Medio Limón
Capitulo ocho. Es peligroso
estar cerca del hijo de la sirvienta
Un nuevo día
comenzaba. Ashton estaba emocionado, Luke estaba demasiado nervioso y Mike, él,
bueno… estaba haciendo berrinches.
-¿Por qué yo, Luke?
-Porque confío en
ti – el rubio le sonrió.
-Creo que el hijo
de la sirvienta es lo suficientemente mayor como para cuidarse solo –
refunfuñó.
-Por favor, Mike –
Luke hizo su mejor cara de perrito apaleado y Mike no hizo más que suspirar
resignadamente.
-Bien – dejó salir
a regañadientes – pero tendrás que pagarme. Si voy a ir a trabajar al menos
tendré una paga.
-Tendrás todo,
Mike. Incluso hasta el bono de puntualidad y asistencia – le sonrió.
-¿Qué se supone que
haré?
-Estarás cerca de
Ashton. No lo dejarás ni un momento a solas.
-¿Ni cuando tenga
ganas de ir al baño?
-Tendrás que ir con
él.
-Ew, no – arrugó su
nariz.
-Serás su sombra,
Mike.
-Creo que es más
fácil encerrarlo en una torre – dejó salir apesadumbrado.
Luke alzó una ceja.
-No es mala idea… -
se dejó ir por sus pensamientos.
-Y a todo esto,
¿Por qué no vas con él? Tengo entendido que tú también tienes acciones que manejar en la empresa de tu papá.
-Toda la
administración la está llevando a cabo el abogado de la familia, pero Ashton no
se fía de él.
-No es tan idiota
como aparenta – sonrió de lado. Luke rodó los ojos.
-Solo será un mes,
Mike.
-Eso dices tú.
Pareciera que no lo conoces.
-Porque lo conozco
te aseguro que solo será un mes – jugueteó con ambas cejas – Y en ese mes te
asegurarás que nada le pase.
-Confías tanto en
mí que por eso Francis vendrá también con nosotros.
Luke no dijo nada,
Mike alzó una ceja.
-La vida de Ashton
y la mía tienen precio – soltó, su mirada estaba perdida en la pared de
enfrente – hay gente malvada en el mundo, ya nos hicieron daño en una ocasión
y…
Mike no lo interrumpió,
era la primera vez que Luke le hablaba (aunque no directamente) del secuestro.
-No quiero que nada
malo le pase a Ashton. Es la única familia que tengo – lo miró fijamente. Mike
sintió un nudo en la garganta, asintió levemente.
-Yo cuidaré de él.
Lo prometo.
-Gracias, Mike.
[…]
Cuando Mike bajaba
hacia la puerta de entrada se encontró con una escena tan extraña que no pudo
evitar parpadear de la confusión. Literalmente, Francis manoseaba al hijo de la sirvienta.
-¡Ya deja de
manosearme! – se quejó el rizado, separándose del guardaespaldas.
-Debo asegurarme
que no lleves algo que puedan usar en tu contra– el mayor se cruzó de brazos,
Ashton rodó los ojos.
-Al que deberías de
revisar es al idiota de Clifford – refunfuñó – además, ¿Cómo se supone que voy a
defenderme si me atacan?
-Por eso voy yo –
Francis rodó los ojos – Y nadie te va a atacar, por eso hemos tomado ciertas
medidas.
-¿A quién demonios
has llamado “idiota”, idiota? – el
teñido reclamó, bajando rápidamente los últimos escalones.
-A ti – Ashton le
sonrió. Mike frunció el ceño. Algo no estaba bien. El rizado estaba demasiado
feliz, ¿era porque saldría de casa?
-Tengan mucho
cuidado – dijo Luke, desde lo alto de la escalera. Se notaba la preocupación en
su rostro.
-Lo tendremos –
consoló Mike.
El rubio bajó
rápidamente hasta llegar con Ashton.
-Si hay algo
sospechoso… regresarán rápidamente – miró fijamente hacia Francis.
-Lo haremos –
aseguró el guardaespaldas.
