El muchacho de ojos tristes
Capitulo Dieciocho: En blanco
[Konny]
Escucho algunos murmullos lejanos, pero por más que trato de identificar de quiénes se tratan, no lo logro. Me suenan familiar esas voces, más sin embargo, nada. Nada.
-¿Por qué no despierta? – pregunta la voz de un chico, demasiado cerca para mi gusto.
-Pronto lo hará, no te desesperes – lo consuela otra voz, una voz que proviene de una persona más mayor, creo, no lo  sé.
Solo sé que de pronto esos murmullos se convirtieron en una especie de eco dentro de mi cabeza, un eco que se está haciendo cada vez insoportable. ¿Por qué no se callan? 
He comenzado a desesperarme ¿Por qué no puedo abrir los ojos? ¿Qué demonios me ha ocurrido? ¿En dónde estoy?
Grrr 
Esas voces se hacen más insoportables y al parecer mi gruñido no les ha advertido.
-¡Podrían dejar de gritar! – Les reclamo, mientras me agarro fuertemente la cabeza y aprieto los ojos para así calmar el dolor. Pero es inútil es como si me hubieran golpeado con algo demasiado fuerte en la cabeza. 
Abro los ojos y descubro a los culpables. El primero es un chico que no ha de pasar los quince años… creo. El segundo parece ser mucho mayor que él, le debo calcular unos diecinueve o veinte años. Ninguno se me hace conocido… pero al parecer yo sí a ellos, al juzgar por cómo me están mirando.
Observo a mi alrededor y al juzgar por lo que estoy viendo creo que es un hospital… no sé. ¿Qué demonios me pasó? ¿Qué hago aquí? ¿Cómo llegué aquí?
Doy una mirada rápida a mi cuerpo, me veo rodeado de máquinas a las cuales estoy conectado por medio de agujas, las cuales comienzo a quitar y… 
-No… no lo hagas – me dice uno de los chicos acercándose a mí.
Yo me alejo lo más que puedo de él. ¿Quién es? ¿Qué quiere? ¿Por qué…? ¿Por qué me asusta su cercanía?
-No me toques – logro decirle  - ¿Quién eres? ¿Quiénes son ustedes? – termino preguntándole a ambos chicos, lo cuales me ven como si fuera una especie de “bicho raro”.
-¿Qué…? ¿No… no nos conoces? – me pregunta el chico más joven.
No le hago caso, solo me dedico a quitarme las molestas agujas que están en mis brazos. Escucho al chico llamar a un tal “Konny” y trata por todos los medios de detener mi acción, pero yo logro esquivarlo, hasta el momento en que me veo rodeado de más gente ¿Quiénes son? ¿Qué quieren? 
-¡Suéltenme! – Les grito - ¡No me toquen! – nada funciona, ellos siguen rodeándome y sujetándome con fuerza, hasta el momento en que siento un piquete en mi brazo y todo comienza a verse borroso… oscuro… y solo una frase, de una voz desconocida, logro escuchar…
“Tranquilo Konny, nos divertiremos mucho los tres...”
Estoy en un cuarto oscuro o eso creo, no veo nada, ni siquiera sé si estoy con los ojos abiertos o cerrados ¿en dónde estoy? ¿Qué no estaba rodeado de gente vestida de blanco?
Unas voces se escuchan a lo lejos y eso me pone nervioso.
-¡Espera! – se escucha una voz demasiado preocupada.
-¿Qué ocurre K…? – hay alguien que está acompañando al primero que habló, estoy seguro que le dijo su nombre… pero no logré escucharlo bien.
-No… puedes entrar – en la voz de ese chico se puede apreciar no solo angustia sino nerviosismo ¿Por qué puedo sentir sus emociones? 
-¿Por qué? – le responde el otro chico, abriendo la puerta y entrando al lugar.
