Acosador
Acosador
Ella
Caminaba tranquilamente
por los pasillos de ese nuevo y horrible colegio.
La sensación a lo
desconocido nunca se va por más que tu madre te diga que “todo estará bien”. Porque no lo es.
Ella no fue la que
tuvo que decir adiós a su mejor amigo.
Ella no abandonó el
anterior colegio.
Ella no salió de su
zona de confort.
A ella no la
molestan por ser el nuevo.
Ella no siente lo
que estoy sintiendo.
Su sonrisa
Una semana. Es lo
que tengo en este horrible colegio y nada parece mejorar. Todo lo contrario,
empeora. Me molestan y no tiene sentido. Ayer fui yo y hoy también. En verdad
este colegio es horrible.
Voy tarde a clases.
Mis pies van de prisa mientras mis manos sostienen una maqueta del sistema
solar para la clase de Ciencias.
Alguien me pone el
pie y caigo. Los planetas salen, literalmente, rodando por todo el pasillo.
Y entonces, así de
la nada hay alguien ayudándome.
-¿Estás bien?
Sólo pienso en su
hermosa sonrisa acompañada de hoyuelos.
Antonio
El chico bonito de
ojos multicolor (porque son entre verdes y marrones) y de hermosa sonrisa me ha
invitado a comer a su mesa junto a sus amigos. La verdad es que no me importan
los demás. Solo él y su hermosa sonrisa.
Él me ha visto y me
ha ayudado cuando nadie más lo hizo. Puedo decirlo sin titubeos. Es mi amigo.
Tal vez algún día sea algo más.
Todos quedan en ir
a su casa a ver películas de Harry Potter y me ha invitado, brindándome una hermosa
sonrisa. Internamente deseé que en el último momento nadie pudiera ir, solo yo.
Todo en él es
hermoso y perfecto, incluso su nombre.
Antonio.
Carlos
Antonio solo tiene
que ser mi amigo y de nadie más. Ese chico de apariencia asiática el otro día
le gritó, Antonio estuvo deprimido por tres días. Deseé que ese tal Carlos lo
arrollara un camión, con suerte Antonio se olvida de él y me preste atención,
pero no fue así. Al cuarto día de ese grito, ellos parecían tan amigos como
siempre.
Estábamos en la
cafetería, desayunando, era mi turno de ir por la comida de todos. Escupí la
comida del asiático cuando nadie me vio. Qué bonita es la venganza.
Cereza
Antonio me ayuda en
matemáticas. La verdad es que soy muy bueno en eso, pero quiero pasar más
tiempo con él. No es suficiente el tiempo en el colegio, así que fingí ser un
asno para que me ayude.
Estoy en su
habitación, él habla y habla. Me pregunto si sus labios saben a cerezas, ya que
esa es su fruta favorita y siempre anda comiéndolas.
Ya es tarde, pero
no quiero irme. Él me ofreció quedarme a dormir. No me niego.
Sonrisa
Esa maldita rubia,
que últimamente anda rondándolo, ha pasado por él a su casa para ir al colegio.
Antonio le sonríe, no es la sonrisa que a mí me da cuando me ve. Es una
distinta. Una de amor.
Yo tengo que ser
dueño de esa sonrisa.
En todos
lados
Antonio me ha dicho
que paso mucho tiempo con él, que me ve en todos lados incluso hasta en la
sopa. No sé si lo dijo en broma o con enojo porque al final sonrió.
Y lo cierto es que
sí estoy en todos los lugares. Lo he estado siguiendo. No quiero que nadie me
robe su amistad. Él es mi mejor amigo. Desde que llegue él fue el único que me
ayudó. Lo menos que puedo hacer es cuidarlo.
Problemas
La maldita rubia está
de vuelta otra vez. Todo el día estuvo con él. Lo estuvo tocando más de la
cuenta. Los amigos no se ven de esa manera. Un amigo no te acaricia la mejilla,
un amigo no te agarra de la mano y la entrelaza contigo solo porque sí. Un
amigo no se despide de ti con un beso cerca de la comisura de tus labios.
Esa rubia no quiere
ser amiga de Antonio.
Esa rubia quiere
algo más.
Esa rubia está en
problemas.
Media noche
Tenía que
asegurarme que Antonio estuviera bien. Ayer le grité. Él no quiso comer conmigo
y yo me enojé y le dije hasta de lo que se iba a morir. Y si se lo preguntan de
cómo moriría, le dije que le lanzaría un cuchillo directo al corazón.
La rubia salió en
su defensa. Odio a esa maldita chica. Ojalá un rayo le cayera y la partiera en
dos.
