miércoles, 14 de diciembre de 2011

Capitulo Diecinueve: Una mala noticia

El muchacho de ojos tristes


Capitulo Diecinueve: Una mala noticia


[Teddy]

Han trascurrido dos días desde que Konny regresó del hospital, ha habido grandes mejoras desde ese entonces, por ejemplo: ya soporta estar cerca de Sebastián sin tener algún indicio de un posible “ataque de pánico”, aunque también ayuda el hecho de que no lo ve directamente a los ojos. También, tiene más confianza para andar por toda la casa sin sentirse “intranquilo”. Y por último, ya habla más sin que su voz suene quebrada.
Me alegro por él, pero aún me inquieta el hecho de que aún no recuerde nada. Hubiera jurado que hace dos noches atrás, Konny ya había recuperado la memoria, sin embargo no fue así…

Me había ido a mi habitación después de haberle dado un abrazo a mi hermano, o mejor dicho de haberle pedido un abrazo, pues no estaba seguro que si lo abrazaba sin decirle me rechazaría así como lo hacía con Sebastián. Sin embargo, no fue así y eso me alegró.
Estaba reflexionando un poco sobre las cosas que habían transcurrido en todo el día, cuando comencé a escuchar algunos ruidos desde la habitación de mi hermano.
Cuando entré en ésta, vi a Konny en el suelo enredado entre las sábanas.
-¿Estás bien Konny? Escuché gritos y…
-¡Teddy! – Me llamó agarrándome fuertemente los brazos – yo… yo…
Se veía muy confundido y miraba hacia alrededor como buscando la respuesta a aquello que se preguntaba internamente.
-¿Konny?
-¡¿Por qué demonios no recuerdo nada?! – gritó de manera frustrada.
-La… la Dra. Helen...
-¡Ya sé lo que dijo la Dra. Helen! – dejó salir enfadado soltándome y sentándose en la cama.
Yo simplemente lo observaba, lo vi recargar sus codos en sus rodillas y sostener con sus manos, su cabeza.
Me mordí el labio inferior, quería decirle muchas cosas, por ejemplo, que no se desesperara que muy pronto lograría recordar todo, pero la realidad es que no estaba muy seguro, la Dra. Helen ya nos lo había dicho a Sebastián y a mí, que el asunto de la memoria era algo impreciso de saber.
-Lo siento – me dijo después de unos momentos viéndome – no quería gritarte… solo que… últimamente he tenido unos sueños extraños y sé que han sido muy importantes, pero no logro recordarlos – se levantó de la cama y comenzó a caminar de un lado al otro – sé que en especial el ultimo sueño ha sido relevante… pero por más que trato de recordarlo, ¡más se me olvida! – comenzó a gritar de nuevo - ¡maldición! – esa vez gritó más fuerte al mismo tiempo que tiraba las cosas que había en su buró, haciéndome sobresaltar.
-Konny…
-¡Por qué! – le dio una patada al mueble.
-¡NO! – recuerdo haberle gritado y haberlo separado del mueble – por favor… — le pedí respirando agitadamente. Mis manos temblaban, pero aún así no dejé de agarrarlo.
Debió de haberse percatado de mi miedo, porque simplemente retrocedió, cojeando, hacia la cama en donde se sentó nuevamente, tapándose la cara con sus manos. Yo lo seguí y me senté a su lado, me dolía no poder ayudarlo.
-¿Te lastimaste mucho? – le pregunté después de un rato, viendo su pie, ya que era el mismo que se había lastimado días atrás.
-No… — Fue su simple respuesta – déjame solo un rato… no haré nada… solo quiero estar solo.
 Vacilé por unos segundos, pero al final me fui. Al día siguiente, Konny parecía ser otra persona, una más animada y más cercana al antiguo Konny.