Ahora que la luz se ha filtrado en el momento en que los dos chicos han entrado puedo apreciar mejor el lugar, es una cocina. Trato de esconderme para que no me vean, pero… el chico que abrió la puerta avanzó hacia donde estaba y, literalmente, me atravesó. Soy como un “fantasma” en esta especie de… sueño.
-Es por mi tutor – habla el primer chico y por alguna extraña razón no puedo verlo claramente, su rostro esta borroso a comparación del segundo chico, el cual veo nítidamente – no le gustan las visitas y…
El chico comienza hablar de su tutor, pero hay algo más en su voz, en sus emociones ¿Por qué puedo sentirlas? ¿Por qué cada vez que lo veo nervioso yo también me siento igual? ¿Por qué? Pareciera como si él fuera…yo… 
Aunque eso suena descabellado, es decir, yo… ni siquiera sé quién soy…
-Pero soy tu mejor amigo ¿no? – le responde aquel chico sonriéndole, haciéndole aparecer unos hoyuelos en sus mejillas.
-Sí… pero… — el chico se muerde el labio inferior y puedo sentir la frustración que siente.
-K… —¡Demonios! Su amigo acaba de nombrarlo, pero no logro escucharlo bien - ¿tu tutor te trata bien? – le pregunta y puedo sentir el miedo en aquel chico.
-Si – le responde el chico – podrías… podrías – el nerviosismo del chico está en aumento, puedo sentirlo, incluso hasta puedo escuchar los locos latidos de su corazón.
-Me iré – dijo al fin su amigo, creo que se ha dado cuenta de la reacción de él.
-Sebastián…
-No te preocupes, además tenemos todo el tiempo del mundo, hoy regresé de la Capital y no me iré – le dice con una sonrisa el tal Sebastián y el otro chico solo se queda ahí parado sin decir nada.
Puedo sentir cómo se tranquiliza y una pisca de paz en él, acompañado de algo más… creo saber qué es.
El chico está enamorado de su amigo Sebastián.
Sebastián se despide de él y sale de la cocina dejando al chico solo. Me acerco a él lentamente. ¿Por qué estoy viendo esto? ¿Yo soy ese chico el cual no puedo ver? ¿O soy ese tal Sebastián?
-¿Quién eres? – Le pregunto al chico borroso que esta frente a mí, sé que no me responderá pero no pierdo nada con intentarlo - ¿Por qué no te puedo ver bien? ¿Por qué siento lo mismo que tú? ¿Tú, eres yo?
La puerta que esta a espaldas del chico se abre y entra un hombre mucho mayor que él, un hombre alto y rubio, con semblante serio y una mirada… esa mirada me da miedo…
-¡Voltea! – Le digo al chico de manera desesperada – ¡hay alguien atrás de ti!
-Konstantin – dice aquel señor y el chico da un respingo, al igual que yo - ¿Qué demonios hacía ese chico aquí? – le interroga, mientras lo agarra del brazo y lo pega a la pared.
Konstantin lo ve horrorizado, puedo sentir nuevamente el pánico en él.
-Él… él era…
-No quiero verlo nuevamente por aquí – amenaza el señor, mientras a Konstantin lo toma del cuello y comienza a deslizarlo hacia arriba, por la pared.
-Yo… — apenas y puede hablar el chico, mientras que ese señor comienza a subirlo más, incluso sus pies han dejado de tocar el suelo.
-¡Déjelo! – le reclamo al señor, lanzándome hacia con él, pero como me lo esperaba lo he atravesado.
-Más te vale no traerlo más – dice finalmente el tipo soltando bruscamente al chico, haciéndolo caer de rodillas al suelo – ahora… pasemos a cosas más interesantes – la voz que utiliza ahora, es muy distinta que la del principio.
Y nuevamente siento la angustia del chico, una angustia muy distinta de la de hace unos momentos atrás. Pero aún así, el chico comienza a incorporarse.
-No es necesario que te levantes – le dice el señor, deteniéndolo de los hombros – lo que harás, tiene que ser de rodillas.
