lunes, 3 de febrero de 2014

Capitulo uno: te amo mucho, G

Durmiendo con Luna


Capitulo uno:

“Te amo mucho, G”.



Greg se removió sobre su lugar, apretó fuertemente los ojos antes de abrirlos. Sonrió al encontrarse con otro par frente a él.
-Bueno días, G – saludó Nick, rosándole la mejilla con un par de dedos.
-Buen día, Nicky – le respondió, sonriente como siempre, o tal vez era la ironía, en realidad eran las cuatro de la tarde, ambos habían trabajado en el turno de la noche el día anterior.
Nick le dio un beso suave y pausado en los labios.
-Te amo, G.
-Yo también te amo, Nicky.
-Yo te amo aún más.
Volvieron a besarse.
-Nunca me cansaré de esto – confesó Nick.
-Yo tampoco.
Los besos volvieron, al igual que las caricias y las palabras susurradas al oído. Los jadeos inundaron la habitación de Nick mientras hacían el amor. Se amaban demasiado y el día no les alcanzaba para demostrarse lo mucho que se querían.
Greg salió de la ducha, no encontró a Nick en la habitación, se vistió rápidamente. Lo encontró en la cocina.
-Eso se ve delicioso – confesó el menor, sentándose en su lugar de la barrita.
-Y lo está – presumió el dueño de la casa.
-También el chef – Greg recorrió con la mirada a Nick, éste solo vestía un pans de color azul marino.
-Provecho – le sonrió, extendiéndole una buena porción de comida.
Yumi!
Greg se dio cuenta de lo hambriento que estaba en cuanto probó el primer bocado.
-Tranquilo, G. Te vas a ahogar.
-Esto está muy delicioso, Nicky. Deberías poner un restaurante.
-Me dijiste lo mismo con el jugo, todo lo que hice fue exprimir las naranjas.
-Ese fue el jugo más delicioso y nutritivo que he tomado en toda mi vida.
Nick le sonrió, comiendo también.
-¿Hoy inicias con el turno de la tarde?
-Si – Greg no se veía muy contento – Hoy es tu día libre, ¿cierto?
-Sí – Nick tampoco se veía muy feliz.
-Será el turno más largo de toda mi vida – se quejó el menor.
-Ni que decir del mío, ¿Qué voy a hacer sin ti en todo el día?
Ambos negaron con la cabeza. Se vieron fijamente y luego rompieron a risas.
-¿Vendrás cuando termines tu turno? – Nick quiso saber.
-Ya no tengo ropa limpia – confesó el novio – debo ir a mi departamento por más.
-Deberías mudarte, ¿Qué dices? – soltó sin pensarlo. La verdad era que tenia días pensando en proponérselo, después de todo, Greg pasaba más tiempo en su casa que en su propio departamento.
Greg lo observó por unos cuantos segundos.
-¿Seguro?
-Me harías muy feliz, además ya se está llegando la fecha.
-¿Tan pronto? – el menor abrió los ojos enormemente.
-¿No lo quieres hacer? – Nick se preocupó.
-Quiero que todo el mundo se entere que tú eres mío, mío, mío, mío y solo mío, Nick. Solo mío.
Nick sonrió, le envió una mirada de total adoración a Greg.
-Tú también eres solo mío, G. De nadie más.
-Solo tuyo, Nicky – le dio un casto beso en los labios.
-Entonces, ¿qué dices? ¿Te mudas conmigo?
-¡Por supuesto! – Le sonrió – Te lo advierto, no hay devoluciones.
-Jamás lo haría, G.
La comida pasó entre miradas coquetas, sonrisas, besos y una conversación agradable sobre cómos se llevaría a cabo la mudanza.

Nick lavaba los trastes sucios cuando Greg se le acercó por la espalda.
-Tengo que irme a mi turno eterno.
Stokes se giró para estar frente a él.
-Te voy a extrañar – lo miró fijamente a los ojos.
-Yo ya te echo de menos – Greg hizo un puchero que a Nick se le antojó adorable.
Se besaron suavemente.
-Te amo, Nicky.
-Te amo, G.
-Te amo aún más.
Se volvieron a besar nuevamente.

