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viernes, 18 de abril de 2014

Epilogo. Un nuevo comienzo.


Los cinco elementos.



Epilogo.

Un nuevo comienzo.




Hermione se desperezó suavemente, con su mano derecha tentó sobre la cama y la encontró vacía, abrió los ojos rápidamente.
-Buen día – Draco entró, sonriente. En sus manos traía una charola con desayuno preparado.
-Buenos días – respondió la muchacha, sonriéndole también.
El rubio se sentó a su lado, dándole un casto beso en los labios.
-Para ti – le ofreció el desayuno.
-¿Y esto a que se debe?
-Es para agradecerte lo feliz que me haces – confesó el rubio – los últimos dos años han sido los mejores de mi vida.
-Exageras demasiado – Hermione se sonrojó.
-Tal vez, pero es cierto. Soy feliz.
-¡Papá, papá! – Scorpius entró rápidamente - ¡Mami, Hermy. Mami, Hermy!
-¡Hey, pequeño saltamontes! – Saludó Hermione al ver al pequeño rubio sobre la cama – Buen día.
-¡Es hora, es hora!
-Lo sabemos, Scorpius.
Los tres se dirigieron hacia el jardín trasero en donde se encontraba todo preparado para el gran momento. El pequeño Scorpius corrió de un lado a otro, emocionado.
-¿Cuándo le daremos la noticia? – preguntó Hermione.
-Una lluvia de estrellas y meteoritos y después la bomba del hermanito menor, ¿en serio quieres darle más motivos para no dejarnos dormir esta noche? – se quejó, la muchacha sonrió.
-Eres un exagerado, ¿lo sabías?
Draco la tomó de la cintura acercándola hacia él. La besó suavemente en los labios.
-Lo sé – respondió, rosando sus labios con los de ella.
-¡Ya comienza! – gritó Scorpius emocionado, en cuanto el cielo comenzó a oscurecerse lentamente.
Draco abrazó por la espalda a su esposa, quien se acomodó muy bien en los brazos del rubio para disfrutar del gran espectáculo.
En cuestión de segundos el cielo se tornó a un color negro azabache, haciendo resaltar la luna llena, tan blanca y enigmática.
-Es hermosa – susurró Hermione.
Scorpius, quien estaba a su lado, no parpadeaba; no quería perderse ningún detalle.
-¡Ahí viene! – gritó, emocionado.
La primera estrella de la noche pasó a una velocidad apenas perceptible, seguida de una segunda y tercera estrella.
-Pide un deseo, Hermione – Draco le susurró al oído. La muchacha cerró los ojos, pintando una sonrisa en su rostro.
Una docena de estrellas le siguieron a las primeras, trazando un camino color platino en el manto oscuro.
-Es tu turno, pide un deseo, Draco – murmuró la castaña.
El rubio observó al cielo siendo víctima de la lluvia de estrellas. Había una en particular que estaba al lado de la luna, fija y firme, la más brillante de todas…
Draco sonrió de lado. Su mirada la dirigió hacia el pequeño Scorpius, quien con un brillo especial en los ojos no despegaba la mirada de la lluvia de estrellas. Luego se vio a sí mismo, abrazando a la mujer que amaba y dentro de ella una felicidad más. Draco no necesitaba pedir más, todo lo que deseaba y quería estaba a su lado.
-Ya se me cumplió – le susurró, dándole un casto beso en la mejilla.

FIN

Julio 2013




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N/A
Y tan, tan :D
Hasta aquí la historia, oficialmente se ha terminado Q_Q
Agradezco que hayan seguido la historia hasta el último de los capítulos y también muchas gracias por leer y por sus lindos comentarios, me alegran el día y la noche *-* , no importa cuando lleguen, siempre son bien recibidos :3
Nos estamos leyendo –si me leen por ahí, claro– “No me olvides…”, “Tu historia fue conmigo” y “El efecto de la Luna de queso” (todas historias slash)
Besos y felices vacaciones!
PISLIB n_n

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jueves, 10 de abril de 2014

Capitulo Veintinueve: Escapes.


