**Capítulo veintiuno**
Afuera
llovía, era muy extraño que lloviera en invierno, pero ahí estaban las gotas de
lluvias cayendo sin cesar. “¿Otro evento de uno de cada mil?” se mofó Theodore,
observando desde la ventana.
-Aquí
están tus pociones, Theodore – madame Pomfrey le dio tres pequeños frascos – el
azul lo tomarás dentro de una hora y los otros dos en la noche.
-Gracias.
-Si
la fiebre regresa, vienes inmediatamente.
-De
acuerdo.
La
medimaga regresó a su oficina y el slytherin se dirigió hacia la salida. Cuando
abrió la puerta se encontró a Harry.
Todos
aquellos síntomas volvieron en cuanto su mirada se encontró con la de Potter.
-¿Podemos
hablar? – pidió el gryffindor.
Theodore
lo fulminó con la mirada.
-Por
favor- insistió.
El
slytherin decidió ignorarlo, salió del lugar esquivando al otro muchacho,
haciendo caso omiso de los locos latidos de su corazón.
*0*0*0*0*
Un
mes después, todo parecía estar en la “normalidad”. Los slytherin se cansaron
de burlarse de Theodore por el asunto de la música o quizás era que no estaba
en su naturaleza burlarse de los suyos. Potter no volvió hacer el intento de
hacer las paces con el slytherin. Malfoy optó por ignorarlo. Y Theodore
consiguió por fin recuperar su antigua rutina con excepción de la parte de la
música y el piano. Desde ese día no volvió a abrir su libro de notas, tampoco
visitó aquella habitación del cuarto piso.
Pansy
cumplió con su palabra y se lo llevó junto con Blaise de compras a Hogsmeade.
Él y Hermione aún se encontraban en la biblioteca, siempre evitando hablar de
Harry.
Y
a pesar de todo, a Theodore se le notaba triste, por más que se auto
convenciera que no estaba enamorado de Potter era inútil, en el fondo sabía que
Pansy tenía razón. Y eso, le molestaba.
“Mientras
la serpiente te acecha, el león sacará al águila que le pertenecerá al tejón”.
Theodore
suspiró.
“Maldita
profecía”
Se
encontraba sentado detrás de los matorrales del jardín trasero, tenía la mirada
fija en Luna y Smith.
-Nunca
le gustaste a la lunática – dejó salir Draco, sentándose a su lado. Nott
frunció el ceño – tu amor secreto, créeme, no era tan secreto. Hasta la misma
Lovegood debió de darse cuenta.
“Genial”
– gruñó para sus adentros.
-Para
ser un gryffindor, supo cómo engañarnos bien, ¿cierto? – Draco continuó – no sé
tú, pero sabía que el triángulo que formamos tarde o temprano solo tendría dos
lados y no tres. Y… tal vez yo no estaría en esos dos lados. ¿Me entiendes?
Theodore
no respondió.
-Potter
tiene sus momentos y lo suyo, por algo me relacioné con él. Y, aunque no lo
creas, nunca obtuve lo que realmente quise desde un principio. Presioné
demasiado, supongo que por eso escogió el camino más fácil. Tal vez eso lo
alejó de mi… quizás… quizás fue tu musiquita
– sonrió bajito – Potter es un maldito romántico hasta la muerte y eso es algo
que nunca soporté, pareciera que estaba con un maldito Hufflepuff, ni siquiera
un Huf…
-¿Qué
quieres, Malfoy?
-Es
la oración más larga que te he escuchado decir desde hace semanas – el rubio
parpadeó varias veces – debería unirme a la apuesta de Zabini y Pansy – sonrió
de lado, Theodore lo fulminó con la mirada – Potter ya es historia para mí, sus
sentimientos han cambiado, además ya estoy saliendo con alguien más, Claire,
esa chica de séptimo año.
Theodore
alzó una ceja, tratando de darle sentido a todo lo que le había confesado el
rubio, éste le sonrió de lado antes de levantarse.
-No
cometas el mismo error que yo. Si te descuidas o presionas demasiado, alguien
más vendrá y se robará su corazón.
Draco
se fue.
*0*0*0*0*
Theodore
se encontraba en la torre de astronomía, tenía su libro de notas en la mano sin
abrirlo, solo lo observaba. Sintió a alguien sentarse a su lado, no le fue
difícil deducir de quién se trataba. Potter.
-Sé
que un “lo siento” no es suficiente, solo quiero hacerte ver que en ningún
momento me quise burlar de ti.
Harry
miró fijamente al slytherin.
-No
entiendo que haces aquí Potter – Theodore lo veía inexpresivo – no me debes
explicaciones. Tu novio es Malfoy.
-Él
no…
-Como
sea, a él le debes explicaciones no a mí.
-Se
la debo a ambos – confesó el león – y tú debes de saber el porqué.
-¿Por
qué yo? ¿Por qué insistes en que debo de escucharte?
-Para
que aceptes mis disculpas y así…
-¿Qué
te hace pensar que escuchando tus disculpas todo será como si no hubiera pasado
nada? ¿Qué después de aceptarla me sentiré mejor?
-Tienes
razón, no te sentirás mejor, nada volverá a ser como antes, pero yo… - se
mordió el labio – discúlpame, por favor. Yo no soy así, solo que…
-¿Si
te disculpo me dejarás en paz? – Theodore se levantó – te disculpo, te perdono
y todo lo que quieres que haga.
-No,
no es eso…
-Es
todo lo que tendrás de mi Potter – el slytherin avanzó hacia la salida. Harry
se interpuso - ¡Potter!
-Escúchame,
por favor. Cinco minutos. Solo cinco minutos y no volverás a saber más de mí.
Esa
mirada… ¡por Salazar! ¿Por qué demonios le mandaba esa maldita mirada?
El
slytherin se cruzó de brazos. Pretendiendo no darle mucha importancia al
asunto.
-Te
doy tres – gruñó. El gryffindor sonrió, feliz por la suerte que corrió.
-Gracias.
Harry
suspiró largamente.
-Hace
un año atrás, dos días después de navidad, Draco y yo tuvimos una discusión
fuerte sobre un tema muy importante e íntimo. Me pasee por el castillo para
despejar mi mente, sin darme cuenta caminada por el cuarto piso, mi mente
divagaba pero una melodía suave la hizo centrarse en la realidad. Ese día te
escuché tocar. Y fue lo más hermoso que había escuchado en mi vida.
El
slytherin se encontraba recargado de la pared, con las manos en los bolsillos.
Atento a lo que el gryffindor le relataba.
-Esa
melodía hizo olvidarme de la discusión con Draco – Harry le miraba con un
brillo extraño en sus ojos – me hizo sentir bien. Ser yo nuevamente.
-Eso
es lo que provoca la melodía de mi madre – dejó salir orgulloso el slytherin.
-Sí,
supongo que por eso recuperé la memoria. Cuando la volví a escuchar todo
comenzó a encajar en mi mente nuevamente. El verte en el mismo lugar y tocando
esa melodía me hizo regresar a la realidad.
-¿Cómo
dices?
-Fue
gracias a ti que recuperé la memoria.
Theodore
le envió una mirada que el gryffindor no supo cómo interpretar.
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