martes, 5 de febrero de 2019

BR Sonrisas a la media noche

BORRADOR



Capítulo 1. LOUIS


No es el típico estudiante popular, pero sí el más conocido. No es el más codiciado, pero sí el más anhelado por las chicas y uno que otro chico. No es el más inteligente, pero participa en decatlones y concursos donde obtiene puntos en su curriculum escolar. No es mujeriego, pero coquetea con cuanta chica (y uno que otro chico) que se le cruza por el camino. Es leal, pero no fiel. Y lo más importante, no está ENAMORADO de Harry Styles, el chico que tiene como vecino de piso.
Ese es Louis.
El que en este momento está en la cafetería, desayunando o almorzando o chachareando o lo que sea que le llame a la bandeja que solo contiene una manzana y un mini pack de jugo.
-¿Por qué estas molesto el día de hoy?
Ese es Liam, el que pregunta, su amigo desde el preescolar.
-No estoy molesto – gruñe en respuesta, dando un sorbo a su jugo.
-¿Y por qué miras a Eleanor con instintos asesinos? – le sonríe de lado, triunfante.
-Idiota – vuelve a gruñir, desviando su mirada hacia otro lado. A la esquina de la cafetería para ser exactos.
-¿Volvieron a discutir? – insistió.
-No.
-De acuerdo, hoy no quieres hablar – se dio por vencido - ¿Dónde está Zayn?
-¿Acaso ves en mi rostro interés en saber en dónde está Zayn?
-Definitivamente hoy no estás de humor, si sigues así te quedaras sin amigos.
-Perfecto, así no tendré que escuchar preguntas estúpidas – ladró, mordiendo su manzana.
-Me largo – Liam se marchó, no sin antes fulminar con la mirada a su amigo.

[…]

Louis no se soporta ni a él mismo. En serio. Está desesperado, no sabe el motivo, en realidad si lo sabe y eso lo frustra en demasía. Y cuando se frustra es muy, demasiado, borde con todo el mundo. No le importa dañar a la gente en el proceso, aunque eso signifique que varias horas después la culpa lo carcoma y lo frustre el doble. Y bueno, eso lo envuelve en un círculo vicioso. Pero la culpa la tenía él.
Se tumbó en su cama, bocabajo, acosando al maldito reloj, esperando ansiosamente a que fueran las 9pm.
-Tenemos que hablar, Louis.
Esa era Eleanor. Su amiga o novia o amiga/novia o como sea que él la llamara dependiendo la situación y su estado de ánimo.
-Largo – por el momento la consideraba su enemiga.
-Tenemos que terminar – no le importó la orden, fue directo a su cama, se sentó a su lado.
-¿Qué? – Louis la miró de reojo.
-Me cansé de ser tu tapadera – frunció el ceño – me gusta otro chico y al parecer yo también, pero no podemos ser nada porque se supone que somos novios.
-No lo somos.
-Y yo que creía que sí lo éramos, entonces he estado alucinando. Sobre todo cuando a mitad del baile escolar del año pasado, cuando fuimos nombrados, rey y reina del baile, me besaste frente a todos y me pediste ser tu novia.
-Di que negaste serlo, fin del asunto – rodó los ojos.
-Hoy no estás de humor, hablaremos después.
-Genial – gruñó.
-Tu mal humor… - se levanta de la cama y se dirige hacia la puerta – no tiene que ver con que Niall y Harry hayan salido en una cita, ¿cierto? – le sonríe.
Louis se levanta con una expresión de asesino en serie en su rostro.
-¡LARGO! – le arroja una almohada. Eleanor la esquiva hábilmente. Le saca la lengua antes de salir. 

Capítulo 2. Harry.


