Los cinco elementos
Capitulo Diecisiete:
Mentiras.
-¡Vamos! Tenemos que alejarnos, nos han descubierto.
Pansy corría a través de unos matorrales, sujetando fuertemente con una
mano a la hermana menor de Blaise, Kimi.
-¿A dónde vamos? – preguntó la pequeña, jadeante.
-A un lugar seguro – le respondió Pansy, sin parar de correr.
-¿Y mi hermano? Aún no regresa con Theodore, no nos encontrará en la cabaña.
-Lo hará, le he enviado un mensaje mientras descansabas.
Esa explicación fue suficiente para la pequeña, siguió corriendo junto
con Pansy sin sospechar que iba en camino a una trampa.
*****
Entrar a San Mungo fue sencillo, sobre todo cuando se manipulan los
elementos del Aire, Agua y Fuego. Encontrar la habitación en donde estaban Nott
y Zabini fue mucho más fácil. McKinnons, Rowle y Morseferth recorrían los
pasillos del hospital disfrutando de la libertad con la que contaban en esos
momentos.
Se plantaron frente a la habitación en donde se encontraban los dos
chicos.
-Entremos – presionó McKinnons, quien estaba ansioso por terminar de una
buena vez con el chico Nott.
-Esperemos la señal – ordenó Morseferth, quien lideraba el grupo.
McKinnons gruñó en son de respuesta.
-Cuando ataquemos solo debemos neutralizar, nada de matar McKinnons – le
advirtió Morseferth al poseedor del elemento del Aire.
[Estamos en casa]
Una voz femenina retumbó en las mentes de los tres mortífagos.
-¡Ahora! – ordenó Morseferth.
Cuando entraron, encontraron a Theo despertando y a Blaise observándolo
con fijeza.
-¡Eras tú! – Theodore se incorporó de un salto. Blaise parpadeó
nervioso.
-¿Interrumpimos? – La voz de Morseferth, combinada con las risas
burlonas de los otros dos Mortífagos, resonó en la habitación.
Blaise jadeó, asustado.
Los recién llegados los rodearon, amenazándoles con sus respectivas
varitas. Los dos chicos los observaban atentamente, no tenían muchas
posibilidades de salir victoriosos de esa pelea. Por un lado, estaba Theo sin
varita y recuperándose del envenenamiento de aquella poción. Por otro lado,
estaba Blaise, que aún con varita no podría con tres mortífagos y defender a su
amigo al mismo tiempo. En definitiva era una batalla perdida.
-Es mejor que te escondas, Theo – le advirtió Blaise. En su mente
maquinaba un plan fugaz.
-¿Cómo dices? – el aludido enarcó una ceja, sin dejar de mirar a sus
contrincantes.
-No puedo pelear y protegerte al mismo tiempo – gruñó el moreno.
Apuntando con su varita a sus atacantes.
-¿Protegerme? ¿Ahora quieres hacerlo después de…?
-¿Traicionarte? – completó complacido McKinnons.
Los dos ex Slytherin lo fulminaron con la mirada.
-Acabemos con esto – interrumpió Morseferth. Apuntó con más fuerza hacia los dos chicos -
¡Sealing Element!
Todo pasó demasiado rápido, a pesar que ambos chicos se hubieran
refugiado tras la cama, un haz de luz blanca los rodeó instantáneamente.
-¿Qué demonios fue eso? – preguntó Theo, sintiéndose extraño.
-No lo sé – confesó Blaise, asustado.
*****
Cuando Draco rodó por quinta vez en aquella cama se dio cuenta que no
conciliaría pronto el sueño, refunfuñando se levantó y se fue hacia la cocina.
-Tendré unas ojeras enormes – gruñó en cuanto estuvo sentado.
No entendía el porqué no podía estar tranquilo, Scorpius estaba a salvo.
Quizás el presentimiento que tenía era con respecto a algunos de sus amigos,
Blaise o Theodore. En circunstancias como esas odiaba que sus poderes no
estuvieran al cien.
Se levantó para servirse un poco de agua y justo cuando se disponía a
dar un sorbo alguien lo llamó.
-¿Tampoco puedes dormir?
-¡Por Merlín, Potter! – el rubio había dado un bote sobre su asiento,
derramando agua en la mesa.
