Los cinco elementos.
Capitulo Dieciocho:
El lugar secreto de Hermione.
[Despierta Theodore] – Susurraba el aura hacia el chico dormido – [despierta]
El aura que lo envolvía se convirtieron en pequeñas gotitas de agua que comenzaron a caerle lentamente en el rostro, el chico arrugó la nariz.
[Recuerda a Luna] – El aura volvió a susurrarle – [No olvides a tus amigos]
Esta vez las gotitas comenzaron a caer constantemente. El chico movió el rostro de un lado a otro lentamente.
[Despierta]
Theodore Nott abrió los ojos de un palmo.
*****
Draco se encontraba en el balcón mientras contemplaba el cielo lleno de estrellas. Ya habían transcurrido dos días desde que habían descubierto que Gustav Goldstein se encontraba en las montañas cerca de un pueblo pequeño llamado Hangleton, sin embargo aún no habían podido dar con él. Harry, Ron y Terry habían usado todos sus recursos de auror pero aún así no habían podido localizarlo, incluso con Scorpius usando su don. Era como si el hombre deseara no ser encontrado.
Las cosas se estaban complicando, Draco lo sabía. Sospechaba que Voldemort tenía todas las de ganar ya que sabía exactamente en qué momento realizar el hechizo y ellos ni siquiera tenían idea de cómo iniciarlo. Se anexaba a su preocupación el hecho de que a Theodore Nott lo consideraba el traidor, no había tenido noticias del chico desde hacía más de un mes y eso solo podría significar que sus sospechas fueran ciertas. En el fondo esperaba que no fueran así, sin embargo no había pruebas que demostraran lo contrario. Theo era el traidor y quería llevarse a Scorpius de su lado.
-Ayúdame, Astry – murmuró Draco hacia al viento – ayúdame…
Se puso de pie y se recargó de la barandilla.
-Nuestro hijo necesita toda la ayuda posible, no nos dejes solos.
Siguió observando el cielo estrellado hasta que alguien carraspeó levemente a sus espaldas, se giró lentamente para encontrarse con Granger. La chica traía puesto un lindo vestido que le hacía resaltar su esbelta figura. Draco la miró de arriba-abajo, de pronto comenzó a tener calor.
-Saldré a cenar con Terry – anunció la ex Gryffindor lo que para el rubio fue más que obvio.
Por supuesto que Hermione saldría con su noviecito de Ravenclaw, solo para ese chico se vestía así de linda. Lo mismo hacia su Astry para él. Un momento… ¿había dicho que Granger era linda? Sacudió la cabeza rápidamente para abandonar ese pensamiento.
-¿Scorpius duerme? – quiso saber la chica.
Draco asintió levemente.
-Es una pena, le encanta ver las estrellas – dijo Hermione hasta llegar a su lado.
-Lo sé – dejó salir el rubio – Solía verlas al lado de Astoria, ella solía contarles historias sobre éstas.
-¿La extrañas? – la chica le envió una mirada que Draco no supo interpretar.
-Todo el tiempo – confesó el rubio.
Hermione llevó su mano hacia la del ex Slytherin y le dio un suave apretón.
-¿Cómo era ella?
-Muy gruñona – Draco sonrió levemente – Era muy alegre y bella, pero si no dormía sus ocho horas durante la noche el resto del día no hacía más que renegar y hacerme levitar sin razón alguna. La amaba mucho, pero eso no fue suficiente. La perdí, Granger. No supe cuidarla, ella se sacrificó para salvar a Scorpius y no pude hacer nada para evitarlo. No es que no quisiera que salvara a nuestro hijo, pero no quería que ella muriera. Astoria se desvaneció para ser el elemento que poseía. Aire.
Draco retiró lentamente su mano de la de la chica, avanzó unos cuantos pasos con la intensión de salir del balcón, sin embargo en lugar de hacer eso, se enfrentó a Hermione.
-Ni siquiera pude darle un adiós…
En la mirada de Draco había dolor y resignación. Hermione lo contempló en silencio, pensativa.
-Hazlo ahora.
-¿Cómo dices?
-Acompáñame – la chica se acercó a él, lo tomó de la mano y lo llevó hacia la sala.
-¿Granger?
-No tardaremos, lo prometo – Hermione lo vio a los ojos – Scorpius estará a salvo por las protecciones, no te preocupes.
Draco parpadeó, parecía desconcertado, sobre todo por los latidos rápidos de su corazón. Apenas tuvo tiempo de estar consciente que la chica lo tenía tomado de la mano cuando sintió cómo su cuerpo era girado. En cuestión de segundos se dio cuenta que Granger había usado la aparición.
