sábado, 16 de junio de 2018

OS El deseo más profundo y desesperado del corazón de Draco Malfoy



El deseo más profundo y desesperado del corazón de Draco Malfoy



Todos sus amigos estaban contentos. Todos, menos Draco. Él aún no sabía qué hacer para ser feliz. Había conseguido casi todo lo que su padre le había pedido, pero aún seguía sin hacerlo sentir orgulloso de él.
Si hacia algo bien en Hogwarts, no era suficiente. Lo seleccionaron como buscador en el equipo de quidditch, pero Potter era mejor que él, no por nada le había ganado la snitch dorada en su último partido. Draco era excelente en Pociones, pero el mejor promedio de su generación en Hogwarts era la sangre sucia de Granger. No quería seguir enumerando sus “logros”, no cuando había alguien más para opacarlos. Todos eran mejores que él a los ojos de su padre. Y eso dolía. 
Draco comenzó a odiarlos a todos, en especial a Granger. No soportaba tenerla cerca. Ella tan… simple, siempre queriendo ser la sabelotodo del grupo, ¿acaso nunca cerraba la boca?, ¿acaso si no decía lo que sabía y sentirse la “sabelotodo andando” sufriría de mutismo para siempre? Tal vez eso no era mala idea.
Draco sonrió. Eso sería genial, hacer callar a Granger para siempre.   
-¿Qué pasa? ¿Demasiada diversión? – Blaise le sonrió.
Estaba todo el grupito reunido. Blaise, Theodore, Pansy y Daphne en la casa de los Malfoy. Estaban celebrando el cumpleaños de Lucius. Una celebración única. Y al decir única era porque las fiestas celebradas en la misión Malfoy eran reconocidas por ser siempre las mejores. Siempre coincidían con eventos mágicos que se daban cada cierto tiempo. El cumpleaños de Lucius no era la excepción.
-Observo – respondió.
Y no era del todo mentira. Observaba a su padre. El rubio mayor parecía estar más orgulloso de los logros que tenían los hijos de sus amistades que el mismo padre.
-Hoy es la última luna de otoño– comunicó Blaise. Draco alzó una ceja. No por la información, él lo sabía – me lo dijo Theodore – el moreno aclaró.
Y ahí estaba, otra persona más que también opacaba cada uno de sus logros. Theodore tenía el mejor promedio de la casa de slytherin. Draco frunció el ceño.
-Se dice que si pides un deseo, se cumple – Blaise se sentó a su lado. Estaban en el jardín, observando el cielo bañado de estrellas.
-Ajá, también que si dejas un diente bajo tu almohada el hada de los dientes te deja dinero – salpicó.
-Hemos vivido tantas cosas que te podría asegurar que tal vez sí existe esa hada – Zabini parecía ser muy convincente.
-Claro – el rubio sonrió de lado.
-Vamos, Draco, seguro que hay algo que desearías – el aludido negó con la cabeza – te lo pondré más fácil. Si pudieras eliminar algo de este mundo, ¿Qué eliminarías?
A Draco se le ocurrieron muchas cosas, sin embargo; solo un nombre se le vino a la mente.
-La inteligencia de Hermione Granger.
Blaise alzó una ceja.