-Lo siento – se disculpó rápidamente el recién llegado.
Como respuesta, Draco gruñó.
-No, no puedo – le respondió después de dar un gran suspiro.
-¿Es por el mensaje de Blaise?
-Sí.
Draco observó al ojiverde, recordando lo que le había dicho aquel día
antes de la reunión con Blaise
-Esto es un
asunto serio Malfoy – le había reclamado el ojiverde – solo te pido que
consideres algunas precauciones, por lo que me has estado contado, no has visto
a Zabini en mucho tiempo y quizás él…
-¡Qué! –
Rápidamente Draco le había reclamado –
él ¿qué, Potter? ¿Me traicione?
-Traicionar es una palabra fuerte – le dijo con voz de
circunstancias – pero no está de más considerarlo.
Potter le había advertido sobre un posible traidor y
a esas alturas, Draco ya lo consideraba. Sin embargo; el pensar quiénes podrían ser los sospechosos lo
aterraba en demasía. Desde antes que pidiera ayuda al ex Gryffindor, el rubio
había sido traicionado en varias ocasiones, habían revelado información de él
que solo pocas personas sabían, entre ésas estaban sus amigos: Blaise y
Theodore.
Quizás, anteriormente no quería ver esa realidad,
pero ya no podía seguir negándola, uno de sus amigos lo había traicionado. La pregunta era, ¿Quién de los dos?
Theodore estaba capturado, eso habían concluido él y
los del ED. Y desde ese entonces todo pareció calmarse, pero también se debía a
que el rubio contaba con la protección de Potter. Y si pensaba en Blaise,
concluía en lo mismo. Lo cual lo dejaba en las mismas. ¿Quién era el traidor?
-¿Malfoy?
-¡Qué! – dejó salir bruscamente el rubio al ver al
ojiverde tan de cerca de él.
Harry se estaba preocupando, de un momento a otro
Malfoy se había quedado en silencio y fruncía el ceño de vez en cuando. Le
llamó un par de veces, no obtuvo respuesta. Se acercó al rubio lentamente hasta
quedar a un palmo de él y esta vez le llamó con más fuerza. Draco respondió de
inmediato, pero aún así el ojiverde no se alejó de él, sino todo lo contrario
lo observó con más atención.
-¿Estás bien? – Harry frunció el ceño, lo seguía
observando muy de cerca – te has quedado en silencio.
Draco sintió algo extraño dentro de él, de pronto la
cercanía de Potter le resultó bastante incómoda, se sintió enrojecer.
[Mira, el
rubio se ha sonrojado] – la voz del refrigerador retumbó en la cabeza de
Draco.
-¡No es cierto! – ladró Draco, alejándose de Harry
bruscamente.
[Y nervioso]
– apoyó el microondas.
-¡No es verdad! – murmuró entre dientes.
-De acuerdo, pero no tienes que gritar – musitó el
ojiverde, frunciendo más el ceño.
-¿Qué? – Draco, que segundos atrás fulminaba con la
mirada al refrigerador, le lanzó una mirada de total confusión a Harry.
-¿Seguro que estas bien? – Harry se levantó con la
intensión de alcanzar a Draco y averiguar lo que ocurría con el rubio, pero
éste retrocedió rápidamente evitando la cercanía de Harry.
[El rubio le
huye al amo] – se burló el microondas.
[¿Le tendrá
miedo?] – preguntó el refrigerador.
-Metete en tus asuntos – rugió Draco, enojado.
-No sé si
ofenderme o enojarme – el ojiverde se cruzó de brazos, enfurruñado. Él que se
estaba preocupando por el rubio y el muy mal agradecido lo agredía.
-No es contigo, Potter – gruñó el rubio, dejando
salir un suspiro de resignación.
-Yo no veo a nadie más y… oh – el ojiverde
comprendió de inmediato.
Aún no se acostumbraba a los poderes que tenía el
rubio.
-¿Discutiendo con los electrodomésticos?
-Son unos metiches – Draco se cruzó de brazos,
frunciendo el ceño.
[¿Escuchaste
eso, señor Refridor?] – Acusó el microondas.
Draco volteó a ver al aparato, al parecer los
electrodomésticos se llamaban entre ellos tal como los llamaba su hijo.
