jueves, 11 de octubre de 2012

Epilogo Uno: Theodore Lemus

El muchacho de ojos tristes

Aclaraciones:
-Han transcurrido dos años desde el último capítulo.

Epilogo Uno:
Theodore Lemus.

[Teddy]

Besos, besos y más besos. Eso es lo que nos estamos dando en estos momentos Dennis y yo. Nos encontramos en la que es mi nueva habitación. Hace una semana, Sebastián y yo nos hemos mudado a esta nueva casa, que se encuentra en el centro de la ciudad. Entre las idas y las vueltas, no he podido terminar de desempacar por completo, mi novio ha venido a ayudarme… o eso eran sus intensiones, apenas hemos movido unos cuantos muebles y sacado algunos libros cuando nos hemos dado un merecido descanso.

Suerte que la cama y la televisión fueron las primeras cosas en instalarse. Así que nos tumbamos en la cama para ver la televisión, supuestamente estamos viendo un programa, pero aprovechamos los cortes comerciales y las escenas aburridas para damos besos. Dennis le está poniendo más empeño en esta función. Para estos momentos él se encuentra acostado en mi cama mientras que yo estoy recargando mi espalda sobre ésta.
-Te quiero… – me dice mientras que con su mano derecha acaricia mi mejilla.
Esa frase me hace sentir culpable. La noche pasada tuvimos una discusión demasiado fuerte, Dennis me dijo por primera vez “te amo” y yo no supe qué contestarle. Sé que llevamos casi dos años de relación, sin embargo las cosas no parecen mejor entre nosotros, al contrario todo empeora, discutimos más seguido y nuestros enojos son muy prolongados. Dennis siempre procura hacer las paces aunque no siempre sea él quién inicia las peleas.
A veces creo que nos apresuramos en iniciar una relación. O tal vez nos sucedió a lo que a la mayoría de los mejores amigos les pasa… “confundir los sentimientos”, ¿y si también nos sucedió a nosotros? Sacudo la cabeza para descartar ese pensamiento.

-¿Qué pasa? – me pregunta, sentándose a mi lado.