*****

Cuando Draco regresó a Hogwarts todo parecía ser “normal”, las vacaciones parecieron ser realmente placenteras, sobre todo porque su padre en ningún momento lo sermoneó sobre “cómo debe ser un hijo perfecto”.
Ya había transcurrido una semana y él realmente estaba disfrutando de las clases, por alguna extraña razón, la sangre sucia no se estaba pavoneando de ser la sabelotodo del grupo. Su felicidad no duró mucho.
Ese día fue el clásico del Quidditch. Gryffindor vs Slytherin. El maldito de Potter le ganó la snitch en el último momento. Lo peor fue que precisamente ese día su padre, el gran Lucius Malfoy, había ido a hacer unas diligencias al colegio. Y se quedó al partido. A Draco le dolió la mirada de decepción que le envió su padre. Pero hubo algo que lo dejó desconcertado.
“Podrás ser el mejor promedio de Hogwarts pero eres pésimo en el Quidditch. Me decepcionas Draco” 
¿El mejor promedio? ¿Acaso se estaba burlando de él? En los próximos dos días se dedicó averiguar un poco sobre ese asunto. Al principio pensó que todos estaban haciéndole una broma de muy mal gusto, que su padre los había de alguna manera convencido de unírsele a él en ese macabro y retorcido complot. Pero la evidencia estaba frente a sus ojos y no había magia negra de por medio.
Draco Malfoy Black. Su nombre encabezaba la lista de los alumnos de mejor promedio en todo el colegio. El rubio sonrió. Pero aun no podía cantar victoria, fue a buscar a Granger. Ella era la única que le podría confirmar si en verdad eso no era parte de un complot, porque jamás se liaría con su padre.
Lo cierto es que, no tuvo que hacer un gran esfuerzo. Granger parecía ser la versión femenina de Longbottom. Era torpe con sus movimientos y nerviosa en sus palabras. No estaba siendo ella ese día. Tampoco lo fue al día siguiente ni al que le seguía de ese. Al cabo del mes, Draco se auto-convenció que en verdad él era el mejor promedio y Granger ya no era una amenaza. ¿Eso era posible?
-¡El deseo! – exclamó, estaba en la torre de astronomía, tratando de averiguar cómo había ocurrido tal acontecimiento. 
Zabini le había preguntado “qué eliminaría” y él había respondido “la inteligencia de Granger” y se había cumplido. ¿Eso era posible de cumplirse? Draco tenía que averiguarlo.
El rubio estuvo metido en la biblioteca más tiempo de lo que en realidad quería, pero tenía que saber exactamente qué hizo para que su deseo se cumpliera. Y después de un arduo trabajo, al fin lo descubrió. Se requirieron leer 5 libros de magia antigua y varias preguntas a ciertos profesores, pero valió la pena.
Al parecer los “deseos más sinceros se cumplen”. Hay ciertas restricciones y condiciones, pero se cumplen. No puede desear muertes, por más sinceros que sean sus deseos. Debe haber un acontecimiento extraordinario, una celebración  y una hora específica para pedir el deseo. La más importante, alguien más se lo tiene que preguntar, de lo contrario no funciona.
Draco ya sabía cuándo era el siguiente evento y casualmente su familia estaría dando una gran celebración. El cumpleaños de su madre. Lo único que le restaba era saber exactamente qué pedir.

*****

Draco estaba furioso, el maldito de Potter le volvió a ganar la snitch. Estaba tan irritado que prefirió aislarse en la torre de astronomía.
-¿Cuál es tu maldito problema? – Draco gruñó al escuchar la voz de Nott. Enseguida se escuchó un golpe seco.
El rubio giró y vio a Theodore Nott tratando de alejar a la lechuza que ululaba a su alrededor.
-¡Ya dije que NO responderé a esa maldita carta! – gruñó. El ave lo picoteó en la cabeza antes de irse del lugar.
-¿Problemas con tu novia? – se burló. El recién llegado lo asesinó con la mirada.
-Mi padre quiere que conozca a su “nueva novia” – se sentó a su lado – Como si en verdad importara mi opinión, se casará de igual manera – rodó los ojos.
“Al menos te pide opinar” pensó. Y entonces, algo hizo clic en su mente.
-Si te esforzaras más serías el mejor promedio del colegio – soltó de pronto.
-¿Y por qué iba a querer eso? – Theodore frunció el ceño – ese es tú lugar, no el mío.
-Eres excelente en Quidditch, pero no te has unido al equipo.
-No me interesa pertenecer a ningún club, grupo o cosas de esas.
-Y ya tienes una prometida.
-Tenía – corrigió, el rubio alzó una ceja – he roto el compromiso.
-¿Qué dijo tu padre? – se encogió de hombros.
-El que se iba a casar era yo, no él.
-Pero…
-¿Te sientes bien?
-Yo jamás podría hacer algo así… - Draco musitó – mi padre me ignoraría por completo.
-No debería importarte tanto la opinión de tu padre – soltó.
-Es fácil que lo digas tú. ¡Tu padre está orgulloso de ti a pesar de todo!
-Eso no me hace mejor o peor persona – aclaró. Draco lo miró como si de pronto le hubiera crecido otra cabeza.
-Desperdicias tu vida.
Theodore se encogió de hombros.
-Hoy estas más extraño que de costumbre. Te dejaré solo – el moreno se dirigió a su sala común.

