Obsesión
Capitulo Veintitrés:
Noticias inesperadas (2)
El mes siguiente transcurrió lentamente, para algunos
tortuosamente más lento que para otros. Ron y Harry habían decidido aplicarle
‘La regla del hielo’ a Neville por ocultarles lo de Blaise y Francis. Draco aún
no conseguía hacer las paces con Harry y por si fuera poco los pergaminos
anónimos habían vuelto a atormentarlo secretamente. Blaise había decidido
alejarse definitivamente de su lindo Bilius, si él ahora era feliz con Terry,
que lo fuera. No se interpondría entre ambos. Neville estaba cada vez más
triste por el rechazo de parte de sus dos amigos y a Theo definitivamente no le
agradaba verlo de eso manera.
Estaban en el Gran Comedor, era la hora del descanso
después de una larga jornada de estudios. Blaise comía como si no hubiera un
mañana. Draco y Theo estaban preocupados por él, en los últimos días habían
notado cómo su moreno amigo había subido de peso y les alarmaba la idea de que
Blaise se estuviera desahogando con la comida.
-¡Postres de calabaza! – exclamó Blaise entusiasmado
cuando apareció ante él, el postre.
-¡Merlín, Blaise! Ayer con solo verlos vomitaste – se
quejó el rubio, al recordar que en él había caído una considerable cantidad de
ese lamentable hecho.
-Cierto – reconoció el moreno, cuando ya iba en su
segunda ronda – pero hoy se ven muy apetecibles ¿no crees?
Draco abrió la boca para reclamar, pero decidió no
hacerlo. La verdad era que Blaise estaba muy entusiasmado, cuando los días
anteriores había estado deprimido, así que mejor decidió no arruinarle ese
momento de felicidad.
[…]
Harry y Ron estaban en su habitación tratando de hacer
la redacción de Pociones que tenían que entregar al día siguiente, sin embargo
por uno u otro motivo, no lograban comenzar siquiera la introducción.
-Entonces, ¿tú y Terry? – quiso saber Harry, ya que había
visto a Ron y al Ravenclaw muy unidos, sobre todo después de aquel día de
Navidad – ¿están saliendo?
-No – dio por zanjada la conversación. Harry entendió
el mensaje, quizás en ese momento su amigo no quería hablar sobre ello, pero él
se encargaría de averiguar qué ocurría.
Escucharon unos pasos acercarse a la habitación, segundos
después Neville atravesó la puerta. Los tres se quedaron en silencio.
-¿Quieres seguir la conversación en otro lado, Harry?
– le propuso Ron mientras recogía sus cosas – tal vez en un lugar donde no se guarden secretos – y sin más los
dos salieron de la habitación. Como lo venían haciendo cada vez que Neville
llegaba al mismo lugar que ellos.
[…]
Se encontraba en la mesa de la esquina. Había puesto
dos hileras de libros a ambos lados de la mesa, la primera era para la
redacción de Pociones y la segunda para ocultarse de cualquier persona que
quisiera molestarlo, no es que lo hicieran, pero aún había alumnos rencorosos
por lo de Voldemort y solían hacerle bromas pesadas (aunque al que le gustaban
gastarle bromas más seguidas era a Draco). Así que ahí estaba Blaise tratando
de concentrarse y hacer la redacción.
A unas cuantas mesas de distancias, se encontraban
Harry y Ron, también tratando de hacer la redacción de Pociones, sin Hermione
les resultaba difícil concentrarse y tener a tiempo los deberes. Después de
varios minutos por fin lograron hacer una redacción decente.
-He terminado – exclamó Harry satisfecho de sí mismo,
el pelirrojo gruñó, aún no lograba concluir de manera coherente su redacción –
entonces, ¿me lo dirás? – insistió.
-El decirte ¿Qué? – murmuró el pelirrojo sin despegar
la vista de su pergamino.
-¿Estás o no saliendo con Terry?
-No – le respondió, echándole un último vistazo a su
redacción.
-No me mientas Ron – le dijo confidencial – has salido
muchas veces con él, es para que mínimo tú y él ya hayan…
-Pues no, no estamos saliendo – respondió seriamente,
viéndolo a los ojos – he tenido citas con él, pero solo eso, aún no es algo ‘serio’ ¿sabes?
-¿Y qué esperas? – dejó salir, confundido.
Ron abrió la boca para responderle pero en esos
instantes reconoció a Blaise en la mesa de la esquina en medio de dos torres de
libros. La verdad era que aún no tenía algo serio con Terry porque tenía la
esperanza de que entre él y Blaise se arreglaran las cosas. Ese intrigante ‘Perdón’ que le había dicho un mes atrás
lo había hecho dudar.
Besaba a Terry
de una manera que buscaba aquel sabor característico de Blaise, sin embargo no
lo encontraba y no lo encontraría, al menos no en aquel chico. Cuando cayó en cuenta
en lo patético que había sido, dejó de besarlo. Él no se merecía eso, ni mucho
menos Terry.
-¿Por qué lo
has hecho? – preguntó el Ravenclaw confundido.
-No lo sé… —
reconoció el pelirrojo.
