viernes, 27 de septiembre de 2013

capitulo veinte

El efecto de la Luna de queso



**Capitulo veinte**



Patético, traicionado, engañado, utilizado, idiota, débil. Así se sentía Theodore y eso era poco decir, la lista aún continuaba con un largo etcétera.

-Theodore… - La voz de Pansy llegó hasta su lado – cariño…

-Déjame en paz – el muchacho seguía en la misma posición, la muchacha se sentó a su lado.

-No puedo.

-Sí puedes… es fácil – gimió, cubriéndose el rostro. El muchacho no quería verse así de frágil frente a su amiga pero le resultó imposible poder simular ante ella. Después de todo, Pansy sabía mucho más de él que todos los demás. Ella estaba al tanto de la música a pesar que nunca llegó a invadir su intimidad en esa habitación – dame una hora y estaré como nuevo.

-No lo haré. Me quedaré aquí.

Ambos se quedaron en silencio por un largo tiempo. El slytherin descubrió su cara, manteniendo su mirada fija en un punto neutro frente a él.

-Me siento tan… estúpido…

-No es tu culpa, Potter supo muy bien engañarnos a todos… y Malfoy es un idiota – Theodore frunció el ceño, la miró desconcertado – Malfoy nos contó todo.

-Potter no tiene nada que ver… o tal vez sí. No lo sé. Creo que soy yo.

-¿Qué quieres decir?

-Pansy… me están pasando cosas que no comprendo. Desde hace semanas me siento tan… raro, tan extraño que no sé cómo explicar lo que me pasa – la voz de Theodore sonaba desesperada – es tan confuso, tan… extraño…

-¿Qué es? Cuéntamelo.

-Un hormigueo en el estómago, una sensación rara en el pecho, me distraigo fácilmente y… luego esta esa maldita mirada que…

-¿Mirada?

-Sí, esa que solo Potter puede hacer, me mira de una manera anormal que hace que mi estómago hormiguee y todo eso que te he dicho. ¿Sabes lo irónico? No soportaba tenerlo cerca y en los últimos días no hacía más que tener excusas para estar a su lado y así él me enviara esa mirada.

Pansy apenas podía seguirle el ritmo, era la primera vez que escuchaba a Theodore hablar de esa manera, si se lo proponía y contaba las palabras que le había dicho en los años anteriores, ni siquiera llegaría a la mitad de las que el muchacho había dejado salir en los últimos minutos.

-Es tan ridículo todo esto. Y no sé por qué demonios no dejo de llorar, parezco un patético Hufflepuff, ¡Por Salazar! ¿Qué demonios me ocurre Pansy? Sé que Potter me estuvo engañando todo este tiempo, pero no es normal que yo actué así, ¿cierto?

La muchacha trató de responderle, pero su amigo comenzó a hablar de nuevo.

-La música siempre fue lo más sagrado para mí, algo en lo que yo podía refugiarme, pero ahora todos lo saben, incluso dejé a Potter escucharme tocar, ¿puedes creerlo? ¿Potter? ¿Por qué demonios sigo llorando? ¿Qué me pasa, Pansy?

La muchacha se mordió el labio inferior, temiendo responderle con la verdad.

-Creo saber qué es lo que pasa.

-¿Lo sabes? – preguntó esperanzado.

-Cariño… – Pansy lo miró tiernamente – estás enamorado… de Potter.

El gesto de Theodore habló por sí solo. Era el gesto de la confusión total.

-¡¿Qué…?!

-Te has enamorado de él.

-¿Qué? No – se sacudió la cabeza – Pansy hablo en serio.

-Yo también.

-¡Por supuesto que no! A mí no me gusta… yo estoy… la que me gusta es…

-¿Lovegood? Cariño… esa ya es historia pasada – el muchacho parpadeó confuso – ¿Te preguntas el cómo sé eso? Eres mi mejor amigo, además una vez te vi seguirla al bosque prohibido. Pero como dije eso es cosa pasada. Tú estás enamorado de…

-¡No!

-¡Si!

-¡NO! – se levantó rápidamente.

-¿Quieres pruebas? Ese hormigueo en tu estomago son como las mariposas que yo siento en el mío cuando estoy cerca de Blaise. El dolor en tu pecho, es lo mismo que siento en cada beso que él me da. Esa mirada de Potter que no quieres dejar de ver… ¿le sigo?

