martes, 3 de julio de 2012

Capitulo Treinta y Seis: El chico sonriente.

El muchacho de ojos tristes


Capitulo Treinta y Seis: El chico sonriente.

[Teddy]

Comienzo a observarlo detenidamente, no me había dado cuenta que Dennis tiene los ojos muy brillosos haciendo resaltar el color miel de sus iris, ni que sus labios son delgados, o que sus pestañas sean largas, ni mucho menos que su corazón pueda palpitar demasiado rápido y… ¡Esperen! No es solo su corazón, también es el mío. ¿Qué ocurre? Quizás sea la cercanía, jamás habíamos estado tan juntos como hasta ahora, sin embargo se siente bien esa sensación del estomago y…
-Tienes muchas pecas diminutas en tu nariz – le susurro.
-Sí… tú también me gustas…
-¿Qué?
En cuestión de segundos me vi rodando por el piso porque a Dennis se le ha ocurrido empujarme.
-¡Dennis, espera!
¡Oh, demonios! No fue un sueño…
Dennis se aleja sin mirar hacia atrás.
Y yo me siento como un idiota, ¿Por qué?, ¿Por qué tenía que burlarme así de mi mejor amigo?, ¿Por qué lo dejé ver como un idiota al hablarle de mi supuesto sueño? Y hablando del sueño…
Me llevo lentamente mi mano derecha hasta mis labios recordando esa sensación extraña cuando me besó. ¡Dennis en realidad me besó! ¡No fue un sueño! Unió sus labios a los míos.
Demasiado aturdido subo hasta mi habitación dejándome caer en la cama.
-Dennis… me quiere – susurro – Mi mejor amigo está enamorado de mí…
Sin embargo, él no me gusta. Es decir, creo que me gustan los chicos pero también las chicas me llaman la atención… Y pensar en Dennis, a mi mejor amigo, como algo más es simplemente… extraño. A él siempre lo he visto como el hermano de mi misma edad que nunca tuve, como un amigo. Eso es todo. ¿Ahora cómo le haré cuando vaya al colegio y lo tenga frente a mí?
Ahora entiendo a mi hermano, Sebastián me dijo que cuando le confesó a Konny que gustaba de él, mi hermano comenzó a evitarlo, seguramente era porque se sentía extraño y no lo culpo. Estoy pasando por lo mismo. No estoy seguro de poder enfrentar Dennis.
Entro a mi habitación y me dejo caer en mi cama y mientras la lluvia se deja caer, nuevamente, cierro los ojos tratando de relajarme un poco para poder pensar mejor las cosas. Ojalá Konny llegue pronto a casa.

Me levanto sobresaltado, los relámpagos y truenos me han hecho salir de mis sueños intranquilos. Salgo de mi habitación, toda la casa está en penumbras, seguramente Lali debió de haberse ido desde hace horas. Un nuevo trueno me hace sobresaltar, debo reconocer que cuando las lluvias se ponen así me alteran los nervios, ya que me hacen recordar cuando en una ocasión Spencer me castigó dejándome afuera cuando una tormenta particularmente peligrosa acechaba la ciudad, ese día por mi propia iniciativa me encerré en aquel temible sótano.
Me dirijo hacia la habitación de Konny, confirmándome que aún no ha llegado, espero que donde sea que se encuentre, esté bien. Me acuesto en su cama haciéndome ovillo.
-No te puedes olvidar de mí…   - me muerdo el labio inferior mientras que algunas lágrimas amenazan por salir.

En cuanto abro los ojos, observo la habitación en la que me encuentro y enseguida reconozco que es la de Konny. Algunos vagos recuerdos de la noche anterior me ponen al corriente, incluso uno donde mi hermano regresa a altas horas de la madrugada. Unos ruidos que provienen de la planta baja de la casa me confirman que Konny ha vuelto. Me doy una ducha rápidamente y luego abajo hacia la cocina.
En cuanto entro a la cocina me encuentro con Konny y Sebastián desayunando. No puedo explicarlo pero a mi hermano lo noto distinto. Y no solo es por la sonrisa que adorna su rostro.
-¡Buen día! – me saluda en cuanto se percata de mi presencia.
-Hola – le regreso el saludo, tengo la ligera sospecha que esta escena ya la había vivido con la excepción de Sebastián.
-Ven a desayunar, Teddy – me dice Sebastián, el cual está ayudando a Konny a poner la mesa – Como te has dado cuenta, a Lali le hemos dado el día.
Enarco una ceja.
 -“Hemos” me suena a manada – deja salir mi hermano y su mejor amigo sonríe.
Esto… ¿en realidad está pasando? ¿Mi hermano no está fingiendo?
Lo observo detenidamente, luce exactamente igual que siempre con la excepción que no trae camisa de manga larga  y, por supuesto, esa sonrisa que no le conocía.
-Estás muy silencioso Teddy, ¿todo bien? – Me pregunta Konny – Sueles quejarte de mi comida.
Parpadeo un par de veces, solo entonces caigo en cuenta que ya llevo la mitad del desayuno ingerido.
-Estoy bien – trato de sonreír pero no me sale.
Mi hermano se levanta y camina hasta mi lado.
-Discúlpame si te preocupé ayer – me dice – No era mi intensión.
-Me alegra que hayas vuelto a casa – le confieso – y a salvo.
Lo observo detenidamente, él también hace lo mismo. Desvío mi mirada hacia su brazo izquierdo, el cual tiene algunas cicatrices de los cortes que se hacía anteriormente, sus muñecas aún siguen vendadas. 
-Tuve miedo – le expreso – Creí que tal vez… ya no te vería.
-Yo también tuve miedo, Teddy – parpadeo un par de veces – Miedo de enfrentarme a la realidad.
-¿Ya no lo tienes?
-No. Ya no más – sonríe levemente.
Le devuelvo la sonrisa. Algo dentro de mí me dice que las cosas de ahora en adelante serán diferentes, incluso con mi hermano, sé que él estará bien. A salvo. Su mirada me lo dice, también su sonrisa.

