miércoles, 14 de diciembre de 2011

Capitulo Veinte: Recuerdos (1)


El muchacho de ojos tristes

Capitulo Veinte: Recuerdos (1)
   

[Konny]

¿Qué clase de persona soy?
“¡Lo hiciste! ¡Renunciaste a mi tutoría!”
¿Qué clase de hermano soy?
“¡Renunciaste!”

Las palabras de Teddy suenan una y otra vez dentro de mi cabeza. Hace un par de horas atrás me he enterado que soy el tutor y hermano mayor de Teddy, la noticia me ha sentado igual que un balde de agua fría, me esperaba de todo menos eso… no es que no quiera que el chico sea mi hermano, sino que encima me doy cuenta que soy un hermano despreciable  ¿Por qué demonios renuncié a su tutoría? ¿Qué ganaba con eso? Al parecer el chico y yo nos llevamos bien… o ¿no era así antes?
¡Demonios!
-¡Esto es frustrante! – Grito, levantándome de mi cama.
 La cabeza ha comenzado a dolerme en demasía y todo comienza a dar vuelta frente a mí…  
“Soy el Lic. Olsen te traigo el Acta de Renuncia, el Sr. Cooper quedó en pasar por mi oficina, pero no lo hizo y como mañana vence el plazo…”
Las palabras del Licenciado Olsen invaden mi cabeza como dándome una pista de lo que podría hacer para salir de este lío.
-El Sr. Cooper…
Ese señor podría ser una clave, quizás sea el abogado de la familia, él debe saber el por qué decidí renunciar a la tutoría de mi hermano. Solo tengo que encontrarlo y…
-Konny – Llama Sebastián desde la puerta - ¿puedo pasar?
-Sí – le respondo, quizás Sebastián pueda decirme dónde encontrar a ese “señor Cooper” – Sebastián… ¿desde cuándo tu y yo nos conocemos?
-Emh…
-¿Eres… también mi hermano… o algún familiar? – le pregunto con cierta aprensión en mi pecho, solo falta que él sea también un pariente cercano y yo ni en cuenta.
-No. Soy… tu mejor amigo.
-Oh… y ¿yo te contaba todo?
-Al menos la mayoría de las cosas.
-¿Sabes por qué…?
-¿Renunciaste a la tutoría de Teddy? – asiento con la cabeza – no… pero tengo una sospecha.
-¿Cuál?
-No creo que sea conveniente decírtelo – me observa atentamente – luces mal ¿te duele algo?
-¿Qué? ¡No! – Le respondo restándole importancia – solo dímelo, asumo el riesgo – le confieso.
-Konny…
-¡Por favor!
-Es complicado…
-¡No! ¡Tú lo haces complicado! – Le grito frustrante - ¡Estoy cansado que me digan ‘es complicado’! ¡Ustedes no saben lo que se siente no saber absolutamente nada! ¡Solo dilo! – Sebastián se muerde el labio, mientras mueve la cabeza de un lado a otro.
-Lo siento, no puedo - Gruño ante mi desesperación y pateo lo primero que veo a mi alcance --¡Konny! – Me llama agarrándome de los brazos
-¡Suéltame! – le exijo.
–Konny, ¡mírame! – Me dice, pero yo forcejeo ante su agarre - ¡Konny! – alzo mi mirada hacia la suya y… no puedo explicar esta sensación, hay algo en su mirada que comienza a darme miedo, su expresión…
“Konny, ¡mírame!”  Escucho nuevamente esa voz.
Cierro los ojos fuertemente, mientras trato de controlar mi respiración agitada, pero es en vano, comienzo a sentirme débil, mis pies comienzan a perder firmeza y…
-¿Konny?
La voz de Sebastián la escucho a lo lejos. Abro los ojos y veo un rostro distinto frente a mi, ya no están los ojos cafés de Sebastián, en su lugar están unos de color verde y una expresión que le hace recalcar la línea media de la frente… que de alguna manera se me hace conocida… ¿Por qué? (1)
Los agarres sobre mis brazos se hacen cada vez más fuertes, me siento zarandear levemente. Trato de llevar mis manos hacia mi rostro, pero no lo logro.
-Basta… por favor… — le murmuro.
Puedo sentir cómo me suelta lentamente. Parpadeo un par de veces y con cierto temor llevo mí mirada hacia aquella persona y…
-¿Estás bien? - Es Sebastián.
Sin embargo, tiene esa mirada ¿Por qué? ¿Por qué me da miedo su mirada? ¿Por qué me recuerda a alguien más? ¿Por qué…? Me alejo de él y corro hacia el baño donde he comenzado a vomitar.
-Llamaré a… - Sebastián comienza a decirme cosas que poco a poco pierden sentido para mi y luego…
Oscuridad.

