No me olvides…
Capitulo Cinco:
Blaise Zabini.
Se habían dividido: Parkinson,
Corner y Montague se habían dirigido hacia el departamento de Nott. Mientras
que Flin-Flecher, Pucey y él, atacarían la
mansión Malfoy. Todo había sido fríamente calculado meses atrás, se supone que
no iba haber ningún margen de error, ya que todas las posibles situaciones
habían sido consideradas. Sin embargo, en ninguna habían considerado a Potter
porque simplemente éste no debía de haberse presentado. Dawlish, el nuevo jefe
del departamento de Seguridad Mágica, les había asegurado que el héroe del mundo
mágico no se enteraría del ataque de ese día.
Y sin embargo, ahí estaba. El gran Harry Potter había
llegado a tan solo unos cuantos minutos de comenzar el ataque con su equipo de
aurores.
Blaise Zabini sabía que tenía que actuar rápido o todo
se iría al demonio. Aprovechando que su hechizo le había dado de lleno a Draco
y ver que Potter se centraba en él, aprovechó para salirse de escena
ocultándose tras un muro. Con un movimiento de varita se cambió de vestimenta
por una que ya estaba previamente arreglada para una situación así.
—¡Draco, amor! — Zabini gritó desde el rincón de donde
se encontraba, simuló estar cansado por el reciente ataque, el haberse
embarrado con un poco de tierra sobre su rostro lo hizo más creíble.
Harry, que estaba más centrado en saber cómo estaba
Draco, no se había percatado de lo que ocurría a su alrededor hasta el momento
en que Blaise Zabini había aparecido frente a él. Lo observó detenidamente,
¿Zabini se encontraba en la mansión en el momento del ataque?
—¿Qué le pasó, Potter? — Blaise le preguntó con mucha
preocupación haciendo que de pronto Harry se sintiera incómodo — ¿Quiénes son
esos tipos?
Harry lo observaba perplejo, aún.
—¡Papi! — La voz del pequeño Severus sorprendió a
ambos, el niño se arrodilló hasta donde estaba aparentemente un Draco Malfoy
desmayado.
—¡Hijo! ¿Estás bien? — Blaise abrazó enseguida a Severus.
Harry de un salto se levantó. Su mirada iba desde
Draco a Blaise y luego a Severus. ¡Draco se había estado viendo con Zabini
después de todo! ¡Malfoy aún mantenía un romance con Zabini!
El pequeño Severus hacía todo lo posible para
separarse del agarre de Blaise, pero el chico hacía lo posible para no ceder,
tenía que asegurarse que Potter creyera que él estaba con Draco.
—¡Papi! — volvió a llamar el pequeñito estirando sus
bracitos hacia el rubio que estaba tumbado en el suelo.
—¡Potter has algo! — Apremió Zabini — ¡Busca ayuda o
solo te quedarás ahí sin hacer nada!
El aludido tomó su varita y haciendo un movimiento con
ésta hizo salir una esfera de energía de color roja.
—¡Abuelo Lu! — Gritó el pequeñito al ver a Lucius
desmayado a la distancia, mientras era atendido por el chico pelirrojo que ya
estaba también pidiendo ayuda.
—Se han escapado — Notificó Terry con enfado hacia
Harry cuando llegó a su lado.
El aludido asintió levemente a modo de respuesta, aún
estaba aturdido por la presencia de Zabini en la mansión Malfoy. Quizás si
hubiera estado más centrado en su rol de auror se habría percatado de la mirada
de complicidad que mantuvieron por escasos segundos Blaise y Terry.
*****
El viaje hacia San Mungo había sido más rápido de lo
que pensó. Blaise tenía que buscar una manera para poder zafarse del campo
visual de Potter y así poder ir a su destino sin ningún atisbo de sospecha,
sobre todo cuando supuestamente su “familia” estaba en peligro. Sin embargo, su
oportunidad llegó diez minutos después cuando los medimagos se habían llevado a
los Malfoy para darles atención médica.
Así que, aprovechando que Potter estaba dando el
reporte al medimago que estaba atendiendo a Draco. Y que, Lucius y el pequeño Severus
eran atendidos en habitaciones diferentes. Y Ron y Terry habían ido a apoyar a
sus otros compañeros en el departamento de Nott, Blaise se había escabullido
sigilosamente para aparecerse en una
oficina que se encontraba en el sexto piso del Ministerio de Magia. El departamento de Seguridad Mágica.
—¿Cómo ha ido todo? — Resonó en la habitación la voz
de Dawlish — Pucey me ha dicho que has tenido
que recurrir a tu antiguo papel. El de ‘amante de Malfoy’.
—¡Potter! — Gritó el ex Slytherin — ¿Cómo demonios es
que estaba ahí? ¡Tú tuviste que haber evitado que se enterara de todo!
