El muchacho de ojos tristes
Epilogo Dos:
Konstantin Lemus
[Konny]
Al entrar, al que ahora será mi nuevo hogar, no he podido reprimir el escalofrío involuntario que me invade. Probablemente sea la sensación de iniciar “desde cero”. Nuevos recuerdos, nuevas alegrías, nuevas penas… Todo nuevo. Aunque eso no significa olvidar el pasado. No es fácil. Mucho menos cuando reaparece sorpresivamente.
El pasado es algo muy importante porque te hace ser lo que eres en estos momentos. El mío ha estado lleno de tragedias dolorosas, pero también de momentos felices. Y éstos últimos son lo que realmente importan para poder salir de algún bache que se atraviese en el camino, sobre todo si es uno muy grande que se empeña en obstaculizar el camino.
Spencer. Ese es mi bache. La piedra con la cual en cualquier momento volveré a tropezar. No soy pesimista, soy realista. Hace meses atrás hice las paces con él. Fue difícil. Pero era necesario. Si no lograba enfrentarme a él y de alguna manera “perdonarlo” no superaría todo. En algunas ocasiones es difícil hacerlo, pero sigo trabajando en ello. Sin embargo; ahora todo es distinto. Puedo ver las cosas de otra manera y esto es lo que me permite tener una vida de lo más “normal”. Y eso me alegra.
Estuve cerca de dos años alejado de todo aquello que me importaba y ahora no sé cómo “seguir”. Mi mejor amigo, Sebastián, es el que me ha recibido en la puerta de entrada. Está distinto a como lo vi la última vez, su cabello está más largo y su piel está bronceada (seguramente por haber estado demasiado tiempo fuera de la alberca). Su cara de total sorpresa me advierte que no esperaba mi visita y es de esperarse, tanto mi hermano como él no habían tenido noticias mías desde que me fui.
-¿Konny? – susurra.
Da un paso hacia mí, parpadea un par de veces antes de extender su mano hacia mi rostro. Sin embargo, no logra tocarme. Su brazo extendido queda suspendido a unos cuantos centímetros de mí.
-¿Eres tú?
Mi mano derecha la cierro en torno a la de él, concluyendo lo que iba hacer.
-Soy yo – le respondo con una sonrisa.
-Oh, Konny – me abraza sin perder más tiempo.
Le respondo el abrazo. Cierro los ojos mientras aspiro el aroma de Sebastián, recordándome lo mucho que lo he extrañado, lo mucho que me hizo falta en todo este tiempo.
-No puedo creer… que estés de regreso – susurra con voz entre cortada.
Nos quedamos un rato más en esa posición. Puedo sentirlo sollozar, reír, nuevamente llorar.
Sebastián va por Teddy, mientras yo me quedo en la sala de estar observando a mi nuevo hogar. La decoración es diferente de pies a cabeza así como los muebles y todo lo que tenía la antigua casa. No bromeaban con eso de “borrón y casa nueva”.
Escucho a mi hermano reclamarle algo a Sebastián, supongo que algunas cosas no han cambiado. Mientras bajan las escaleras observo a mi hermano. Es increíble que haya crecido demasiado en estos dos años. Incluso su voz ha cambiado. Mi pequeño hermano ya dejó de ser un niño. Ya es todo un jovencito de diecisiete años.
Teddy deja de quejarse al reparar en mí. Le sonrío abiertamente al tenerlo a unos cuantos pasos delante de mí.
-¡Konny! – Me llama al mismo tiempo que corre a abrazarme.
Es sorprendente también la fuerza que ha adquirido, ¿seguirá con las clases de Esgrima? O ¿será por la natación?
-Te eché de menos – me susurra al oído.
Sus abrazos siempre han sido cálidos, a pesar que hubo momentos en los que no los sentía así. Definitivamente, extrañaba los arranques de efusividad de Teddy.
-¿Cómo es que están en el piso? – pregunta sorprendido Sebastián, al llegar a nuestro lado.
-Al parecer Teddy se ha vuelto más fuerte – dejo salir mientras nos levantamos.
