viernes, 9 de diciembre de 2011

Capitulo Uno: La pesadilla.

Los cinco elementos


Capitulo Uno:

 La pesadilla.




Cerca de las montañas un joven de cabellera rubia, corría con gran desesperación y no le importaba el hecho de estar llegando a su límite, por supuesto que no, él solo tenía un objetivo en mente: salvar a su único hijo.

Se detuvo por unos segundos para inhalar un poco de aire, aunque eso le costó un poco de trabajo, el efecto de los cruciatus de unas cuantas horas antes lanzados hacia su cuerpo le habían hecho mucho daño y en consecuencia su cuerpo le reclamaba un descanso inmediato; ignoró la petición, cada minuto que se detenía, era un minuto en el cual su hijo podría ya no estar más.

Emprendió nuevamente su camino, el cual se tornaba cada vez más difícil de caminarlo, la noche cada vez se hacía más oscura por falta de Luna  y  por lo tanto más peligrosa. Eso no lo detuvo, él tenía que llegar a su destino, tenía que salvarlo.


*****


-Aquí está mi señor – dijo una figura encapuchada mientras le entregaba un bulto a su amo – aquí está su encargo.

-Muy bien… muy pronto serás recompensado – le prometió siseante su amo, mientras recibía el “encargo” – ahora vete de aquí, si todo sale bien, mañana mismo te daré tu recompensa.

-Sí, mi Lord – respondió el encapuchado y se desapareció del lugar con un ¡Paf!

“Es una noche perfecta” – pensó el Lord y visualizó una sonrisa tétrica mientras observaba al bulto que sostenía en sus brazos, se alcanzaba a preciar un poco: era un niño.

Con un movimiento de varita despertó al pequeño, el cual se asustó al ver que la persona que lo cargaba no era su padre.

-¡Papi! – llamó asustado mientras forcejeaba en los brazos del Lord.

-Shhh… tranquilo pequeño, tu  papi  pronto estará aquí… pero antes de que llegue, tú y yo vamos a jugar un rato ¿qué te parece? – el pequeñito lo escuchó atentamente, pero aun así no dejaba de buscar a su papá con la mirada.

-Quiero a mi papi… – el pequeñito insistió.

-Tu papi te dio permiso de jugar con nosotros – mintió sin piedad el Señor Oscuro – él vendrá por ti cuando terminemos de jugar – el niño lo miró por unos segundos antes de asentir – Bien, te explicaré el juego – dijo triunfante.



Pasados unos minutos, Voldemort salió de la cabaña junto con el pequeñito a su lado y se dirigió hacia donde estarían sus leales discípulos y si sus cálculos no fallaban, éstos ya estarían con los últimos detalles de los preparativos. No se equivocó. El lugar estaba siendo alumbrado por unas antorchas que indicaban los cuatro puntos cardinales: norte, sur, este y oeste; mientras sus cuatro Mortífagos trazaban, cada una de ellos en la tierra, un símbolo distinto que a la vez coordinaban con las antorchas.

A lo lejos, los Mortífagos observaron a  su amo acercarse a ellos con un pequeñito, de cabello rubio y ojos grises, a su lado.

-¿Ese es el quinto elemento? – preguntó una de las figuras encapuchadas.

-Parece que sí, de todas formas, no va haber problema con ello, después de todo es un mocoso que puede ser engañado fácilmente.

-Así es – siseó Voldemort, que al bajar su capucha se descubrieron sus ojos en forma de rendijas, al mismo tiempo haciendo sobresaltar a los cuatro hombres – Escuchen mis leales Mortífagos – llamó su atención – este ritual se tiene que  llevar a cabo lo más pronto posible y sin contratiempos…

-¡Si, mi Lord! – exclamaron los cuatro mortífago.

Voldemort  trazó con su varita un círculo que encerró los símbolos recién trazados por sus mortífagos y un quinto símbolo en el centro y le indicó al niño que se parara ahí.

Enseguida los Mortífagos rodearon la figura circular y cada uno se colocó en el símbolo que minutos atrás fueron trazados  por ellos mismos. En cuanto llegó la media noche, el primer mortífago comenzó:

-Yo Francis Morseferth que con orgullo represento el elemento del Fuego ofrezco voluntariamente a mi amo, el Señor Tenebroso, mi alma y mi magia – enseguida el mortífago se hizo un corte en el dedo índice de la mano derecha y dejó caer unas cuantas gotas de sangre en el símbolo que trazó, que representaba el fuego. El niño se asustó ante este hecho y se tapó sus ojitos con sus manos… él creía que el  juego iba a ser diferente.

Enseguida lo secundó el mortífago que representaba el elemento del Agua, repitió el mismo hechizo y la misma acción, así continuó el del elemento de la Tierra y cuando ya iba el que representaba el elemento del Aire, el círculo ya emanaba un escudo de energía pura que con cada palabra de los Mortífagos se iba fortaleciendo.

Voldemort se agachó hasta donde estaba el pequeño que  aún seguía con sus manitas cubriéndose sus ojitos color plata.