En el chico se ha escuchado un débil jadeo. Su miedo aumenta, mesclado con un nuevo sentimiento: ira. Sin embargo, yo no logro entender ¿Qué demonios tiene qué hacer?
Entorno los ojos al ver, que el señor ese, comienza a desabrochar su pantalón y a bajarlo a la par que su ropa interior dejando así a la vista su…
“¡Demonios!”
De pronto el aire comienza a faltarme, mientras veo a Konstantin ver a ese señor de manera implorante, puedo sentir su impotencia, su dolor… y eso no parece importarle al señor. No, a ese señor parece importarle otra cosa. Se acerca a Konstantin y lo obliga a…
Ni siquiera puedo ver eso, desvío mi mirada a otro lugar.
¿Por qué? ¿Por qué ese chico obedece a ese señor? ¿Por qué tiene que hacerle caso? ¿Por qué…?     
Abro los ojos de golpe.         
Tengo la sensación de qué fui testigo de algo desagradable… pero no logro recordarlo, cada vez que intento hacerlo, se me olvida más.
-Bienvenido – me saluda una voz femenina. Parpadeo desconcertado – soy la Dra. Helen Ascroft.
Observo a la doctora y luego al lugar, pero nada de las dos cosas me suena familiar.
-Voy hacerte un par de preguntas ¿de acuerdo? – asiento afirmativamente, aunque no dejo de observar el lugar ¿Cómo fue a que llegué aquí? - ¿Sabes dónde estás? – comienza con sus preguntas.
Esa es fácil.
-En un hospital… 
Aunque mi voz no ha sonado tan segura y es de esperarse, es decir, no sé qué demonios ocurrió.
-¿Me podrías decir tu nombre? – me dice con una voz dulce.
Ya comenzamos mal. 
¿Mi nombre? Estoy seguro saber cuál es… pero cada vez que estoy cerca de ello, se me escapa una y otra vez… 
Mi nombre… ¿Cómo demonios me llamo?
-Está bien, tranquilo – me dice la doctora.
“¡¿Tranquilo?! ¡Cómo demonios me voy a tranquilizar si no sé siquiera cuál es mi nombre!”
-Yo… ¿usted lo sabe? – le pregunto esperanzado. Ella sonríe.
-Konstantin Lemus.
Frunzo el ceño, eso no me dice mucho, es como si me hubiera dicho, “silla” o “mesa”, quedé en las mismas.
-Te explicaré algunas cosas.
La doctora comienza hablarme algo sobre un accidente que he tenido, el cual me hizo golpearme la cabeza y lastimarme el tobillo izquierdo y al parecer ha sido en una circunstancia poco agradable para mí y es por ello que no recuerdo nada. Aunque dice que mi recuperación dependerá de mí y del lugar en el que me encuentre, por eso debo regresar a mi casa, en la cual vivo con dos chicos, un tal Ted y un tal Sebastián.
Tanta información ha hecho que mi cabeza me duela, vale, no fue mucha, pero a lo poco que sabía ha sido demasiado.
-Dejaré entrar a uno de los chicos con los cuales vives, pero solo unos momentos ¿de acuerdo?
Tenía pensado protestar, pero que más daba, supongo que sea quién entre ha de estar preocupado por mí y quizás pueda decirme más cosas de las que me ha dicho la doctora, porque sinceramente sigo en las mismas, sus palabras sonaron como a: “la mesa es de madera”.
-Solo unos momentos – le da instrucciones al chico que entra al cuarto – y recuerda sobre lo que hablamos ayer.
-Sí…
El chico se acerca a mí tímidamente, es un chico  de cabello castaño, piel morena clara y ojos color azul profundo.
-Hola – me saluda con una sonrisa triste.
Quisiera saber quién es: Ted o Sebastián, pero tengo la sensación que si le pregunto algo así se sentirá más triste de lo que ya está.
-Soy… Ted – se presenta, supongo que ha leído mis pensamientos.