*****

El gran día había llegado. La mansión Malfoy estaba celebrando el cumpleaños de Narcisa y Draco estaba más que listo para pedir su deseo. De ahora en adelante él sería el mejor en todo. Promedio, Quidditch, prefecto. Estaba realmente feliz.
-¿Supiste lo de Potter? – preguntó Zabini, sentándose a su lado. Estaban en el mismo lugar de la vez anterior.
-¿Qué hizo el idiota?
-Al parecer había un mago cazatalentos en el último partido de Quidditch en Hogwarts – Draco gruñó. Ese último maldito partido en el que se definía quien se llevaba la copa de la casa a Potter se le ocurre agarrar la snitch antes que él – le ha ofrecido un puesto en el nuevo equipo oficial de Inglaterra.
-Debe estar muy desesperado para elegir a Potter de entre todos – soltó.
-Se escuchan rumores, dicen que formará otro equipo para la liga juvenil y que elegirá solo a alumnos de Hogwarts.
-Estás muy informado, Blaise – siseó.
-Me lo ha dicho Theodore – confesó. El rubio alzó una ceja.
Desvió su mirada hacia el aludido. Theodore estaba sentado, solo, en una de las mesas, jugando con el centro de mesa.
-Parece que se divierte – se burló.
-Ha discutido con su padre – Blaise frunció el ceño.
-El mundo de Nott no es tan perfecto, después de todo.
-¿De qué hablas?
-¿Recuerdas la última fiesta que celebramos aquí? – Asintió – me dijiste que ese día era la última luna de otoño.
-Y que si pedías un deseo se cumpliría – completó – Justo hoy hay luna nueva. La primera del mes.
Draco frunció el ceño. Vio a su padre junto al señor Nott, ambos se dirigían hacia la mesa en donde estaba Theodore.
-¿Y qué hay con eso? – interrogó sin despegar la mirada de con su padre.
-Que también puedes pedir un deseo.
-¿En serio? – soltó, irritado.
Albert Nott estaba conversando con Lucius, al parecer presumía de los logros de su hijo, quien por cierto, parecía estar fastidiado con el asunto. Draco no entendía cómo es que Theodore se reusaba a sacar provecho de su buena fortuna. Y sentirse orgulloso de él como lo hacía el señor Nott.
-Eres difícil de convencer – rodó los ojos – te lo pondré más fácil. Si pudieras cambiar algo de este mundo, ¿Qué cambiarías?
-Incluso yo, Theodore, estoy orgulloso de ti – confesó Lucius Malfoy, sonriendo. Theodore rodó los ojos.
-Gracias, señor Malfoy – soltó a regañadientes el Slytherin.
-Cambiaría mi vida por la de Theodore Nott – soltó, se levantó rápidamente y se dirigió hacia su habitación.

