Medio Limón
Capitulo siete.
El hijo de la sirvienta es mágico
-Lo siento, Luke…
Un “lo siento” no traerían de regreso a sus padres.
Luke lloró hasta que el vómito no le permitió continuar, tuvo dos ataques, fue
sedado por tercera ocasión. Durmió por tres días seguidos y aun así… el dolor
ahí estaba. No se iba, ni se iría.
-Tranquilízate, Luke, no te puedo seguir sedando, te
hará daño – el doctor trató de razonar con él.
-¡No me importa! ¡No tengo a nadie! ¡Quiero morir! –
gritó, lagrimas recorriendo sus mejillas.
Lo durmieron por cuarta vez.
Despertó con un horrible dolor de cabeza. Dolor nada
comparado con el que sentía en su corazón. Se estaba acostumbrando.
-Luke… - no respondió – Sé que esto es muy duro para
ti, pero tienes que ser fuerte… ambos tendrán que serlo y…
-¿Ambos? – el rubio frunció el ceño, sus ojos estaban
hinchados de tanto llorar.
-Ashton y tú, por supuesto.
¡Ashton! ¡¿Cómo pudo olvidarse de Ashton?!
-Él… ¿Ashton está vivo?
Luke no estaba seguro de cómo tomarse la noticia. Sus
padres estaban muertos, creía que se había quedado solo, su pequeño mundo se
caía a pedazos hasta el momento en el que el doctor mencionó a Ashton.
Ashton no estaba muerto, tampoco estaba vivo. Estaba
en coma. Tambaleándose en una fina y delgada línea entre la vida y la muerte.
Luke fue a verlo. Lloró por enésima vez al ver al rizado en ese estado.
-Despierta, Ashton… por favor… - Luke acarició la mano
izquierda del castaño.
Ashton no despertaría sino hasta dos semanas después.
Justo cuando Luke había comenzado a no llorar tanto, cuando ya no era necesario
sedarlo para calmarlo de los ataques que le invadían, cuando estaba por perder
las esperanzas…
Fue algo tétrico a decir verdad, Luke conversaba con
la lámpara (sí con la lámpara ya que no había con quien más conversar), ya casi
anochecía.
-Ya no tarda en venir Lulú – comunicó el rubio – me
dirá que es hora de cenar y que lo tengo que hacer en mi habitación y me
alejará de Ashton como lo viene haciendo desde hace semanas atrás, pero me
escaparé a la media noche – sonrió de lado – además…
Luke sintió una descarga eléctrica al sentir cómo una
mano lo sostenía del brazo. Palideció de una manera alarmante, sus ojos casi se
salen de su órbita, abrió la boca un par de veces sin saber qué decir
realmente.
Un par de ojos color hazel lo miraban con curiosidad.
-¿Hablas con la lámpara? – una voz rasposa lo sacó de
su trance.
-¡Ashton! – llamó, miles de esperanzas revoloteando en
su corazón. No estaría solo. Ashton estaba despierto. ¡Vivo!
-¿Luke? ¿Dónde estoy? – el rizado parecía confuso. El
rubio estaba feliz, incluso lloraba nuevamente, pero de felicidad. ¡Ashton
estaba vivo!
Lo abrazó fuertemente, incluso le dio un par de besos
en las mejillas y en la frente.
-¡Estas vivo! – le dijo, feliz. Una enorme sonrisa en
su rostro contrastaba con sus lágrimas. Un calorcito en su pecho le
reconfortaba enormemente. Podía sentir la felicidad llenar nuevamente su vida.
-¿Qué sucedió? – Ashton interrogó.
Luke quedó mudo. Podía sentir lentamente a su pequeña
burbuja de felicidad desinflarse. ¿Cómo le diría a Ashton lo que había
ocurrido? ¿Tendría el valor de decirle que habían perdido lo más valioso? Que
solo estaban ellos dos…
-Ashton…
-¿Dónde está mi mamá?
