Harris
Nieves y el Príncipe
del Reino Verde
“En un reino muy lejano llamado ‘El Reino Verde’, vivía un joven y
apuesto príncipe. De piel blanca perlada, cabellera rubio platino y de hermosos
ojos grises. El más guapo del reino, el más codiciado, el más…”
-Ejem, ejem – alguien carraspeó, interrumpiendo el relato – señor
Malfoy, ¿nos haría el favor de avanzar en la historia y dejar de hablar del apuesto príncipe?
-Profesora McGonagall, es mi investigación y estoy contando los aspectos
importantes de este apuesto personaje – aclaró Malfoy – es necesario relatar
cada mínimo detalle o la historia pierde continuidad.
La profesora lo fulminó con la mirada, sin poder contradecir al
Slytherin, después de todo el muchacho había usado sus mismas palabras cuando
les dejó investigar aquel tema.
-Continúe – gruñó.
Draco sonrió de lado.
-Como iba diciendo…
“El joven príncipe era muy guapo. Muy a menudo era visitado por
princesas y príncipes para pedir su mano y así casarse con él. Obviamente, el
Príncipe Dragón rechazó cada una de las peticiones. Ningún prospecto era digno
de desposarlo, nadie siquiera podría igu…”
-¿Príncipe Dragón? – volvieron a interrumpirlo.
-¿Algún problema, Potter? – el rubio enarcó una ceja.
-Dímelo tú, Malfoy – el ojiverde le envió una mirada extraña – el
“Príncipe Dragón” tiene un parecido tremendo contigo.
-Entonces, ¿me consideras guapo, Potter?
El aludido se sonrojó violentamente.
-Ejem, ejem – las miradas se centraron en la profesora McGonagall, quien
temía en convertirse en Umbridge si seguía carraspeando de esa manera – señor
Malfoy, se me hace difícil ver la relación que puede haber entre el “Príncipe
Dragón” con lo que les he dejado investigar.
-Porque aún no llego a esa parte – gruñó el rubio – si no me
interrumpieran a cada rato, ya lo habría desc…
-Bien, continúe.
El rubio sonrió, complacido.
“Ninguna persona era digna de desposar al Príncipe Dragón, tanta belleza
solo era digna de otra persona de misma belleza… o casi, ya que nadie podía
igualarlo. Así que, el joven príncipe fue en busca de esa persona. Había
escuchado que en el reino vecino, ‘El Reino Rojo’, había una belleza casi tan perfecta como la suya, así que
fue en su búsqueda.
Mientras galopaba en su perfecto corcel plateado, se imaginaba cómo
sería aquella belleza. Se la imaginó de muchas maneras, pero sabía que solo
viéndola personalmente calmaría su ansiedad. Transcurrieron tres días cuando
por fin llegó a su destino, pero pronto descubrió que su belleza había sido
desterrada por su malvada madrastra Severina,
una bruja horrenda que pretendía ser la más bonita del Reino Rojo, pero como su
hijastra era más bella que ella, la mandó a matar”.
-¿Severina? – murmuró Ron. Harry, quien estaba a su lado, le dio un
codazo.
El rubio fingió no escuchar la interrupción.
“El Príncipe Dragón logró colarse dentro del castillo, tenía que buscar
el paradero de la belleza. El apuesto príncipe era inteligente, muy
inteligente, así que no fue de extrañarse que encontrara el espejo mágico.
-Espejito, espejito, ¿Quién es este apuesto principito?
Del otro lado del espejo, salió una bruja que más bien tenía pinta de
mandrágora, era espantosa, y… en realidad no importa.
-Oh, este apuesto príncipe, el más guapo de todo el mundo, el más
codiciado por… - (Se escucha un carraspeo por parte de la profesora. Draco
rueda los ojos) — Este apuesto príncipe, es el Príncipe Dragón. Es un gusto,
joven y apuesto príncipe, me llamo Minervana,
el espejo que lo sabe todo.