*****

Cuando Draco abrió los ojos, la luz que se colaba por la ventana lo hizo parpadear un par de veces. Gruñó. Se levantó perezosamente mientras se rascaba la barriga. Y entonces recordó lo de la noche anterior. Se vistió rápidamente y corrió hasta el comedor. Era momento de saber si se había cumplido su deseo.
No vio a su madre, ella solía ser la primera en bajar a desayunar. Era lo único bueno en su vida, pero no lo suficiente para él. Lo que le importaba era la aprobación de su padre.
“No podré llevarte a la estación King Cross. Lucius”. Así decía el pedazo de pergamino que Draco encontró en el comedor. Bufó.
-Estúpido deseo – soltó. ¡No se había cumplido!
Lucius había enviado a uno de sus trabajadores a que lo llevara a la estación. Draco estaba lo que le seguía de enojado. No sabía exactamente en qué se había equivocado. ¿No había sido lo suficientemente honesto?
Subió al expreso de Hogwarts. No sabía más qué hacer. Ese era su último año. Su última oportunidad de hacer sentir orgulloso a su padre. Se metió en un compartimento y se dejó caer.
-¡Tu maldito hurón! ¡¿Qué demonios hiciste?! – Draco supo que le hablaban a él cuando vio a Zabini apuntándolo con el dedo y luego levantarlo de su asiento.
-¿Qué serpientes crees que haces? – Draco se soltó de su agarre.
-No sé cómo, pero sé que algo hiciste – gruñó. El rubio alzó una ceja.
La puerta del compartimento se abrió y dejó a la vista a Theodore.
-¡Por Salazar! – Blaise saltó a su encuentro y lo abrazó.
-¡Suéltame! – El moreno lo empujó – Tu novio es él, no yo – Theodore decidió salir del compartimento.
Draco alzó una ceja, algo no cuadraba en esa escena.
-Lo averiguaré Draco, lo juro – el moreno salió detrás de Theodore.
El rubio no entendía nada.

*****

“Lamento no haberte acompañado hasta la estación, hijo. Prometo que este fin de semana (cuando vayas a Hogsmeade) iré a verte. Lucius.”
Draco leyó una y otra vez la carta que le había enviado su padre. Era la primera carta que recibía desde hacía mucho tiempo. Se sentía nervioso e incluso pensó que estaba en una especie de sueño.
Con el paso del tiempo se dio cuenta que no solo era el mejor promedio del colegio sino que también jugando al Quidditch. Entonces, ¿si había funcionado el deseo? Observó por varios días a Theodore solo para asegurarse que en verdad había funcionado el deseo, pero no pudo averiguar mucho.
El fin de semana acudió a Hogsmeade, según su padre, lo vería en Las tres escobas. Estaba nervioso. No sabía si su padre iría a la reunión.
Lucius llegó cinco minutos tarde. Venía acompañado. Y no era de Narcisa. Draco frunció el ceño.
-¿Papá?
-Hijo, no sabes cuánto me alegra que hayas accedido al fin conocer a la que será mi esposa, tu nueva mamá.
-¡¿Qué?! – Draco alzó la voz.
-Se llama Alice, nos casaremos el próximo verano.
-¿Cómo que casarte? ¿Y mi madre? ¿Qué hay de ella? – Draco no podía creer lo que su padre le estaba diciendo.
-Draco, hijo…
-Quiero hablar con ella, en dónde está.
-Draco, tu madre ha estado en el mismo lugar desde hace 16 años – el rubio frunció el ceño – en el cementerio de los Malfoy.
El Slytherin comenzó a sentirse mareado. ¿Su madre muerta? Todo se volvió oscuro frente a él. Cayó desmayado.

*****

-Ya sé lo que hiciste – soltó Zabini en cuanto Draco abrió los ojos.
-¿Qué? – Se sentó mientras se frotaba la cabeza - ¿En dónde estoy? ¿Dónde está mi padre?
-Estas en la enfermería, tu padre te trajo. Ya se fue – aclaró al ver que el rubio lo buscaba – dijo que llevaría a “su prometida” a casa y que te escribiría en cuanto llegara.
Draco trataba de seguir la conversación pero algo no lograba hacer conexión en su cerebro.
-Fue ese maldito deseo – soltó.
-¿Qué?  - Draco agrandó los ojos.
-Deseaste tener la vida de Theodore.
-Eso es absurdo Zabini – se burló.
-Tu madre, Narcisa, está muerta. Murió en un accidente hace 16 años. Justo como le pasó a Susan, la madre de Theodore. Y tu padre está comprometido con la que era la prometida del señor Nott.
-Estas alucinando, seguro que andas probando esas cosas que trajo Crabbe – evadió.
-Susan está viva. La vi en la estación de King Cross. Ambos, Albert y Susan fueron a dejar a Theodore en la estación. ¡Le cambiaste su vida!
-Entonces no es nada malo. Piénsalo. Ahora él tiene a su madre a su lado – sonrió.
-¡Malfoy!
-Déjame en paz, me estas produciendo migraña.
-Esto no se quedará así.
Zabini salió de la enfermería sacando humo hasta por las orejas. Draco sonrió de lado. El deseo había funcionado. Su madre había muerto, pero era un mal necesario. Su padre estaría orgulloso de él.

