sábado, 3 de noviembre de 2012

Capitulo Siete: Un pequeño reencuentro

Tu historia fue conmigo

Capitulo Siete: Un pequeño reencuentro

Francis escuchó cómo cerraban su celda. Lo habían regresado después de haberlo interrogado por millonésima vez y, como siempre, no habían obtenido nada de él. El rubio se sentía complacido, nadie podría saber su verdad. Nadie.
-Morseferth – un auror joven, Eric Lamber recordó Francis, le llamó desde los barrotes.
-¿Qué? – gruñó, masajeándose las sienes.
-Te traigo la comida – el joven la dejó en el suelo.
Cuando ese muchacho llegó ofreciendo su ayuda, Francis vio en él una salida de escape. Por lo pronto Eric le ayudaba trayéndole comida decente y tratándolo con amabilidad, a diferencia de los que hacían la guardia en su día de descanso.
Francis lo estudiaba cada vez que el muchacho lo visitaba. Había algo en él que no le inspiraba confianza, presentía que Erick era el cebo para hacerlo caer en la trampa, sin embargo; aún no encontraba motivos para confirmarlo, así que le dio el beneficio de la duda.
-Gracias – le dijo al muchacho, viéndolo a los ojos.
-Estoy para ayudarte, Francis – le recordó.
-¿Aún si quiero escaparme de este lugar? – dejó salir inquisitivo.
-Dime cuándo y lo haré.
Francis vio sinceridad en la mirada del muchacho, sin señales de que lo estuviera llevando a una trampa.
-¿Seguro?
-Completamente.
El rubio sonrió de lado, complacido.

[...]

Le dolía la cabeza, sentía que de un momento a otro le explotaría. ¿Por qué le dolía? Terry no estaba seguro. Recordaba vagamente una pequeña discusión con Harry. Pero solo eso.
Intentó abrir los ojos, pero fue en vano. Era como si de pronto éstos pesaran una tonelada. Hizo el esfuerzo de hablar, pero tampoco consiguió hacerlo. Terry comenzó a asustarse, le preocupaba la idea de estar en un lugar peligroso, como el de sus pesadillas…
Sintió cómo alguien acariciaba su mano derecha. Fue solo entonces cuando pudo abrir sus ojos. Descubrió frente a él a un muchacho pecoso y de cabello rojo. Ron.
-Hola – Terry saludó con voz pastosa.
-¡Terry! – el pelirrojo parpadeó un par de veces antes de convencerse que su novio estaba despierto.
El aludido le sonrió levemente.
-¿Cómo te sientes?
El Ravenclaw examinó la habitación, no le fue difícil deducir dónde se encontraba: San Mungo. Y si Ron estaba a su lado eso significaba que estaba al tanto de su mal.
-Ya lo sabes, ¿cierto?
Ron lo observó atentamente.
-¿Por qué no me lo dijiste?
Terry se encogió de hombros. En muchas ocasiones estuvo a punto de contárselo, pero la verdad era que él ya recibía mucha lástima por parte del pelirrojo como para agregarle más.
-Tengo algo importante que decirte – Terry lo vio a los ojos.
-Si es sobre el tumor, Christopher ya me contó todo.
-No es sobre eso, es sobre… - el castaño sabía que tarde o temprano confesaría eso que lo atormentaba día con día. Y ese era el mejor momento, si haría que Ron lo dejara, tenía que decirle toda la verdad. Aunque eso doliera – Blaise Zabini.
El pelirrojo parpadeó un par de veces, incluso hasta palideció un poco, pero rápidamente se recompuso.
-No tengo nada qué hablar de él – se hizo el indiferente.
-Aún lo amas – expresó el castaño. El pelirrojo entornó los ojos – Y antes de que digas que estoy mintiendo, tengo que contradecirte.
-Terry…
-No nos hagamos tontos, Ron – se aclaró la garganta – nuestra relación comenzó mal y era cien por ciento seguro que terminaría peor. Tú tratabas de olvidar a Zabini y yo buscaba desesperadamente a alguien a quien aferrarme, los dos nos necesitábamos y se nos hizo fácil anclarnos uno del otro.
-Terry…
-Está bien, no tienes que sentirte mal.
-Estás diciendo tonterías, seguramente es el medicamento – el pelirrojo señaló las bolsas de medicinas que estaban conectadas a él.
-No estoy delirando – aclaró.
-Te amo – confesó el pelirrojo, sorprendiendo a Boot – No me vas a echar de tu vida tan fácilmente.
-Me estoy muriendo – confesó.
Ron sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar las palabras de su novio.
-Eso no pasará, ¿sabes por qué? Porque…
-No me voy a operar – Terry frunció el ceño.
-¿Qué?
-No lo voy hacer.
-¿Cuándo has decidido eso?
-No importa cuándo lo decidí – se puso a la defensiva – no te quiero tener a mi lado solo porque me estoy muriendo.
-No me estas obligando a nada, Terry – la voz del pelirrojo se escuchaba cada vez más enojada – si estoy contigo es porque de verdad te amo, porque quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.
-No después de que te cuente mi secreto.
Ron frunció el ceño.
-El último día de Hogwarts me encontraste en tu habitación con un libro en las manos – Ron lo recordaba perfectamente, ya que ese libro lo había olvidado en san Mungo cuando había visitado a Blaise – nunca me lo dio la profesora McGonagall, lo encontré encima de tu baúl.
Eso sólo significaba una cosa. Blaise fue el que había devuelto el libro.
-Dentro del libro hay una nota… – continuó Terry – de parte de Zabini.
Ron trató de tranquilizar los martilleos de su corazón. ¿Nota? ¿Blaise le había escrito una nota? ¿Para qué?
-Eso ya no importa – le dijo a su novio. Terry enarcó una ceja – Blaise Zabini salió de mi vida desde el momento en que me traicionó.
-Pero…
-Olvídalo, Terry. Él ya es del pasado.
-Él te escribió algo, deberías leerlo – Ron negó con la cabeza.
-Agradezco tu sinceridad, pero no tiene caso leer algo que lleva más de un año escrito. Él ni siquiera debe recordarlo.
-Lo siento.
-No te reprocho nada Terry. Solo que, aún si me lo hubieras dicho en aquel momento o más adelante no habría diferencia – Ron se veía realmente calmado al decir tales palabras – Blaise Zabini es de mi pasado.
-Pero…
-¿Seguiremos hablando de él o de nosotros? – cambió de tema.
-De acuerdo, dejaré este tema de lado – admitió el castaño, pero no se daría por vencido. En el fondo se sentía responsable por haber cambiado el rumbo de las cosas.
-Terry, solo me importas tú – el pelirrojo lo tomó de la mano – Y estaré contigo siempre, nunca te abandonaré. Te lo prometo.
¿De verdad eran sinceras las palabras del pelirrojo? Terry casi lo creyó si no fuera por el hecho que sabía que Ron aún amaba a Blaise Zabini. Aunque el pelirrojo jurara lo contrario.