Los cinco elementos.



Capitulo Veintinueve:

 Escapes.



Se refrescó la cara con un poco de agua, se vio en el espejo y el reflejo que éste le mostró fue el de una completa extraña. Se desconocía completamente.
-¿Qué estás haciendo, Hermione Granger? – se preguntó.
Pensó en lo ocurrido, en lo absurdo de la situación. Un beso. Un ridículo, absurdo e insignificante beso había compartido con Draco Malfoy y eso bastó para que se desencadenara el apocalipsis.
Hermione no era tonta, sabía que Draco era apuesto y joven, lo que cualquier chica buscaría en un hombre. Ella no era cualquier chica, estaba comprometida y amaba a su novio, sin embargo, también estaba Draco. Un muchacho muy distinto al que conoció en el colegio. Tal vez ese lado no conocido fue lo que le atrajo de él. Ese lado sensible, amable y protector. Un padre amoroso. Alguien no tan Malfoy.
¿Podría ella enamorarse de alguien con tan solo convivir un par de meses? Al parecer sí. Se sentía tan estúpida, tan adolescente. Tan no ella. Comenzó a llorar y no sabía el porqué. ¿Por qué se sentía tan vacía desde la partida de los Malfoys? ¿Por qué sentía algo por un par de personas que solo habían acudido a ella por un poco de ayuda? ¿Por qué?
Ella tenía toda su vida planeada. Un novio que pronto sería su prometido y en cuestión de tiempo su esposo. Él un exitoso auror y ella la asesora del ministro de magia. Con los años vendrían los hijos. Formarían una familia. Una linda, feliz y pequeña familia…
Tal vez el tener su futuro planeado, minuto a minuto le hizo ver que eso no era lo de ella. Sí, Hermione era organizada y le gustaba estar por delante de los demás, planeando cada segundo de lo que podría ocurrir, pero al cruzarse con Draco todo había cambiado. Él le hizo descubrir que extrañaba esos momentos de incertidumbre, que no todo en la vida era planear y realizar.
Hermione sonrió, viéndose en el espejo, al recordar cómo había tratado de limpiar la ropa de Draco al estilo muggle y ambos terminaron tumbados en el suelo.
-Eres una tonta, Hermione – se dijo, limpiando sus lágrimas.
Una tonta enamorada. Draco supo entrar en ella lentamente, con pequeños detalles que dieron luz verde a la entrada a su corazón.
Hermione sabía que aunque reconociera que sentía algo por Draco no había cambio  alguno. Él estaba haciendo su vida al igual que ella. Ella estaba ahí en su fiesta de compromiso con Terry. Hermione quería a ese muchacho, habían estado saliendo por mucho tiempo y ese día era el más importante o al menos lo fue en algún momento.
No podía deshacer sus planes por algo que tal vez no se daría. Sí, se había besado con Draco pero fue por el momento, por las circunstancias que atravesaban. Y tal vez el rubio no sintiera algo por ella. Después de todo, Draco aún estaba dolido por la muerte de Astoria, era muy pronto para que alguien ocupara ese lugar. Además estaba Scorpius. El pequeño rubio que aún sentía a su madre cerca, no aceptaría que alguien la sustituyera, aunque a ella la quisiera mucho, Hermione sabía que Scorpius no la aceptaría como su madre.
Alguien tocó la puerta.
-Hermione, cariño, ¿todo bien? – Terry preguntó del otro lado.
La castaña se mordió el labio inferior.
-Sí, en un momento salgo.
-De acuerdo – el castaño observó la puerta que se interponía entre él y su futura prometida – Te amo.
Hermione vio a través del espejo cómo las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
-Yo… también… - susurró.


