Capitulo Nueve

Confía en mí.

~Capitulo Nueve~

—Aquí dice que… — Blaise continuó leyendo mentalmente el libro que reposaba en sus piernas — el movimiento es como la simulación de un péndulo y…

Se encontraban en la Sala Común, sentados, frente a la chimenea. Mientras el moreno leía las indicaciones, su amigo las obedecía.

—¿Así? —preguntó el ojiazul, imitando el movimiento con su varita.

—Tienes que hacerlo sobre el mapa… y también… — el moreno pasó una página del libro — decir el siguiente conjuro… emh… “Encuentra”.

Theodore hizo lo que le pidió su amigo, la varita comenzó a moverse lentamente, con voluntad propia, sobre el mapa.

—Concéntrate bien — murmuró Blaise.

El aludido frunció el ceño, concentrándose.

*0*0*0*

—¡Ginny! — gritó Neville, en cuanto llegó al lago.

—¡Hola, Neville! — La pelirroja saludó como si nada, mientras hablaba con Parvati — ya puse al tanto a Parvati.

—¿De qué? — frunció el ceño.

—De lo que haremos con esto — le mostró la cadenita.

—Ginny, te lo ruego, no lo hagas.

—Aún no te decimos el plan — Parvati frunció el ceño — es sencillo, te lo explico. Cuando Nott llegue, Ginny le mostrará la cadenita y la lanzará al lago.

—¡No pueden hacer eso! — gruñó el moreno.

—Sí lo haremos. A nosotras esa serpiente no nos engaña.

—¿Qué?

—Sabemos que Nott es… diferente y… — explicó la pelirroja — el caso es que Zabini estaba en la biblioteca investigando sobre cómo encontrar objetos mágicos. Fue cuestión de tiempo para darme cuenta qué era lo que buscaba Nott y  lo que haría para encontrarla.

—Y en cuanto se dé cuenta que lo que busca lo tenemos nosotras, vendrá — Parvati sonreía — y Ginny llevará a cabo el plan cumpliendo así nuestra venganza.

—¡No pueden hacer eso! — Exclamó Neville — él no tiene la culpa de nada. Ginny, ya te expliqué cómo son las cosas, no cometas esta tontería.

—¿Por qué ya no quieres vengarte?

—Esa cadenita se la regaló su madre —confesó el león en un momento de desesperación  por hacer entrar en razón a sus dos amigas — Y ella está…

—Muerta, lo sabemos — completó la pelirroja — razón más para usarla cómo venganza.

—Ginny…

—¿Por qué te preocupa tanto? — Parvati estaba confundida.

Neville no dijo nada, solo desvió la mirada.

—No somos así — dijo después de un rato — no es correcto, no…

—Te gusta, ¿cierto? — Ginny atajó. Neville frunció el ceño, desconcertado — después de seguirle los pasos desde tiempo atrás y saber más de él, no has podido evitarlo. Y cuando comenzó a importarte ya no quisiste seguir con la venganza.

Por alguna extraña razón, Neville no pudo negar la información dada por Ginny. En el fondo, el Gryffindor sabía que su amiga tenía razón… o tal vez nada era cierto. Quizás lo que sentía por el Slytherin era mera simpatía, ambos conocían el dolor y la pérdida. Sí, eso era. Se auto convenció que eso era.

—No es así — le dijo a sus amigas.

—¡Vienen hacia acá! — avisó Parvati, señalando a dos muchachos ir en su dirección.

—Perfecto.

Ginny sonrió. Neville se puso nervioso, definitivamente algo no muy bueno terminaría de todo esto.

*0*0*0*

—¿El lago? — Theodore  frunció el ceño en cuanto su varita dejó de moverse de un lado a otro por todo el mapa para detenerse cerca de dicho lugar.

—Es muy lejos de donde lo buscabas — Blaise enarcó una ceja, observando el mapa también — por eso no la encontrabas, no se te cayó en los jardines traseros.

—No recuerdo haber pasado siquiera por ahí — confesó el ojiazul.

—Ese día todo era ruido y confusión — explicó el moreno — pasaron muchas cosas, tal vez por eso cayó en ese lugar. Vamos por ella.

Ambos chicos se levantaron y se dirigieron hacia el lago.

—No lo sé, Blaise. Algo no cuadra — Theo tenía un mal presentimiento de todo aquello.

—No seas pesimista — animó Blaise — todo saldrá bien.

Atravesaron el vestíbulo y en cuestión de tiempo se encontraban en las afueras del castillo.

—Gryffindors — murmuró Blaise al ver a  tres alumnos vestidos de rojo.

Theodore se detuvo en seco. Mentalmente llegaron como flashes imágenes de  Longbottom y la chica Weasley siguiéndolo. Pero sobre todo la pequeña conversación con el Gryffindor. Theodore sabía que nada de eso fue coincidencia.

—Ellos la tienen — musitó.

— ¿Qué? — el moreno regresó sobre sus pasos hasta estar frente a su amigo.

Ambos muchachos dirigieron su mirada hacia los leones, uno de ellos, Parvati, los señaló. Ese gesto confirmó la sospecha de Theodore.

—Vamos — alentó Blaise.

Los tres Gryffindors observaron al dúo Slytherin en cuanto estuvieron frente a ellos, ninguno habló. Los cinco intercambiaron miradas.

—Supongo que han venido por esto — Ginny les mostró la cadenita.

Theodore supo, desde el instante en que la chica Weasley sonrió malévolamente, que no volvería a ver aquel recuerdo de su madre.

—Weasley, te lo advierto — gruñó Blaise, quien también se percató de las intensiones de la pelirroja.

— ¿Qué me adviertes? — le retó la Gryffindor.

—Ginny… — murmuró Neville, suplicante.

—No hagas estupideces — volvió a gruñir el Slytherin.

— ¿Estupideces?, ¿y qué hicieron tú y tus amiguitos mortífagos en la guerra? — Salpicó con odio Ginny — su padre fue uno de los allegados a Voldemort — señaló con asco a Theodore — toda la familia Malfoy contribuyó a su causa, Parkinson quiso entregar a Harry, ¿quieres que le siga?

— ¿De eso se trata? — Blaise frunció el ceño — ¿venganza?

—Quiero que el único que no tuvo castigo lo tenga ahora — Ginny lanzó miradas de odio hacia Theodore — que sufra lo que mi familia a sufrido, que sienta el dolor que Lavender siente en cada Luna llena, que llore todo lo que he llorado por la pérdida de Fred.

—Weasley — el tono que usó Blaise fue de advertencia.

Theodore escuchaba a la pelirroja y a su amigo discutir, lo cierto era que desde el momento en que vio la cadenita de su madre en manos de la Gryffindor no prestó atención a lo demás. Solo estaban él y la cadenita, no despegó la mirada hasta el momento en que Ginny reveló sus verdaderas intensiones, había dicho ¿venganza?

Theodore dirigió su mirada hacia la chica Weasley. Odio y tristeza descubrió en la mirada de ella.

— ¡Espera Ginny! — Gritó Neville — ¡No lo hagas!

La pelirroja no lo escuchó. Lanzó la joya hacia el lago.

— ¡NO! — gritó Blaise.

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