viernes, 10 de mayo de 2013

Absurdo #5


Absurdos.


Absurdo #5

Fuerza de voluntad




-Es mejor dejar esto aquí – confesó – sea lo que sea que tengamos. No puedo hacerle esto a mi hermana.
Se mordió el labio y su mirada la dirigió al espejo que estaba frente a él.
-Estoy perdido – murmuró, apesadumbrado.
No podía decirle eso a Zabini, ni siquiera alcanzaría a decirle el ‘hola’ antes de ser invadido por los besos del moreno. Ron se culpó por ser tan débil.
-Fuerza de voluntad, Ron – le expresó Harry, mientras le daba un apretón de hombros a forma de consuelo – si no la tienes, perderás a ambos.
El pelirrojo gruñó.
“Fuerza de voluntad” – se dijo mentalmente.
Pronto descubriría qué tanta fuerza de voluntad tenía, en cuestión de segundos llegaría al Gran Comedor y aunque Zabini hiciera circo, maroma y teatro, no cedería. Esta vez no lo vería, porque en cuanto lo hiciera todo se iría al demonio.
Entraron al Gran Comedor, Harry a su lado para darle apoyo moral. El pelirrojo le agradecía internamente que lo ayudara a superar esa situación.
“Es el novio de mi hermana” –se repitió una y otra vez para no desviar su mirada hacia la mesa de las serpientes.

“Él está prohibido” – esta vez se encontraba en la clase de Transformaciones. La prueba del Gran Comedor la había superado, no había mirado en ningún momento a Zabini. Y si sus cálculos no fallaban, cinco minutos le separaban para aprobar su segunda prueba: esquivar a Blaise durante las clases.
En cuanto sonó la campana, el león prácticamente huyó del aula y se dirigió hacia la torre, dentro de ésta estaría seguro y no cedería a sus impulsos de la libido.
Un par de escaleras y dos pasillos más y estaría a salvo. De lo concentrado que estaba por llegar a su destino no se percató que alguien lo seguía desde hacía un buen rato.
Una mano se cerró alrededor de su brazo izquierdo, haciéndolo girar.
-¿Qué…? – Zabini no le dio tiempo para los reclamos. Lo besó y aprovechando el aturdimiento del otro lo llevó al pasillo de al lado.
-¿Por qué me has estado evitando? – interrogó.
-Yo no te he evitado – respondió, nervioso.
El Slytherin enarcó una ceja.
-Eres el novio de mi hermana – Ron confesó con una voz desconocida – no puedo hacerle esto.
-Ella no es mi novia.
El pelirrojo entornó los ojos.
-¡¿Por qué demonios has terminado con ella?! – le reclamó, furioso.
-Te quiero a ti – confesó el Slytherin.
-¡No puedes dejarla y decirme esto! ¡No es correcto! – Al pelirrojo le dolía pronunciar las palabras, pero igual las diría, todo fuera por Ginny – Regresa con ella.
-No puedo.
-¡Zabini!
-No lo haré.
-Entonces olvídate de todo – el pelirrojo salpicó con odio– de mi hermana y de mí.
Con un enorme nudo  en la garganta y un hueco en el estomago, el pelirrojo continuó con su camino.


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