BORRADOR
Capítulo 1. LOUIS
No es el típico estudiante
popular, pero sí el más conocido. No es el más codiciado, pero sí el más
anhelado por las chicas y uno que otro chico. No es el más inteligente, pero
participa en decatlones y concursos donde obtiene puntos en su curriculum
escolar. No es mujeriego, pero coquetea con cuanta chica (y uno que otro chico)
que se le cruza por el camino. Es leal, pero no fiel. Y lo más importante, no está
ENAMORADO de Harry Styles, el chico que tiene como vecino de piso.
Ese es Louis.
El que en este momento está
en la cafetería, desayunando o almorzando o chachareando o lo que sea que le
llame a la bandeja que solo contiene una manzana y un mini pack de jugo.
-¿Por qué estas molesto el
día de hoy?
Ese es Liam, el que
pregunta, su amigo desde el preescolar.
-No estoy molesto – gruñe
en respuesta, dando un sorbo a su jugo.
-¿Y por qué miras a Eleanor
con instintos asesinos? – le sonríe de lado, triunfante.
-Idiota – vuelve a gruñir,
desviando su mirada hacia otro lado. A la esquina de la cafetería para ser
exactos.
-¿Volvieron a discutir? –
insistió.
-No.
-De acuerdo, hoy no
quieres hablar – se dio por vencido - ¿Dónde está Zayn?
-¿Acaso ves en mi rostro
interés en saber en dónde está Zayn?
-Definitivamente hoy no estás
de humor, si sigues así te quedaras sin amigos.
-Perfecto, así no tendré
que escuchar preguntas estúpidas – ladró, mordiendo su manzana.
-Me largo – Liam se
marchó, no sin antes fulminar con la mirada a su amigo.
[…]
Louis no se soporta ni a
él mismo. En serio. Está desesperado, no sabe el motivo, en realidad si lo sabe
y eso lo frustra en demasía. Y cuando se frustra es muy, demasiado, borde con
todo el mundo. No le importa dañar a la gente en el proceso, aunque eso
signifique que varias horas después la culpa lo carcoma y lo frustre el doble.
Y bueno, eso lo envuelve en un círculo vicioso. Pero la culpa la tenía él.
Se tumbó en su cama,
bocabajo, acosando al maldito reloj, esperando ansiosamente a que fueran las
9pm.
-Tenemos que hablar,
Louis.
Esa era Eleanor. Su amiga
o novia o amiga/novia o como sea que él la llamara dependiendo la situación y
su estado de ánimo.
-Largo – por el momento la
consideraba su enemiga.
-Tenemos que terminar – no
le importó la orden, fue directo a su cama, se sentó a su lado.
-¿Qué? – Louis la miró de
reojo.
-Me cansé de ser tu
tapadera – frunció el ceño – me gusta otro chico y al parecer yo también, pero
no podemos ser nada porque se supone que somos novios.
-No lo somos.
-Y yo que creía que sí lo éramos,
entonces he estado alucinando. Sobre todo cuando a mitad del baile escolar del
año pasado, cuando fuimos nombrados, rey y reina del baile, me besaste frente a
todos y me pediste ser tu novia.
-Di que negaste serlo, fin
del asunto – rodó los ojos.
-Hoy no estás de humor,
hablaremos después.
-Genial – gruñó.
-Tu mal humor… - se
levanta de la cama y se dirige hacia la puerta – no tiene que ver con que Niall
y Harry hayan salido en una cita, ¿cierto? – le sonríe.
Louis se levanta con una
expresión de asesino en serie en su rostro.
-¡LARGO! – le arroja una
almohada. Eleanor la esquiva hábilmente. Le saca la lengua antes de salir.
Capítulo 2. Harry.
Sus rizos son muy
conocidos, al igual que sus característicos hoyuelos que se forman en sus
mejillas cuando sonríe ampliamente. Su gentileza, caballerosidad e ingenuidad
son unas cuantas características que lo conforman. Así es Harry. Algunas chicas
(y uno que otro chico) se aprovechan de eso para sacar ventaja. Y Harry, siendo
él, no puede negarse.
Como ese día.
Harry trabaja de medio
tiempo en una cafetería para poder solventar los gastos de sus estudios. Tiene
una beca, pero no es suficiente. Tiene que ganar dinero extra para pagar los
gastos que la beca no puede cubrir.
El muchacho en verdad se
esmera por hacer bien su trabajo, no quiere queja alguna y así puedan
prescindir de sus servicios. Como había ocurrido en su último trabajo.
-Harry… necesito que dobles
turno – ese era su jefe, quien estaba al tanto de lo necesitado que estaba el
muchacho del trabajo.
-De acuerdo – aceptó
mientras llevaba un par de charolas hacia la cocina.
Resopló, preocupado.