El rubio asintió y
miró a Ashton.
-Te llamaré en
cuanto lleguemos a la oficina. Lo prometo.
Mike estaba
anonadado. Aun no podía darle crédito a lo que sus ojos veían. Era
impresionante la influencia que Ashton tenía sobre su amigo rubio. Unas simples
palabras bastaban para que el rostro preocupado de Luke pasara en segundos a
uno relajado y sonriente.
-Es hora de irnos –
Mike gruñó cuando se dio cuenta que no le despegaba la mirada al hijo de la
sirvienta.
[…]
El transcurso hacia
las oficinas de la empresa de la familia Hemmings-Irwin fue bastante
silencioso. Francis iba de copiloto con Víctor. Ashton estaba mensajeándose
desde el celular con alguien y Mike iba escuchando música con sus audífonos
puestos.
A Mike no le
impresionó el enorme edificio que estaba frente a él, ya había estado en ese
lugar en demasiadas ocasiones.
-¿Aún siguen jugando
con químicos? – quiso saber el teñido, bajando del auto.
-Es un laboratorio
farmacéutico, ¿Qué esperabas? – Ashton rodó los ojos, entrando en el edificio.
-¡Espera! – Mike
corrió hasta estar a su lado – No debes despegarte de mí.
-Tú eres el que no
debe estar lejos de mí – el rizado contraatacó, caminando más rápido. El teñido
gruñó. Ese sería un largo día.
Mike se sorprendió
que la mayoría de los trabajadores (sino es que todos) conocieran a Ashton y
que éste recordara sus nombres. Después de caminar por un buen rato, subieron
al elevador y se dirigieron hasta el último piso.
-Recuerdo que la
última vez que estuve aquí, presioné cada uno de los botones – Mike sonrió,
señalando hacia los botones del elevador.
-Ni siquiera lo
pienses – Francis gruñó. El teñido rodó los ojos.
-¿Y tú? – giró
hacia con el rizado - ¿subiste con la ayuda de sábanas?
-Es algo
complicado, lo intenté una vez pero me caí del segundo piso y mi madre me
castigó por un mes – soltó.
Mike frunció el
ceño, lo miró fijamente tratando de averiguar si le estaba mintiendo o no.
-Es mentira – rodó
los ojos, saliendo del elevador. Mike lo asesinó con la mirada. Ashton sacó su
celular para marcarle al rubio.
Las próximas tres
horas fueron demasiado aburridas para el teñido. El abogado de la familia, el
Sr. Mark Hideki, habló la mayor parte del tiempo. Mike estaba por morirse del
aburrimiento hasta que escuchó decir al hijo de la sirvienta que haría una
pausa para ir a comer.
-¡Ya era hora! –
soltó el teñido, levantándose del sofá.
-Comeremos aquí, ya
he pedido la comida – anunció Francis.
-Le quitas la
diversión a todo – dijeron al unísono Mike y Ashton. Se miraron entre ellos.
-Al menos hay que
comer en la terraza o en la sala de descanso que está en planta baja. ¡Necesito
el sol! – se quejó el teñido.
-Extrañamente…
coincido con él – dejó salir el rizado.
Francis rodó los
ojos.
-Iremos a planta
baja – consintió el guardaespaldas – Sin trucos, Ashton – advirtió.
-No lo haré – rodó
los ojos.
[…]
-¿Qué demonios
haces? – reclamó Mike al ver a Ashton sobre una pequeña barda.
-No tengo señal en
el celular, necesito hacer una llamada – el rizado caminaba sobre el borde
tratando de alcanzar señal.
-La gente está
comenzando a verte raro… - confesó.
-De hecho… - el
rizado desvió la mirada por unos segundos - ¿Dónde está Francis?
-Le hablaron de
recepción y… ¿Qué ocurre?
-La entrada al
edificio es del otro lado – soltó.
-Lo sé – Mike alzó
una ceja.
-¿Qué tanto
ejercicio has hecho?