Y a pesar que algo dentro de mi dice que todo va a estar bien no puedo evitar el sentirme nervioso, en cuanto acabamos de desayunar, mi hermano nos ha pedido a Sebastián y a mí ir a la sala de estar ya que tiene algo importante que decirnos.
Sebastián se queda de pie a un lado del televisor, por mi parte me siento en el sillón de dos lugares mientras que Konny se sienta en la mesita del centro, frente a mí. Tengo la ligera sospecha que lo que me va a decir mi hermano son malas noticias, espero equivocarme.
Puedo sentir cómo el corazón dentro de mí martillea fuertemente mientras que las tripas parecen tener una especie de pelea dentro de mi estomago. Observo a mi hermano con cierta ansiedad.
-Todo tiene su límite, Teddy – me confiesa - Y yo ya he llegado al mío. Siento mucho haberte arrastrado a ese extremo.
La alarma de ‘peligro’ comienza a sonar dentro de mí. Algo no anda bien.
-Necesito estar bien para poder seguir estando con las personas que me importan, Teddy. Si no estoy bien conmigo mismo entonces no podré avanzar, me estancaré y me hundiré. Y mientras eso pase te lastimaré a ti y a Sebastián. Y no quiero eso.
Temo preguntarle lo que planea hacer porque sé que la respuesta no me gustará nada.
-Tengo que irme Teddy – Sin esperar a mi pregunta, Konny me dice aquellas palabras que temo.
Lo veo fijamente a los ojos mientras un enorme nudo se apodera de mi pecho dejándome casi sin aliento.
-No…
-Tengo que hacerlo – con su mano derecha seca una lágrima que resbala por mi mejilla.
-Lo sé…
Sé que es por su bien, me lo acaba de decir… sin embargo, no quiero que se aleje de mí.
-¿Cuándo?
-Hoy, en la noche.
-¿A dónde?
-La clínica de la doctora Helen – asiento con la cabeza.
-¿Cuánto tiempo?
-Semanas… meses. No lo sé – me confiesa de manera sincera.
Lo abrazo fuertemente.
-Te extrañaré mucho – le confieso - ¿Puedo visitarte?
Permanecemos abrazados unos segundos más, mi hermano corta el abrazo para vernos de frente.
-No – puedo ver cómo le cuesta decir las palabras – Al menos al principio.
Asiento con la cabeza lentamente.
-Teddy, quiero que me prometas que te cuidarás. Si tienes algún problema buscarás ayuda. Que pase lo que pase no te sentirás solo, porque no lo estarás, ¿de acuerdo?
Asiento con la cabeza.
-Lo prometo, hermano.
-Te echaré de menos.
-Y yo a ti.
-Volveré. Te lo prometo.
Mi hermano y yo nos volvemos a abrazar.
Cuando dejamos de abrazarnos un sentimiento de angustia me invade lentamente seguido de una palabra: Tutoría. Al parecer mi hermano interpreta bien mis gestos, ya que nos enseña un folder que ha agarrado de la mesita del centro.
-Hay algo que debo confesarte – se dirige a Sebastián – No estoy orgulloso de lo que hice, pero fue lo único que se me ocurrió hacer en ese momento.
Mi hermano le extiende el folder a Sebastián.
-Esto es… - el mejor amigo de mi hermano le lanza una mirada desconcertante.
-El Conceso de Tutoría de Teddy – confirma Konny.
Entorno los ojos, ¿Sebastián es mi nuevo tutor? ¿No vendrán por mí los Trabajadores Sociales para llevarme a una Estancia Infantil?
-No recuerdo haberla firmado – declara Sebastián, ceñudo.
-No lo hiciste… técnicamente – mi hermano se muerde el labio inferior.
-Explícate – Sebastián usa un tono amenazador.
-El oficio lo traspapelé entre los contratos del Lemus Cinema. (1)
-¿Me hiciste firmarlo sin darme cuenta? – Puedo ver cómo el enojo comienza aparecer en Sebastián - ¿Cuándo, Konny? ¿Pensabas suicidarte y dejarme la tutoría de tu hermano y así yo no podría cumplir con mi promesa?
¿Promesa? ¿Qué promesa? Veo a Sebastián y a mi hermano de hito en hito.
-Sí – responde Konny.
Sebastián camina de un lado a otro tratando de calmarse, sin embargo debo confesar que nunca lo había visto así de enojado.
-Lo siento – dice mi hermano – No quería traicionar tu confianza.
-Pero lo hiciste – Sebastián alza su tono de voz – Konny, ¿Cómo pudiste hacerlo?
-Lo siento.
Sebastián niega con la cabeza.
-Dámelo – Konny le pide el folder que contiene el oficio. Sebastián se lo regresa – No debí hacerlo, lo siento – le dice nuevamente a su mejor amigo.
Konny observa el oficio, suspira largamente y justo cuando intenta romperlo por la mitad, Sebastián lo detiene.
-¿Qué crees que vas hacer?
-Lo correcto. No voy a obligarte a hacer algo que no quieres y…
-¿Y cómo sabes que no quiero hacerlo? – Sebastián le quita el oficio.
-No estás obligado a cumplir algo en lo que ni siquiera estabas al tanto.
-No lo estaba, porque no me quisiste ser partícipe – le reclama Sebastián – Pero ahora que lo sé, lo haré.
-Sebastián…
-Ya dije que lo haré – le dice fríamente, puedo ver a Konny entristecerse.
-Perdóname.
-De eso sí no estoy seguro de hacerlo – incluso para mi esas palabras de Sebastián son como estacas clavadas en mi cuerpo produciéndome un dolor terrible. No me puedo imaginar el dolor que está sintiendo en estos momentos mi hermano.
Sebastián sale de la casa.
Volteo a ver a mi hermano, se ha quedado quieto mientras que su mirada se ha quedado clavada por donde ha salido su mejor amigo.
-Konny…
-Es lo que me merezco por traicionarlo – me dice mientras se dirige hacia su habitación.
Un montón de cosas pasan por mi mente, sin embargo hago lo primero que se me ocurre: seguir a Sebastián. Salgo de la casa buscándolo, lo encuentro aún en el jardín pateando una piedra, furioso.
-¡Sebastián! – le llamo al ver que se dirige hacia su automóvil.
Voltea a verme.
-Por favor… – le digo en cuanto estoy frente a él – Puedes romper el oficio, renuncia a mi tutoría, pero por favor… no te enojes con mi hermano.
-Teddy…
-Puedo ir a una Estancia Infantil, no me importa – mis lágrimas no ayudan mucho en estos momentos, pero no les hago caso.
-Teddy…
-Es su último día, no te enojes con él, por favor – a estas alturas ya estoy sollozando – No te enojes con él por mi culpa.
-Él… - Sebastián suspira lentamente – Él pensaba faltar a una promesa, Teddy.
-¡Pero lo hizo por mí! No quería que yo fuera a una Estancia Infantil, arriesgó su amistad por mí…
Sebastián me observa atentamente.
-No te enojes con él, por favor – insisto.
Su silencio es una aterradora agonía.
-Tengo que irme, Teddy – me dice abriendo su auto.
-Sebastián…
-Vendré a despedirme – con esas palabras Sebastián se despide.
Observo el auto hasta que se desaparece con forme avanza. Entorno los ojos al recordar a mi hermano. Entro rápidamente a la casa y me dirijo hacia la habitación de mi hermano, sin embargo no lo encuentro en ésta. Mi corazón comienza a latir rápidamente mientras un sentimiento de angustia comienza a invadirme. Salgo de la habitación y me dirijo hacia la mía esperando encontrarlo ahí, sin embargo al llegar tampoco lo encuentro.
¿Dónde podrá estar? Mi respiración comienza a ser más rítmica, el pánico se hace presente en mí.
-El sótano…
Corro hacia el sótano rápidamente, en cuanto estoy dentro me detengo en seco al ver a mi hermano observar detenidamente la viga que cuelga del techo. Un escalofrío me recorre de arriba-abajo.
Me acerco lentamente hacia él, al estar a su lado lo tomo de la mano y le doy un cálido apretón. Mi hermano voltea a verme, me observa detenidamente.
-Estoy despidiéndome – me dice mientras voltea su mirada hacia la viga – Te confieso que este lugar no lo extrañaré.
Voltea a verme y esta vez me muestra una sonrisa.