Su mirada se
perdió hacia la nada, hasta el momento en que vio cómo un arbusto se movía
lentamente. Frunció el ceño ligeramente cuando reconoció una silueta a través
del arbusto. Era Blaise.
-¿Me disculpas
un momento? – le murmuró y sin esperar respuesta fue hacia aquel arbusto.
Y ahí lo vio, a
su Blaise.
Lucía
diferente. Ambos se vieron a la cara lentamente. El Gryffindor comprobó que
aquel Slytherin aún le hacía sentirse nervioso. Podía sentir cómo su corazón
palpitaba rápidamente, sus manos comenzaron a sudarle. Era increíble que a
pesar de todo, aquel chico que tenía frente a él, pudiera hacerle sentir de esa
manera. Eso lo hacía sentir patético.
Sin embargo,
cuando Blaise extendió su mano hacia su mejilla lo hizo sentir nuevamente
querido por él. Aquel insignificante roce le hizo tener esperanza.
-Perdón… — le murmuró.
Y él, estuvo
dispuesto a perdonarlo a olvidar todo lo ocurrido, a empezar de cero. Sin
embargo, no contaba que Blaise se desmayara en esos momentos.
-¡Blaise! – llamó
inútilmente.
-¿Qué le pasó?
– la voz de Draco lo sobresaltó en demasía, no lo había visto llegar.
-No sé, solo se
desmayó – comunicó, desesperado.
Lo que sucedió
después fue todo muy rápido, en cuestión de segundos no solo era Draco el que
estaba auxiliando a Blaise, sino que también habían llegado Theodore y Neville.
De pronto él se sintió como un extraño alrededor de ellos.
Como si no
tuviera ya un lugar entre los Slytherin…
Vio cómo Draco
y Theo se llevaban a Blaise a la enfermería y él simplemente no supo qué hacer.
-¿Ron? – llamó Harry al ver que su amigo se había
quedado serio.
El pelirrojo se había perdido en sus pensamientos. ¿Y
si Blaise aún lo amaba? ¿Y si lo que había visto entre Blaise y Francis no era
lo que él pensaba?
-Terry es… amable – volvió la mirada hacia donde
estaba Harry – atento, ha estado conmigo en los momentos que ni siquiera quería
que estuviera, además es divertido y feo no es… — le confesó.
-¿Pero?
-Pero… — susurró Ron.
-No es Blaise ¿cierto? – inquirió.
-No es Blaise… — coincidió, mientras veía cómo Blaise
se quedaba dormido sobre unos cuantos pergaminos.
[…]
Neville estaba sumido en sus pensamientos, llevaba más
de quince minutos en silencio ahí acostado boca-abajo en la cama de su novio,
mientras Theo se encontraba sentado en el piso, recargando su espalda en el
borde de la cama.
-¿Me contarás lo que te sucede? – murmuró Theo, volteando
lentamente hacia con él.
-No me sucede nada – confesó, acariciando su cabello.
-Entonces, he estado imaginando cosas. Porque desde
semanas has estado de ese ánimo – soltó, viéndolo a los ojos.
Neville hizo una mueca. Suspiró lentamente.
-De acuerdo – se rindió – no sé cómo sucedió, pero Ron
sabe que hubo algo entre Blaise y el profesor Morseferth.
-¿Cómo dices? – entornó los ojos.
-Yo también me sorprendí cuando me lo dijo – aclaró, sentándose
en el borde la cama – No sabe exactamente
lo que ocurrió entre ambos – el Slytherin lo escuchaba atentamente.
-De acuerdo. Pero ese no es el verdadero motivo por el
que estás triste, ¿cierto?
-Ambos se molestaron. Me refiero a Harry y Ron, creen
que yo lo sabía y que se los oculté todo este tiempo.
-¡Demonios! – Maldijo – lo siento mucho Neville.
-No te preocupes, Blaise también es mi amigo y sé que
es más importante el silencio – dijo de manera conciliadora.
-Pero a cambio tus amigos te han dado las espaldas – respondió
un poco enojado.
-Sé que tarde o temprano haremos las paces – expresó
intentando sonreírle.
-Y hasta que eso suceda tú estarás así. Y eso no me
gusta Neville – le confesó – debería darle unos buenos golpes a tus amigos para
que recapaciten – gruñó.
-No harás nada de eso, ¿cierto? – preguntó un poco
inquieto al ver que su novio estaba más decidido que nunca a golpear a sus
amigos al estilo muggle.
-No – dijo con una sonrisa - ¿has terminado tu
solicitud?
Neville se la extendió.
Desde la mañana en todas las salas comunes habían
aparecidos anuncios sobre las carreras mágicas, todos los alumnos de séptimo
año estaban invitados a llenar sus solicitudes y entregárselas al jefe de su
casa o directamente enviarlas por vía lechuza a la Universidad Mágica
correspondiente.
Theodore y Neville se pusieron en ello inmediatamente.
-¡Ni siquiera has empezado la tuya! – refunfuñó al ver
su solicitud.
-Lo estuve pensando – le confesó Theo – quizás… no sea
buena idea mandar mi solicitud.
-¿Por qué? – reprochó seriamente.