-Hola Ted – le respondo el saludo y veo… cierta desilusión en su rostro - ¿dije algo malo? – le pregunto al mismo tiempo que paso saliva trabajosamente por mi garganta.
-No… solo que… —se muerde el labio inferior y niega con la cabeza.
No me gusta nada esta situación. No conozco al chico, pero algo dentro de mí no quiere verlo así ¿Qué es para mí? ¿Por qué… porque no quiero verlo así de triste?
-Dímelo – le pido – sea lo que sea.
-Es una tontería – dice al fin tratando de hacer una sonrisa. Cosa que ha fallado rotundamente.
-Será una tontería para ti… pero tengo la sensación que para mí no lo es – le confieso sinceramente y él parpadea nervioso – vamos Teddy… emh… Ted – me sacudo la cabeza por el pequeño desliz que he tenido.
Sin embargo, él sonríe, su semblante triste, ahora es feliz y no sé por qué fue.
-Es eso… — confiesa.
-¿Disculpa?
-Tú sueles decirme Teddy y no Ted como quiero que me digan…
No creo que mi pequeño desliz, haya sido porque ya estoy recuperando la memoria, porque sigo en las mismas, sin embargo, ese detalle, el nombrarlo “Teddy” me ha salido involuntariamente. 
Entra la doctora Helen a la habitación, argumentando que yo debo descansar, así que Teddy se tiene que retirar y está vez le doy la razón a la doctora, ya que mis ojos ya comienzan a picarme del sueño.
*****
Abro nuevamente los ojos y me siento demasiado descansado.
-Hola Konstantin, buen día – Gruño ante el saludo. La doctora comienza a examinarme – la herida de la cabeza parece estar sanando rápidamente, tu tobillo ya no está inflamado ¿Cómo te sientes?
-Mejor si recordara quién soy…
Ella me sonríe.
-Dentro de una hora te daré de alta y podrás irte a tu casa.
Debo confesar que sus palabras me han dado pánico.
-A… a mi ¿casa? – le pregunto con voz temblorosa.
-Escucha Konstantin, estarás con dos personas que te quieren mucho y te prometo que estarás bien.
-Pero… yo – me estoy sintiendo muy incómodo, algo dentro de mí, me dice que no estaré bien, que esa casa a la que voy a ir no es segura…
-Conociste a Ted ¿cierto? – Asiento con la cabeza – él es… - la doctora duda si continuar o no – él es alguien muy importante para ti, así como Sebastián, no creo que tengas problemas…
Sinceramente, sus palabras no me ayudan mucho, presiento que algo no va a estar bien… sé que sueno paranoico, pero cualquiera lo estaría en mi lugar. Algo me dice que no confíe en nadie…
*****
Y aquí estoy frente a mi supuesta “casa”. Aún no sé cómo demonios me convenció la doctora Helen a que me viniera con estos dos chicos, que por cierto, se siente un ambiente tenso entre ambos.
-¿Vamos? – me pregunta el tal Sebastián.
Sé que he dicho muchas veces esto, pero nuevamente, tengo la ligera sospecha que algo va a salir mal. Además creo que ya había visto a Sebastián en algún lugar, no sé, esto es tan extraño, como si estuviera viviendo en un constante Dejá Vù.
-Emh… — ni siquiera sé cómo responder ¿Qué se supone que le diga? 
-No pasa nada – me dice Teddy tomándome la mano y por primera vez, no la aparto, es como si su contacto me trajera tranquilidad. Cosa extraña, porque con las demás personas, a excepción de la Dra. Helen, me asusta su sola cercanía. Incluyendo la de Sebastián.
En el automóvil de Sebastián tuve que sentarme en la parte trasera solo, aunque eso no me tranquilizó, pues cada vez que Sebastián me miraba por el retrovisor me sentía intranquilo. Hay algo en su mirada que… me asusta y no sé el por qué.