[Tan claro
como el agua que guarda el amo Harry dentro de mí] – le respondió el electrodoméstico.
-¿Y qué dicen? – curioseó el ojiverde.
-Nada importante – el rubio volvió a su asiento.
Suspiró levemente mientras jugueteaba con el vaso que tenia frente a él - ¿y tú
por qué no podías dormir?
[¿Y dice que
nosotros somos los metiches?] – refunfuñó el microondas. Draco lo ignoró.
-Asuntos personales.
-Déjame adivinar… Terry Boot.
El ojiverde asintió.
-Han… ¿discutido?
-Todo lo contrario.
El rubio enarcó una ceja.
-¿Cuál es el problema, entonces?
-Eso quisiera saber – el ojiverde suspiró.
Draco lo observó con curiosidad.
-¿Qué ocurre? – quiso saber Harry, se estaba
sintiendo nervioso por el escudriño del ex Slytherin.
-No creí que fueras…
-¿Gay?
El aludido asintió.
-Sí, yo tampoco. Hace dos años me di cuenta. Terry
es mi primera relación seria con un chico. ¿Y tú?
-Yo no soy gay – recalcó.
-Eso lo sé, me refiero a que si no has pensado en…
Harry ya no estaba tan seguro de querer preguntarle
cosas tan íntimas.
-¿En…?
-Darle una madre a Scorpius, cuando todo esto
termine – al final la curiosidad le ganó.
Draco se mordió el labio inferior, la verdad era que
no había pensado en eso. Lo único que había en su mente, en esos momentos, era
la seguridad de su hijo. Además, le resultaba difícil pensar en alguien más que
no fuera su Astry.
-Supongo que sí, no lo sé.
El semblante de Draco se ensombreció repentinamente. Harry supo que
había tocado un tema delicado.
-¿La extrañas? – el chico le envió una mirada que Draco no supo
interpretar.
-Todo el tiempo – confesó el rubio.
Harry no sabiendo muy bien qué hacer, hizo lo que creyó que fuera
conveniente, llevó su mano hacia la del ex Slytherin con la intensión de darle
un suave apretón, pero el rubio movió su mano justo en ese momento para agarrar
una migaja de pan que reposaba en la mesa. Harry dirigió su mano hacia la
azucarera para disimular el movimiento.
-¿Cómo era ella? – le preguntó de pronto.
-Muy gruñona – Draco sonrió levemente. Harry enarcó una ceja – Era muy
alegre y bella, pero si no dormía sus ocho horas durante la noche el resto del
día no hacía más que renegar y hacerme levitar sin razón alguna. La amaba
mucho, pero eso no fue suficiente. La perdí, Potter. No supe cuidarla, ella se
sacrificó para salvar a Scorpius y no pude hacer nada para evitarlo. No es que
no quisiera que salvara a nuestro hijo, pero no quería que ella muriera. No
pude proteger a mi familia…
-Es Voldemort, Malfoy – el tono que usó Harry fue de odio – Cuando él
tiene algo en mente no importa cómo lo consigue.
-Eso no me justifica. Debí de haberme dado cuenta con o sin mis poderes
– Draco se levantó bruscamente – Tienes razón ¡Me están traicionando!
-¿Cómo dices? – el ojiverde parpadeó un par de veces.
Draco se mordió el labio inferior, sabía que era el momento de
confesarse con el chico que tenía en frente. Debía de decirle la verdad, o al
menos una gran parte. Y así lo hizo.
-Tres veces nos atacaron en la mansión Malfoy y en esas ocasiones
murieron mis padres y Astoria, uno en cada ataque. ¿Cómo no me di cuenta que uno de mis
supuestos amigos me estaba traicionando? ¡Permití esos errores!
-No podías predecir los ataques, Draco – Harry se levantó para quedar
frente a él.
-El primero no, pero los otros dos sí. Todos estos años me he confiado
en el elemento que poseo y cuando tuve problemas con éste fue cuando nos
atacaron. Sin mis poderes al cien, soy un mago ordinario o mejor dicho un
maldito squib.
-Malfoy… - Harry escuchaba el relato del rubio. El ojiverde tenía la
ligera sospecha que el rubio se estaba desahogando con él.