Desde muy temprano Sebastián salió quién sabe a dónde y yo me he quedado con Konny en casa. Me he puesto hacer algunas tareas que tengo atrasadas del colegio, pues no he ido desde hace días, suerte que Dennis me ha estado trayendo los apuntes y las tareas a casa.
-Buenos días – escucho a mi hermano saludarme.
-Buenos días – le regreso el saludo distraídamente, mientras anoto en mi libreta lo último de los apuntes de ‘Algebra’.
Escucho algunos ruidos extraños, así que busco con la mirada de dónde provienen, solo entonces me doy cuenta que Konny está junto a la chimenea viendo de manera curiosa unas espadas…
-Es para el Esgrima – le comunico yendo a su lado.
-¿Esgrima? – me pregunta confundido, pero sin dejar de ver la espada.
-Sí, es un deporte que…
-Lo sé… solo que – enarco una ceja ante su declaración – Sebastián me habló algo de eso – me aclara.
-Ahh – dejo salir un poco escéptico, así que Sebastián le ha hablado sobre el Esgrima…
-¿Y…? – Me pregunta un poco indeciso - ¿crees que yo pueda…?
-Claro – le respondo – eres bueno, haz ganado muchas medallas y… — entorno los ojos por mi desliz.
-¿En serio? – me dice con una sonrisa, sonrisa que no veía desde hace mucho, mucho tiempo debo confesar.
-Sí.
-¡Sebastián! – llama mi hermano, haciéndome sobresaltar de pronto. Sigo su mirada y me encuentro con el aludido, el cual está entrando a la casa - ¿Qué tal una partida? – le pregunta mi hermano. Sebastián sonríe.
-Claro, solo llevo esto a la habitación – le dice mostrándole algunas cosas que lleva en su mano derecha.
-Bien – mi hermano se encamina al jardín.
Sin embargo, yo solo me limito a fulminar a Sebastián con la mirada.
-Hoy cumpliré con la promesa, no se me ha olvidado – me confiesa, al ver mi expresión y luego sube a la habitación donde ha estado durmiendo los últimos dos días.
Mientras que yo me sumerjo en ese recuerdo… 

Mi hermano acababa de despertar y no parecía conocernos, eso me asustó mucho. No quería dejarlo así en esas circunstancias, pero la Dra. Helen nos hizo salir de la habitación. No me di cuenta de lo que pasaba alrededor mio, solo me dejaba guiar por Sebastián hacia fuera.
-Bebe esto – me dijo Sebastián extendiéndome un vaso con té, solo entonces me percaté que me había dejado solo en el área de espera, para irme a traer eso.
-No tengo hambre – le dije sin siquiera moverme.
-Vamos Ted, es solo té – me insistió – llevas mucho tiempo sin probar bocado, te hará daño.
-Bien – gruñí.
Comencé a tomarme el té, solo para que me dejara en paz. Al los primeros sorbos, comencé a sentirme demasiado cansado y lo parpados se me cerraban con facilidad, hasta que de un momento a otro, solo vi oscuridad…
Voces vagas comencé a escuchar dentro de mi sueño-realidad, puesto que había soñado con lo ocurrido en la casa con Spencer, Konny y el Sr. Cooper, sueño que me recordó aquello que por el momento decidí “olvidar”, o quizás solo era cuestión de descansar para poder asimilar aquello que “no quería ver”.
Dos cosas eran seguras. Uno, Spencer abusaba sexualmente de mi hermano. Dos, Sebastián es hijo de Spencer.
Cuando abrí los ojos, me di cuenta que estaba en una habitación.
-Hola – me saludó Sebastián y en su voz se apreciaba la culpa. Seguramente porque su “secreto” había sido descubierto.
Me incorporé rápidamente dispuesto a salirme de la habitación.
-¿Qué haces? – me preguntó deteniéndome del brazo.
-¡No me toques! – Le grité soltándome rápidamente de su agarre - ¡Aléjate de mí y de mi hermano! – le dije.
-Ted.
-¡Crees que nunca nos enteraríamos de tu “secreto”! ¡Crees que jamás nos daríamos cuenta que eres hijo de Spencer!
-Yo no…
-No te acerques a mi hermano ¡nunca! – le exigí.
Salí de la habitación furioso ¿Cómo no me había dado cuenta antes de las cosas? ¿Cómo fue que Sebastián logró engañarnos a mi hermano y a mí?
Recuerdo haber caminado y caminado por los pasillos del hospital haciéndome preguntas sobre Spencer y Sebastián. Tenía que hacer algo pronto, pues Spencer y el Sr. Cooper podrían salir pronto si no había una denuncia o algo así, no lo sabía. No sabía qué hacer. Estaba totalmente perdido…
-Ted – me llamó la Dra. Helen – acompáñeme por favor.
-¿Ocurrió algo con Konny? – le pregunté asustado, mientras la seguía. Llegamos a su consultorio donde Sebastián ya estaba ahí - ¿Qué hace él aquí? – pregunté sin siquiera ocultar mi tono de fastidio.
-Sebastián nos va a ayudar con tu hermano.
-No – fue mi rotunda respuesta.
Después de varios momentos de explicaciones, en la cual, la Dra. Helen decía que Sebastián sería de gran ayuda para la recuperación de Konny, accedí a sentarme y a escuchar lo que me dirían.
Al parecer Sebastián ya había ido a denunciar a Spencer y al Sr. Cooper, yo también tenía que ir a dar mi declaración como testigo de lo que había ocurrido, pero necesitaba ir en compañía de mi tutor, lo cual era imposible, dadas las circunstancias en las cuales se encontraba Konny en esos momentos, así que Sebastián iría conmigo como ‘Adulto responsable’ de mí, por el momento.
El otro asunto era Konny, la Dra. Helen nos dijo que mi hermano tenía signos de amnesia y que las probabilidades de que recuperara la memoria eran un tanto imprecisas, pues cada caso era distinto.
-¿Eso qué quiere decir? – le pregunté al no entender.
-Konny puede recuperar la memoria en unas cuantas horas… o tal vez en unos días o quizás tarde años…
Sus palabras no fueron un consuelo para mí. La doctora habló algo de que la pérdida de memoria se debía a eventos traumáticos y una forma de protegerse la persona era el “olvidar el evento ocurrido”, aunque también se podría deber a algo neurológico, pero que éste no era el caso.
Sus palabras seguían sin tener sentido para mí.
-¿Qué pasará con Konny? ¿Estará aquí internado hasta que recupere la memoria? ¿Lo llevará a su clínica nuevamente*?
-No, esta vez estará en su casa, quizás estando en ese ambiente logre recuperarla de manera gradual.
Y en ese discurso apareció la palabra Sebastián, resulta que mientras Konny no pudiera serse responsable por él mismo, Sebastián me ayudaría. No me agradó la idea, pero al final acepté voluntariamente-obligado. Puse al tanto a Lali, para que vigilara a Sebastián, cuando yo no pudiera.
Y en cuanto a Sebastián puse muchas “cosas sobre la mesa”, es decir, reglas a las cuales debía acatarse, la principal era que no podía estar a solas con Konny. Las demás eran parecidas, no debía estar cerca de Konny, al menos que yo estuviera presente.
-No te preocupes no le haré nada – me había dicho.
-Solo espero que cuando Konny ya esté mejor, tú tengas que irte.
-Lo haré, te lo he prometido ¿no?
-Spencer prometió cuidarnos y no hacernos daño – dejé salir rencorosamente – y mira cómo terminó el asunto.  
Sebastián no dijo nada, solo bajó la mirada.   

