Capitulo Diez: Hugo Weasley.

No me olvides…

Capitulo Diez: 

Hugo Weasley.

Lucius, Severus y Lizzy llegaron a san Mungo, seguidos de Harry. Los niños estaban desconcertados por el modo de cómo fueron evacuados del colegio.

—¡Papi! — Lizzy corrió hasta donde estaba el muchacho ojiazul.

—¿Estás bien? — preguntó el castaño examinando con la mirada a su hija.

—Sí.

—Nott — llamó Harry — Es mejor que Lucius y los niños vayan a la mansión Malfoy. He autorizado reforzar los hechizos de protección y mandaré un par de aurores de guardias.

—De acuerdo.

—Es mejor que todos permanezcan juntos, al final del día los mandaré a un lugar mucho más seguro, donde solo nosotros conozcamos la ubicación.

El ex Slytherin frunció el ceño, ¿era su imaginación o con ello Potter le daba a entender que no confiaba en su propio equipo?

Lucius y los pequeños se fueron a la mansión Malfoy siendo custodiados por Terry y Marcus.

—¿Cuánto falta  para poder aplicar el hechizo en Draco?

—Dos días más. Hoy aplico la última dosis de la poción revitalizadora.

—¡Perfecto!

*****

Hermione observó a su hijo menor, el pequeño pelirrojo se le veía pálido. Frunció el ceño.

—¿Cómo te sientes? — le preguntó. Hugo se acurrucó más en la cama.

—Tengo sueño — murmuró.

—Descansa un poco — le recomendó.

La castaña salió de la habitación con el ceño aún fruncido, era extraño que su hijo enfermara, su pequeño era sano y fuerte. En contadas ocasiones resfriaba, pero solo eso. Hermione atribuyó que el estado de ánimo de Hugo se debía al “susto” que se había llevado ese día a la hora de la salida. No solía haber mucho movimiento en el colegio y en esa ocasión hubo aurores en todas partes.

—¿Irás con Harry? — interrogó Ron.

—No, me quedaré a cuidar de los niños, en especial a Hugo, creo que está resfriándose.

El pelirrojo asintió.

—Será lo mejor, además con el operativo de esta mañana debe estar muy ocupado.

*****

Grimmauld Place, tiempo atrás fue un refugio para Harry y compañía. Después de la guerra, el ojiverde se encargó personalmente de hacer el lugar más habitable para ser usado nuevamente en caso de emergencia.

Los Malfoys y los Nott se instalaron esa misma noche, tal como lo había decidido Harry. El ojiverde aprovechó para pasar por la biblioteca del lugar y repasar el hechizo que aplicaría en Draco. El libro estaba sobre el escritorio, era grande y grueso. El paso de los años había desgastado las hojas dándoles un aroma a rancio. Se sentó, centrándose en la lectura que le ofrecía el viejo libro.

El hechizo que utilizaría en Draco era muy antiguo, Harry se sentía afortunado por haber leído el libro tiempo atrás mientras ayudaba al rubio en una investigación. El ojiverde suspiró largamente. 

—Hechizo: Busca Recuerdos — leyó — Modo de uso: Personas en estado de coma, con amnesia y personas con enfermedades mentales.

Harry se centró en la nota que venía al pie de la página.  

—El hechizo puede no funcionar en todas las personas.

El ojiverde esperaba que en Draco sí funcionara, ese hechizo era su única esperanza. Suspiró por segunda ocasión  y se dirigió al apartado de Hechizo Busca Recuerdos en personas en estado de coma.

—Antes de llevar  a cabo el hechizo, a la persona se le debe aplicar una serie de hechizos y pociones para poder preparar la mente.

Harry se había encargado de aplicarle los hechizos a Draco, mientras Theodore las pociones. Todo el procedimiento duraba dos meses y solo podía explorar tres recuerdos. Una vez visitado los recuerdos, debían dejar descansar al paciente un mes y nuevamente repetir el proceso, hasta encontrar el recuerdo correcto.

—En cada determinado tiempo (un lapso de doce horas aproximadamente, para mayor información vaya a la página 358) se le debe aplicar el hechizo Enervevate con el fin de mantener actividad cerebral.

Harry se masajeó el puente de la nariz antes de seguir leyendo. Una hora después terminó de leer todo el procedimiento.

—No me daré por vencido, Draco — murmuró, mirando fijamente por la ventana — Prometo no descansar hasta despertarte.

—¿Harry? — el aludido dio un respingo al escuchar su nombre. El pequeño ojiverde se talló sus ojitos.

—¡Severus! Deberías estar dormido con tu abuelo — el mayor se encaminó hasta estar frente al pequeño.

—¿Esta es tu casa? ¿Aquí vives? — Severus recorrió el lugar con su mirada. Harry lo llevó hasta el sofá.

—No, pero aquí estarán a salvo de esos hombres malos.

—¿Y mi papi, Harry? — el pequeño lo miró directamente a los ojos.

—Él está a salvo. Te prometo cuidarlo, nada malo le pasará.

Severus le sonrió.

—Gracias, Harry — le dio un pequeño abrazo — Mi papi dice que tú siempre cumples con tus promesas.

El ojiverde no supo qué responderle, ¿Draco se refería a las promesas después del juicio? ¿A esas donde le aseguraba que nunca tendría a Scorpius a su lado?

—¿Mi papi y tú fueron amigos? — la cuestión fue acompañada de un bostezo.

—¿Cómo sabes mi nombre? — esquivó hábilmente la pregunta.

—Mi papi tiene una foto tuya — explicó, tallándose nuevamente los ojos. Harry se percató que el pequeño se quedaría dormido en cualquier momento — Cuando le pregunté quién era, me dijo que te llamabas Harry Potter y que fueron muy buenos amigos en Hogwarts.