-Y más alto, no lo olvides – me aclara, sonriente – Y no soy Teddy… soy… ahh, olvídalo.
Eso sí que no me lo esperaba, ¿será un privilegio otorgado en persona? Probablemente se deba a que ya se ha resignado a que lo llame Teddy, tal vez es por mí recién llegada… o tal vez… mejor le hago caso y lo olvido.
-Y con novio, parece – carraspea Sebastián.
-¡Vaya, vaya! Eso sí que no me lo esperaba – dejo salir, aunque muy en el fondo no me sorprende esta confesión. Algo sospechaba incluso antes de irme y si mis cálculos no fallan, sé quién es el novio.
-¡Sebastián! – mi hermano se sonroja y yo solo sonrío abiertamente.
Mi hermano murmura algo como “no tienes remedio” y al mismo tiempo se cruza de brazos.
-Entonces, ¿quién es él? – Indago, curioso - ¿Dennis?
Teddy entorna los ojos, muy sorprendido. Al parecer no me he equivocado.
-No me sorprende – le confieso al mismo tiempo que revuelvo su cabello.
-Bien sabelotodo, has acertado – aparta mi mano suavemente.
El resto de la mañana nos la pasamos desempacando. Ambos me llevaron hasta mi nueva habitación, la cual no estaba decorada del todo ya que estaban esperando mi regreso para que lo hiciera a mi gusto. No tardamos demasiado en acomodar mis cosas, después de todo solo eran ropas.
Lali en cuanto supo de mi llegada se puso a preparar mi comida preferida. Es agradable estar nuevamente en casa, el calor familiar hace mucha falta cuando se está afuera por mucho tiempo, sin embargo; tengo la sensación que ya no pertenezco a esta familia.
-Hay que celebrar de algún modo – la voz de Sebastián me saca de mis pensamientos.
-¿Qué tal un enfrentamiento de Esgrima? – Propone Teddy – He estado practicando con Dennis y no es por presumir pero he mejorado mucho.
-¿Qué dices, Konny? – me pregunta mi mejor amigo.
-Emh… de acuerdo – le respondo.
-¡Genial! Llamaré a Dennis – mi hermano sale como cohete de la cocina.
-Me alegra que estés de regreso, Konny – me dice Sebastián, una vez estando solos.
-Yo también.
Sebastián me observa atentamente, antes me era fácil interpretar sus gestos, sin embargo, en estos momentos no estoy muy seguro de lo que esté pensando. Quizás…
-Ahora que has vuelto… supongo que desearás recuperar la tutoría de tu hermano.
-En realidad… no.
Frunce el ceño ligeramente.
-Faltan cuatro meses para que él sea mayor de edad y… - lo veo directamente a los ojos – si no hay ningún inconveniente, quisiera que conservarás la tutoría hasta que cumpla los dieciocho años.
-¿Por qué? – La voz de mi hermano me hace dar un respingo, no lo he escuchado entrar - ¿Te vas a ir de nuevo?
-¡No! No… - respondo rápidamente – Es solo que… Sebastián lo ha estado haciendo muy bien y… yo recién llego, no soy nadie para entrometerme y…
-¿No eres “nadie”? – Sebastián enarca una ceja – Eres su hermano.
-No quise decir eso, yo solo… – me levanto para quedar frente a ambos – Yo me fui y ustedes siguieron, han logrado muchas cosas juntos… esta casa, Teddy fue dado de alta con el psicólogo, tú Sebastián has logrado tantos contratos en el Lemus Cinema y…
-No eres ningún intruso, Konny – deja salir ceñudo, Sebastián.
-No lo soy, pero no he venido aquí para que dejen de hacer lo que suelen hacer, para interponer nuevas reglas o deshacer sus rutinas y… solo quiero que todo siga como siempre ha estado, que no cambien nada.
-De acuerdo – responde mi hermano.
-Yo no – para mi sorpresa, Sebastián luce desconcertado.
Tanto mi hermano como yo lo observamos atentamente.
-O al menos con lo de la tutoría – aclara rápidamente – No me molesta seguir siendo su tutor, pero, ¿Qué hay de ti, Konny? Luchaste mucho para que nadie te la quitara y ahora te haces a un lado. No entiendo.