El resto de la tarde pasó, por más que deseé lo contrario, demasiado rápido. Ayudé a mi hermano a hacer su maleta e incluso practicamos un poco de Esgrima.
Me da tristeza saber que estos son nuestros últimos momentos juntos.
-Esto está delicioso – deja salir mi hermano, en cuanto prueba la cena que Lali nos ha preparado – Sin duda, extrañaré tus comidas, Lali – le sonríe.
-Gracias – Lali se acerca a él. Mi hermano se levanta y le da un abrazo.
-Te extrañaré – le dice. Lali le sonríe mientras una lágrima resbala por su mejilla – ¿Cuidarás de este pequeño demonio, Lali? – mi hermano me señala. 
-¡Oye! – me quejo mientras dejo salir una sonrisa.
-No te preocupes, lo tendré bien vigilado – Lali le da su palabra.
Los tres reímos.

Conforme salimos hacia la salida, mis nervios aumentan. Es cuestión de segundos para que mi hermano se marche y no veo señales de Sebastián. Me dijo que vendría pero me temo que no llegará. A unos cuantos pasos de mí veo al señor Olsen intercambiar algunas palabras con Konny.
-Ya es hora – doy un respingo al ver a mi hermano a mi lado. Al parecer ya se ha despedido de Lali, porque ella está secándose algunas lágrimas.
Mi hermano me abraza cariñosamente.
-Te estaré esperando – le digo en cuanto dejamos de abrazarnos.
Mi hermano me sonríe mientras que con su mano derecha me alborota el cabello. Le devuelvo la sonrisa.
Ambos volteamos a ver hacia la carretera, pero ésta no nos muestra alguna señal de que Sebastián esté cerca. Veo a Konny un poco decepcionado mientras abre la puerta del automóvil del señor Olsen, el cual lo llevará hasta la clínica de la doctora Helen.
-¡Konny! – Sebastián le llama en cuanto mi hermano pone un pie dentro del auto.
Sonrío ampliamente al ver al mejor amigo de mi hermano abrazarlo.
-Perdóname, Sebastián – le dice mi hermano en cuanto se sueltan.
-¿Perdonarte?, ¿Por qué? ¿Por dejarme al cuidado de lo que más valoras? – Sebastián le sonríe – No hay nada que perdonar, Konny.
Los veo abrazarse nuevamente e intercambiar unas cuantas palabras.
-Cuida bien del enano – le dice Konny.
-¡Oye! – me vuelvo a quejar con una sonrisa.
-Por supuesto.
-Teddy, cuida de Sebastián – me dice mi hermano – Acostumbra caminar mientras duerme, no quiero que se caiga de las escaleras.
-¡Oye! – esta vez Sebastián es el que se queja. Los tres sonreímos.
-Volveré pronto – nos asegura mi hermano.
-Y aquí estaremos para cuando regreses – promete Sebastián.
Mi hermano sube al auto.
Sebastián y yo nos quedamos observando la silueta del automóvil que conforme avanza se va haciendo cada vez más pequeña.

Los días siguientes transcurren de la manera más lenta posible, es como si de pronto los minutos fueran horas y las horas días, pero a pesar de eso todo parece estar queriendo ser normal o lo más normal posible… Sebastián está haciendo un buen trabajo como tutor, me lleva y me recoge del colegio como lo hacía Konny, me hace partícipe en las reuniones del Lemus Cinema junto con el señor Olsen para tomar decisiones importantes, y también trata de estar todo el tiempo posible a mi lado, incluso en varias ocasiones se ha llevado el trabajo a casa cuando no puedo estar en el Lemus Cinema por los deberes del colegio.
Pero a pesar de todo, la ausencia de mi hermano es notoria, puedo notar en Sebastián la tristeza e incluso en mí, pero ambos tratamos de sobrellevarlo de la mejor manera. Podría incluso decir que el apoyo de Dennis me ayuda, pero sería una mentira puesto que a mi mejor amigo no lo he visto desde aquel día que salió huyendo de mi casa. O mejor dicho… lo he evitado.
Entiendo más que nunca a mi hermano, me es difícil enfrentar a Dennis, en cuanto lo veo cerca de mi no puedo evitar el escabullirme mientras que mis tripas se retuercen dentro de mí y mi corazón palpita muy rápido. Me siento halagado al saber que le gusto a mi mejor amigo pero a la vez avergonzado, siento que cada cosa que le pueda decir Dennis lo malinterprete y crea que le doy esperanzas… ¡Todo es tan confuso!
Sin mencionar que Sally parece una sanguijuela, todo el tiempo está pegada a él susurrándole cosas, acariciándole la cabeza, abrazándolo como si fuera de su propiedad. Y al minuto siguiente está conmigo fulminándome con la mirada, peleándome por cualquier tontería… Ella es más extraña que toda esta situación junta.
Y aún así, los días avanzan…

