El efecto de la Luna de
queso
Capitulo Uno.
Quizás el dolor de cabeza se debía a la
combinación de todos los olores que impregnaban el aire, tal vez la falta de
luz en el aula… o simplemente ya estaba hasta la coronilla de tanto leer
horóscopos y constelaciones, los cuales le hacían ver en todas partes – o le
hacían creer ver – los efectos de la
predicción de la profesora Trelawney. No es que él creyera realmente en las
predicciones de su maestra de adivinación, sin embargo; ahora lo estaba
considerando seriamente.
“Mientras la serpiente te
acecha, el león sacará a el águila que le pertenecerá al tejón”.
Esas fueron las palabras “serias y sabias” de
su profesora. Theodore Nott, solo se limitó a enarcar una ceja. ¿Serpiente? ¿León? ¿Águila? ¿Tejón? ¿Qué se
supone que significaba eso? ¿Tendría que evitar comprar todo un zoológico?
¿Tenía algo que ver con los símbolos de las casas del colegio?
Exhaló profundamente mientras se dejaba caer
en la silla. Ya pasaba de la media noche y él aún seguía en la torre de
astronomía junto con sus otros compañeros de clase realizando el primer examen
práctico de Adivinación. Aún se preguntaba por qué había elegido aquella
materia como optativa teniendo tantas otras materias más interesantes de las
cuales sacar provecho.
-¡Solo quedan diez minutos! – les comunicó el
profesor de turno, el centauro.
Theodore observaba a sus compañeros: la
mayoría de ellos bostezaba del sueño, el resto, Draco entre ellos, planeaba lo
que haría al día siguiente.
-¡Merlín, ya no sé qué más hacer! – escuchó
cómo se quejaba el rubio.
-Simplemente díselo – le aconsejaba Zabini.
-Ya lo hice, pero creyó que estaba bromeando –
gruñó el rubio – lo he dejado plantado más de doce veces, lo he dejado en
ridículo, incluso me vio besando al idiota de Boot ¡y aun así no me deja!
-¡wow! Ese es amor del bueno Malfoy, no lo
dejes ir – recomendó Blaise.
El rubio solo gruñó como respuesta.
-¡Se acabó el tiempo! – Anunció el profesor –
dejen los pergaminos en sus lugares, por favor.
Los alumnos comenzaron a salir enseguida de la
torre. Theodore se rezagó a propósito.
-Señor Nott, no tarde demasiado o de lo
contrario se ganará un castigo por estar a horas no autorizadas fuera de su
sala común.
-Sí, profesor – le respondió el chico castaño.
Una vez se aseguró que el profesor se había
marchado, sonrió con autosuficiencia. Por fin se encontraba solo. Observó la
torre por unos cuantos segundos: lucía desordenada por las bancas y los
telescopios desacomodados. Gruñó con desagrado e hizo un movimiento de varita
para que todo volviera a estar en orden nuevamente. Sonrió complacido por el
resultado.
Se sentó justo al centro del lugar y comenzó a
observar la intemperie, ya no buscando símbolos raros o identificando
constelaciones para el examen. No. Simplemente para observar la vista que le
proporcionaba esa parte del castillo. Ese era su pasatiempo favorito: Disfrutar
las bellezas que le ofrecía la vida.
Podía pasar horas y horas observando el lago –
siempre había algo nuevo–, o sentarse en los jardines un par de horas y
contemplar la corteza de los árboles. Incluso se arriesgaba a entrar por un par
de horas en el bosque prohibido y descubrir un sinfín de cosas cada día.
Muchos alumnos, o al menos los que lo
identificaban, catalogaban a Theodore Nott como “el chico raro de Slytherin”. Siempre tan serio, tan cayado, tan solitario…. Pero así era él y lo que
los demás opinaran de su persona no le importaba.
-¿Qué estamos observando hoy? – la voz de
Draco Malfoy lo sacó de su acostumbrado silencio.
Al chico rubio no le importó que el moreno le
mandara una mirada de advertencia en cuanto se sentó junto a él.
-¿Sigues sin querer hablar al menos que sea
necesario? – quiso saber el rubio también viendo el bello paisaje.
