jueves, 25 de octubre de 2012

Capitulo Uno


El efecto de la Luna de queso
Capitulo Uno.



Quizás el dolor de cabeza se debía a la combinación de todos los olores que impregnaban el aire, tal vez la falta de luz en el aula… o simplemente ya estaba hasta la coronilla de tanto leer horóscopos y constelaciones, los cuales le hacían ver en todas partes – o le hacían creer ver – los efectos de la predicción de la profesora Trelawney. No es que él creyera realmente en las predicciones de su maestra de adivinación, sin embargo; ahora lo estaba considerando seriamente.
“Mientras la serpiente te acecha, el león sacará a el águila que le pertenecerá al tejón”.
Esas fueron las palabras “serias y sabias” de su profesora. Theodore Nott, solo se limitó a enarcar una ceja.  ¿Serpiente? ¿León? ¿Águila? ¿Tejón? ¿Qué se supone que significaba eso? ¿Tendría que evitar comprar todo un zoológico? ¿Tenía algo que ver con los símbolos de las casas del colegio?
Exhaló profundamente mientras se dejaba caer en la silla. Ya pasaba de la media noche y él aún seguía en la torre de astronomía junto con sus otros compañeros de clase realizando el primer examen práctico de Adivinación. Aún se preguntaba por qué había elegido aquella materia como optativa teniendo tantas otras materias más interesantes de las cuales sacar provecho.
-¡Solo quedan diez minutos! – les comunicó el profesor de turno, el centauro.
Theodore observaba a sus compañeros: la mayoría de ellos bostezaba del sueño, el resto, Draco entre ellos, planeaba lo que haría al día siguiente.
-¡Merlín, ya no sé qué más hacer! – escuchó cómo se quejaba el rubio.
-Simplemente díselo – le aconsejaba Zabini.
-Ya lo hice, pero creyó que estaba bromeando – gruñó el rubio – lo he dejado plantado más de doce veces, lo he dejado en ridículo, incluso me vio besando al idiota de Boot ¡y aun así no me deja!
-¡wow! Ese es amor del bueno Malfoy, no lo dejes ir – recomendó Blaise.
El rubio solo gruñó como respuesta.
-¡Se acabó el tiempo! – Anunció el profesor – dejen los pergaminos en sus lugares, por favor.
Los alumnos comenzaron a salir enseguida de la torre. Theodore se rezagó a propósito.
-Señor Nott, no tarde demasiado o de lo contrario se ganará un castigo por estar a horas no autorizadas fuera de su sala común.
-Sí, profesor – le respondió el chico castaño.
Una vez se aseguró que el profesor se había marchado, sonrió con autosuficiencia. Por fin se encontraba solo. Observó la torre por unos cuantos segundos: lucía desordenada por las bancas y los telescopios desacomodados. Gruñó con desagrado e hizo un movimiento de varita para que todo volviera a estar en orden nuevamente. Sonrió complacido por el resultado.
Se sentó justo al centro del lugar y comenzó a observar la intemperie, ya no buscando símbolos raros o identificando constelaciones para el examen. No. Simplemente para observar la vista que le proporcionaba esa parte del castillo. Ese era su pasatiempo favorito: Disfrutar las bellezas que le ofrecía la vida.
Podía pasar horas y horas observando el lago – siempre había algo nuevo–, o sentarse en los jardines un par de horas y contemplar la corteza de los árboles. Incluso se arriesgaba a entrar por un par de horas en el bosque prohibido y descubrir un sinfín de cosas cada día.
Muchos alumnos, o al menos los que lo identificaban, catalogaban a Theodore Nott como “el chico raro de Slytherin”. Siempre tan serio, tan cayado, tan solitario…. Pero así era él y lo que los demás opinaran de su persona no le importaba.
-¿Qué estamos observando hoy? – la voz de Draco Malfoy lo sacó de su acostumbrado silencio.
Al chico rubio no le importó que el moreno le mandara una mirada de advertencia en cuanto se sentó junto a él.
-¿Sigues sin querer hablar al menos que sea necesario? – quiso saber el rubio también viendo el bello paisaje.