-Eso no es… tal vez tengo el síndrome de Florence Nightingale, de esa Muggle que… - Pansy sonrió.

-Theodore, tú no eres enfermera ni medimago y Potter no es tu paciente.

-Entonces quizás tengo el síndrome de Estocolmo y…

La muchacha negó con la cabeza.

-Theodore, no es nada de eso, en verdad te has enamorado de él. Tú mismo lo has dicho hace momentos. Lo dejaste verte tocar el piano. Ni siquiera a mí me has dejado verte hacerlo. Potter debe significar mucho para haberle permitido hacerlo.

-Él me lo pidió – musitó.

-Y pudiste negarte.

-Lo hice, la primera vez que me lo pidió – respondió recordando ese momento.

-¿Qué fue lo que te hizo cambiar de opinión?

-No había hormigueo en el estómago ni sensación rara en mi pecho. ¡Demonios! – se dio contra la pared – Si estoy enamorado de Potter. No puede… ser… no…

-Theo…

-Esto está mal, Potter es novio de Malfoy – pudo sentir las lágrimas venir de nueva cuenta. Se giró hacia la pared, dándole la espalda a su amiga – sabía que esto acabaría mal…

Pansy se acercó a él, lo abrazó.

-¡Por Salazar! ¡Theodore estas ardiendo en fiebre! – lo giró para tenerlo de frente – ya decía yo que no era normal en ti hablar demasiado. Te llevaré a la enfermería.

-Estoy bien aquí – replicó.

-No, no lo estas. Aún estas mojado y puedes empeorar. No me obligues a hechizarte Theodore Nott.

A regañadientes, el muchacho obedeció.

*0*0*0*0*

Abrió los ojos lentamente, en cuanto se dio cuenta de la realidad un molesto dolor de cabeza le invadió.

-Buenos días, Theodore – saludó Dumbledore.

-Buenos días – respondió, con voz ronca.

-Quiero disculparme contigo. Temo que mi actuar no fue el mejor. Anoche tuve una charla interesante con el señor Potter. Me lo ha contado todo.

Theodore no dio señal de reconocimiento.

-Supongo que en algún momento sospeché que Harry se había recuperado, pero no hice nada. No fue algo prudente de mi parte. Supongo que albergué esperanzas de que Harry lo resolviera. Te pido mi más sinceras disculpas.

Eso no le bastaba al slytherin. Había sucedido lo que nunca había imaginado. Y si se ponía a pensar todo eso era una cruel ironía. Un evento que ocurría cada mil años, un síndrome que le ocurría a una de cada mil personas, la posibilidad que él se enamorara de Potter era una de mil. No quería seguir enumerando los hechos  porque todos conducían a algo. Él estaba en el uno de cada mil cosas que ocurrían.

-¡Hey, Theo! – Pansy llegó junto con Blaise - ¿Cómo te sientes?

El aludido estaba confundido, ni siquiera se había dado cuenta cuando Dumbledore se había ido.

-Las clases comienzan la próxima semana y con ello llega la visita a Hogsmeade, así que… me acompañaran a comprarme algunas cosas.

-¿Qué?

-¡Los dos! Y no acepto un “no” como respuesta – sentenció la muchacha, Theodore se encogió de hombros. Y Blaise rodó los ojos.

*0*0*0*0*0*

-Hola – Hermione saludó, el muchacho siguió devorando su desayuno – he venido a ver cómo estabas… y me parece que mejor – un silencio incomodo los invadió – quiero que sepas que estoy enojada con Harry. Estuvo muy mal lo que hizo.

-¿Insinúas que no estabas al tanto? – Theodore dejó de desayunar.

-No. No lo sabía y si me hubiera dado cuenta habría hecho todo lo posible para hacer entrar en razón a Harry.

-¿Por qué vienes a decirme todo esto? – el muchacho frunció el ceño.

-Ya te lo había dicho, te considero mi amigo, aunque creo que tú no me consideres como tal.

El slytherin frunció ligeramente el ceño.

-¿Sabes? Harry se siente muy mal, está muy triste.

-¿Cómo crees que se siente Malfoy?

Hermione se mordió el labio inferior.

-¿Cómo crees que me siento yo?

Theodore abandonó el comedor.




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