-Discúlpame por lo de anoche – le digo – Estaba enojado y me he desquitado contigo.
-No te preocupes – hace a un lado el mechón de cabello que cae en mi rostro - ¿Quién te ha hecho enojar?
-Mi hermano.
-¿Konny ha regresado? – Dennis parpadea, sorprendido.
-No – Enarca una ceja – Desde el día que se fue a la clínica no ha regresado. Ninguna nota, ninguna llamada. Nada – me levanto y comienzo a pasear por toda la habitación – Si eso demuestra que le importo mucho, no me imagino cómo sería sino le importo nada.
-Debe de haber una explicación – me aclara, también levantándose.
-No trates de defenderlo, Dennis – le digo rápidamente – Ayer he discutido con Sebastián por lo mismo. Y sinceramente no quiero tener otra discusión contigo, ni siquiera han pasado doce horas desde la última que tuvimos.
-De acuerdo, pero deberías ponerte en su lugar y…
-Para decir que no lo harás, deberías dejar de hacerlo, ¿no crees? – Dennis se ruboriza.
-Lo siento.
Suspiro largamente mientras me dejo caer en la cama.
-Lo extrañas, eso es lo que pasa – Dennis se sienta a un lado de mi.
-Claro que lo extraño, es mi hermano – lo veo directamente a los ojos - ¿Por qué no se ha comunicado conmigo?
-No lo sé.
-¿Se habrá arrepentido de regresar?, ¿y si se ha enojado con nosotros por haber dejado la antigua casa?, ¿estará enojado conmigo y por eso no regresa?
-No creo que sea eso, Ted.
-¿Entonces? He ido a visitarlo, pero la doctora Helen dice que Konny aún no autoriza que lo visiten. Eso solo puede significar que…
-No está preparado – Dennis lleva su mano derecha hacia mi mejilla para acariciarla – a tu hermano le ocurrieron cosas horribles, no es fácil superar lo que sea que le haya ocurrido.
A pesar que Dennis y yo somos novios no le he dicho lo que el idiota de Spencer le hizo a Konny. No me perdonaría si vuelvo a fallarle a mi hermano, ese asunto es algo íntimo de él y solo él puede revelarlo a quién decida.
-Gracias, Dennis – murmuro.
-¿Por qué?
-Por ser mi mejor amigo, mi novio… por no salir corriendo después de todo lo que sabes de mí.
Dennis sonríe y me da un casto beso en los labios.
-Te quiero.
-Y yo a ti.
Me acerco a él y comienzo a besarlo lenta y pausadamente. Puedo sentir las manos de Dennis recorrer suavemente mi espalda a través de la ropa, mientras lo conduzco hacia la cama. Caemos entre risas sueltas y besos. Él queda debajo de mi en una extraña posición, no le importa mucho ya que seguimos con lo besos, con algo de trabajo logra quitarme la playera y la camiseta interior. Continuamos con los besos y las caricias mientras que a lo lejos escuchamos al televisor anunciar un comercial de cereal.
Mis labios bajan al cuello de mi novio pelirrojo sacándole leves gemidos. Sus traviesas manos siguen recorriendo mi espalda desnuda. En cambio, las mías exploran por debajo de sus ropas. Dennis, en un movimiento rápido se posiciona encima de mí. Lo observo atentamente mientras él comienza a despojarse de sus propias prendas.
Siento sonrojarme tenuemente en cuanto lo tengo semidesnudo frente a mí. He de confesar que esto es lo más lejos que hemos llegado. Por algunas extrañas circunstancias de la vida, la intimidad entre ambos no era necesaria. Sin embargo, creo que ha llegado el momento.
Y me siento estúpidamente nervioso.  
Observo a Dennis. Él parece estar en las mismas circunstancias que yo.  
Nuestras miradas se conectan de una manera extraña, le sonrío y él me devuelve la sonrisa. Reanudamos los besos y las caricias, damos una voltereta y sin previo aviso, caemos al suelo.
-Aúch – se queja Dennis en cuanto choca con el suelo.
-Gracias por amortiguar mi caída – le digo, dándole un casto beso en los labios.
Me siento ahorcadas sobre él. Vuelvo a besar sus labios, suavemente. Recorro el interior de su boca lentamente mientras siento las yemas de los dedos de Dennis recorrer mi espalda. Me separo lentamente de su boca para bajar pausadamente hacia su cuello, su pecho, sus aréolas…
Dennis se arquea levemente conforme voy descendiendo cada vez más. Su intimidad comienza a despertarse, la puedo sentir a través de su pantalón. Incluso también la mía comienza hacerse notar. Asciendo mis besos nuevamente hacia su cuello, su boca.
Mis manos comienzan a buscar la cremallera de su pantalón, en cuanto dan con ésta comienzo a desabrocharlo y…
-Teddy, ¿has visto mi…? ¡Oh, demonios!
-¡Sebastián! – Me levanto rápidamente - ¡¿No te enseñaron a tocar antes de entrar?! – le pregunto mientras que busco mi playera, ¿en dónde demonios quedó?
-¡Claro que me enseñaron! Pero al parecer estabas… estaban muy ocupados como para escuchar la puerta y…
-¡De acuerdo! – le interrumpo, de pronto empiezo a sentir demasiado calor.
-¿Saben, qué? Cinco minutos – Dennis y yo intercambiamos miradas – En cinco minutos los quiero ver en la sala. Preferentemente vestidos. Sin excusas.
-Bien.
Sebastián nos lanza una mirada de arriba a abajo, luego sacude la cabeza y sale de mi habitación.
Suspiro levemente. Dennis hace lo mismo. Nos observamos por unos segundos antes de comenzar a reírnos como locos.
-¡¿Viste su cara?! – le pregunto a Dennis mientras suelto una carcajada.
-En realidad no, estaba más preocupado por otra cosa – mi novio también sonríe ampliamente.
Nos terminamos de vestir y nos dirigimos hacia la sala de estar, en donde encontramos a Sebastián caminar de un lado a otro, como león enjaulado.
-Ufff – Sebastián se deja caer en el sofá – Chicos… es la hora.
-¿La hora? – Dennis enarca una ceja.
-Es mejor que se sienten – el semblante de Sebastián no me agrada en lo más mínimo. Tengo la sensación que algo no muy agradable sucederá.
-¿Qué ocurre? – le pregunto en cuanto me siento. Dennis hace lo mismo, a un lado de mí.
 -Estoy preocupado.
-¿De qué? – comienzo a asustarme.
-¿Cómo que, “de qué”? – Sebastián me lanza una mirada acusadora – ¡De ti!
-No me ha pasado nada.
-¡Eso espero! Porque las consecuencias serían terribles, Konny me degollaría. Él se fue dejándote puro y casto, no me imagino si…
Me siento enrojecer en demasía al darme cuenta de lo que Sebastián está hablando.
-Me imagino que se están protegiendo, ¿verdad? – Observa a Dennis primero y luego a mí – El condón es importante porque…
A mis diecisiete años, debo encasillar este momento como el más bochornoso de mi vida. Me imaginé toda clase de conversaciones con Sebastián y sin duda, la de sexo no me cruzó por la cabeza. Definitivamente.
-Sebastián… - levanto la mano para hacerme notar – Emh… ya tuve está conversación.
-¿Con quién? – frunce el ceño.
-La doctora Helen – murmuro.
-¿Y por qué ella te ha hablado de sexo? – Pone los brazos en jarras – Sé que es doctora pero…
Dennis se hunde en el asiento, yo me sonrojo y Sebastián entorna los ojos en demasía.
-Dime que la doctora Helen no te ha visto en una situación como en la que te he visto hoy.
-De acuerdo. No te lo diré.
-¡Teddy!
-¡No te he dicho nada!    
-Esto está muy mal – mueve la cabeza negativamente.
-¿Por qué?
-¿Cómo que “por qué”? – Sebastián alza las manos - ¡Puedes salir embarazado!
-Claro que n… ¿qué?
-¡Imagínate! Eso estaría muy mal, ¿Qué explicación le daría al juez? ¡Y a Konny! – volteó a ver de reojo a Dennis, él está igual o peor que yo. Perplejo - ¡Un bebé! Justo cuando estás en tu juventud y…
-¡Yo no estoy embarazado! – Me levanto para estar frente a él – Sebastián, usaremos condón, ¿de acuerdo? Es más, después de esto, no creo que pueda hacer algo con Dennis porque sinceramente esta conversación me ha dejado…
-¡Sí, eso! no haremos nada – Dennis también se levanta para apoyarme.
-Eso… es muy considerado de su parte chicos – Sebastián nos da unas palmaditas en los hombros.
Dennis y yo forzamos una sonrisa.
-Pueden seguir desempacando – nos despide – ¡Desempacando, eh!
Jalo a mi novio de la mano y lo saco lo más pronto posible de la sala. En cuanto estuvimos nuevamente en mi habitación comenzamos a reírnos.

