miércoles, 28 de diciembre de 2011

Capitulo Veintitrés: Noticias inesperadas (2)

Obsesión


Capitulo Veintitrés: 

Noticias inesperadas (2)


El mes siguiente transcurrió lentamente, para algunos tortuosamente más lento que para otros. Ron y Harry habían decidido aplicarle ‘La regla del hielo’ a Neville por ocultarles lo de Blaise y Francis. Draco aún no conseguía hacer las paces con Harry y por si fuera poco los pergaminos anónimos habían vuelto a atormentarlo secretamente. Blaise había decidido alejarse definitivamente de su lindo Bilius, si él ahora era feliz con Terry, que lo fuera. No se interpondría entre ambos. Neville estaba cada vez más triste por el rechazo de parte de sus dos amigos y a Theo definitivamente no le agradaba verlo de eso manera.
Estaban en el Gran Comedor, era la hora del descanso después de una larga jornada de estudios. Blaise comía como si no hubiera un mañana. Draco y Theo estaban preocupados por él, en los últimos días habían notado cómo su moreno amigo había subido de peso y les alarmaba la idea de que Blaise se estuviera desahogando con la comida.
-¡Postres de calabaza! – exclamó Blaise entusiasmado cuando apareció ante él, el postre.
-¡Merlín, Blaise! Ayer con solo verlos vomitaste – se quejó el rubio, al recordar que en él había caído una considerable cantidad de ese lamentable hecho.
-Cierto – reconoció el moreno, cuando ya iba en su segunda ronda – pero hoy se ven muy apetecibles ¿no crees?
Draco abrió la boca para reclamar, pero decidió no hacerlo. La verdad era que Blaise estaba muy entusiasmado, cuando los días anteriores había estado deprimido, así que mejor decidió no arruinarle ese momento de felicidad.
[…]
Harry y Ron estaban en su habitación tratando de hacer la redacción de Pociones que tenían que entregar al día siguiente, sin embargo por uno u otro motivo, no lograban comenzar siquiera la introducción.
-Entonces, ¿tú y Terry? – quiso saber Harry, ya que había visto a Ron y al Ravenclaw muy unidos, sobre todo después de aquel día de Navidad – ¿están saliendo?
-No – dio por zanjada la conversación. Harry entendió el mensaje, quizás en ese momento su amigo no quería hablar sobre ello, pero él se encargaría de averiguar qué ocurría.
Escucharon unos pasos acercarse a la habitación, segundos después Neville atravesó la puerta. Los tres se quedaron en silencio.
-¿Quieres seguir la conversación en otro lado, Harry? – le propuso Ron mientras recogía sus cosas – tal vez en un lugar donde no se guarden secretos – y sin más los dos salieron de la habitación. Como lo venían haciendo cada vez que Neville llegaba al mismo lugar que ellos.
[…]
Se encontraba en la mesa de la esquina. Había puesto dos hileras de libros a ambos lados de la mesa, la primera era para la redacción de Pociones y la segunda para ocultarse de cualquier persona que quisiera molestarlo, no es que lo hicieran, pero aún había alumnos rencorosos por lo de Voldemort y solían hacerle bromas pesadas (aunque al que le gustaban gastarle bromas más seguidas era a Draco). Así que ahí estaba Blaise tratando de concentrarse y hacer la redacción.
A unas cuantas mesas de distancias, se encontraban Harry y Ron, también tratando de hacer la redacción de Pociones, sin Hermione les resultaba difícil concentrarse y tener a tiempo los deberes. Después de varios minutos por fin lograron hacer una redacción decente.
-He terminado – exclamó Harry satisfecho de sí mismo, el pelirrojo gruñó, aún no lograba concluir de manera coherente su redacción – entonces, ¿me lo dirás? – insistió.
-El decirte ¿Qué? – murmuró el pelirrojo sin despegar la vista de su pergamino.
-¿Estás o no saliendo con Terry?
-No – le respondió, echándole un último vistazo a su redacción.
-No me mientas Ron – le dijo confidencial – has salido muchas veces con él, es para que mínimo tú y él ya hayan…
-Pues no, no estamos saliendo – respondió seriamente, viéndolo a los ojos – he tenido citas con él, pero solo eso, aún no es algo ‘serio’ ¿sabes?
-¿Y qué esperas? – dejó salir, confundido.
Ron abrió la boca para responderle pero en esos instantes reconoció a Blaise en la mesa de la esquina en medio de dos torres de libros. La verdad era que aún no tenía algo serio con Terry porque tenía la esperanza de que entre él y Blaise se arreglaran las cosas. Ese intrigante ‘Perdón’ que le había dicho un mes atrás lo había hecho dudar.
Besaba a Terry de una manera que buscaba aquel sabor característico de Blaise, sin embargo no lo encontraba y no lo encontraría, al menos no en aquel chico. Cuando cayó en cuenta en lo patético que había sido, dejó de besarlo. Él no se merecía eso, ni mucho menos Terry.
-¿Por qué lo has hecho? – preguntó el Ravenclaw confundido.
