Los cinco elementos
Capitulo Uno:
La pesadilla.
Cerca de las montañas un joven de
cabellera rubia, corría con gran desesperación y no le importaba el hecho de
estar llegando a su límite, por supuesto que no, él solo tenía un objetivo en
mente: salvar a su único hijo.
Se detuvo por unos segundos para
inhalar un poco de aire, aunque eso le costó un poco de trabajo, el efecto de
los cruciatus de unas cuantas horas
antes lanzados hacia su cuerpo le habían hecho mucho daño y en consecuencia su
cuerpo le reclamaba un descanso inmediato; ignoró la petición, cada minuto que
se detenía, era un minuto en el cual su hijo podría ya no estar más.
Emprendió nuevamente su camino,
el cual se tornaba cada vez más difícil de caminarlo, la noche cada vez se
hacía más oscura por falta de Luna
y por lo tanto más peligrosa. Eso
no lo detuvo, él tenía que llegar a su destino, tenía que salvarlo.
*****
-Aquí está mi señor – dijo una
figura encapuchada mientras le entregaba un bulto a su amo – aquí está su
encargo.
-Muy bien… muy pronto serás
recompensado – le prometió siseante su amo, mientras recibía el “encargo” –
ahora vete de aquí, si todo sale bien, mañana mismo te daré tu recompensa.
-Sí, mi Lord – respondió el
encapuchado y se desapareció del lugar con un ¡Paf!
“Es
una noche perfecta”
– pensó el Lord y visualizó una sonrisa tétrica mientras observaba al bulto que
sostenía en sus brazos, se alcanzaba a preciar un poco: era un niño.
Con un movimiento de varita
despertó al pequeño, el cual se asustó al ver que la persona que lo cargaba no
era su padre.
-¡Papi! – llamó asustado mientras
forcejeaba en los brazos del Lord.
-Shhh… tranquilo pequeño, tu papi
pronto estará aquí… pero antes de que
llegue, tú y yo vamos a jugar un rato ¿qué te parece? – el pequeñito lo escuchó
atentamente, pero aun así no dejaba de buscar a su papá con la mirada.
-Quiero a mi papi… – el pequeñito
insistió.
-Tu papi te dio permiso de jugar con nosotros – mintió sin piedad el Señor
Oscuro – él vendrá por ti cuando terminemos de jugar – el niño lo miró por unos
segundos antes de asentir – Bien, te explicaré el juego – dijo triunfante.
Pasados unos minutos, Voldemort salió
de la cabaña junto con el pequeñito a su lado y se dirigió hacia donde estarían
sus leales discípulos y si sus cálculos no fallaban, éstos ya estarían con los
últimos detalles de los preparativos. No se equivocó. El lugar estaba siendo
alumbrado por unas antorchas que indicaban los cuatro puntos cardinales: norte,
sur, este y oeste; mientras sus cuatro Mortífagos trazaban, cada una de ellos en
la tierra, un símbolo distinto que a la vez coordinaban con las antorchas.
A lo lejos, los Mortífagos observaron
a su amo acercarse a ellos con un
pequeñito, de cabello rubio y ojos grises, a su lado.
-¿Ese es el quinto elemento? –
preguntó una de las figuras encapuchadas.
-Parece que sí, de todas formas,
no va haber problema con ello, después de todo es un mocoso que puede ser engañado fácilmente.
-Así es – siseó Voldemort, que al
bajar su capucha se descubrieron sus ojos en forma de rendijas, al mismo tiempo
haciendo sobresaltar a los cuatro hombres – Escuchen mis leales Mortífagos – llamó
su atención – este ritual se tiene que
llevar a cabo lo más pronto posible y sin contratiempos…
-¡Si, mi Lord! – exclamaron los
cuatro mortífago.
Voldemort trazó con su varita un círculo que encerró
los símbolos recién trazados por sus mortífagos y un quinto símbolo en el
centro y le indicó al niño que se parara ahí.
Enseguida los Mortífagos rodearon
la figura circular y cada uno se colocó en el símbolo que minutos atrás fueron
trazados por ellos mismos. En cuanto
llegó la media noche, el primer mortífago comenzó:
-Yo Francis Morseferth que con
orgullo represento el elemento del Fuego ofrezco voluntariamente a mi amo, el
Señor Tenebroso, mi alma y mi magia – enseguida el mortífago se hizo un corte
en el dedo índice de la mano derecha y dejó caer unas cuantas gotas de sangre
en el símbolo que trazó, que representaba el fuego. El niño se asustó ante este
hecho y se tapó sus ojitos con sus manos… él creía que el juego
iba a ser diferente.
Enseguida lo secundó el mortífago
que representaba el elemento del Agua, repitió el mismo hechizo y la misma
acción, así continuó el del elemento de la Tierra y cuando ya iba el que
representaba el elemento del Aire, el círculo ya emanaba un escudo de energía
pura que con cada palabra de los Mortífagos se iba fortaleciendo.
Voldemort se agachó hasta donde
estaba el pequeño que aún seguía con sus
manitas cubriéndose sus ojitos color plata.
