Lay it down slow
Capítulo I
Sueños en
tu corazón.
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Si tienes sueños en tu corazón.
¿Por qué no los compartes conmigo?
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En cada historia hay un final y la que les estoy por
contar no es la excepción. Les diría que todo comenzó aquella tarde lluviosa
cuando Chris vio de otra manera a su ex compañero de cuarto pero sería una
reverenda mentira. Podría decirles que dos mejores amigos se hicieron novios,
pero entonces la amistad quedaría sobreevaluada. No. Tal vez comience hablando
del tema que les causó muchísimos problemas: amor. He de advertirles, estimados
lectores, que el concepto que estos jóvenes formaron del amor es diferente a
como los demás lo entiende. Así que, tampoco comenzaré hablándoles de este tema
porque a estas alturas es difícil de explicarlo. Comenzaré por aquella pequeña
discusión que tuvieron Chris y Danelly.
Si están dispuestos a embarcarse en esta historia de
una vez les advierto que no esperen un final feliz, porque no lo tiene. Esta es
una historia distinta, una historia que involucra el amor de dos muchachos que
tenían sueños, dos chicos que solían ver las cosas de manera diferente, dos
personas que con el paso del tiempo se distanciaron y olvidaron aquello que los
unía. Una historia, mis estimados lectores, que tal vez les haga recordar malos
ratos. Y aún con mi advertencia quieren seguir, entonces comencemos…
Transportémonos a esa mañana de otoño, mientras las
hojas de los arboles caían con el rozar del viento, Andy caminaba
tranquilamente por la calle, después de setenta y dos horas de trabajo en el
Hospital Sagrado Corazón, se dirigía hacia su departamento. Era común que un
par de personas lo señalaran mientras caminaba, a él no le importaba… o eso
quería aparentar. Normalmente estaba alerta a su alrededor, pero ese día estaba
agotado, solo pensaba en llegar a su hogar y desparramarse en su cama. Y lo hubiera
logrado sin contratiempos sino fuera porque al dar la vuelta en una esquina lo
estaban esperando dos personas. La primera se encargó de estrellarle el puño en
su cara y la segunda en darle un par de golpes en el estómago. Andy no es precisamente
un muchacho musculoso, así que terminó en el suelo. Sus dos atacantes hubieran
seguido moliéndolo a golpes sino fuera porque un buen samaritano llegó a
auxiliarlo. El buen samaritano lo dejó abandonado a su suerte en cuanto lo
identificó, se arrepintió de inmediato el haber ahuyentado a los agresores.
Media hora después, Andy llegó a su añorado hogar. Se
dirigió hacia el baño en donde se lavó el rostro desapareciendo todo rastro de
sangre mientras internamente se preguntaba qué haría primero: comer o dormir.
Cuando terminó de lavarse, el cansancio le ganó al hambre, así que se dirigió
hacia su habitación. Y hubiera dormido sino fuera porque alguien más estaba en
su cama.
-¡Hola! – Le saludó el intruso con demasiado
entusiasmo – Creí que no llegarías, hace mucho que te esperaba y…
El semblante
del intruso cambió drásticamente. Frunció el ceño.
-¿Quién fue?
-¿Quién fue, qué? – respondió con voz cansina,
mientras se quitaba los zapatos.
-El que te hizo ese golpe – el intruso señaló hacia su
mejilla.
-Fue un accidente en el trabajo, un paciente llegó…
-¿Un paciente, eh? Como el de la semana pasada, el de
hace un mes o como el…
-Chris…
-Esta vez no me quedaré callado, Andy.
Y no lo haría, Christopher llevaba nueve años
quedándose en silencio.
Verán, Andy es hijo de un señor que fue muy conocido
por todos sus delitos. Un violador de menores y asesino en serie. Un periodista
publicó la biografía de su padre, revelando datos reales. Desde ese entonces,
la gente que reconocía a Andy comenzó a acosarlo, acusando al muchacho de los
delitos de su padre. En más de una ocasión Andy llegó al hospital por heridas
graves.
-No es tan malo.
-No es justo.
-¿Qué hiciste? – esta vez fue Chris quien frunció el
ceño.
-No hice nada.
Chris nunca fue bueno mintiendo, así que era de
esperarse que Andy no le creyera. Ambos se conocían, se sabían sus derechos y sus
anversos, sus mentiras y sus verdades. Todo.
-Chris.
-Discutí con Danelly – confesó el aludido – te juro
que no fue mi culpa.
Andy rodó los ojos, decidió irse hacia la cocina a
prepararse algo rápido para comer, con su visita inesperada sabía que no
lograría dormir pronto.
-Insisto, ¿Qué hiciste?