*****


Draco observó a Scorpius, quien trataba de dominar la escoba de juguete que le había regalado Theodore. Sonrió.
-¿Por qué escogiste precisamente el día de hoy para festejar el cumpleaños de Scorpius? – Luna se sentó a su lado.
-Solo hasta en estos momentos pude organizarme, además no podía festejar su cumpleaños en un lugar que no era nuestro.
-Eso no responde a mi pregunta – la rubia lo observó fijamente.
-Si vas a decirme algo, dilo de una vez – gruñó.
-Hoy es la fiesta de compromiso de Hermione.
-¿Es hoy? – Draco fingió sorpresa.
-Ya, entiendo. Si hoy te mantenías ocupado sería muy difícil el ir a buscarla, ¿cierto?
El rubio frunció el ceño. Luna sonrió.
-Por cierto. Ella también piensa en ti – Luna se levantó y Draco se quedó pasmado. La mayor parte que había revelado Luna tenía razón. Él sabía que Hermione se comprometía ese día y él había hecho lo posible para mantenerse ocupado y no cometer una estupidez. Hermione merecía ser feliz y aunque no quisiera admitirlo, Terry lo haría. Ambos hacían una linda pareja y estaba seguro que se amaban. Aunque él y Hermione habían compartido un beso, eso no era comparado con todo lo que le esperaba con su prometido.
Tal vez la muchacha ya ni recordaba ese beso. Draco no olvidaba cómo Hermione lo había evitado justo después de ese momento. La había hecho enojar y eso le confirmaba que la muchacha no sentía ni sentiría nada por él, por más que Luna le asegurara que Hermione pensaba en él.
-¡Papi, papi! – Scorpius llegó hasta su lado - ¿Cuándo llegará Hermy? ¿Vendrá a mi fiesta?
Draco se quedó sin palabras.
No vendrá”. Se repitió una y otra vez en su mente. “Nunca vendrá”.


*****


Hermione suspiró por tercera vez. ¿Cuántas veces la habían felicitado ese día? No lo recordaba. Solo sabía que cada felicitación era una agonía. Le deseaban felicidad y definitivamente eso era lo último que tendría. ¿Cómo deshacer algo que ya estaba por finalizar?
-Hermione, ¿podemos hablar? – la muchacha vio en Terry una pizca de preocupación.
Ambos se dirigieron a un lugar apartado.
-¿Qué ocurre? – lo miró alarmada.
-Hermione, te amo. Eres lo más importante que hay en mi vida – Terry la observó con adoración – En Hogwarts no éramos precisamente los mejores amigos, pero me alegra enormemente haber abierto los ojos y ver realmente lo que hay dentro de ti. Lo que eres en realidad.
-Terry… - la muchacha tenía un nudo en la garganta. No podía romper el corazón del muchacho. No a Terry quien le había dado mucha felicidad en los últimos años.
-Hermione, te amo – el ex Ravenclaw la observó a los ojos – Y tengo la sensación que tu ya no sientes lo mismo por mí.
-¿Cómo dices?
-¿Me amas, Hermione?
La muchacha abrió un poco  más los ojos.
-Claro, te amo, Terry.
-La última vez que te lo pregunté  no lo dudaste.
-Terry, me estas confundiendo, ¿Qué pasa?
El muchacho suspiró largamente.
-Te amo y quiero verte feliz – la miró fijamente  a los ojos – No puedo darte esa felicidad. Lo amas a él.
-¿Él?
-Draco Malfoy.
-Yo-yo no.
-Está bien, Hermione. No puedo hacer nada para que vuelvas a enamorarte de mí.
-Terry… - a la castaña se le escaparon las lagrimas.
-En verdad, espero que seas feliz – el muchacho tomó la mano de la castaña y lentamente comenzó a retirar el anillo  de compromiso – Te libero, Hermione – la muchacha jadeó – Sé feliz…
Ambos se abrazaron fuertemente.
-Lo siento, Terry. Lo siento mucho – lloró.