-Todavía hay magos que creen que somos Mortífagos – comentó,
observando la solicitud.
-¡Pero se aclararon las cosas! Ustedes estaban de nuestro
lado, además Dumbledore…
-Lo sé y tú lo sabes, pero hay gente que aún no olvida
y que nunca creyó al cien por ciento las palabras de Dumbledore. Así que…
-Así que tú llenarás tu solicitud y dejarás de hacer
hipótesis sin fundamento – sentenció. Theo enarcó una ceja, a veces su novio solía
ser muy tenaz.
-De acuerdo – le dijo Theo, mientras le daba un casto
beso en los labios – te ves sexy cuando te enojas – el Gryffindor se sonrojó
ligeramente.
[…]
Después de observarlo por más de quince minutos, Harry
decidió ir a hablar con Draco, lo cierto era que desde ese día que habían discutido,
él no había hecho el intento de hacer las paces con el rubio, seguía molesto,
aunque una parte de él se sentía culpable por haberlo engañado por segunda
ocasión con aquel Ravenclaw (aunque internamente sentía que ya estaba a mano
con él).
-Hola – saludó sentándose a su lado. El rubio dio un
bote sobre su asiento - ¿Qué es eso? – le interrogó al ver que Draco ocultaba un pedazo de
pergamino rápidamente.
-Nada que te importe – le salpicó, indignado. Estaba
molesto. Más de tres semanas había intentado hacer las paces y éste ni siquiera
se había dignado a enviarle una sola mirada y ahora se le ocurría ir como si no
hubiera pasado nada.
-¡Vamos, Draco! – Se quejó el moreno – intento hacer
las paces.
-Pues vas muy mal – confesó, dispuesto a levantarse.
-Draco, no seas infantil – aconsejó – escucha, te amo,
pero no me agradó que me ocultaras información sobre mi mejor amigo y…
-Y Blaise es el mío, además lo que ocurre entre él y
Ron es muy su asunto – contraatacó – y si tus sentimientos van a depender de lo
que hacen mis amigos, entonces no creo que me ames como dices que lo haces.
-Claro que te amo, y mi amor no dependerá de nada – le
aclaró – pero debes de reconocer que Blaise hizo mal…
-No sabes cómo sucedieron las cosas, tal como lo estás
diciendo lo haces quedar como el malo de la película, cuando no es así.
-Entonces dime cómo es – Draco se mordió el labio inferior.
-No puedo decirlo – siseó.
El rubio se levantó de la silla y se fue a sentar a
otro lugar. Lo último que quería era hacer una escenita frente a la clase de Pociones.
Una vez sentado en otro lugar, sacó nuevamente el pedazo de pergamino, que
minutos atrás había escondido de Harry.
No vales nada
Malfoy, solo eres el hijo de un maldito mortífago que ha matado al padre de uno
de tus mejores amigos ¿Cómo tienes el valor de seguir viéndolo a la cara?
Draco hizo el enorme esfuerzo de no gritar y maldecir
a los cuatro vientos al culpable de aquella nota anónima.
-¿Llego a tiempo? – la voz agitada de Blaise lo sacó
de su ensimismamiento.
-¿Qué?
-No soy el único distraído – le dijo sonriente – tengo
la sensación que algo se me ha olvidado y no sé qué es – confesó mientras
observaba a su alrededor.
-Hola, Harry – le saludó su amigo pelirrojo,
sentándose a su lado - ¿estás bien? – interrogó al verlo fulminar con la mirada
a cierto rubio Slytherin.
-No – gruñó.
-Escúchame, no tienes por qué enojarte con Draco por
lo que haya hecho Blaise – le aconsejó, estaba al tanto de la pelea de ambos –
no quiero cargar con eso también – dijo mientras veía a Blaise y a Draco
conversar tranquilamente.
Minutos después entró el profesor Slughorn.
-Pongan sus redacciones a la vista, pasaré a
recogerlas – les ordenó.
Uno a uno, tanto los Gryffindors como los Slytherins
comenzaron a sacar sus redacciones y ponerlas en un lugar visible a los ojos
del profesor, sin embargo cierto moreno, no encontraba la suya.
-¡Demonios! – gruñó Blaise mientras rebuscaba en sus
cosas aquel pergamino.
-¿No la encuentras? – preguntó Draco, mientras él
ponía la suya en la mesa.
-Creo que olvidé hacerla…
-¿Cómo que crees
que olvidaste hacerla? – preguntó perplejo.
-Ayer estuviste toda la tarde en la biblioteca
haciendo esa redacción – le recordó Theodore, quien estaba sentado en la mesa
del lado izquierdo junto a Neville – o eso fue lo que nos dijiste al llegar a
la Sala Común.
-Y a eso fui a la biblioteca – aclaró – pero me quedé
dormido y cuando desperté regresé a…
-Señor Zabini, su redacción – le pidió el profesor,
Blaise puso cara de circunstancias.
-No la hice – confesó.
-Qué decepción… — murmuró el profesor, ya que Blaise,
además de haber pertenecido a su famoso
Club de las Eminencias, era alumno de su casa – me apena decir esto, señor
Zabini se quedará castigado. Lo espero al final de la jornada de clase.