—Pero se enteró, no hay más que hacer. La alarma no se
desvió como siempre hacia mi oficina. Algo o alguien la desvió directamente hacia con
él.
—¿Nos han descubierto? — dejó salir preocupado Zabini.
—Lo sabremos más adelante. Por suerte hay más trabajadores
de nuestro lado que el del “héroe mágico”, así que no será tan sencillo el que
nos descubran.
—Eso no me tranquiliza — murmuró el chico.
—Debo admitir que fue muy asusto de tu parte
aparecerte frente a Potter. Eso nos dará más ventaja — Blaise enarcó una ceja —
Potter pensará que ambos están juntos, así que cumple con tu deber de “padre” y
ve por el mocoso, cuando Malfoy despierte y no vea a su hijo vendrá a
buscarnos.
—De acuerdo. Qué hay de los otros, ¿Consiguieron algo
del departamento de Nott?
—Aún no llegan, esperemos que sí la hayan conseguido.
Esa poción es muy importante para todos nosotros.
Por supuesto que era muy importante esa poción, de
ésta dependían muchas vidas, la de su hijo era una de ellas. Su hijo de sangre. Pensó Blaise. Con un asentimiento
de cabeza salió de la oficina para dirigirse a San Mungo.
*****
No soportaba estar ni un minuto más ahí, pero tenía
que hacerlo. Era el jefe de aurores, su misión y sus víctimas. Tenía que
esperar el reporte del medimago y después marcharse de una maldita vez de ese
lugar.
Su cabeza era un lío de pensamientos. Todos
involucraban a Draco y a Zabini. Repasó una y otra vez sus propias
investigaciones del rubio y en ninguna le daba un indicio de que el moreno
Slytherin tuviera contacto alguno con Draco. Y sin embargo, Zabini había estado
ahí en la mansión con todos los Malfoy, ¿Habían tenido una reunión? ¿Draco le
estaría presentando el padre de su a hijo a Lucius? ¿Se habían liado de nuevo?
¿El rubio le habría contado a su padre sobre el matrimonio que había mantenido
con él?
—Señor Potter — La voz del medimago lo sacó de su
ensimismamiento.
—¿Cómo están? — preguntó más por deber.
—Lucius Malfoy tiene algunos hematomas, pero ya han
sido tratados con pociones y pomadas. Le han aplicado un sedante en cuanto
estuvo en sí, ya que estaba alterado. Es cuestión de un par de horas para que despierte.
Este es el reporte médico — Le extendió una carpeta donde se leía claramente Lucius
Malfoy.
—De acuerdo.
—El pequeño, afortunadamente solo tiene un rasguño en
su brazo derecho, ya lo han curado. Está muy asustado, le recomiendo que vaya a
tranquilizarlo y…
—¿Cómo está Draco Malfoy? — Harry le interrumpió, lo último
que le faltaba era ir a consolar al hijo de Zabini. Aún resonaban en su mente
las palabras de ese chico: “¡Hijo! ¿Estás
bien?”
—El no corrió con tanta
suerte. Ha recibido un hechizo extraño el cual está provocando que su magia
disminuya rápidamente. Traté de todo, pero lamentablemente no he podido
despertarlo y así frenar el escape de magia. Señor Potter, Draco ha caído en un
estado de coma.
—¿Qué? — Harry palideció al escuchar la noticia. A
pesar que siempre le había deseado lo peor al rubio, en ningún momento había
querido que en realidad le pasara algo malo. O al menos no de salud.
—No sé con exactitud cuándo vaya a despertar — Siguió
explicando el medimago — Estaré haciéndole pruebas y aplicándole hechizos para
poder reanimarlo…
Lentamente el ojiverde había ido retrocediendo hasta
haberse quedado sentado en una de las sillas que estaban en el pasillo. A lo
lejos escuchaba al medimago explicándose.
—Por el momento lo he conectado
a unas máquinas mágicas para que su nivel de magia no siga disminuyendo
considerablemente. Sin embargo, mientras más tarde en ese estado es posible que
nunca recupere su magia al cien por ciento. Usted sabe que la magia es
muy importante para que un mago pueda sobrevivir.
El ojiverde sabía. Por supuesto que lo sabía, ¿Cuántas
veces Draco se lo había explicado? Demasiadas veces como para recordarlo
siempre.
—La
magia es tan importante en el mago, incluso más que la sangre. La magia es la
que hace posible que prácticamente todo funcione en un mago — le había dicho
una noche después de haber tenido intimidad.
—Y
me dices esto ¿Por qué…? — Harry le había preguntado adormilado.
