la voz de Harry se escuchara cada vez más lejana, que su nariz sangrara de manera alarmante ¿Por qué de pronto hacía tanto frío en el estudio?
-¡Cómo pudiste escribir esto y andar como si nada con Ron!, el verme  junto a Draco y sin sentir un poco de culpa, ¡Dime!
Harry le puso un pedazo de pergamino frente a él para que pudiera leerlo, sin embargo el chico no pudo visualizar nada frente a él, estaba comenzando a marearse. Harry no parecía un chico fuerte, pero el golpe que le acababa de dar le había confirmado todo lo contrario.
-No me… siento bien… - apenas murmuró tratando de levantarse, pero el ojiverde se lo impidió sentándose ahorcadas en él.
-Escuchar la verdad no te hace sentir bien ¿cierto?
-Harry… en serio… yo…
Todo comenzó a ponerse oscuro, no sabía si estaba alucinando, pero le había parecido escuchar la voz de Ron cerca de él. Lo último que supo Terry fue que Ron había dicho algo de “Eres un idiota” y no supo a quién fue dirigido.
[...]
Ron llegó a su departamento, se le hizo extraño que estuvieran las luces apagadas, normalmente cuando comenzaba a oscurecer Terry las encendía, ya que siempre estaba envuelto en algo. No puedo leer a oscuras. Sin las luces encendidas la preparación de la cena no sale igual. Esas eran algunas de sus excusas, al pelirrojo le hacían gracia.
-¿Terry? – llamó al notar que el chico no lo recibiera.
Cada vez que Ron tenía que hacer algo después de clases y lo hacía llegar a casa después de que a su novio, éste siempre lo recibía en la sala con una enorme sonrisa que siempre iba acompañada por un casto beso. Quizás era ñoñería por parte del chico castaño, pero era ñoñería de la cual Ron ya estaba acostumbrado.
Los gritos que venían del estudio, no hicieron más que alarmarlo en demasía, corrió hasta allá y con lo que se encontró no le agradó mucho. Harry estaba encima de alguien reclamándole algo, el pelirrojo creyó que era un intruso, pero sus hipótesis se desvanecieron cuando reconoció a su novio debajo de Harry.
-¡Harry!, ¿qué demonios pasa aquí? – lo quitó de encima de su novio.
-¡Esto es lo que pasa! – El ojiverde le aventó el pedazo de pergamino – estaba en ese libro – le dijo señalándolo.
Ron estaba desconcertado, abrió el arrugado pergamino y comenzó a leer.
No vales nada Malfoy, solo eres el hijo de un maldito Mortífago que ha matado al padre de uno de tus mejores amigos, ¿Cómo tienes el valor de seguir viéndolo a la cara?
El pelirrojo entornó los ojos por la sorpresa, sin embargo su mirada cambió a una de enfado. Tomó el libro en sus manos.
-Eres un idiota – le dijo a Harry, mientras comenzaba a levantar a Terry para llevárselo a San Mungo - ¿sabes de quién es este libro siquiera? – el ojiverde frunció el ceño. Ron se lo aventó de regreso. Y sin esperar respuesta se desapareció.
El ojiverde aún con el ceño fruncido, abrió el libro. Jadeó en cuanto leyó el nombre del propietario.

-¡Michael Corner!



__________________________________

Capitulo Anterior                                              Capitulo Siguiente











No hay comentarios:

Publicar un comentario