sábado, 18 de agosto de 2018

Capitulo ocho. Es peligroso estar cerca del hijo de la sirvienta


Medio Limón

Capitulo ocho. Es peligroso estar cerca del hijo de la sirvienta


Un nuevo día comenzaba. Ashton estaba emocionado, Luke estaba demasiado nervioso y Mike, él, bueno… estaba haciendo berrinches.
-¿Por qué yo, Luke?
-Porque confío en ti – el rubio le sonrió.
-Creo que el hijo de la sirvienta es lo suficientemente mayor como para cuidarse solo – refunfuñó.
-Por favor, Mike – Luke hizo su mejor cara de perrito apaleado y Mike no hizo más que suspirar resignadamente.
-Bien – dejó salir a regañadientes – pero tendrás que pagarme. Si voy a ir a trabajar al menos tendré una paga.
-Tendrás todo, Mike. Incluso hasta el bono de puntualidad y asistencia – le sonrió.
-¿Qué se supone que haré?
-Estarás cerca de Ashton. No lo dejarás ni un momento a solas.
-¿Ni cuando tenga ganas de ir al baño?
-Tendrás que ir con él.
-Ew, no – arrugó su nariz.
-Serás su sombra, Mike.
-Creo que es más fácil encerrarlo en una torre – dejó salir apesadumbrado.
Luke alzó una ceja.
-No es mala idea… - se dejó ir por sus pensamientos.
-Y a todo esto, ¿Por qué no vas con él? Tengo entendido que tú también tienes acciones que  manejar en la empresa de tu papá.
-Toda la administración la está llevando a cabo el abogado de la familia, pero Ashton no se fía de él.
-No es tan idiota como aparenta – sonrió de lado. Luke rodó los ojos.
-Solo será un mes, Mike.
-Eso dices tú. Pareciera que no lo conoces.
-Porque lo conozco te aseguro que solo será un mes – jugueteó con ambas cejas – Y en ese mes te asegurarás que nada le pase.
-Confías tanto en mí que por eso Francis vendrá también con nosotros.
Luke no dijo nada, Mike alzó una ceja.
-La vida de Ashton y la mía tienen precio – soltó, su mirada estaba perdida en la pared de enfrente – hay gente malvada en el mundo, ya nos hicieron daño en una ocasión y…
Mike no lo interrumpió, era la primera vez que Luke le hablaba (aunque no directamente) del secuestro.
-No quiero que nada malo le pase a Ashton. Es la única familia que tengo – lo miró fijamente. Mike sintió un nudo en la garganta, asintió levemente.
-Yo cuidaré de él. Lo prometo.
-Gracias, Mike.

[…]

Cuando Mike bajaba hacia la puerta de entrada se encontró con una escena tan extraña que no pudo evitar parpadear de la confusión. Literalmente, Francis manoseaba al hijo de la sirvienta.
-¡Ya deja de manosearme! – se quejó el rizado, separándose del guardaespaldas.
-Debo asegurarme que no lleves algo que puedan usar en tu contra– el mayor se cruzó de brazos, Ashton rodó los ojos.
-Al que deberías de revisar es al idiota de Clifford – refunfuñó – además, ¿Cómo se supone que voy a defenderme si me atacan?
-Por eso voy yo – Francis rodó los ojos – Y nadie te va a atacar, por eso hemos tomado ciertas medidas.
-¿A quién demonios has llamado “idiota”, idiota? – el teñido reclamó, bajando rápidamente los últimos escalones.
-A ti – Ashton le sonrió. Mike frunció el ceño. Algo no estaba bien. El rizado estaba demasiado feliz, ¿era porque saldría de casa?
-Tengan mucho cuidado – dijo Luke, desde lo alto de la escalera. Se notaba la preocupación en su rostro.
-Lo tendremos – consoló Mike.
El rubio bajó rápidamente hasta llegar con Ashton.
-Si hay algo sospechoso… regresarán rápidamente – miró fijamente hacia Francis.
-Lo haremos – aseguró el guardaespaldas.
El rubio asintió y miró a Ashton.
-Te llamaré en cuanto lleguemos a la oficina. Lo prometo.
Mike estaba anonadado. Aun no podía darle crédito a lo que sus ojos veían. Era impresionante la influencia que Ashton tenía sobre su amigo rubio. Unas simples palabras bastaban para que el rostro preocupado de Luke pasara en segundos a uno relajado y sonriente.
-Es hora de irnos – Mike gruñó cuando se dio cuenta que no le despegaba la mirada al hijo de la sirvienta.

