martes, 15 de enero de 2013

Capitulo cinco

El efecto de la Luna de queso




**Capítulo Cinco**



Malfoy seguía fulminándolo con la mirada, aun cuando ambos muchachos ya estaban levantados.

-Nosotros… ya nos vamos – dejó salir Harry.

Tomó del brazo a Theodore y comenzó a jalarlo. Cuando el Slytherin pasaba por un lado del rubio, éste lo detuvo del otro brazo.

-Te estoy vigilando, Nott – le siseó. El aludido lo escudriñó con la mirada, ¿Por qué Malfoy le enviaba su típica mirada asesina?

Draco lo soltó y siguió el curso de ambos chicos con la mirada. Theodore frunció el ceño y mientras era guiado por el Gryffindor, pensaba en lo recién ocurrido.

-Draco… - Harry sacó de su ensoñación al Slytherin. Solo entonces se dio cuenta que ambos se encontraban en un aula vacía – sé lo que me vas a decir.

Theodore enarcó una ceja, si Potter lo seguía llamando de esa manera, dudaba en demasía que supiera lo que le quería decir.

-Yo… - Harry se acercó lentamente – te amo.

El ludido entornó los ojos, sin saber muy bien qué responder a semejante confesión.

-En verdad lo hago, Draco - ¡Por supuesto! Potter creía que hablaba con Malfoy. Nott pudo respirar tranquilamente – sé que en ocasiones soy muy pesado…

“¿En ocasiones?”, el Slytherin levantó una ceja.

-… pero por favor, dame otra oportunidad. Prometo llevar las cosas con más calma.

Nott lo observó atentamente. ¿Era su imaginación o Potter estaba enterado de los planes del rubio con respecto a que terminaría su relación? Theo vio su oportunidad, podría librarse de Potter de una vez por todas. El Gryffindor le envió una mirada de perrito apaleado, quizás esa mirada funcionaba con Malfoy, pero él no era Malfoy.

-De acuerdo – le respondió al fin, reprochándose internamente.

No podía hacerle eso a Potter, después de todo el muchacho era la víctima, no tenía idea de lo que ocurría con él. Así que, por más que tuviera deseos de librarse de Potter, no podía hacerle eso. Se puso en su lugar y definitivamente no quería que le hicieran lo mismo.

Malditos pensamientos Hufflepuff…

-Gracias – le dijo Harry, sonriente.

Esta vez el león se contuvo de abrazarlo y de besarlo. Nott se lo agradeció.

-Esta semana es de exámenes – comunicó el Slytherin – estaré centrado en ellos, así que… no nos veremos muy seguido.

El león asintió.

“Eso fue fácil”, pensó Theodore, complacido. Cuando se había referido a “no nos veremos muy seguido” era que NO lo vería en toda la semana. Con una sonrisa de lado, el Slytherin se dirigió hacia su sala común.

*0*0*0*

Ese nuevo día tenía muchas cosas que hacer. No le fue necesario ponerse a repasar los libros o los apuntes para los exámenes, estaba al corriente de todo, además tenía una estupenda memoria. El motivo de su visita a la biblioteca era buscar cierta información en el área de “Enfermedades mágicas”.

Theodore sabía que tanto madame Pomfrey como Dumbledore e incluso el profesor Snape estaban en la búsqueda de la cura del Síndrome del Daltonismo Vincular, pero él simplemente no podía cruzarse de brazos, tenía que buscar algo que pudiera ayudar y zafarlo de esa incómoda situación.

Sacó del estante varios libros que aseguraban ser prometedores y se dirigió hacia una mesa, la más lejana si era posible, de todos los mirones.

Dos horas después, Theo se restregó los ojos. Había consultado un enorme libro sobre “Las diferentes enfermedades mágicas” sin resultado alguno. Ni siquiera se hacía mención del Daltonismo Vincular. Gruñó. No, esperen. Ese no fue su gruñido habitual.

El Slytherin despegó su mirada del libro para encontrarse frente a él a Blaise Zabini.

-Dime que has encontrado la cura porque si vuelvo a escuchar a hablar a Potter sobre cómo va a sorprender en su aniversario a Malfoy, te juro que yo mismo me lanzo un Avada Kedavra.

Nott dejó de lado el libro.

-Supongo que eso es un “NO” – musitó Blaise – ese lugar es horrible, todo es tan rojo, tan lleno de luz, tan ¡GRYFFINDOR! Odio esa habitación, la cama de Weasley es muy dura y llena de pelos.