Si doblaba turno, eso
significaba que saldría a las 10 de la noche, las puertas del instituto las
cerraban a las 10:30. Lamentablemente su trabajo quedaba un poco retirado.
Tendría que tomar taxi sino quería dormir, nuevamente, en el estacionamiento
del campus. Y el dinero pagado por el taxi sería un total desperdicio. Lo que
le llevaba a otra preocupación más: dinero. Tendría que esforzarse para tener
muy buenas propinas y así poder pagar el taxi.
-¡Harry, hay otro cliente!
El muchacho salió
rápidamente, al dirigirse hacia las mesas reconoció a su amigo Niall.
-Hola, Harry – le sonrió.
El ojiverde abrió los ojos
espantado, se le había olvidado que había quedado con el rubio.
-Lo siento…
-¿Qué cosa? – Niall
frunció el ceño.
-No podré ir… lo siento…
-¿Doblarás turno? –
indagó.
Harry asintió levemente.
-Te lo compensaré, lo
prometo.
-No es necesario.
-Lo es. Quedamos en ir…
-A la biblioteca para
hacer una tarea – completó el rubio – podemos hacerlo mañana, el trabajo es
para la próxima semana – se encogió de hombros.
Harry se mordió el labio
inferior.
-Hey… está bien – Niall le
sonrió – no pasa nada.
-¡Harry! ¡Hay más
clientes! – ordenó su jefe, señalando a una pareja que recién llegaba.
-Tengo que… emh… volver….
-Ve… - le sonrió. Luego
fulminó con la mirada al jefe de su amigo.
[…]
Harry había limpiado la última
mesa justo cuando su jefe comenzó a repartir la propina con los otros dos
meseros.
-Aquí están tus doscientos
pesos – le dijo al muchacho que recién había comenzado a trabajar ese día.
Harry estaba seguro que ese sería su próximo reemplazo – Harry…
El muchacho se apresuró,
con suerte alcanzaría algo de propina y…
-Te tocan doscientos
pesos, pero considerando que descompusiste la máquina de los helados… utilizaré
este dinero para mandarla arreglar.
Harry abrió y cerró la
boca varias veces sin poder articular palabra alguna.
-Con esta propina y una
semana más doblando turno podrás cubrir lo que me cobren por la compostura de
esa máquina. Y sino tiene arreglo, tendré que comprar una nueva lo que
significa que… trabajaras sin sueldo.
Lo cual ya era ridículo,
porque Harry tenía una semana trabajando sin sueldo.
-Sí, señor.
-Puedes irte.
Afuera hacia demasiado
frio. Harry se abrazó así mismo para calentarse un poco. Sacó su mandil para
contar las monedas que había ganado ese día (y que gracias a una fuerza misteriosa,
esas monedas nadie se las podía quitar, ni siquiera su jefe) y pudo darse
cuenta que no le alcanzaba ni para llegar a dos cuadras en el taxi.
De pronto se sintió
diminuto. Insignificante.
El sonido de un claxon
sonó tras de él. Era un taxi.
-Oye… ¿necesitas un
aventón?
Harry reconoció al
muchacho que estaba dentro del taxi, era su futuro reemplazo.
Capítulo 3. Niall.
Niall, era Niall. Un
muchacho rubio y de grandes ojos azules. Siempre sonriente y de buen ánimo. Mejor
amigo de Harry y un gran misterio para el resto del alumnado.
-Harry, ¿te has enterado?
Estaban en la cafetería,
desayunando. Bueno, solo Niall. Harry estaba haciendo su tarea.
-No.
-Las habitaciones de la
sección B fue invadida por termitas, reubicarán a los alumnos a la sección A.
-Ajá – respondió mientras
leía su ensayo de Economía.
-¿No tienes idea de lo que
significa, verdad?
-¿No? – respondió, ya que
estaba seguro que su amigo le había preguntado algo y no estaba seguro cuál era
la respuesta que esperaba.
-Tendremos compañeros de
habitación.
-¿Qué? – el rizado estaba
seguro que algo no terminaba de procesar en su mente.
-Eso, que nos darán un
compañero de habitación. Se me terminó la salsa, ¿quieres salsa? – Preguntó por
cortesía, porque, nuevamente, él era el único que estaba desayunando – Iré por
más.
Niall se levantó justo en
el momento en que Louis caminaba, casualmente por ese lado, empujándolo
levemente. Horan cayó en el suelo.
-Lo siento amigo, no te vi
– le sonrió falsamente, extendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse.
El rubio, ingenuamente,
creyó en sus palabras.
-Gracias.
Louis, por su lado, sonrió
de lado cuando ya estaba lejos del rubio. Llegó a su destino, sentándose a un
lado de Eleanor. Sintió la mirada penetrante de la muchacha.
-¿Qué?
-Nada. Veo que el empujar
a Horan al suelo te ha hecho sentir mejor – le sonrió descaradamente.