*****


El reloj de arena marcaba la diez de la noche y Draco sabía que lo inevitable ya había ocurrido, solo le quedaba refugiarse en aquel lugar que le traería un poco de paz. Encargó a Scorpius con el elfo y él se escabulló de su mansión. Se apareció cerca del claro.
Se acercó lentamente al cenotafio que tenía la inscripción de Astry; se arrodilló frente a ésta y comenzó a acariciarla lentamente.
-Lo siento, Astry – murmuró – Te he fallado. Juré amarte hasta la muerte y no… - suspiró – Granger. He tratado de  negar este sentimiento pero no puedo. La amo. Y no sé qué hacer. Scorpius también la quiere, pero…
››Tengo miedo. No quiero olvidarte, no quiero que Scorpius te olvide. No quiero que creas que te he olvidado tan fácilmente.
Una pequeña  ventisca invadió el lugar. Draco se levantó rápidamente. A su alrededor, las hojas que habían caído del árbol levitaban.
-¿Astry? – el rubio observó las hojas.
[No temas, Draco] – El viento murmuró, meciendo las hojas suavemente alrededor del rubio – [No has traicionado a nadie. Es hora que también seas feliz].
-Astry, lo siento. No pude cuidarte.
-[Siempre lo hiciste, fue mi elección ir hacia el circulo de energía. Sé feliz, Draco. Tú y Scorpius merecen ser feliz]
-Lo fuimos a tu lado.
-[Tienen una segunda oportunidad. No la dejes ir]
-Astry, no te vayas…
-[Siempre estaré cuidando de ustedes. En el aire… en las estrellas…]
Las hojas comenzaron a caer lentamente en su lugar.
-La estrella que más brilla – murmuró Draco.
El rubio sintió una presencia justo detrás suyo. Se giró lentamente para encontrarse a alguien inesperado.
-¡Hermione!
La castaña le sonreía.
-¿Cómo…? ¿Cuánto tiempo has estado ahí?
-El suficiente – la castaña se acercó a él lentamente.
-¿Qué haces aquí? ¿Y el compromiso?
-Se… canceló.
Ambos se miraron fijamente, no necesitaban las palabras para expresar lo que en esos momentos sentía. El amor flotaba alrededor de ellos. Y solo había una manera para completar eso que tanto sentían, eso que tanto anhelaban. Eso que tanto habían deseado desde que lo habían hecho por primera vez.
Draco tomó a Hermione por la cintura, se acercó a ella un poco más tocando su frente con la de ella. La besó, suave y pausado.
-Te amo, Hermione. Te amo – confesó, besándola nuevamente.
-Yo te amo aún más, Draco – Hermione respondió, sonriéndole con lágrimas en los ojos.
Draco la besó nuevamente.




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N/A
Wolas!
Pues bien, con este capítulo esta historia se acaba TToTT
Agradezco enormemente el tiempo que le han dedicado a la lectura y sobre todo en todos los comentarios que me han dejado *0*
Muchas gracias por leer! No olviden pasar a leer el Epilogo!
Besos!!!!!
PISLIB n_n

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jueves, 6 de marzo de 2014

Capitulo Veintiocho: La despedida.


Los cinco elementos.



Capitulo Veintiocho: 

La despedida.