[…]

El transcurso hacia las oficinas de la empresa de la familia Hemmings-Irwin fue bastante silencioso. Francis iba de copiloto con Víctor. Ashton estaba mensajeándose desde el celular con alguien y Mike iba escuchando música con sus audífonos puestos.
A Mike no le impresionó el enorme edificio que estaba frente a él, ya había estado en ese lugar en demasiadas ocasiones.
-¿Aún siguen jugando con químicos? – quiso saber el teñido, bajando del auto.
-Es un laboratorio farmacéutico, ¿Qué esperabas? – Ashton rodó los ojos, entrando en el edificio.
-¡Espera! – Mike corrió hasta estar a su lado – No debes despegarte de mí.
-Tú eres el que no debe estar lejos de mí – el rizado contraatacó, caminando más rápido. El teñido gruñó. Ese sería un largo día.
Mike se sorprendió que la mayoría de los trabajadores (sino es que todos) conocieran a Ashton y que éste recordara sus nombres. Después de caminar por un buen rato, subieron al elevador y se dirigieron hasta el último piso.
-Recuerdo que la última vez que estuve aquí, presioné cada uno de los botones – Mike sonrió, señalando hacia los botones del elevador.
-Ni siquiera lo pienses – Francis gruñó. El teñido rodó los ojos.
-¿Y tú? – giró hacia con el rizado - ¿subiste con la ayuda de sábanas?
-Es algo complicado, lo intenté una vez pero me caí del segundo piso y mi madre me castigó por un mes – soltó.
Mike frunció el ceño, lo miró fijamente tratando de averiguar si le estaba mintiendo o no.
-Es mentira – rodó los ojos, saliendo del elevador. Mike lo asesinó con la mirada. Ashton sacó su celular para marcarle al rubio.
Las próximas tres horas fueron demasiado aburridas para el teñido. El abogado de la familia, el Sr. Mark Hideki, habló la mayor parte del tiempo. Mike estaba por morirse del aburrimiento hasta que escuchó decir al hijo de la sirvienta que haría una pausa para ir a comer.
-¡Ya era hora! – soltó el teñido, levantándose del sofá.
-Comeremos aquí, ya he pedido la comida – anunció Francis.
-Le quitas la diversión a todo – dijeron al unísono Mike y Ashton. Se miraron entre ellos.
-Al menos hay que comer en la terraza o en la sala de descanso que está en planta baja. ¡Necesito el sol! – se quejó el teñido.
-Extrañamente… coincido con él – dejó salir el rizado.
Francis rodó los ojos.
-Iremos a planta baja – consintió el guardaespaldas – Sin trucos, Ashton – advirtió.
-No lo haré – rodó los ojos.

[…]