-¿No entiendes, Potter? Soy
dependiente de mi elemento, sin él no soy capaz de defenderme ni defender. ¡No
sé cómo hacerlo sin éste! ¡Y solo dos personas lo saben, porque ellos están en
la misma situación que yo! – a esas alturas, Draco prácticamente gritaba.
Harry entornó los ojos. Sabía que el rubio era de pocos amigos y de
acuerdo a lo que le acaba de confesar solo se podría tratar de dos personas.
-Ellos son…
-Theodore y Blaise – Draco le lanzó una mirada desafiante – Dilo.
-¿Decir, qué? – Harry parpadeó, confuso.
-Dime lo estúpido que soy.
-¿Por qué? ¿Por confiar en tus amigos? – Harry se acercó más a él.
-¿Amigos? – Draco sonrió irónicamente.
-Draco, no eres de esas personas que confían en todo el mundo, sabes
elegir muy bien a tus cercanos.
-No es así.
-Es así – aseguró Harry – confiaste en ellos porque en su momento tu
elemento te aseguró que ellos no eran ‘malignos’ ¿o me equivoco? – Draco negó,
cabizbajo – ellos saben cómo funciona tu elemento así como tú sabes cómo
funciona el de ellos. Es por eso que supieron cómo engañarlo… o evitarlo –
Harry reflexionó un poco sus conclusiones, Draco lo observaba con curiosidad –
Si ellos estaban al tanto que tus poderes no estaban al cien, entonces
aprovecharon la oportunidad para atacarte.
-Ellos no… - omitió la parte ‘harían eso’, pero lo pensó mejor. Estaba
más que claro que sus amigos ya no eran más ‘amigos’.
-Quizás no quisieron traicionarte, tal vez tienen una buena razón para
hacerlo. Tú los conoces mejor que yo, Draco – el rubio arrugó la nariz al
escuchar su nombre en la voz de Harry, pero no protestó.
Draco pensó en las palabras del ojiverde y tuvo que admitir que Potter
tenía razón. Pero no lo admitiría abiertamente.
-Lo pensaré.
Harry abrió la boca para protestar, pero luego la cerró. No estaba muy
seguro de lo que había pasado ahí. Tenía la ligera sospecha que algo se le
escapaba, pero su cerebro ya había dado todo lo que podía en esa madrugada, así
que decidió dejarlo para después.
-Es tarde, me iré a la cama.
Harry cabeceó, distraídamente.
*****
Voldemort se encontraba en la punta de una montaña mientras observaba el
cielo bañado de estrellas. A su lado había otra persona, de cabello canoso y
piel arrugada.
-¿Cuánto tiempo? – le preguntó Voldemort.
-Tres semanas.
-Tienes que dejarte encontrar – susurró – Tu ausencia levantará
sospechas. Es importante que te encuentren y des la información que quieran
escuchar.
El hombre asintió levemente e inmediatamente se desapareció.
-Ahora… pequeño Scorpius, ¿Cómo hago para que personalmente vengas a mí?
– El señor oscuro se quedó en silencio, observando a la luna – Draco Malfoy…
por supuesto…
Voldemort sonrió con crueldad.
*****
Le dio un vistazo al lugar, todo alrededor era maleza a excepción de la
casa abandonada que se encontraba frente a él, parecía un excelente lugar para
los planes que tenía en mente, solo esperaba que éstos no se vieran arruinados
por pequeños contratiempos y por
contratiempos se refería a cualquier miembro del ED o Scorpius. Si sus
sospechas no fallaban, Blaise estaba seguro que Draco iría a ese lugar con una
sola compañía, Potter. Esperaba no equivocarse.
Entró a la casa, dentro de ésta se encontraba una persona durmiendo en
el sucio piso. Blaise se mordió el labio inferior en son de impotencia.
-Lo siento – le murmuró al muchacho que se encontraba aparentemente
dormido.
Odiaba ser el malo de la historia. Pero, nuevamente, no tenía opción.
*****
Draco y Harry estaban en camino a reunirse con Theo y Blaise, así que
los miembros del ED estaban en busca de la posición exacta de Gustav con la
ayuda de Scorpius. Sabían que Goldstein se encontraba en las montañas cerca de
un pueblo pequeño llamado Hangleton, pero por alguna extraña razón no podían
dar con él.
