No me olvides…
Capitulo Catorce:
Lizzy Nott
Dawlish se paseaba en su oficina, estaba preocupado.
Nada de lo que habían planeado se estaba llevando a cabo. En la clínica privada
se estaban complicando las cosas, sus pacientes morían. Era la hora de llevar a
cabo el Plan B, observó detenidamente
la puerta del fondo en donde tenía prisionera a Luna Lovegood mientras los
recuerdos le invadían.
Kingsley
lo esperaba en su oficina desde hacía rato.
−Lo
siento – se disculpó, sentándose frente al ministro.
−Debemos
acelerar el proceso – anunció el moreno – Malfoy ha aceptado el trabajo en la
clínica.
−¿Aceptó
ser conserje? – Dawlish se sorprendió.
−No
es que tenga muchas opciones, ¿sabes? – Expresó el ministro – Es hora del
segundo paso.
−¿Y
eso es…?
−Hacerle
ver que lo único que tiene que hacer es la cura de la Gripe Muggle.
−¿Cómo
haremos eso?
−Derrumbando
su mundo – sonrió de lado – Luna Lovegood, comenzaremos con ella – Dawlish alzó
una ceja en son de duda – Separando a Lovegood de Nott nos facilitará las
cosas. Malfoy y Nott trabajarán juntos en la poción.
−¿Cómo
puedes asegurarlo?
−Porque
atacaremos a la mansión Malfoy y secuestraremos a Severus. Malfoy no tendrá más
alternativa, trabajará para nosotros.
−Y
pedirá ayuda a Nott – completó Dawlish – quien no tendrá nada más que perder
porque su esposa ya no estará a su lado.
−Exacto
– sonrieron con malicia.
Dawlish suspiró, despegando su mirada de la puerta. El
plan era sencillo a simple vista, pero cuando se llevaron a cabo las cosas
tomaron un rumbo distinto. Draco estaba en coma, Severus ya no era muy útil
para sus propósitos. Ahora tenían que centrarse en otra persona.
Alguien llamó a la puerta.
−Adelante – Blaise entró en la oficina.
−Me han informado que hubo un cambio de planes.
−Los hay – Dawlish miró fijamente al moreno – En los
últimos dos años hemos fallado con la captura de la hija de Nott. Hay un escape
de fuga. Un soplón.
−¿Quiere que encuentre la fuga?
−No. Tú te encargarás de esto – le mostró una jeringa
y un pequeño frasco con contenido de color azul celeste.
Blaise frunció el ceño.
−Este frasco contiene la cepa del virus de la Gripe
Muggle – Dawlish se la entregó al moreno
− tienes que suministrársela a Lizzy Nott.
El ex slytherin agrandó los ojos. ¿Contagiar a la
pequeña rubia de Gripe Muggle? Blaise no estaba muy seguro de querer hacerlo.
Él podría hacer muchas cosas por su familia pero entre esas cosas tenía sus límites.
El contagiar a la pequeña de algo que aún no había cura iba más allá de éstos.
−¿Señor?
−Cuando Nott se percate que su hija está enferma no
tendrá más opción que trabajar en la poción.
−Pero…
−La gente está muriendo, Zabini. Tu hijo está
muriendo, está en la fase terminal – Dawlish lo escudriñó con la mirada −
¿quieres que tu hijo muera?
−No – respondió rápidamente.
−Tienes que contagiar a Lizzy Nott.
−¡No! – Luna gritó desde su encierro – tengo que
avisarle a Theodore.
La muchacha comenzó a caminar de un lado a otro, en el
reducido espacio, pensando en cómo avisarle a su esposo que protegiera a Lizzy.
No podía permitir que le hicieran daño a su familia.
−Un patronus
no verbal – susurró – ya lo has intentado Luna, puedes hacerlo.
La rubia centró su energía en su mano derecha.
−¡Expecto
Patronum! – dijo en su mente, asegurándose de grabar muy bien su mensaje −
¡Expecto Patronum!
La forma de un conejo apareció frente a sus ojos justo
en el momento en que Dawlish abría la puerta.
−¡Pero qué demonios…!
[…]
Lizzy corrió hacia las habitaciones de arriba, entró a
la que estaba al final del pasillo.
−¿Severus? – llamó una vez dentro. Estaba muy oscuro y
frío el interior − ¿Estás aquí?
El ojiverde no dio señal de estar en el lugar, la
pequeña rubia se arriesgó a adentrarse más en la habitación.
−Sabía que estabas aquí – le sonrió al ver a su amigo
detrás de unas enormes cajas − ¿Por qué te escondes?
−No me escondo – respondió. La niña se sentó a su
lado.