Un ruido extraño me hace despertar. Me levanto lentamente de la cama y me dirijo hacia la planta baja.
-¿Sebastián? ¿Eres tú?
De acuerdo, eso es lo más estúpido que he hecho, ¿Cómo demonios se me ocurre bajar desarmado al lugar donde he escuchado un ruido y anunciarme llamando a alguien que probablemente no esté? Konny seguramente me reclamaría. Y ni qué decir de Sebastián.
El ruido se hace cada vez más intenso. Proviene del la oficina de Sebastián. Me acerco lentamente hasta llegar a la puerta entre abierta.
-¡Demonios! – escucho maldecir a Sebastián.
-¿Sebastián? – lo llamó mientras entro a la oficina.
-Teddy… - me observa de arriba abajo - ¿todo bien?
-Emh… sí. Escuché un ruido y…
-Lo siento, se me cayó la taza – Sebastián se levanta con los pedazos de porcelanas en las manos.
Me quedo de pie frente a él, sin moverme. Le doy un vistazo al reloj de pared que marca las tres de la madrugada.
Frunzo el ceño.
-Emh… ¿Sebastián?
-¿Sí?
-Estás haciéndolo de nuevo.
-¿Qué cosa? – ahora, el mejor  amigo de mi hermano es el que frunce el ceño.
-Trabajar sin descansar.
-No, claro que no.
Me cruzo de brazos, mientras lo fulmino con la mirada.
 -Solo fue hoy.
-Y ayer, y hace dos días y hace una semana y…
-Ya entendí.
Me acerco a él.
-Yo también lo extraño – le confieso.
Ambos nos miramos fijamente. Sebastián suspira largamente.
-Tengo la sensación que… Konny no quiere regresar y temo que es por mi culpa.
Sonrío mientras niego con la cabeza
-Qué extraña conclusión, Sebastián – lo veo a los ojos – yo pienso lo mismo.
-¿Crees que es mi culpa?
-No, que aquí el único culpable soy yo.
Ambos sonreímos, avergonzados por nuestros pensamientos.
-Quizás Konny piensa que el culpable es él y no quiere regresar – me ve a los ojos.
-No lo dudo – sonreímos por el mal chiste.
Nos quedamos en silencio.
-¿Crees que regrese? – esta vez le pregunto de manera seria. Sebastián se muerde el labio inferior.
-Espero que sí.
-Yo también.
Ambos observamos la fotografía que reposa en el escritorio. En ésta estamos los tres sonriendo, Konny a la izquierda, yo en medio y Sebastián a la derecha. Recuerdo que nos la tomó mi mamá cuando fue mi cumpleaños número siete. 
-Sebastián, es hora de ir a dormir – le digo, despegando la mirada de la fotografía.
-Lo sé – me sonríe – gracias por preocuparte por mí.
-Konny te encargó conmigo, debo cumplir mi palabra, ¿Qué le diré cuando regrese y te encuentre con un chichón en la cabeza por haberte caído de las escaleras?
Sebastián vuelve a sonreír.
-De acuerdo, tienes razón.
Pasa su brazo por mis hombros y ambos nos encaminamos hacia nuestras habitaciones.