Muerta…
Las palabras quedaron atoradas en su garganta.
Luke despertó.
Esta vez no gritó,
no sudó, no estaba tembloroso. Nada. Sin embargo; lloraba. Llevó una mano hasta
su mejilla húmeda, secó lentamente el área mojada y después la observó
detenidamente como si fuera lo más interesante del mundo. Negó con la cabeza y
salió de su habitación, atravesó el jardín y el estacionamiento y caminó hasta
la puerta principal en donde se quedó de pie, ensimismado en sus pensamientos.
Algún día saldría
de ahí. Algún día tomaría el valor de salir de ese lugar y no sería para ir a
visitar a la psicóloga. No. Saldría por su propia voluntad. Afuera. A la calle.
A la ciudad. Si quería cumplir con su promesa tendría que hacerlo. Pero Luke
aún tenía miedo. Le daba pánico salir de casa y ser secuestrado nuevamente. Se
mordió el labio inferior, su mano derecha empuñando con demasiada fuerza el
pomo de la puerta. Salir o no salir.
-Vamos, Luke, tú
puedes hacerlo…
Su mano temblaba
ligeramente, podía sentir los rápidos latidos de su corazón. Cerró los ojos
fuertemente, suspiró larga y tendidamente.
Y aun así… no pudo
hacerlo…
-Eres débil,
Hemmings – musitó.
Metió sus manos en
los bolsillos del pantalón y se encaminó hacia la casa nuevamente, con el
ferviente pensamiento que algún día podría salir sin sentirse amenazado. Estaba
por entrar cuando escuchó un ruido del lado lateral de la casa, frunció el
ceño. ¿Ladrones? Imposible, Francis estaba de guardia… lo que significaba una
cosa. O mejor dicho, una persona.
-Ashton… - musitó
al reconocer al rizado caminar sigilosamente por el estacionamiento y dirigirse
hacia la puerta de salida – No, no, no…
Comenzaba entrar en
pánico, Ashton no podía salir de casa, aún estaban en peligro. No lo pensó
mucho. Corrió.
Ashton se puso la
capucha de su chamarra, sus rizos castaños revoloteaban con la brisa del
viento. Solo faltaban un par de pasos para llegar a la salida cuando sintió un
bulto caer sobre él. Cayó al suelo raspándose la mejilla con el suelo en el
proceso.
-¡Qué demonios!
Trató de zafarse
del agarre de quien fuera que estuviera sobre él.
-No salgas, Ashton…
Un escalofrío
recorrió su cuerpo. Podía sentir la respiración agitada del rubio.
-Luke…
-Por favor – le
pidió.
-Ya hemos hablado
sobre esto y…
-No salgas.
Ashton se mordió el
labio inferior.
-¿Puedes quitarte
de encima?
-No. Hasta que me
prometas que no saldrás.
-Luke…
-No lo haré – dejó
salir decidido.
El rizado lo
consideró, pero no se dejaría chantajear. Necesitaba ir con Britany y Calum,
tenían información del asesino de su madre.
-Por favor, Ash… no
salgas… - el castaño sintió humedecer su chamarra, lo que significaba que Luke
lloraba. El rizado podía soportar muchas cosas, pero sin duda el ver llorar a
Luke era una de sus debilidades que no le gustaba reconocer. Se mordió el labio
inferior. Si Ashton era bueno en algo, eso era en cumplir sus promesas.
-Te… prometo que hoy no saldré…
-¿En serio? – la
voz de Luke detonaba esperanza.
-Si – musitó –
ahora… ¿puedes levantarte?
-¡Sí!
El rubio se levantó
y enseguida lo hizo Ashton, quedaron de frente. Luke sonreía, sus parpados
estaban humedecidos por las lágrimas recientes.
-¿Tienes hambre?
¡Hay que comer! – dando saltos se dirigió hacia la casa dejando a Ashton atrás.