Hermione observó a Draco, quien seguía inconsciente. La muchacha pasó su mano sobre la frente del rubio.
[Todo estará bien, Draco. No tienes qué temer. Has cuidado muy bien de Scorpius. Ahora sé feliz, te lo mereces.]
La castaña se dirigió hacia donde se encontraba el pequeño, Scorpius aún dormía, lucía pálido y ojeroso. Hermione concentró toda su energía y magia, haciendo que el aura que la rodeaba aumentara de tamaño y color.
-Transferir Elementos – pronunció, observando fijamente a Scorpius. Lo agarró de la mano repitiendo la frase. El aura comenzó a envolver al pequeño.
››Transferir Elementos – volvió a decir aumentando su tono de voz.
El aura se intensificó aún más haciendo levitarlos a ambos y encerrándolos en una esfera de energía. La castaña sintió una tercera presencia en la habitación, tenía la sensación que se trataba de la dueña de aquella voz misteriosa que la tenía acompañando desde horas atrás. Los destellos de energía no hicieron más que iluminar la habitación a un extremo que Hermione apenas podía distinguir las dos figuras que había delante de ella.
[Abre tus ojos, mi pequeño]
Varios segundos después, la luz disminuyó. Frente a Hermione había una persona que expedía un aura color azul cielo.
[Muchas gracias por todo, Hermione]
La castaña la observó fijamente. Era una mujer de cabellera rubia y de grandes ojos azules.
-¿Astoria? – ella asintió.
[Cuida mucho de mis muchachos] – les envió una mirada llena de amor y ternura a ambos rubios.
-No soy precisamente la persona más indicada para tan importante tarea.
[Por el contrario, eres perfecta. Gracias a ti, ambos tendrán una segunda oportunidad]
-Te extrañan mucho.
[Y yo a ellos]
-¿Puedes regresar?
[Aunque pudiera, ya he cumplido con mi destino. Ahora es el tuyo]
-¿El mío? – Hermione frunció el ceño.
[Busca en tu interior, ahí está la respuesta]
Astoria llegó hasta su lado, tomó su mano.
[Mucha suerte, Hermione Granger. Y gracias por todo]
La rubia se desvaneció, Hermione suspiró largamente.
-Transferir Elementos… - susurró.
La esfera de energía descendió lentamente, concentrándose en Scorpius, quien cayó suavemente sobre la cama casi al mismo tiempo que Hermione lo hacía en el suelo.
Draco abrió los ojos lentamente, un escalofríos lo invadió.
-¡Hermione! – llamó cuando vio a la muchacha inconsciente en el suelo.

*****

Después de varios meses, la mansión Malfoy volvió a abrir sus puertas. En el gran salón se celebraba una fiesta muy importante. Un cumpleaños. Mientras el pequeño Scorpius jugueteaba de un lado a otro con sus nuevos amiguitos, su padre recibía a los invitados.
-¿Seguro que está todo bien? – preguntó Theodore al ver en Draco un semblante triste.
-Lo mismo te iba a preguntar – le respondió, señalando a Luna, quien se encontraba del otro lado del salón conversando con su padre - ¿Es normal que coma tanto?
El castaño sonrió.
-Es natural, Draco. Está embarazada.
El rubio entornó los ojos, sorprendido.
-Wow, felicidades – le sonrió después de reponerse de la sorpresa – ¿un brindis?
-Seguro.
Tomaron sus copas y las estrecharon suavemente.
-¿Sin rencores? – preguntó el rubio, refiriéndose a los eventos de los meses anteriores.
-Por enésima vez, sin rencores, Draco – le pegó suavemente en el brazo izquierdo.
-Yo en tu lugar no me perdonaría. En verdad llegué a odiarte y hubiera dejado que te sentenciaran al beso del dementor – el rubio se estremeció ante sus palabras.
-Nada de eso ocurrió. Así que… olvidémoslo, ¿de acuerdo?
-Pansy está destrozada – musitó – Ella sola va a criar a su bebé.
-Blaise solo fue una víctima más de Voldemort. Ella no estará sola, la ayudaremos – aseguró el castaño.
-Si es que nos perdona – Draco hizo una mueca – Esta muy dolida por todo.
-Lo hará, ella nos perdonará, hay que darle su espacio y verás que pronto volveremos a estar unidos.
Draco sonrió de lado, no muy convencido ante las palabras del ojiazul.
-Entonces… ¿tú y Granger?
-¿Qué hay con ella? – respondió bruscamente.
-¿La vas a dejar ir así como así?
-No hay nada que dejar ir porque nunca hubo nada.
-¿Sabes, Draco? Podré haber perdido mi Elemento del Aire pero aún sé cuando me están mintiendo.
-Entonces también has perdido el sentido común, ahora si me disculpas iré a apartar a tu mujer de la comida antes que se la termine – gruñó el rubio, Theodore sonrió, triunfante.
-No puedes huir de tus sentimientos para siempre.
Las palabras de Theodore le calaron hondo en su pecho, pero prefirió evadir ese sentimiento, como lo venía haciendo en los últimos dos meses. Aún recordaba los momentos cuando despertó y encontró a Hermione desmayada en el suelo en la habitación de Scorpius en San Mungo.