Hace tan solo una semana que mi hermano se ha ido pero pareciera que fue hace años. Lo extraño demasiado. Me arrepiento tanto de todas aquellas veces que le apliqué mi estúpida “Regla del Hielo”, de todas mis quejas hacia su comida, de mis reclamos… De alguna manera indirecta yo fui responsable de todo lo que le ocurría a Konny y por ende su decisión de irse.
Sé que lamentarme no solucionaré nada, ni mucho menos haré que mi hermano regrese pronto, pero no puedo evitar el sentirme culpable… Así que he aceptado mi culpa y solo me queda hacer algo al respecto. Y ese algo tiene que hacer que Konny se sienta bien cuando regrese.
Por ejemplo, nuestra casa está llena de tantos recuerdos felices y tristes, pero sobre todo de Spencer. Si mi hermano se ha ido para superar todo aquello que nuestro ex tutor le hizo, lo más lógico es que regrese a un lugar donde no haya ningún rastro de ese señor. Además, también me ayudará a mí, yo también odio este lugar, todos mis recuerdos felices se ven opacados por los de Spencer.
Es mejor empezar de cero. Nueva casa, nuevos recuerdos…
-¡Teddy! – Doy un bote sobre mi asiento al ver a Sebastián frente a mi – ¿Estás nuevamente en la luna?
-¿Qué? – Sebastián rueda los ojos.
Nos encontramos en la cocina devorando la cena que Lali nos ha preparado antes de irse a su casa.
-Me estas preocupando, ¿todo bien?
-Sí – le respondo. Me observa detenidamente - ¿Crees que a mi hermano le moleste si nos mudamos de casa?
En cuestión de segundos le explico a Sebastián mis intensiones sobre una nueva casa, pero no parece tan sorprendido en cuanto se lo digo.
-Es una buena idea – me responde – Yo hice lo mismo, cuando mi madre murió.
-¿Crees que a Konny le moleste?
-No lo creo – Sebastián me observa – Hablaré con el señor Olsen para que nos ayude a conseguir una nueva casa.
-¡Genial!
-¿Eso es lo único que te tiene tan preocupado?
-¿Único?
-Ajá – Sebastián se lleva a la boca un pedazo de tostada.
-¿Por qué me preguntas cosas raras?
-¿Cosas raras?
-Ajá – ahora yo me llevo un pedazo de tostada a mi boca. Sebastián entrecierra los ojos.
-No me voltees la conversación, jovencito – enarco una ceja – Si hablamos de cosas raras, yo he notado muchas de ésas en ti.
-¿En serio? – le pregunto con fingido interés.
-Sí, por ejemplo… - Sebastián saca una hoja suelta de libreta y le echa un vistazo.
-No he faltado a las sesiones con el psicólogo, si es lo que me quieres decir – le digo rápidamente.
-No, eso no… ¡Dennis!
Entorno los ojos, volteo hacia la puerta rápidamente incluso creo que me he hecho daño en el cuello, pero mi amigo pelirrojo no se encuentra en esa zona. Siento como las palpitaciones de mi corazón vuelven rápidamente a su ritmo normal. Fulmino con la mirada a Sebastián.
-Ajá, le acerté, ¿cierto?
-¿Por qué me has hecho creer que Dennis estaba detrás de mí? – refunfuño mientras me cruzo de brazos.
-Yo solo dije su nombre, nunca dije que él estaba aquí y menos que estaba detrás de ti – su sonrisa ladina me pone de malas – Entonces… ¿él es el que te tiene de ese genio?
-No – gruño.
  
