martes, 18 de septiembre de 2012

Parte Dos: Adiós amor...


El dolor del adiós.



Parte Dos.

Adiós amor…






[Hermione]

Muerto.
Esa palabra retumba en mi mente una y otra vez.
“Muerto…”
Así ha quedado mi corazón. Aún no puedo asimilar esta noticia, a pesar que han transcurrido dos días desde entonces.
Harry fue el primero en irse al concluir la batalla y él, mi Draco, hace dos días. Su cuerpo no resistió el  Sectumsempra que le fue enviado aquel día infernal. 
¡Maldito Voldemort!
Quisiera que reviviera, para así poder matarlo  y vengar la… (Trago saliva) ¡Maldición! Esto no debería haber pasado, él era tan joven, un gran chico con una vida por adelante.
Mi amor.
Venganza y furia es lo que ahora invade mi corazón y aunque pudiera llevar a cabo mi ‘venganza’ eso no traería de vuelta a mi Draco, al menos no como yo quisiera.
Estoy sentada aquí en el mismo lugar donde me dieron la terrible noticia. Y él, mi dragón, esta a mi lado, recargando su cabeza en mi hombro, pero sé que él no lo es del todo. Él está muerto.
-¿Vamos Hermione?
-Te alcanzo en unos momentos, en nuestro lugar favorito.
Y así lo veo marchar.
¿Por qué no cruzaste la línea? ¿Por qué aún sigues aquí?
No me molesta, de hecho me agrada la idea de que no te vayas de mi lado, que te quedes para siempre. Pero en algún momento te tengo que dejar ir, esta no es vida, no te lo mereces.
-Granger…
Escucho la voz de Lucius, desde el momento de la noticia se enojó mucho al ver que una parte de su hijo se quedó aquí y me culpa de ello. Tiene razón, esas palabras las tengo presente en mi mente:
“Él se irá cuando deje de sentir que pertenece a este lugar, cuando se despida de todos. Sobre todo, cuando lo dejes ir…”
Mis ojos se humedecen, no puedo dejarlo ir, no quiero.
Esa es mi respuesta, aún no cruza la línea por mí, yo soy la que lo está reteniendo.
-Deme tiempo, solo deme tiempo, señor – le ruego.
-Dos meses Granger, ni un día más.
El plazo comienza desde hoy. No soy capaz de decírselo, él está muy feliz, no seré yo quien le quite esa felicidad. No aún, él tiene que despedirse solo de todo y de todos, como todo un Slytherin. Como todo un Malfoy, él se irá de aquí tal y como él es. Y yo le ayudaré.
He hablado con su familia, sus amigos, incluso Ron me apoya. Todo está listo, todos me ayudarán a despedirlo.
“Draco, este es mi adiós”.
Llego a nuestro lugar favorito, aquel árbol que está en los jardines traseros del colegio, ese árbol que es muy importante para nosotros. En ese lugar comenzó nuestra relación, nos dimos nuestro primer beso, tuvimos nuestras innumerables peleas. Hemos pasado tantas cosas aquí, que lo hemos nombramos nuestro lugar favorito.
Y ahora también será nuestro “lugar del adiós…”
Te veo tranquilamente, como cualquier otro día que hayamos tenido, como si aún estuvieras aquí.
-Draco, ¿me amas? – te pregunto, sentándome a tu lado.
-¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Por supuesto que te amo!
Sabía lo que me ibas a responder. Sé que me amas, pero…
-Aún cuando… ¿ya no estésaquí?
Alzas una ceja, característica innata de todo un Malfoy. Sonrío.
-Claro, Hermione, ¿sabes cómo lo sabrías?
Moví negativamente la cabeza, aunque creo que ya sé la respuesta. De no amarme,  está conversación no sería posible, se necesita de las dos partes para que no te vayas del todo.
-Con el viento… - susurras, viéndome a los ojos.
-¿Qué?
-Si yo muero Hermione, sabrás que yo estoy a tu lado cuando sople el viento y una brisa roce tus mejillas, ya que con eso te estaré diciendo: Te amo.
Mis ojos se humedecen. No debo llorar, no lo haré. Me acerco a él y lo abrazo fuertemente. Él me responde. Duramos minutos en esa posición.
¡Por Merlín!
Lo amo demasiado para dejarlo ir. “No puedo decirte adiós, no quiero…”

