**Capitulo veinte**
Patético,
traicionado, engañado, utilizado, idiota, débil. Así se sentía Theodore y eso
era poco decir, la lista aún continuaba con un largo etcétera.
-Theodore…
- La voz de Pansy llegó hasta su lado – cariño…
-Déjame
en paz – el muchacho seguía en la misma posición, la muchacha se sentó a su
lado.
-No
puedo.
-Sí
puedes… es fácil – gimió, cubriéndose el rostro. El muchacho no quería verse así
de frágil frente a su amiga pero le resultó imposible poder simular ante ella.
Después de todo, Pansy sabía mucho más de él que todos los demás. Ella estaba
al tanto de la música a pesar que nunca llegó a invadir su intimidad en esa
habitación – dame una hora y estaré como nuevo.
-No
lo haré. Me quedaré aquí.
Ambos
se quedaron en silencio por un largo tiempo. El slytherin descubrió su cara,
manteniendo su mirada fija en un punto neutro frente a él.
-Me
siento tan… estúpido…
-No
es tu culpa, Potter supo muy bien engañarnos a todos… y Malfoy es un idiota –
Theodore frunció el ceño, la miró desconcertado – Malfoy nos contó todo.
-Potter
no tiene nada que ver… o tal vez sí. No lo sé. Creo que soy yo.
-¿Qué
quieres decir?
-Pansy…
me están pasando cosas que no comprendo. Desde hace semanas me siento tan…
raro, tan extraño que no sé cómo explicar lo que me pasa – la voz de Theodore
sonaba desesperada – es tan confuso, tan… extraño…
-¿Qué
es? Cuéntamelo.
-Un
hormigueo en el estómago, una sensación rara en el pecho, me distraigo
fácilmente y… luego esta esa maldita mirada que…
-¿Mirada?
-Sí,
esa que solo Potter puede hacer, me mira de una manera anormal que hace que mi estómago hormiguee y todo eso que te he
dicho. ¿Sabes lo irónico? No soportaba tenerlo cerca y en los últimos días no
hacía más que tener excusas para estar a su lado y así él me enviara esa
mirada.
Pansy
apenas podía seguirle el ritmo, era la primera vez que escuchaba a Theodore
hablar de esa manera, si se lo proponía y contaba las palabras que le había
dicho en los años anteriores, ni siquiera llegaría a la mitad de las que el
muchacho había dejado salir en los últimos minutos.
-Es
tan ridículo todo esto. Y no sé por qué demonios no dejo de llorar, parezco un
patético Hufflepuff, ¡Por Salazar! ¿Qué demonios me ocurre Pansy? Sé que Potter
me estuvo engañando todo este tiempo, pero no es normal que yo actué así,
¿cierto?
La
muchacha trató de responderle, pero su amigo comenzó a hablar de nuevo.
-La
música siempre fue lo más sagrado para mí, algo en lo que yo podía refugiarme,
pero ahora todos lo saben, incluso dejé a Potter escucharme tocar, ¿puedes
creerlo? ¿Potter? ¿Por qué demonios sigo llorando? ¿Qué me pasa, Pansy?
La
muchacha se mordió el labio inferior, temiendo responderle con la verdad.
-Creo
saber qué es lo que pasa.
-¿Lo
sabes? – preguntó esperanzado.
-Cariño…
– Pansy lo miró tiernamente – estás enamorado… de Potter.
El
gesto de Theodore habló por sí solo. Era el gesto de la confusión total.
-¡¿Qué…?!
-Te
has enamorado de él.
-¿Qué?
No – se sacudió la cabeza – Pansy hablo en serio.
-Yo
también.
-¡Por
supuesto que no! A mí no me gusta… yo estoy… la que me gusta es…
-¿Lovegood?
Cariño… esa ya es historia pasada – el muchacho parpadeó confuso – ¿Te
preguntas el cómo sé eso? Eres mi mejor amigo, además una vez te vi seguirla al
bosque prohibido. Pero como dije eso es cosa pasada. Tú estás enamorado de…
-¡No!
-¡Si!
-¡NO!
– se levantó rápidamente.
-¿Quieres
pruebas? Ese hormigueo en tu estomago son como las mariposas que yo siento en
el mío cuando estoy cerca de Blaise. El dolor en tu pecho, es lo mismo que
siento en cada beso que él me da. Esa mirada de Potter que no quieres dejar de
ver… ¿le sigo?