*****

-¡Qué horrible te ves! – Draco se burló. Theodore gruñó - ¿Qué demonios te pasó?
-Nada que te importe – soltó, salió de la habitación. Draco no le dio importancia. ¿Qué más daba que Theodore estaba mal de aspecto cuando a él le iba de maravilla?
“Estuviste grandioso en el partido de hoy” – así decía la nota que le había dejado su padre. Y Draco sentía flotar en las nubes.
-Él está enfermando – soltó Blaise.
-¿Qué? – Draco despegó su mirada del pergamino.
-Theodore – aclaró. Se detuvo frente a la cama del rubio – y si no haces algo, morirá.
-¿Y por qué demonios sería mi culpa?
-Porque fuiste tú quien pidió el deseo – lo fulminó con la mirada. El rubio rodó los ojos.
-No sé de qué hablas.
-Sabes perfectamente de qué hablo. Hice mis investigaciones. Primero fue Granger, ¿cierto? ¡Por merlín! No me di cuenta a tiempo, ahora ella está internada en San Mungo, ¿lo sabías?
Draco no tenía idea.
-No sabía por qué demonios habías pedido que Granger perdiera su inteligencia, hasta ese día que sacaste el tema a colocación. Es por tu padre, ¿verdad?
-¿Cómo es que recuerdas?
-Porque fui yo quien hizo la pregunta. Por eso sé diferenciar la realidad. Lamento haber tardado para Granger, pero para Theodore no lo voy a dejar pasar.
-Si tanto te molesta hazlo tú, yo no lo haré.
-No puedo hacerlo. Solo el que pide el deseo puede revertirlo.
-Entonces, acostúmbrate – Draco sonrió.
-¡Draco!
-No voy hacerlo. ¡Esta es la vida que me merezco!
-¡No es tuya!
-¡No se la regresaré! Él no supo aprovecharla. Soy el mejor estudiante, el mejor en Quidditch, mi padre estará orgulloso de mí…
-Todo eso es de Theodore.
-No. Él no era nada de eso – aclaró – él jamás quiso todo esto. Y ahora que yo lo tengo, lo aprovecharé.
-Regrésale su vida – salpicó.
-Ya lo hice. Su madre vive – sonrió de lado.
-Theodore es lo que es porque su madre murió.
-Él nunca sabrá eso, así que…
-¡Tú y yo lo sabemos!
-¿Por qué tanto interés en Theodore?
-Él está muriendo, Draco – murmuró.
Draco agrandó los ojos, pasó saliva trabajosamente.
-Ese no es mi problema – le dio la espalda.
-Para que el deseo sea permanente debe transcurrir seis meses desde que se pide. Ya han transcurrido cinco – el moreno salió.

*****

Mientras Draco estaba mejorando en todos los aspectos de su vida, Theodore empeoraba lentamente.  
Si a Draco lo felicitaban en alguna clase, Theodore recibía un castigo.
Si el Slytherin ganaba un partido de Quidditch, el moreno reprobaba un examen.
Si al rubio le otorgaban puntos por alguna actividad, el Slytherin tenía un pequeño accidente.
Conforme transcurría el tiempo, todo empeoraba.
-¿Qué demonios te ocurrió esta vez? – quiso saber Draco al ver a Theodore con el brazo enyesado.
-Nada que te importe – gruñó el Slytherin, se fue cojeando hasta su habitación.
-¡Que mal educado, Theodore! – Le gritó – Seguro tu padre estará orgulloso de eso – solo por una milésima de segundo, Draco pudo reconocer su propia mirada de dolor en la que Theodore le envió.
-No seas cruel, Draco – regañó Pansy.
-¿Por qué dices eso? – el rubio le picó la nariz, la chica se sonrojó.
-Ambos sabemos que Theodore busca desesperadamente la aprobación de su padre.
El rubio iba a protestar sobre eso, pero recordó que él había intercambiado sus vidas. ¿Qué significaba eso?, ¿Qué en la otra realidad, Theodore y Pansy sabían eso sobre él?
Draco recordó las palabras de Theodore de ese día de la torre de astronomía; “No debería importarte tanto la opinión de tu padre”. El maldito lo sabía. Ahora más que nunca No quería regresarle su vida.