-De acuerdo – respondió.
Algunos Gryffindors estaban sorprendidos, ya que ese
profesor, sorprendentemente, era el primero que castigaba a Blaise Zabini en
todo el transcurso del año, ya que por alguna extrañan razón (al menos para
ellos) mientras estuvo Francis Morseferth en el colegio, no obtuvo ningún
castigo o reprimenda alguna.
Ronald Weasley era el más sorprendido de todos, es
decir, él había sido testigo de que Blaise estaba en la biblioteca haciendo esa
redacción, aunque ahora que lo pensaba mejor, el chico se había quedado
dormido, incluso cuando él y Harry habían abandonado la biblioteca.
-Ron, ¿esta es tu redacción? – le preguntó su amigo
ojiverde. Ron enarcó una ceja en son de duda. Harry le mostró el pedazo de
pergamino, haciéndolo caer en cuenta que aquel pergamino contenía una redacción
pero no era la de esa materia.
-Señor Weasley, su redacción – le pidió el profesor al
llegar su lado – no me diga que usted tampoco la hizo.
-Sí la hice – replicó Ron – solo que no la tengo aquí,
si me da permiso puedo ir a la Sala Común y…
-¿Hacerla? – inquirió. Ron se sonrojó en demasía – está
de más decirle que está castigado ¿cierto? – le mandó una mirada inquisidora.
Ron gruñó. Segundos después entornó lo ojos
¿castigado? Instintivamente desvió su mirada hacia Blaise, quien parecía no
haberse dado cuenta que ambos estarían castigados.
En cuanto sonó la campana, Ron salió enfurruñado.
Estaba molesto, no por el castigo, sino porque Blaise ni por enterado de que
ambos estarían en la misma aula solos,
cumpliendo un castigo por el mismo motivo. ¿Coincidencia? No lo sabía, pero
algo debía de ser.
-Tenemos que hablar – le dijo una voz conocida,
mientras era jalado por el brazo hasta llegar a un pasillo solitario.
-¿Qué demonios te pasa? – se quejó al ver a Theodore
frente a él.
-¡Qué coincidencia! – Exclamó irónicamente – Es lo
mismo que me preguntaba sobre ti.
Ron lo veía directamente a los ojos tratando de
averiguar qué demonios traía en manos el Slytherin, la verdad era que nunca había
visto así de molesto a Nott, de hecho, de los seis (o cuando se reunían los
seis) con el que menos convivía era precisamente con él, con Theo, a pesar de
que él fue el primero que se unió al clan Gryffindor cuando comenzó a salir con
Neville.
Neville, esa debía ser la razón.
-Déjame adivinar, tu novio ya se fue a quejar que no
le dirigimos la palabra Harry y yo – el pelirrojo se cruzó de brazos.
-Escúchame muy bien, porque no lo volveré a repetir –
le advirtió el Slytherin acercándose demasiado – lo que haya ocurrido entre tú
y Blaise es muy tu problema. Lo que haya ocurrido entre Francis y Blaise es un
asunto del cual no tienes la más maldita mínima idea, así que deja de sacar
conclusiones que ni siquiera se acercan a la verdad.
-Estas admitiendo que hubo algo entre Francis y
Blaise, así que…
Un golpe secó, a unos cuantos centímetros de su cara,
lo hizo callar. Theodore había dado un puñetazo a la pared con su mano
izquierda.
-No sabes nada Weasley y posiblemente jamás te llegarás
a enterar – dijo enojado – solo piensa por un momento, en que si Blaise,
Neville o cualquier de nosotros jamás te haya dicho nada de lo que tú crees que
haya pasado con ese profesor y Blaise, sea por alguna razón. Y no, no es por
‘cubrir’ las ‘infidelidades’. Tal vez sea por una cuestión de protección. Que
quizás la vida de alguien depende de
no decir nada.
Dicho esto, Theo se alejó del pelirrojo, dispuesto
irse de ahí.
-¿Protección? ¿A qué demonios te refieres? – preguntó
el pelirrojo. Theo se dio la vuelta, lo escudriñó con cautela, pareciera como
si le fuera a revelar ese gran secreto del cual al parecer todos sabían menos
él.
-Dile a Potter que se deje de jueguitos – advirtió –
si acusó a Neville por ocultar cosas, entonces dile que yo no lo haré y le diré
a Draco su secreto.
Y sin más el Slytherin caminó hacia su Sala Común,
dejando a un Ron demasiado confundido por la reciente información.
[…]
Cuando Neville llegó a su Sala Común, Harry acaba de
terminar de llenar su solicitud para la Academia de Aurores, aunque en realidad
no necesitaba llenar una, con el simple hecho de ser el chico-que-vivió, él ya
estaba aceptado en cualquier lugar que quisiera entrar y eso le molestaba.
El recién llegado al ver que Harry se encontraba ahí,
desvió su camino y se dirigió directamente hasta las habitaciones, era mejor
así, evitar más problemas de los que ya tenía con él.
-¡Oye, no me esperaste! – Se quejó Ron al llegar al
lado del ojiverde – quedamos que los dos llenaríamos la solitud y la
enviaríamos juntos.