-¿Qué demonios haces? – reclamó Mike al ver a Ashton sobre una pequeña barda.
-No tengo señal en el celular, necesito hacer una llamada – el rizado caminaba sobre el borde tratando de alcanzar señal.
-La gente está comenzando a verte raro… - confesó.
-De hecho… - el rizado desvió la mirada por unos segundos - ¿Dónde está Francis?
-Le hablaron de recepción y… ¿Qué ocurre?
-La entrada al edificio es del otro lado – soltó.
-Lo sé – Mike alzó una ceja.
-¿Qué tanto ejercicio has hecho?
-¿Qué? – Ashton lo agarró del brazo, mientras bajaba de la pequeña barda.
-¡Corre!
-¿Qué…?
Ashton no dejó que Mike respondiera, corrió aun sujetándolo del brazo.
-¡Qué demonios!
-Debemos llegar al edificio rápido, nos están vigilado.
-¡Pero si Francis…!
-¡No es Francis, idiota!
-¡Espera… espera…! – el rizado no tuvo de otra que esperar porque el teñido se detuvo. Le costaba trabajo respirar.
-Deberías hacer ejercicio de vez en cuando. Uno nunca sabe cuándo debe correr, literalmente, por su vida – confesó el rizado. Mike lo fulminó con la mirada - ¡No me mires así!
-¡AHÍ! – una voz desconocida los señaló.
-¡Debemos correr, aún nos falta para llegar a la entrada!
-Si esto es una maldita broma, te juro que…
Ashton lo agarró de la muñeca y comenzó a correr. La situación era demasiado estúpida o tal vez la arquitectura del edificio. ¿A quién demonios se le ocurre hacer la cafetería en la parte trasera del edificio y la única entrada y salida es por la parte del frente? Ashton comenzaba a extrañar a Francis.
-¡Espera! – Mike no podía correr más…
-¡No jodas, Clifford! ¡Solo has dado 20 pasos! – cuando Ashton giró a verlo, pudo ver que el teñido en verdad se veía mal. No lo pensó demasiado, pudo ver a su izquierda una jardinera demasiado estrecha. Era eso o dejarse atrapar por los extraños que estaban siguiéndolos.
-¡Shhh! – silenció el rizado.
Mike no estaba muy seguro qué demonios había pasado en los últimos segundos. Se vio siendo empujado por Ashton hacia unos matorrales, perdió el equilibrio y terminó en el suelo, con el hijo de la sirvienta sobre él y tapándole la boca.
-¿Quién…? – se quitó la mano del rizado.
-¡Cállate! – Mike frunció el ceño, aún estaba agitado por la reciente corrida. ¿Qué demonios estaba pasando? – Creo que ya los perdimos…
Ashton frunció el ceño al ver que Mike estaba usando un inhalador.
-¿Eres asmático?
-¡Qué observador! – gruñó el teñido. Ashton lo miró fijamente a los ojos - ¿Qué?
-Tienes un ligero toque de color azul en el iris verde de tus ojos, ¿lo sabías?
Mike lo miró como si de pronto le hubiera salido otra cabeza.
-Agh, ya quítate de encima, pesas – gruñó, sintiéndose incómodo.
Salieron lentamente de su escondite.
-Francis se enojará y todo por tu culpa – soltó el ojiverde, sacudiéndose el polvo de la ropa.
-¿Mi culpa?
-¡Corriste como loco!
-¡Nos estaban siguiendo!
-¡Me largo! – gruñó, encaminándose hacia la entrada del edificio.
-¡Espera! – Ashton lo alcanzó, Mike hizo caso omiso - ¡Oye!
-¿Qué? – gruñó.
-Esos sujetos no me estaban siguiendo a mí. Te seguían a ti.
El teñido agrandó los ojos.
-¡No me vas a engañar esta vez! Luke tiene razón, no deberías salir de casa. Aun corres peligro.
-No le vayas a decir lo que ha pasado – advirtió.
-Oblígame.
-Le diré que tú tuviste la culpa – le sonrió de lado – y no miento. Esos sujetos sí iban detrás de ti – entró al edificio – Francis, ¿todo bien?
-Nos vamos a casa – anunció el guardaespaldas.
-Pero… ¡oye! – el mayor hizo caso omiso a los reclamos del rizado, lo llevó en sus hombros como si de un costal de papas se tratara. Mike le sonreía triunfalmente - ¡Tú, maldito idiota!
-Te dije que Francis se enojaría pero no hiciste caso.
Ashton gruñó.





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