Veo cómo Sebastián y mi hermano están practicando Esgrima, se ven felices, como si no hubiera ocurrido nada… como si todo fuera igual que antes, cosa que es imposible.
Sebastián es el hijo de Spencer, eso cambia todo, absolutamente todo. ¿Cómo puedo confiar en él, ahora que sé quién es su padre?
-Eres injusto con ese chico ¿no crees? – la pregunta que me hace Lali, me hace sobresaltar. Volteo a verla y ella sonríe mientras ve a Konny y a Sebastián practicar en el jardín.
-Él es…
-Lo sé – me responde Lali – me lo confesaste cuando llegaron del hospital junto con Konny.
-¿En verdad estoy siendo injusto, Lali? – le pregunto un poco enfadado.
-Dímelo tú… — me dice viéndome a los ojos – Sebastián ha declarado en contra de su propio padre, ha estado pendiente de ti y de Konny durante mucho tiempo, incluso desde antes que Spencer apareciera en sus vidas.
-Lo sé, pero…
-No ha cambiado nada entre ustedes, Ted – me dice tocándome mi hombro afectuosamente – Sebastián le tocó un padre, del cual te aseguro no se siente orgulloso, pero dime ¿al caso alguien elige a la familia?
No.
Observo a Sebastián, esta sonriendo, resaltando sus hoyuelos como siempre… y ¡qué decir de Konny! Ambos están felices. Lali tiene razón, Sebastián siempre ha estado con nosotros y no dejaría que nada malo nos pasara. Después de todo, creo que sí he sido injusto con él.
Él nunca pidió que Spencer fuera su padre, así como yo nunca pedí que mis padres murieran y Spencer se convirtiera en mi tutor.
-Gracias – le murmuro a Lali dándole una sonrisa.
-De nada. Me voy a hacer las compras – me dice dándome una dulce sonrisa antes de irse.
Vuelvo mi mirada hacia ellos nuevamente. Konny al parecer le está ganando a Sebastián o… ¿Sebastián se está dejando ganar?

