domingo, 27 de marzo de 2011

Capitulo cinco: Sirius Black / Severus Snape

Perfume Slytherin
Capítulo Cinco:
Sirius Black / Severus Snape


Un enorme perro, de color negro, caminaba por los pasillos del colegio, en su hocico llevaba una pequeña botellita que contenía un líquido de color verde, el perro iba dando pequeños saltos de felicidad.
“Ya no estarás tan enojado conmigo, mi pocionista gruñón”.
Esos eran los pensamientos del gran perro hasta que llegó a las mazmorras, con gran habilidad abrió una de las puertas y entró en el cuarto, una vez dentro el perro comenzó hacer movimientos extraños hasta que dio lugar a una figura masculina: Sirius Black. Un hombre delgado con facciones atractivas, sobre todo esos ojos color azul electrizantes que acompañados con esa sonrisa daba mucho por lo que admirarlo. Solo eso: admirarlo, porque su corazoncito ya tenía dueño, otro hombre llamado: Severus Snape.
Sirius recorrió la habitación de Snape, pues sinceramente no la conocía muy a fondo (contando que todos los días estaba ahí) pues acá entre nos, le interesaban ver otras cosas (emh… como el cuerpo de su novio, por ejemplo) que observar aquella habitación, que estaba ocupada en su mayoría por pociones.
Distraídamente dejó aquella botellita de ‘Perfume Slytherin’ en una mesa, donde había otras botellas que contenían sustancias del similar color.
-Mi pocionista gruñón qué obsesivo me saliste… – dejó salir al observar que todas aquellas botellas estaban ordenadas tanto alfabéticamente como de tamaño –… y rencoroso – dijo sonriendo al recordar que ambos, hace dos días, habían discutido solo porque a él se le ocurrió agarrar una botellita de esas pociones y no la colocó en su lugar.
Severus le reclamó diciéndole ‘flojo’ y él terminó diciéndole ‘obsesivo-compulsivo’ y fue así como la discusión terminó con un Sirius Black expulsado temporalmente de la habitación de Severus Snape.
El ojiazul no soportaba que su ‘pocionista gruñón’ estuviera enojado con él; así que, prácticamente se pasó TODO el día anterior ideando un plan, en el cual pudiera hacer las paces con su novio. Pero por más que se estrujaba el cerebro no se le venían las ideas… hasta que escuchó accidentalmente conversar al mejor amigo de su ahijado de un tal ‘Perfume Slytherin’ conquista-serpientes con otro chico. Él no necesitaba precisamente conquistar a alguien… era más bien reconciliarlo, pero daba lo mismo, el perfume funcionaba con serpientes y para su suerte Severus Snape era una.
Sonreía con autosuficiencia al repasar nuevamente su plan… oh sí, se pondría el perfume justo cuando Severus regresara de su clase, le haría unos mimos y ¡listo! Snape lo perdonaría, porque él era irresistible y contando que el perfume también haría su parte… pues la reconciliación era un hecho seguro, oh sí.
El animago seguía sonriendo cuando escuchó que unos pasos cada vez se acercaban, seguramente era su ‘pocionista gruñón’, así que tomó la botella de perfume rápidamente y se echó en todo el cuerpo.
“Qué raro, se supone que el perfume huela ¿así?” – Se preguntó mentalmente el animago – “porque para ser un perfume-conquista-serpientes… ¡¡esto huele a rayos!!”
Era extraña la sensación que sentía en todo su cuerpo, quizás eran los nervios… o quizás el perfume ya estaba haciendo su función o tal vez era algo más, pero conforme pasaba el tiempo tenía la ligera sospecha que algo no estaba bien.
En esos momentos la puerta se abre, dando lugar a un Severus Snape muy sorprendido… pero muy sorprendido…
-¿Sirius? – preguntó con el ceño ligeramente fruncido, a la personita que tenía frente a él.
-¡¿Quién demonios es usted?! – le respondió con otra pregunta, un adolescente de ojos color azul electrizantes.
-¡¿Qué demonios hiciste?! – gruñó Snape al ver a su supuesto novio… que ahora estaba convertido en un chiquillo de 16 años.
