**Capítulo Siete**
El director escudriñaba con la mirada al estudiante
que tenía frente a él. El muchacho pasó saliva trabajosamente.
-Me temo que tengo malas noticias, Theodore – confesó
el mayor.
El Slytherin no se sorprendió. Ya había transcurrido
una semana desde el incidente y todo parecía empeorar en lugar de mejorar.
-No estás sorprendido – Dumbledore comenzó a caminar
de un lado a otro – Hace unos días me reuní con un medimago especialista en
trastornos mágicos. El diagnostico que me dio del joven Potter no es muy bueno,
lamentablemente.
>>Es necesario que Harry recupere la memoria en
menos de tres meses o las consecuencias pueden ser desastrosas. No, no podemos
forzarlo a recordar ni contradecir lo que él cree que es verdad.
-¿Cómo sugiere hacer eso? – dejó salir, frustrado, el
muchacho.
El colmo de los colmos. Si Dumbledore tenía un límite
de tiempo, el Slytherin sabía que el mayor utilizaría cada uno de esos días
para hacer que Potter recuperara la memoria por sí solo. ¡Theodore no podía
seguir fingiendo ser Malfoy por los próximos cinco meses!
-Con paciencia, por supuesto – El director respondió,
Theodore rodó los ojos, ¿por qué no le extrañaba su respuesta? Claro, el límite
de tiempo – Sé que es difícil, que no es fácil para ti toda esta situación
sobre todo cuando hay una linda jovencita de Ravenclaw de por medio.
El muchacho se sintió enrojecer, al parecer su secreto
no era tan secreto. Granger,
Dumbledore, ¿quién faltaba? ¿Blaise? ¿La misma Luna? Gruñó. Dumbledore en
cambio, sonrió.
-El medimago estará haciendo algunos exámenes a Harry
y procurará hacer algunas pociones para estimular la memoria y así le sea más
fácil recordar y todos vuelvan a tener su vida normal.
El plan sonaba de maravilla, solo faltaba llevarlo a
cabo y obtener los resultados esperados.
“Serán tres
largos meses, Theodore. Buena suerte”. Se auto compadeció.
*0*0*0*0*
Mientras Malfoy y Weasley se gruñían mutuamente,
Blaise aprovechó el momento para apartarse de Potter y así abordar a Theodore
en la puerta del Gran Comedor.
-Hey, ¿cómo está hoy mi silencioso amigo? – preguntó,
abrazándolo por los hombros. Theodore alzó una ceja, Zabini tramaba algo –
Espero que estés cuidando muy bien mis cosas – giró su cabeza hacia donde
estaba el pelirrojo – es horrible ese lugar, la cama de Weasley es muy dura
y...
-El gato de Granger está enamorado de ti – Nott
expresó, la verdad era que, después de todo, había ciertas cosas que no podía
dejar de disfrutar.
Zabini gruñó, dejó de abrazarlo.
-¿Ya te lo había dicho? Me estoy volviendo un
Gryffindor – le dio un escalofríos con solo pronunciarlo. Entraron al gran
comedor – como sea, ¿tú y Potter han tenido acción? Ya sabes... sexo – sonrió, mordazmente.
El aludido dejó de caminar, haciendo que Weasley y
Malfoy, quienes iban detrás discutiendo, chocaran con él.
-¡Blaise Zabini! – Pansy gritó, enfadada, saliendo
sorpresivamente detrás de él. El moreno borró instantáneamente la sonrisa -
¡¿Cómo se te ocurre preguntar una cosa así?!
-Pansy, cariño, lo siento – se disculpó rápidamente.
-Olvídate del beso de buenas de noches.
-¡No! ¡Espera, Pansy, bonita! – el moreno salió detrás
de su novia, pasando olímpicamente de Potter, quien miraba la escena un tanto
confundido.
-¡Vaya! Zabini y Parkinson después de todo no son tan
diferentes de Granger y de la comadreja – el rubio le susurró a Theodore al
pasar a su lado.
-¿Comadreja? Espero que se refiera a los animales y no
a mí – gruñó el pelirrojo, asesinando con la mirada al rubio.