-Precisamente por eso, Sebastián. No soy buen tutor, lo aprendí por las malas y no quiero cometer nuevamente el mismo error – le confieso.
-No lo fuiste – dice Teddy – Si hablamos de culpas, yo también tuve algo que ver y…
-Pero…
-De acuerdo – Sebastián alza la voz – Todos tuvimos algo que ver para que tomáramos las decisiones que tomamos. Y antes de que esto se salga de control… haremos un trato, ¿de acuerdo?
Teddy y yo asentimos con la cabeza.
-Legalmente seguiré siendo el tutor de Ted, pero las decisiones, como permisos para salidas y esas cosas las tomarás tú, Konny.
-No sin antes saber tu opinión sobre ello – agrego.
-De acuerdo.
-¿Y yo no opino? – pregunta Teddy.
-Claro que sí – le responde Sebastián – Pero la decisión final será de tu hermano. ¿Qué dices, Konny? ¿Trato? – me extiende la mano.
Lo pienso unos segundos.
-Trato – le estrecho la mano, sonriendo.
Suena el timbre de la casa y mi hermano sale rápidamente murmurando algo sobre Dennis.
Quince minutos después nos encontramos en el jardín. Siendo Dennis presentado ante mí como el novio oficial de mi hermano, y con todo el equipo preparado para el encuentro de Esgrima, comenzamos a establecer algunas reglas para el enfrentamiento.
-De acuerdo – les digo sonriente – El que gane decidirá qué harán los demás.
-Excelente – acepta Dennis – Pero no se vale hacer trampa, ya saben, que de pronto “pierdan en el último momento’” – por alguna extraña razón voltea hacia con Sebastián.
-¡Ey! ¡Yo no me dejo ganar! – Sebastián se queja.
Comenzamos la partida.
Hemos dejado los enfrentamientos al azar, nada que un “Piedra, papel, tijeras” no resuelva nada. El primer combate es entre Teddy y Sebastián. El primer tiempo es a favor de mi hermano, el segundo para Sebastián y el último también. El segundo enfrentamiento es entre Dennis y yo. Para ser la primera vez después de dos años sin alzar una espada no me ha ido tan mal. A pesar que el primer tiempo lo he ganado, el segundo no, pero me recupero y el tercero lo gano también.
-¿Por qué no me sorprende? – deja salir quisquilloso Teddy, en cuanto Sebastián y yo nos preparamos para enfrentarnos.
-Sin hacer trampa – recuerda el novio pelirrojo de mi hermano. Sebastián gruñe.
-¿Dejarás que tu reputación aumente? – reto a mi mejor amigo. Él entrecierra los ojos.
-Eso quisieras – me dice pícaramente.
Sonrío. Como últimamente vengo haciendo. Me hace bien el estar con ellos.
-¿Listos? – Pregunta mi hermano, que de costumbre le hace de árbitro - ¡Comiencen!
En cuento doy el primer paso, Sebastián hace un gesto que me recuerda a cierta persona e inmediatamente los recuerdos me invaden.
Mi padre había hecho una reunión con sus socios, había gente por todos lados, recuerdo que mi hermano y yo estábamos algo nerviosos, nunca habíamos estado rodeados con tanta gente y menos de adultos. Contando que en ese tiempo Teddy tenía cuatro años y yo ocho.
-Konny, Teddy… vengan – nos llamó papá, el cual estaba acompañado con un señor alto, rubio y de ojos color verde – les presento a un viejo amigo de la infancia, se llama Spencer.
-¡Hola niños!
-Mucho gusto – recuerdo que saludamos al mismo tiempo Teddy y yo.
-Lindos ojos niños, igual que los de su padre.
-Nunca cambiarás, Spencer – le había dicho mi padre, mientras su amigo nos observaba detenidamente a mi hermano y a mí con un brillo especial en sus ojos lujuriosos.
-Lindos ojos – dijo viendo los míos y dando un suave e inocente apretón en mi mano, que no supe interpretar en ese tiempo.