-¿Estás listo? Ya es tu turno – le preguntó Voldemort, aunque en
realidad le daba igual si el niño estaba listo o no, pero aun así el pequeñito asintió.
-Ya no me acuerdo lo que tengo
que decir – le confesó triste mientras que su mirada plata veía a la del Lord.
-No te preocupes… yo te ayudo – calmó,
malicioso – repite después de mi – el pequeñito volvió a asentir – “yo Scorpius
Malfoy”.
-Yo Scorpius Malfoy… - repitió el menor.
-¡NO! – se escuchó a lo lejos una
voz angustiante que llamó la atención de los cuatro Mortífagos que estaban como
pilares alrededor del círculo.
“Deténganlo” – sonó la voz del
Lord en sus cabezas “Que el mocoso no
lo vea o todo habrá terminado… yo me ocuparé de ese traidor personalmente más
tarde”
Draco llegó corriendo hasta el
lugar.
-¡Scorpius! – gritó y lanzó un
hechizo que pronto fue repelido por el campo de magia que emanaba el círculo.
-“Ofrezco voluntariamente a mi
amo” – continuó Voldemort diciéndole al pequeño.
-Ofrezco volun… ¡Es mi papá!
¡Papá! – llamó el pequeño rubio cuando vio a Draco que corría en su dirección
desde lejos, el pequeñito también iba ir hacia él…
-¡Vamos! Termina de decir lo que
te dije – reclamó el Señor Oscuro.
-¡No quiero! Quiero ir con mi
papi– refunfuñó el niño.
-Si lo dices te llevaré con tu “papi” – dijo Voldemort en un tono
siseante, su infinita paciencia con él ya se le estaba acabando.
-¿De verdad? – preguntó, con
ojitos de borreguito.
-Sí, vamos termina de decir
“Ofrezco voluntariamente a mi amo”.
Mientras tanto fuera del círculo,
Draco iba corriendo directamente hacia éste, ese tramo se le estaba siendo
eterno, cada paso que daba sentía que era un paso que retrocedía.
-¡Scorpius! – gritó Draco desesperado
al ver lo que se proponía el maldito de Voldemort cuando agarró la manita de su
hijo.
Draco hizo un esfuerzo enorme de
correr lo más que podía para detenerlo.
-¡Scorpius! – Draco se impactó con la onda mágica que
emanaba el círculo y de pronto hubo un destello de luz que iluminó
temporalmente todo el lugar y dejando ciegos a todos los presentes.
-¡SCORPIUS!
Solo el grito desgarrador por
parte del rubio fue lo único que se escuchó, antes de que Harry Potter
despertara sobresaltado en su habitación.
Harry abrió los ojos, sí, se
encontraba en su habitación y a un lado de él dormía apaciblemente un chico
castaño.
-¿Estás bien? – le preguntó el
castaño al sentir que su novio se levantó de un impulso.
-Sí, solo fue una pesadilla – respondió
Harry, pero por algún motivo, algo le decía que eso que había soñado no era precisamente una pesadilla.
-Voy a tomar un poco de agua – le
dijo al castaño que aún lo miraba con duda.
-¿Seguro que está todo bien?
-Sí, voy a tomar agua, la
pesadilla me dejó algo sediento, no tardo – le tranquilizó, mientras le daba un
beso fugaz en la frente.
-Bien – bufó el chico y se volvió
a dormir.
Harry salió de la habitación y en
lugar de dirigirse hacia la cocina, se fue al cuarto de su ahijado Teddy. Lo
contempló por unos momentos y se le vino a la mente la expresión que había
puesto Malfoy al ver a su hijo (que era más o menos de la edad que su ahijado)
a un lado del maldito Voldemort, aunque pensándolo bien, él también hubiera
estado horrorizado, sino es que más, puesto que el pequeño a pesar de que no era
su hijo, lo quería como si lo fuera.
¿Por qué había soñado eso? ¿Por
qué con Malfoy? ¿Por qué con Voldemort? ¿Por qué?
De una cosa estaba seguro, solo
había sido una estúpida pesadilla.
*****
Mientras tanto, en las afueras
del país en un lugar se encontraba una pequeña casa donde solo se encontraba lo
indispensable para sobrevivir, se acababa de aparecer un chico rubio, que traía en brazos a un pequeñito
dormido, lo depositó en la cama y le dio un beso cariñoso en la frente mientras
le daba tiernas caricias en su cabellito rubio platino.
Muchos dirían que es Draco
Malfoy, pero éste ya no era el mismo chico de Hogwarts, no después de que se
enteró que el estúpido de Voldemort tramaba algo oscuro con su único hijo. Se
recargó de la pared cercana y sin despegar la mirada de su hijo se dejó
deslizar hacia el piso mientras dejaba salir leves sollozos acompañados con lágrimas,
qué cerca estuvo de perder a su hijo, qué estúpido fue por haberse confiado. Pero
ya habría tiempo para eso, ahora tenía que…
- Buscar un lugar seguro…
Esos fueron sus últimos pensamientos antes de
dejarse llevar por la inconsciencia.
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