-No deberías decirle esas cosas – la voz de Sebastián se escucha a lo lejos.
-Él se lo buscó, yo no – la segunda voz es de Teddy.
-Deberías escuchar sus razones, quizás…
-¿Cuáles? Si ni siquiera sabe quién es ¡cómo va a recordar algo así!
-¿Y eso no te dice nada Teddy?
-Lo defiendes porque es tu amigo y yo no…
-Eso no tiene nada que ver – se escucha un bufido por parte de Teddy – Escucha ¿Cómo te sentirías tu si de la noche a la mañana no recuerdas nada y de pronto llega alguien que te dice que tienes un hermano al cual has renunciado a su tutoría y dicho hermano comienza a decirte de cosas sin darte la oportunidad siquiera de asimilar lo que recién has descubierto?
-Nada, porque en primer lugar no hubiera renunciado a su tutoría – la voz de Teddy se escucha llena de odio.
-Ted.
Siguen discutiendo, mientras me incorporo. Salgo de la habitación y encuentro a Teddy y a Sebastián en el pasillo.
-Sebastián – le llamo. Ambos voltean a verme, pero Teddy fue el primero en desviar la mirada hacia el piso, demostrándome que aun sigue enojado conmigo.
-¿Te sientes mejor? – me pregunta Sebastián, mientras que Teddy gruñe sentándose en una de las sillas del pasillo.
-Sí… - murmuro – quisiera pedirte un favor – le digo acercándome a ambos – quiero que me lleves con el señor Cooper.
-¿Qué? – me dice entornando los ojos. Incluso Teddy dirige su mirada hacia la mía.
-Quiero ver al señor Cooper y de una vez saber el por qué decidí renunciar a la tutoría de Teddy.
-Pero…
-Nada de “peros” quiero verlo y…
-No puedes ir – me dice Teddy levantándose y viéndome ceñudamente.
-¡Claro que puedo!
-¡NO!
-Sí y no puedes impedírmelo, soy tu hermano mayor ¿cierto?
-Cuando te conviene – se queja Teddy.
-Llámalo como quieras – le digo seriamente – Sebastián llévame a ver al señor Cooper.
-No, Sebastián – le ordena Teddy.
-Sebastián – le gruño.
-Sabes lo que puede ocurrir si sabe la verdad ¿cierto? – inquiere Teddy.
Sebastián solo nos observa seriamente a cada uno.
-No me importa ¡quiero saberlo! – les grito a ambos.
-¿A quién le harás caso? – Le reclama Teddy a Sebastián – ¿a quién apoyarás?
Tanto Teddy como yo hacemos presión en Sebastián, el cual nos observa a los dos lentamente.
-Eso no es justo ¿lo sabían? – nos reclama de manera dolida – No me van a poner a decidir por alguno de los dos. Porque no lo haré – nos dice cruzándose de brazos.
-Bien – digo al fin – no es necesario – avanzo hacia las escaleras con el fin de bajar y salir de esa asfixiante casa.
-¿A dónde vas? – me llama Teddy, pero no le respondo. Llego hasta donde esta la sala y me dirijo hacia la puerta que da a la salida - ¡Konny!
-¡Qué! – le grito.
-¡No vas a ir a ningún lado!
-No me lo vas a impedir – le advierto mientras me dispongo a abrir la puerta, pero en esos momentos Teddy me empuja hacia atrás.
-No vas a salir – me dice enojado, aunque en su mirada noto cierto temor. Lo fulmino con la mirada, doy un paso hacia el frente dispuesto a regresarle lo que me vaya hacer, pero Sebastián se interpone entre ambos.
-¡Basta! ¿Qué demonios ocurre con ustedes? – Nos pregunta con enfado – jamás los he visto discutir de esta manera y hoy no voy a comenzar a hacerlo ¿de acuerdo?
Tanto mi hermano como yo nos quedamos serios viendo hacia el lado contrario de cada uno de nosotros.
-Escuchen, en lugar de estar discutiendo, mejor hablemos de lo que importa ¿de acuerdo?
-Yo quiero…
-Ver al señor Cooper, lo sé – afirma Sebastián – no podemos hacer eso, pero te puedo decir todo lo que quieras con respecto a tu pasado y…
-¿En serio? – le pregunto esperanzado.
-¡Sebastián! – le reclama mi hermano.
-Lo siento Ted, pero es preferible decírselo nosotros que el señor Cooper ¿no crees?
Teddy parece tener una lucha interna consigo mismo, pero al final asiente con la cabeza afirmativamente.
-De acuerdo. Pero con una condición, si Konny comienza a sentirse mal, no diremos más.
-Totalmente de acuerdo – afirma Sebastián.
-Pero… - intento protestar.
-Ese es el trato. Lo tomas o lo dejas – me dice seriamente mi amigo y yo asiento resignadamente – Vayamos a la sala.