[...]

Blaise había madrugado, si quería llegar a tiempo a la cita con el medimago de Bilius tenía que hacer circo, maroma y teatro para hacerlo, sobre todo si usaría un medio de transporte. No le agradaba la idea de aparecerse junto con su hijo, éste era aún muy pequeño para exponerlo a tan alto grado de magia.
Llegó a San Mungo con quince minutos de antelación para la cita. Eso le agradó. Pero lo que realmente lo hacía sentir feliz era que Bilius estaba disfrutando estar con él. No había preguntado por Theo o Neville y eso era todo un logro.
-Henos aquí, Bilius – dejó salir nerviosamente – yo estoy más nervioso que tú. Y a ti es al que van a inyectar – le sonrió a su hijo, quien le devolvió la sonrisa.
Blaise tocó la puerta.
-Señor Zabini, qué sorpresa – el medimago le saludó con una sonrisa – no lo veía desde hace mucho tiempo. Hola, Bilius – los invitó a pasar.
Los recién llegados entraron.

[...]

-Lo siento – se disculpó Harry por quinta vez. Se encontraba con Ron en la habitación de Terry, quien dormía plácidamente.
-No es conmigo con quien te tienes que disculpar, Harry – aclaró el ojiazul, señalando a su novio.
-Lo sé, pero también quiero disculparme contigo – reconoció – al lastimar a Terry también te lastimé a ti, así que…
-Está bien, pero no lo vuelvas hacer.
Ambos quedaron en silencio. El ojiverde observó a Terry.
-Aún no puedo creer que Terry esté enfermo – dejó salir con voz preocupada. El pelirrojo le había contado lo que sucedía con su novio – Y me siento realmente culpable, sino lo hubiera golpeado, él…
-Habría ocurrido de todas formas, no te mortifiques Harry.
-Aceleré un proceso que dudaría años.
-Lo hecho, hecho está, además si no lo hubieras golpeado no me hubiera enterado de nada.
-Eso no es reconfortante.
-Lo sé.
Volvieron a sumirse en un silencio pesado. Ron observó atentamente a Terry. El medimago le había dicho que tendría a su novio por lo menos un día más en observación, al parecer el tratamiento estaba dando buenos resultados. Pero aún era pronto para sacar conclusiones.
-Iré a la máquina de bebidas, ¿quieres algo? – preguntó el pelirrojo.
-No, estoy bien, gracias.
Ron asintió levemente y salió de la habitación. Mientras se dirigía hacia la cafetería del hospital recordó la pequeña conversación con Christopher.