En cuanto tuvo nuevamente los pies sobre suelo firme, se encontró en un pequeño claro en donde se reflejaba la luz de la luna llena, solo había un árbol frondoso que adornaba el lugar dándole un aspecto demasiado íntimo.
-¿Dónde estamos? – preguntó anonado Draco al ver ese bello lugar.
-Estamos cerca de las montañas de Hogsmeade – informó Hermione – Solía venir a este lugar cuando me sentía sofocada de todo. Me sentaba al pie de ese árbol y me ponía observar el panorama, a hablar conmigo misma… incluso a gritar… Este lugar es de alguna manera mi confidente, sabe tanto de mí y sin embargo solo tú y yo sabemos de él.
-¿Boot, no lo sabe? – Draco preguntó con genuina sorpresa.
-No – Hermione se sonrojó.
El rubio estaba sorprendido por la reciente confesión.
-Mira, aquí – Hermione se acercó al árbol, hizo un floreo con su varita e hizo aparecer un cenotafio pequeño.
Draco seguía desconcertado por la actitud de la chica, ¿Por qué hacia eso? ¿Por qué le estaba ayudando a darle paz a su corazón? ¿Por qué estaba ahí ayudándole a decirle adiós a su Astry en aquel lugar que era tan importante para ella?
-Es tu turno.
El rubio no estaba tan seguro, sin embargo sus pies reaccionaron por él, caminó lentamente hasta la altura del cenotafio, sacó su varita y con un movimiento de ésta escribió: Astry.
No supo bien cómo fue que terminó en esas circunstancias, pero solo al leer el nombre del que fue el amor de su vida en aquel cenotafio comprendió que ella ya no regresaría más, que ya no estaría a su lado… ese era el adiós definitivo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, éstas comenzaron a deslizarse suavemente por sus mejillas.
-Perdóname, Astry – murmuró Draco al inclinarse para así poder rozar con las yemas de sus dedos el nombre grabado – perdóname…
Hermione se acercó hacia él y se acuclilló para estar a la altura del chico, el rubio al sentir el suave abrazo de la chica, inconscientemente dejó caer su rostro en el hombro de ella en donde encontró consuelo.
*****
Gruñó por cuarta vez.
-¡Esto es inútil Morseferth! El maldito de Malfoy se ha escondido y esta vez muy bien.
-Necesitó ayuda, seguramente de Potter – expresó el aludido – la sangre sucia debió de haber intervenido.
-¿Qué hacemos? – la voz de Rowle se notaba temblorosa, seguramente por temor a ser castigado nuevamente por su amo.
-Nada. Él lo hará – dejó salir complacido Morseferth.
-¿Cómo dices?
-Algo me dice que el mortífago misterioso es alguien que conoce a Malfoy, en cada uno de nuestros ataques hacia el traidor, éste siempre ha tenido compañía. En el primer ataque a la mansión Malfoy, Lucius y Narcisa, los cuales no deberían estar, estuvieron.
-Sí y tú te encargaste que Lucius enviudara– sonrió Rowle.
-En el segundo ataque, también estaba acompañado cuando se supone que nuevamente no lo estaría.
-Eso no importó mucho, Lucius fue el que murió en ese ataque, McKinnons se encargó de eso. Y cuando se estaba llevando a cabo el hechizo de Los Cinco Elementos, Greengrass se desvaneció. Dejando al inútil de Malfoy hijo, viudo.
-Y en el último ataque, la sangresucia estaba en ese pub y minutos después el chico Nott – dejó salir Morseferth – Eso nos lleva a…
-El chico Tierra. Es decir Blaise Zabini – concluyó Rowle - ¿Crees que él sea el mortífago misterioso?
[El rehén ha escapado. Nott requerirá ayuda médica. El chico Zabini es el mortífago misterioso.]
La voz de McKinnons resonó en la mente de los dos mortífagos gracias a la telequinesis. Morseferth siempre mantenía un canal abierto para mantenerse comunicados entre ellos, nunca estaba de más darse información, sobre todo cuando de ésta dependían sus vidas.
-Esto se pone interesante – dejó salir Morseferth – Zabini tendrá que contactar a Malfoy en cualquier momento. Y ahí nosotros estaremos.
-Pero tú no mantienes canal abierto con él.
-Yo no, pero el viento sí.
Rowle enarcó una ceja, el único que poseía el Elemento del Aire era McKinnons, el cual se encontraba lejos de ellos ¿Cómo demonios podría darles información en el momento preciso?