-No lo sé… — reconoció el pelirrojo.
Su mirada se perdió hacia la nada, hasta el momento en que vio cómo un arbusto se movía lentamente. Frunció el ceño ligeramente cuando reconoció una silueta a través del arbusto. Era Blaise.
-¿Me disculpas un momento? – le murmuró y sin esperar respuesta fue hacia aquel arbusto.
Y ahí lo vio, a su Blaise.
Lucía diferente. Ambos se vieron a la cara lentamente. El Gryffindor comprobó que aquel Slytherin aún le hacía sentirse nervioso. Podía sentir cómo su corazón palpitaba rápidamente, sus manos comenzaron a sudarle. Era increíble que a pesar de todo, aquel chico que tenía frente a él, pudiera hacerle sentir de esa manera. Eso lo hacía sentir patético.
Sin embargo, cuando Blaise extendió su mano hacia su mejilla lo hizo sentir nuevamente querido por él. Aquel insignificante roce le hizo tener esperanza.
-Perdón…  — le murmuró.
Y él, estuvo dispuesto a perdonarlo a olvidar todo lo ocurrido, a empezar de cero. Sin embargo, no contaba que Blaise se desmayara en esos momentos.
-¡Blaise! – llamó inútilmente.
-¿Qué le pasó? – la voz de Draco lo sobresaltó en demasía, no lo había visto llegar.
-No sé, solo se desmayó – comunicó, desesperado.
Lo que sucedió después fue todo muy rápido, en cuestión de segundos no solo era Draco el que estaba auxiliando a Blaise, sino que también habían llegado Theodore y Neville. De pronto él se sintió como un extraño alrededor de ellos.
Como si no tuviera ya un lugar entre los Slytherin…
Vio cómo Draco y Theo se llevaban a Blaise a la enfermería y él simplemente no supo qué hacer.

-¿Ron? – llamó Harry al ver que su amigo se había quedado serio.
El pelirrojo se había perdido en sus pensamientos. ¿Y si Blaise aún lo amaba? ¿Y si lo que había visto entre Blaise y Francis no era lo que él pensaba?
-Terry es… amable – volvió la mirada hacia donde estaba Harry – atento, ha estado conmigo en los momentos que ni siquiera quería que estuviera, además es divertido y feo no es… — le confesó.
-¿Pero?
-Pero… — susurró Ron.
-No es Blaise ¿cierto? – inquirió.
-No es Blaise… — coincidió, mientras veía cómo Blaise se quedaba dormido sobre unos cuantos pergaminos.
[…]
Neville estaba sumido en sus pensamientos, llevaba más de quince minutos en silencio ahí acostado boca-abajo en la cama de su novio, mientras Theo se encontraba sentado en el piso, recargando su espalda en el borde de la cama.
-¿Me contarás lo que te sucede? – murmuró Theo, volteando lentamente hacia con él.
-No me sucede nada – confesó, acariciando su cabello.
-Entonces, he estado imaginando cosas. Porque desde semanas has estado de ese ánimo – soltó, viéndolo a los ojos.
Neville hizo una mueca. Suspiró lentamente.
-De acuerdo – se rindió – no sé cómo sucedió, pero Ron sabe que hubo algo entre Blaise y el profesor Morseferth.
-¿Cómo dices? – entornó los ojos.
-Yo también me sorprendí cuando me lo dijo – aclaró, sentándose en el borde la cama – No sabe exactamente lo que ocurrió entre ambos – el Slytherin lo escuchaba atentamente.
-De acuerdo. Pero ese no es el verdadero motivo por el que estás triste, ¿cierto?
-Ambos se molestaron. Me refiero a Harry y Ron, creen que yo lo sabía y que se los oculté todo este tiempo.
-¡Demonios! – Maldijo – lo siento mucho Neville.
-No te preocupes, Blaise también es mi amigo y sé que es más importante el silencio – dijo de manera conciliadora.
-Pero a cambio tus amigos te han dado las espaldas – respondió un poco enojado.
-Sé que tarde o temprano haremos las paces – expresó intentando sonreírle.
-Y hasta que eso suceda tú estarás así. Y eso no me gusta Neville – le confesó – debería darle unos buenos golpes a tus amigos para que recapaciten – gruñó.
-No harás nada de eso, ¿cierto? – preguntó un poco inquieto al ver que su novio estaba más decidido que nunca a golpear a sus amigos al estilo muggle.
-No – dijo con una sonrisa - ¿has terminado tu solicitud?
Neville se la extendió.
Desde la mañana en todas las salas comunes habían aparecidos anuncios sobre las carreras mágicas, todos los alumnos de séptimo año estaban invitados a llenar sus solicitudes y entregárselas al jefe de su casa o directamente enviarlas por vía lechuza a la Universidad Mágica correspondiente.
Theodore y Neville se pusieron en ello inmediatamente.
-¡Ni siquiera has empezado la tuya! – refunfuñó al ver su solicitud.
-Lo estuve pensando – le confesó Theo – quizás… no sea buena idea mandar mi solicitud.