Theodore lo fulminaba con la mirada ¿Qué
demonios quería ese rubio? ¿A caso no conocía la palabra ‘privacidad’? Al parecer,
no.
-Es de mala educación no responder las
preguntas, Theodore – se quejó el muchacho, sonriéndole.
El moreno se levantó al advertir que el otro
no se iría.
-¡Qué genio! – gruñó Malfoy al ver que Nott ya iba
llegando a las escaleras.
Por otra parte, el moreno estaba considerando
en buscar otra parte del castillo en la cual poder estar solo. Una parte donde
no fuera tan fácil encontrarse con Malfoy. No es que odiara al chico, pero al
parecer el rubio se había propuesto convertirse en su “mejor amigo” porque estaban en el
‘mismo nivel’, aunque Theodore sospechaba que había una apuesta de por medio
entre el rubio y Blaise.
En cuanto llegó al final de la escalera se
encontró con Michael Corner, un Ravenclaw. Dedujo que se encontraría con
Malfoy, al juzgar la ansiedad con la que iba hacia la torre.
(*)(*)(*)(*)
-¿Cómo se encuentra hoy mi silencioso amigo? –
preguntó la voz de Blaise Zabini, quien lo abordó a mitad de aquel solitario
pasillo.
-¡No lo molestes, Blaise! – Theodore rodó los ojos
al escuchar la voz chillona de Pansy.
“Lo que me faltaba”, pensó el chico
irritado, intentó escabullirse de ambos pero las manos de la chica fueron más
hábiles que él.
-¿Has visto a Draco? – quiso saber la chica.
Theodore se limitó a enarcar una ceja.
Solo fue cuestión de segundos para encontrarse
en medio de aquellos dos. A veces se preguntaba por qué demonios lo buscaban y
le hacían preguntas que él jamás respondería.
No es que le cayeran mal ya que, al igual que
Malfoy, eran los únicos que le hablaban y parecían no aburrirse de su compañía.
Y, muy a su pesar, ya se había acostumbrado a sus constantes presencias.
-Seguro que sí lo vio – dejó salir Blaise –
Draco sabe cómo encontrar al pequeño ‘Teddy’.
-¿Disculpa? – preguntó descolocado el moreno
al escuchar eso de pequeño Teddy.
-Ajá – dijo triunfante Blaise – lo hice hablar
yo primero. Me debes cinco galeones, querida – le guiñó un ojo a su novia.
-¡No es justo, Blaise! Sabes que a Theodore no
le gusta ese diminutivo de su nombre – se quejó la chica. El chico Nott solo
rodó los ojos.
-Nunca establecimos los términos de la
apuesta, además…
Ambos chicos entraron en una acalorada
discusión sobre aquella apuesta que tenían desde hacía meses atrás. Cuando
Theodore se había enterado sobre ello, decidió no estar de lado de nadie y
evitar hablar, aunque claro que, con Blaise de por medio, que siempre buscaba
una manera de descolocarlo, no era tan sencillo. El usar el “Teddy” de vez en cuando para hacerlo replicar era una prueba de
ello.
-Por cierto, el profesor Flitwick te estaba
buscando hace rato – le informó la chica.
Theodore entornó los ojos.
-Sí, dijo algo sobre “un ensayo” en el aula
C del tercer piso – se explicó Pansy al ver la reacción de su amigo.
-¿Qué ahí no es donde ensaya el coro del
colegio? – Dejó salir con sorna Zabini - ¿Eres parte del coro?
-¡No seas estúpido! – gruñó el chico. Se
dio la vuelta para alejarse de ellos.
-¡Qué insensible eres, Blaise! – Escuchó a
lo lejos decir a Pansy – de castigo, hoy no habrá beso de buenas noches.
-¡Pero, Pansy!
Por su parte, después de asegurarse que
ninguno de sus insistentes amigos lo seguía, Theodore se dispuso a subir al
aula C del tercer piso. Cuando llegó el ensayo ya había terminado y solo se
encontraba el bajito profesor.
-¡Señor Nott! – Le llamó en cuanto lo vio
entrar – Me alegra que haya venido, creí que se había arrepentido.
