viernes, 8 de noviembre de 2013

Una novia para nuestro hermano

Shot Original



Una novia para nuestro hermano




Jimena Morán sabía que sus cuatro hijos no eran unas blancas palomitas. Cada uno venía con su dosis de problemas. Comenzando con el mayor, Julián. El muchacho a sus veintiséis años ya estaba comprometido a raíz que él y su novia se habían comido la torta antes del recreo (1). El segundo de sus hijos, Joaquín, de veinticuatro años, era muy enamoradizo, cada tres meses le presentaba una nueva novia. Jaime, el más joven de todos, a pesar de ser el único con neuronas inteligentes, se metía en cada lío con cuanto invento o experimento que realizaba. Y el tercero de sus hijos, Jony, parecía ser el que no se metía en problemas. Sin embargo; Jimena ya no estaba tan segura. La mala influencia de sus hermanos mayores  lo estaba opacando lentamente…

Jonathan se paseaba de un lado a otro dentro de su habitación. Estaba preocupado. Muy preocupado.
-Ya estamos aquí – anunció Julián.
-¿Qué es eso tan importante? – Jaime resopló con fastidio.
-Aún no – Jonathan observó a sus hermanos – Hay que esperar a Joaquín, no voy a explicarlo todo dos veces.
Julián rodó los ojos mientras Jaime se dejaba caer en la cama cercana.
Un chico castaño y de grandes ojos claros entró en la habitación, rápidamente.
-¿Alguien sabe por qué mamá de pronto tiene interés  en monasterios?
-¡¿Qué?! – Jonathan asomó su cabeza por la puerta, vio a su madre en el teléfono. Cerró con llave la puerta de su habitación – Esto es grave.
-¿Nos revelarás el gran misterio? – Jaime gruñó– tengo que ir a hacer la tarea sino mamá me negará el permiso para ir a la biblioteca.
-¿Biblioteca? ¡Esto es más importante que tu tarea, Jaime! – gritó, histérico.
-¡Habla ya! – presionó el mayor. Jonathan suspiró.
-Mamá habló conmigo.
-¿Y? Lo hace con todos – expresó Joaquín.
-Me dijo que a mis diecisiete años no me ha visto interés alguno en algo más que no sea el coro de la iglesia.
-Eso no es novedad – Jaime rodó los ojos.
-Déjalo hablar – pidió el hermano mayor.
Jonathan comenzó a pasear en su habitación, nuevamente.
-Mamá dijo que como me interesa mucho el coro y me ve tan comprometido con éste me metería en un seminario.
-¿Y?
-¿Cómo que ‘y’? Joaquín lo acaba de confirmar, mamá me meterá en un monasterio. ¡No quiero ser sacerdote!
Los hermanos mayores, Julián y Joaquín, rompieron a carcajadas.
-Jonathan, eso lo hubieras pensado antes de ofrecerte de monaguillo (2) – opinó Jaime.
-¿Que no me escucharon? – chilló.
-Tranquilo, Jony – calmó Julián – no creo que mamá…
-Oh, sí lo hará – contradijo Joaquín – la escuché hace unos momentos antes de entrar.
-¡No quiero ser sacerdote!
-¿Y cómo fue que surgió todo este asuntó? – Julián alzó una ceja.
-¡Por culpa de ustedes!
-¿Cómo que nosotros somos los culpables? – el menor frunció el ceño.
-Bueno… tuya no – reconoció Jony – pero de ustedes sí que lo es – señaló a sus hermanos mayores.
Julián y Joaquín intercambiaron miradas.
-¿Disculpa? – Julián lo fulminó con la mirada.
-Julián, estás comprometido con Noemí. Y la semana pasada, Joaquín le presentó su novia Sandra a mamá.  
 -¿Y eso qué? – se exasperó Jaime, quien ansiaba por irse a la biblioteca.
-¡Mamá me insinuó que no muestro interés en ninguna chica y por eso debo ser sacerdote!
Esta vez, los tres hermanos rompieron a carcajadas. Jonathan le aventó un par de almohadas a cada uno.
-¡Les estoy hablando en serio! ¡No se burlen!
-De acuerdo, de acuerdo – calmó el mayor – te ayudaremos a que mamá no te envíe a ningún monasterio.
-¿De verdad lo harán? – preguntó, esperanzado.
-¿Lo haremos? – interrogaron al unísono los otros dos hermanos.
-Lo haremos – aseguró Julián.
-¿Cómo? – preguntó Joaquín.
-Le conseguiremos una novia a nuestro hermano – el mayor sonrió.
-¡No necesito una novia! – exclamó el muchacho.
-Piensa, troglodita. Si tienes novia mamá no te mandará a ningún seminario – razonó Jaime.
Jony no tuvo argumentos suficientes para alegar lo contrario.
-Bien.