Me siento frente a ambos en aquella sala, que de alguna manera me inquieta, es como si ahí hubiera ocurrido algo malo
-Entonces ¿Qué quieres saber? – me pregunta Sebastián.
-La tutoría ¿Cómo fue que terminé en posesión de la tutoría de Teddy?
Sebastián suspira largamente, voltea a ver a mi hermano y luego a mí.
-De acuerdo. Desde hace años, tus padres y mi madre eran muy amigos, desde que iban al colegio según recuerdo me dijo mi madre. Los tres comenzaron hacer un proyecto juntos: El Lemus Cinema. Repartieron las acciones en partes iguales; como el negocio iba muy bien decidieron hacer más sucursales en otras ciudades y así lo hicieron. Los tres viajaban juntos cada vez que se inauguraba un Lemus Cinema, en ocasiones nos llevaban a nosotros y otras no. El último viaje que hicieron solo ellos tres… hubo un accidente… y murieron.
Me he quedado estático al escuchar lo recién narrado. Mis padres… murieron
Me llevo las manos a mi cara tratando de controlar el dolor de cabeza que de pronto me ha invadido.
-¿Te sientes mal? – me pregunta Teddy, levanto la cara y bajo mis manos.
-No – miento – continua Sebastián.
-Eso ocurrió hace tres años – me aclara - Cuando nos avisaron que habían muerto, inmediatamente llegaron algunos trabajadores sociales para colocarnos con familiares cercanos ya que todos éramos menores de edad, yo me fui a vivir con mi tía Claire a la Capital. Tu y Teddy, al no tener más familiares, los llevarían a una Instancia Infantil, sin embargo, apareció Spencer…
-El supuesto “mejor amigo” de papá – completó Teddy – él pidió nuestra tutoría y prometió cuidarnos. Claro una cosa es decirlo y otra hacerlo – en la voz de mi hermano se nota el fastidio.
-Supongo que no lo hizo – dejo salir, haciendo un gesto involuntario, por la punzada de dolor en mi cabeza.
-No – responde rotundamente Teddy – desde el inicio Spencer fue muy malvado conmigo, me castigaba dejándome sin comer, me encerraba en el sótano, me llegó a golpear en lugares no visibles, incluso me… ¿Konny?
Debo confesar que a mitad de su confesión la cabeza comenzó a retumbarme del dolor, me llevé ambas manos a la cabeza, cerré los ojos fuertemente y…
-¿Konny?
-¿Nunca me di cuenta de… eso? – le pregunto viéndolo a los ojos, en cambio él los entorna.
-Yo… No… - me ve a los ojos unos segundos, yo simulo sentirme bien para que continúe con la historia – no podrías darte cuenta, Spencer es muy bueno en el arte del engaño. Normalmente hacía todo eso cuando no estabas en casa…
-Eso no lo justifica… yo pude…
-Sospechabas y muchas veces estuve apunto de decírtelo, pero Spencer tenia la “fortuna” de aparecer en esos momentos, incluso me… amenazó con hacerte daño…
-Lo siento…
-No importa, al final lo descubriste. La ultima vez llegaste en el momento en que él me estaba golpeando (2), te enfrentaste a él y gracias a eso le revocaron nuestra tutoría.
-Solo faltaban días para que tu cumplieras la mayoría de edad – me explica Sebastián – solo fue cuestión de tiempo para que tu pidieras la tutoría de tu hermano, para ese tiempo yo ya había regresado.
-Así es, Sebastián es mayor que tú por un año – aclara Teddy.
-¿Qué… qué sucedió con Spencer? – les pregunto sobándome la cien disimuladamente con una mano.
-Lo denunciamos y nos fuimos a juicio. Al final Spencer tuvo que cumplir su condena en la cárcel por maltrato infantil.
-Algo me dice que eso no es todo ¿cierto? – mi hermano y mi mejor amigo niegan con la cabeza.
-Spencer salió hace poco de la cárcel – me comunica Sebastián – de acuerdo al abogado de tu familia, el señor Cooper, les informó que su ex tutor salió de la cárcel bajo palabra por buena conducta y tiene prohibido acercarse a ustedes.
-Cosa que no cumplió… tres veces – confiesa Teddy – las dos primeras veces fue en mi búsqueda.
-¿No se les dijo nada a las autoridades? – pregunto de manera incrédula.
-No, el señor Cooper nos dijo que no había evidencias suficientes ni testigos para hacerse la denuncia correspondiente.
-¡Eso es absurdo! – me quejo.
-Lo sabemos – coincide Sebastián – pero no podíamos hacer nada, Spencer estaba libre.