Sebastián es el que abre la puerta de la casa y también es el primero en entrar, seguido de Teddy, del cual ya me he soltado de la mano.
Trago saliva.
Me quedo parado en el marco de la puerta, puedo sentir los rápidos latidos de mi corazón dentro de mí, me muerdo el labio inferior y dándome ánimos internamente, entro a la casa.
La observo lentamente de derecha a izquierda. Lo primero que veo es una puerta de madera, escucho a Teddy decirme que ahí es la cocina. Aunque eso no me dice mucho, salvo que probablemente ahí tenga que comer. Recorro la mirada y me encuentro con unas escaleras, que de acuerdo a lo que sigue diciendo Teddy, conduce a las habitaciones. Todo sigue igual, no me dice nada. Cuando mi mirada se va al otro extremo de la casa, puedo reconocer una sala que…
“Así es como me gustas más… quietecito…”
“Esa voz… ¿Por qué demonios la escucho? ¿De quién es?”
-¿Konny? – me sobresalto al ver a Teddy frente a mí.
-¡Qué…! – Murmuro - ¿Konny? – He de parecer un idiota, se me había olvidado que yo soy “Konny” – Lo siento…
-Te llevaré a tu habitación – me dice Teddy, adelantándose a Sebastián y eso me confirma que pasó algo entre ellos. Sigo de cerca al chico.
-Nos… vemos después – le medio sonrío a Sebastián, aun no sé cómo era la relación entre nosotros, así que solo me he limitado a eso. Llego al inicio de las escaleras y…
“Te he extrañado mucho Konny”  
“Otra vez esa maldita voz…”
“Tan delicioso…”
Me llevo las manos a la cabeza y cierro los ojos fuertemente. 
“¿Por qué no dejo de escucharla?”
-¿Estás bien? – escucho la voz de alguien atrás de mí, me doy la vuelta rápidamente para encontrarme con esa mirada…
“somos nuevamente tu  y yo, Konny…”
-No…  — jadeo alejándome rápidamente.
-¡Sebastián!
-¡No le hice nada!
-¿Konny?
Abro los ojos de un palmo y veo a Teddy frente a mí, parpadeo nervioso.
-Qué… ¿qué pasó? – le pregunto al verme sentado en el primer escalón.
-Tu… emh…
-Estás cansado, deberías dormir un rato y…
-Nadie pidió tu opinión, además eso iba decirle yo – comienza a reclamarle Teddy a Sebastián.
-Teddy… solo llévame a mi habitación – le pido agarrándome la cabeza – siento que me va a estallar -  murmuro.
Entro a la que supuestamente es mi habitación, me dirijo a la cama y me dejo caer sentado. Suspiro largamente.
-¿Necesitas algo? – me pregunta el chico.
-No…
-Estaré abajo si me necesitas – me dice.
-Claro, gracias – le digo recostándome - ¿Teddy? – le llamo, pero apenas es un susurro no sé si me haya escuchado.
-¿Sí?
-Sebastián y tú… ¿no se llevan bien? – le pregunto mi vaga e insignificante conclusión.
-No es eso… 
-Ahh
-Es algo complicado.
-No me lo tienes que decir… solo era curiosidad.
Teddy me lanza una mirada de impotencia, la misma que me lanzó estando en el hospital. Sabe algo y no puede decirme, porque si lo hace hay una probabilidad de que yo “colapse” o algo parecido, según la Dra. Helen.
-En serio… —Cierro los ojos y me dejo llevar por la inconsciencia…
“¡Con un demonio! ¡Deja de llorar!”
Es una voz distinta que la del principio pero al igual que la otra… no logro identificarla.