-Podemos decirles la verdad – sugirió un joven alto y delgado y de ojos color azul eléctrico.
-¡Ni que estuviera loco! – Jony exclamó– Si mamá se entera que soy gay con mayor razón me enviará al monasterio.
-¿Estás considerando el plan de tus hermanos? – alzó una ceja.
-Si le llevo una novia a mamá no me enviará a ningún lado – razonó el muchacho.
-Esa no es la solución – gruñó el ojiazul – tarde o temprano tendrás que decirle la verdad.
-Sí, pero después. Sobre todo cuando a mamá se le haya olvidado la idea de enviarme a un monasterio.
El de ojos azules observó al muchacho de enfrente, se veía tan frágil e inocente. Le dio un casto beso en los labios.
-De acuerdo, pero promete algo.
-¿Qué cosa? – lo miró receloso.
-No te besarás con ella– Le advirtió. Jony sonrió.
-Haré lo posible. Recuerda que mamá cree que esa es mi novia.
El ojiazul gruñó, no le agradaba nada todo ese asunto. Tal vez tendría que tomar cartas sobre el asunto…

Jony estaba en su habitación, tocando la guitarra, practicaba para el próximo recital del coro de la iglesia. Jaime entró corriendo.
-¡Jony! ¡Jony! – comenzó a empujarlo hacia fuera de la habitación.
-¡¿Qué demonios?!
-Tienes que venir conmigo.
-¿Para qué? – dejó su guitarra en la cama y salió tras su hermano menor.
En cuanto estuvo en el patio y vio a sus demás hermanos muy sospechosos, no le agradó nada la idea.
-Te tenemos una sorpresa, hermanito – Joaquín sonrió de una manera que a Jony solo pudo significarle algo: problemas.
-Verás – Julián lo abrazó por los hombros – nuestra intensión era buscarte una novia para evitar que nuestra madre te haga sacerdote – Por alguna razón, Jony comenzó a desconfiar de sus hermanos. Temía que tarde o temprano Joaquín sacara a colocación el temido ‘pero’ – Entonces buscamos a las posibles candidatas.
-Nos esforzamos mucho – aclaró Joaquín.
-Pero… - Jony cerró los ojos ante la palabra – no hubo nadie disponible salvo una persona.
-Y no es precisamente… alguien que te pueda interesar – aclaró Jaime.
-Además lo importante es que mamá no te envíe lejos – recordó Joaquín.
-¿A quién consiguieron? – preguntó, asustado.
-Al único disponible – reconoció el menor de los hermanos.
-¿Único?
-¡Jony, te presentamos a tu nuevo novio! – Julián sonriendo le presentó al que sería su novio.
-¿Ricardo? – Jony agrandó los ojos – ¿Pero…?
-Sí, sabemos que mamá no es precisamente la mejor amiga de la madre de Ricardo, pero…
-No te enviará a un monasterio al ver lo tan enamorado que estás de tu novio.
Jony aún no podía creer que frente a él estaba, para su suerte — o sorpresa—, su autentico novio.
-Hola – saludó el ojiazul.
-Ricardo, te lo advertimos, nada de propasarse con nuestro hermano – advirtió el mayor de los hermanos – él aún es muy joven y tú tienes la edad de Joaquín.
-¡Se volvieron locos! – Jony salió de su espasmo. ¿Cómo demonios saldría de semejante lío?
-Tranquilo, Jony – calmó Joaquín – Finge un par de semanas y todo saldrá bien – le sonrió abiertamente.
-¡Están locos! ¿Cómo pudieron…? – Se dirigió a Ricardo – ¿Cómo pudiste…?, ¿cómo…? – El muchacho no lograba formular preguntas – ¡Mamá!
-¿Qué está pasando aquí? – una señora, de cabello castaño y ojos claros, llegó hasta donde se encontraban los cinco muchachos. Observó a sus hijos de manera sospechosa - ¿Por qué tanto alboroto?