Sus rizos son muy conocidos, al igual que sus característicos hoyuelos que se forman en sus mejillas cuando sonríe ampliamente. Su gentileza, caballerosidad e ingenuidad son unas cuantas características que lo conforman. Así es Harry. Algunas chicas (y uno que otro chico) se aprovechan de eso para sacar ventaja. Y Harry, siendo él, no puede negarse.
Como ese día.
Harry trabaja de medio tiempo en una cafetería para poder solventar los gastos de sus estudios. Tiene una beca, pero no es suficiente. Tiene que ganar dinero extra para pagar los gastos que la beca no puede cubrir.
El muchacho en verdad se esmera por hacer bien su trabajo, no quiere queja alguna y así puedan prescindir de sus servicios. Como había ocurrido en su último trabajo.
-Harry… necesito que dobles turno – ese era su jefe, quien estaba al tanto de lo necesitado que estaba el muchacho del trabajo.
-De acuerdo – aceptó mientras llevaba un par de charolas hacia la cocina.
Resopló, preocupado.
Si doblaba turno, eso significaba que saldría a las 10 de la noche, las puertas del instituto las cerraban a las 10:30. Lamentablemente su trabajo quedaba un poco retirado. Tendría que tomar taxi sino quería dormir, nuevamente, en el estacionamiento del campus. Y el dinero pagado por el taxi sería un total desperdicio. Lo que le llevaba a otra preocupación más: dinero. Tendría que esforzarse para tener muy buenas propinas y así poder pagar el taxi.
-¡Harry, hay otro cliente!
El muchacho salió rápidamente, al dirigirse hacia las mesas reconoció a su amigo Niall.
-Hola, Harry – le sonrió.
El ojiverde abrió los ojos espantado, se le había olvidado que había quedado con el rubio.
-Lo siento…
-¿Qué cosa? – Niall frunció el ceño.
-No podré ir… lo siento…
-¿Doblarás turno? – indagó.
Harry asintió levemente.
-Te lo compensaré, lo prometo.
-No es necesario.
-Lo es. Quedamos en ir…
-A la biblioteca para hacer una tarea – completó el rubio – podemos hacerlo mañana, el trabajo es para la próxima semana – se encogió de hombros.
Harry se mordió el labio inferior.
-Hey… está bien – Niall le sonrió – no pasa nada.
-¡Harry! ¡Hay más clientes! – ordenó su jefe, señalando a una pareja que recién llegaba.
-Tengo que… emh… volver….
-Ve… - le sonrió. Luego fulminó con la mirada al jefe de su amigo.

[…]

Harry había limpiado la última mesa justo cuando su jefe comenzó a repartir la propina con los otros dos meseros.
-Aquí están tus doscientos pesos – le dijo al muchacho que recién había comenzado a trabajar ese día. Harry estaba seguro que ese sería su próximo reemplazo – Harry…
El muchacho se apresuró, con suerte alcanzaría algo de propina y…
-Te tocan doscientos pesos, pero considerando que descompusiste la máquina de los helados… utilizaré este dinero para mandarla arreglar.
Harry abrió y cerró la boca varias veces sin poder articular palabra alguna.
-Con esta propina y una semana más doblando turno podrás cubrir lo que me cobren por la compostura de esa máquina. Y sino tiene arreglo, tendré que comprar una nueva lo que significa que… trabajaras sin sueldo.
Lo cual ya era ridículo, porque Harry tenía una semana trabajando sin sueldo.
-Sí, señor.
-Puedes irte.
Afuera hacia demasiado frio. Harry se abrazó así mismo para calentarse un poco. Sacó su mandil para contar las monedas que había ganado ese día (y que gracias a una fuerza misteriosa, esas monedas nadie se las podía quitar, ni siquiera su jefe) y pudo darse cuenta que no le alcanzaba ni para llegar a dos cuadras en el taxi.
De pronto se sintió diminuto. Insignificante.
El sonido de un claxon sonó tras de él. Era un taxi.
-Oye… ¿necesitas un aventón?
Harry reconoció al muchacho que estaba dentro del taxi, era su futuro reemplazo.

Capítulo 3. Niall.


Niall, era Niall. Un muchacho rubio y de grandes ojos azules. Siempre sonriente y de buen ánimo. Mejor amigo de Harry y un gran misterio para el resto del alumnado.
 -Harry, ¿te has enterado?
Estaban en la cafetería, desayunando. Bueno, solo Niall. Harry estaba haciendo su tarea.
-No.
-Las habitaciones de la sección B fue invadida por termitas, reubicarán a los alumnos a la sección A.
-Ajá – respondió mientras leía su ensayo de Economía.
-¿No tienes idea de lo que significa, verdad?
-¿No? – respondió, ya que estaba seguro que su amigo le había preguntado algo y no estaba seguro cuál era la respuesta que esperaba.
-Tendremos compañeros de habitación.
-¿Qué? – el rizado estaba seguro que algo no terminaba de procesar en su mente.
-Eso, que nos darán un compañero de habitación. Se me terminó la salsa, ¿quieres salsa? – Preguntó por cortesía, porque, nuevamente, él era el único que estaba desayunando – Iré por más.
Niall se levantó justo en el momento en que Louis caminaba, casualmente por ese lado, empujándolo levemente. Horan cayó en el suelo.
-Lo siento amigo, no te vi – le sonrió falsamente, extendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse.
El rubio, ingenuamente, creyó en sus palabras.
-Gracias.
Louis, por su lado, sonrió de lado cuando ya estaba lejos del rubio. Llegó a su destino, sentándose a un lado de Eleanor. Sintió la mirada penetrante de la muchacha.
-¿Qué?
-Nada. Veo que el empujar a Horan al suelo te ha hecho sentir mejor – le sonrió descaradamente.
-“Sentirme mejor” es poco decir – le devolvió la sonrisa, desviando su mirada una milésima de segundo hacia Harry, quien seguía concentrado en su ensayo de Economía.