Theodore no le respondió, solo se limitó a
buscar entre sus cosas un pergamino enrollado cuidadosamente. En cuanto lo tuvo
en sus manos se lo extendió al profesor.
-¿Es la nueva banda sonora? – Quiso saber
el mayor mientras le daba un vistazo al pergamino – No cabe duda que eres muy
talentoso Theodore Nott. Aún no comprendo porque no quieres que el colegio se
entere que eres el autor de todas las canciones que interpreta el coro o que al
menos lo sepan el director o tu jefe de casa. Cada día que presento el coro
frente al colegio me siento mal por quedarme con los créditos.
-No se preocupe por ello, ya le he dicho
que no me importa.
El profesor lo escudriñó con la mirada de
manera penetrante. Nott pareció interpretar lo que pensaba el profesor.
-Yo creo que sí te importa y más de lo que
quieres aparentar, de lo contrario no escribirías nada. Aún así respeto tu
decisión – le dijo amablemente – Gracias por el nuevo tema. Dentro de dos
semanas el coro lo presentará frente al Gran Comedor.
Theodore salió del aula para dirigirse a
cenar con sus compañeros de casa. En el camino reflexionaba en las palabras
dichas del profesor de Encantamientos. Tuvo que reconocer que él tenía razón,
pero antes de admitirlo tendría que cortarse la lengua.
No podía darse el lujo de aceptar que él
era el autor de cada una de las interpretaciones del coro desde que se enteró
que había uno, es decir, desde hace cuatro años atrás. Por supuesto que no. Ya
se imaginaba lo que dirían sus compañeros de casa, (aunque no le importaba
mucho) sin embargo, aún le quedaban dos años más en el colegio como para darse
el lujo de manchar aún más su reputación de “Slytherin raro” y sumarle otro apelativo.
Y mejor no pensar sobre lo que su padre le
haría. Albert Nott siempre se jactaba de lo buen hijo que era Theodore. Dejó de
hacerlo cuando se enteró que su primogénito no compartía sus mismas creencias.
-¡No vayas, Harry! – escuchó la voz
inconfundible de Granger - ¡Recuerda la advertencia de aquel hombre misterioso!
-Y yo te recuerdo que tú misma me dijiste
que ese hombre seguramente mentía – esa era la voz de Potter.
Ambos siguieron discutiendo, Nott quiso
pasar lo más rápido posible por la escalera en la que se encontraban antes de
que lo involucraran en alguna treta. Sin embargo, inmediatamente vio el primer
problema: Granger abarcaba gran parte del espacio por el que tenía que pasar.
El Slytherin rodó los ojos, ¿Por qué los
Gryffindors se creían los “amos y señores” de las escaleras y los pasillos? Esa
era la quinta vez que le ocurría en esa semana y mejor no hablar de la anterior
y la anterior a esa.
Carraspeó en forma de indirecta, pero ambos
leones estaban tan inmersos en su riña que no le prestaron atención. Volvió a
carraspear, esta vez más fuerte. Nada, el mismo resultado.
-¡Yo voy y punto! – gritó Harry fuera de
sus casillas empujando a Hermione en el transcurso de bajar por las escaleras.
La chica trastabilló y para no caer se
aferró fuertemente de lo que tuvo al alcance de su mano. Para mala suerte de
Theodore, fue de su túnica.
El chico se vio tomado por sorpresa pero
rápidamente hizo uso de sus reflejos, agarrando fuertemente a la chica y
empujándola hacia el pasillo, sin embargo su maniobra requería de más espacio
para sus pies que pronto se vieron sin soporte alguno. Lo último que supo
Theodore fue que rodaba por las escaleras llevándose a Potter consigo justo en
el mismo instante en que ésta se disponía a cambiar de lugar.
-¡Harry!
-¡Theo!
Fue lo último que escucho Theodore antes de
perder el conocimiento.
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:3 me encanto hace rato lo habia leido pero no lo habia comentado espero leer loque sigue pronto ^^
ResponderEliminarAtt:Taeko-kun
EliminarQué bien que guste, a mi me encanta jejeje
Ya puedes leer la conty n_n
Besos
PISLIB