domingo, 29 de septiembre de 2013

capitulo veintiuno

El efecto de la Luna de queso



**Capítulo veintiuno**


Afuera llovía, era muy extraño que lloviera en invierno, pero ahí estaban las gotas de lluvias cayendo sin cesar. “¿Otro evento de uno de cada mil?” se mofó Theodore, observando desde la ventana.

-Aquí están tus pociones, Theodore – madame Pomfrey le dio tres pequeños frascos – el azul lo tomarás dentro de una hora y los otros dos en la noche.

-Gracias.

-Si la fiebre regresa, vienes inmediatamente.

-De acuerdo.

La medimaga regresó a su oficina y el slytherin se dirigió hacia la salida. Cuando abrió la puerta se encontró a Harry.

Todos aquellos síntomas volvieron en cuanto su mirada se encontró con la de Potter.

-¿Podemos hablar? – pidió el gryffindor.

Theodore lo fulminó con la mirada.

-Por favor- insistió.

El slytherin decidió ignorarlo, salió del lugar esquivando al otro muchacho, haciendo caso omiso de los locos latidos de su corazón.

*0*0*0*0*

Un mes después, todo parecía estar en la “normalidad”. Los slytherin se cansaron de burlarse de Theodore por el asunto de la música o quizás era que no estaba en su naturaleza burlarse de los suyos. Potter no volvió hacer el intento de hacer las paces con el slytherin. Malfoy optó por ignorarlo. Y Theodore consiguió por fin recuperar su antigua rutina con excepción de la parte de la música y el piano. Desde ese día no volvió a abrir su libro de notas, tampoco visitó aquella habitación del cuarto piso.

Pansy cumplió con su palabra y se lo llevó junto con Blaise de compras a Hogsmeade. Él y Hermione aún se encontraban en la biblioteca, siempre evitando hablar de Harry.

Y a pesar de todo, a Theodore se le notaba triste, por más que se auto convenciera que no estaba enamorado de Potter era inútil, en el fondo sabía que Pansy tenía razón. Y eso, le molestaba.

“Mientras la serpiente te acecha, el león sacará al águila que le pertenecerá al tejón”.

Theodore suspiró.

“Maldita profecía”

Se encontraba sentado detrás de los matorrales del jardín trasero, tenía la mirada fija en Luna y Smith.

-Nunca le gustaste a la lunática – dejó salir Draco, sentándose a su lado. Nott frunció el ceño – tu amor secreto, créeme, no era tan secreto. Hasta la misma Lovegood debió de darse cuenta.

“Genial” – gruñó para sus adentros.

-Para ser un gryffindor, supo cómo engañarnos bien, ¿cierto? – Draco continuó – no sé tú, pero sabía que el triángulo que formamos tarde o temprano solo tendría dos lados y no tres. Y… tal vez yo no estaría en esos dos lados. ¿Me entiendes?

Theodore no respondió.

-Potter tiene sus momentos y lo suyo, por algo me relacioné con él. Y, aunque no lo creas, nunca obtuve lo que realmente quise desde un principio. Presioné demasiado, supongo que por eso escogió el camino más fácil. Tal vez eso lo alejó de mi… quizás… quizás fue tu musiquita – sonrió bajito – Potter es un maldito romántico hasta la muerte y eso es algo que nunca soporté, pareciera que estaba con un maldito Hufflepuff, ni siquiera un Huf…

-¿Qué quieres, Malfoy?

-Es la oración más larga que te he escuchado decir desde hace semanas – el rubio parpadeó varias veces – debería unirme a la apuesta de Zabini y Pansy – sonrió de lado, Theodore lo fulminó con la mirada – Potter ya es historia para mí, sus sentimientos han cambiado, además ya estoy saliendo con alguien más, Claire, esa chica de séptimo año.

Theodore alzó una ceja, tratando de darle sentido a todo lo que le había confesado el rubio, éste le sonrió de lado antes de levantarse.

-No cometas el mismo error que yo. Si te descuidas o presionas demasiado, alguien más vendrá y se robará su corazón.

Draco se fue.

*0*0*0*0*

Theodore se encontraba en la torre de astronomía, tenía su libro de notas en la mano sin abrirlo, solo lo observaba. Sintió a alguien sentarse a su lado, no le fue difícil deducir de quién se trataba. Potter.

-Sé que un “lo siento” no es suficiente, solo quiero hacerte ver que en ningún momento me quise burlar de ti.

Harry miró fijamente al slytherin.

-No entiendo que haces aquí Potter – Theodore lo veía inexpresivo – no me debes explicaciones. Tu novio es Malfoy.

-Él no…

-Como sea, a él le debes explicaciones no a mí.

-Se la debo a ambos – confesó el león – y tú debes de saber el porqué.

-¿Por qué yo? ¿Por qué insistes en que debo de escucharte?

-Para que aceptes mis disculpas y así…

-¿Qué te hace pensar que escuchando tus disculpas todo será como si no hubiera pasado nada? ¿Qué después de aceptarla me sentiré mejor?

-Tienes razón, no te sentirás mejor, nada volverá a ser como antes, pero yo… - se mordió el labio – discúlpame, por favor. Yo no soy así, solo que…

-¿Si te disculpo me dejarás en paz? – Theodore se levantó – te disculpo, te perdono y todo lo que quieres que haga.

-No, no es eso…

-Es todo lo que tendrás de mi Potter – el slytherin avanzó hacia la salida. Harry se interpuso - ¡Potter!

-Escúchame, por favor. Cinco minutos. Solo cinco minutos y no volverás a saber más de mí.

Esa mirada… ¡por Salazar! ¿Por qué demonios le mandaba esa maldita mirada?

El slytherin se cruzó de brazos. Pretendiendo no darle mucha importancia al asunto.

-Te doy tres – gruñó. El gryffindor sonrió, feliz por la suerte que corrió.

-Gracias.

Harry suspiró largamente.

-Hace un año atrás, dos días después de navidad, Draco y yo tuvimos una discusión fuerte sobre un tema muy importante e íntimo. Me pasee por el castillo para despejar mi mente, sin darme cuenta caminada por el cuarto piso, mi mente divagaba pero una melodía suave la hizo centrarse en la realidad. Ese día te escuché tocar. Y fue lo más hermoso que había escuchado en mi vida.

El slytherin se encontraba recargado de la pared, con las manos en los bolsillos. Atento a lo que el gryffindor le relataba.

-Esa melodía hizo olvidarme de la discusión con Draco – Harry le miraba con un brillo extraño en sus ojos – me hizo sentir bien. Ser yo nuevamente.

-Eso es lo que provoca la melodía de mi madre – dejó salir orgulloso el slytherin.

-Sí, supongo que por eso recuperé la memoria. Cuando la volví a escuchar todo comenzó a encajar en mi mente nuevamente. El verte en el mismo lugar y tocando esa melodía me hizo regresar a la realidad.

-¿Cómo dices?

-Fue gracias a ti que recuperé la memoria.

Theodore le envió una mirada que el gryffindor no supo cómo interpretar.  




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