−¿Por qué le dijiste a mi papá que lo que te golpeó
fue una mandrágora?
Severus se encogió de hombros.
−Deberías de decirle – aconsejó – mi papá…
−Está ayudando al mío, si le digo que le mentí se va a
enojar conmigo y no va a ayudar a mi papi – Severus se angustió.
−Mi papá es bueno, no se va a enojar – Lizzy lo miró
fijamente.
El ojiverde analizó las palabras de su amiga.
−Si no quieres decírselo, está bien – la rubia se
levantó − pero si Frank y Alfred vuelven
a lastimarte se lo diré a mi papi o a tu abuelo.
Severus asintió, no muy convencido.
−Me mandaron por ti – confesó – la cena está lista.
Ambos bajaron por las escaleras y caminaron por el
pasillo hasta llegar a la cocina. La mesa ya estaba servida. Theodore y Lucius
conversaban sobre algunas pociones cuando llegaron.
Severus se mostró más serio de lo normal, jugueteó con
la comida hasta el momento en que Lucius le llamó la atención. La verdad era
que el pequeño estaba preocupado. Cuando Frank le puso el pie y cayó al suelo,
Alfred le dijo algo que lo tenía muy preocupado. No sabía a quién preguntarle
sobre eso que le habían dicho.
−¿Severus te encuentras bien? – el pequeño dio un
respingo, solo entonces se dio cuenta que ambos estaban solos.
−Sí… – murmuró. Theodore rozó la mejilla herida del
pequeño.
−Sabes que puedes contar conmigo, ¿cierto? – lo miró
fijamente.
El pequeño asintió, estrujándose las manos.
−Tío T… ¿puedo preguntarte algo? – el mayor pudo ver
la angustia reflejada en su mirada.
−Por supuesto.
−Es que… es algo muy malo – Severus lo vio fijamente −
¿te enojarás conmigo?
−No lo haré – le dio su palabra – te lo prometo.
Severus se mordió el labio inferior. Retumbando en su
mente la palabra. Suspiró largamente.
−¿Qué significa…? – lo vio con miedo − ¿Qué es…?
Agachó la mirada, tenía miedo de saber qué significaba
aquello.
−Severus – llamó Theo – mírame – lentamente lo hizo –
sea lo que sea que quieras preguntarme, te aseguro que no es tan malo.
El pequeño asintió. Volvió asegurar.
−…fago –
murmuró.
−Lo siento, no te entendí.
−Qué es… ¿mortífago?
– escudriñó con la mirada al mayor.
A Theodore le tomó por sorpresa la interrogante, no
era un término que se escuchara en esos tiempos y menos de un niño.
−¿Dónde escuchaste eso? – frunció ligeramente el ceño.
Severus se asustó. ¡Entonces si era algo muy malo!
−¡Lo siento! – saltó rápidamente − ¡No quise decirlo!
¡Lo siento, tío T!
Severus lo abrazó fuertemente. Al mayor le tomó un
tiempo tranquilizar al menor. Le ofreció un vaso con agua.
−¿Te siente mejor? – le limpió las lágrimas. Severus
asintió en silencio.
–Si es algo malo, ¿verdad? – no se atrevió a mirarlo a los ojos.
–Hace unos años, existió un mago poderoso. Tenía
ideales que muy pocos magos compartían – comenzó a explicarle – esos magos se
convirtieron en sus seguidores y lucharon a su lado para lograr su objetivo.
Sus ideales se vieron frustrados cuando no pudo realizarlos. La otra parte de la
comunidad mágica, la que no estaba de acuerdo con él, lo enfrentó.
Theodore omitió datos importantes, pero estaba seguro
que lo que le había dicho a Severus era lo que necesitaba escuchar.
−Entonces… ¿sus seguidores eran…? – Severus lo vio
fijamente, no estando muy seguro de querer repetir la palabra.
−Sus seguidores eran conocidos como mortífagos –
afirmó.
−Ese mago… ¿era malo?
Theodore lo comprendió de inmediato. Alguien había
quebrantado la regla que Potter había proclamado años atrás. Alguien había
hecho mención que Draco en algún tiempo fue mortífago. Por eso Severus se
estaba comportando de esa manera. Ese era el motivo de su angustia. Severus temía
que su padre fuera un hombre malo y por ello estaba en san Mungo.
−Severus, ¿en dónde escuchaste la palabra <<mortífago>>?
El pequeño tragó saliva.
−No me acuerdo – mintió.
−No tienes que preocuparte de esas cosas – le dijo, revolviéndole
el cabello.
−Tío T, ¿mi papá fue mortífago?