Estaban en la oficina del medimago, quien tenía un semblante serio en el rostro. Gesto que preocupó en demasía al pelirrojo. Christopher acababa de explicarle cómo iba el tratamiento.
-Entonces, aunque esté respondiendo bien al tratamiento, ¿no es buena señal?
-Desgraciadamente no. Lo que hará el tratamiento es reducir el tamaño del hechizo lo suficiente para que éste sea operable.
-¿Operable? – Ron entornó los ojos.
-Así es, el hechizo se ha transformado en una masa negra, los muggles lo llaman ‘tumor’ – explicó el medimago – se puede eliminar por medio de una operación mágica.
-Pero si se descubren los hechizos que le aplicaron, pueden usar los contra hechizos, ¿cierto?
El mayor negó con la cabeza.
-A Terry le expliqué que esto podría pasar. Y que la única manera para eliminar el tumor sería una operación – en el mayor se veía la preocupación – el operarlo también tiene sus riesgos. Para hacerlo necesitamos que el tumor sea pequeño, para eso es el tratamiento. Entre más pequeño sea el tumor, el riesgo de perder o dañar otras áreas es menor.
-Si el tratamiento disminuye el tumor, entonces no es necesario operarlo, solo hay que esperar a que… desaparezca, ¿no? – preguntó, esperanzado.
-En otras circunstancias eso sería lo adecuado. Pero el tratamiento responde lentamente, con el paso que va, Terry moriría cuando el tumor se haya reducido solo cincuenta por cierto. Y para eso habrían pasado cinco años.
Ron se desanimó en demasía, todo se estaba complicando. ¿Quién demonios le había hecho semejante cosa a Terry?
-Conozco a un medimago que es excelente y ha hecho un par de operaciones de este tipo – le comentó el medimago – Lo localizaré y en cuanto lo haga me comunicaré contigo.
-Gracias.
-Ese no es el único problema – el pelirrojo frunció el ceño – Terry no quiere operarse.

Ron pasó de largo la cafetería, tan sumido estaba en sus pensamientos que olvidó que compraría un par de sodas. Le preocupaba lo que el medimago le había confesado. Terry no quería operarse y Ron trataba de saber la razón. ¿Acaso Terry no quería vivir?
Unos pequeños sollozos lo conectaron con la realidad, desvió su mirada hacia un par de personas que se encontraban a unos cuantos metros de distancia de él. Era un muchacho moreno que traía consigo a un pequeñito, Ron supuso que era su hijo.
-Ya pasará el dolor – el pelirrojo paró en seco, esa voz…

[...]

El pequeño Bilius hipaba, su bracito le dolía por culpa del señor que le había enterrado una aguja. Se miraba el área adolorida, haciendo pucheritos.
-Tranquilo Bilius – le dijo Blaise, si no lograba tranquilizarlo temía que de un momento a otro le haría compañía en el llanto – te compraré un caramelo, ¿Qué dices?
El pequeño lo miró fijamente mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
-Lo tomaré como un sí – murmuró.
A mitad del camino se encontró una máquina de golosinas. Blaise se sintió con suerte. Todo estaba saliendo muy bien, nada podía entorpecer su día. Nada.
Bilius se tranquilizó en el momento en que le dio una paleta de caramelo.
-Ya pasará el dolor – le murmuró, aunque a su parecer no fue necesario ya que el pequeñito disfrutaba de la golosina.
Con su mano derecha le limpió el rastro de lágrimas. Le sonrió.
Su sonrisa se congeló en el momento en que le llegó un extraño sentimiento, desvió su mirada lentamente hacia el frente para encontrarse con un muchacho pelirrojo…
El corazón le latió a una velocidad inverosímil.
Pasó saliva trabajosamente. Era él, de eso no había duda. Su cabello estaba más largo, había crecido un par de centímetros, su cuerpo estaba más fornido y su mirada… ¡Por Salazar! Esa mirada la reconocería a donde fuera. Sin duda era él.
Tanto tiempo esperando ese momento, en muchas ocasiones se lo imaginó y en ninguna pudo acertar siquiera la cuarta parte de cómo se estaba sintiendo en esos momentos. Blaise se sintió aterrado, temeroso, tuvo ganas de llorar… de correr como poseso y abrazar al muchacho.
Por fin estaba frente a él. Después de tanto tiempo, lo tenía nuevamente frente a él. 
-Bilius… - trató de decir, pero su voz quedó ahogada en sus labios.




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2 comentarios:

  1. Hola!!! Solo quería felicitarte por la historia. La verdad, es que empecé leyendo tu historia fue conmigo, y luego leí obsesión, y ahora no puedo esperar a que subas otro capitulo. Ademas, muero de la curiosidad por saber que va a hacer Ron ahora que esta frente a Blase!!! y tambien quiero saber de Draco!! Adoro a ese personaje!!!! xD Porfa actualiza rapido!!!! Bsos y saludos!

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    Respuestas
    1. *0*
      Gracias n.n
      Me alegra que te esté gustando la historia n.n
      A mi me encanta la pareja de Blaise/Ron, se ha convertido en una de mis favoritas n.n
      Actualizaré lo mas pronto que pueda :D
      Gracias por leerme y comentar n.n
      Besos
      PISLIB n_n

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