viernes, 3 de junio de 2016

Capitulo treinta y uno: La prueba

No ha dejado de llover


Capitulo treinta y uno: 

La prueba


Ashton estaba cruzados de brazos mientras miraba las hojas del árbol que estaba en el patio del vecino. No estaba seguro de cuánto tiempo llevaba en esa posición pero era lo suficiente como para que sus pies comenzaran a cansarse. Suspiró largamente y decidió sentarse en la orilla de la cama tratando de llegar a una decisión. Michael le había propuesto algo el día anterior pero no estaba muy seguro de querer aceptar.

Tommy sollozaba mientras se abrazaba a su padre. Michael sentía un horrible nudo en su pecho al haber puesto en esa situación al pequeño. Era el día de la prueba de ADN, si querían resultados exactos, debían de tomar muestras de sangre de los interesados. En este caso de Tommy y Michael.
-No llores, Tommy. Te prometo que en un momento a otro dejará de doler – el teñido le sonrió.
-¿No se secará mi brazo?
-No – Michael le limpió las lágrimas.
Tommy le devolvió la sonrisa.
-Papi, ¿podemos ir por un helado?
-Con este paso tendremos que desparasitarnos en un par de días – soltó divertido el rizado – de acuerdo.
-¿Michael puede venir con nosotros?
Sin duda la propuesta de su hijo lo tomó por sorpresa.
-Emh… si Michael quiere, por supuesto.
-Michael si quiere ir – respondió en seguida.
Los tres salieron del hospital y se dirigieron hacia la nevería que estaba frente al parque. Ordenaron sus helados y decidieron sentarse en la mesa de la esquina, cerca de los juegos.
Michael estaba feliz. No solo porque estaba a un paso de saber si en realidad Tommy era su hijo, sino por el cambio de actitud del pequeño hacia él. Aún tenía presente lo que le había dicho Tommy ese día cuando fue a visitarlo al colegio, le pidió que se alejara de su padre porque lo ponía triste.
-¿Puedo ir a los jueguitos, papi?
-Ten cuidado – sugirió.
-¡Síí! – corrió, dejándolos a solas.
-Es un gran niño – opinó Michael, fascinado por el pequeño.
-Lo es – coincidió Ashton.
-Ashton… sé que he cometido muchos errores y tal vez mis acciones te han alejado y sé que también no confías mucho en mi… pero… en verdad quiero comenzar o tal vez no comenzar sino… - Michael frunció el ceño, había preparado su discurso toda la tarde anterior y lo que estaba saliendo por su boca en esos momentos no se asemejaba en nada de lo que quería decir – Lo siento.
Ashton lo miró atentamente en silencio.
-Sé que un “lo siento” no es suficiente. Yo solo quiero que entre nosotros dos ya no haya silencios incomodos, no más discusiones, cero reproches… nada de remordimientos…
-Michael…
-Espera… Ashton, regresé para recuperarte. He de admitir que la noticia de Tommy me tomó por sorpresa pero… eso no cambia mis planes. Te sigo amando.
El rizado no dijo nada, lo miró fijamente. La mirada del teñido estaba llena de ansiedad y esperanza.
-Han pasado muchas cosas entre nosotros, Michael – soltó el rizado, el aludido asintió en silencio – nos hemos lastimado mutuamente. Eso no se hacen las personas que se aman.
-La última oportunidad, Ashton. Tal vez es eso lo que necesitamos.
El rizado negó con la cabeza.
-¿Por qué?
-Por la razón por la que fuimos al hospital hoy – el teñido frunció el ceño – Michael tendremos miles de oportunidades y tal vez… miles de veces nos rompamos el corazón. Tú lo soportarías. Yo también. Pero no soportaría que le rompieras el corazón a Tommy. A él no, Michael.
-Jamás lo haría.
-¿Qué pasará cuando tengas los resultados? ¿Qué pasará si el resultado no es el que esperabas?
El teñido se quedó en silencio.
-Aún faltan seis meses para saberlo.
-Tiempo suficiente para que Tommy se encariñé de ti y de la nada te desparezcas de su vida solo porque en ese papel el resultado salió negativo.
-No me alejaré.
-No puedes asegurarlo.
-Lo prometo – aseguró, en su mirada se mostraba la determinación – Ashton, ese niño me ha cambiado… y quisiera conocerlo también.
El rizado frunció el ceño.
-Quiero que Tommy me conozca también. Si él no me quiere en su vida me… alejaré de ambos, pero si es lo contrario no me iré y no me rendiré hasta que vuelvas a confiar en mí y con suerte… me vuelvas a querer.
-¿Cómo planeas lograr todo eso?
-Un día. Déjame a cargo de Tommy un día – el rizado palideció al instante – Prometo no hacer nada estúpido, solo… solo quiero estar con él, por favor…
-Yo…
-Piénsalo.
-Bien…
-Gracias – Michael le sonrió.

Ashton volvió a suspirar. No podía negarse a la petición de Michael, después de todo, él podría ser el padre de Tommy.
-¡Papi! – el pequeño entró a la habitación, sus rizos revoloteando con el andar de sus saltos.
-Hola, pequeño saltamontes, ¿todo bien con el tío Luke? – cuestionó.
-Sip, ¡me ha comprado un helado doble!
-Definitivamente, tendremos que desparasitarnos muy pronto – soltó divertido el mayor.
-Tío Calum dice que bajes a cenar.
-De acuerdo… pero antes… - Ashton se acuclilló para estar a la altura de su hijo – Tommy… ¿recuerdas a Michael?
-¿Tu amigo de cabello chistoso? – El rizado reprimió una carcajada, pero aún así asintió - ¿Qué hay con él?
-¿Te gustaría ir a su casa?
-¿Tú quieres ir?
-Yo pregunté primero – le picó la nariz. Tommy soltó una sonrisita.
-¿Ya no te pone triste?
Ashton frunció el ceño ante la pregunta de su hijo.
-Él… es mi amigo, ¿sabes? – Evadió la pregunta – Le caíste muy bien… te quiere conocer.
-Pero ya me conoce – hizo un gesto gracioso con la nariz, uno que le hizo recordar a Michael en su adolescencia.
-Sí, pero… te quiere llevar a un lugar muy especial.
-¡Disneylandia!
-No exactamente, ¿quieres ir con él?
-¿Tú nos vas a acompañar?
-Eh… por supuesto – le sonrió, revolviéndole sus rizos.
-¡Entonces sí quiero ir! – dio saltitos sobre su lugar. Ashton le sonrió. Tommy lo abrazó fuertemente – te quiero mucho, papi.
-Y yo a ti, pequeño saltamontes – le dio un beso en la mejilla.



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