−Lo que debes saber, Severus – lo vio fijamente – tu
padre te quiere mucho. Lo que hizo o no en el pasado, no le quita lo que es
ahora. Un gran hombre.
El pequeño saltó de la silla y abrazó fuertemente al
mayor.
−Gracias tío T.
Theodore le correspondió el abrazo, mientras Severus
trataba de olvidar la frase que le había dicho Albert.
“Tu
padre es un asqueroso mortífago. Por eso está en el hospital. Ojalá se muera”.
[…]
Harry sostenía en sus manos una hoja de pergamino, no sabía
exactamente cuánto tiempo tenía en esa postura pero había algo que le impedía
moverse.
−Resultados de ADN – leyó por milésima vez – Draco
Malfoy – omitió lo que le seguía hasta llegar al otro nombre – Blaise Zabini.
Ese pedazo de papel le recordaba su realidad. Draco le
había engañado con Blaise y el producto de esa aventura era Severus.
−¡Maldición! – dio un golpe en la mesa. Se levantó y
comenzó a caminar de un lado a otro recordando el momento de cómo llegó el
pergamino a su poder.
Theodore
llegó a su lado, lo vio agitado.
−Zabini
es uno de los atacantes – declaró, extendiéndole el pergamino – este documento
estaba en mi departamento, yo mismo se lo di a Draco hace años atrás.
Harry
palideció al leer el título del documento.
−Zabini
se lo ha mandado a Lucius para reclamar la custodia de Severus.
El
ojiverde se desconectó de lo que en realidad Theodore le estaba revelando.
−Zabini
puede llevarse a Severus – musitó en cuanto terminó de leer todo el documento.
Lo
cierto era que estaba convencido que Draco y Zabini eran los padres de Severus
porque el rubio salió embarazado poco después de ser descubierto. Sin embargo;
ahora era 100% seguro, no había duda. Había algo tangible que lo aseguraba. No había
margen de error. No había dudas. Severus era hijo de Zabini.
−Potter
concéntrate – Theodore pidió – debes buscar a Zabini, él está involucrado en
esto.
−Tal
vez no haya conspiración – el rostro del ojiverde cambió. Nott frunció el ceño.
−¿Qué
dices?
−¡Esto
es la prueba! – Le enseñó el pergamino – todo este lío se debe por la custodia
de Severus.
−No,
Potter. No estas entendiendo.
−El
que no entiende eres tú – el ojiverde lo asesinó con la mirada – Zabini y Draco
tenían un romance, algo salió mal después de ser descubierto, por eso Zabini
reclama la custodia de Severus.
−No
– cortó Theodore – Severus no es…
−¡Esta
es la prueba! – mostró el pergamino.
−Sé
lo que dice, yo hice la prueba – Theodore estaba perdiendo la paciencia –
concéntrate, Potter. A Draco lo atacaron por la poción de la Gripe Muggle,
ellos no sabían en donde tenían sus avances y por eso atacaron también mi
departamento. Los que fueron conmigo encontraron esto – le señaló el pergamino
– solo una persona se interesaría por esto.
−Zabini
– murmuró.
−Exacto.
−Pero
él…, él estaba en la mansión Malfoy cuando llegué.
−Pudo
haberse aparecido – explicó el ojiazul – cuando los aurores llegaron a mi departamento
ellos se habían ido.
−Entonces…
Zabini es uno de los atacantes – expresó, confundido.
Harry suspiró largamente. Sea el motivo que fuera, había
algo seguro. Zabini era el padre de Severus, la prueba estaba en sus manos.
−Harry, tenemos que hablar – Ginny entró al estudio.
El ojiverde no estaba de ánimos para una conversación, pero todo era bueno para
olvidarse de la prueba de ADN.
−¿De qué quieres hablar? – le preguntó una vez que los
estaban sentados.
−Hemos pasado momentos felices, difíciles y últimamente
ni siquiera hemos compartido alguno – la pelirroja confesó – con lo que le ha
pasado a Malfoy está más que claro que entre tú y yo nada volverá a ser como
antes. También está el hecho que Scorpius sabe la verdad de su origen. Además,
entre tú y yo no hay nada de nada desde que Malfoy entro nuevamente en tu vida.
Harry parpadeó un par de veces.
−¿Qué estas tratando de decirme?
−Quiero el divorcio – declaró.
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Muy buena la historia pero siento que cada vez la rebuscas más y....ya más cosas no pueden pasar! Besos
ResponderEliminarXD
EliminarSolo un poco, pero a partir del próximo capitulo ya comenzarán a revelarse algunos secretos :3
Gracias por leer.
Besos
PISLIB n_n