(La profesora McGonagall enarca una ceja. Harry y Ron disimulan muy bien
las risas.)
-Oh, gran espejo, dime dónde encontrar a la belleza de este reino, me he
enterado que la han desterrado de este lugar.
-La belleza que busca, joven y apuesto Príncipe Dragón, se encuentra en
el bosque. Logró escapar del cazador Hagridton,
pero ese no es el problema.
(Harry frunce el ceño al escuchar el nombre del cazador.)
-¿No lo es? Dime todo lo que sabes horrendo espejo, ¡dímelo! – el
apuesto príncipe temía por el destino de la belleza.
-La belleza ha caído en una trampa.
-¿Cómo es eso posible, horrendo espejo?
-Los Weasleyninos, enanos
pelirrojos y piojosos, han conducido a la belleza a esa pocilga que llaman
madri… madre nodriza.
-Oh, pobre belleza, tengo que salvarla de esos piojosos.
El apuesto príncipe cabalgó en su perfecto corcel hasta llegar al
bosque. Justo cuando llegaba a la madre nodriza había alguien en la puerta. Sí,
Severina le estaba ofreciendo una
manzana y como era de esperarse, la belleza tuvo que comérsela. ¡Y cómo no! Si
los piojosos y horrendos Weasleyninos
no tenían nada de comer.
Y la belleza cayó, envenenada.
El apuesto príncipe corrió hasta llegar al lado de la belleza, aún
envenenada emanaba tanta belleza. Era perfecto, estaba a su altura. De cabello
negro azabache, piel blanca y de hermosos ojos verdes esmeraldas.
Era tan hermoso...”
(-Si estaba muerta, ¿cómo supo que sus ojos eran de ese color? – susurró
Hermione.
-Y ha dicho hermoso. ¿La
belleza que tanto buscaba el apuesto príncipe era un hombre? – preguntó confuso
el pelirrojo.
-No me gusta cómo va esta historia – gruñó Harry.)
“El apuesto príncipe hizo lo que tenía que hacer”.
(-¿Enterrarla? – sugirió Ron.
-Es obvio – apoyó Hermione segura de sí misma.
-No sé porqué pero sea lo que sea que vaya hacer ese príncipe no me
agrada – musitó Harry sin despegar la mirada de Draco.)
“Besarlo. Eso hizo el apuesto príncipe, besar a la belleza. Si no iba a
pasar el resto de su vida a su lado, por lo menos tendría la dicha de haber
besado a la belleza”.
(-Eso es asqueroso – Ron hizo una mueca de asco.
-Típico, un príncipe necrófilo – opinó Hermione.
-Más bien un pervertido, aprovecharse de un muerto… - gruñó Harry.)
“Y entonces algo inesperado pasó, ¡la belleza despertó!
-Oh, mí amado…
-Harris Nieves – le respondió
la belleza, abrazándolo.”
-¡¿Harris Nieves?! – Esta vez Harry alzó la voz - ¿tu ‘princesa’ se llama como yo?
-No – gruñó Draco – es ‘Harris’,
con ‘i’ latina y no con ‘y’. Hay mucha diferencia.
-¡Se pronuncian igual! Además la has descrito igual a mí.
-No te hagas el importante, Potter – el rubio enarcó una ceja.
-Señor Malfoy, ¿ahí acaba su reporte? – Interrogó la profesora, ansiaba
por terminar semejante espectáculo.
-No.
“Harris Nieves al ver tanta belleza en una sola persona, es decir, en el
Príncipe Dragón. No pudo evitar enamorarse a primera vista del joven y apuesto
príncipe. Y el Príncipe Dragón, no pudo resistir a sus encantos y belleza. Y
como eran tal para cual, es decir, belleza con belleza, decidieron casarse y
vivir felices para siempre. Fin”.
Todos en la clase quedaron boquiabiertos. La profesora McGonagall, abrió
y cerró la suya varias veces antes de poder hacer la pregunta que tanto le
inquietaba.