Frente a mí se visualiza una habitación de hospital, pero no es en dónde yo estaba horas atrás, es una totalmente distinta y…
-K… - llama... ¿la Dra. Helen? - ¿Cómo te sientes hoy? – le pregunta al chico que está en la cama… pero hay algo extraño en ese chico, no logro visualizarlo, esta ‘borroso’ - ¿Hoy tampoco quieres hablar? – le interroga la doctora y el chico no da señales de nada…
Extraño… puedo ‘sentir’ algo de tristeza alrededor y ese sentimiento viene del chico que está en la cama ¿Por qué puedo sentir su tristeza?
-Tendrás que hablar cuando vengan tus visitas – le advierte la doctora, pero el chico sigue igual ¿Por qué no quiere que vengan sus visitas?
La doctora suspira largamente y sale de la habitación. Yo me quedo dentro con el chico, al parecer soy invisible para ellos, así que aprovechando esta extraña ventaja, sigo a la Dra. Helen, la cual se ha quedado con otra doctora, fuera de la habitación.
-Si ese chico sigue así, no podremos hacer nada – comenta la otra doctora – está cayendo en un estado depresivo mayor y entonces será muy difícil sacarlo de ahí.
-Lo sé, pero es comprensible lo que le sucede – comenta de manera triste la Dra. Helen - ¡Imagínate, su propio tutor!
-Al menos ese idiota ya está en la cárcel.
Las doctoras comienzan hablar cosas terribles del tutor del chico… ¿Qué le habrá hecho ese señor para que esté en la cárcel y el chico en ese estado?
-¡Sebastián! – de pronto grita la Dra. Helen hacia un chico que… ¿Sebastián? Es el mismo chico que yo conozco y… — K… ya despertó, espero que tu compañía le haga bien - ¿Por qué demonios no puedo escuchar claramente el nombre del chico?
-Yo también, Teddy ha estado preguntando por él… y ya no sé qué más decirle – Sebastián ha mencionado a Teddy ¿será el mismo Teddy que conozco?  
-En algún momento tendrás que decirle – reprende la doctora.
-Lo sé… pero Teddy ya sufrió mucho con el juicio, para que encima se entere que su hermano tuvo un ataque de pánico   mientras cerrábamos un contrato en el Lemus Cinema y que corre el riesgo de entrar en un estado depresivo…
-Es difícil pero tendrá que saberlo… hoy.
-Pero…
-Sebastián, el juez ha venido a verme esta mañana a preguntarme por la salud de tu amigo – Sebastián enarca una ceja en son de duda – si no se recupera pronto, Teddy tendrá que ir a una Estancia Infantil. 
Unos murmullos me hacen conectarme con la realidad, me levanto lentamente. Tengo la sensación que mis últimos sueños han sido de gran importancia, pero no los recuerdo y eso comienza a frústrame en demasía.
Salgo de la habitación y comienzo a caminar por aquel estrecho pasillo, mis pies descalzos tocan el frio piso haciéndome estremecer, de pronto este pasillo se empieza a ver aterrador. Camino más aprisa, hasta que llego al inicio de las escaleras. Me sostengo del barandal con fuerza, mientras siento mi respiración agitada.
“¿Por qué no bajas?”
“Esa maldita voz nuevamente…”
-¿Konny? 
Siento una mano en mi hombro y me hago hacia atrás rápidamente.
-Soy yo… — esa mirada…
La persona que está frente a mi comienza acercarse y yo alejarme de él a cada paso que da hacia mí. Veo mover sus labios y decirme palabras incomprensibles para mí.
-Por favor…
Le pido, quiero que se aleje, pero él sigue avanzando hacia a mí y yo sigo alejándome de él ¿Por qué me hace esto? ¿Por qué no me deja en paz? ¿Por qué su mirada me da miedo? ¿Por qué?
Llevo mis manos a la cabeza, al mismo tiempo que topo con la pared. Ya no hay más espacio para retroceder. Lo único que me queda es deslizarme por la pared y ovillarme. Eso hago, esperando que no me haga nada. Siento que me tocan del brazo y…
“No llores…”
La otra voz me habla retumbando en mi cabeza.
“¡Con un demonio! ¡Deja de llorar!”