En cuestión de minutos llegaron medimagos a auxiliarla. Draco iba a acompañarla pero justo en esos momentos la voz de Scorpius lo detuvo.
-¡Papi!
-¡Scorpius! – Corrió hasta su lado, lo abrazó fuertemente, le besó la frentecita y volvió a abrazarlo – Oh, Scorpius, creí que te perdía.
-Ya estoy bien, papi – Scorpius le sonrió, abrazándolo – mi mami ayudó a Hermy a curarme.
-¿Cómo dices?
El pequeño le explicó que vio a su madre en su sueño y ahí estaba Hermione también. Ambas ayudándole a que se sintiera mejor. Draco recordó las palabras de Theodore: “Ella tiene que renunciar a sus poderes”. Y así lo había hecho, los transfirió a su hijo.
-¿Dónde está Hermy, papi?
  
Hermione se logró recuperar al cien una semana después. Semana la cual estuvo acompañada en la mayor parte del tiempo de Terry Boot. Y semana que Draco tuvo para poder asimilar que lo que sentía por Hermione iba más allá de simple agradecimiento y simpatía. Por alguna extraña y loca razón la amaba. Y eso no lo hacía sentirse mejor. ¿Cómo podía enamorarse de ella? Unos cuantos meses atrás amaba a Astoria, estaba destrozado por su muerte, a cada instante la extrañaba  y se le hacía difícil enfrentarse  a esa ausencia cuando la vida de su hijo peligraba. Y sin embrago; ahí estaba, amando a Hermione no de la misma forma que lo hacía con Astoria, pero la amaba. ¿Era eso posible?
No. Se decía una y otra vez. “No es posible”.
Tal vez se debiera al momento, a las circunstancias  en las que se reencontraron. Al momento de vulnerabilidad. Él estaba pasando por un momento de tristeza, su esposa había muerto y su hijo peligraba. Y ella… ella tan llena de esperanza, tan protectora, tan bonita… le brindó ayuda, le ofreció su hogar, le prometió protección. Era normal que él, Draco Malfoy, se sintiera atraído por ella, pero solo eso.
Obviamente no lo fue. Era algo más que atracción física. Porque también conoció a la Granger preocupada, a la Hermione tierna y comprensiva. A una mujer dispuesta a no solo dar la vida por un niño que no era su hijo, sino a serle de su madre. Hermione le llamó hijo a Scorpius y él a su vez, mamá.
Después de tanto reflexionarlo y dejar de buscar tres pies al gato, Draco lo aceptó. Amaba a Granger. Y eso no era suficiente.

Hermione estaba en el balcón, afuera llovía lentamente. Era como si de pronto el clima estuviera de parte de ella nuevamente. Alguien carraspeó detrás, se giró lentamente para enfrentarlo.
Era la primera vez que se encontraban a solas. Esa mañana la habían dado de alta en el hospital y nuevamente se encontraba en su departamento.
-Vine a despedirme – Draco se acercó a ella lentamente. No estaba feliz, pero se conformaría con lo que le tocaba.
-No es necesario que…
-Lo es – acortó el rubio – Scorpius y yo ya no tenemos nada que hacer aquí. Ya no hay más peligro, la mansión Malfoy puede ser habitada nuevamente.
Hermione se abrazó a sí misma. Las palabras de Draco le sonaban a despedida definitiva. Y lo era, lo sabía.
-Disculpa las molestias que te causamos – ambos evitando cualquier tipo de contacto con el otro.
-No fue ninguna…
-Lo fueron. Interrumpimos tus planes… tu compromiso con Boot.
La muchacha sintió un pinchazo en su pecho.
-Supe que… anunciaran su compromiso dentro de un mes.
Ella asintió, incomoda.
-Te deseo mucha suerte, Granger – el hecho que Draco la nombrara por su apellido nuevamente, sabía que marcaba una distancia entre ambos.
-Igualmente, Malfoy – cada palabra costaba decirla – Y cuida mucho a Scorpius…
-Lo haré.
Draco se acercó a ella y le dio un casto beso en la mejilla. Se miraron fijamente.
-Gracias por todo.
Hermione hizo el esfuerzo de no llorar. Si Draco se daba la vuelta sin mirar atrás, ambos no volverían a estar juntos. Ella lo sabía y lo dejaría ir porque estaba comprometida con otro.
-Adiós, Granger.
-Adiós… Malfoy – susurró. Dándose la vuelta en el momento en que una lagrima resbalaba por su mejilla – Adiós, Draco…