-¿Por qué? – reprochó seriamente.
-Todavía hay magos que creen que somos Mortífagos – comentó, observando la solicitud.
-¡Pero se aclararon las cosas! Ustedes estaban de nuestro lado, además Dumbledore…
-Lo sé y tú lo sabes, pero hay gente que aún no olvida y que nunca creyó al cien por ciento las palabras de Dumbledore.  Así que…
-Así que tú llenarás tu solicitud y dejarás de hacer hipótesis sin fundamento – sentenció. Theo enarcó una ceja, a veces su novio solía ser muy tenaz.
-De acuerdo – le dijo Theo, mientras le daba un casto beso en los labios – te ves sexy cuando te enojas – el Gryffindor se sonrojó ligeramente.
[…]
Después de observarlo por más de quince minutos, Harry decidió ir a hablar con Draco, lo cierto era que desde ese día que habían discutido, él no había hecho el intento de hacer las paces con el rubio, seguía molesto, aunque una parte de él se sentía culpable por haberlo engañado por segunda ocasión con aquel Ravenclaw (aunque internamente sentía que ya estaba a mano con él).
-Hola – saludó sentándose a su lado. El rubio dio un bote sobre su asiento - ¿Qué es eso? – le interrogó  al ver que Draco ocultaba un pedazo de pergamino rápidamente.
-Nada que te importe – le salpicó, indignado. Estaba molesto. Más de tres semanas había intentado hacer las paces y éste ni siquiera se había dignado a enviarle una sola mirada y ahora se le ocurría ir como si no hubiera pasado nada.
-¡Vamos, Draco! – Se quejó el moreno – intento hacer las paces.
-Pues vas muy mal – confesó, dispuesto a levantarse.
-Draco, no seas infantil – aconsejó – escucha, te amo, pero no me agradó que me ocultaras información sobre mi mejor amigo y…
-Y Blaise es el mío, además lo que ocurre entre él y Ron es muy su asunto – contraatacó – y si tus sentimientos van a depender de lo que hacen mis amigos, entonces no creo que me ames como dices que lo haces.
-Claro que te amo, y mi amor no dependerá de nada – le aclaró – pero debes de reconocer que Blaise hizo mal…
-No sabes cómo sucedieron las cosas, tal como lo estás diciendo lo haces quedar como el malo de la película, cuando no es así.
-Entonces dime cómo es – Draco se mordió el labio inferior.
-No puedo decirlo – siseó.
El rubio se levantó de la silla y se fue a sentar a otro lugar. Lo último que quería era hacer una escenita frente a la clase de Pociones. Una vez sentado en otro lugar, sacó nuevamente el pedazo de pergamino, que minutos atrás había escondido de Harry.
No vales nada Malfoy, solo eres el hijo de un maldito mortífago que ha matado al padre de uno de tus mejores amigos ¿Cómo tienes el valor de seguir viéndolo a la cara? 
Draco hizo el enorme esfuerzo de no gritar y maldecir a los cuatro vientos al culpable de aquella nota anónima.
-¿Llego a tiempo? – la voz agitada de Blaise lo sacó de su ensimismamiento.
-¿Qué?
-No soy el único distraído – le dijo sonriente – tengo la sensación que algo se me ha olvidado y no sé qué es – confesó mientras observaba a su alrededor.
-Hola, Harry – le saludó su amigo pelirrojo, sentándose a su lado - ¿estás bien? – interrogó al verlo fulminar con la mirada a cierto rubio Slytherin.
-No – gruñó.
-Escúchame, no tienes por qué enojarte con Draco por lo que haya hecho Blaise – le aconsejó, estaba al tanto de la pelea de ambos – no quiero cargar con eso también – dijo mientras veía a Blaise y a Draco conversar tranquilamente.
Minutos después entró el profesor Slughorn.
-Pongan sus redacciones a la vista, pasaré a recogerlas – les ordenó.
Uno a uno, tanto los Gryffindors como los Slytherins comenzaron a sacar sus redacciones y ponerlas en un lugar visible a los ojos del profesor, sin embargo cierto moreno, no encontraba la suya.
-¡Demonios! – gruñó Blaise mientras rebuscaba en sus cosas aquel pergamino.
-¿No la encuentras? – preguntó Draco, mientras él ponía la suya en la mesa.
-Creo que olvidé hacerla…
-¿Cómo que crees que olvidaste hacerla? – preguntó perplejo.
-Ayer estuviste toda la tarde en la biblioteca haciendo esa redacción – le recordó Theodore, quien estaba sentado en la mesa del lado izquierdo junto a Neville – o eso fue lo que nos dijiste al llegar a la Sala Común.
-Y a eso fui a la biblioteca – aclaró – pero me quedé dormido y cuando desperté regresé a…
-Señor Zabini, su redacción – le pidió el profesor, Blaise puso cara de circunstancias.
-No la hice – confesó.