-¡Touché! – me dice Sebastián al darme con la punta de su espada en mi pecho, hasta este momento me doy cuenta que estoy en el suelo - ¿Estás bien? – me pregunta en un tono preocupado al mismo tiempo que extiende su mano para ayudarme a levantar.
-Supongo que fue un bache – le digo encogiéndome de hombros – Pero no te acostumbres, no me volverá a pasar – le digo guiñándole un ojo.
Sebastián sonríe.
Y hago lo que últimamente he hecho cuando Spencer viene a mi mente. Perdonarme y perdonarlo. Quizás él no lo merezca pero yo necesito hacerlo. El atormentarme y el odiarlo no hace más que incrementar sentimientos que decidí no volver a sentir porque solo me hacen decaer. La vida es más sencilla y placentera sin sentimientos negativos. Eso no significa que me haya olvidado de lo que Spencer me hizo. En algún momento o lugar, algo me recordará lo que viví a su lado. Un bache. Que con el tiempo cada vez se hace más pequeño y fácil de pasar. Hasta que un día sea un simple recuerdo borroso y fácil de desechar.
Spencer no fue lo mejor de mi vida, pero me dejó lo más importante. Sebastián. Y eso es lo que me importa.
-¿Qué hemos dicho sobre hacer “trampa”? – ahora es mi hermano el que gruñe. Sebastián sonríe.
-Ahora es tu reputación la que está en juego – un calorcito invade mis mejillas al escuchar las sonrisitas burlonas de mi hermano y su novio - ¡Ustedes tortolos no se burlen de mi mejor amigo! – Sale Sebastián al rescate, Teddy y su novio pelirrojo ríen con más ganas - ¿Quieren otra charla?
Sorprendentemente ambos chicos dejan de sonreír.
-No es para tanto – Dennis se sonroja.
-¿Qué no hay otro tiempo que tienen que hacer? – gruñe Teddy.
Enarco una ceja.
-Un truco que funciona bien – deja salir Sebastián, guiñándome un ojo.
-¿Preparados? – Interroga Teddy - ¡Ahora!
Estaba ansioso por la cita. No era una cita oficial, pero ya habíamos quedado Sebastián y yo en salir al Lemus Cinema y ver la película que se estrenaría ese fin de semana. Teníamos planeando esa salida desde meses atrás, no lo habíamos hecho porque aún no se me terminaba el castigo que me había ganado después de la escapada del colegio. (1)
Así que era de suponerse que estaba emocionado. Ese día me había levantado temprano y había prácticamente complacido a mi madre en todo lo que me había pedido, aunque algo me dice que ella sabía de mis intenciones ocultas tras mi actitud.
La comida prácticamente me la devoré. Mi madre en esos momentos hablaba por su teléfono celular con mi padre. Decía algo como unos contratos vencidos y un nuevo socio. No lo sé. Lo que me interesaba más era irme a la cita. Solo media hora me separaba para encontrarme con Sebastián.
Recuerdo haberme apresurado a recoger la mesa y cuando estuve a punto de salir de la cocina, mi mamá me detuvo.
-Konny, hijo, espera – esas tres simples palabras me indicaron que nada bueno saldría de esa futura conversación.
-¿Qué pasa mamá? – le pregunté con cierto temor.
-Sé lo emocionado que estás con esta salida después de tu tan prolongado castigo, pero… necesito que me hagas un favor.
Recuerdo haber tragado saliva, trabajosamente.
-Necesito que cuides de Teddy.
-¡Mamá! – me quejé, por supuesto.
-Debo ir al juzgado a ayudar a tu padre, se han complicado algunas cosas con unos socios.
-Pero, ya había quedado con Sebastián.
-Puedes llevar a tu hermano contigo, a tu amigo no le molestará.
-¿Qué?
-¡Mami, mami! Ya estoy listo – mi hermano irrumpió en esos momentos la cocina.
-Teddy, tesoro, surgió un imprevisto, pero tu hermano te llevará.
-¿Qué? ¡No!
-Konstantin, no me hagas castigarte de nuevo – mi mamá se colgó su bolso de mano. Besó a Teddy en la cabeza – te quiero, tesoro – se despidió de él – Cuida de él, no tardo – y con otro beso se despidió de mi.