*****
Theodore fulminaba con la mirada al “Ricitos de oro”, entiéndase al muchacho
antipático de Hufflepuff, Zacharias Smith. Simplemente arruinaba la escena
perfecta que tenía frente a él.
-Hasta luego, Zach – se despidió Luna del muchacho.
Una vez Ricitos
de Oro fuera de escena a Theodore se le relajó el ceño fruncido. Siguió con
su caminata procurando de no ser visto por su objeto de interés.
Media hora después, salió del bosque, dejando a solas
a la rubia —una cosa era que le gustara y otra que se convirtiera en un
acosador— lanzó un último vistazo hacia el bosque antes de girarse y dirigirse hacia el castillo, sin embargo,
al dar vuelta se topó con Malfoy.
-Tenemos que hablar.
Theodore lo siguió hasta que ambos llegaron a un aula
vacía. El rubio la selló con un hechizo.
-¿Se puede saber el misterio, Malfoy?
-Quiero un informe detallado – el castaño alzó una ceja – dime cómo va MI
relación con Potter.
-Cómo voy a saberlo, tú eres el novio – frunció el
ceño.
-No te hagas el idiota, sabes perfectamente a lo que
me refiero.
-¿Qué quieres, Malfoy? – preguntó frustrado.
-¿Lo has besado mucho? ¿Lo has manoseado? ¿Has tenido
sexo con él?
-¡Basta! – gritó, fastidiado. ¡Theodore estaba harto
que aparentemente todos quisieran saber sobre su vida sexual! ¡Por Salazar!
-Eso responde a varias preguntas, no a todas. ¿Que más
han hecho?
-A ti no te importa Potter, ¿cuál es la diferencia si
dejo o hago cosas con él?
El rubio lo observó fijamente.
-Es cierto, no me importa – confesó – Al menos eso
creía.
Nott frunció el ceño.
-Supongo que la frase "Nadie sabe lo que tiene
hasta que lo ve perdido" me queda al dedo – Draco recorría lentamente el
aula – comencé a salir con Potter desde tercero, ya sabes, solo besos,
caricias. Una relación física y sin darme cuenta me vi en una relación
larga... no me había dado cuenta de ello
hasta ese día que los vi detrás de tu escondite. Supongo que albergué sentimientos
amorosos por él después de todos estos años juntos.
Theodore no dijo nada, solo observó al rubio.
-Nadie sabe esto, tengo que proteger mi reputación –
Draco lo miró fijamente – En verdad quiero a Potter y no quiero perderlo. ¿Me
ayudarás? ¿Harás que Harry se sienta cómodo a mi lado?
El día no podía empeorar, el muchacho respiró larga y
profundamente. Al menos Malfoy tuvo la decencia de pedirle el favor de manera
amable. ¿Y qué más podría pasar?, ¿qué más daba estar con Potter unos cuantos
días más? Dumbledore ya le había dado un plazo de cinco meses, y él se había
propuesto a seguir adelante como todo un Slytherin.
Después de un largo tiempo, el castaño le respondió
con un asentimiento de cabeza.
-Gracias – el rubio se dirigió hacia la puerta.
Por supuesto, ese gigantesco favor debía de pagarse
con creces. Y Theodore sabía exactamente cómo.
-Malfoy – le llamó antes que el rubio saliera - ¿Tú y
Potter han tenido discusiones recientes?
Draco se quedó plantado al pie de la puerta, aún
sujetando el pomo con su mano derecha.
-¿Sobre qué podríamos discutir él y yo?
-Tus… compañeros de casa. Algún amigo cercano… no tan
cercano – El ojiazul se acercó lentamente al rubio – Yo, por ejemplo.
Draco se giró lentamente hasta estar frente a frente.
--No recuerdo haber hablado de ti con Harry, mucho menos
discutir.
El rubio salió del aula con semblante serio.
Theodore sonrió de lado.
-Me acabas de confirmar que no solo discutiste con él
por mí, Malfoy.
El castaño también salió del aula.
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