Me quedo en silencio unos momentos, está de más decir que hay cabos sueltos en el resumen de mi “vida”, pero algo está claro, Spencer es la clave de todo… o eso creo. Está claro que ese señor tiene algo contra Teddy o no hubiera violado esa parte de no acercarse a nosotros ¿y si es por eso que decidí renunciar a la tutoría  de mi hermano?
-¿Y… si esa es la razón de la renuncia de la tutoría? – Les dejo caer mi vaga sospecha – y si fue por ¿Spencer?
Veo a Teddy sonreírme de manera resignada.
-Eso fue lo que me dijiste cuando lo descubrí, le estabas diciendo a Sebastián tus planes y te escuché (3) – lo veo de manera esperanzada – pero te pedí que no lo hicieras, creí que… no lo harías si te lo pedía…
-Lo siento… - le digo sinceramente sintiéndome cada vez mal y no solo físicamente - tal vez creí que era lo mejor el que… - me detengo al ver a Teddy pararse frente a mí.
-Está bien – me dice poniendo su mano en mi hombro y sentándose a mi lado – lo entiendo, en serio – lo veo a los ojos y puedo ver sinceridad – solo que me dolió el hecho de que no me tomaras en cuenta… después de todo es de mi tutoría de la que se está hablando.
-Es verdad… lo siento – Teddy me abraza y le correspondo el abrazo - ¿Y ahora? – pregunto, cuando mi hermano y yo dejamos de abrazarnos.
-Hay una denuncia pendiente – deja salir Sebastián.
-¿Denuncia? – pregunto confundido.
-Si – responde Teddy – recuerda que te dije que Spencer faltó tres veces a la restricción que se le hizo hacia con nosotros.
-Dos veces fueron contigo – comienzo a analizar viendo hacia Teddy – y de acuerdo a ese señor Cooper no se podía hacer nada, así que me imagino que en la tercera ocasión ocurrió algo distinto.
-Así es, Spencer vino hasta acá y… te atacó – confiesa Teddy.
Entorno los ojos, segundos después la maldita voz invade mi cabeza…
“¿Me extrañaste Konny? Esta  vez nadie… nadie te salvará”
-No… no sabemos qué pasó exactamente – titubea Teddy – pero por fortuna Sebastián y yo llegamos cuando Spencer… te estaba atacando y…
“No… por favor… no…”
Escucho mi voz en mi mente, sin embargo es una voz llena de miedo, de angustia…
-Te desmayaste – concluyó Sebastián – te llevamos al hospital, a Spencer y al señor Cooper se los llevaron a la delegación y…
-¿El señor Cooper? – pregunto confundido, esta vez sin disimular el gesto de incomodidad por el dolor de cabeza.
“¡Con un demonio! ¡Deja de llorar!”
La otra voz hace de su presencia.
-Emh… resulta que nuestro abogado es amigo de Spencer – suelta con enfado mi hermano.
“Prometiste  que yo sería el primero”.
-Ohh… esto está mal… – murmuro al momento de bajar la cabeza y sostenerla con mis manos.
“Spencer… no…”
Nuevamente mi voz lleva de angustia.
-Te sientes mal ¿cierto?
“Lo disfrutarás. Cómo en los viejos tiempos…” 
-Llamaré a la doctora Helen – escucho a lo lejos a Sebastián.
-Estoy bien – susurro al momento de recargarme completamente en el respaldo del sillón. Aunque claramente no estoy bien. Llevo mis manos hacia mi cara.
¿Por qué escucho nuevamente esas voces? ¿Qué significan?
-No, no estás bien – escucho vagamente la voz mi hermano.
“Como la primera vez ¿lo recuerdas?”
Nuevamente oscuridad…

Una luz brillante invade mis ojos, parpadeo un par de veces y enseguida reconozco el lugar. Estoy al frente de mi casa. Me veo… ¿me veo? Sí. Nuevamente estoy en una especie de recuerdo.
Me veo parado en la acera, mientras que el convertible de Sebastián se aleja junto con Teddy.
-¿Me extrañaste Konny? – Escucho una voz vagamente familiar, veo al Konny del recuerdo retroceder – esta vez nadie… nadie te salvará – le dice un señor de cabellera rubia con una sonrisa maquiavélica.
He comenzado a sentirme realmente nervioso, sin contar que también puedo sentir el nerviosismo de mi otro yo.
El Konny del recuerdo se da la vuelta dispuesto a correr, pero otra persona a aparecido de pronto del otro lado de él estrellándole un bat en su cabeza haciéndolo perder el equilibrio. Esas dos personas lo agarran y al parecer “me” llevan a mi casa…
¿Quiénes son esas personas? ¿Qué… qué me harán?


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