El rizado sonrió de lado, siendo ajeno que Michael lo observaba desde la
ventana de su habitación.
[…]
-Podemos hacer un
picnic o un maratón de películas o… ¡¿Mike, me estas escuchando?! – Luke le
aventó un pedazo de pan en el rostro.
-¡Oye! – el teñido
se quejó.
-No estas prestando
atención – el rubio frunció el ceño.
Y era verdad, Mike
estaba sorprendido, su amigo rubio parecía otra persona. Estaba de un lado a
otro demasiado animado, feliz y su sonrisa no desaparecía de su rostro. Incluso
Mike comenzaba a asustarse.
-Te estaba
preguntando qué haremos – recordó – Ashton está en la piscina, podemos hacer un
picnic.
¡Ashton! Eso era,
desde que Luke lo hizo regresar a casa, el rubio parecía otra persona. El chico
castaño era la razón de la felicidad de su amigo.
-… llamaré a
Britany y tal vez a Calum… no lo sé…
-¿Qué? – El teñido
parpadeó un par de segundos – ¿conoces a la chica?
-Claro, Britany es
rubia y tiene ojos verdes… ¡como los tuyos! – sonrió ante la coincidencia.
-¡Oye! – El aludido
arrugó la nariz – No me compares con una chica y menos si es novia de…
-¿De quién? –
preguntó distraído, Luke buscaba comida dentro del refrigerador.
-Olvídalo, ¿qué
haces?
-Haremos el picnic,
¿lo recuerdas?
Mike gruñó, desde
hace rato que no entendía nada, salvo que Luke parecía ser otro Luke.
-¿Y no se enojará
el hijo de la sirvienta si lo interrumpimos? – soltó, mirando hacia la piscina
en donde se veía a Ashton caminar de un lado a otro con el celular en mano.
Mike alzó una ceja preguntándose internamente con quien hablaba.
-No lo hará, le
haremos compañía y… - puso varias cosas sobre la mesa, todo indicaba que
prepararían sándwiches – tal vez le haga que toque la guitarra – sonrió antes
de girarse y volver hacia el refrigerador.
-¿Toca la guitarra?
-Y el piano y la
batería… es grandioso con la batería.
-¿Y cuándo demonios
se hace cargo de la compañía de sus padres?
Luke pareció
tensarse por unos segundos.
-Lo hará la próxima
semana… - musitó – pero lo convenceré a no ir – jugueteó con las cejas.
-Dudo mucho que
puedas hacer tal cosa – comentó, untando mayonesa en el pan.
-Me prometió no
salir de casa – Luke llamó su atención.
-Luke… no puedes
tenerlo encerrado todo el tiempo.
Ambos amigos se
miraron fijamente.
-¡¿Qué desastre es
este?! – Molly miró horrorizada la cocina.
-Mike, te dije que
el picnic era mala idea.
-¿Qué? ¡Fue tu
idea! – el teñido se quejó, Luke negó con la cabeza en son de reprobación.
-No importa de
quién fue idea, hoy se hará un picnic en la piscina – dicho eso, metió los
sándwiches en una canasta y se dirigió hacia la salida - ¡Date prisa, Mike!
El aludido gruñó.
-Hoy está demasiado
feliz – expresó la señora.
-El hijo de la
sirvienta le pro… emh, Ashton le prometió no salir de casa y…
-Entiendo – sonrió,
mirando hacia ambos hermanos.
-Pues yo no – se
sinceró, levantándose.
Mike seguía sin
entender, todo el mundo hace promesas, ¿Qué tenían de especial las de Ashton?
-Ashton nunca rompe
una promesa. Eso es todo.
El teñido dudaba
que el rizado fuera a cumplir precisamente esa. Ashton no era de las personas
que no salen de casa. Se encaminó hacia la salida.
-Michael.
Se detuvo aun sin
darse la vuelta.
-Ashton no es mi
hijo.
-Ehh… lo sé… yo
solo… lo siento – salió rápidamente.
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