-¿Qué te hace pensar que fui yo el que comenzó la
discusión?
¿Ya les he dicho que ambos se conocían sus mentiras y
verdades?
Andy enarcó una ceja.
-Llamé sin querer “bruja” a su madre, aunque
técnicamente no es un insulto – confesó.
El dueño del departamento comenzó a prepararse un
emparedado.
-Chris, se supone que en esa cena pondrían fecha para
la boda.
El aludido gruñó.
-¿Por qué lo haces?
-No entiendo – Chris sirvió un poco de leche en un
vaso.
-Es la tercera vez que haces lo mismo. Cuando decides que
es hora de ponerle fecha a la boda terminas arruinando las oportunidades.
-¿Insinúas que lo hago a propósito?
Andy lo escudriñó con la mirada. Asintió con la
cabeza.
-No, no es así.
-Dime, ¿quieres o no casarte con ella?
Chris hace pucheros.
-Cuando no duermes tus seis horas seguidas te pones
gruñón. Bebe tu leche, hablemos después.
Andy entrecerró los ojos, observando el inofensivo
vaso.
-¿Le has echado algo?
-No.
-No me mientas Christopher – Andy gruñó – la última
vez le pusiste un somnífero al jugo de naranja.
-Y era justificable, no habías dormido por mucho
tiempo, justo como hoy.
-Tengo planes para hoy.
-¿Sexo salvaje con tu mejor amigo? – Chris jugueteó
con sus cejas, Andy se sonrojó.
-No. Iré a visitar a Hannah.
Les relataré un poco de la familia de Andy. Hannah es
su hermana menor, tiene diez años. Cuando su madre murió ambos hermanos
quedaron al cuidado de su padre, y como ya les he dicho, no fue precisamente un
padre ejemplar, cuando lo capturaron Andy tenía catorce años y su hermanita uno,
al no tener más familiares ambos fueron colocados en distintas familias
sustitutas.
Desde ese entonces Andy se desvivió por estudiar y trabajar
arduamente para poder pedir la tutoría de su hermana.
-Genial, ¿puedo acompañarte?
-¿No tienes que ir a algún lugar?
-Hasta donde yo sé, a ninguno.
-¿El nombre Danelly
no te dice algo?
-Ella está enojada, dejaré que se le pase el enojo.
-Chris…
-Vamos, Andy. Si voy ahora, ella me reclamará por no
haber ido hacer las paces después de la discusión.
El aludido entrecerró los ojos.
-¿Desde hace cuánto que estás en mi departamento?
-El suficiente como para saber que no has alimentado a
nuestra hija.
-¿Qué? ¿Qué tiene que ver Lola en todo esto?
-¡Es nuestra hija!
-Es una ardilla – aclaró.
-Hieres sus sentimientos – dejó salir melodramático –
y sigue siendo nuestra hija.
Y Chris no mentía. A Lola la encontraron en el parque
en una tarde lluviosa. Andy y Chris habían ido al cine, de camino a casa
pasaron por el parque y justo cuando habían decidido quedarse un rato a
conversar comenzó a llover, fueron a resguardarse bajo el árbol más cercano
cuando encontraron a la pequeña ardilla tirada en el suelo. Aparentemente había
caído del árbol. Ambos decidieron llevarla al veterinario. Cuando estuvo mejor,
la regresaron al parque, pero para ese tiempo la ardilla ya no quiso irse, así
que acordaron adoptarla.
-Le dejé suficiente comida.
-Se la terminó.
-No me cambies la conversación.
-No quiero ver a Danelly – dejó salir.
Andy lo observó fijamente.
-De acuerdo.
-Deberías dormir – Chris le recomendó, al verlo
bostezar.
-Si no voy hoy, no podré verla hasta dentro de tres
semanas.
-Ibas a dormirte, por eso fuiste a tu habitación.
-Solo iba a descansar un par de minutos, los cuales ya
pasaron al tener esta conversación – atajó, saliendo de la cocina.
Chris no se movió de su lugar. Su mirada aún seguía
fija en donde vio desaparecer a su amigo. Suspiró largamente antes de dirigirse
hacia donde se había ido Andy. Se recargó del marco de la puerta, observándolo
detenidamente. A pesar que lo conocía desde hacía nueve años, Andy era muy
reservado para muchas cosas. Nunca lo escuchó quejarse o hablar mal de su padre
a pesar de las consecuencias que le traía al ser su hijo. Incluso, físicamente,
se parecía a él. Cabello castaño claro, ojos color azul claro y largas pestañas,
de tez morena clara. Tal vez, esa era la causa por la cual las personas
descargaban su enojo contra él. Era una versión joven del padre.
-Eso no “borrará” lo ocurrido – confesó Chris al ver
que Andy se ponía maquillaje natural sobre su reciente herida.