-Señor Malfoy… ¿podría decirme en qué momento de esta… interesante historia y el Origen de la
Transformaciones Mágicas se relacionan?
-¿Qué no es obvio? – Draco les envió miradas inquisidoras a los presentes. Ninguno respondió – Cuando la
madrastra, Severina, se transformó en algo más horrible para
engañarla y así darle la manzana a Harris Nieves – hizo énfasis en la palabra transformó para que quedara más claro –
Es obvio que ahí fue cuando surgió todo el asunto de las transformaciones.
Severina le contó su secreto a otras brujas y éstas a otras y el chisme corrió
a través de los años.
Nuevamente la clase se quedó en silencio.
-Ya…veo – dejó salir desconcertada Minerva.
La campana sonó, antes de que McGonagall diera la orden de salir, Harry
alzó rápidamente la mano.
-Sí, señor Potter.
-Puedo dar mi reporte mañana, profesora.
-Por supuesto – Respondió rápidamente, esperaba poder recuperar la clase
con un reporte decente. También se anotó como nota personal, jamás volver a
dejar un Reporte Libre sobre los Orígenes de la Transformaciones Mágicas, o
cualquier otro tema.
Todos comenzaron a salir, Harry se apresuró para alcanzar a Malfoy,
quien estaba por llegar al Gran Comedor.
-¡Malfoy!
El aludido se dio la vuelta.
-Qué interesante… historia.
-¿Te gustó? Mi padre me la contó. Yo la llamo “Harris Nieves y el
Príncipe del Reino Verde”.
-Ya veo… mi padrino, ya sabes, Sirius Black, también me ha contado una
historia… interesante.
-¿Sí?
-Sí, la llamo… - Harry sonrió de lado – “Dracolicia en el país de las maravillas”.
-¡¿Cómo que “Dracolicia”?! –
gruñó el rubio.
-Tú llamaste a tu belleza “Harris
Nieves”, ¿por qué yo no llamar a la mía Dracolicia?
-No juegues con fuego Potter, porque te aseguro que una manzana
envenenada no será suficiente – siseó el rubio.
-¿Qué harás? ¿Me dormirás por cien años*?
-Quizás te encierre en una torre.*
-No seas rencoroso Malfoy o tus lindos pies tendrán escamas y espero que
sepas nadar*.
-Bájate de tu alfombra voladora, Potter. Porque ni una lámpara
maravillosa con un genio dentro te logrará bajar*.
-Seguramente limpiando pisos y cocinas te bajaran de tu pedestal y esta
vez dudo mucho que haya una hada madrina*.
-Quizás te venga bien vivir con bestias, harían linda pareja. Tal para
cual* - el rubio lo fulminaba con la mirada.
-Y yo sé muy bien qué es lo que te vendría bien, Malfoy – Harry le envió
una mirada inquisidora.
-Una belleza, por supuesto.
-Y a mí un joven y apuesto príncipe.
-¿En la sala de los menesteres?
-A la misma hora – aseguró el ojiverde – No tardes…
-Nunca lo hago – Draco vio alejarse al Gryffindor y sonrió de lado.
Su novio, porque eso era Harry para él, tenía cierto fetiche con los cuentos infantiles. Lo
encendían como caldero cuando se agarraban discutiendo tonterías de éstos, tal
como la pequeña discusión que tuvieron momentos atrás. Y por supuesto, él,
Draco Malfoy, siempre sabía cómo sacar a colocación ese tema.
Le encantaba ver al ojiverde vestido de alguna de esas princesas y él de
algún príncipe dispuesto a hacer lo que hacen los príncipes, tomar en todos los sentidos a la
damisela. Harry esa noche sería Harris Nieves y él, el Príncipe Dragón.
FIN
Noviembre 2012
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N/A
Aclaraciones:
Los asteriscos hacen mención a otros cuentos: La bella durmiente,
Rapunzel, La sirenita, Aladín y la lámpara maravillosa, Cenicienta, La bella y
la bestia.
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