Bufé enfadado.
-¡Vámonos Konny, se hace tarde para la película! - me apresuró mi hermano, jalándome de la mano.
-¡No voy a ir a ver a unos estúpidos dibujos animados idiotas! - le grité. Teddy parpadeó perplejo.
Furioso salí de la cocina. Levanté el teléfono y marqué el número de Sebastián.
-Lo siento, no podré ir – fue lo único que le dije antes de colgar.
Me acosté en el sofá. Estaba furioso, así que me desquité con el televisor. Comencé a cambiar de canal sin detenerme en alguno.
-Konny, ¿vamos a ir al cine?
-No.
-¿Por qué?
-Ya te dije el por qué – en ningún momento volteé a verlo, seguí centrado en el televisor.
-Entonces, ¿vamos a ver televisión? – no le respondí. Mi hermano, que en aquel entonces tenía once años, se sentó en el sofá de enfrente. Por mi parte seguí pasando los canales, en algunos me quedaba viéndolos por más tiempo - ¡Esa película me gusta! – Teddy exclamó, sonriente. Rodé los ojos y enseguida le cambié de canal – ¡Konny, hay que verla!
-No.
-¡Yo quiero verla! - chilló. En ese tiempo no soportaba sus berrinches, así que le regresé al canal. Él sonrió feliz. Me levanté dispuesto a salir de ahí, no quería ver esos dibujos animados - ¿A dónde vas?
-A mi habitación.
Comencé a subir las escaleras cuando escuché unos pasos atrás de mí, al voltear descubrí a Teddy.
-¿Qué haces? – le pregunté entre dientes.
-Yo también voy a tu habitación – dijo, sonriente. En ese tiempo no entendía el porqué se empeñaba el querer estar a mi lado.
-No. Tú vas a regresar a la sala a ver esa ridícula película.
-Ya no la quiero ver, quiero ir a tu habitación.
-Bien – gruñí. Teddy comenzó a subir las escaleras. Regresé a la sala, lo único que quería era alejarme de él.
Ni cinco minutos tenía de haberme sentado en el sofá, cuando mi hermano volvió aparecer frente a mí.
-¡Vamos a ver la película!
-¡Ted, deja de estarme siguiendo! – le reclamé. Y por primera vez, vi a mi hermano verme de una manera extraña. Sin embargo no me dijo nada, simplemente se quedó en silencio. Aunque no duró mucho de esa manera.
-¿Por qué me has llamado ‘Ted’?, siempre me dices ‘Teddy’ – no le respondí – Konny, dime – lo volví a ignorar – Konny.
-¡Porque estoy enojado contigo! – para ser sincero, ese día no estaba enojado con mi hermano, con el que estaba enojado era con mi madre por haberme hecho cancelar la cita. Simplemente me descargué con él diciéndole lo primero que se me vino a la mente.
En los próximos minutos no escuché decir ni “pío” a mi hermano. Seguí con el televisor, cambiando canales.
-¡Mira! - Teddy puso un dibujo frente a mí. Enarqué una ceja al descifrar aquellos garabatos. Al parecer éramos nosotros dos. Sonreí de lado.
-¿Se supone que somos nosotros dos? – Le pregunté, él asintió con la cabeza – eres mal dibujante, Teddy – mi hermano sonrió feliz.
-¡Ya no estás enojado conmigo! - Recuerdo haber fruncido el ceño ante su declaración – me has llamado ‘Teddy’ otra vez.
Me llevó algunos segundos entender lo que me acababa de decir. Me encogí de hombros, mientras seguí cambiándole de canal al televisor. Internamente comencé a sentirme culpable.
-¡Esa película me gusta! - volvió a decir cuando regresé al canal de momentos atrás. Y esa vez no le cambié.
-¿Cómo dices que se llama?
-“El patito feo”.
-¿El que resulta no ser un pato, sino un cisne? - Mi hermano asintió con la cabeza, sonriente – pues que tonto, mira que creerse pato.
-Él creía que era pato porque nació con la familia de los patos – me explicó.