-No quiero que Hannah me vea así.
Chris lo observó detenidamente, preocupado. Días como
ese odiaba al padre de Andy, no le gustaba que las personas descargaran su odio
y frustración en su amigo.
-¿Crees que…? ¡Lola! – gritó de pronto al ver a la
pequeña ardilla subírsele por las piernas.
-Te ha extrañado – confesó el castaño.
-Digo lo mismo – Chris le sonrió.
-Es hora de irse – anunció.
*0*0*0*0*0*
Media hora después, ambos amigos se encontraban en la
puerta delantera de la casa en donde residía actualmente la hermana menor de Andy.
-¡Andy! Buen día – saludó una mujer pelirroja.
-Buenas tardes, señora Burbage – saludó, entrando en
la casa, seguido de Chris.
-Lo lamento Andy – se disculpó inmediatamente en
cuanto el muchacho comenzó a buscar a su hermana.
-¿Qué cosa?
-No podrás estar mucho tiempo con Hannah.
-¿Qué? – Andy perdió el poco color que tenía en el
rostro.
-Hay una pequeña reunión. Salimos en menos de diez
minutos.
-Pero… es mi día de visita y…
-Lo sé, lo lamento – la mujer le brindó una mirada de
total culpabilidad.
-No podré verla hasta dentro de tres semanas –
suplicó.
-Como ya dije, lo lamento – esta vez la mujer
endureció el rostro.
-Señora…
Andy silenció a su amigo antes que dijera algo que le
impidiera ver a su hermana en los escasos ocho minutos que ya le quedaban.
-¿Dónde está?
-En su habitación. En un momento la hago bajar.
-Gracias.
La mujer avanzó hacia las escaleras que conducían hacia
el segundo piso y las habitaciones.
-Esa maldita bruja no quiere que estés con tu propia
hermana.
-Chris – reprochó.
-Es la verdad, ¿o lo negarás?
-Sé que creen que no soy de fiar, pero al menos me
dejan estar con ella.
-Pero…
-¡Andy! – una dulce voz llamó desde las escaleras.
-¡Hannah! – el muchacho fue al encuentro de su
hermanita.
Ambos se abrazaron fuertemente, como si temieran que
al soltarse jamás volverían estar juntos. Y, lamentablemente, así lo sería.
Hannah, a diferencia de su hermano, tiene el cabello
negro y rizado. Lo único que ambos comparten es la forma y el color de los
ojos. Azul claro y largas pestañas.
-Te he extrañado, Andy.
-Y yo a ti, pequeña. No te imaginas cuánto – la miró
directamente a los ojos, Hannah lo volvió a
abrazar – te tengo una sorpresa – confesó al separarse de ella.
Andy buscó entre su mochila y sacó un pequeño conejito
de peluche, se lo extendió a su hermanita.
-Es muy bonito, Andy – la pequeña abrazó al peluche –
gracias – le dio un beso en la mejilla.
-Es hora de irnos, Hannah – anunció la señora Burbage.
Chris frunció el ceño mientras consultaba la hora en su reloj de mano. No
habían transcurrido siquiera tres minutos desde el encuentro.
-¿Puede venir Andy con nosotros? – interrogó la
pequeña.
-Lo siento, Hannah. Tal vez en otra ocasión.
La pequeña se decepcionó.
-Te prometo que nuestra próxima visita será más
prolongada – Andy la animó – te llevaré a donde tú quieras.
-¿Lo harás?
-Lo prometo.
Hannah se abalanzó hacia su hermano, ambos se
fundieron nuevamente en un abrazo.
-Te quiero, Hannah – le susurró al oído – pronto
estaremos juntos.
-Yo también te quiero hermano.
La despedida entre ambos hermanos siempre fue dura.
Una hora de visita nunca fue suficiente para ellos, en este caso fueron escasos
cinco minutos.
¿Por qué una hora de visita? Déjenme explicarles la
absurda decisión que tomó el juez. Después del juicio contra el padre, el juez
tuvo la estúpida idea que ambos hermanos solo podrían verse cada tres semanas y
a determinada hora. Si Andy por algún motivo no podía llegar a tiempo o no
podía asistir a la visita, perdía su turno y tendría que esperar nuevamente
tres semanas para ver a su hermana. Era realmente ridículo. Cualquiera que
viera a estos dos hermanos interactuar se daría cuenta que ambos no pueden
vivir separados. Se necesitan, se quieren, son lo único que se tienen. Y lo
único que los mantiene alejados es el maldito prejuicio. Todos ven al señor
Morgan en su hijo. Creen que Andrew se convertirá en su padre tarde o temprano.
¡Que estupidez!
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