-Esos eran los planes, pero si mi memoria no falla,
eso mismo le dijiste a Terry hace dos días – le respondió Harry. Ron enarcó una
ceja en son de duda. Recordaba haber conversado con Terry sobre las carreras
que estudiarían, ambos coincidieron en ir a estudiar en la Academia de Aurores,
lo que no recordaba era el haber quedado con el Ravenclaw para mandar la
solicitud juntos. Quizás el haber estado bebiendo demasiada cerveza de
mantequilla tuvo algo que ver.
-Lo olvidé – dijo sonrojado.
-Por cierto, ¿Qué castigo crees que les den? – quiso
saber el ojiverde.
-No me preocupa el castigo – murmuró mientras
observaba la solicitud de la Academia.
-Cierto, estarás con Blaise – El pelirrojo gruñó, por
reflejo recordó la pequeña e interesante charla que tuvo solo minutos atrás con
Nott.
-¿Sabes? Creo que somos injustos con Neville con
respecto al asunto de Blaise – soltó de pronto.
-¿Qué?
-Quizás Neville no me dijo nada para protegerme, para
evitar que me decepcionará de Blaise…
-¿Cómo dices? – preguntó confundido.
-Eso, que Neville no tenía la obligación de decirme
sobre el beso de ese profesor y Blaise – Harry notaba algo raro en su amigo
pelirrojo. Normalmente Ron evitaba hablar del tema ‘Blaise’ o simplemente
pronunciar su nombre. Sin embargo, en el último mes, su amigo lo nombraba cada
vez que podía.
-¿No?
-No. Es decir, es como si nosotros supiéramos que Theo
estuviera engañando a Neville, lo primero que haríamos seria encarar a Nott y
si éste no le dijera nada, tal vez se lo diríamos a Neville – razonó el
pelirrojo.
-Cierto – le dio la razón – protegeríamos a nuestro
amigo de cualquier cosa.
Ron sonrió de lado, sin embargo, le comenzaron a
rondar las palabras de Theo sobre Harry.
-Harry… — no estaba muy seguro si decirle o no, pero
al ver a Harry más dispuesto que nunca a
escuchar se arriesgó - ¿estás engañando a Draco?
-¡Qué! – Entornó los ojos – ¡No! ¡Por supuesto que,
No! – Gritó - ¿Corner te dijo algo? – interrogó nervioso.
-¿Corner? – Ron se levantó bruscamente — ¿Michael Corner?
¡Por Merlín, Harry! ¡Sí lo estás engañando!
-¡Shh! – le tapó la boca enseguida - ¿Cómo lo supiste?
– preguntó derrotado.
-Preocúpate por el quién
me lo dijo… — musitó, aún sin poder creer que Harry estuviera engañando a
Draco.
El ojiverde comenzó analizar la situación, ¿Draco?
Claramente el rubio no se lo dijo o él ya estaría más que muerto y enterrado.
¿Blaise? Tampoco, el moreno quedaba descartado, por obvias razones al igual que
Neville. ¿Theodore? Harry entornó los ojos.
-Nott – susurró lentamente. El pelirrojo asintió con
la cabeza - ¡Demonios! Se lo dirá a Draco – se quejó.
La situación entre Corner y él, estaba así: desde
aquel día que Harry y Draco habían discutido, el ojiverde se había acostado
nuevamente con el Ravenclaw y desde ese entonces no lo había vuelto a ver, ni
siquiera un ‘Hola’ o una mirada de advertencia para guardar silencio. Nada.
Aunque el Gryffindor seguía en su postura de estar enojado con Draco por
haberle ocultado lo de Blaise y el profesor.
-Ya lo hubiera hecho, pero por alguna extraña razón no
se lo ha dicho – le comunicó el pelirrojo.
Harry parecía meditar las cosas. Lo cierto era que la
culpa lo invadía cada vez y era por eso que quería hacer las paces con el rubio,
aunque no hacía su mejor esfuerzo, sin embargo, con la reciente noticia de que
Nott sabía su secreto, tenía que
hacer algo y rápido.
-Tengo que hablar con Draco antes que él lo haga –
exclamó decido, se puso de pie dispuesto a hacer las paces con el Slytherin.
Justo en el momento que se puso de pie, Neville bajaba
de las escaleras y al ver a los dos chicos en la Sala Común, decidió regresar a
su habitación.
-¡Neville, espera! – llamó el pelirrojo.
[…]
Tenía más de media hora esperándolo, ya lo tenía
decidido. Era ahora o nunca. Él no tenía dudas, sabía lo que sentía por aquel
pelirrojo y no lo dejaría ir tan fácilmente. Zabini lo había hecho, pero él no.
Él haría de su relación algo formal, lo haría su novio. Y sería ese día.
Preferentemente antes de que Ronald Weasley se fuera a cumplir el castigo con
aquel Slytherin.
Era por eso que Terry Boot estaba nervioso. Y se puso
aún más cuando vio salir al susodicho por el retrato de la señora gorda.
-¡Hola! – le envió un saludo demasiado efusivo para su
pesar.