[…]

Habitación de Harry. Niall está sentado sobre una silla giratoria.
-¿Hoy volverás a doblar turno?
-Supongo – el rizado se estaba arreglando para irse a su trabajo.
-Harry, deberías demandar a tu jefe. Es un maldito estafador – se quejó el rubio.
-No lo es. Descompuse esa endemoniada máquina – confesó el ojiverde – Los electrodomésticos y yo no nos llevamos muy bien… o al menos con los de mi trabajo – frunció el ceño.
-Se supone que trabajas para ganar dinero y así pagar cosas de tus estudios, no para pagar composturas de máquinas comploteras.
-Ese término no existe, Niall – sonrió.
-Pero se entendió mi punto – el rubio comenzó a dar vueltas sobre la silla.
-Como sea… creo que no duraré mucho – confesó.
-¿Renunciarás? – baja su pie para dejar de dar vueltas.
-No me darán la renuncia hasta que termine de pagar. Supongo que cuando cubra el gasto me despedirán.
-No lo creo.
-Ayer entró mi reemplazo – sube el cierre de sus botas.
-¿Qué? – Frunce el ceño – No lo sé, Harry. Tal vez, necesitaba otro mesero más.
-Estoy trabajando gratis, Niall – rechinó los dientes – el jefe puede contratar a alguien más y pagarle con lo que sería mi sueldo.
-Oh. Lo siento.
Harry se encogió de hombros.
-Es hora de irme.
-Suerte. ¿Quieres que vaya por ti? Puedo usar mi bici. Como antes.
-Seguro – Harry sonrió. Aun recordaba la última vez. Se las habían ingeniado para llegar justo cuando el portero estaba cerrando la puerta de entrada.

[…]

Niall nunca apareció. Harry se preocupó. Gracias a una fuerza misteriosa, ese día le fue muy bien en las propinas y pudo pagarse un taxi decente. Llegó con tiempo de antelación al campus.
Recorría los pasillos que lo conducían directo a la sección A, cuando sintió la presencia de alguien tras de él.
-Llegas tarde.
Era Louis.

Capítulo 4. El reemplazo.

Harry recorría los pasillos que lo conducían directo a la sección A, cuando sintió la presencia de alguien tras de él.
-Llegas tarde.
Era Louis.
-Doblé turno – se encogió de hombros.
-Lo llevas haciendo toda la semana – frunció el ceño - ¿necesitas dinero?
-No – siguió avanzando, no tenía fuerzas para dar explicaciones a un chico raro.
Oh, porque eso era Louis para Harry, un muchacho raro que solía colarse de vez en cuando en su habitación durante las noches. A veces para “conversar” (aunque Louis era el único que hablaba), a veces solo por compañía. Y a veces porque sí.
-¿Entonces? – insistió, caminando a su lado.
-Las maquinas me odian – se encogió de hombros.
-Bien, si no me lo quieres decir, no lo hagas – reprochó – Supongo que Horan tiene todos los detalles.
A grandes zancadas Louis se adelantó.
Harry frunció el ceño. Se encogió de hombros anexando la actitud extraña de Louis en la sección especial del concepto que tenia del muchacho.
Harry llegó a su habitación, justo antes de entrar Niall lo esperaba.
-Lo siento – se disculpó con ojos tristes.
-¿Todo bien? – Harry se preocupó.
-Alguien le ha ponchado las llantas a mi bici.
-Deberías poner tu queja – propuso.
-Sí, claro, como si en la universidad lo más importante es encontrar al “malvado poncha llantas de bicicletas”.
-Yo solo decía… - bajó la mirada.
-Discúlpame, no quise descargarme contigo – lo tocó del hombro suavemente – he conocido a mi nuevo roomate y… digamos que no congeniamos mucho en las presentaciones.
Entonces Harry cayó en cuenta que él también debería tener compañero.
-El tuyo llegó cinco minutos después que te fuiste a trabajar – le comunicó, Harry asintió.
-Suerte – Niall se despidió.
-Gracias.
Entró a su habitación. Se quedó de piedra al reconocer a su nuevo compañero.
-Hola, Harry.
En serio, el karma existía. O tal vez era una especia de maldición.
-Otra cosa más en común, ¿genial, cierto?
O una dulce ironía de la vida.
-¿El jefe te ha hecho doblar turno?
Una macabra venganza de algún espirito chocarrero.
-¿Estas bien?
Frente a él estaba su reemplazo del trabajo.
-Si…

No estuvo seguro de haber respondido.

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Saludos!



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