*****
McKinnons maldecía mil veces mientras seguía el rastro del chico Nott, aún no comprendía cómo demonios había podido escapar si en el cuerpo tenía más poción para dormir que cualquier otra cosa. Llevaba cerca de cinco minutos siguiendo el rastro del chico, no tenía que estar muy lejos considerando que el chico estaba débil. O al menos eso quería él creer.
Le tranquilizaba el hecho que había avisado a los otros mortífagos la situación, a ninguno le convenía que los planes del lord se vieran estropeados por culpa del chico Nott.
-De ésta no sales vivo – murmuró McKinnons al descubrir rastros de magia a su alrededor.
*****
Estaban en silencio, Draco ya se había tranquilizado, solo estaba observando el cenotafio mientras que Hermione seguía a su lado.
-Gracias, Granger – murmuró mientras se ponía de pie.
-Desde ahora este también será tu lugar, podrás venir a visitar a… Astry cuando quieras.
El rubio asintió levemente.
Aún estaba desconcertado de toda aquella situación. Solo con dos personas se había dejado mostrar realmente cómo era. La primera sin dudas era Astry, la segunda había sido con Potter, cuando lo había descubierto en los baños de Hogwarts en su sexto año. Y ahora se le sumaba otra persona más a esa lista, Granger.
Draco la observó atentamente, a pesar que en esos momentos su peinado estaba un poco estropeado por la aparición, la chica seguía luciendo hermosa. Hecho que le recordó el porqué la chica estaba vestida de esa manera. Tenía una cita con Boot.
-Es mejor regresar – susurró Draco.
Minutos después se encontraban nuevamente en el departamento de la chica. Ambos permanecieron en silencio, el rubio más que nada porque no sabía qué decir y eso lo ponía de malas, ¿desde cuándo un Malfoy no sabía qué hacer?
-Tengo que irme – anunció Hermione mientras buscaba su bolso de mano – Terry me ha de estar esperando.
El rubio asintió levemente, no era muy común en él solo cabecear, pero últimamente solo hacía eso cuando la chica hablaba de su novio el auror.
La chica salió por la puerta después de dedicarle una leve sonrisa. Draco sintió algo extraño dentro de su estomago.
*****
Voldemort se encontraba en la punta de una montaña mientras observaba el cielo bañado de estrellas. A su lado había otra persona, de cabello canoso y piel arrugada.
-¿Cuánto tiempo? – le preguntó Voldemort.
-Tres semanas.
-Tienes que dejarte encontrar – susurró – Tu ausencia levantará sospechas. Es importante que te encuentren y des la información que quieran escuchar.
El hombre asintió levemente e inmediatamente se desapareció.
-Ahora… pequeño Scorpius, ¿Cómo hago para que personalmente vengas a mí? – El señor oscuro se quedó en silencio observando a la luna – Draco Malfoy… por supuesto…
Voldemort sonrió con crueldad.
*****
Draco observó el reloj-despertador que estaba a un lado de la cama, el aparato marcaba más de la media noche. Enarcó una ceja. Estaba pensando en la cita de Granger, si la chica había ido a cenar con Boot, ¿Por qué tardaba demasiado en volver? La chica no solía tardar en comer, él mismo había sido testigo de ello, ¿después de cenar se habrían ido a otro lugar?
-Quizás al claro – murmuró el rubio al recordar aquel bello lugar e inmediatamente una furia inexplicable lo invadió – No, dijo que era nuestro secreto.
Sonrió de lado con solo pensar en la cara que pondría el auror al descubrir que su chica y él tenían un secreto en común.
Volvió a mirar hacia el aparato, se sorprendió que ya hubiera avanzado otro cuarto de hora más, ¿Granger dormiría en casa de su novio?
-En realidad no me importa – susurró antes de cerrar los ojos, no sin antes echarle otro vistazo al reloj-despertador.
*****
Theo avanzaba cada vez más despacio, los pies los sentía de plomo y su pecho se cerraba más cada vez que intentaba respirar. Se tuvo que recargar de un árbol para no caer de golpe al suelo. Observó a su alrededor, solo árboles frondosos y maleza lo rodeaban, parecía estar en medio de un bosque.
Llevó su mano al pecho al sentir un dolor punzante en esa área, sabía que no dudaría mucho de pie y menos estando consciente, incluso le sorprendía todo lo que había avanzado al juzgar que a tan solo unas horas atrás dormía y no había manera siquiera de lograr despertar por sí solo.