-¿Terry? – llamó confundido el pelirrojo, no estaba
muy seguro de haber quedado con él a esas horas.
-¿Podemos hablar? – preguntó, tranquilizándose un
poco.
-Me dirigía a mi castigo – dijo con pesar.
-Lo sé, solo será unos momentos, lo prometo – aseguró.
-De acuerdo – accedió.
Ambos caminaron hasta un aula vacía, el Ravenclaw
estaba un poco inquieto por la propuesta que le haría al chico pelirrojo. El Gryffindor
se estaba poniendo nervioso por el futuro castigo, ya que estaría con Blaise. ¿Y
si por una extraña coincidencia Blaise le pidiera salir nuevamente con él? ¿Aceptaría?
-Seré honesto y directo contigo – dijo el Ravenclaw
una vez dentro del aula – Te amo.
El pelirrojo entornó los ojos al escuchar la
confesión. Parpadeó un par de veces, no estaba muy seguro de lo que había
escuchado. ¿Terry le había dicho que lo ‘amaba’?
-Terry… yo…
-Sé que no soy correspondido al cien por ciento –
exclamó acercándose a él cada vez más – pero también sé que sientes algo por mí,
quizás no me ames como lo estoy haciendo yo, pero…
El chico se acercaba cada vez más, Ron lo observaba en
silencio y aquí entre nos, más nervioso por las palabras que le estaba
diciendo. No estaba seguro pero sabía que Terry le propondría algo, la cuestión
era ¿aceptaría?
-Solo te pido una oportunidad, déjame demostrarte que
te puedo hacer feliz – Ron abrió la boca, pero enseguida la cerró.
Terry era un buen chico y si fueran otras
circunstancias, quizás le daría esa oportunidad que le estaba pidiendo sin
detenerse a pensarlo siquiera. Sin embargo, este no era el caso. Ron aún tenía
la esperanza de arreglar las cosas con Blaise, ya que muy en el fondo, algo le
decía que el Slytherin aún lo amaba y para qué negarlo, él también lo hacía. Y
se le había presentado la oportunidad para hacerlo: el castigo.
Con lo que no contaba era con la repentina declaración
de Terry. El pelirrojo no quería herir sus sentimientos y al darle una negativa
lo haría, pero también el darle falsas esperanzas.
Terry al ver que Ron se había quedado sorprendido por
su petición, decidió no presionar.
-No me respondas ahora – dijo de modo conciliador – tómate
el tiempo que desees, solo piénsalo ¿de acuerdo?
Ron asintió levemente. Y sin más el Ravenclaw salió
del aula.
[…]
Draco estaba muy concentrado llenando su solicitud
para la Universidad Mágica de Especialidades, que no se dio cuenta que desde hacía
un buen rato, tanto Blaise como Theo le estaban haciendo compañía en el Gran
Comedor. Era la hora del descanso, después de eso, el moreno se dirigiría a su
castigo.
-¿Qué es lo que todos están haciendo de manera tan
concentrada? – quiso saber Blaise, al ver que algunos alumnos estaban muy
concentrados en alguna especie de encuesta, dudaba mucho que fuera por los
trabajos finales, ya que aún faltaban cuatro meses para que se terminara el año.
-Son las solicitudes para las carreras mágicas – le
comunicó Theo, mientras terminaba el ensayo de la materia de Transformaciones -
¿No harás la tuya?
Blaise desvió su mirada hacia Draco. Aún recordaba
aquel momento cuando Bilius y él hacían planes para ese momento. Habían
decidido que ambos llenarían sus solicitudes, su pelirrojo mandaría su
solicitud hacia la Academia de Aurores y él, hacia la Universidad Mágica de
Especialidades para estudiar Medimagia.
-No lo sé – murmuró, mientras volvía la vista hacia su
libro de DCAO - ¿crees que nos acepten en alguna universidad? Ya sabes por el
asunto de Voldemort y eso – lo miró a los ojos.
-Nunca lo sabremos si no las enviamos – respondió
Theo, recordando la pequeña charla con su novio.
-Tienes razón – coincidió el moreno.
-Draco ¿podemos hablar? – Los tres chicos se
sobresaltaron al escuchar la voz de Harry, ya que ninguno lo vio llegar hasta
con ellos – lo siento – se disculpó al darse cuenta.
-Estoy ocupado – rezongó el rubio, sin despegar la
mirada de su solicitud. El Gryffindor le quitó el pergamino, haciendo que
finalmente el rubio le pusiera atención – te la regreso cuando terminemos de
hablar ¿de acuerdo? – le propuso.
Draco, a regañadientes, lo siguió. Harry le envió una
mirada de complicidad hacia Theo antes de seguir al rubio. El castaño por su
lado, no le dio a entender nada. Era verdad que Theo sabía su pequeño secreto,
lo había descubierto en aquel solitario pasillo junto con Michael Corner, ambos
hablaban demasiado cerca y los había visto partir hacia el séptimo piso, sería
una ingenuidad de su parte el no pensar
lo qué harían ambos chicos en la sala de los menesteres que no fuera más
que sexo. Lo comprobó al ver la actitud que habían tomado los siguientes días
de eso.