Han transcurrido dos semanas desde que mi hermano se ha ido a la clínica de la doctora Helen y pareciera que fue hace años… Los días me siguen siendo eternos, sobre todo porque no he tenido noticias de él, al menos no directamente, la doctora Helen nos dijo a Sebastián y a mí hace tres días que por el momento Konny no se encontraba en condiciones de recibir visitas y que esperáramos a que él mismo nos mandara a llamar… pero no lo ha hecho.
Confío en que pronto lo hará.
Mientras tanto me debo de enfrentar a Dennis, no voy a evitarlo todo el tiempo y menos ahora que ya está por concluir el año escolar. Él ha sido mi único amigo en este colegio y me ha ayudado mucho, aunque ahora no sé si lo hacía porque me consideraba su amigo o porque le gusto.
Me sacudo la cabeza para no caer en confusiones.
La noche pasada pasé varias horas de insomnio y llegué a la conclusión de que debo hacer sí o sí hoy las paces con Dennis, sin importar lo que mi mejor amigo sienta por mí. Claro que una cosa es decidirlo y la otra hacerlo, conforme el automóvil de Sebastián se acerca al colegio cada vez dudo en mi decisión. Debo hacerlo.
Suspiro largamente.
Es solo cuestión de segundos para llegar al colegio y encontrarme con Dennis. Los días anteriores me escabullía rápidamente para no topármelo en el estacionamiento, pero ahora debo esperarlo y hacer las paces.
Entramos al estacionamiento.
Mi nerviosismo va en aumento, Sebastián no para de hablar por el teléfono celular con un socio del Lemus Cinema, justo cuando cuelga logra estacionarse.
-Hemos llegado – me anuncia con una sonrisa haciendo relucir sus hoyuelos.
-Sí – le respondo saliendo del auto. Sebastián también lo hace.
Sebastián se recarga del automóvil mientras me observa detenidamente.
-¿Estás bien? – me pregunta cuando un par de libros se me caen de las manos.
-Sí, ¿Por qué? – le respondo, ceñudo.
-No lo sé, te ves… nervioso.
-¿Yo? – trato de sonreír pero los nervios me traicionan.
Abro la boca para decirle algo pero enseguida la cierro cuando visualizo la cabellera pelirroja de Dennis.
Definitivamente no estoy preparado para enfrentar a Dennis.
-¡Ay, no! – dejo salir mientras busco rápidamente una salida de escape.
Sin esperar más tiempo, empujo a Sebastián quitándolo de la puerta mientras me meto por la ventana al auto rápidamente.
-¿Qué…?
-¡Shsst! – silencio rápidamente a Sebastián – Dile que no estoy, que ya me he ido y… - me inclino rápidamente.
-¿Qué? ¿A quién? ¡Teddy!
-¡Hola, Sebastián! – escucho la voz de Dennis.
-¡Dennis! – Sebastián no ha sido muy bueno para mentir y menos cuando esta bajo presión - ¿Qué… qué haces por acá? – me estampo una mano en la cara.
¡¿Cómo se le ocurre preguntarle algo así?!
-Aquí estudio – le responde Dennis.
-Cierto – veo cómo Sebastián menea la cabeza de arriba-abajo.
Esto es un desastre.
-Me pareció ver a Teddy, ¿está aquí contigo?
Entorno los ojos, dentro de mí las tripas vuelven a hacer de las suyas comenzando a retorcerse, sumándose el corazón bombardeando rápidamente.
-Emh… ss… - pellizco a Sebastián rápidamente antes de que agregue la “i” a ese par de “eses”- ¡Ay! … emh,  no. No está, él se… escond… emh… fue a clases.
Sebastián es un desastre, ¿y en su tiempo de adolescente era un experto mintiendo? Supongo que ya cubrió su cuota de mentiras.
-¿Estás bien? – la voz de mi mejor amigo suena preocupada.
Temo que tarde o temprano se dará cuenta que estoy escondido en el automóvil de Sebastián.
-Sí, ¿por qué? ¿Debería estar mal?
Dennis deja salir una sonrisa floja.
-No.
Levanto levemente mi cabeza para poder ver a través del cuerpo de Sebastián, pero solo puedo alcanzar a ver parte del brazo izquierdo y un poco del cabello de mi mejor amigo.
-¿Has notado algo raro últimamente en Teddy? – la pregunta que le hace de pronto Sebastián a Dennis me toma por sorpresa.
-Emh… no.
-Ya veo…
Silencio.
-Mejor me voy a clases – deja salir Dennis.
Escucho pasos alejándose. Me quedo ensimismado en la reciente conversación.
-Ya se fue – me avisa Sebastián. Salgo del automóvil - ¿Por qué te estás escondiendo de él?
-¡No me estoy escondiendo de él! – dejo salir rápidamente.
-De acuerdo, no te pongas gruñón o te harás viejito – Sebastián me revuelve el cabello con su mano derecha. Lo fulmino con la mirada – Te veré al rato.
Gruño.
A tan solo cinco pasos antes de llegar al aula de clases una mano me detiene.
-¿Por qué estas huyendo de Dennis? – es Sally.
-¡Que no estoy huyendo de nadie! – dejo salir irritado y me dirijo a mi asiento.
Frank, mi bravucón personal, me sonríe burlonamente.

Las primeras clases pasan ante mí de manera tan rápida que ni siquiera me he enterado de qué han tratado. Solo sé que han terminado porque ya es hora del descanso. Salgo del aula, absorto en mis pensamientos me dejo llevar en automático por mis pies, los cuales me llevan al mismo lugar desde hace dos semanas, los lavabos.
-¡Y sigues escondiéndote! – la voz de Sally me hace dar un respingo, ¿Qué no tiene cosas que hacer, más que perseguirme?
-¿Otra vez, tú? – me quejo.
-Sí, otra vez yo – se pone las manos en la cintura – Y seguiré persiguiéndote hasta que me digas, qué es lo que ha ocurrido entre tú y Dennis.
-¿Tu noviecito no te lo ha dicho? – me cruzo de brazos. Sally enarca una ceja dándole un aspecto gracioso.
-En primer lugar, Dennis no es mi novio – me apunta con su dedo índice – En segundo lugar, no me ha dicho nada, por eso estoy aquí preguntándotelo.
La observo detenidamente tratando de adivinar si no está mintiéndome en algo.
-¿Y bien?
-No ha ocurrido nada – le digo.
-¡Claro que, sí! Dennis fue a visitarte hace dos semanas y desde ese día a estado muy triste, mucho más que la vez anterior, ¿te dijo algo?
-Algo… como, ¿qué? – tengo la ligera sospecha que Sally… ¡Ella lo sabe! Ella estaba en mi sueño, es decir el día en que Dennis me besó… Ella… Sally lo sabe…
Siento enrojecerme levemente.
-Nada, olvídalo – dice al fin. Me observa detenidamente – Ted, Dennis… él… - ¡Ay, no! Esto no está bien, ¿Sally me confesará los sentimientos de Dennis?, ¿y por qué demonios mi corazón no se está en paz? – Habla con él, ¿de acuerdo?
Dejo salir el aire que tenía retenido en mis mejillas.
-He tratado de hacerlo – confieso con una voz que al parecer a salido de mí.
-Deja de tratar y hazlo de una vez – por alguna extraña razón sus palabras no perecen molestarme – Eres muy importante para Dennis y sé que él es muy importante para ti.
Eso es verdad, pero ¿cómo demonios hablaré con Dennis sin que en ningún momento me cruce por la mente el hecho que yo le gusto?
-Todos los días iba a visitarte al hospital – entorno los ojos – El último día que fue a visitarte no tenía permiso y su tío lo castigó al llegar a casa.
Trago saliva.
Ahora sé el motivo del porqué no iba a visitarme en casa en cuanto me dieron de alta en el hospital.
-Yo… yo no lo sabía.
-Hay muchas cosas de Dennis que no sabes.
-Sé lo suficiente – dejo salir abrumado.
-No lo creo, si ni siquiera sabes lo que sientes por él.
-¿Disculpa?
-Eso, exactamente.
-Exactamente, ¿Qué? – pregunto, confundido.
-Piensa en eso.
Sally sonríe de manera macabra y se encoje de hombros.
-Pensar, ¿en qué?
Sally se da la vuelta para irse al aula.