-¿Qué? – Ashton lo
agarró del brazo, mientras bajaba de la pequeña barda.
-¡Corre!
-¿Qué…?
Ashton no dejó que
Mike respondiera, corrió aun sujetándolo del brazo.
-¡Qué demonios!
-Debemos llegar al
edificio rápido, nos están vigilado.
-¡Pero si Francis…!
-¡No es Francis,
idiota!
-¡Espera… espera…!
– el rizado no tuvo de otra que esperar porque el teñido se detuvo. Le costaba
trabajo respirar.
-Deberías hacer
ejercicio de vez en cuando. Uno nunca sabe cuándo debe correr, literalmente,
por su vida – confesó el rizado. Mike lo fulminó con la mirada - ¡No me mires
así!
-¡AHÍ! – una voz
desconocida los señaló.
-¡Debemos correr,
aún nos falta para llegar a la entrada!
-Si esto es una
maldita broma, te juro que…
Ashton lo agarró de
la muñeca y comenzó a correr. La situación era demasiado estúpida o tal vez la
arquitectura del edificio. ¿A quién demonios se le ocurre hacer la cafetería en
la parte trasera del edificio y la única entrada y salida es por la parte del
frente? Ashton comenzaba a extrañar a Francis.
-¡Espera! – Mike no
podía correr más…
-¡No jodas,
Clifford! ¡Solo has dado 20 pasos! – cuando Ashton giró a verlo, pudo ver que
el teñido en verdad se veía mal. No lo pensó demasiado, pudo ver a su izquierda
una jardinera demasiado estrecha. Era eso o dejarse atrapar por los extraños
que estaban siguiéndolos.
-¡Shhh! – silenció
el rizado.
Mike no estaba muy
seguro qué demonios había pasado en los últimos segundos. Se vio siendo
empujado por Ashton hacia unos matorrales, perdió el equilibrio y terminó en el
suelo, con el hijo de la sirvienta sobre él y tapándole la boca.
-¿Quién…? – se quitó
la mano del rizado.
-¡Cállate! – Mike
frunció el ceño, aún estaba agitado por la reciente corrida. ¿Qué demonios
estaba pasando? – Creo que ya los perdimos…
Ashton frunció el
ceño al ver que Mike estaba usando un inhalador.
-¿Eres asmático?
-¡Qué observador! –
gruñó el teñido. Ashton lo miró fijamente a los ojos - ¿Qué?
-Tienes un ligero
toque de color azul en el iris verde de tus ojos, ¿lo sabías?
Mike lo miró como
si de pronto le hubiera salido otra cabeza.
-Agh, ya quítate de
encima, pesas – gruñó, sintiéndose incómodo.
Salieron lentamente
de su escondite.
-Francis se enojará
y todo por tu culpa – soltó el ojiverde, sacudiéndose el polvo de la ropa.
-¿Mi culpa?
-¡Corriste como
loco!
-¡Nos estaban
siguiendo!
-¡Me largo! –
gruñó, encaminándose hacia la entrada del edificio.
-¡Espera! – Ashton
lo alcanzó, Mike hizo caso omiso - ¡Oye!
-¿Qué? – gruñó.
-Esos sujetos no me
estaban siguiendo a mí. Te seguían a ti.
El teñido agrandó
los ojos.
-¡No me vas a
engañar esta vez! Luke tiene razón, no deberías salir de casa. Aun corres
peligro.
-No le vayas a
decir lo que ha pasado – advirtió.
-Oblígame.
-Le diré que tú
tuviste la culpa – le sonrió de lado – y no miento. Esos sujetos sí iban detrás
de ti – entró al edificio – Francis, ¿todo bien?
-Nos vamos a casa –
anunció el guardaespaldas.
-Pero… ¡oye! – el
mayor hizo caso omiso a los reclamos del rizado, lo llevó en sus hombros como
si de un costal de papas se tratara. Mike le sonreía triunfalmente - ¡Tú,
maldito idiota!
-Te dije que
Francis se enojaría pero no hiciste caso.
Ashton gruñó.
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