-Qué decepción… — murmuró el profesor, ya que Blaise, además de haber pertenecido a su famoso Club de las Eminencias, era alumno de su casa – me apena decir esto, señor Zabini se quedará castigado. Lo espero al final de la jornada de clase.
-De acuerdo – respondió.
Algunos Gryffindors estaban sorprendidos, ya que ese profesor, sorprendentemente, era el primero que castigaba a Blaise Zabini en todo el transcurso del año, ya que por alguna extrañan razón (al menos para ellos) mientras estuvo Francis Morseferth en el colegio, no obtuvo ningún castigo o reprimenda alguna.
Ronald Weasley era el más sorprendido de todos, es decir, él había sido testigo de que Blaise estaba en la biblioteca haciendo esa redacción, aunque ahora que lo pensaba mejor, el chico se había quedado dormido, incluso cuando él y Harry habían abandonado la biblioteca.
-Ron, ¿esta es tu redacción? – le preguntó su amigo ojiverde. Ron enarcó una ceja en son de duda. Harry le mostró el pedazo de pergamino, haciéndolo caer en cuenta que aquel pergamino contenía una redacción pero no era la de esa materia.
-Señor Weasley, su redacción – le pidió el profesor al llegar su lado – no me diga que usted tampoco la hizo.
-Sí la hice – replicó Ron – solo que no la tengo aquí, si me da permiso puedo ir a la Sala Común y…
-¿Hacerla? – inquirió. Ron se sonrojó en demasía – está de más decirle que está castigado ¿cierto? – le mandó una mirada inquisidora.
Ron gruñó. Segundos después entornó lo ojos ¿castigado? Instintivamente desvió su mirada hacia Blaise, quien parecía no haberse dado cuenta que ambos estarían castigados.
En cuanto sonó la campana, Ron salió enfurruñado. Estaba molesto, no por el castigo, sino porque Blaise ni por enterado de que ambos estarían en la misma aula solos, cumpliendo un castigo por el mismo motivo. ¿Coincidencia? No lo sabía, pero algo debía de ser.
-Tenemos que hablar – le dijo una voz conocida, mientras era jalado por el brazo hasta llegar a un pasillo solitario.
-¿Qué demonios te pasa? – se quejó al ver a Theodore frente a él.
-¡Qué coincidencia! – Exclamó irónicamente – Es lo mismo que me preguntaba sobre ti.
Ron lo veía directamente a los ojos tratando de averiguar qué demonios traía en manos el Slytherin, la verdad era que nunca había visto así de molesto a Nott, de hecho, de los seis (o cuando se reunían los seis) con el que menos convivía era precisamente con él, con Theo, a pesar de que él fue el primero que se unió al clan Gryffindor cuando comenzó a salir con Neville.
Neville, esa debía ser la razón.
-Déjame adivinar, tu novio ya se fue a quejar que no le dirigimos la palabra Harry y yo – el pelirrojo se cruzó de brazos.
-Escúchame muy bien, porque no lo volveré a repetir – le advirtió el Slytherin acercándose demasiado – lo que haya ocurrido entre tú y Blaise es muy tu problema. Lo que haya ocurrido entre Francis y Blaise es un asunto del cual no tienes la más maldita mínima idea, así que deja de sacar conclusiones que ni siquiera se acercan a la verdad.
-Estas admitiendo que hubo algo entre Francis y Blaise, así que…
Un golpe secó, a unos cuantos centímetros de su cara, lo hizo callar. Theodore había dado un puñetazo a la pared con su mano izquierda.
-No sabes nada Weasley y posiblemente jamás te llegarás a enterar – dijo enojado – solo piensa por un momento, en que si Blaise, Neville o cualquier de nosotros jamás te haya dicho nada de lo que tú crees que haya pasado con ese profesor y Blaise, sea por alguna razón. Y no, no es por ‘cubrir’ las ‘infidelidades’. Tal vez sea por una cuestión de protección. Que quizás la vida de alguien depende de no decir nada.
Dicho esto, Theo se alejó del pelirrojo, dispuesto irse de ahí.
-¿Protección? ¿A qué demonios te refieres? – preguntó el pelirrojo. Theo se dio la vuelta, lo escudriñó con cautela, pareciera como si le fuera a revelar ese gran secreto del cual al parecer todos sabían menos él.
-Dile a Potter que se deje de jueguitos – advirtió – si acusó a Neville por ocultar cosas, entonces dile que yo no lo haré y le diré a Draco su secreto.
Y sin más el Slytherin caminó hacia su Sala Común, dejando a un Ron demasiado confundido por la reciente información.
[…]
Cuando Neville llegó a su Sala Común, Harry acaba de terminar de llenar su solicitud para la Academia de Aurores, aunque en realidad no necesitaba llenar una, con el simple hecho de ser el chico-que-vivió, él ya estaba aceptado en cualquier lugar que quisiera entrar y eso le molestaba.
El recién llegado al ver que Harry se encontraba ahí, desvió su camino y se dirigió directamente hasta las habitaciones, era mejor así, evitar más problemas de los que ya tenía con él.