Piensa en eso”. Llevo más de media hora pensando en la más extraña conversación que he tenido en mis quince años, sin embargo no concluyo en nada, ¿Qué se supone que debo pensar? Sally dijo algo como “que ni siquiera sé lo que siento por Dennis”, claro que sé qué es lo que siento por él. Amistad.
Porque eso es, ¿cierto? Sí, eso es. Amistad.
Ruedo por cuarta vez en mi cama.
-Dennis es mi mejor amigo… - murmuro.
Bostezo.
-Mi mejor amigo…
Me toco los labios con la yema de mis dedos. 
-Dennis…
Otro bostezo.
-Beso…
“Me he equivocado y siento ‘romperte’ el corazón pero… no me gustas”. Recuerdo haberle dicho eso a Sebastián. Es extraño, ya había olvidado ese detalle.
Desde que Sally ha regresado, solo he pensado en Dennis y en ella… juntos. Y sin embargo…
“En primer lugar, Dennis no es mi novio”. Esas fueron sus palabras en la mañana.
En el fondo esas palabras me alegraron. Me da gusto por Dennis, claro. No me gustaría que sufriera nuevamente por ella. Él merece ser feliz con… cualquier otra persona.
Otro bostezo.
“Tienes razón, no es Sebastián”. ¿A qué se habrá referido mi hermano al decirme eso?
“¿Aún no te das cuenta?”.  Al parecer todo el mundo menos yo, sabe qué me ocurre.
“¿Él es el que te tiene de ese genio?”
No, Dennis no ‘me tiene’ de ninguna manera…

Otro día de clases se ha pasado como si nada, ni por enterado que la última clase se suspendía. A este ritmo volveré a bajar de calificaciones y esta vez no tendré a Dennis a que me ayude a subir las calificaciones y… ¿Por qué estoy pensando nuevamente en Dennis?, ¿al caso es de lo único que puedo pensar?
Gruño.
Al menos aquí en los lavabos puedo esperar tranquilamente la hora de salida.
-¡Ey, tú! – escucho a lo lejos la voz de alguien familiar, pero no volteo a verlo.
Me alejo de los lavabos. Tendré que buscar otro escondite.
-Te estoy hablando, renacuajo – un mano me empuja haciéndome perder el equilibrio.
-Frank – gruño al reconocer al chico que esta frente a mí.
-Tengo sed – me dice.
Eso significa que quiere que le de todo mi dinero. Para mala suerte la mía, no traigo nada, me lo he gastado todo en el descanso. Tengo dos alternativas. Huir a un lugar a salvo y esperar hasta que llegue la hora en que Sebastián venga por mí. La otra, la cual es una idea suicida, enfrentar a Frank. Solo una vez lo he hecho y terminé con una ida a la enfermería y con dos semanas sin desayuno y cena por parte de Spencer.
Opto por la primera, a estas alturas la biblioteca debe estar llena de gente.
-¿A dónde crees que vas? – Frank me detiene bruscamente.
-No quiero problemas – le confieso.
-Dame tu dinero y no los habrá.
-No tengo.
Me empuja al suelo. Me quejo del dolor. Veo a Frank acercarse peligrosamente.
-Los golpes no harán aparecer repentinamente el dinero que no tengo – le digo rápidamente mientras me cubro la cara con mis manos.
-Ya veremos.
Esto no es bueno. ¿Por qué a reparado en mí nuevamente?, ¿Qué no hay otro chico al que quiera golpear? Cierro fuertemente los ojos mientras espero el primer golpe, pero éste no llega. Escucho el grito de dolor de Frank.
Parpadeo un par de veces antes mirar hacia Frank.
-¿Dennis? – entorno los ojos al ver a Dennis y a Sally justo frente a Frank, el cual esta tumbado en el piso quejándose de dolor.
-¡El prefecto! – grita Sally mientras señala hacia el edificio de enfrente.
-¡Vámonos! – me dice Dennis, sin pensarlo dos veces me levanto y justo cuando avanzo, la mano de Frank me agarra el tobillo y me hace caer.
-Si me atrapa el prefecto a ti también – me gruñe Frank.
Dennis al no verme seguirle se regresa a ayudarme.
-¡Suéltalo! – le grita a Frank mientras intenta soltarme de su agarre.
-Es inútil, mejor váyanse, éste no me va a soltar – Frank sonríe maliciosamente.
-¡Lemus, Sanders, Miller! – la voz del prefecto resuena en el pasillo.
-No te ha visto Sally, es mejor que te vayas – le dice Dennis.
-Pero…
-¡Ve! – le grito.