La matriarca de la familia observó a sus hijos, cada uno parecía querer disimular lo que sea que estaba pasando ahí.
-¿Y bien? – decidió presionar al no tener respuesta.
-Todo está bien, mamá – apuró Jony, era mejor mantener lejos a ella de todo ese embrollo.
-Has llegado en buen momento, mamita querida – Joaquín sonrió de manera macabra. Jimena alzó una ceja. Ricardo parecía ser el único en disfrutar de la situación.
-Mamá te presentamos a…
-¡Pero mira qué hora es! – Interrumpió Jony – Mamita, tienes que llevarme al ensayo del coro.
-¿Coro? Hoy es lunes, hoy no hay…
-¡Jaime! Ay, Jaimito, tan lindo – Jony pellizcó disimuladamente a su hermano menor – Tú siempre viviendo en la luna; mamá llévame a la iglesia…
-¿Qué hace éste aquí? – Jimena no ignoró la presencia de Ricardo.
-Buenas tardes, señora – saludó el muchacho.
-Él ya se va – urgió Jony, haciéndole señas para que se fuera.
-No, para nada – contradijo Julián – mamá debes de saber algo importante.
Jimena los escudriñó con la mirada. Jony estaba al borde del pánico total, tenía que parar esa locura.
-¡Me haré sacerdote! – gritó.
-¿Qué? – Jimena y Ricardo fueron los más sorprendidos.
-Por supuesto que no – el mayor de los hermanos intervino – lo cierto madre es que Jony  lo último que quiere es ser sacerdote.
Jimena frunció el ceño.
-¿Y porque querría ser cura tu hermano, en primer lugar?
-Porque lo quieres llevar de interno a un monasterio – alegó Joaquín.
-¿Un monasterio? – Jimena se veía confundida.
-Sí. La verdad es que no quiero ser cura, mamá – confesó Jonathan – me gusta estar en el coro y ayudarle al padre, pero eso a ser sacerdote…
-De acuerdo – lo detuvo su madre – me alivia saber que tendré nietos de tu parte.
Ricardo se mordió el labio inferior mientras Jony pasó saliva trabajosamente.
-Aún no me responden a mi pregunta – aclaró la mujer.
-¿Cuál? – Jaime se hizo el desentendido.
-¿Qué hace Ricardo aquí?
-¡Es el novio de Jony! – soltó Joaquín antes que pudieran inventar una nueva excusa.
-¡Joaquín!
-¿Qué?
Jimena recorrió con su mirada a Ricardo.
-De todas las personas, ¿tenías que fijarte precisamente en él? ¿En el hijo de mi archí-enemiga?
-Mamá, verás, mis hermanos creyeron que… ¿qué? – Jony parpadeó, confundido.
-¿Por qué mamá no grita como loca ante la noticia que su hijito no cura es gay? – murmuró Jaime a Joaquín.
-Es mi imaginación o mamá en verdad da más miedo en estos momentos – musitó Joaquín.
-¿Mamá, acaso tú…?
-Lo sé, Jony – confesó Jimena – sabía que eras diferente a mis otros hijos. Creí que había la suficiente confianza como para decírmelo en ese momento y no esperar hasta verte acorralado.
-Emh… mamá, sabes que nada de esto es verdad, ¿cierto? Nosotros le pagamos a Ricardo – aclaró Joaquín.
Jimena soltó una carcajada.
-Para meterse en problemas son muy buenos y ante una realidad son demasiados ingenuos.
Los tres hermanos se miraron entre sí.
-Bienvenido a la familia, Ricardo – Jimena le extendió una mano – Te lo advierto, si le haces daño a mi hijo, el quedarte castrado será el menor de tus problemas.
-Lo entiendo, señora – Ricardo le extendió la mano – No debe de qué preocuparse. Su hijo está en buenas manos.
-Muchachos entren a la casa, es hora de cenar. Ricardo estás invitado – le sonrió antes de girarse y dirigirse hacia la casa.