-¿Y cómo fue que llegó con los patos?
-Porque cuando era un huevo rodó hasta el nido de los patos.
-¿Y por qué rodó hasta con los patos?
-Konny, pareces niño chiquito – me dijo negando con la cabeza. Solté una sonrisa floja – él no rodó hasta con los patos al propósito, algo empujó su huevo hasta con ellos. Los huevos no ruedan solos.
-Habría sido más fácil que se hubiera hecho a un lado para así no rodar y evitarse eso de “creerse pato”, ¿no crees?
Mi hermano me miró pensativo y luego sonrió.
-Eres raro, Konny.
-Sí, soy tu hermano el raro – dejé salir solemnemente.
-Te quiero mucho, hermano raro – me dijo, abrazándome.
-¡Touché! – le digo a Sebastián en cuanto la punta de mi espada toca su pecho.
-¿Era necesario el tirarme al suelo? – me pregunta mientras se levanta.
-Lo siento – me disculpo – Me he emocionado.
-¿Te emociona apalear a tu mejor amigo? – me pregunta, aguantando la risa, mi hermano.
-Me emociona el estar nuevamente al lado de ustedes – le digo pasando mi brazo sobre su hombro.
-Eres raro, Konny – suelta mi hermano esta vez sonriendo.
-¡Por supuesto! Soy tu hermano “el raro” – le devuelvo la sonrisa. Teddy frunce el ceño tratando de interpretar mi sonrisa y la mirada.
-¿Me perdí de algo? – se acerca Sebastián.
-Solo un cisne creyéndose un patito feo – declara mi hermano.
-Al parecer Konny no es el único raro – deja salir Dennis negando con la cabeza. Todos reímos.
-¿Listos para el último tiempo?
-Listos.
Ese día llovía, era como si de pronto el clima se hubiera puesto de acuerdo con nuestro estado de ánimo. En esa tarde lluviosa se estaba llevando a cabo el funeral de mis padres y de la madre de Sebastián. Habían asistido algunos conocidos de la familia y uno que otro socio del Lemus Cinema. Sinceramente no recuerdo muy bien los detalles, en esos momentos mi mente divagaba de un lugar a otro.
-Esto está mal, Konny – había susurrado Sebastián, el cual estaba a mi lado – no debieron haberse ido, aún no…
Quería decirle muchas cosas para animarlo, pero un nudo en la garganta me lo impedía. Realmente me sentía perdido, ni siquiera sabía que iba a ser de mí ni de mi hermano menor. Recordaba vagamente que el juez había dicho algo sobre Spencer y una tutoría, pero solo eso.
-Konny, sabes que te quiero mucho ¿cierto? Y que si por mi fuera me quedaría a tu lado para siempre ¿verdad?
Lo vi a los ojos y asentía con cada cosa que me decía.
-Mi tía… Mi tía me va a llevar a vivir con ella – esa fue la primera vez que lo vi llorar tan dolorosamente.
-¿Qué?
–Lo siento…
Mis lágrimas se deslizaron hasta mi barbilla. Lo abracé fuertemente. Sentí que mi mundo se derrumbaba lentamente. La muerte de mis padres fue muy dolorosa, la partida de Sebastián lo sería aún más. Él siempre estuvo conmigo, una vez se había ido pero se encargo de regresar a mi lado. Y nuevamente, él se iría…
-Volveré Konny, volveré y me darás ese “Sí” – me dijo, viéndome a los ojos directamente – no te escaparás de mi tan fácilmente, eh – me dijo sorbiéndose la nariz.
-Supongo que no – traté de reírme también.
Nos vimos a los ojos fijamente, él se acercó a mí lentamente hasta unir sus labios a los míos.
-Es una promesa, Konny. Regresaré a tu lado.
Asentí furtivamente, mientras que él me limpiaba una lágrima que resbalaba por mi mejilla.
-Dos años, Konny. Solo dos años y seré mayor de edad.
-Dos años se pasan rápido – me quise convencer.
-Exacto, dos años no son nada.
Pero sí lo fueron. Spencer se encargó que esos años fueran los peores de mi vida.