Theodore lo fulminaba con la mirada ¿Qué demonios quería ese rubio? ¿A caso no conocía la palabra ‘privacidad’? Al parecer, no.
-Es de mala educación no responder las preguntas, Theodore – se quejó el muchacho, sonriéndole.
El moreno se levantó al advertir que el otro no se iría.
-¡Qué genio! – gruñó Malfoy al ver que Nott ya iba llegando a las escaleras.
Por otra parte, el moreno estaba considerando en buscar otra parte del castillo en la cual poder estar solo. Una parte donde no fuera tan fácil encontrarse con Malfoy. No es que odiara al chico, pero al parecer el rubio se había propuesto convertirse en su mejor amigo porque estaban en el ‘mismo nivel’, aunque Theodore sospechaba que había una apuesta de por medio entre el rubio y Blaise.
En cuanto llegó al final de la escalera se encontró con Michael Corner, un Ravenclaw. Dedujo que se encontraría con Malfoy, al juzgar la ansiedad con la que iba hacia la torre.
(*)(*)(*)(*)
-¿Cómo se encuentra hoy mi silencioso amigo? – preguntó la voz de Blaise Zabini, quien lo abordó a mitad de aquel solitario pasillo.
-¡No lo molestes, Blaise! – Theodore rodó los ojos al escuchar la voz chillona de Pansy.
Lo que me faltaba”, pensó el chico irritado, intentó escabullirse de ambos pero las manos de la chica fueron más hábiles que él.
-¿Has visto a Draco? – quiso saber la chica. Theodore se limitó a enarcar una ceja.
Solo fue cuestión de segundos para encontrarse en medio de aquellos dos. A veces se preguntaba por qué demonios lo buscaban y le hacían preguntas que él jamás respondería.
No es que le cayeran mal ya que, al igual que Malfoy, eran los únicos que le hablaban y parecían no aburrirse de su compañía. Y, muy a su pesar, ya se había acostumbrado a sus constantes presencias. 
-Seguro que sí lo vio – dejó salir Blaise – Draco sabe cómo encontrar al pequeño ‘Teddy’.
-¿Disculpa? – preguntó descolocado el moreno al escuchar eso de pequeño Teddy.
-Ajá – dijo triunfante Blaise – lo hice hablar yo primero. Me debes cinco galeones, querida – le guiñó un ojo a su novia.
-¡No es justo, Blaise! Sabes que a Theodore no le gusta ese diminutivo de su nombre – se quejó la chica. El chico Nott solo rodó los ojos.
-Nunca establecimos los términos de la apuesta, además…
Ambos chicos entraron en una acalorada discusión sobre aquella apuesta que tenían desde hacía meses atrás. Cuando Theodore se había enterado sobre ello, decidió no estar de lado de nadie y evitar hablar, aunque claro que, con Blaise de por medio, que siempre buscaba una manera de descolocarlo, no era tan sencillo. El usar el Teddy” de vez en cuando para hacerlo replicar era una prueba de ello.
-Por cierto, el profesor Flitwick te estaba buscando hace rato – le informó la chica.
Theodore entornó los ojos.
-Sí, dijo algo sobre “un ensayo” en el aula C del tercer piso – se explicó Pansy al ver la reacción de su amigo.
-¿Qué ahí no es donde ensaya el coro del colegio? – Dejó salir con sorna Zabini - ¿Eres parte del coro?
-¡No seas estúpido! – gruñó el chico. Se dio la vuelta para alejarse de ellos.
-¡Qué insensible eres, Blaise! – Escuchó a lo lejos decir a Pansy – de castigo, hoy no habrá beso de buenas noches.
-¡Pero, Pansy!
Por su parte, después de asegurarse que ninguno de sus insistentes amigos lo seguía, Theodore se dispuso a subir al aula C del tercer piso. Cuando llegó el ensayo ya había terminado y solo se encontraba el bajito profesor.
-¡Señor Nott! – Le llamó en cuanto lo vio entrar – Me alegra que haya venido, creí que se había arrepentido.
Theodore no le respondió, solo se limitó a buscar entre sus cosas un pergamino enrollado cuidadosamente. En cuanto lo tuvo en sus manos se lo extendió al profesor.