Han transcurrido dos días y he de decir que oficialmente ya he desempacado todo. Nuevamente me encuentro con Dennis en mi habitación, esta vez estamos acostados en la cama mientras observamos el techo. Desde que Sebastián nos descubrió en aquella bochornosa situación hemos decidido dejar por el momento, o al menos en mi habitación, nuestros encuentros… íntimos.
Dennis comienza a reírse.
-Aún no me puedo olvidar de tu cara de sorpresa cuando Sebastián nos descubrió – me dice entre risas sueltas.
-Debiste de haberme advertido – gruño.
-Estaba ocupado – me aclara.
-Claro. Aún no entiendo qué nos quiso decir con lo del embarazo. Es decir es ilógico, antinatural, que un hombre se quede embarazado.
-Tú te verías lindo con pancita – me dice, frotándome el abdomen.
-¿Y quién dijo que yo sería el que cargaría con el bebé?
-Sebastián.
Entrecierro los ojos.
-Yo opino que tú seas quién lo tenga.
-Ted, hace menos de un minuto has dicho que los hombres no pueden quedar embarazados.
-En el mundo de Sebastián, sí – le mando una mirada inquisidora.
-Solo hay un modo de saberlo, hay que probar – Dennis se lanza sobre mí…
Besos, caricias, gemidos, más besos, empujones, ¿ropa?, ¿cuál ropa? Más besos, más caricias, lamidas por aquí y por allá, confesiones, expresiones, exclamaciones, intromisiones, gemidos, caricias… un “te amo”, besos, embestidas suaves, embestidas no tan suaves, gemidos, otro “te amo”, besos… muchos besos… demasiados besos… y el éxtasis.  
Me alegra saber que esta vez nadie nos ha interrumpido. Dennis y yo llegamos hasta el final. Y aunque estoy un poco adolorido, ha estado genial.

El aire comienza a faltarme, ruedo por la cama una y otra vez. Despierto, alterado.  
-¿Konny?
Parpadeo un par de veces, me levanto de la cama rápidamente. Una sensación extraña invade mi estomago, una muy distinta a cuando tengo a Dennis cerca de mí. Es como un presentimiento. 
Comienzo a caminar de un lado a otro dentro de mi habitación, sé que algo no está bien. Observo el reloj-despertador, aún faltan un par de horas para que amanezca. Me desparramo en la cama nuevamente, aunque tengo la sensación que no podré dormir nuevamente.

-¡Teddy! ¡Ted! – los gritos de Sebastián me sacan de mis sueños. Genial, a penas que había conseguido conciliar el sueño.
-¿Qué? – gruño en cuanto Sebastián irrumpe en mi habitación.
-Ven a la sala, te tengo una sorpresa.
-¿Puede esperar un par de horas más? – le pregunto, adormilado.
-No lo creo. ¡Ven, de prisa!
Sebastián logra arrancarme de la cama y a empujones me saca de la habitación.
-Al menos me hubieras dejado ponerme algo de ropa, ¡estoy en pijama! – me quejo.
-No seas quisquilloso – sonríe haciendo relucir sus hoyuelos.
Gruño.
Mientras bajamos por las escaleras puedo percatarme que hay un invitado en la sala de estar.
-¡Sebastián! Hay alguien en la sala y pretendes que me vea en pijama y…
Entonces, reconozco al invitado.
-¡Konny! – sin pensarlo dos veces voy a su encuentro.


GRACIAS POR LEER *0*
PISLIB n_n
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2 comentarios:

  1. WOW

    pense "sebastian es un INOPORTUNO -_-"

    tambien pense que no pasaria nada entre ted y dennis pero valla sorpresa

    tengo que confesarte que me gusto tanto como sono en mi cabeza la parte "sexual" de dennis y ted que no pude evitar hurtarlo ñaca ñaca ñaca ^///^

    ya volvio konnyyyyy

    ya casi termina TwT

    Att:Taeko-kun ^^

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    Respuestas

    1. Jajajajajaja eso mismo pensé mientras lo escribía, pero se me hizo divertido >.<
      Pero por supuesto que algo tenía que pasar, las hormonas a esa edad no se quedan tranquilas XD
      jajajaja, si, me di cuenta jajaja XD
      Sip, Konny ha vuelto y con él, el final TT____TT
      Besos
      PISLIB n_n

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