-Konny… soy Teddy.
Abro los ojos y veo a Teddy frente a mí.
-Te… ¿Teddy? – pregunto algo desorientado viendo a mi alrededor.
-Ven… vamos al cuarto…
“en su habitación para recordar viejos tiempos”
-¡NO! – le pido angustiado. Lo veo morderse los labios y me ve suplicante. Lo he asustado, puedo sentirlo.
“¡Demonios!”
-Lo… lo siento – trato de calmarlo, aunque mi voz me traiciona suena aún algo temblorosa – mejor… vamos a la cocina.
-Pero…
-Estaré bien… solo que… - no termino de decirle, mejor opto por levantarme. Él me ayuda.
Llegamos a la cocina, donde la cena ya está siendo servida por una señora.
-Ella es Lali – me dice Teddy, señalándome a la señora, que me sonríe dulcemente – nos ayuda hacer el aseo de la casa y la comida.
-Hola – la saludo, mientras me siento. Observo el lugar detenidamente - ¿y Sebastián? – pregunto al darme cuenta que no está.
-Se fue – responde Teddy rápidamente.
Algo me dice que ellos en verdad no se llevan bien. Sin embargo, algo me dice que es más por mí.
-¿Fue por mi?
-No… es un asunto complicado – me dice mientras juega con la comida, o mejor dicho con el cereal.
-Eso no es una cena ¿sabías? – él sonríe ampliamente, desapareciendo su gesto de tristeza.
-Supongo que hay cosas que “nunca olvidarás” – me dice al mismo tiempo que hace a un lado el tazón de cereal y se sirve una porción de ensalada de verduras.
*****
Doy un gran bostezo antes de dejarme caer en mi cama.
-Mi habitación está a un lado, por si ocupas algo… — me dice Teddy.
-Creo que no será necesario – le digo, mientras me veo en el espejo que está a un lado de mi.
Algo curioso acabo de darme cuenta. Me levanto y me dirijo al espejo.
-La Dra. Helen dijo que las puntadas te las quitará en una semana, más o menos – veo a Teddy de manera interrogante a través del espejo, luego él me señala a la cabeza.
-Oh – se acerca a mí y me ve directamente a los ojos como queriéndome decir algo… pero no lo hace.
-Puedo… ¿puedo darte un abrazo? – me pregunta después de un rato. Yo frunzo el ceño, pero asiento silenciosamente.
Y él me abraza. 
Debo confesar que es agradable su contacto, así que me armo de valor y le correspondo el abrazo.
-¿Sabes qué he descubierto? – le digo, sin cortar el abrazo, viendo al espejo.
-¿Qué? – me pregunta, él también viendo al espejo.
-Tenemos el mismo color de ojos…
-Las demás personas siempre han dicho que los tuyos son más bonitos – deja salir en un gruñido.
-¿En serio? – le pregunto perplejo observándonos en el espejo – no lo creo, los tuyos tiene algo diferente… y eso me agrada.
Él sonríe.
-Buenas noches – me dice dándome un suave apretón, para después alejarse e irse de la habitación. 
Nuevamente me encuentro en aquella habitación donde esta aquel chico que no logro identificar, al parecer ya han transcurrido varios días desde que Sebastián y la Dra. Helen hablaron.
-Kon… - esta vez he podido escuchar un poco más el nombre del chico, pero aún así no he podido descifrarlo – tienes una visita muy importante – le dice la Dra. Helen, pero el chico no da señas de nada.
-No seas mal educado – dejo salir inútilmente – hay gente a la que le importas y estás como si nada… ¿sabes? Si yo fuera tú, los trataría mejor…
-Pasa – indica la doctora y enseguida entra un chico y… ¡es Teddy! – los dejaré solos…
¿Qué hace Teddy aquí?
-Hola – le saluda, pero el chico nuevamente se hace el desentendido, aunque puedo sentir un cambio en él… al parecer está dispuesto a escucharlo – me he enojado con Sebastián por no haberme dicho que estabas aquí…
Nada.