-Emh… profesor… verá… emh – Snape enarcó una ceja, al parecer su novio no solo había retrocedido en el tiempo físicamente sino que también mentalmente – yo… ¿usted me castigará?
-N… Sí… - dijo con una sonrisa el mayor, la verdad sería divertido saber unas cuantas cosas de su adolescente vida, puesto que Sirius nunca le había dicho el por qué lo molestaba tanto en aquellos tiempos, a pesar de que se lo preguntó varias veces, así que esta sería la oportunidad  perfecta, porque después de todo el ojiazul creía que era ‘su profesor’ ¿no? – veamos, Black. Esta mañana, estabas molestando a cierto alumno de Slytherin… y…
-¡NO! Yo jamás haría eso profesor – se excusaba el animago con ojos de borreguito… y Snape casi se la cree (si no fuera porque él sabía perfectamente que eso no era verdad) – ¡además Snivellus tiene la culpa! – murmuró el ojiazul.
-¿Qué dijiste? – le preguntó entrecerrando los ojos, ahora resultaba que él mismo era el culpable de las bromitas de su novio, en aquel tiempo.
-Nada… profesor… yo…
El adolescente le seguía con la mirada, Snape había estado paseándose por su habitación buscando algún indicio de cómo demonios su novio se había convertido en un adolescente, obviamente había sido por una poción, la pregunta era… ¿Cuál de TODAS?
-¿Sí? – Invitó al ojiazul a que terminara de excusarse, pues se había interrumpido, pero Snape no escuchó palabra alguna, así que intrigado se volvió hacia donde estaba su adolescente novio pero no había nadie en la habitación - ¿Sirius?
Nada. Se había ido, claro… si el adulto le hacía lo mismo, era de suponerse que le hiciera lo mismo la versión de adolescente.
Snape suspiró largamente, mientras seguía buscando la poción que Sirius había tomado, recorrió todos los estantes y minuciosamente observó cada botellita de poción hasta que se encontró con una botellita que no se le hizo conocida, la tomó en sus manos y ésta hizo resaltar unas letras con una caligrafía muy conocida, un haz de luz iluminó dichas letras las cuales daban a destacar la frase: ‘Perfume Slytherin’
Snape enarcó una ceja ¿Qué hacia el famoso ‘Perfume Slytherin’ en sus aposentos? Oh, porque por supuesto que conocía  los rumores, era de lo único que se hablaba en el castillo. No tardó mucho en llegar a la conclusión.
Mientras tanto un adolescente de ojos azul electrizantes, corría como ‘alma que lleva el diablo’ por los pasillos, hasta llegar a la entrada de la Sala Común de Gryffindor.
Veía ceñudo al cuadro que tenía frente a él… ¿se supone que ese cuadro estaba en la mañana? ¿A qué hora lo habían cambiado? Se encogió de hombros, restándole importancia y dijo la contraseña.
-Valor – pero no pasó nada, así que volvió a repetir – valor.
-Contraseña – le respondió el cuadro, donde estaba una señora gorda.
-La acabo de decir… ¿Qué no me escuchó? – le dijo con el ceño fruncido.
-Contraseña…
-Valor – repitió el ojiazul.
-Contraseña…
-¡Valor!
-Contraseña… - insistió el cuadro.
-¡Valor! ¡Valor! ¡VALOR!
-Contraseña… - decía apaciblemente el cuadro.
Sirius gruñó, seguramente su amigo licántropo debió de haber cambiado la contraseña y seguro que se le había hecho divertido no haberle comunicado. Se dio la vuelta y no dejó de decir improperios hacia la señora del cuadro, la cual muy indignada lo fulminó con la mirada.
“¿Dónde demonios se metieron James y Moony?”
Ensimismado estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta que alguien lo estaba esperando al final de aquel pasillo, hasta que chocó con ésta. Entornó los ojos al reconocerlo.
-Hola, Black… ¿ya no huirás, verdad? – le preguntó de una manera alarmante aquel extraño profesor.
Sí, extraño, pues de alguna manera se le hacía conocido… esos ojos negros penetrantes y a la vez ¿brillantes?, su cabello tan ¿graso?… su nariz que a pesar de ser grande, le quedaba ¿perfecta? a su cara… se le vino a la mente alguien, pero era imposible, porque el chico que le robaba horas y horas de sueños tenía 16 años, como él. En cambio este profesor, debería tener más, pero entonces… ¿Por qué su corazón latía como loco al tenerlo frente a él?