-¡¿Y dónde demonios esta ese tutor tuyo?! – se quejó, limpiándose las lagrimas.
-No lo sé, por ahí… supongo – le dije imitándolo.
-¿Cómo dices que se llama?
-Spencer, fue un amigo de la infancia de mi padre.
-¡Qué raro! Cuando le pregunté a mi tía cómo era, ella no lo pudo identificar.
-Quizás nunca lo conoció.
-No importa, ya lo conoceré – dejó salir solemnemente. Le sonreí.
-Te extrañaré – le confesé.
-Y yo a ti, Konny. Sobre todo tus lindos ojos. Ahora están opacados por la tristeza, pero confío en que volverán a tener ese brillo característico tan tuyo.
-Lo tendrán, te lo prometo. Algún día lo tendrán.
-De acuerdo, yo cumpliré mi promesa y tú la tuya. ¿Trato?
-Trato.
Ambos nos abrazamos fuertemente frente a la tumba de nuestros padres.
-¡Touché! – ambos nos decimos al mismo tiempo.
-¡Vaya, vaya! Eso sí que no lo esperábamos – exclama sorprendido Teddy.
-Los misterios de la vida, Teddy – le guiña un ojo Sebastián.
-Ya que hemos ganados y aceptaron lo que propuse antes de iniciar… – dejo salir inocentemente.
-Con que no nos pongas a correr alrededor de la casa – musita Dennis.
-¿Correr? – Sonrío – No, claro que no. Estaba pensando en… cocinar.
-¡Genial! Nos tocará preparar la cena. Si mañana amanecen con una fuerte indigestión no será nuestra culpa – exclama mi hermano.
-¿Habrá crema batida? – pregunta Dennis.
-Oh, el rojito pensando en cosas sucias – Teddy y Dennis se sonrojan al escuchar lo que Sebastián dice.
-¡Es para el postre! – aclara Dennis entornando los ojos de manera alarmante.
-Mejor vámonos antes que digas más cosas comprometedoras – gruñe mi hermano arrastrando a su novio hacia la casa dejándonos solos a Sebastián y a mí.
Dos años estando afuera me hicieron reflexionar sobre muchas cosas, sobre todo en la relación confusa que tenía con Sebastián. Él y yo, oficialmente, nunca fuimos novios, sin embargo no necesitábamos de estereotipos para saber lo que teníamos. Yo le gustaba y él a mí. Ambos nos amábamos. Hubo besos y caricias antes de que Spencer entrara en nuestras vidas. Después de eso, todo se fue al demonio.
Estoy consciente en que fui yo el que dijo “no” al noviazgo, el que se alejó, el que le pidió que siguiera con su vida, el que cortó toda esperanza. Sigo pensando lo mismo. El que haya regresado y pueda seguir con mi vida, no significa que ya esté listo para entablar una relación. Quizás nunca lo esté.
Veo a Sebastián recogiendo el equipo de Esgrima. Me acerco lentamente a él. En cuanto se da la vuelta quedamos frente a frente.
-Sebastián…
-¿Damos una vuelta? – me pregunta mientras señala al jardín trasero. Asiento con la cabeza.
De niños solíamos jugar en el jardín de la antigua casa y pasábamos horas y horas nadando en la piscina. Supongo que algunas costumbres nunca cambiarán. Caminamos en silencio hasta llegar a un pequeño kiosco que se encuentra justo en el centro del jardín y nos sentamos en una banca.
-¿Sabes? En verdad me alegra que estés de regreso.
-A mi también – le respondo mientras que veo a un pequeño colibrí posarse en los rosales que se encuentran en la esquina – Hace mucho que no te ganaba en Esgrima – volteo a verlo, sonriendo.
-En realidad, empatamos – me aclara – pero dejaré que te lleves la victoria.
Él me devuelve la sonrisa.
-Konny… no quiero presionarte – me ve a los ojos directamente.
-Lo sé. Y yo no quiero darte falsas esperanzas – le aclaro – Aún me cuesta trabajo.
-He esperado más de cinco años. Puedo esperar más – declara.
-Te cansarás – le advierto.