-Gracias por lo que hiciste – la voz de su novio y el
casto beso que le dio en los labios lo trajo a la realidad.
-¿Qué? – Theo parpadeó desconcertado, Neville le sonrió
cálidamente.
-Hablaste con Ron y Harry ¿cierto? – inquirió el
Gryffindor. Theo por primera vez no supo qué decirle – gracias.
El Slytherin le sonrió, ese era su Neville, el chico
sonriente que tenía frente a él, no aquel chico achicopalado de días atrás.
-Me voy a mi castigo – les interrumpió Blaise con cara
de pocos amigos.
-Oye – le llamó Theo, en cuanto se puso de pie – tal
vez… no sea tan malo el castigo – le guiñó un ojo, Blaise enarcó una ceja en
son de duda, se encogió de hombros y siguió su camino.
-No tiene idea que él y Ron estarán juntos, ¿verdad? –
preguntó Neville. Theo sonriente negó con la cabeza.
[…]
¿Hablaría con él? ¿Lo perdonaría? ¿Olvidaría todo? ¿Comenzaría
de cero?
Un millón de dudas invadían al pelirrojo. Había
llegado desde minutos atrás al lugar del castigo, así que no era de extrañarse
que estuviera solo y con los nervios de punta. En un momento a otro Blaise, su Blaise, entraría por aquella puerta,
ambos estarían solos y esta vez no sería por coincidencia como aquel día del
jardín. No, esta vez era una situación distinta. Ambos estarían un gran rato a
solas.
Hablarían, probablemente arreglarían las cosas y
quizás volverían. Retomarían su relación, después de todo ya habían estado
medio año juntos y…
-¿Bilius? – esa voz…
Al pelirrojo le aumentó su ritmo cardiaco al escuchar
la voz de Blaise a sus espaldas. Lentamente se dio la vuelta hasta quedar
frente a frente del moreno. Abrió la boca para responderle, sin embargo ésta de
un momento a otro se le secó. No podía articular palabra alguna ¿Qué demonios
le ocurría? ¿Por qué de pronto se sentía
así? ¿Por qué se comportaba de esa manera? Se supone que odiaba al chico que tenía
frente a él por su traición.
-¡Hola, jóvenes! – Saludó el profesor - ¿ansiosos por
cumplir el castigo? – inquirió de manera cómplice, no era de extrañarse que
algunos profesores sabían sobre la relación amorosa de ambos chicos, sobre todo
el profesor Slughorn que era el jefe de la casa del chico moreno. Lo que no sabía
era que ambos chicos ya no tenían más ésta relación, sin embargo eso no quitaba
que el profesor sospechara que el castigo solo se tratara de una coincidencia.
Los dos chicos lo observaron expectantes.
-Su castigo será lo mismo de siempre, supongo –
comenzó hablar – limpiar calderos, lavar instrumentos de trabajo, ordenar frascos
y esas cosas – Con un movimiento de varita, hizo aparecer los calderos – les
dejaré usar magia – ambos chicos abrieron la boca, pero enseguida la cerraron
por el asombro – solo utilizaran un hechizo, el cual podrán usar las veces que
quieran – les dijo con una sonrisa – sus varitas – los chicos pusieron a la
vista sus respectivas varitas, el profesor conjuró un extraño hechizo sobre
éstas, luego se las devolvió – listo. Yo me retiro, cuando terminen vayan a mi
oficina para regresar a la normalidad sus varitas.
Y sin más preámbulos el profesor se retiró dejando
solos a los chicos.
Blaise observaba detenidamente a Ron tratando de
recordar por qué éste se encontraba ahí y por qué él no lo sabía, estaba más
que claro que todos los sabían a excepción de él mismo, no por nada Theo le había
dicho esas palabras en el Gran Comedor.
Se sacudió la cabeza olvidándose de ese pensamiento,
es decir, ¡esa era su oportunidad! Tenía frente a él a Bilius. Se había hecho
el propósito de olvidarlo, ya que lo había visto con Terry muy feliz, pero no
podía seguir engañándose: aún lo amaba. Y lucharía por él.
-Bilius – lo llamó.
Ron que desde hacía rato no se había movido (y que
evitaba su penetrante mirada), se tensó en demasía. Bilius. Le había llamado y él se sentía desfallecer.
-Yo… — Blaise se acercó a él, llevó su mano derecha
hasta la mano izquierda del pelirrojo: “Te amo” pensó en decirle, pero no podía
decírselo así directamente sin faltar al maldito Pacto Mágico.
-Solo dilo – le susurró Ron viéndolo a los ojos – dime
que me crees, que aún me amas y todo quedará olvidado – pidió suplicante.
El moreno subió su mano hacia la mejilla del pelirrojo,
éste cerró los ojos en cuanto sintió el contacto. El Slytherin puso su frente
en la del otro, con ambas manos sostenía la cara de su lindo Bilius. Él sabía
lo que quería hacer, hacía mucho,
muchísimo, tiempo que ansiaba nuevamente besarlo. Deleitarse en sus labios,
en su sabor…
Y qué decir de Ron, él también lo deseaba
desesperadamente. Él también quería perderse entre sus labios, en ese sabor
característico del otro chico. De su
chico.
