Efímero
EPILOGO
-Hola,
Michael – me saluda tan jovial y distraído como siempre.
Yo
estoy embelesado, debo parecerle un idiota. ¿Por qué demonios no puedo
devolverle la sonrisa? ¿Escuchará mis latidos? Sigue oliendo a lavanda con
menta. Sus pies no están descalzos, su sonrisa sigue estando acompañada de hoyuelos
y… ¡Oh, demonios!
-¿Estas
bien? – su mano sostiene la mía. Asiento con la cabeza – me da gusto saber que
ya estás libre – frunzo el ceño, ¿sabe que estuve en la correccional?
-Y
tú que estás a salvo – logro hablar, apretando suavemente su mano,
-Eres
gentil al decirme esas cosas – baja su mirada hacia mi mano y luego vuelve a
verme a los ojos - ¿quieres tomar un café?
El
café es mi enemigo #1, me altera en demasía, me hace hacer y decir tanta
tontería posible, pero por él, con tal que me dé una mirada y una sonrisa más,
haré lo que sea.
-Vamos
– sin soltarlo de la mano, lo conduje hasta el local más cercano.
[…]
Se
puede decir que el café tiene el mismo efecto en mí que la cerveza o incluso
que el wiski. Aun así, es una buena señal que él no haya salido corriendo.
-Eres
muy gracioso, Michael – sonrió, hoyuelos en sus mejillas.
-¿Soy
un payaso? – vuelve a sonreír.
-Es
la primera vez que te escucho hablar demasiado, hasta pareces perico.
-Primero
payaso, ahora perico. Wow.
Suspira
lentamente.
-¿En
dónde estuviste todo este tiempo? – se recarga de una mano, viéndome
directamente a los ojos.
-En
la correccional – me doy cuenta que su pregunta fue retórica. En serio, es el
café el que me hace reaccionar así.
-¿Y
antes de eso?
-A
tu lado.
-Viéndome
fijamente – confiesa – tú me viste antes que yo lo hiciera.
¡Un
momento!
¿Ha
dicho lo que creo que ha dicho? La taquicardia vuelve a mí, tal vez sea efecto
del café, ¿ya dije que el café y yo somos una mala combinación?
Concéntrate,
Michael, concéntrate.
-Tienes
una mirada hermosa, era imposible no verte – ahora yo me recargó de una mano,
mi mano derecha busca la mano izquierda de él.
En
cuanto la agarro, él hace algo que me sorprende. Se sonroja.
[…]
Después
de ese día quedamos de vernos varios días después. A una cita. Una verdadera
cita. Fuimos a un restaurante a desayunar. Nuestra conversación se enfocó en
nuestros tiempos del instituto. Al parecer, no es que le gustara estar
descalzo, su compañero de cuarto era el que le escondía sus pertenencias. Y ese
día de la bomba, había ido a visitar a sus amigos –Hemmings, al parecer– y como
ya era tarde, se quedó a dormir.
Después
del desayuno, caminamos por las calles empedradas de la ciudad. Al llegar a un
parquecito nos sentamos en el césped a descansar un rato.
-Gracias
por soportarme todo el día – expresa – nunca me había divertido tanto como
hasta ahora.
-¿Ni
cuando Hemmings te invitó al baile de fin de curso? – gruño, él sonríe.
-Luke
es mi amigo.
-¿Y
yo?
Hoy
no tomé café, así que no sé a quién culpar por la estúpida pregunta que acabo
de soltar.
Él
parece meditar la respuesta. Estos segundos son los más largos y tortuosos de mi
vida. Él se acerca lentamente hasta mí. No retrocedo, de hecho le facilito el
trabajo y me acercó más a él. Sin embargo; Ashton se detiene. Me ve
directamente a los ojos, pegando su frente a la mía.
Esa
mirada multicolor, por dios, esa mirada…
Él
une sus labios a los míos. Y yo gustoso los acepto, moviéndolos suave y
pausadamente. No mentiré. Mis reacciones se hacen presente –o tal vez siempre
estuvieron ahí y no salían a flote porque me tenía controlado– acompañados con
ese calorcito en mi pecho que aumentaba cada vez más. Nos deleitamos unos
segundos más. Al sepáranos nos volvemos a mirar fijamente.
-Michael…
-¿Sí?
– lo miro embelesado.
-Hoy
te amo.
-¿Hoy?
– frunzo el ceño.
-Antes
solo te quería – confiesa - ¿y tú?
-Hoy
también te amo.
-¿Antes
solo me querías? – pregunta.
-No,
también te amaba.
Me
escudriña con su mirada hazel.
-¿Desde
cuándo?
-Desde
que me disparaste sin piedad con tu flecha enamorada.
Le
sonrío.
Él
me besa nuevamente.
FIN.
Marzo 2016.
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