—Son
los riesgos en un embarazo masculino, si todo sale mal…
—Nada
va a salir mal. Tú te estás tomando la poción, yo también. Cualquiera de
nosotros que salga embarazado, se cuidará muy bien — dejó salir solemnemente el
ojiverde — además eres el mejor medimago del mundo mágico.
—Lo
tomas todo a la ligera, Potter — refunfuñó el rubio.
—¿Ya
soy Potter? — soltó una sonrisa floja el de anteojos. Draco gruñó — Todo saldrá
bien amor, además no me importaría quedarme sin magia si eso implica tener un
hijo tuyo.
Draco
enarcó una ceja.
—Harry,
sin magia no hay vida. Si expulsas demasiada magia en el momento del parto, te
debilitarás. Tendrás inestabilidad en ésta y podría acarrearte muchos
problemas.
—¿Cómo
quedar como un squib? — sugirió Harry restándole importancia mientras lo
abrazaba cariñosamente.
—No.
Como, morir.
Esas
palabras quedaron suspendidas en el aire. Harry sentía a Draco demasiado tenso
por estar pensando en esas cosas. Así que comenzó a besarlo suavemente.
—Nada
de eso pasará. Ambos nos cuidaremos. Siempre estaremos juntos ¿lo recuerdas?
—Sí,
pero…
—Nada
de “peros”. Nada malo ocurrirá. Hasta el momento nadie ha muerto bajo esas
circunstancias.
Draco
abrió la boca dispuesto a protestar, pero Harry atrapó sus labios impidiendo
que volviera a preocuparse por ese tema.
—Lo siento, señor Potter.
Harry se había sumido en sus pensamientos, ¿Ahora qué
pasaría con Draco? ¿Jamás despertaría? ¿Moriría? ¿Qué sería del pequeño
Severus?, ¿Qué pasaría con su propio hijo? Con Scorpius. Tal vez la mentira de “mamá Ginny” estaba funcionando, pero
en algún momento acabaría y tendría que contarle la verdad.
—Señor Potter — La voz del medimago lo instó a verle a
la cara. El mayor lucía preocupado — En este hospital seguimos las reglas
básicas, pero hay personas que simplemente no olvidan, ¿si me entiende?
El ojiverde frunció el ceño, en realidad no entendía
nada.
—Yo lo respeto a usted y por ello le seré franco. En
unos días más me iré de San Mungo y todos mis pacientes serán transferidos a
otro medimago — el mayor en verdad estaba preocupado — a uno que siempre recuerda.
Entonces Harry lo comprendió. El medimago le estaba
diciendo que si dejaba a Draco en ese hospital podría realmente pasarla mal. Probablemente
no harían realmente algo para reanimarlo, después podrían ponerle un plazo para
que recuperara el conocimiento y si no lo hacía podrían desconectarlo. Ya había
ocurrido en el pasado con otros magos con antecedentes relacionados con la
magia oscura. Quizás podría respaldarlo las nuevas leyes, sin embargo, podrían
utilizar cualquier excusa para deshacerse del rubio.
—¿Le darán un plazo para que despierte?
—No lo sé. Si no ven progreso, probablemente pidan
autorización de un familiar para desconectarlo.
El ojiverde se mordió el labio. Su mente era un
torbellino de ideas. Hermione Granger, el nombre de su
mejor amiga, venía a su mente una y otra vez.
—Déjelo aquí. Yo me aseguraré que no le pase nada.
—De acuerdo. Si me permite recomendarle algo, vaya con
el niño. Realmente se ve asustado — Volvió a insistir.
—Bien — gruñó el ex Gryffindor.
*****
Severus tenía miedo. Aquella señora que tenía cara
seria no le agradaba en lo más mínimo, sobre todo porque le enviaba miradas
acusadoras desde detrás de la barrita.
—¡Listo, pequeño! — Le anunció la enfermera que le
estaba revisando su bracito herido.
El ojiverde observó su herida, que ahora estaba
vendada. Le sonrió a la chica que estaba frente a él. De pronto la varita de la
enfermera se iluminó a modo de aviso.
—Gertrudis tengo que ir a revisar a una nueva paciente
¿Te importaría quedarte con Severus mientras llega el señor Potter?
La señora seria que miraba acusadoramente minutos
atrás al hijo de Draco, asintió. La enfermera se despidió de Severus con una
sonrisa.
Gertrudis comenzó hacer movimientos rápidos con el
material médico, mientras que Severus observaba de manera curiosa aquel cuarto.
El pequeñito se preguntaba cuándo lo llevarían a ver a su padre, mientras movía
sus piecitos de un lado a otro colgados de la camilla. Severus estaba por
bajarse de ésta, cuando Gertrudis llegó hasta su lado con una sonrisa
maliciosa.
—Esto dolerá un poco — Le confesó mientras le enseñaba
una jeringa que contenía un líquido color ámbar. Severus entornó los ojos.