-¡Oye, no me esperaste! – Se quejó Ron al llegar al lado del ojiverde – quedamos que los dos llenaríamos la solitud y la enviaríamos juntos.
-Esos eran los planes, pero si mi memoria no falla, eso mismo le dijiste a Terry hace dos días – le respondió Harry. Ron enarcó una ceja en son de duda. Recordaba haber conversado con Terry sobre las carreras que estudiarían, ambos coincidieron en ir a estudiar en la Academia de Aurores, lo que no recordaba era el haber quedado con el Ravenclaw para mandar la solicitud juntos. Quizás el haber estado bebiendo demasiada cerveza de mantequilla tuvo algo que ver.
-Lo olvidé – dijo sonrojado.
-Por cierto, ¿Qué castigo crees que les den? – quiso saber el ojiverde.
-No me preocupa el castigo – murmuró mientras observaba la solicitud de la Academia.
-Cierto, estarás con Blaise – El pelirrojo gruñó, por reflejo recordó la pequeña e interesante charla que tuvo solo minutos atrás con Nott.
-¿Sabes? Creo que somos injustos con Neville con respecto al asunto de Blaise – soltó de pronto.
-¿Qué?
-Quizás Neville no me dijo nada para protegerme, para evitar que me decepcionará de Blaise…
-¿Cómo dices? – preguntó confundido.
-Eso, que Neville no tenía la obligación de decirme sobre el beso de ese profesor y Blaise – Harry notaba algo raro en su amigo pelirrojo. Normalmente Ron evitaba hablar del tema ‘Blaise’ o simplemente pronunciar su nombre. Sin embargo, en el último mes, su amigo lo nombraba cada vez que podía.
-¿No?
-No. Es decir, es como si nosotros supiéramos que Theo estuviera engañando a Neville, lo primero que haríamos seria encarar a Nott y si éste no le dijera nada, tal vez se lo diríamos a Neville – razonó el pelirrojo.
-Cierto – le dio la razón – protegeríamos a nuestro amigo de cualquier cosa.
Ron sonrió de lado, sin embargo, le comenzaron a rondar las palabras de Theo sobre Harry.
-Harry… — no estaba muy seguro si decirle o no, pero al ver a Harry más dispuesto que nunca  a escuchar se arriesgó - ¿estás engañando a Draco?
-¡Qué! – Entornó los ojos – ¡No! ¡Por supuesto que, No! – Gritó - ¿Corner te dijo algo? – interrogó nervioso.
-¿Corner? – Ron se levantó bruscamente — ¿Michael Corner? ¡Por Merlín, Harry! ¡Sí lo estás engañando!
-¡Shh! – le tapó la boca enseguida - ¿Cómo lo supiste? – preguntó derrotado.
-Preocúpate por el quién me lo dijo… — musitó, aún sin poder creer que Harry estuviera engañando a Draco.
El ojiverde comenzó analizar la situación, ¿Draco? Claramente el rubio no se lo dijo o él ya estaría más que muerto y enterrado. ¿Blaise? Tampoco, el moreno quedaba descartado, por obvias razones al igual que Neville. ¿Theodore? Harry entornó los ojos.
-Nott – susurró lentamente. El pelirrojo asintió con la cabeza - ¡Demonios! Se lo dirá a Draco – se quejó.
La situación entre Corner y él, estaba así: desde aquel día que Harry y Draco habían discutido, el ojiverde se había acostado nuevamente con el Ravenclaw y desde ese entonces no lo había vuelto a ver, ni siquiera un ‘Hola’ o una mirada de advertencia para guardar silencio. Nada. Aunque el Gryffindor seguía en su postura de estar enojado con Draco por haberle ocultado lo de Blaise y el profesor.
-Ya lo hubiera hecho, pero por alguna extraña razón no se lo ha dicho – le comunicó el pelirrojo.
Harry parecía meditar las cosas. Lo cierto era que la culpa lo invadía cada vez y era por eso que quería hacer las paces con el rubio, aunque no hacía su mejor esfuerzo, sin embargo, con la reciente noticia de que Nott sabía su secreto, tenía que hacer algo y rápido.
-Tengo que hablar con Draco antes que él lo haga – exclamó decido, se puso de pie dispuesto a hacer las paces con el Slytherin.
Justo en el momento que se puso de pie, Neville bajaba de las escaleras y al ver a los dos chicos en la Sala Común, decidió regresar a su habitación.
-¡Neville, espera! – llamó el pelirrojo.
[…]
Tenía más de media hora esperándolo, ya lo tenía decidido. Era ahora o nunca. Él no tenía dudas, sabía lo que sentía por aquel pelirrojo y no lo dejaría ir tan fácilmente. Zabini lo había hecho, pero él no. Él haría de su relación algo formal, lo haría su novio. Y sería ese día. Preferentemente antes de que Ronald Weasley se fuera a cumplir el castigo con aquel Slytherin.
Era por eso que Terry Boot estaba nervioso. Y se puso aún más cuando vio salir al susodicho por el retrato de la señora gorda.
-¡Hola! – le envió un saludo demasiado efusivo para su pesar.