-¿Es la nueva banda sonora? – Quiso saber el mayor mientras le daba un vistazo al pergamino – No cabe duda que eres muy talentoso Theodore Nott. Aún no comprendo porque no quieres que el colegio se entere que eres el autor de todas las canciones que interpreta el coro o que al menos lo sepan el director o tu jefe de casa. Cada día que presento el coro frente al colegio me siento mal por quedarme con los créditos.
-No se preocupe por ello, ya le he dicho que no me importa.
El profesor lo escudriñó con la mirada de manera penetrante. Nott pareció interpretar lo que pensaba el profesor.
-Yo creo que sí te importa y más de lo que quieres aparentar, de lo contrario no escribirías nada. Aún así respeto tu decisión – le dijo amablemente – Gracias por el nuevo tema. Dentro de dos semanas el coro lo presentará frente al Gran Comedor.
Theodore salió del aula para dirigirse a cenar con sus compañeros de casa. En el camino reflexionaba en las palabras dichas del profesor de Encantamientos. Tuvo que reconocer que él tenía razón, pero antes de admitirlo tendría que cortarse la lengua.
No podía darse el lujo de aceptar que él era el autor de cada una de las interpretaciones del coro desde que se enteró que había uno, es decir, desde hace cuatro años atrás. Por supuesto que no. Ya se imaginaba lo que dirían sus compañeros de casa, (aunque no le importaba mucho) sin embargo, aún le quedaban dos años más en el colegio como para darse el lujo de manchar aún más su reputación de “Slytherin raro” y  sumarle otro apelativo.
Y mejor no pensar sobre lo que su padre le haría. Albert Nott siempre se jactaba de lo buen hijo que era Theodore. Dejó de hacerlo cuando se enteró que su primogénito no compartía sus mismas creencias.
-¡No vayas, Harry! – escuchó la voz inconfundible de Granger - ¡Recuerda la advertencia de aquel hombre misterioso!
-Y yo te recuerdo que tú misma me dijiste que ese hombre seguramente mentía – esa era la voz de Potter.
Ambos siguieron discutiendo, Nott quiso pasar lo más rápido posible por la escalera en la que se encontraban antes de que lo involucraran en alguna treta. Sin embargo, inmediatamente vio el primer problema: Granger abarcaba gran parte del espacio por el que tenía que pasar.
El Slytherin rodó los ojos, ¿Por qué los Gryffindors se creían los “amos y señores” de las escaleras y los pasillos? Esa era la quinta vez que le ocurría en esa semana y mejor no hablar de la anterior y la anterior a esa.
Carraspeó en forma de indirecta, pero ambos leones estaban tan inmersos en su riña que no le prestaron atención. Volvió a carraspear, esta vez más fuerte. Nada, el mismo resultado.
-¡Yo voy y punto! – gritó Harry fuera de sus casillas empujando a Hermione en el transcurso de bajar por las escaleras.
La chica trastabilló y para no caer se aferró fuertemente de lo que tuvo al alcance de su mano. Para mala suerte de Theodore, fue de su túnica.
El chico se vio tomado por sorpresa pero rápidamente hizo uso de sus reflejos, agarrando fuertemente a la chica y empujándola hacia el pasillo, sin embargo su maniobra requería de más espacio para sus pies que pronto se vieron sin soporte alguno. Lo último que supo Theodore fue que rodaba por las escaleras llevándose a Potter consigo justo en el mismo instante en que ésta se disponía a cambiar de lugar.
-¡Harry!
-¡Theo!
Fue lo último que escucho Theodore antes de perder el conocimiento.
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2 comentarios:

  1. :3 me encanto hace rato lo habia leido pero no lo habia comentado espero leer loque sigue pronto ^^

    Att:Taeko-kun

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    Respuestas

    1. Qué bien que guste, a mi me encanta jejeje
      Ya puedes leer la conty n_n
      Besos
      PISLIB

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