-¡Te he ganado las tres veces! – exclama sorprendido Konny, una vez que estamos ya en la cocina comiendo.
-No es de sorprenderse, siempre lo has hecho – gruñe Sebastián.
-¿En serio? Creí que me estabas dejando ganar – confiesa mi hermano.
-Ja, como si me gustara ser apaleado cada vez que practicamos – deja salir Sebastián.
-Iré a darme una ducha – anuncia Konny de pronto – nos vemos al rato.
-De acuerdo – le respondo, mientras sale de la cocina, quedándonos solos Sebastián y yo.
Un mudo silencio, demasiado pesado debo confesar, nos invade.
-Sebastián – le llamo y él alza la mirada hacia la mía. Trago saliva, al ver lo triste que se ve – yo…
-Lo sé, no tuve el valor de despedirme estando allá afuera, se lo diré en cuanto baje y…
-No es necesario – le interrumpo – he sido injusto contigo – le declaro, avanzando hacia con él, hasta quedar frente a frente – perdóname.
-Ted…
-Te dije cosas que no sentía en el hospital, estaba, mejor dicho estoy asustado, no sé en quién confiar. Cuando mis padres murieron solo estábamos mi hermano y yo, después llegó Spencer y ya ves con lo que salió… después llegó el Sr. Cooper y él también nos traicionó y… ¡Lo siento! – termino llorando.
-Puedes confiar en mi Teddy – me dice mientras me abraza – jamás les haré daño ni a ti ni a Konny. Lo prometo.
-Lo sé – lo abrazo fuertemente – no te vayas, por favor – le pido, dejando el abrazo.
-Si tú no quieres, no lo haré – me dice con una sonrisa triste.
*****
A pesar de haber hecho las paces con Sebastián, siento un nudo enorme en la boca del estomago. Es como un presentimiento, como que algo malo va a suceder. Lo sé, porque la primera vez que me sentí así, fue cuando murieron mis padres.
O quizás solo sean manías mías… por la visita que tuvo Sebastián hace dos días cuando llegamos del hospital, justo cuando había dejado a Konny en su habitación para que durmiera.

Bajaba de las escaleras, cuando sonó el timbre de la casa, me dirigí a abrir la puerta para encontrarme con un chico moreno y de ojos saltones. Alcé las cejas por la sorpresa, pues no lo conocía.
-Hola niño – me saludó y yo lo fulminé con la mirada, pues eso de “niño” no me agradó en lo absoluto - ¿se encuentra Sebastián? – me preguntó y yo entrecerré los ojos.
-¿Quién lo busca? – le pregunté desconfiadamente.
-Jack – me dice con una sonrisa de oreja a oreja.
Lo observé de arriba a abajo, no se me hacia conocido de algún lado, aunque su nombre sí.
-¿Y bien?
-¿Y bien, qué? – pregunté.
-¡Dónde está Sebastián!
-Pues… — yo aún seguía enojado con Sebastián, así que no le dejaría las cosas tan fáciles.
-¿Quién es? – lástima que para mi mala suerte, Sebastián apareció en esos momentos.
-¡Sebastián! – llamó el tal Jack dando un paso al frente, solo uno, porque le tapé el paso.
-¿Jack? – Preguntó Sebastián llegando a nuestro lado - ¿Qué haces aquí?
-No has ido a la universidad desde hace tres días, así que fui a tu departamento a buscarte, pero no había nadie y luego fui al Lemus Cinema y tu secretaria me dijo que te podría encontrar aquí. Solo quería saber si estabas bien.
Yo solo los veía de hito en hito a ambos ¿Cómo que ese chico había ido a su departamento? Y ¿cómo que en el Lemus Cinema le dieron información, así como así?
-Estoy bien, siento haberte preocupado – le informó Sebastián.
-¿Puedo pasar?
-¡No! – le dije rápidamente, llamando la atención de ambos, al parecer se habían olvidado de mí.
-Ted tiene razón – dejó salir Sebastián – vamos afuera.
-¿Ted? ¿El hermanito menor de Konstantin?
Definitivamente eso de “hermanito menor” no me agradó en lo más mínimo. Fulminé con la mirada al tal Jack.
-Sí, él es – le respondió Sebastián, mientras avanzaban hacia fuera de la casa.
Debo confesar, que un montón de sentimientos encontrados me invadieron al ver a Sebastián alejarse de la casa. Quería que se quedara en casa y que no se fuera con el tal Jack, pero a la vez quería que se fuera porque después de todo no quería que estuviera ahí por ser hijo de Spencer… y ¿no se supone que Sebastián aún estaba enamorado de aquel que era su compañero de laboratorio?