¿Por qué se empeñan en que debo dejarlo ir? ¿Qué tiene de malo que yo aún siga compartiendo mi vida con la esencia de mi dragón?
Enseguida vino la respuesta, cuando unió su boca a la mía. Fue un beso suave, pero ya no poseía esa calidez que siempre me transmitían esos labios. Ya no más.
¡No quiero que se vaya!
Llámenme egoísta, no me importa, me importa más él y está feliz tal como está.
Pero por más que no lo quiera dejar ir, tengo que hacerlo. Tengo que decirle adiós. Lucius tiene razón, esta no es vida, él no se la merece. Él tiene que estar en un lugar más tranquilo, donde en verdad sea feliz.

Una semana ha pasado y los alumnos fingen que todo sigue igual, pero mi Draco sufre. Él siente su frialdad, su indiferencia, sé que estas cosas a él no le importan, pero igual influyen en él de manera indirecta o directamente.
Dos semanas conviviendo con su esencia y siento que no fue suficiente. El tiempo transcurre y cada vez queda menos para que se cumpla el plazo.
Tiempo… es curioso, él cree que ya pasaron meses desde la batalla, y solo han transcurrido semanas, solo semanas. Y es hora de comenzar a cortar lazos. “Perdóname Draco…”.
-Draco, ¿qué te dijo tu familia cuando le dijiste que no ibas a renunciar a mí?
Fue una tarea difícil y me imagino el esfuerzo que hicieron Lucius y Narcisa para no derrumbarse al verle frente a ellos como si todo fuera normal, ellos tuvieron que tomar la noticia como lo habrían hecho en otras circunstancias… lo sé, difícil. Pero mi Dragón tenía que desprenderse de su familia, cortar ese lazo de unión y despedirse como todo un Malfoy de ellos.
-¿Sabes lo que hicieron? – Me preguntaste con indignación - ¡me borraron del árbol genealógico! Prometieron desheredarme si no renunciaba a ti,  pero no lo haré aún si me quedara sin un solo knut. Nunca renunciaré a ti Hermione, nunca.
Él continúa con su relato, cree que sus padres lo odian. Quizás lo harían, en otro momento, si todo esto fuera real.
Ellos no le borraron del árbol genealógico, éste lo hizo de forma automática cuando él se fue. Sus padres no le desheredaron, simplemente él no está en el testamento porque ya no hay a quién heredar los bienes.
Draco me mira a los ojos firmemente, fingiendo muy bien el hecho de que no le importa lo que opina su familia. Sé que en el fondo le duele. Lo siento.
El tiempo transcurre y con ello la despedida de sus amigos.
-Draco, ¿has hablado con tus amigos?
-Sí…  – pone un semblante triste.
“Perdóname, por Merlín, perdóname. Créeme que si en mis manos estuviera, no te haría esto. Nunca”.
-¿Qué te dijeron?
Sé lo que le dijeron. Ayer estuve repasando todo con ellos. Les dolió la manera en cómo le despidieron, pero era lo mejor. Espero.
-Me dijeron que soy una vergüenza, un Slytherin jamás saldría con un Gryffindor y menos con una… bueno tú sabes, pero no me importó, les dije lo mismo que a mis padres, nunca te dejaré, te amo y haría todo por ti.
Me dice sonriendo, con autosuficiencia. Le devuelvo la sonrisa, aunque por dentro me sienta el ser más despreciable del mundo.