—¡No! — Gritó asustado tratando de apartarse de la
enfermera.
—¡Quédate quieto, mocoso! — Replicó la señora
sujetándolo fuerte e inmovilizándolo.
Justo en el momento en que la jeringa tocaba el brazo
del pequeño, la puerta se abría escandalosamente.
*****
Harry iba arrastrando los pies mientras gruñía una y
otra vez. Lo último que había tenido en mente ese día, era el hecho de ir a
calmar al hijo de Zabini. Por alguna extraña razón, ese niño le causaba un
sentimiento que no sabía cómo describirlo, ni siquiera podía darle nombre, tal
vez era lástima o tal vez era algo más. Con el simple hecho de querer ponerle
nombre le causaba jaqueca. Se sacudió la cabeza rápidamente para alejar el
dolor.
Cuando menos se lo esperó ya estaba frente a la
puerta. Se quedó plantado aun preguntándose internamente si debía entrar o no.
Se hacía la idea que Zabini ya estaba dentro con su hijo y así su propia
presencia ya no sería requerida.
—¡No! — Escuchó el grito desesperado de Severus y sin
pensarlo dos veces entró rápidamente.
Su respiración aún era agitada a pesar que sus ojos le
decían que Severus estaba bien. Por un momento había pensado que los sujetos
que habían atacado la mansión Malfoy habían regresado por el niño.
—Lo siento — Se disculpó Harry al ver que las dos
únicas personas que se encontraban en la habitación habían dado un respingo por
su entrada tan brusca.
Sin embargo, no vio venir lo que le siguió a su
repentina entrada. En un santiamén, Severus se encontraba aferrado a sus
piernas. Harry parpadeó nervioso.
—¿Qué le ocurre? ¿Por qué está de esta manera? —
Indagó el auror.
—Se ha asustado por la inyección que le tengo que
poner, no se preocupe señor Potter, así son todos los niños — Dejó salir con
voz amable la enfermera, nada que ver con el tono que había usado con el niño
minutos atrás.
Sin embargo, Harry sí se preocupó. Le preocupaba que
Severus siguiera aferrado a él aterrado. ¿Era posible que se pusiera así por
una indefensa inyección? Algo dentro de él le decía que no.
—¿Podría ponérsela después? Necesito hablar con él —
Pidió Harry.
—Es importante que…
—Solo serán unos minutos — Insistió el ojiverde.
—Pero…
—Si es muy urgente yo se la puedo poner, me han dado
cursos sobre ello. Ya sabe, primeros auxilios es importante entre aurores —
Potter enarcó una ceja ante el semblante serio de la enfermera.
—No es necesario, regresaré más tarde — Tal vez estaba
imaginando cosas, pero a Harry le dio la sensación que aquella señora ocultaba
algo. En cuanto salió la enfermera, Severus aflojó el agarre de él.
Harry tragó saliva. ¿Qué demonios le estaba pasando?
¿Por qué de pronto tenía la extraña necesidad de asegurarse que ese niño
estuviera bien? maldiciéndose por dentro se acuclilló para estar a la altura de
Severus.
—¿Te hizo algo la enfermera? — Severus lo observó
detenidamente, ambas miradas verdes se enfrentaron. El pequeñito negó con la
cabeza.
—¿Me puedes llevar con mi papi? — le pidió.
El ex Gryffindor tragó saliva trabajosamente. En algún
momento, el pequeñito que tenía frente a él se enteraría del estado en el cual
se encontraba su papá y sin embargo, él no quería ser el portador de las malas noticias.
Ni siquiera él mismo podía asimilar el hecho que Draco no podría despertar
nunca o incluso morir.
—Te llevaré con Luc… emh, tu abuelo.
—¿Y el abuelo Lu me llevará con mi papi? — insistió el
pequeñín.
Harry asintió levemente. Severus le regaló una enorme
sonrisa. Una sonrisa que le recordaba tanto a su pequeño Scorpius y a algo más
que en ese momento no supo qué era. El pequeñito lo abrazó cariñosamente. Harry
se quedó de piedra ante la acción.
—Gracias, Harry…
Un escalofrío le invadió de pies a cabeza al héroe
mágico tras las palabras del pequeño. ¿Severus sabía su nombre?
—Te he estado buscando, Potter — La voz de Blaise
Zabini irrumpiendo en el lugar, los hizo separarse rápidamente.
—Ya me has encontrado — Le respondió el ojiverde
seriamente, una vez incorporado — ¿Qué es lo que necesitas de mí?
—De ti, nada — Espetó Zabini — Vengo por mi hijo.
El moreno saboreó esas tres últimas palabras ante la
presencia de Harry Potter.
No hay comentarios:
Publicar un comentario