-No nos fue tan mal, ¿cierto? – Ricardo abrazó por la espalda a Jony.
-Supongo que no – suspiró con alivio.
-Mamá ya se ha ido – carraspeó el mayor de los hermanos.
-Dejen de fingir – frunció el ceño Joaquín.
-¿Por qué se siguen abrazando? – quiso saber Jaime.
-Hermanos, Ricardo es mi novio. Soy gay – confesó Jony.
-¡Ya! – Carcajeó Joaquín – Ahora hay que decirle a mamá, después de todo ya no quiere que seas sacerdote.
-Les estoy diciendo la verdad – aclaró.
-Muy buena actuación, Jony – aplaudió Joaquín.
Ricardo alzó una ceja y Jony frunció el ceño.
-Creo que no están actuando, hermano – Julián observó de manera curiosa a su hermano y al supuesto novio. 
-¿Podrían dejar de abrazarse? – Pidió Joaquín – Me siento raro viéndolos de esa manera.
-Acostúmbrate – expresó Ricardo, dándole un casto beso en la mejilla a su novio – Jony dice la verdad. Él y yo somos novios. No es ninguna actuación.
Esta vez, Ricardo besó a Jony frente a sus hermanos, quienes agrandaron los ojos ante la acción.
-¿Le daremos un bono extra por el beso? – quiso saber Joaquín.
-Ellos no están fingiendo – Jaime no podía dejar de verlos.
-¡De acuerdo, de acuerdo! – Julián le tapó los ojos a su hermano menor – Les creemos, pero por favor no más muestras de amor delante de Jaime, lo van a pervertir.
-¡Ya tengo doce años, Julián! – se quejó el menor, quitándose las manos de su hermano.
-¿Y bien? – Jony estaba preocupado por la reacción de sus hermanos.
-Supongo que tengo menos competencia con las chicas – opinó Joaquín, en son de estar de acuerdo a su relación.
-Pero ya le presentaste tu novia a mamá– recordó Jony y su hermano se encogió de hombros.
-Ricardo – Julián se puso frente al aludido – Mi mamá no es la única que puede hacerte daño si haces sufrir a mi hermano.
-No te preocupes, no se lo haré – se estrecharon las manos.
Ricardo y Jony intercambiaron miradas, se sonrieron. La mayoría de los hermanos estaban de acuerdo con su relación, faltaba el menor de ellos. Ambos miraron a Jaime.
-Por mí no hay problema, siempre y cuando me digan cómo es que hacen el am…
-¡Suficiente! – el mayor de los hermanos arrastró a Jaime hacia la casa.
-¡Vamos, Julián! ¡Quiero saber!
Joaquín rodó los ojos antes de dirigirse, también, hacia la casa.
Ricardo y Jony sonrieron.
-Hablaste con mi madre – No fue una pregunta. Ricardo se encogió de hombros.
-No iba a dejar que te separaran de mi – confesó – Además, como ella dijo, sospechaba que tú eres gay, así que…
-Contó dos más dos y supo de quién estaba enamorado.
-Creí que estarías feliz – Ricardo se alarmó al ver tan serio a su novio.
Jony parecía molesto, vio directamente a Ricardo e inesperadamente, sonrió abiertamente. El mayor suspiró con alivio.
El ojiazul abrazó a su novio de las caderas y éste rodeó su cuello con los brazos. Se besaron.



FIN

Agosto 2013



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N/A:

(1) Se comieron la torta antes del recreo es una expresión para referirse a que tuvieron sexo antes del matrimonio y la muchacha resultó embarazada.
(2) Monaguillo, se le llama así a la persona que ayuda al sacerdote en las ceremonias religiosas.

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Y eso es todo, muchas gracias por leerme!
Hasta la próxima n.n


PISLIB n_n






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