Lo cité en nuestro lugar favorito, el adiós definitivo se acerca y me duele mucho lo que le voy a pedir, pero es necesario.
Nos sentamos al pie de aquel árbol que ha sido testigo de muchas cosas nuestras. Draco tiene su cabeza recostada en mis hombros, sintiendo los latidos de mi loco corazón,  el cual ha reaccionado de esa manera por lo que le voy a pedir.
-Draco, hace unas semanas atrás me dijiste que… harías todo por mí.
-Aún lo sostengo - dice muy seguro, viéndome a los ojos directamente. Sonríe.
-Renuncia a tu magia.
Veo su cara de incredulidad, borrando instantáneamente esa dulce sonrisa.
Me duele ser la mala de la historia.
-En la batalla final, sabes que mi magia se anuló cuando Bellatrix  me lanzó una maldición y yo la contrarresté con otro hechizo. Yo no tengo magia… así que tu… - ¡Por Merlín! Esto es demasiado, ni siquiera puedo terminar esa petición.
Muerde su labio inferior, sé que lo duda, sé que le es difícil porque él aún cree que vive. Sé que es demasiado. Me siento peor que el maldito de Voldemort.
Para mí también es difícil,  si renuncia a esa mínima esencia de magia, que es la que le permite estar aquí,  solo es cuestión de tiempo para que se marche.
Se levanta, hago lo mismo. Me mira a los ojos, decidido.
Levanta las manos hasta la altura de su pecho, cierra los ojos, enseguida le envuelve una aura mágica a su alrededor. En sus manos se forma una esfera de magia pura, su esencia. Ésta se desvanece a nuestro alrededor, yéndose directamente a nuestro árbol.
Se debilita instantáneamente, lo alcanzo a abrazar antes de caer. Él también me abraza y esconde su cara en mi pecho. “Perdóname…”
-Te amo.
Le susurro al oído. Sé que en otras circunstancias habría hecho lo mismo si yo se lo hubiera pedido, aunque en esas circunstancias jamás lo haría, jamás.
Solo es cuestión de tiempo para que todo concluya.

Tres días, solo tres días y todo habrá terminado.
Le he citado en nuestro lugar favorito. Debo ser fuerte, no debo llorar, aún no.
Llego junto a él, me está sonriendo nuevamente.
-Hermione, te amo – me dice mientras me abraza. Se me hace un nudo en la garganta.
¿Cómo puede amarme después de todo lo que le he pedido hacer? No me lo merezco y menos con lo que le voy a decir en unos instantes. 
-Adiós Malfoy…
Se separa de mí, me mira de manera desconcertada. Tengo que verme como si no me importara el hecho de dejarle, así que le sonrío serenamente como si le hubiera dicho “hace un buen día ¿no?”
Una lágrima resbala por su mejilla.
No debo llorar, no debo arrepentirme o todo será en vano.
-¿Por qué? – me pregunta en un susurro.
Sé que es injusto, lo siento.
-Me harté de ti – dejé salir como si nada.
Una lágrima se avecina, así que, me doy vuelta rápidamente y avanzo. Lo sé, soy una cobarde, pero es lo mejor, es hora de cerrar ciclos y él muy pronto se irá. Solo es cuestión de tiempo.
Ron se acerca a mí, tal como lo planeamos la noche anterior.
-¿Ya se lo dijiste?
Asentí, porque no soy capaz de articular palabras.
-No debí tardar tanto tiempo.
Por supuesto que no, porque la hora del adiós definitivo solo es cuestión de minutos… y duele más.

Coloco un espejo frente a su cama. Sé que comprenderá TODO cuando no vea su reflejo en éste. Lo sé.
No me odies mi Dragón.
Espero pacientemente en un rincón del jardín. Una  hora después lo veo encaminándose a nuestro lugar favorito. Lo sigo en silencio. Veo que se prepara para irse. Quisiera que me brindara una última dulce sonrisa, pero no debo intervenir en el proceso. Demasiado tarde, mis pasos le han advertido de mi presencia.
Me observa y no puedo evitar el preguntarle eso que me aflige desde el momento en que llevé a cabo mi despedida.
-¿Me esperarás?
Me sonríe. Un gran regalo de despedida. 
-En nuestro lugar favorito, pero dentro de muchos años más.
Me responde, recalcando muy bien la segunda parte de la oración y no dudo en cumplirlo. No quisiera que me odiara por no cumplir algo que no se compara con todo lo que yo le hice hacer.
Alza su rostro hacia el cielo.
Es hora del adiós. De que cruce la línea.
Se deja llevar por aquel rayo de luz, conforme avanza siento que una parte de mí se va con él.
Adiós amor…

*****

Hermione miró al cielo hasta que su Draco desapareció, solo entonces una lágrima resbaló por su mejilla.
En esos momentos el viento sopló y una suave brisa rozó sus mejillas húmedas.



FIN

Diciembre 2010


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