Cerró los ojos para repasar en su mente todo lo que podía recordar en su estancia de prisionero con Voldemort. Recordaba vagamente algo como ‘hechizo’ y ‘círculo de reserva’. También recordó que Draco había mencionado que Voldemort quería a Scorpius, luego reflexionó sobre los mortífagos y cayó en cuenta que todos ellos tenían algo en común. Los elementos. Conjeturas era solo lo que estaba haciendo, sin embargo éstas solo lo hacían concluir en un hechizo que los involucrara a todos. El hechizo de los Cinco Elementos. Eso era lo que Voldemort planeaba con sus mortífagos, con él y con Scorpius.
Se quedó en silencio tratando de pensar en algo más, sabía que algo se le escapa. Algo dentro de él hizo click.
-¡Blaise! – abrió los ojos.
Theo lo recordó. Blaise estaba entre los mortífagos que lo habían torturado frente a Voldemort. Recordó a Malfoy, el rubio estaba pensando en contactar al moreno, lo cual lo llevó a deducir que el rubio no sabía nada de todo eso. No sabía que Blaise los estaba traicionando.
El chico Nott cerró nuevamente los ojos, esta vez para concentrarse y advertirle a Malfoy antes de que Blaise diera el primer golpe. A mitad del mensaje que estaba enviando, pudo sentir una presencia mágica cerca de él. Observó a su alrededor cautelosamente aunque solo podía escuchar su propia respiración agitada. Tenía que moverse o fuera quien sea que estuviera cerca, lo más probable McKinnons, lo regresaría de vuelta con el desquiciado de Voldemort.
*****
Cuando Draco rodó por quinta vez en aquella cama se dio cuenta que no conciliaría pronto el sueño, refunfuñando se levantó y se fue hacia la cocina.
-Tendré unas ojeras enormes – gruñó en cuanto estuvo sentado.
No entendía el porqué no podía estar tranquilo, Scorpius estaba a salvo. Quizás el presentimiento que tenía era con respecto a algunos de sus amigos, Blaise o Theodore. Porque definitivamente, por Granger no lo era. La chica no había regresado de su elegante cena, pero estaba acompañada con su noviecito el auror, ¿Cómo podría estar siquiera en peligro?
Se levantó para servirse un poco de agua y justo cuando se disponía a dar un sorbo escuchó una voz bastante familiar en su cabeza.
[Tienes razón, Theodore es el traidor y va por Scorpius]
Draco sintió que un escalofrío lo recorría de pies a cabeza. ¿Theodore era el traidor? Una ira indescriptible comenzó a invadirlo al recordar a Theo, a ese chico que había ido a auxiliarlo en aquel callejón donde lo acorralaron los mortífagos.
-¡Maldición! – gritó enfurecido mientras arrojaba al suelo el vaso que sostenía en sus manos derramando así el agua por todo el suelo.
Una suave brisa entró repentinamente rodeándolo lentamente. Draco parpadeó un par de vez al sentirla tan familiar, entonces ocurrió algo inesperado, la brisa le susurró quedamente:
“Fui capturado, pero he logrado escapar. Tienes razón, quien tú sabes quiere a Scorpius para un hechizo. Draco ten cuidado hay un…”
El mensaje se cortó repentinamente, Draco estaba pasmado. Su mente era un torbellino de preguntas y sobre todo de dudas. El mensaje se lo había mandado Theo, de eso no cabía duda, sin embargo algo no ¿cuadraba? Blaise le había confirmado que Theo era el traidor, pero ¿Cómo lo había averiguado? Tenían muy poco tiempo de haberse reunido para que su amigo confirmara esas sospechas, aunque también era cierto que Blaise tenía muchos contactos. Y por otro lado estaba Theo, al cual tenía mucho más tiempo sin saber de él.
‘Fui capturado’. Decía el mensaje, algo que él y los del ED ya habían concluido. El chico también le informaba que había escapado e incluso le informaba para qué querían a Scorpius los mortífagos, llevárselo a Voldemort, ¿Cómo era posible que Theo supiera algo así estando capturado?, ¿Cómo había escapado?, ¿Blaise tenía razón sobre que él era el traidor? Sin embargo había algo en el mensaje de Nott que lo inquietaba.
‘Draco ten cuidado hay un…’. ¿Un qué?, ¿de qué lo prevenía? Si Theo era el traidor no lo estaría previniendo de algo, ¿cierto?
Malfoy se mordió el labio inferior. Uno de ellos dos mentía. Uno de sus amigos era efectivamente el traidor, pero ¿Quién de los dos? Theo o Blaise. Cualquiera que fuera la respuesta, Draco sabía que le dolería saberlo.
-Solo hay uno modo de saberlo – le dijo Harry al día siguiente en cuanto Draco terminó de contarle todo lo que había estado pensando la noche anterior – Tenemos que ponerlos a prueba.
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