Los cinco elementos.
Capitulo Veinticinco:
¿Hermione?
Diminutas piedras, ramas y objetos sueltos levitaban en la zona. A pesar de no haber luna, el sitio era iluminado por un fuerte resplandor que rodeaba a la única figura que se mantenía en pie.
Los que habían estado más lejos del círculo comenzaban a moverse lentamente.
-¿Están bien? – Harry preguntó, quien se había liberado de la burbuja de aire y se levantaba del suelo.
-Sí – respondieron Luna y Ron, haciendo lo mismo.
-¿Y los demás? – Terry salió entre los escombros.
-¿Y esa luz? – Neville observó detenidamente a la figura andante.
Un campo de energía mantenía encerrados a todos lo que habían participado en el hechizo.
-¡Tú! – La voz de Voldemort retumbó en el lugar, observó a Hermione con asco – ¡Maldita sangre sucia! – siseó.
La castaña sonrió de lado, victoriosa.
-Es… ¿Hermione? – Luna preguntó, desconcertada.
-¿Qué ocurrió? – Harry parpadeó, aturdido.
La castaña lucía distinta, no solo por el resplandor de la luz que la rodeaba. Ella en verdad se veía distinta. Poderosa.
-¡Es la Master Element! – exclamó Luna, abriendo demasiado los ojos.
-¿La qué? – Neville se asustó.
-Granger ha recibido los poderes de los elementos en lugar de Voldemort – informó Draco, quien también se había liberado de su prisión – Esto no es bueno.
-¡Maldita sangre sucia! – volvió a gritar el señor oscuro.
Hermione soltó una sonrisa floja.
-Das pena, Tom Riddle – la voz de la castaña era distinta, cada palabra era acompañada por una vibración – Eres tan insignificante.
Voldemort la fulminó con la mirada, le apuntó con la varita.
-Eso no puede dañarme, Riddle – la muchacha hizo una señal con la mano y la varita de Voldemort salió disparada inmediatamente.
-¡Hermione! – llamó Terry, tratando de acercarse a ella pero Harry lo detuvo.
-No, Terry. Es peligroso.
-No, no lo es.
-Observa cómo está actuando – expresó Neville.
-Puedo hacerla entrar en razón.
-Ni siquiera podrás acercarte – razonó Luna – Mira lo que le sucede a las piedras que se acercan al resplandor de la luz que emana – el muchacho pudo ver cómo las piedras se desvanecían al instante.
-Boot tiene razón – Draco llegó cojeando hasta con ellos – Debemos hacer que Granger regrese a la realidad, es un peligro incluso para ella misma. Es demasiado poder. No podrá controlarlo por mucho tiempo.
-¿Cómo hacemos eso? – preguntó Neville.
-Solo una persona puede hacerla traer a la realidad – Luna informó.
-¿Quién? – el pelirrojo se unió a la conversación.
-Alguien importante para ella – informó Draco – Muy importante, lo suficiente para traerla a la realidad.
-Ese eres tú, Terry – indicó Ron.
-Eres el novio, su prometido – coincidió Harry – Ella te ama.
A Draco esas palabras se le antojaron agridulces. Se mordió el labio inferior.
-Tan insignificante… Riddle – Hermione lo observó con curiosidad – Lo eres tanto… que no mereces siquiera… vivir…
La muchacha levantó su mano y con un chasquido hizo que Voldemort recibiera un crucio multiplicado por cien, era tanto el dolor que éste sentía y tanto el poder empleado en el hechizo que hizo, literalmente, desvanecerse.
Hermione sonrió complacida. Observó a su alrededor, había cinco bultos tumbados. El más cercano a ella era Scorpius, el pequeño yacía inconsciente a su lado y prefirió dejarlo así, no quería que viera lo que iba hacer a continuación. Miró detenidamente a los cuatro restantes. Notó que uno de ellos no tenía vida.
-Te lo merecías – le dijo – Te metiste con quien no debías – sonrió de lado. En su mirada no había gesto de sentimiento alguno.
