Durmiendo con Luna
Capitulo
uno:
“Te amo
mucho, G”.
Greg se removió sobre su lugar, apretó fuertemente los ojos antes de
abrirlos. Sonrió al encontrarse con otro par frente a él.
-Bueno días, G – saludó Nick, rosándole la mejilla con un par de dedos.
-Buen día, Nicky – le respondió, sonriente como siempre, o tal vez era
la ironía, en realidad eran las cuatro de la tarde, ambos habían trabajado en
el turno de la noche el día anterior.
Nick le dio un beso suave y pausado en los labios.
-Te amo, G.
-Yo también te amo, Nicky.
-Yo te amo aún más.
Volvieron a besarse.
-Nunca me cansaré de esto – confesó Nick.
-Yo tampoco.
Los besos volvieron, al igual que las caricias y las palabras susurradas
al oído. Los jadeos inundaron la habitación de Nick mientras hacían el amor. Se
amaban demasiado y el día no les alcanzaba para demostrarse lo mucho que se
querían.
Greg salió de la ducha, no encontró a Nick en la habitación, se vistió
rápidamente. Lo encontró en la cocina.
-Eso se ve delicioso – confesó el menor, sentándose en su lugar de la
barrita.
-Y lo está – presumió el dueño de la casa.
-También el chef – Greg recorrió con la mirada a Nick, éste solo vestía
un pans de color azul marino.
-Provecho – le sonrió, extendiéndole una buena porción de comida.
-¡Yumi!
Greg se dio cuenta de lo hambriento que estaba en cuanto probó el primer
bocado.
-Tranquilo, G. Te vas a ahogar.
-Esto está muy delicioso, Nicky. Deberías poner un restaurante.
-Me dijiste lo mismo con el jugo, todo lo que hice fue exprimir las
naranjas.
-Ese fue el jugo más delicioso y nutritivo que he tomado en toda mi
vida.
Nick le sonrió, comiendo también.
-¿Hoy inicias con el turno de la tarde?
-Si – Greg no se veía muy contento – Hoy es tu día libre, ¿cierto?
-Sí – Nick tampoco se veía muy feliz.
-Será el turno más largo de toda mi vida – se quejó el menor.
-Ni que decir del mío, ¿Qué voy a hacer sin ti en todo el día?
Ambos negaron con la cabeza. Se vieron fijamente y luego rompieron a
risas.
-¿Vendrás cuando termines tu turno? – Nick quiso saber.
-Ya no tengo ropa limpia – confesó el novio – debo ir a mi departamento
por más.
-Deberías mudarte, ¿Qué dices? – soltó sin pensarlo. La verdad era que
tenia días pensando en proponérselo, después de todo, Greg pasaba más tiempo en
su casa que en su propio departamento.
Greg lo observó por unos cuantos segundos.
-¿Seguro?
-Me harías muy feliz, además ya se está llegando la fecha.
-¿Tan pronto? – el menor abrió los ojos enormemente.
-¿No lo quieres hacer? – Nick se preocupó.
-Quiero que todo el mundo se entere que tú eres mío, mío, mío, mío y
solo mío, Nick. Solo mío.
Nick sonrió, le envió una mirada de total adoración a Greg.
-Tú también eres solo mío, G. De nadie más.
-Solo tuyo, Nicky – le dio un casto beso en los labios.
-Entonces, ¿qué dices? ¿Te mudas conmigo?
-¡Por supuesto! – Le sonrió – Te lo advierto, no hay devoluciones.
-Jamás lo haría, G.
La comida pasó entre miradas coquetas, sonrisas, besos y una
conversación agradable sobre cómos se llevaría a cabo la mudanza.
Nick lavaba los trastes sucios cuando Greg se le acercó por la espalda.
-Tengo que irme a mi turno eterno.
Stokes se giró para estar frente a él.
-Te voy a extrañar – lo miró fijamente a los ojos.
-Yo ya te echo de menos – Greg hizo un puchero que a Nick se le antojó
adorable.
Se besaron suavemente.
-Te amo, Nicky.
-Te amo, G.
-Te amo aún más.
Se volvieron a besar nuevamente.
Dos horas después, Greg tarareaba una canción de moda mientras observaba
la banqueta en donde había ocurrido el asesinato de esa tarde.
-Estás muy feliz, Greg – comentó Sara, tomando fotos de la escena - ¿Es
porque tu turno de la tarde comenzó en el campo y no en el laboratorio?
-Me agrada que me saquen de ahí, para variar – reconoció - ¿crees que
Grissom autorice mi solicitud para ser un CSI de campo?
