No ha dejado de llover
Capitulo treinta y uno:
La prueba
Ashton estaba cruzados de brazos mientras miraba las hojas del árbol que
estaba en el patio del vecino. No estaba seguro de cuánto tiempo llevaba en esa
posición pero era lo suficiente como para que sus pies comenzaran a cansarse.
Suspiró largamente y decidió sentarse en la orilla de la cama tratando de
llegar a una decisión. Michael le había propuesto algo el día anterior pero no
estaba muy seguro de querer aceptar.
Tommy
sollozaba mientras se abrazaba a su padre. Michael sentía un horrible nudo en
su pecho al haber puesto en esa situación al pequeño. Era el día de la prueba
de ADN, si querían resultados exactos, debían de tomar muestras de sangre de
los interesados. En este caso de Tommy y Michael.
-No llores,
Tommy. Te prometo que en un momento a otro dejará de doler – el teñido le
sonrió.
-¿No se
secará mi brazo?
-No –
Michael le limpió las lágrimas.
Tommy le
devolvió la sonrisa.
-Papi,
¿podemos ir por un helado?
-Con este
paso tendremos que desparasitarnos en un par de días – soltó divertido el
rizado – de acuerdo.
-¿Michael
puede venir con nosotros?
Sin duda la
propuesta de su hijo lo tomó por sorpresa.
-Emh… si
Michael quiere, por supuesto.
-Michael si
quiere ir – respondió en seguida.
Los tres
salieron del hospital y se dirigieron hacia la nevería que estaba frente al
parque. Ordenaron sus helados y decidieron sentarse en la mesa de la esquina,
cerca de los juegos.
Michael
estaba feliz. No solo porque estaba a un paso de saber si en realidad Tommy era
su hijo, sino por el cambio de actitud del pequeño hacia él. Aún tenía presente
lo que le había dicho Tommy ese día cuando fue a visitarlo al colegio, le pidió
que se alejara de su padre porque lo ponía triste.
-¿Puedo ir a
los jueguitos, papi?
-Ten cuidado
– sugirió.
-¡Síí! –
corrió, dejándolos a solas.
-Es un gran
niño – opinó Michael, fascinado por el pequeño.
-Lo es –
coincidió Ashton.
-Ashton… sé
que he cometido muchos errores y tal vez mis acciones te han alejado y sé que también
no confías mucho en mi… pero… en verdad quiero comenzar o tal vez no comenzar
sino… - Michael frunció el ceño, había preparado su discurso toda la tarde anterior
y lo que estaba saliendo por su boca en esos momentos no se asemejaba en nada
de lo que quería decir – Lo siento.
Ashton lo
miró atentamente en silencio.
-Sé que un
“lo siento” no es suficiente. Yo solo quiero que entre nosotros dos ya no haya
silencios incomodos, no más discusiones, cero reproches… nada de
remordimientos…
-Michael…
-Espera…
Ashton, regresé para recuperarte. He de admitir que la noticia de Tommy me tomó
por sorpresa pero… eso no cambia mis planes. Te sigo amando.
El rizado no
dijo nada, lo miró fijamente. La mirada del teñido estaba llena de ansiedad y
esperanza.
-Han pasado
muchas cosas entre nosotros, Michael – soltó el rizado, el aludido asintió en
silencio – nos hemos lastimado mutuamente. Eso no se hacen las personas que se
aman.
-La última
oportunidad, Ashton. Tal vez es eso lo que necesitamos.
El rizado
negó con la cabeza.
-¿Por qué?
-Por la
razón por la que fuimos al hospital hoy – el teñido frunció el ceño – Michael
tendremos miles de oportunidades y tal vez… miles de veces nos rompamos el
corazón. Tú lo soportarías. Yo también. Pero no soportaría que le rompieras el
corazón a Tommy. A él no, Michael.
-Jamás lo
haría.
-¿Qué pasará
cuando tengas los resultados? ¿Qué pasará si el resultado no es el que
esperabas?
El teñido se
quedó en silencio.
-Aún faltan
seis meses para saberlo.
-Tiempo
suficiente para que Tommy se encariñé de ti y de la nada te desparezcas de su
vida solo porque en ese papel el resultado salió negativo.
-No me
alejaré.
-No puedes
asegurarlo.
-Lo prometo
– aseguró, en su mirada se mostraba la determinación – Ashton, ese niño me ha
cambiado… y quisiera conocerlo también.
El rizado
frunció el ceño.
-Quiero que
Tommy me conozca también. Si él no me quiere en su vida me… alejaré de ambos,
pero si es lo contrario no me iré y no me rendiré hasta que vuelvas a confiar
en mí y con suerte… me vuelvas a querer.
-¿Cómo
planeas lograr todo eso?
-Un día.
Déjame a cargo de Tommy un día – el rizado palideció al instante – Prometo no
hacer nada estúpido, solo… solo quiero estar con él, por favor…
-Yo…
-Piénsalo.
-Bien…
-Gracias –
Michael le sonrió.
Ashton volvió a suspirar. No podía negarse a la petición de Michael,
después de todo, él podría ser el padre de Tommy.
-¡Papi! – el pequeño entró a la habitación, sus rizos revoloteando con
el andar de sus saltos.
-Hola, pequeño saltamontes, ¿todo bien con el tío Luke? – cuestionó.
-Sip, ¡me ha comprado un
helado doble!
-Definitivamente, tendremos que desparasitarnos muy pronto – soltó
divertido el mayor.
-Tío Calum dice que bajes a cenar.
-De acuerdo… pero antes… - Ashton se acuclilló para estar a la altura de
su hijo – Tommy… ¿recuerdas a Michael?
-¿Tu amigo de cabello chistoso? – El rizado reprimió una carcajada, pero
aún así asintió - ¿Qué hay con él?
-¿Te gustaría ir a su casa?
-¿Tú quieres ir?
-Yo pregunté primero – le picó la nariz. Tommy soltó una sonrisita.
-¿Ya no te pone triste?
Ashton frunció el ceño ante la pregunta de su hijo.
-Él… es mi amigo, ¿sabes? – Evadió la pregunta – Le caíste muy bien… te
quiere conocer.
-Pero ya me conoce – hizo un gesto gracioso con la nariz, uno que le
hizo recordar a Michael en su adolescencia.
-Sí, pero… te quiere llevar a un lugar muy especial.
-¡Disneylandia!
-No exactamente, ¿quieres ir con él?
-¿Tú nos vas a acompañar?
-Eh… por supuesto – le sonrió, revolviéndole sus rizos.
-¡Entonces sí quiero ir! – dio saltitos sobre su lugar. Ashton le
sonrió. Tommy lo abrazó fuertemente – te quiero mucho, papi.
-Y yo a ti, pequeño saltamontes – le dio un beso en la mejilla.
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