-¿Terry? – llamó confundido el pelirrojo, no estaba muy seguro de haber quedado con él a esas horas.
-¿Podemos hablar? – preguntó, tranquilizándose un poco.
-Me dirigía a mi castigo – dijo con pesar.
-Lo sé, solo será unos momentos, lo prometo – aseguró.
-De acuerdo – accedió.
Ambos caminaron hasta un aula vacía, el Ravenclaw estaba un poco inquieto por la propuesta que le haría al chico pelirrojo. El Gryffindor se estaba poniendo nervioso por el futuro castigo, ya que estaría con Blaise. ¿Y si por una extraña coincidencia Blaise le pidiera salir nuevamente con él? ¿Aceptaría? 
-Seré honesto y directo contigo – dijo el Ravenclaw una vez dentro del aula – Te amo.
El pelirrojo entornó los ojos al escuchar la confesión. Parpadeó un par de veces, no estaba muy seguro de lo que había escuchado. ¿Terry le había dicho que lo ‘amaba’?
-Terry… yo…
-Sé que no soy correspondido al cien por ciento – exclamó acercándose a él cada vez más – pero también sé que sientes algo por mí, quizás no me ames como lo estoy haciendo yo, pero…
El chico se acercaba cada vez más, Ron lo observaba en silencio y aquí entre nos, más nervioso por las palabras que le estaba diciendo. No estaba seguro pero sabía que Terry le propondría algo, la cuestión era ¿aceptaría?
-Solo te pido una oportunidad, déjame demostrarte que te puedo hacer feliz – Ron abrió la boca, pero enseguida la cerró.
Terry era un buen chico y si fueran otras circunstancias, quizás le daría esa oportunidad que le estaba pidiendo sin detenerse a pensarlo siquiera. Sin embargo, este no era el caso. Ron aún tenía la esperanza de arreglar las cosas con Blaise, ya que muy en el fondo, algo le decía que el Slytherin aún lo amaba y para qué negarlo, él también lo hacía. Y se le había presentado la oportunidad para hacerlo: el castigo.
Con lo que no contaba era con la repentina declaración de Terry. El pelirrojo no quería herir sus sentimientos y al darle una negativa lo haría, pero también el darle falsas esperanzas.
Terry al ver que Ron se había quedado sorprendido por su petición, decidió no presionar.
-No me respondas ahora – dijo de modo conciliador – tómate el tiempo que desees, solo piénsalo ¿de acuerdo?
Ron asintió levemente. Y sin más el Ravenclaw salió del aula.
[…]
Draco estaba muy concentrado llenando su solicitud para la Universidad Mágica de Especialidades, que no se dio cuenta que desde hacía un buen rato, tanto Blaise como Theo le estaban haciendo compañía en el Gran Comedor. Era la hora del descanso, después de eso, el moreno se dirigiría a su castigo.
-¿Qué es lo que todos están haciendo de manera tan concentrada? – quiso saber Blaise, al ver que algunos alumnos estaban muy concentrados en alguna especie de encuesta, dudaba mucho que fuera por los trabajos finales, ya que aún faltaban cuatro meses para que se terminara el año. 
-Son las solicitudes para las carreras mágicas – le comunicó Theo, mientras terminaba el ensayo de la materia de Transformaciones - ¿No harás la tuya?
Blaise desvió su mirada hacia Draco. Aún recordaba aquel momento cuando Bilius y él hacían planes para ese momento. Habían decidido que ambos llenarían sus solicitudes, su pelirrojo mandaría su solicitud hacia la Academia de Aurores y él, hacia la Universidad Mágica de Especialidades para estudiar Medimagia.
-No lo sé – murmuró, mientras volvía la vista hacia su libro de DCAO - ¿crees que nos acepten en alguna universidad? Ya sabes por el asunto de Voldemort y eso – lo miró a los ojos.
-Nunca lo sabremos si no las enviamos – respondió Theo, recordando la pequeña charla con su novio.
-Tienes razón – coincidió el moreno.
-Draco ¿podemos hablar? – Los tres chicos se sobresaltaron al escuchar la voz de Harry, ya que ninguno lo vio llegar hasta con ellos – lo siento – se disculpó al darse cuenta.
-Estoy ocupado – rezongó el rubio, sin despegar la mirada de su solicitud. El Gryffindor le quitó el pergamino, haciendo que finalmente el rubio le pusiera atención – te la regreso cuando terminemos de hablar ¿de acuerdo? – le propuso.
Draco, a regañadientes, lo siguió. Harry le envió una mirada de complicidad hacia Theo antes de seguir al rubio. El castaño por su lado, no le dio a entender nada. Era verdad que Theo sabía su pequeño secreto, lo había descubierto en aquel solitario pasillo junto con Michael Corner, ambos hablaban demasiado cerca y los había visto partir hacia el séptimo piso, sería una ingenuidad de su parte el no pensar  lo qué harían ambos chicos en la sala de los menesteres que no fuera más que sexo. Lo comprobó al ver la actitud que habían tomado los siguientes días de eso.