-¡Vamos, dile que también lo has extrañado! – Le grito – sé que es así, lo puedo percibir.
-Y tengo razón, ¡a nadie se le puede ocultar que su hermano mayor está enfermo!
¿Hermano mayor? 
-¿Eres el hermano mayor de Teddy? – pregunto vanamente… pero algo está cambiando, de pronto aquel chico comienza a verse menos ¿borroso?
-Aunque… me ha dicho cómo están las cosas – sigue Teddy hablándole al idiota de su hermano – pero no le creí… porque… porque sé que tu no me dejarás solo ¿verdad?
-¡Vamos respóndele! – Le grito – bueno, yo se lo digo – me pongo frente a Teddy – te extraña, lo sé.
-¿Hermano?
-Oye idiota – llamo al hermano – a mi no me escuchará… ¡díselo!
-¿Recuerdas aquella tarde, cuando Spencer se fue a uno de sus viajes y me llevaste al parque?
Se me viene a la mente de pronto un parque, una tarde soleada, juegos infantiles, un columpio… ¿Por qué demonios recuerdo eso?
-Estábamos en los columpios… 
Entorno los ojos, de pronto los pies comienzan a fallarme y caigo al piso.
-Yo… estaba llorando porque un día antes Spencer me había negado firmarme un permiso para ir al Acuario con mis compañeros de clases y tú… tú me dijiste… “Si yo fuera tu tutor lo firmaría con gusto… es más, te prometo Teddy que en cuanto yo cumpla la mayoría de edad…” 
-… yo pediré tu tutoría, seré tu tutor y te firmaré todos los permisos que quieras– murmuro sin  pensar. 
- “Yo pediré tu tutoría, seré tu tutor y te firmaré todos los permisos que quieras…” ¿lo recuerdas?
Mi corazón comienza a latir fuertemente. Me levanto como puedo y me pongo nuevamente frente a Teddy…
-¿Quién es tu tutor Teddy? – le pregunto, sé que es inútil, sé que no me responderá pero tengo la sospecha de su respuesta…
-Tú ya eres mayor de edad, no necesitas tutor… en cambio yo…
-¡Haz algo! – le grito al chico que esta acostado.
-Mañana… mañana vienen por mí… los de la Estancia Infantil – comienza a sollozar Teddy.
-¡Demonios! – Grito de la frustración – no llores Teddy… — le pido.
-Adiós… Konny…
Doy un gemido por la sorpresa, incluso la piel se me enchina. ¿Teddy llamó al chico “Konny”? volteo hacia dónde está el chico acostado y… ahora lo veo nítidamente…
-Eres… ¡yo! - Volteo hacia donde esta Teddy - ¿soy tu hermano?
-Te quiero mucho, no lo olvides…
Abro los ojos repentinamente y entonces me doy cuenta que estoy en el suelo.
-¿Estás bien Konny? Escuche gritos y…
-¡Teddy!
Algunas aclaraciones…
-Les ha de parecer extraña la actitud de Teddy hacia Sebastián ¿cierto? Pues en el próximo capítulo se verá el por qué de ello ¿alguna idea? Seguro que ya sospechan en qué consiste ¿cierto?
-Y en cuanto a Konny, pues se dieron cuenta que esta amnésico ¿cierto? Y la parte de sus recuerdos digamos que es una parte de su subconsciente que sale a flote en sus sueños, cosa curiosa es que él no se reconoce a sí mismo en esos sueños-recuerdos x_x y tampoco los puede recordar una vez despierto, aunque también es de esperarse, pues es una manera de evadir su realidad :S
-La razón de que en el primer recuerdo donde escucha claramente su nombre y no sabe que es él, es porque no le habían dicho aún su nombre la Dra. Helen. En los otros dos recuerdos siguientes no escucha el nombre claramente, porque ya lo sabe.
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