Aunque ahora que lo pienso mejor, ya sé por qué su nombre me sonaba conocido… Jack fue el compañero de laboratorio de Sebastián.
*****
La noche pasada tuve sueños intranquilos, soñé con el tal Jack, ese chico besaba de manera descarada frente a mí a Sebastián, pero luego Sebastián le decía que no lo quería. Eso me daba alegría, pero luego Sebastián llamaba a mi hermano y se le declaraba a él…
En el sueño me enojaba con mi hermano y le decía muchas cosas, de las cuales jamás le diría en la realidad.
Sin duda un sueño loco.
-Buenos días – saludo al entrar a la cocina, encontrándome a Konny sirviéndose jugo de naranja y a Sebastián poniendo su lugar en la mesa.
-Buenos días – me responden ambos a coro.
Es agradable esta sensación, de estar los tres desayunando mientras hablamos de cualquier cosa. Una vez terminado el desayuno y de haberme cerciorado de que Konny se hubiera tomado su medicina, no fuimos hacia la sala a jugar un videojuego llamado Mario Kart.
Sebastián le explica a Konny el juego, mientras instala la consola. Yo desenredo los controles.
Suena el timbre, como Lali no se encuentra en casa, voy a abrir.
-¿Sí? – pregunto al ver a un señor que me ve de manera seria.
-¿Quién es, Ted? – me pregunta Sebastián desde la sala.
-¿Se encuentra el Sr. Konstantin Lemus?  - me interroga el señor.
-Emh…
-¿A quién busca? – pregunta Konny al llegar a la puerta al igual que Sebastián.
-Konstantin – le llama el señor extendiéndole la mano – Soy el Lic. Olsen te traigo el Acta de Renuncia, el Sr. Cooper quedó en pasar por mi oficina, pero no lo hizo y como mañana vence el plazo…
-¿Qué…? – pregunta confundido Konny.
-¿Cuál Acta de Renuncia? – esta vez soy yo el que pregunta.
-Tú debes ser… — el señor ve unos papeles – Theodore Lemus ¿cierto? – Asiento con la cabeza y algo me dice que no me agradará nada lo que dirá a continuación – mañana vendré por ti, para que vayas haciendo las maletas.
-¡Qué! – Exclamo - ¿Cómo que mañana viene por mí? – le pregunto confundido.
-¿Qué quiere decir? – pregunta Sebastián.
-Pregúntenle a Konstantin – dice el señor – yo solo he venido a entregarle el Acta de Renuncia de Tutoría.
-¿Tutoría? ¿Qué tutoría? – pregunta Konny confundido. El señor le extiende la carpeta.
-Si es una broma, es de muy mal gusto – se queja el señor – yo solo estoy cumpliendo con mi deber y espero que tu jovencito estés preparado porque mañana vengo por ti – y sin más el señor se va.
Me he quedado petrificado ante tal noticia.
-¡Lo hiciste! – Le grito a mi hermano al salir de mi estupor - ¡Renunciaste a mi tutoría!
-Ted – me llama Sebastián pero no le hago caso. Konny se hace el desentendido porque solo observa la carpeta.
-¡Renunciaste!
-¡Ted!
-Yo no… — Konny me ve con los ojos entornados – no firmé esto…
-¡Cómo estas tan seguro, si ni siquiera sabes quién eres!
-¡TED!
-¡Qué! – Le grito a Sebastián – y no me digas que calme, porque no lo haré, me dijiste que Konny no renunciaría y sí lo hizo ¡esta es la prueba! – le reclamo señalando los papeles que mi hermano trae en las manos.
-Soy… ¿tu tutor? – Me pregunta Konny mientras lee los papeles – espera… aquí dice… aquí dice que eres… ¿mi hermano menor? – esta vez me ve a los ojos sorprendido, pero yo le devuelvo una mirada llena de odio.
¿Cómo pudo hacerme esto? ¿Cómo pudo renunciar a mi tutoría?
-¡Te odio Konstantin! – Le grito furioso - ¡te odio! – lo empujo mientras corro hacia mi cuarto, lejos de todos, de él.
-¡Teddy! – lo escucho llamarme, pero lo ignoro.
Subo los escalones de dos en dos, incluso de tres, con tal de llegar pronto a mi destino.
-¡Espera! – me sigue llamando mientras yo corro más. Llego a mi habitación y me encierro – Teddy… abre la puerta.
Me deslizo por la puerta, hasta quedar sentado y abrazo mis rodillas
-Teddy…
Me sigue llamando y yo lo sigo ignorando, mientras siento mis lagrimas recorrer mis mejillas…

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