-¿Estás listo? Ya  es tu turno – le preguntó Voldemort, aunque en realidad le daba igual si el niño estaba listo o no, pero aun así el pequeñito asintió.

-Ya no me acuerdo lo que tengo que decir – le confesó triste mientras que su mirada plata veía a la del Lord.

-No te preocupes… yo te ayudo – calmó, malicioso – repite después de mi – el pequeñito volvió a asentir – “yo Scorpius Malfoy”.

-Yo Scorpius Malfoy… - repitió el menor.



-¡NO! – se escuchó a lo lejos una voz angustiante que llamó la atención de los cuatro Mortífagos que estaban como pilares alrededor del círculo.

“Deténganlo” – sonó la voz del Lord en sus cabezas “Que el mocoso no lo vea o todo habrá terminado… yo me ocuparé de ese traidor personalmente más tarde”



Draco llegó corriendo hasta el lugar.

-¡Scorpius! – gritó y lanzó un hechizo que pronto fue repelido por el campo de magia que emanaba el círculo.



-“Ofrezco voluntariamente a mi amo” – continuó Voldemort diciéndole al pequeño.

-Ofrezco volun… ¡Es mi papá! ¡Papá! – llamó el pequeño rubio cuando vio a Draco que corría en su dirección desde lejos, el pequeñito también iba ir hacia él…

-¡Vamos! Termina de decir lo que te dije – reclamó el Señor Oscuro.

-¡No quiero! Quiero ir con mi papi– refunfuñó el niño.

-Si lo dices te llevaré con tu “papi” – dijo Voldemort en un tono siseante, su infinita paciencia con él ya se le estaba acabando.

-¿De verdad? – preguntó, con ojitos de borreguito.

-Sí, vamos termina de decir “Ofrezco voluntariamente a mi amo”.



Mientras tanto fuera del círculo, Draco iba corriendo directamente hacia éste, ese tramo se le estaba siendo eterno, cada paso que daba sentía que era un paso que retrocedía.

-¡Scorpius! – gritó Draco desesperado al ver lo que se proponía el maldito de Voldemort cuando agarró la manita de su hijo.

Draco hizo un esfuerzo enorme de correr lo más que podía para detenerlo.

-¡Scorpius! –  Draco se impactó con la onda mágica que emanaba el círculo y de pronto hubo un destello de luz que iluminó temporalmente todo el lugar y dejando ciegos a todos los presentes.

-¡SCORPIUS!



Solo el grito desgarrador por parte del rubio fue lo único que se escuchó, antes de que Harry Potter despertara sobresaltado en su habitación.

Harry abrió los ojos, sí, se encontraba en su habitación y a un lado de él dormía apaciblemente un chico castaño.

-¿Estás bien? – le preguntó el castaño  al sentir que su novio  se levantó de un impulso.

-Sí, solo fue una pesadilla – respondió Harry, pero por algún motivo, algo le decía que eso que había soñado no era precisamente una pesadilla.

-Voy a tomar un poco de agua – le dijo al castaño que aún lo miraba con duda.

-¿Seguro que está todo bien?

-Sí, voy a tomar agua, la pesadilla me dejó algo sediento, no tardo – le tranquilizó, mientras le daba un beso fugaz en la frente.

-Bien – bufó el chico y se volvió a dormir.

Harry salió de la habitación y en lugar de dirigirse hacia la cocina, se fue al cuarto de su ahijado Teddy. Lo contempló por unos momentos y se le vino a la mente la expresión que había puesto Malfoy al ver a su hijo (que era más o menos de la edad que su ahijado) a un lado del maldito Voldemort, aunque pensándolo bien, él también hubiera estado horrorizado, sino es que más, puesto que el pequeño a pesar de que no era su hijo, lo quería como si lo fuera.

¿Por qué había soñado eso? ¿Por qué con Malfoy? ¿Por qué con Voldemort? ¿Por qué?

De una cosa estaba seguro, solo había sido una estúpida pesadilla.


*****


Mientras tanto, en las afueras del país en un lugar se encontraba una pequeña casa donde solo se encontraba lo indispensable para sobrevivir, se acababa de aparecer un chico rubio, que traía en brazos a un pequeñito dormido, lo depositó en la cama y le dio un beso cariñoso en la frente mientras le daba tiernas caricias en su cabellito rubio platino.

Muchos dirían que es Draco Malfoy, pero éste ya no era el mismo chico de Hogwarts, no después de que se enteró que el estúpido de Voldemort tramaba algo oscuro con su único hijo. Se recargó de la pared cercana y sin despegar la mirada de su hijo se dejó deslizar hacia el piso mientras dejaba salir leves sollozos acompañados con lágrimas, qué cerca estuvo de perder a su hijo, qué estúpido fue por haberse confiado. Pero ya habría tiempo para eso, ahora tenía que…

- Buscar un lugar seguro…

 Esos  fueron sus últimos pensamientos antes de dejarse llevar por la inconsciencia.


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