-Emh… hola, profesor – saludó nervioso el chiquillo.
Pasó una mano por su frente que transpiraba copiosamente y hasta ese momento se dio cuenta que traía en su mano una botellita con un extraño liquido… ¿de dónde lo había agarrado? Pero luego se le vino a la mente una gran idea… una salida de escape. Una sonrisa se vislumbró en su rostro. Una sonrisa que Snape conocía perfectamente ¿ahora qué tramaba su temerario ojiazul?
-Black – llamó Snape observando sus movimientos.
-¡Cuidado Profesor! – gritó el ojiazul de pronto, lanzando la botellita que tenía en la mano, hacia arriba.
Muchas cosas sucedieron en cuestión de segundos…
Snape siguió con la mirada el curso que llevaba en el aire aquel frasco, mientras que Sirius escapaba corriendo fuera del castillo. Por alguna extraña razón, el frasco se abrió a medio camino, así que cuando Snape lo quiso atrapar en sus manos, el líquido lo bañó por completo.
-¡SIRIUS!
Gritó Snape y corrió tras él, mientras que una extraña sensación se apoderaba de su cuerpo, incluso pensó que se estaba… ¿encogiendo?
******
Mientras tanto el animago corría hacia los jardines traseros del colegio, corrió como nunca había corrido a sus cortos 16 años (contando que él creía que tenía esa edad, claro) esta vez sí que estaba en problemas… pero aún así no dejó de correr, podía sentir los pasos acelerados de su ‘profesor’ justo atrás de él, así que aceleró más su paso, hasta que sintió cómo el cuerpo de alguien caía sobre él. Ambos se tambalearon hasta que cayeron al suelo.
-Maldito Black, ¡ya te tengo! – le reclamó una voz muy conocida.
-¿Ahora qué quieres Snivellus? – le cuestionó el ojiazul con un poco de fastidio, dándose la vuelta, aún debajo de él, cuando reconoció a la persona que estaba arriba de él.
Ambos se sorprendieron, sobre todo Snape, el cual también se había convertido en un adolescente de 16 años, pues aún no sabía qué demonios ocurrió para que él estuviera siguiendo al Gryffindor aquel. Pero luego se percató que estaba mojado, así que, concluyó que Sirius lo había mojado y le había hecho un ‘Confundus’ o sabrá Salazar qué cosas más, para olvidar la ‘bromita’.
-¿Piensas algún día pararte? – gruñó el ojiazul nervioso. Uno: porque había un ‘extraño profesor’ por ahí  siguiéndolo. Y dos: tenía al chico que le robaba horas  y horas de sueños, justo encima de él.
-No – le dijo tajantemente el pelinegro, haciendo que el ojiazul entornara los ojos – no lo haré, hasta que me digas, ¡por qué demonios me molestas todo el tiempo!
-Quítate – volvió a gruñir removiéndose bajo el cuerpo, pero esta vez se había sonrojado ligeramente. ¡Hasta cree que le diría el verdadero motivo de sus ‘bromitas’ dirigidas a él! ¡Hum! ¡Primero, preferiría ir a pelear con el calamar gigante!
-Contesta, Black – presionó Snape, mientras atrapaba las manos del animago con las suyas y así inmovilizarlo un poco, pues tanto movimiento haría que su ‘amiguito’ entre sus piernas despertara… y eso no tenía que pasar.
-¡NO! – esta vez el merodeador se estaba poniendo más nervioso, pues el Slytherin al parecer tenía controlada la situación… ¡¿desde cuándo sucedía eso?! ¡Normalmente era al revés el asunto!
-Contesta, esta vez no están tus amigotes para defenderte, así que… ¡contesta!
Sirius sabía que Snape no era tonto, por supuesto que no, de hecho sabía que el Slytherin sospechaba de sus sentimientos, pero aún así, él no se los confirmaría… porque ¿y si no era correspondido? ¿Y si se burlaba eternamente de él?
Por otro lado el Slytherin por más que no quisiera reconocerlo, aquel chico de ojos azul eléctricos, como dicen por ahí le ‘movía el tapete’, así que quería saber si sus sospechas eran verdaderas.