Dos horas después, Greg tarareaba una canción de moda mientras observaba la banqueta en donde había ocurrido el asesinato de esa tarde.
-Estás muy feliz, Greg – comentó Sara, tomando fotos de la escena - ¿Es porque tu turno de la tarde comenzó en el campo y no en el laboratorio?
-Me agrada que me saquen de ahí, para variar – reconoció - ¿crees que Grissom autorice mi solicitud para ser un CSI de campo?
-¿Tú qué crees?
Greg se encogió de hombros, Sara reanudó su labor de tomar fotos y Greg continuó silbando.
-¡Vaya! Entonces, no solo es por el aire libre – la CSI le sonrió.
-Estoy feliz, Sarah – confesó Greg – simplemente estoy feliz.
Agrandó su sonrisa.
-¿Y se puede saber el motivo de tanta felicidad?
-Tal vez – el muchacho dejó su mirada fija en la pared que tenía frente a él. Entrecerró los ojos.
-¿Y?
-He encontrado la bala perdida que atravesó a la víctima – Greg señaló hacia la pared. Ambos se centraron en la escena olvidando momentáneamente el tema de la felicidad de Greg.
A unos cuantos metros de distancia, un hombre de aspecto misterioso observaba detenidamente a las dos personas que procesaban la escena del crimen.

Nick frunció el ceño. Dio una mirada a la lavadora y luego al manual. Alzó una ceja.
-Vamos, Nick, puedes con delincuentes, con mayor razón podrás con una maquina – suspiró largamente – Ronda, ¿Por qué tuviste que irte a estudiar a los Ángeles?
Resopló, resignado. Ronda no volvería y él tenía que hacerse cargo del aseo de su casa. Después del incidente del sociópata Nigel, dejó de usar los servicios de lavandería y contrató a Ronda para que le hiciera el aseo en su casa tres veces a la semana. La muchacha era de fiar –no por nada la había investigado exhaustivamente– pero ya no había más Ronda, la muchacha se había ido a estudiar y, después de año y medio de servicio de limpieza, Nick tuvo que volver a reconciliarse con la labor de limpieza.
Suspiró largamente, presionando el botón de inicio. Mientras la lavadora hacia su función, Nick se sentó  frente al televisor pero en realidad no lo veía, su mente estaba en Greg. Lo extrañaba, estaba tan acostumbrado a él que días como esos se le hacían interminables…

Greg entró sigilosamente a la habitación de Nick, quien dormía plácidamente. El recién llegado lo contempló en silencio, sonriendo. Se sentía la persona con más suerte en el mundo, creía que la vida le estaba dando demasiado al tener a Nick a su lado.
Ambos habían descubierto que su amistad iba más allá de una relación fraternal, que sus bromas constantes – todas llenas de indirectas– iban más allá de simples comentarios burlescos. Entre ellos había una atracción que en un momento no pudieron evitar más. Aprovecharon  la oportunidad y se dejaron ser. Y desde ese entonces han estado juntos. Los mejores meses para Greg.
El técnico de laboratorio se deshizo de sus zapatos y de sus pantalones, quedándose con su camiseta interior y  sus bóxers. Se metió entre los brazos de Nick.
-¡Hey! – murmuró el texano, adormilado – te he extrañado.
-No quise despertarte, lo siento.
-No importa – Stokes lo atrajo hacia a él, le depositó un casto beso en los labios - ¿Cómo te ha ido?
-Muy bien, cada vez más convencido de salir al campo – sonrió.
-¿Grissom aún no te da respuesta?
-Mañana lo hará.
-Dirás hoy, dentro de unas horas – corrigió, observando el reloj despertador que marcaba las tres de la mañana.
-Estoy nervioso – confesó.
-Todo saldrá bien, estoy seguro que Grissom te dará luz verde.
-¿Y con lo otro? ¿Tú no estás nervioso?
-Un poco, no sabemos cómo vayan a reaccionar los demás – confesó – Todo saldrá bien, G. Ya lo verás – le dio otro beso en los labios.
-Sarah y Cath sospechan.
-Entonces, dos preocupaciones menos – Greg parpadeó, Nick sonrió – Es broma. No te preocupes, todo estará bien. Ahora dame un beso, que me debes muchos por todo este tiempo que no estuviste a mi lado.
El menor sonrió, acercándose más a su novio. Se besaron intensamente, las caricias no tardaron en llegar y al final terminaron entregándose uno al otro.
Greg cayó en el pecho de Nick, cansado.
-Te amo, Nicky.
-Te amo, G.
-Te amo aún más…
Ambos se dejaron llevar por los brazos de Morfeo.

Un click de cámara fotográfica rompió el silencio de esa noche. Un hombre de aspecto misterioso, el mismo que observó la escena del crimen horas atrás, fulminaba con la mirada a una persona en particular de aquella parejita feliz.


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