-¿Tú qué crees?
Greg se encogió de hombros, Sara reanudó su labor de tomar fotos y Greg
continuó silbando.
-¡Vaya! Entonces, no solo es por el aire libre – la CSI le sonrió.
-Estoy feliz, Sarah – confesó Greg – simplemente estoy feliz.
Agrandó su sonrisa.
-¿Y se puede saber el motivo de tanta felicidad?
-Tal vez – el muchacho dejó su mirada fija en la pared que tenía frente
a él. Entrecerró los ojos.
-¿Y?
-He encontrado la bala perdida que atravesó a la víctima – Greg señaló
hacia la pared. Ambos se centraron en la escena olvidando momentáneamente el
tema de la felicidad de Greg.
A unos cuantos metros de distancia, un hombre de aspecto misterioso
observaba detenidamente a las dos personas que procesaban la escena del crimen.
Nick frunció el ceño. Dio una mirada a la lavadora y luego al manual.
Alzó una ceja.
-Vamos, Nick, puedes con delincuentes, con mayor razón podrás con una
maquina – suspiró largamente – Ronda, ¿Por qué tuviste que irte a estudiar a
los Ángeles?
Resopló, resignado. Ronda no volvería y él tenía que hacerse cargo del
aseo de su casa. Después del incidente del sociópata Nigel, dejó de usar los
servicios de lavandería y contrató a Ronda para que le hiciera el aseo en su
casa tres veces a la semana. La muchacha era de fiar –no por nada la había
investigado exhaustivamente– pero ya no había más Ronda, la muchacha se había
ido a estudiar y, después de año y medio de servicio de limpieza, Nick tuvo que
volver a reconciliarse con la labor de limpieza.
Suspiró largamente, presionando el botón de inicio. Mientras la lavadora
hacia su función, Nick se sentó frente
al televisor pero en realidad no lo veía, su mente estaba en Greg. Lo
extrañaba, estaba tan acostumbrado a él que días como esos se le hacían
interminables…
Greg entró sigilosamente a la habitación de Nick, quien dormía
plácidamente. El recién llegado lo contempló en silencio, sonriendo. Se sentía
la persona con más suerte en el mundo, creía que la vida le estaba dando demasiado
al tener a Nick a su lado.
Ambos habían descubierto que su amistad iba más allá de una relación
fraternal, que sus bromas constantes – todas llenas de indirectas– iban más
allá de simples comentarios burlescos. Entre ellos había una atracción que en un
momento no pudieron evitar más. Aprovecharon
la oportunidad y se dejaron ser. Y desde ese entonces han estado juntos.
Los mejores meses para Greg.
El técnico de laboratorio se deshizo de sus zapatos y de sus pantalones,
quedándose con su camiseta interior y
sus bóxers. Se metió entre los brazos de Nick.
-¡Hey! – murmuró el texano, adormilado – te he extrañado.
-No quise despertarte, lo siento.
-No importa – Stokes lo atrajo hacia a él, le depositó un casto beso en
los labios - ¿Cómo te ha ido?
-Muy bien, cada vez más convencido de salir al campo – sonrió.
-¿Grissom aún no te da respuesta?
-Mañana lo hará.
-Dirás hoy, dentro de unas horas – corrigió, observando el reloj
despertador que marcaba las tres de la mañana.
-Estoy nervioso – confesó.
-Todo saldrá bien, estoy seguro que Grissom te dará luz verde.
-¿Y con lo otro? ¿Tú no estás nervioso?
-Un poco, no sabemos cómo vayan a reaccionar los demás – confesó – Todo
saldrá bien, G. Ya lo verás – le dio otro beso en los labios.
-Sarah y Cath sospechan.
-Entonces, dos preocupaciones menos – Greg parpadeó, Nick sonrió – Es
broma. No te preocupes, todo estará bien. Ahora dame un beso, que me debes
muchos por todo este tiempo que no estuviste a mi lado.
El menor sonrió, acercándose más a su novio. Se besaron intensamente,
las caricias no tardaron en llegar y al final terminaron entregándose uno al
otro.
Greg cayó en el pecho de Nick, cansado.
-Te amo, Nicky.
-Te amo, G.
-Te amo aún más…
Ambos se dejaron llevar por los brazos de Morfeo.
Un click de cámara fotográfica rompió el silencio de esa noche. Un
hombre de aspecto misterioso, el mismo que observó la escena del crimen horas
atrás, fulminaba con la mirada a una persona en particular de aquella parejita
feliz.
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