*****


Hermione veía a su alrededor, sintiéndose extraña. Sintiéndose sola, extrañando a Draco mientras miles de personas se acercaban a felicitarla por su compromiso con Terry.




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N/A
Q_Q
Pobeshito, Draco…
Jejejeje, siento si hice llorar a algunos con este capi u.u
Muchas gracias nuevamente por seguir esta historia, por la paciencia en cada una de las actus y sobre todo por sus lindos comentarios *0*
Pues bien, cada vez falta menos. Nos estamos leyendo en el ultimo capitulo, por supuesto les traigo un Epilogo :3
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martes, 4 de marzo de 2014

Capitulo Veintisiete: La voz misteriosa.


Los cinco elementos.




Capitulo Veintisiete: 

La voz misteriosa.




Un campo de fuerza evitaba que se mojara. Hermione se encontraba en la cima de la montaña más alta del lugar, observando la ciudad.
-¡Más lluvia! – Sonrió de lado, la lluvia se intensificó aún más – Truenos, rayos… aire, mucho aire…
Conforme hablaba, la naturaleza hacia caso de sus mandatos.
[Basta, Hermione] – una voz desconocida retumbó en su mente.
La muchacha se sacudió la cabeza como evitando un mosquito molesto.
-Fuego – susurró, observando a un área específica del bosque que tenía en la mira.
[¡Detente, Hermione. No pierdas el control!]
-¡Déjame en paz! La castaña gritó, cubriéndose las orejas, como si ese acto pudiera silenciar aquella voz misteriosa.


*****


Draco caminaba impaciente de un lado a otro dentro de la habitación en la que se encontraba Scorpius dormido. La puerta se abrió dejando ver a un Potter preocupado.
-Lo siento.
-Potter, debes encontrarla – pidió el rubio.
-Lo sé, estamos haciendo todo lo posible.
-Harry – Malfoy llamó la atención del moreno – Debes encontrar a Granger antes de la media noche.
-¿Cómo dices?
-Es demasiado poder para ella. Tiene que controlarlos antes que éstos la controlen a ella. Después de realizar el hechizo, el Senior Element, es decir el que…

-… recibe los poderes debe dominar los elementos. Hay un plazo. Veinticuatro horas, sino logra controlarlos éstos la dominaran y perderán a Granger. Ella se convertirá en un ser puro. El Master Element y nadie podrá traerla a la realidad – explicó Theodore una hora atrás – Ese es un nivel muy alto de poder, Draco. Si Granger pasa a ese nivel la única manera de detenerla es haciendo otro hechizo, uno más antiguo que el de los cinco elementos, pero el resultado sería la muerte de ella.
-¿Cómo detenemos a Granger?
-Alguien que también domine los cinco elementos.
-¿Scorpius?
-Draco, él ya no los posee.
-Estamos perdidos. Granger…
-Hay otra manera – Theodore lo escudriñó con la mirada – Ella tiene que renunciar a los elementos.
-Si no podemos razonar con Granger, ¿cómo haremos para que renuncie a los elementos?
-Luna me ha contado lo que ocurrió fuera del círculo. Tú la detuviste, puedes hacerlo nuevamente.