-Y no te olvides de tu enamorado, cariño – Pansy llegó a su lado dándole un sonoro beso en su mejilla.

-Ni me recuerdes a ese gato pulgoso…

Pansy soltó una carcajada.

-Es el gato de Granger, parece que se ha enamorado de Blaise. En cuanto lo vio, estuvo sobre él – explicó Pansy rápidamente – incluso durmió en su cama.

Zabini volvió a gruñir.

-¿Hay alguna novedad? – Pansy señaló el libro que Theodore había revisado.

-No.

-¿Podemos irnos a la sala común? Necesito ver algo color verde urgentemente.

-Ahí hay un árbol, amor – la muchacha señaló hacia la ventana, sonriendo mordazmente.

*0*0*0*

Theodore se dirigió hacia el cuarto piso y entró al aula que estaba a un lado de la de donde ensayaba el coro. Nada más entrar se sintió bien, el cuarto era pequeño y solo había una cosa en éste. Un piano.

El Slytherin rosó con la yema de los dedos la superficie del objeto, pasando cuidadosamente sobre el teclado. Se sentó en el banquito, sacó su libreta de notas y la puso en el soporte del piano. Sacó su pluma y tintero, y buscó en las hojas las partituras de la melodía que estaba componiendo.

Comenzó a tocar lentamente, centrándose en la melodía suave y dulce. Una mezcla entre melancolía y felicidad, un tema de luz y oscuridad, entre el odio y el amor. Dos polos opuestos que solo él podía dar a entender en sonidos. Era un mensaje que él le daba a alguien especial. A esa persona que le hacía aflorar esos sentimientos...

La melodía dejó de sonar, Theodore se quedó quieto, manteniendo una tecla presionada con más fuerza de la necesaria. Suspiró largamente.

Segundos después, anotaba las notas en su cuaderno.

*0*0*0*

 Cuando vio su reflejo en el espejo no le agradó mucho, sobre todo las ojeras que adornaban su rostro. El motivo era simple: Potter. Theodore no podía sacarse de la mente la pequeña conversación que había mantenido con el Gryffindor el día anterior. El león había sacado a la luz algo que él no esperaba: Draco y Potter habían discutido por él.

Nott sabía los motivos por los cuales podrían sacar de quicio a Malfoy: no ser el centro de atención y los celos. Theodore aún no sabía cómo demonios él entraba en esas dos categorías.

-¡Quítate! – Y hablando del rubio… - ¡Qué parte de YO soy el primero en entrar al baño no entendiste, Weasley!

-¡No hay ningún letrero que diga eso, Malfoy! – el pelirrojo entró corriendo al baño, tirando al rubio en el proceso.

-¡Maldita comadreja!

Theodore se dirigió tranquilamente hacia la salida, era mejor salir antes de que lo envolvieran en una nueva treta.

-Nott.

Demasiado tarde. Theodore se enfrentó al rubio.

-Te estoy vigilando – le advirtió – al final de la semana espero un reporte.

-¿Reporte? – el ojiazul frunció el ceño.

-De todo lo que haces con Potter.

-Malfoy…

-Las duchas están libres – avisó Weasley, arrojándole a la cara la toalla al rubio.

-¡WEASLEY!

Theo aprovechó para escabullirse.

*0*0*0*

Iba rumbo al gran comedor cuando a mitad de camino se encontró con su jefe de casa, Severus Snape.

-Señor Nott, acompáñeme a mi oficina, tenemos que hablar sobre el tema de Potter.

Internamente, Theodore se alegró. Seguramente el profesor Snape le tenía buenas noticias, ¿habían encontrado la cura para el Daltonismo?

Una vez dentro de la oficina se sentaron frente a frente.

-Para serle franco, señor Nott, estoy preocupado.

Eso no sonó bien, las esperanzas del Slytherin se esfumaron.

-Como sabe, el señor Potter cree que soy alguien más y aunque lo considero un insulto a mi persona, para los ojos de él soy su padrino, Black – el apellido lo dijo prácticamente gruñendo.

Nott sabía que sea lo que le fuera a decir eran malas noticias, lo intuyó desde el momento en que vio la arruga media en el rostro del mayor.

-Potter planea darle una sorpresa al señor Malfoy en cuanto terminen los exámenes - ¿era eso?, ¿una sorpresa? No sonaba tan mal, ¿cierto? – una sorpresa intima.

El mayor carraspeó, Theodore enarcó una ceja en son de confusión. Snape rodó los ojos.

-Señor Nott, Potter planea tener sexo con Malfoy, es decir con… usted.

El Slytherin agrandó los ojos.




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