Llegué a la casa de
Antonio a media noche, me trepé por el árbol y así llegué hasta su habitación.
El parece un ángel
mientras duerme.
Un dulce e inocente
ángel que puede perder las alas si me hace daño.
Ropa
Antonio y yo ya
somos amigos de nuevo, me ha prestado ropa porque la mía la han escondido
mientras estábamos en clase de Natación y eso ha molestado a la rubia, pero no
me importa.
Tengo ropa de Antonio
abrazando a mi cuerpo y jamás se la devolveré. Probablemente hoy me masturbe
pensado en Antonio.
La rubia
Antonio está
enamorado. Lo confesó mientras almorzamos. El asiático le preguntó si era de la
rubia.
Mi sonrisa
desapareció cuando lo confirmó.
Esa chica debe
desaparecer.
Desastre
Antonio es novio de
la rubia. Hice todo lo que pude para que esa resbalosa no se le acercara pero
no lo logré.
Utilizaré el arma
de los celos para separar a la rubia de lo que es mío.
Un mes
Los celos no
parecen funcionar. Llevan un mes saliendo. Antonio parece más feliz que nunca.
Le dedica esa hermosa sonrisa a cada momento.
Tengo que quitar a
esa chica de mi camino.
Secuestro
Tengo a la rubia
escondida en el sótano de mi casa. Fue fácil engañarla y hacerla venir a lo que
ahora es su prisión. Ella sabe que amo a Antonio. Y aun así no le importó. Ella
declaró sus sentimientos a Antonio.
La rubia ha venido
por una disculpa que le prometí. Yo siempre cumplo mis promesas. Me disculpé
por el golpe que le di en la cabeza. Ahora ella está atada y a punto de ser
enterrada viva.
El plan es
sencillo. Ella muere lenta y tortuosamente asfixiada dentro de un ataúd. Antonio
se pondrá triste y yo lo consolaré. Él se olvidará de la resbalosa y, como
siempre estuve a su lado, se enamorará de mí. Y al fin me brindará esa hermosa
sonrisa.
Descubierto
Cuando llegué a
casa de Antonio comenzó a gritarme. El asiático le dijo que estuvo en mi
habitación y que encontró muchas fotografías y algunas de sus pertenencias por
todas partes. Ese maldito asiático le contó de mi colección privada.
Era inevitable no tomarle
fotos mientras duerme, parece un ángel. Y decidí que todo lo suyo es mío, así
que cada vez que venía en las noches a contemplarlo dormir me llevaba algo
suyo, al principio eran fotografías después fueron objetos. El último, su
trofeo de natación.
Maldito Carlos.
Tendrá su merecido también.
Por favor...
Antonio me pregunta
sobre su novia. Al parecer el entrometido de Carlos llegó a la conclusión que
soy el responsable de la desaparición de la rubia. La verdad es que sí lo soy,
pero aun no es tiempo que lo sepan.
Antonio está desesperándose,
lo veo en sus ojos multicolor.
Intenté calmarlo,
no lo logré.
Intenté abrazarlo,
él me rechazó.
Intenté besarlo, él
gritó.
Intenté hacerle el
amor a la fuerza, él me golpeó.
Enojado, le devolví
el golpe.
Antonio se ve asustado,
sin embargo, yo sonrío de lado.
-Lucas, por favor,
dime en dónde está Melanie...
Un ángel sin
alas
-La pequeña
Melanie... será devorada por los gusanos.
Sonrío complacido.
Jamás la encontrarán
a tiempo. Tiene dos días enterrada en aquel bosque de las afueras de la ciudad.
Y ahora es tiempo
que el ángel se quede sin alas.
-¿Recuerdas ese día
en la cafetería cuando no quisiste comer conmigo? Yo sí, también recuerdo
haberte dicho cómo morirías...
Sonrío de lado,
sacando un cuchillo y dirigiéndome hacia Antonio.
Él se ve tan
asustado… y sexy.
Epilogo
Nueva ciudad, nuevo
colegio.
Nuevamente a hacer
amigos. Es una lástima que Antonio no me haya valorado, en estos momentos
estaría a mi lado… y con vida.
Aquí es
reconfortante. Nadie me molesta. De hecho nadie nota mi presencia.
Todos me ignoran.
Tengo dos semanas y nadie parece interesarse en mí.
-Hola, ¿puedo
sentarme a tu lado?
Una chica de
cabellera rizada, ojos miel y hoyuelos en las mejillas me sonríe.
-Por supuesto.
-Me llamo Luna.
Tiene una sonrisa
encantadora.
Por fin, mi primer
amiga… y tal vez algo más.
FIN
Agosto 2019
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