-Gracias por lo que hiciste – la voz de su novio y el casto beso que le dio en los labios lo trajo a la realidad.
-¿Qué? – Theo parpadeó desconcertado, Neville le sonrió cálidamente.
-Hablaste con Ron y Harry ¿cierto? – inquirió el Gryffindor. Theo por primera vez no supo qué decirle – gracias.
El Slytherin le sonrió, ese era su Neville, el chico sonriente que tenía frente a él, no aquel chico achicopalado de días atrás.
-Me voy a mi castigo – les interrumpió Blaise con cara de pocos amigos.
-Oye – le llamó Theo, en cuanto se puso de pie – tal vez… no sea tan malo el castigo – le guiñó un ojo, Blaise enarcó una ceja en son de duda, se encogió de hombros y siguió su camino.
-No tiene idea que él y Ron estarán juntos, ¿verdad? – preguntó Neville. Theo sonriente negó con la cabeza.
[…]
¿Hablaría con él? ¿Lo perdonaría? ¿Olvidaría todo? ¿Comenzaría de cero?
Un millón de dudas invadían al pelirrojo. Había llegado desde minutos atrás al lugar del castigo, así que no era de extrañarse que estuviera solo y con los nervios de punta. En un momento a otro Blaise, su Blaise, entraría por aquella puerta, ambos estarían solos y esta vez no sería por coincidencia como aquel día del jardín. No, esta vez era una situación distinta. Ambos estarían un gran rato a solas.
Hablarían, probablemente arreglarían las cosas y quizás volverían. Retomarían su relación, después de todo ya habían estado medio año juntos y…
-¿Bilius? – esa voz…
Al pelirrojo le aumentó su ritmo cardiaco al escuchar la voz de Blaise a sus espaldas. Lentamente se dio la vuelta hasta quedar frente a frente del moreno. Abrió la boca para responderle, sin embargo ésta de un momento a otro se le secó. No podía articular palabra alguna ¿Qué demonios le ocurría?  ¿Por qué de pronto se sentía así? ¿Por qué se comportaba de esa manera? Se supone que odiaba al chico que tenía frente a él por su traición.
-¡Hola, jóvenes! – Saludó el profesor - ¿ansiosos por cumplir el castigo? – inquirió de manera cómplice, no era de extrañarse que algunos profesores sabían sobre la relación amorosa de ambos chicos, sobre todo el profesor Slughorn que era el jefe de la casa del chico moreno. Lo que no sabía era que ambos chicos ya no tenían más ésta relación, sin embargo eso no quitaba que el profesor sospechara que el castigo solo se tratara de una coincidencia.
Los dos chicos lo observaron expectantes.
-Su castigo será lo mismo de siempre, supongo – comenzó hablar – limpiar calderos, lavar instrumentos de trabajo, ordenar frascos y esas cosas – Con un movimiento de varita, hizo aparecer los calderos – les dejaré usar magia – ambos chicos abrieron la boca, pero enseguida la cerraron por el asombro – solo utilizaran un hechizo, el cual podrán usar las veces que quieran – les dijo con una sonrisa – sus varitas – los chicos pusieron a la vista sus respectivas varitas, el profesor conjuró un extraño hechizo sobre éstas, luego se las devolvió – listo. Yo me retiro, cuando terminen vayan a mi oficina para regresar a la normalidad sus varitas.
Y sin más preámbulos el profesor se retiró dejando solos a los chicos.
Blaise observaba detenidamente a Ron tratando de recordar por qué éste se encontraba ahí y por qué él no lo sabía, estaba más que claro que todos los sabían a excepción de él mismo, no por nada Theo le había dicho esas palabras en el Gran Comedor.
Se sacudió la cabeza olvidándose de ese pensamiento, es decir, ¡esa era su oportunidad! Tenía frente a él a Bilius. Se había hecho el propósito de olvidarlo, ya que lo había visto con Terry muy feliz, pero no podía seguir engañándose: aún lo amaba. Y lucharía por él. 
-Bilius – lo llamó.
Ron que desde hacía rato no se había movido (y que evitaba su penetrante mirada), se tensó en demasía. Bilius. Le había llamado y él se sentía desfallecer.
-Yo… — Blaise se acercó a él, llevó su mano derecha hasta la mano izquierda del pelirrojo: “Te amo” pensó en decirle, pero no podía decírselo así directamente sin faltar al maldito Pacto Mágico.
-Solo dilo – le susurró Ron viéndolo a los ojos – dime que me crees, que aún me amas y todo quedará olvidado – pidió suplicante.
El moreno subió su mano hacia la mejilla del pelirrojo, éste cerró los ojos en cuanto sintió el contacto. El Slytherin puso su frente en la del otro, con ambas manos sostenía la cara de su lindo Bilius. Él sabía lo que quería hacer, hacía mucho, muchísimo, tiempo que ansiaba nuevamente besarlo. Deleitarse en sus labios, en su sabor…
Y qué decir de Ron, él también lo deseaba desesperadamente. Él también quería perderse entre sus labios, en ese sabor característico del otro chico. De su chico.