-Siempre me tendrás a tu lado, como amigo o como novio. O ambas cosas – suspira lentamente – la decisión es toda tuya – Me da suave apretón en el brazo antes de levantarse. Cumpliendo su promesa.
Me muerdo el labio inferior. Puedo sentir los rápidos latidos de mi corazón. Puedo ver cómo Sebastián se aleja lentamente de mí.
-Sebastián – le llamo. Se da la vuelta para quedar frente a mí – Quiero intentarlo, pero… tengo miedo.
-No te haré daño, Konny.
-Lo sé – bajo la mirada – Aún hay noches en las que me despierto llorando por las pesadillas. Éstas siempre regresan…
-Y yo estaré a tu lado cuando eso pase. Me aseguraré de traerte a la realidad. Ya no estarás solo, Konny.
Me acerco a él lentamente, llevo mi mano derecha hasta su mejilla izquierda, la acaricio lentamente. Sebastián cierra los ojos. Hago lo que en estos últimos meses he ansiado hacer. Uno mis labios con los de él, mis suaves movimientos se transforman en un dulce beso.
-Te amo – me murmura después del beso – lo siento, sin presiones dije.
-Shhh – lo abrazo.
-¿Puedo nombrar oficialmente esto como un “si”? – Sebastián murmura, sin abrir los ojos.
-Sí… - le susurro al oído.
-Gracias.
Nos quedamos abrazos unos momentos más. Sebastián es el que rompe el abrazo para observar atentamente mis ojos.
-¿Qué pasa? – le pregunto, desconcertado.
–Brillan – frunzo el ceño – Gracias por cumplir tu promesa.
La pequeña conversación viaja a mi mente.
“-Y yo a ti, Konny. Sobre todo tus lindos ojos. Ahora están opacados por la tristeza, pero confío en que volverán a tener ese brillo característico tan tuyo.
-Lo tendrán, te lo prometo. Algún día lo tendrán.
-De acuerdo, yo cumpliré mi promesa y tú la tuya. ¿Trato?
-Trato”.
-Gracias a ti por cumplir la tuya – le respondo.
Nos miramos fijamente. Sonriendo. Reconociéndonos. Reencontrándonos. Amándonos.
-¿Vamos? – me dice, señalando la casa.
Asiento con la cabeza.
Me ofrece su mano izquierda, le sonrío mientras mi mano derecha se entrelaza a la suya. Nos encaminamos hacia la casa.
FIN
En memoria a un gran amigo que se ha ido a las estrellas...
Aclaraciones:
(1)Se refiere al recuerdo que sale en el Capítulo 35: El muchacho de ojos tristes. En donde Sebastián se lleva a Konny a un lugar cerca de las montañas para levantarle el ánimo.
Hasta aquí hemos llegado *0*
Gracias por acompañarme a lo largo de esta historia. En verdad, gracias, muchísimas gracias ^^
Espero les haya gustado el final tanto como a mí (:
Les agradezco los comentarios, no importa cuando lleguen, siempre son bien recibidos *-*
¡Gracias!
Hasta pronto.
PISLIB n_n
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ese incomodo momento en el que te quedas sin palabras y con un sentimiento raro en el estomago/ garganta TwT
ResponderEliminarya sabes lo que pienso de la historia sabes lo mucho que me gusto desde el inicio como con ella conoci tus demas obras
como llegue a leerla solo por el nombre "Konny"
en fin son muchas cosas las que tengo por decir pero no encuentro las palabras
el final me gusto mucho el momento entre konny y sebastian ademas de los recuerdos con teddy TwT
espero con ansias el siguiente original ^^
Att:Taeko-kun
EliminarJejeje, me ha pasado Q_Q
:D y me alegra que me hayas leído :3
A mi me gusta ese nombre, desde el momento en que lo leí en ''1000 razones para no besar'' me dije ''Tienes que usar ese nombre en alguna historia u_u '' :D
No te preocupes jejeje, suele pasar jejeje. Me alegra que te haya gustado n.n
Yo también ansío por publicarlo, pero aún lo estoy puliendo jejeje.
Gracias por seguir esta historia hasta el final *0*
Besos
PISLIB n_n