Mientras que el pequeño escudriñaba con la mirada el mapa que tenía frente
a él, los otros chicos aprovechaban para hablar sobre el asunto que los
inquietaba desde días atrás.
-Tenemos que ser realistas chicos y ver todas las posibilidades –
advirtió Hermione – En dado caso que ese tal Gustav no esté en condiciones de
dar información, ya saben… con problemas de memoria o algo por el estilo,
tenemos que buscar otra forma de saber más sobre el hechizo.
-Quizás hablar con algún familiar o un amigo – opinó Neville – A alguien
debió de hablarle sobre ello, es decir, no es algo con lo que se quede sin
decir nada y menos si escribió todo un libro, debió de haber entrevistado a
alguien de ese tiempo.
-Lo que a mí más me preocupa es cómo Voldemort se enteró de los
elementos – expresó Terry – Dudo que sus mortífagos se lo hayan dicho abiertamente,
como ya lo habíamos dicho antes, normalmente este asunto del elemento se
mantiene en secreto.
-Ya lo había pensado antes y lo que he concluido no me agrada en lo más
mínimo – confesó Hermione - ¿Han considerado la posibilidad que Voldemort haya
poseído en algún momento un Elemento? – Todos se quedaron mudos ante la mención
- ¡Piénsenlo! Las habilidades dejan de ser adquiridas a la edad de quince años,
quedándose con las necesarias. ¿Creen que Voldemort haya querido simplemente
conformarse con los que le quedaron? ¿Y si buscó la manera de poder hacerse de
no solo su elemento sino el de todos? Así debió de enterarse del hechizo.
-¡Por supuesto! – Coincidió Terry – En algún momento debió de haberse
enterado que existían más elementos. La pregunta es, si en dado caso que la
teoría de Hermione es acertada, ¿qué elemento poseía Voldemort?
Hermione estuvo a punto de decir algo, cuando Scorpius señaló con su
dedo índice un punto exacto en el mapa.
-Vive aquí – anunció el pequeño rubio.
-¡Perfecto! Tendremos que avisarle a Harry y a Malfoy en cuanto lleguen
– exclamó Terry.
*****
-¿Este es el lugar? – preguntó Harry con cierto recelo mientras
observaba a su alrededor.
Draco no dijo nada, también observó el lugar con desconfianza, en
especial en la casa abandonada que tenía frente a él.
-¡Alto ahí! ¡Detente! – la voz provenía de la casa.
Harry y Draco intercambiaron miradas e inmediatamente se adentraron en
ésta. Draco fue el primero en entrar, se quedó de piedra al ver la escena.
Blaise apuntaba con su varita a Theodore, éste lo miraba de manera
desconcertante.
-¡Draco, tienes razón! Hay un traidor entre nosotros – le anunció
Blaise.
Harry miraba alternativamente a los tres ex Slytherin.
-¿Qué? – Theodore y Draco pronunciaron al mismo tiempo.
-Él es el traidor – Blaise seguía amenazando con su varita al ojiazul.
-Pruébalo – ordenó Harry, apuntando su varita a ambos chicos, ya que
Draco parecía estar en una especie de shock.
-Le dije que saldría por unos momentos y cuando entré se estaba
comunicando con un mortífago, le estaba dando la ubicación de este lugar, pero
lo he descubierto justo a tiempo – Blaise observaba a Draco fijamente.
Theo parpadeó un par de veces, incapaz de contradecir al muchacho que
tenía frente a él. Sus recuerdos le confirmaban lo ocurrido, pero por alguna
extraña razón sabía que Blaise mentía. ¿Qué demonios estaba ocurriendo?
-Draco lo puede confirmar, seguramente debe de estar viendo el aura
oscura de Nott – el moreno presionó al rubio salir del espasmo en el que se
encontraba.
El rubio parpadeó ligeramente. Lo cierto era que uno de sus amigos era
el traidor. Las pruebas apuntaban a Theodore, pero éste lucía extraño, más de
lo normal, ¿era por haber sido descubierto? Malfoy se mordió el labio inferior,
Blaise tenía razón, él era el único que podía confirmar los hechos. Y a pesar
que sus poderes no estaban al cien, podía ver un atisbo de aura oscura que
envolvía Theodore.
Él era el traidor.
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