El ojiverde se quedó en silencio. Si lo que Severus le decía era cierto, entonces Draco no le había contado sobre Scorpius. Cuando Harry se disponía a preguntarle algo más vio a Severus profundamente dormido en su regazo. Al ojiverde le invadió una sensación extraña en su pecho, con la yema de sus dedos rozó la mejilla de Severus.

******

Ron y Hermione entraron corriendo a San Mungo, el primero llevaba a Hugo en brazos. El pequeño había presentado un ataque de tos y después se había desmayado. Hermione sabía que eso no era normal, no cuando días antes de eso, el pequeño pelirrojo había presentado una serie de síntomas aislados y que ahora les encontraba relación.

Mientras Hugo era atendido por Augustus Pye, Hermione y Ron se encontraban en la sala de espera. La castaña no podía con la incertidumbre, cuando se encaminó hacia la habitación donde estaban atendiendo a su hijo un pequeñito tropezó con ella.

—Lo siento — se disculpó.

—¡Severus! — Harry llegó hasta con ellos.

Hermione palideció al instante.

—¿Estás bien? — el ojiverde lo observó de arriba hacia abajo, el pequeño asintió — No vuelvas a correr, prometí llevarte con tu papá y así lo haré, ¿de acuerdo?

—De acuerdo, Harry — Severus le sonrió.

—¿Hermione? — el ex Gryffindor se dio cuenta de la presencia de su amiga — ¿Te encuentras bien?

—Están juntos… — susurró.

—¿Cómo dices?

—Hermione se siente mal — intervino el esposo — Hugo está enfermo y aún no tenemos noticias.

—Seguramente estará bien, no te preocupes, Hermione — tranquilizó el ojiverde.

La castaña no despegaba la mirada del pequeño Severus, quien se incomodó en demasía. Se refugió tras las piernas de Harry.

—Él es Severus, es el hijo de Draco — lo presentó — Severus, ellos son mis amigos, Hermione y Ron.

—Hola… — saludó tímidamente.

Ron hizo un movimiento de mano y Hermione comenzó a llorar.

—¿Harry? — Severus se abrazó del ojiverde, temiendo ser el culpable del llanto de la muchacha.

—Lo siento — Ron se disculpó alejando a Hermione de ambos.

—Todo estará bien — el ojiverde insistió, pensando que el motivo del llanto de su amiga se debía a la salud de su hijo — Vamos, Severus, te llevaré con tu papá.

Hermione no despegó la mirada del pequeño Severus y de Harry hasta que ya no estuvieron a la vista.

—Están juntos… — susurró nuevamente.

******

Lucius aprovechó ir a la mansión Malfoy por unas cosas mientras Severus visitaba a su padre. Cuando estaba por regresar a Grimmauld Place una lechuza pasó cerca de él dejándole una carta.

Severus es mi hijo, lucharé por su custodia.

Blaise Zabini. 

Lucius frunció el ceño al ver que la carta contenía un documento más, todo apuntaba a que se trataba de un estudio de ADN, el cual claramente decía que los padres de Severus Malfoy eran Draco Malfoy y Blaise Zabini.

*****

El semblante de Augustus Pye hablaba por sí solo. Ron y Hermione sabían que lo sea que les fuera a decir no eran buenas noticias.

—¿Qué es lo que tiene nuestro hijo, doctor? — el pelirrojo no soportó la incertidumbre.

—Les seré franco. Su hijo no está bien, de acuerdo a los estudios realizados y a los síntomas presentados nos lleva a una sola conclusión.

Hermione apretó su mano contra la su esposo.

—Gripa Muggle.

—¡¿Qué?! No es posible, Hugo no ha estado en el mundo muggle — gritó, histérica, Hermione.

—Desgraciadamente, aún no sabemos cómo se contagia este virus, solo podemos especular.

—He leído algunos informes y estudios, se dice que la gripa muggle se propaga con el contacto humano. Le puedo asegurar que Hugo solo ha tenido contacto con la familia y ninguno está o ha estado enfermo de la gripa muggle — explicó Hermione.

—Seguramente alguien tiene el virus activo y ese, aunque no esté enfermo, puede contagiar a alguien más — razonó el medimago.

—Pero…

—No importa el cómo, sino el qué — acortó el mayor — Su hijo está enfermo de la Gripa Muggle, ¿saben lo que eso significa?

—No hay cura — sollozó Hermione — ¡No hay cura!

—No, no, no, no. ¡Mi hijo no se va a morir! — gritó el pelirrojo, quien se había mantenido en shock desde hacía un buen rato.

Augustus Pye observó la impotencia y la desesperación de ambos padres con un especial interés.

*****

Theodore revisaba los signos vitales de Draco, al parecer todo estaba listo para que se realizara el hechizo.

—¿Seguro que quieres hacerlo? — interrogó hacia el ojiverde.

Harry suspiró largamente.

—Completamente.

El ojiverde concentró toda su energía mágica en su varita. Cerró los ojos, centrándose solo en Draco. Lentamente los sonidos externos comenzaron a aislarse, sumiendo a Harry en un enorme silencio. Abrió los ojos y apuntando hacia Draco pronunció el hechizo.

—¡Recuerdos!

Harry se sintió arrastrarse a una velocidad inverosímil a través de un túnel oscuro, era como viajar en un pensadero. La velocidad disminuyó y todo alrededor suyo era borroso. Flotó entre imágenes incongruentes que poco a poco tomaron figura y color. Sus pies tocaron tierra firme, se encaminó hasta llegar al recuerdo, que aunque no era el que necesitaba, lo conocía muy bien…

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