*****

Ese día al despertar, Draco vio a Blaise frente a él.
-Esto ya es acoso, ¿lo sabías?
-Y lo que tú estás haciendo se llama “usurpar” – el rubio rodó los ojos.
-Yo lo llamo justicia – sonrió, recordando la última carta de su padre en donde le decía que estaba muy entusiasmado por su boda.
-Hoy es el último día. Revierte el deseo.
-A menos que me lances un “Imperio” no lo haré.
-Eso no funcionaría – musitó.
-Además, yo veo a Theodore bastante bien – ambos miraron al chico en cuestión, quien justo en esos momentos estaba teniendo una batalla con las sabanas de su cama – más o menos – corrigió – me refiero a que ya no parece ser un zombi o troll.
-Regrésale su vida.
-¡Por Merlín, Zabini! ¿Acaso no tienes otra cosa más que decir? ¡Hasta parece que en verdad te importa y…! – el moreno lo miraba fijamente – Son… espera… si te importa. ¡Era tu novio! ¡Pero tú y yo no lo éramos! ¡Y no soy gay!
-Tú no querías toda su vida, solo querías que tu padre estuviera orgulloso de ti así como el señor Nott lo estaba de Theodore – otra persona más que se unía a su “secreto”
-Entonces no hay problema, no le quité toda su vida – le dio un par de palmaditas en el brazo – tu novio está a salvo. No morirá.
-Draco – gruñó.
-Si ese es tu problema, vuelve a declararte. ¡Asunto arreglado! – Sonrió - ¡Oye Theodore! ¿Quieres ir a desayunar? – Draco salió de la habitación dejando a Zabini solo.
Cuando Zabini llegó al Gran Comedor había una gran aglomeración de alumnos en la mesa de los Slytherin.
-¡A la enfermería! ¡A la enfermería!
-¿Qué demonios?
Hagrid llevaba a alguien en sus brazos. A Blaise le entró pánico.
-Blaise… yo…
-¿Qué demonios pasó, Draco?
-No sabía que él era alérgico al jugo de uva… - el moreno agrandó los ojos.
-¡Theodore! – el moreno corrió detrás de Hagrid.

*****

Todo pasó demasiado rápido. Theodore murió y Draco no sentía remordimiento alguno, mientras su padre estuviera orgulloso de él, lo demás no importaba. El colegio estaba de luto, esa misma mañana en el jardín trasero se había celebrado el funeral del Slytherin.
Draco suspiró largamente, era el único que aún permanecía en el lugar. Rodó los ojos al ver a Blaise al pie de su cama.
-No me mires de esa manera – salpicó – No es mi culpa.
-¡Lo es! – Blaise estaba furioso - ¡Te maldigo, Malfoy!
El cielo comenzó a tornase peligroso, parecía que se avecinaba una peligrosa tormenta.
-No seas infantil, Zabini – sonrió de lado.
-Theodore murió por tu culpa – enterró el dedo índice en su pecho - ¡Te maldigo Draco Malfoy!
El rostro de Draco se alumbró por el relámpago.
-Que la desgracia caiga en ti – salpicó.
Draco lo asesinó con la mirada, de un manotazo se quitó el dedo acusador. Pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer.
-Theodore está en donde debería estar. No estaba a la altura de un Slytherin, ni siquiera de su apellido o estatus de sangre. No merecía su vida. ¡No merecía el orgullo de su padre!
-Era su vida y se la arrebataste. No eres nadie para decidir si la merecía o no.
La lluvia caía furiosamente sobre ambos.
-No me importa. Yo sí la estoy aprovechando – Draco se dio la vuelta y se dirigió hacia el castillo.

