CINCO
SEGUNDOS
Draco siempre se levantaba antes que todos sus compañeros de cuarto,
para poder estar listo a tiempo antes del desayuno,. Hoy era un día como
cualquier otro y mientras sus amigos terminaban de arreglarse, él se dedicaba a
informarles sobre sus planes malévolos
en contra del “cara-rajada”.
—Hoy, El cara-rajada pagará el
haber rechazado mi mano hace cinco años.
Siempre era el mismo
discurso, la misma frase, el mismo odio hacia aquel Gryffindor. Siempre lo
mismo…
Mientras tanto, en la habitación de los leones Harry, como siempre, era
el último en levantarse; apenas le alcanzaba el tiempo para vestirse, ni
siquiera se pasaba el peine por su, ya de por sí, rebelde cabellera. Mientras
se dirigía con sus dos mejores amigos al Gran Comedor, se dedicaba a
informarlos sobre su macabra venganza
contra Malfoy.
—Hoy le recordaré al hurón albino
que nunca seremos amigos... y lo haré pagar por todas las que me ha hecho.
Siempre era el mismo
discurso, la misma frase, el mismo odio hacia aquel Slytherin. Siempre lo
mismo...
Cada uno, Slytherin y Gryffindor, se dirigían hacia aquel lugar en donde
siempre se encontraban: La puerta del Gran Comedor. Uno más ansioso que el
otro. El otro más nervioso que el primero. Y siempre hacían lo mismo…
— ¡Demonios! Me he olvidado el libro de pociones — dejó salir de pronto
Harry.
Hermione tenía sus sospechas, pero qué más daba, era divertido escuchar
las sartas de excusas ridículas que se inventaba su amigo ojiverde para
entretenerse más de lo debido en la puerta del Gran Comedor.
—Nos adelantaremos entonces.
Harry agradecía infinitamente en el fondo de su ser que sus amigos no
sospecharan el porqué todos los días olvidaba algo.
Mientras Draco, al ya terminarse todas sus excusas, simplemente les
dijo a sus amigos que se adelantaran.
Éstos obedientes lo hicieron, total no era ajeno a ellos que su amigo rubio
sintiera más que odio hacia el
Gryffindor.
Ambos, Harry y Draco, estaban nuevamente, como cada mañana, solos. Al
pie de la puerta del Gran Comedor, se encontraron frente a frente.
Mirada verde y gris se enfrentaron.
Y el tiempo, igual que siempre, comenzaba a transcurrir lentamente.
Un segundo…
“Nunca seremos amigos” — Pensó Harry — “ése fue mi error”.
“Te ofrecí mi mano no solo para ser amigos” — pensó Draco — “¿Por qué
demonios me odias?”
Dos segundos…
“Me basta saber que aún vives… y que lo seguirás haciendo” — la mirada
que Harry le dirigía al rubio era de total adoración.
“Si tan solo supieras que en realidad no te odio…” — Draco trataba de
transmitirle con su mirada todo el amor que tenía acumulado.
Tres segundos…
“Perdóname por no cumplir mi promesa” — era una disculpa muda hacia el
rubio. Una disculpa que jamás llegaría.
“¿Siempre seremos enemigos?” — se preguntó internamente con resignación.
Cuatro segundos...
“Prefiero que en esta realidad nos odiemos y vivas, a que nos amemos y
mueras…” — se convenció Harry a sí mismo.
“Te amo, Harry” — fue una declaración silenciosa, sin embargo; Harry ya
lo sabía.
Cinco segundos...
“Sí, prefiero estos cinco segundos de cada mañana a tu lado, que toda
una vida sin ti” — un apiste de sonrisa se vislumbró en sus labios.
“¿Por qué me dijiste ‘no’, cuando te pedí ser mi amigo?” — la mirada
frustrada de Draco, le hizo mantener firme su decisión. Jamás se perdonaría si
Draco muriera nuevamente — “Aunque prefiero estos cinco segundos de cada mañana
a tu lado, que ninguno en todo el día.”
—Te odio Potter — soltó Draco, antes de dar media vuelta.
Harry sonrió de lado.
—Yo también.
Mientras, Draco caminaba hacia su respectivo lugar en el Gran Comedor
con la cabeza llena de dudas, pero con una gran sonrisa en su rostro. Harry
hacía lo mismo. En esos momentos iniciaba la tan esperada rutina.
Se gritarían, se hechizarían, se insultarían…
Durante las clases se enviarían pergaminos encantados, en el cual habría
una caricatura, cada vez más ridícula que la anterior, de aquel al cual iría
dirigido el mensaje.
En los pasillos se encontrarían “accidentalmente” y todo para seguir con
la misma rutina de todos los días: gritarse, hechizarse, insultarse…
En las horas libres, se limitarían a molestar a sus respectivos amigos,
los cuales seguramente estarían acompañándolos, después de lograr su objetivo,
seguirían con ellos mismos.
Antes de la cena también se darían una buena dosis de insultos y gritos,
asegurándose el uno al otro que el día siguiente sería igual o peor que ese.
Como era de esperarse Harry fue el último en despertarse. Abrió
rápidamente su baúl y al sacar la túnica que ocuparía ese día cayó una
cadenita. El Gryffindor la tomó en sus manos y la contempló por unos segundos.
Una lágrima resbaló por su mejilla al recordar aquel día de la batalla
final…
—Harry… prométeme que no
lo usarás — le había dicho un Draco que agonizaba en sus brazos a causa de un
maleficio que, originalmente, iba dirigido hacia el moreno.
—No puedo.
—Sí puedes… maldito
Gryffindor — recriminó el rubio — No me arrepiento de lo que he hecho… y si he
de morir por salvar a la persona que amo… que así sea…
—Draco… — las lágrimas de
Harry caían en las mejillas del rubio.
—Promételo — insistió
mientras hacía un gesto de dolor — ¡Ahora!
—Lo… prometo…
Draco sonrió.
—Te amo — fue lo último
que dijo antes de que la luz de sus ojos dejara de brillar.
Harry se quedó ahí
plantado mientras que Draco yacía en sus brazos. Minutos después y con una gran
ira invadiéndolo fue en busca del maldito de Voldemort para terminar con él
para siempre.
El ojiverde observó el giratiempo que reposaba en su mano, aún recordaba
cómo lo había tomado de aquella habitación cuando había tenido lugar la batalla
en el ministerio por la profecía.
—¿Harry? — lo llamó sutilmente Hermione al notarlo tan serio.
—Hoy le recordaré al hurón albino
que nunca seremos amigos — anunció Harry rápidamente mientras guardaba el
giratiempo nuevamente en su baúl.
Se dirigió rápidamente hacia la ducha para después tener una nueva cita
de cinco segundos con Draco en la puerta del Gran Comedor. Preferiría eso a ver
morir, nuevamente, en sus brazos a su Draco.
Y por enésima vez, Harry estaba ansioso por la llegada del rubio. Al
verlo caminar hacia él, sabía que había hecho lo correcto.
— Perdóname por romper la promesa — susurró antes de que Draco llegara a
su lado y así continuar con la rutina.
FIN
Diciembre 2011
awwww hermoso bastante hermoso
ResponderEliminarmuy triste es una de esas historias que me hizo pensar muchas cosas
me encanta como le das la vuelta al por que del rechazo de harry hacia draco
Att:Taeko-kun
*0*
EliminarSip, a mi tambien XD
Awww, siempre salgo con mis ''sorpresitas'' al final :3
Me alegra que te haya gustado *-*
Besitos
PISLIB n_n