-¡Hermione! – Llamó Terry desde el otro lado, sin resultado, la muchacha parecía no escucharlo – ¡Hermione!
La castaña se dirigió hacia el cuerpo que se movía lentamente.
-Te has portado muy mal, Rowle – Hermione lo escudriñó con la mirada.
-¡Eres…!
-¿Te gustan mis nuevos poderes? – su dedo índice tocó el brazo derecho del mortífago, haciéndolo gritar del dolor – ¿Qué pasa?, ¿te duele?
-Hermione está fuera de control – informó Luna, el campo de energía se había disipado un poco, lo suficiente para que ellos vieran, de manera borrosa, lo que ocurría en el círculo – ¡Está torturando al mortífago!
-¡Hermione, detente! – Terry insistió.
-Debo nivelar las cosas – la muchacha sonrió – ¿Qué tal el otro brazo?, ¿quieres también que lo congele?
-¡No! ¡No, no, no! – gritó Rowle, presa del dolor.
-Haces mucho ruido – rugió la castaña, haciendo temblar el lugar.
-¡Basta, Hermione! – el ojiverde gritó, sin resultado.
-¡Tenemos que hacer algo! – Neville dijo, desesperado.
-Eres muy molesto para seguir viviendo – Granger chasqueó los dedos y el mortífago se desvaneció instantáneamente, como si no hubiera existido – Mucho mejor.
Caminó hacia su próxima víctima.
-¿Qué haré contigo, Morseferth? – el aludido, quien había permanecido en silencio, pasó saliva trabajosamente.
-Esto está mal, MUY mal – susurró Draco, sin dar crédito a lo que sus ojos le alcanzaban a mostrar. Hermione estaba perdiendo el control y si no lograban tranquilizarla terminaría matando a todos.
-¡Acaba de desaparecer a Morseferth! – Neville informó.
-¡Hermione, detente! – pidió Ron, inútilmente.
La castaña sonrió complacida al ver desaparecer a Morseferth, caminó hacia Theodore, quien aún estaba inconsciente. La castaña lo observó detenidamente.
-Lo va a matar… – murmuró la rubia, asustada. Dio un paso hacia delante, Neville la detuvo.
-Es peligroso, Luna – le advirtió, la rubia se mordió el labio inferior.
Hermione sonrió de lado, se acuclilló a su lado.
-Theodore… – su mano acarició la mejilla del muchacho – Seré indulgente contigo… ayudaste a Scorpius… solo por eso… tu muerte será menos… dolorosa…
La muchacha levantó su mano, dispuesta a chasquear los dedos.
-¡Basta, Granger! – Hermione se detuvo en seco al reconocer la voz. Giró su rostro tan rápido hasta con quien la llamó.
Neville y Luna intercambiaron miradas al ver la reacción inmediata de su amiga.
-¡Tú! – Hermione concentró toda la energía que abarcaba el círculo en ella. Levitó rápidamente hasta quedar frente a frente de la persona que la llamó.
Draco la miró fijamente, sin titubear un solo segundo.
-Fuiste muy valiente… o muy tonto al llamar mi atención – la voz de Hermione aún vibraba, las piedras seguían levitando a su alrededor – Draco Malfoy. Tenías que ser tú, por supuesto.
-Basta, Granger – advirtió el rubio – ¿Piensas matarnos a todos?
-Eres el menos indicado para darme órdenes – la castaña lo escudriñó con la mirada – Has arruinado mi vida y mereces pagar por ello.
Draco frunció ligeramente el ceño.
-Te preguntas cómo fue eso, ¿cierto? – Los demás observaron atentamente la escena, siendo incapaces de acercarse a ellos – Todo estaba planeado; el compromiso, casarme con Terry, formar una familia… – Hermione lucía tranquila o eso le pareció al muchacho – ¡Y tú, lo arruinaste todo! – Gritó, furiosa. Expulsó una cantidad considerable de energía haciendo que los que estaban a su alrededor salieran volando por la fuerza – ¡TODO! – gritó aún más fuerte.
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