Blaise cortó el espacio entre ambos. Unió sus labios con los del Gryffindor. Parecía estar en una especie de sueño del cual no quería despertar. Nuevamente estaba entre los brazos de su lindo Bilius. Comenzaron con movimientos suaves y lentos, como si estuvieran reconociéndose nuevamente. Blaise bajó una de sus manos hacia el cuello y la otra hacia la espalda del pelirrojo, el Gryffindor pasó sus manos detrás de la nuca del Slytherin.
Ambos se habían extrañado, los dos habían anhelado ese momento que creyeron que nunca volvería a ocurrir. Y sin embargo ahí estaban, besándose. Demostrándose que aún se amaban y que sin importar lo que se hubieran dicho anteriormente aún su amor seguía latente.
Profundizaron el beso con movimientos un poco más bruscos, Ron bajó sus manos hasta la túnica del otro chico a la cual había  comenzado a desabrochar, mientras el moreno bajaba sus besos hacia el cuello.
-Blaise… — gimió el pelirrojo, cuando éste lo subió a la mesa cercana, sin cortar los besos en su cuello.
-Bilius, te am…
Sin siquiera terminar la frase, un caldero cayó estrepitosamente desde la mesa en la cual se encontraba Ron sentado, rompiendo así el momento. Blaise parpadeó nervioso. Algo no estaba bien. Ron lo veía de manera extraña y después simplemente todo se volvió oscuro.
-¡Blaise! – Llamó Ron bajándose rápidamente de la mesa - ¿Blaise? – insistió al ver que el moreno no respondía, sin más preámbulos, como pudo, se dirigió con él hacia la enfermería. Tenía la extraña sensación que algo no andaba bien.
En cuanto llegó a la puerta de la enfermería se encontró con la medimaga que los veía de manera extraña.
-Estaba por ir a buscarlos a ambos – les dijo con voz autoritaria.
-Blaise se ha desmayado – le comunicó Ron, pasando de ella, mientras lo acomodaba en una de las camas.
-¡Por supuesto que se ha desmayado! ¡Es normal que lo haga! – exclamó furiosa la medimaga.
-¿Qué es ‘normal’? – quiso saber Blaise recuperándose lentamente. La medimaga enarcó una ceja. Ambos chicos pasaron saliva trabajosamente cuando la señora les envió una mirada severa.
-Querían comportarse como adultos – dejó salir – pues bien, ahora se harán responsables como los adultos que se creen.
-¿De qué habla? – preguntó confundido el Gryffindor.
-Lo que no entiendo es cómo lograron reunir los ingredientes – seguía con la reprimenda - ¿Cómo prepararon la poción de fertilidad? Es muy complicada. ¡Pero, claro! Teniendo al señor Malfoy y al señor Nott, que son excelentes en realizar pociones, no les fue difícil ¿cierto?
-¿Poción…? – murmuró Blaise, varias frases con la voz de Morseferth se le vinieron a la mente “¿jugo de calabaza?”
 -¿Qué quiere decir? – esta vez le reclamó el pelirrojo.
-Si ambos querían más responsabilidades de las que ya tienen, lo lograron. Van a ser padres – le soltó enojada la señora.
-¡Qué! – ambos gritaron.
-Es por eso de sus síntomas señor Zabini, sus desmayos, sus mareos, su inestabilidad en la magia. Esta embarazado.
Las últimas dos palabras de la medimaga le resonaron en su mente una y otra vez. Ron que estaba a su lado, dio un paso atrás rápidamente mientras lo veía de manera acusadora.  

Aclaraciones:
Muy bien, aquí una pequeña y fugaz explicación del asunto de Terry y Ron.
Francis preparó una poción para que tanto Ron como Terry sintieran atracción uno hacia el otro. Ambos chicos estuvieron expuestos bajo esta poción durante mucho tiempo hasta el momento en que Francis fue capturado, así que el elfo (el cual les daba la poción en sus comidas y bebidas de manera clandestina bajo las órdenes de Morseferth) dejó de dárselas.
Sin embargo, no hay que olvidar que, desde antes que Francis les diera la poción a ambos chicos, ellos ya habían tenido varios encuentros sin que los efectos de la poción tuviera algo que ver. Por ejemplo, cuando Blaise terminó con Ron y éste se quedó en el pasillo solo y Terry llegó ahí por no poder dormir. (Capitulo 17: Citas). Así que, no es de extrañarse que entre ambos chicos haya algo. No es que estén plenamente enamorados uno del otro, pero sí hay algo.
El haber dejado de tomar la poción tiene ciertas consecuencias y se ven claramente en este capítulo, por ejemplo Terry sí está enamorado de Ron. Y Ron, claramente tiene dudas con respecto al Ravenclaw, ya que sin la poción, podríamos decir que sus sentimientos ya no son tan ‘fuertes’ hacia con él, en cambio hacia con Blaise, pues sabemos que aún lo ama.
Y eso es todo n.n


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