Las explicaciones que le hemos dado al prefecto no fueron suficientes ya que en estos momentos nos encontramos en camino a la oficina del director, Frank se queja continuamente y asegura que Dennis le ha fracturado el tobillo (el ir cojeando lo hace ver más convincente), mi mejor amigo luce preocupado, quizás más que yo.
Mi mente es invadida por un torbellino de preguntas, la mayoría incluyen a Sebastián, no lleva ni un mes con mi tutoría y solo es cuestión de minutos para que le den una queja de mi parte. La minoría, incluyen a Dennis. A pesar de todo él ha venido a ayudarme.
-Siento haberte involucrado – le murmuro antes de entrar a la oficina del director.
-¿Por qué no me sorprende? – Deja salir el señor Riddle, el director, viéndonos detenidamente – Señor Sanders, le advertí que si había una queja más de su parte lo expulsaría de manera definitiva.
-¡Ellos iniciaron! – Frank miente descaradamente.
-Y en cuanto a ustedes… – el director nos observa a Dennis y a mí – Sus tutores vienen en camino.
Decir que estoy aterrado, es poco.
-Esperen afuera, a excepción del señor Sanders.
Dennis y yo salimos de la oficina. Nos sentamos en las bancas que están cercanas a la puerta, la secretaria, Sanny, nos envía miradas de desaprobación, siempre lo hace con los chicos que llegan aquí por algún problema.
Silencio.
Sanny se levanta y se detiene frente a nosotros.
-Tengo que ir a buscar un profesor, no se muevan de aquí, ¿entendido? – Dennis y yo asentimos con la cabeza rápidamente.  La secretaria nos lanza una mirada de advertencia antes de irse.
Volteo a ver a Dennis, el cual está viendo a sus pies.
 “¿Él es el que te tiene de ese genio?”. Las palabras de Sebastián vuelven al acecho. Y debo admitir que tenía toda la razón. Corrección, tiene toda la razón. No me gusta estar enojado con Dennis, me pone de mal humor el estar distanciado de él.  
-Dennis… lo siento – Levanta su mirada hasta toparse con la mía – Todo lo que ha ocurrido en estas últimas semanas… Perdóname.
-Yo lo siento más, créeme. Arruiné todo – mi mejor amigo se ve tan triste…
-No, no lo has hecho – lo veo a los ojos directamente.
-Nunca debí decirte lo que sentía por ti, técnicamente no te lo dije directamente pero…
 -Y yo fui un tonto por haberme burlado de esa manera – le confieso – Solo… no quiero que dejemos de ser amigos, me pone mal estar distanciado de ti.
-¿En serio?
-Sí – le afirmo mientras le pongo una mano en su brazo. Dennis sonríe.
Mis tripas se retuercen dentro de mí, el corazón comienza a palpitar demasiado fuerte, ¿Qué demonios me ocurre?
“¿Aún no te das cuenta?”. La voz de Sally retumba en mi cabeza, retiro mi mano rápidamente. Observo a Dennis detenidamente. Sus ojos color miel me llaman la atención, él parpadea mostrándome así sus largas pestañas; bajo mi mirada hacia su boca… a sus labios delgados. Esos labios que tocaron los míos… 
-¿Qué ocurre? – pregunta Dennis al mismo tiempo que yo me lo pregunto internamente.
“Tienes razón, no es Sebastián”. La voz de mi hermano me da la respuesta.
-Dennis, eres muy importante para mí, fuiste y eres un gran amigo.
-Amigo…
-Me gustas…
-¿Cómo… dices? – cierro los ojos mientras suspiro largamente.
-Me gustas – lo veo directamente a los ojos.
Dennis abre la boca pero luego la cierra. No dice nada, solo me observa.
-Esto está mal – murmuro.
-Lo siento – susurra Dennis.
-¡No! No es eso… es solo que… - ¡Demonios! ¿Cómo demonios explico todo este mal entendido? – Solo le hago daño a las personas que están cerca de mí, no quiero que tú seas una de ellas.
-¿Daño? ¿Cómo harías eso?
-Primero mi hermano, Sebastián… incluso tú en estas últimas semanas y… - los dedos de Dennis en mis labios me hacen silenciar. Parpadeo, desconcertado.
-Al inicio de este año fui el “chico nuevo”. El primer día, todos los chicos me veían como un “bicho raro”, nadie se atrevía a hablarme, me aislaban. Nadie reparaba en mí a excepción de aquellos que me hacían bromas o tropezaban conmigo tirándome las cosas y me dejaban ahí… - un recuerdo vago y lejano quiere hacerse presente en mí, pero no lo hace – Tres semanas después, un chico tropezó conmigo pero a diferencia de los anteriores, éste me ayudó a levantar mis cosas, me dio disculpas y… me ofreció una sonrisa.
-Un chico sonriente – dejo salir con una pisca de celos.
-Sí, el chico sonriente… chico sonriente – se corrige, frunzo el ceño. Él sonríe - ¡Eras tú, Ted!
-¿Yo?
-¿No lo recuerdas?
-No, lo siento. Trato de recordar, pero no lo logro.
-Está bien, supongo que nadie va recordando por ahí con quien anda tropezando.
-Tú sí.
-Porque desde ese día el colegio me pareció mejor – Dennis se pone colorado – Y… fuiste lindo conmigo. Traté de buscarte al día siguiente pero no te encontré, después me transfirieron a otra aula y fue cuando por fin te localicé, al finalizar las clases quise hablar contigo pero te escabulliste rápidamente hacia la salida, me costó trabajo seguirte el paso, al parecer te dirigías a la biblioteca y cuando estaba por alcanzarte alguien tropezó conmigo y…
-Fue el día cuando Spencer me atacó – lo interrumpo mientras parpadeo un par de veces – Por eso me ayudaste, porque estabas siguiéndome.
-Sí.
-¡Vaya! – solo atino a decir esa palabra.
Unas voces nos interrumpen, a lo lejos veo llegar a Sanny acompañada del tío de Dennis, de Sebastián y de la madre de Frank.
Nos levantamos rápidamente en cuanto estuvieron cerca de nosotros.
-Entren, el director los está esperando – les dice la secretaria a sus acompañantes. Antes de entrar a la oficina, Sebastián me lanza una mirada de genuino desconcierto.
Espero que no se arrepienta de ser mi tutor.
Dennis se deja caer en la silla nuevamente.
-De esta no me salvo – murmura apesadumbrado.
-Lo siento – me disculpo rápidamente – Fue mi culpa.
-No lo decía por eso – me interrumpe – No me arrepiento, sabes ¿Por qué? – Niego con la cabeza – Porque aún seguiríamos enojados.
Sonrío de lado, incluso me siento enrojecer ligeramente. Últimamente hago eso.
-Entonces, ¿te gusto? – me pregunta tímidamente.
-Sí – me sonrojo aún más mientras que mis tripas hacen su danza dentro de mí, ya me estoy acostumbrando a ello - ¿quieres… intentarlo?
-Me gustaría.
Sonrío ampliamente.
El corazón palpita con demasiada fuerza, las tripas siguen con la danza y mis nervios aumentan… ¿Qué se supone que sigue?, ¿debo besarlo?, ¿abrazarlo?, ¿me debería preocupar por el futuro castigo que me dará Sebastián?, ¿por el castigo que me pondrá el director?, ¿un beso en la mejilla? O ¿en la boca?
La única vez que le confesé a alguien que me gustaba fue a Sebastián y le planté un beso, no fue exactamente un beso-beso y tampoco fui respondido, ya que él ha estado enamorado de mi hermano. ¿Entonces? Grr.
¡Al diablo con las dudas!