-“Sentirme mejor” es poco
decir – le devolvió la sonrisa, desviando su mirada una milésima de segundo
hacia Harry, quien seguía concentrado en su ensayo de Economía.
[…]
Habitación de Harry. Niall
está sentado sobre una silla giratoria.
-¿Hoy volverás a doblar
turno?
-Supongo – el rizado se
estaba arreglando para irse a su trabajo.
-Harry, deberías demandar
a tu jefe. Es un maldito estafador – se quejó el rubio.
-No lo es. Descompuse esa endemoniada máquina – confesó el
ojiverde – Los electrodomésticos y yo no nos llevamos muy bien… o al menos con
los de mi trabajo – frunció el ceño.
-Se supone que trabajas
para ganar dinero y así pagar cosas de tus estudios, no para pagar composturas
de máquinas comploteras.
-Ese término no existe, Niall
– sonrió.
-Pero se entendió mi punto
– el rubio comenzó a dar vueltas sobre la silla.
-Como sea… creo que no
duraré mucho – confesó.
-¿Renunciarás? – baja su
pie para dejar de dar vueltas.
-No me darán la renuncia
hasta que termine de pagar. Supongo que cuando cubra el gasto me despedirán.
-No lo creo.
-Ayer entró mi reemplazo –
sube el cierre de sus botas.
-¿Qué? – Frunce el ceño –
No lo sé, Harry. Tal vez, necesitaba otro mesero más.
-Estoy trabajando gratis, Niall
– rechinó los dientes – el jefe puede contratar a alguien más y pagarle con lo
que sería mi sueldo.
-Oh. Lo siento.
Harry se encogió de
hombros.
-Es hora de irme.
-Suerte. ¿Quieres que vaya
por ti? Puedo usar mi bici. Como antes.
-Seguro – Harry sonrió.
Aun recordaba la última vez. Se las habían ingeniado para llegar justo cuando
el portero estaba cerrando la puerta de entrada.
[…]
Niall nunca apareció.
Harry se preocupó. Gracias a una fuerza misteriosa, ese día le fue muy bien en
las propinas y pudo pagarse un taxi decente. Llegó con tiempo de antelación al
campus.
Recorría los pasillos que
lo conducían directo a la sección A, cuando sintió la presencia de alguien tras
de él.
-Llegas tarde.
Era Louis.
Capítulo
4. El reemplazo.
Harry recorría los
pasillos que lo conducían directo a la sección A, cuando sintió la presencia de
alguien tras de él.
-Llegas tarde.
Era Louis.
-Doblé turno – se encogió
de hombros.
-Lo llevas haciendo toda
la semana – frunció el ceño - ¿necesitas dinero?
-No – siguió avanzando, no
tenía fuerzas para dar explicaciones a un chico raro.
Oh, porque eso era Louis
para Harry, un muchacho raro que solía colarse de vez en cuando en su
habitación durante las noches. A veces para “conversar” (aunque Louis era el
único que hablaba), a veces solo por compañía. Y a veces porque sí.
-¿Entonces? – insistió,
caminando a su lado.
-Las maquinas me odian –
se encogió de hombros.
-Bien, si no me lo quieres
decir, no lo hagas – reprochó – Supongo que Horan tiene todos los detalles.
A grandes zancadas Louis
se adelantó.
Harry frunció el ceño. Se
encogió de hombros anexando la actitud extraña de Louis en la sección especial
del concepto que tenia del muchacho.
Harry llegó a su
habitación, justo antes de entrar Niall lo esperaba.
-Lo siento – se disculpó
con ojos tristes.
-¿Todo bien? – Harry se
preocupó.
-Alguien le ha ponchado
las llantas a mi bici.
-Deberías poner tu queja –
propuso.
-Sí, claro, como si en la
universidad lo más importante es encontrar al “malvado poncha llantas de
bicicletas”.
-Yo solo decía… - bajó la
mirada.
-Discúlpame, no quise
descargarme contigo – lo tocó del hombro suavemente – he conocido a mi nuevo
roomate y… digamos que no congeniamos mucho en las presentaciones.
Entonces Harry cayó en
cuenta que él también debería tener compañero.
-El tuyo llegó cinco
minutos después que te fuiste a trabajar – le comunicó, Harry asintió.
-Suerte – Niall se
despidió.
-Gracias.
Entró a su habitación. Se
quedó de piedra al reconocer a su nuevo compañero.
-Hola, Harry.
En serio, el karma
existía. O tal vez era una especia de maldición.
-Otra cosa más en común,
¿genial, cierto?
O una dulce ironía de la
vida.
-¿El jefe te ha hecho
doblar turno?
Una macabra venganza de
algún espirito chocarrero.
-¿Estas bien?
Frente a él estaba su
reemplazo del trabajo.
-Si…
No estuvo seguro de haber
respondido.
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