-Eso
no es… tal vez tengo el síndrome de Florence Nightingale, de esa Muggle que… -
Pansy sonrió.
-Theodore,
tú no eres enfermera ni medimago y Potter no es tu paciente.
-Entonces
quizás tengo el síndrome de Estocolmo y…
La
muchacha negó con la cabeza.
-Theodore,
no es nada de eso, en verdad te has enamorado de él. Tú mismo lo has dicho hace
momentos. Lo dejaste verte tocar el piano. Ni siquiera a mí me has dejado verte
hacerlo. Potter debe significar mucho para haberle permitido hacerlo.
-Él
me lo pidió – musitó.
-Y
pudiste negarte.
-Lo
hice, la primera vez que me lo pidió – respondió recordando ese momento.
-¿Qué
fue lo que te hizo cambiar de opinión?
-No
había hormigueo en el estómago ni sensación rara en mi pecho. ¡Demonios! – se
dio contra la pared – Si estoy enamorado de Potter. No puede… ser… no…
-Theo…
-Esto
está mal, Potter es novio de Malfoy – pudo sentir las lágrimas venir de nueva
cuenta. Se giró hacia la pared, dándole la espalda a su amiga – sabía que esto
acabaría mal…
Pansy
se acercó a él, lo abrazó.
-¡Por
Salazar! ¡Theodore estas ardiendo en fiebre! – lo giró para tenerlo de frente –
ya decía yo que no era normal en ti hablar demasiado. Te llevaré a la
enfermería.
-Estoy
bien aquí – replicó.
-No,
no lo estas. Aún estas mojado y puedes empeorar. No me obligues a hechizarte
Theodore Nott.
A
regañadientes, el muchacho obedeció.
*0*0*0*0*
Abrió
los ojos lentamente, en cuanto se dio cuenta de la realidad un molesto dolor de
cabeza le invadió.
-Buenos
días, Theodore – saludó Dumbledore.
-Buenos
días – respondió, con voz ronca.
-Quiero
disculparme contigo. Temo que mi actuar no fue el mejor. Anoche tuve una charla
interesante con el señor Potter. Me lo ha contado todo.
Theodore
no dio señal de reconocimiento.
-Supongo
que en algún momento sospeché que Harry se había recuperado, pero no hice nada.
No fue algo prudente de mi parte. Supongo que albergué esperanzas de que Harry
lo resolviera. Te pido mi más sinceras disculpas.
Eso
no le bastaba al slytherin. Había sucedido lo que nunca había imaginado. Y si
se ponía a pensar todo eso era una cruel ironía. Un evento que ocurría cada mil
años, un síndrome que le ocurría a una de cada mil personas, la posibilidad que
él se enamorara de Potter era una de mil. No quería seguir enumerando los
hechos porque todos conducían a algo. Él
estaba en el uno de cada mil cosas que ocurrían.
-¡Hey,
Theo! – Pansy llegó junto con Blaise - ¿Cómo te sientes?
El
aludido estaba confundido, ni siquiera se había dado cuenta cuando Dumbledore
se había ido.
-Las
clases comienzan la próxima semana y con ello llega la visita a Hogsmeade, así
que… me acompañaran a comprarme algunas cosas.
-¿Qué?
-¡Los
dos! Y no acepto un “no” como respuesta – sentenció la muchacha, Theodore se
encogió de hombros. Y Blaise rodó los ojos.
*0*0*0*0*0*
-Hola
– Hermione saludó, el muchacho siguió devorando su desayuno – he venido a ver
cómo estabas… y me parece que mejor – un silencio incomodo los invadió – quiero
que sepas que estoy enojada con Harry. Estuvo muy mal lo que hizo.
-¿Insinúas
que no estabas al tanto? – Theodore dejó de desayunar.
-No.
No lo sabía y si me hubiera dado cuenta habría hecho todo lo posible para hacer
entrar en razón a Harry.
-¿Por
qué vienes a decirme todo esto? – el muchacho frunció el ceño.
-Ya
te lo había dicho, te considero mi amigo, aunque creo que tú no me consideres
como tal.
El
slytherin frunció ligeramente el ceño.
-¿Sabes?
Harry se siente muy mal, está muy triste.
-¿Cómo
crees que se siente Malfoy?
Hermione
se mordió el labio inferior.
-¿Cómo
crees que me siento yo?
Theodore abandonó el comedor.
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