-¿Cómo es que no teníamos esa información? – Harry frunció el ceño.
-No dejamos que Theodore hablara en Azkaban, solo nos enfocamos en otras cosas, además nunca pasó por nuestras mentes que Hermione tomaría los elementos.
Harry alzó una ceja, era la primera vez que escuchaba a Draco nombrar a su amiga por su nombre de pila.
-Faltan menos de tres horas para la media noche.
-Y la lluvia no disipa – expresó el rubio viendo caer pequeña gotas de agua a través de la ventana.
-¿Cómo está Scorpius? – quiso saber el muchacho ojiverde.
-Se está muriendo, Potter.
-¿Qué…?
-El hechizo fue demasiado para él. Scorpius es muy pequeño para todo el poder que había en él. Magia y elemento. Dos esencias difíciles de manejar por separado para un adulto… imagínate lo que es para alguien de su edad…
-Estás diciendo que…
Draco asintió, viéndolo fijamente.
-Al renunciar a su elemento, también renunció a su magia. Sabes que un mago sin su poder no sobrevive por mucho tiempo. Magia y vida están ligadas. En su caso, magia, elemento y vida…
-Lo siento, Draco.
-No sé como salvarlo, Potter – su voz sonó angustiada – no pude proteger a mi hijo…

*****

Hermione veía la escena, con curiosidad, a través de un charco de agua que tenía frente a ella.
[Scorpius te necesita, Hermione] – la misteriosa hizo acto de presencia nuevamente en su mente.
-¿Scorpius? – la castaña vio al pequeño rubio, aparentemente dormido.
-[Solo tú puedes ayudarlo]
Hermione se acuclilló para ver mejor la imagen en aquel charco.
-¿Ayuda?
-Se está muriendo, Potter… - la voz de Draco la hizo centrarse más en la escena.
Hermione frunció el ceño. Tocó el charco con la yema de sus dedos. En cuanto tuvo contacto miles de imágenes viajaron a su mente. Imágenes de ella, Draco y el pequeño Scorpius. Ella arriba de Draco, en la cocina. Ella y Scorpius en la habitación leyendo. Ella y Draco cerca del claro. Ella y Draco besándose.
Ella y Scorpius en el balcón…
Es la estrella que más brilla
Puedo verla allá arriba
El recuerdo se hizo presente inmediatamente en cuanto la canción llegó a su mente. Se encontraba en el balcón con el pequeño rubio, ambos contemplando las estrellas.
Siento cómo ella me abraza
Late en mí su corazón…
La lluvia comenzó a calmarse. Los truenos y rayos eran menos concurridos mientras Hermione tarareaba, sin darse cuenta, aquella canción.
-Buenas noches, pequeño.
-Buenas noches, mamá...
Un click hizo en su mente, haciéndola despertar de su ensoñación.
-¡Scorpius! – la castaña se levantó rápidamente.
[Puedes hacerlo, Hermione]
-¡No sé cómo! – gritó asustada, buscando desesperadamente aquella voz misteriosa a su alrededor.
La lluvia volvió con intensidad.
[Tranquila, yo te ayudaré]


*****


Las puertas de San Mungo se abrieron bruscamente dejando pasar a una figura que era rodeada por un aura violeta. Con forme Hermione caminaba por los pasillos del hospital, todo aquel que estuviera cerca de ella caía en un profundo sueño, la muchacha se centró en llegar a la habitación de su objetivo.
La puerta se abrió con violencia, sobresaltando a la única persona que se mantenía despierta. Sin embargo; Draco no pudo mantenerse despierto, simplemente cayó dormido. Hermione llegó hasta el lado de Scorpius, acarició la mejilla del pequeño con su mano derecha.
-Perdóname, Scorpius – susurró, observándolo detenidamente – Nunca quise que nada malo te pasara.
[Mi pequeño, lamento haberte dejado tan pronto. Prometo cuidarte siempre]
Hermione le dio un casto beso en la frente.


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