Blaise cortó el espacio entre ambos. Unió sus labios
con los del Gryffindor. Parecía estar en una especie de sueño del cual no
quería despertar. Nuevamente estaba entre los brazos de su lindo Bilius.
Comenzaron con movimientos suaves y lentos, como si estuvieran reconociéndose
nuevamente. Blaise bajó una de sus manos hacia el cuello y la otra hacia la
espalda del pelirrojo, el Gryffindor pasó sus manos detrás de la nuca del
Slytherin.
Ambos se habían extrañado, los dos habían anhelado ese
momento que creyeron que nunca volvería a ocurrir. Y sin embargo ahí estaban,
besándose. Demostrándose que aún se amaban y que sin importar lo que se
hubieran dicho anteriormente aún su amor seguía latente.
Profundizaron el beso con movimientos un poco más
bruscos, Ron bajó sus manos hasta la túnica del otro chico a la cual había comenzado a desabrochar, mientras el moreno
bajaba sus besos hacia el cuello.
-Blaise… — gimió el pelirrojo, cuando éste lo subió a
la mesa cercana, sin cortar los besos en su cuello.
-Bilius, te am…
Sin siquiera terminar la frase, un caldero cayó
estrepitosamente desde la mesa en la cual se encontraba Ron sentado, rompiendo así
el momento. Blaise parpadeó nervioso. Algo no estaba bien. Ron lo veía de
manera extraña y después simplemente todo se volvió oscuro.
-¡Blaise! – Llamó Ron bajándose rápidamente de la mesa
- ¿Blaise? – insistió al ver que el moreno no respondía, sin más preámbulos,
como pudo, se dirigió con él hacia la enfermería. Tenía la extraña sensación
que algo no andaba bien.
En cuanto llegó a la puerta de la enfermería se
encontró con la medimaga que los veía de manera extraña.
-Estaba por ir a buscarlos a ambos – les dijo con voz
autoritaria.
-Blaise se ha desmayado – le comunicó Ron, pasando de
ella, mientras lo acomodaba en una de las camas.
-¡Por supuesto que se ha desmayado! ¡Es normal que lo
haga! – exclamó furiosa la medimaga.
-¿Qué es ‘normal’?
– quiso saber Blaise recuperándose lentamente. La medimaga enarcó una ceja.
Ambos chicos pasaron saliva trabajosamente cuando la señora les envió una
mirada severa.
-Querían comportarse como adultos – dejó salir – pues
bien, ahora se harán responsables como los adultos que se creen.
-¿De qué habla? – preguntó confundido el Gryffindor.
-Lo que no entiendo es cómo lograron reunir los ingredientes
– seguía con la reprimenda - ¿Cómo prepararon la poción de fertilidad? Es muy complicada. ¡Pero, claro! Teniendo al señor
Malfoy y al señor Nott, que son excelentes en realizar pociones, no les fue
difícil ¿cierto?
-¿Poción…? – murmuró Blaise, varias frases con la voz
de Morseferth se le vinieron a la mente “¿jugo
de calabaza?”
-¿Qué quiere
decir? – esta vez le reclamó el pelirrojo.
-Si ambos querían más responsabilidades de las que ya
tienen, lo lograron. Van a ser padres – le soltó enojada la señora.
-¡Qué! – ambos gritaron.
-Es por eso de sus síntomas señor Zabini, sus
desmayos, sus mareos, su inestabilidad en la magia. Esta embarazado.
Las últimas dos palabras de la medimaga le resonaron
en su mente una y otra vez. Ron que estaba a su lado, dio un paso atrás
rápidamente mientras lo veía de manera acusadora.
Aclaraciones:
Muy bien, aquí una pequeña y fugaz
explicación del asunto de Terry y Ron.
Francis preparó una poción para que
tanto Ron como Terry sintieran atracción uno hacia el otro. Ambos chicos
estuvieron expuestos bajo esta poción durante mucho tiempo hasta el momento en
que Francis fue capturado, así que el elfo (el cual les daba la poción en sus
comidas y bebidas de manera clandestina bajo las órdenes de Morseferth) dejó de
dárselas.
Sin embargo, no hay que olvidar que,
desde antes que Francis les diera la poción a ambos chicos, ellos ya habían
tenido varios encuentros sin que los efectos de la poción tuviera algo que ver.
Por ejemplo, cuando Blaise terminó con Ron y éste se quedó en el pasillo solo y
Terry llegó ahí por no poder dormir. (Capitulo 17: Citas). Así que, no es de
extrañarse que entre ambos chicos haya algo. No es que estén plenamente
enamorados uno del otro, pero sí hay algo.
El haber dejado de tomar la poción tiene
ciertas consecuencias y se ven claramente en este capítulo, por ejemplo Terry
sí está enamorado de Ron. Y Ron, claramente tiene dudas con respecto al
Ravenclaw, ya que sin la poción, podríamos decir que sus sentimientos ya no son
tan ‘fuertes’ hacia con él, en cambio hacia con Blaise, pues sabemos que aún lo
ama.
Y eso es todo n.n
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