Tomo a Dennis de la cara y conduzco mis labios hacia los de él. Soy torpe con mis labios y es de esperarse dejé mis prácticas con mi osito de felpa, así que hago lo mejor que puedo. Muevo suavemente mis labios sobre los suyos mientras siento la respiración entrecortada de… mi novio.
Nos separamos rápidamente en cuanto la puerta de la oficina del director se abre.
-Le calculo dos semanas de castigo sin salidas por las tardes – me dice rápidamente Dennis – Pero nos podemos ver en las clases, ¿Qué dices?
El señor Riddle intercambia palabras con Sebastián y el tío de Dennis, mientras que Frank y su madre se retiran.
-Excelente – le respondo – Yo no sé cuánto tiempo esté castigado, pero ocuparé el tiempo del castigo planeando nuestra primera cita.
Nos levantamos en cuanto el director entra a su oficina rápidamente.
-Y yo la segunda – me dice con una sonrisa.
-Dennis, vámonos – le llama su tío.
-Hasta mañana – se despide.
-Ya te echo de menos – dejo salir. Me sonríe antes de irse con su tío.
La mirada de Sebastián me pone nervioso, mis tripas se retuercen pero ya no con el mismo efecto de hace rato. Suspiro lentamente.
-¿Y ese suspiro? – me pregunta Sebastián mientras pasa su brazo derecho por mi hombros conduciéndome hacia el estacionamiento.
-Por nada – murmuro - ¿Estas enfadado?
-No lo sé, ¿debería?
-Te han llamado a la dirección.
-Sí, eso no ocurría desde mis tiempos del colegio. Creo que nunca me habían regañado tanto como en ese entonces y…
-¿Estoy castigado?
-Depende.
-¿De qué?
-¿Me dirás mentiras?
-No.
-Entonces, dime ¿Qué pasó?
-¿No te lo ha dicho el director? – Sebastián deja de rodearme con su brazo en cuanto llegamos a su automóvil.
-Me ha dado su versión y ese chico Frank también, ahora quiero saber la tuya – se encoje de hombros mientras me observa detenidamente. Parpadeo un tanto sorprendido – Cierra la boca, se te van a meter las moscas – dice sonriendo mientras entra al auto.
También entro al auto y comienzo a relatar lo que ha sucedido con Frank.
-¿Entonces Dennis y tú ya se contentaron?
-Sí – respondo con una sonrisa de oreja a oreja.
-Ya veo.
El gesto que me manda no me agrada en lo más mínimo, ¿sospechará algo?
-Y… ¿Por cuánto tiempo será? – le pregunto una vez en el estacionamiento de la casa.
-¿Será, qué? – enarca una ceja mientras le pone la alarma al auto.
-El castigo – le recuerdo.
-Me has dicho que no has iniciado la pelea y que Dennis te ha ayudado. No veo motivo alguno para un castigo – me responde.
Abro la boca dispuesto a replicar, pero su respuesta me ha dejado sorprendido. Sebastián sonríe y avanza hacia la entrada de la casa. Por mi parte, me he quedado de piedra, cuando lo veo entrar entonces reacciono y corro para alcanzarlo.
-¿Cómo sabes que no te he mentido? – le pregunto deteniéndolo frente a mí. Pone su mano derecha en mi hombro. Me ve directamente a los ojos.
-Teddy, confío en ti.
Entorno los ojos, puedo sentir mi respiración acelerarse lentamente, un picor repentino invade a mis ojos. Abrazo fuertemente a Sebastián.
-No te lo dije para que llores – me dice una vez separados.
-Lo siento… es que… yo…
No sé cómo explicarle. Durante casi tres años estuve bajo el mandato de Spencer y para él todo lo que le dijera era mentira. Con Konny fue distinto, pero porque era mi hermano y él creía en mí, dijera o no la verdad. Sin embargo con Sebastián… no sabría cómo reaccionaría, antes podía hacer y deshacer, pero ahora él es mi tutor.
Lo veo a los ojos.
-Teddy, yo no soy…
-Lo sé – le respondo rápidamente antes de que diga “Spencer” – Es complicado explicar lo que siento y me es difícil superar ciertas cosas, pero ya estoy trabajando en ello con el psicólogo. Solo es cuestión de tiempo.
-No te preocupes, entiendo – con su mano derecha acaricia mi mejilla – Para que esto funcione, debemos confiar uno en el otro, ¿de acuerdo? – asiento con la cabeza. Me da un suave apretón en el hombro.
-Gracias.
-Debo ir al Lemus Cinema – me dice cuando lee un mensaje de texto desde su teléfono celular.
-De acuerdo, yo tengo que hacer los deberes del colegio – le anuncio.
-Entonces te veo antes de la cena.
Sebastián sale después de despedirse. Me voy a la habitación de mi hermano y en su cama me dejo caer. Volteo hacia la mesita de noche y agarro la fotografía que hay encima. Somos mi hermano y yo. Con las yemas de mis dedos la acaricio lentamente.
Tengo la sensación que a partir de ahora las cosas serán diferentes. Incluso con Sally y eso ya es mucho decir. He hecho las paces con mi mejor amigo y ahora ya somos novios. Estoy tan feliz por ello que incluso el colegio será más llevadero.
-Novios.
Sonrío ampliamente.
Sebastián… Ahora entiendo porqué mi hermano se ha enamorado de él, el porqué ambos se quieren. Y el miedo que tenía Konny a entablar una relación amorosa con Sebastián, no quería lastimarlo. Me ha ocurrido lo mismo con mi mejor amigo.  Y ahora Sebastián es mi tutor, las cosas mejorarán y para bien, tal como lo quería Konny.
Konny… Mi hermano, el muchacho de ojos tristes como lo llaman algunas personas. Él dio tanto de sí mismo que llegó hasta más allá de sus límites. Si hay un héroe en toda esta historia es él. Él que soportó en silencio los abusos de Spencer, el que aguantó el dolor tanto físico como emocional, el que veló por mí a pesar de todo lo que le estaba pasando, pero sobre todo porque supo levantarse después de caerse y hundirse en aquel pozo sin fondo que lo consumía a cada segundo.
Sí, Konny es mi héroe.
Por él y por mí, yo también caminaré hacia delante y pasaré de ese bache que ya se estaba queriendo convertir en un muro indestructible. Porque eso es lo importante, no quedarse estancado. Es mejor hablar y no sentirse solo, nunca. Siempre va haber alguien a nuestro lado dispuesto a escucharnos y a ayudarnos, solo es cuestión de observar detenidamente a nuestro alrededor y buscar ese rayito de luz que se cuela en toda aquella oscuridad.
 
FIN

Aclaraciones:
(1)Para aquellos despistados (jejeje), la firma ocurre en el Capitulo 25: Una promesa. Cuando Konny le da a firmar algunos contratos a Sebastián.

__________________________________


Capitulo Anterior                                              Capitulo Siguiente




2 comentarios:

  1. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa


    no encunetro palabras para "describir" lo que "siento" no quiero que acabe pero me muero de ansias por conocer el final de esta grandiosa historia con la que te "conoci"

    esta historia pasa a mi pequeña "lista" de recomendados

    Att:Taeko-kun

    & si me hiciste "llorar"

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajaja, sip, conosco esa sensación u.u

      *0* ,, graxias :3

      ups, pos ni modo, bienvenido al club jeje XD

      Eliminar