*****

El gran día de la boda de Lucius había llegado. Habían transcurrido dos meses desde la muerte de Theodore y Draco ya había olvidado tal acontecimiento. Todo iba perfecto y el hecho que Zabini le hubiera retirado la palabra, no le había afectado en nada.
La mansión Malfoy lucía muy hermosa para tal celebración. Los invitados estaban admirados por cada uno de los detalles. Y Draco estaba cada vez más ansioso. Tal vez ese era el día en que su padre le diría tan ansiadas palabras.
Los Zabini llegaron a la mansión, a Draco le sorprendió ver a Blaise. El señor Nott y su esposa también decidieron ir, se les notaba la tristeza en su rostro.
La ceremonia fue rápida, los invitados aplaudieron en cuanto el mago los declaró marido y mujer.
-Hijo – Lucius le hizo una señal de mano para que se acercara. Draco no estaba muy seguro de querer ir a su encuentro, sobre todo porque el matrimonio Nott estaba con ellos – lamentamos mucho su perdida.
-Gracias, Lucius – el señor Nott hizo un gesto de dolor.
Draco lo observó detenidamente, tratando de descifrar el verdadero sentir del señor Nott, porque en teoría o en otra realidad, Lucius así se debería estar sintiendo por su muerte.
-Draco, debes valorar a tus padres ahora que puedes – soltó de pronto Albert.
-Lo hago – confesó el rubio.
-Yo estoy tan orgulloso de Theodore – Draco agrandó los ojos, Albert Nott estaba llorando – nunca se lo dije en persona… y me arrepiento tanto…
-Incluso yo, Albert, también estaba orgulloso de tu hijo – soltó Lucius.
Draco frunció el ceño. ¿Qué demonios estaba pasando ahí? ¿Por qué su padre decía que estaba orgulloso de Theodore? ¿Qué había de él? ¡Debería sentirse orgulloso de él!
-Lo siento – Susan comenzó a sentirse mal, Albert la llevó hacia la mansión.
Draco se quedó solo en medio del jardín, su mente daba vueltas con las palabras de su padre. A lo lejos, pudo ver a Blaise sonreírle. Era una sonrisa de malicia.

*****

Draco estaba agotado, los últimos invitados se habían ido minutos antes. Se dirigía hacia su habitación cuando escuchó la voz de su padre, al parecer él y su nueva esposa estaba teniendo una conversación privada. No se pudo resistir a escuchar a escondidas.
-… no creo – confesó Lucius - ¿está bien tener este remordimiento?
-La muerte de ese chico no es tu culpa – Alice aclaró.
Draco frunció el ceño. Desde la puerta a medio abrir, solo podía ver la figura de la mujer.
-Si no hubiera pedido ese maldito deseo.
-Le diste la oportunidad de vivir con su madre – justificó la mujer.
Draco no entendía mucho. ¿Chico? ¿Muerte? ¿Qué traían en manos?
-Tú estabas enamorada de Albert Nott, te ibas a casar con él.
-Pero ahora estoy contigo.
-La muerte de Theodore, la de Narcisa… todos esos sacrificios para nada – la voz de Lucius detonaba frustración.
-¿Por qué dices eso? ¿Acaso yo no lo valgo? – la mujer lo acarició por los hombros.
-Pedí el deseo para sentirme orgulloso de mi hijo – exhaló – Ni cambiando la esencia de Theodore en Draco logré eso.
Draco sintió la sangre hervir por dentro.
-Mejor hubiera deseado ser el padre biológico de Theodore.
Un golpe seco anunció la entrada de Draco en la habitación.
-¿Qué significa esto, Draco? – Lucius se levantó de la silla.
-¡Avada Kedavra! – el hechizo le dio de lleno a Alice.
-¡Draco!
-¡Imperio!

*****

-Nuestras acciones han aumentado un 10% - soltó Draco, estaba en el despacho de su padre – además, ya estoy comprometido – sonrió.
Lucius estaba sentado frente a él, tenía la mirada perdida.
-¿No tienes algo qué decir, padre? – siseó el rubio.
-Estoy orgulloso de ti, hijo.
Draco sonrió.

FIN

16 Mayo 2018


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