-¿Para qué quieres que te lo diga?  Ya sabes ¿no?  – dejó salir el animago resignadamente.
-No, no lo sé, si lo supiera no te lo estuviera preguntando, idiota  – le dijo Snape mientras le daba un coscorrón.
-¡No me pegues narizón! – renegó Sirius.
-Tú me has pegado más veces – se justificó Snape, mientras se acercaba al rostro del animago – además, quiero saberlo… Sirius – le dijo en su oído, lo cual hizo estremecer al ojiazul en demasía – ¿y bien? – le preguntó separándose rápidamente de él.
-No te lo diré – dijo tercamente el Gryffindor volviendo a forcejear en el agarre.
-¡Vamos! ¡Ni que fueras a decir que es porque te gusto! – le dijo riéndose nervioso, aunque aquí entre nos, él también quería confirmar sus sospechas.
-Jaja… eso quisieras maldita serpiente rastrera, ¡yo no tengo malos gustos! – dijo por puro impulso el animago.
Snape dejó de forcejar con el animago, se quitó de encima dejándolo libre. Sirius se quedó perplejo ante esto, no por lo que recién había hecho Snape, sino porque vio en la cara del chico tristeza, decepción… y eso no le gustó.
-Vete – soltó Snape, cambiando su semblante triste a uno más serio.
El animago no lo pensó dos veces, se levantó dispuesto a irse, pues su secreto aún estaba a salvo, más sin embargo, al dar dos pasos regresó a ver al Slytherin… entonces supo que ese era el momento justo para declarar sus sentimientos con aquel Slytherin… ¿Qué podría pasar? ¿Que el Slytherin lo odiara? ¿Se burlara de él? al final de cuenta… así se habían llevado desde el momento en que se conocieron ¿no? Un poco más de eso no le haría daño a nadie.
Snape se había quedado ensimismado en sus pensamientos, había escuchado los pasos de Sirius alejarse de él y nuevamente cambió su semblante a uno triste… pero justo en esos momentos sintió unos brazos rodearle por la espalda.
-Es verdad – escuchó que Sirius le susurró al oído y eso no hizo más que, estremecerlo – te molesto… porque solo así tengo tu atención – el pocionista entornó los ojos y ladeó la cabeza para ver esos ojos que le fascinaban – Severus… me gustas…
Dicho esto Sirius volteó a Snape y atrapó sus labios con los de él.  Un beso dulce, suave que se fue tornando a uno más demandante y que fue interrumpido por falta de aire o ¿era porque sintieron una sensación extraña en sus respectivos cuerpos?
-Black… - gruñó una voz más adulta al animago – esto no perdona lo que hiciste ayer.
-¿Qué? – Interrogó perplejo una versión adulta de Sirius… ¿Cómo demonios llegaron hasta ese lugar? Si lo último que recordaba era que estaba en las mazmorras de su ‘pocionista gruñón’ poniéndose el famoso ‘Perfume Slytherin’.
Sus ojos se entornaron cuando Snape le mostró una botellita vacía.
-‘Poción Rejuvenecedora’ – le dijo el pocionista, pero Sirius solo enarcó una ceja ¿de qué demonios hablaba su novio? – Usaste esta opción – le explicó – ¡la cual te regresa tanto física como mentalmente a una época pasada que consideras la mejor de tu vida!
-Sevy… - Snape gruñó ante su mote, odiaba que le dijera así… bueno ya no tanto – ¿si nos regresa a esa época, por qué demonios somos adultos? ¿No se supone que seamos  adolescentes?
-Si esa es tu mejor época sí… pero los efectos se pasan después de cinco horas.
-Ahh…
El pocionista se levantó dispuesto a irse a sus mazmorras nuevamente. Sirius lo siguió y estando en la puerta dijo no queriendo la cosa:
-Entonces…  ¿el castigo se me levanta? ¿Ya puedo entrar a las mazmorras?
-No lo sé… - bromeó el pelinegro – todo tiene un precio.
-Entonces no hay problema – dijo alegremente Sirius adentrándose al cuarto – ¡te pago la entrada con sexo desenfrenado durante toda la noche!
-¿Qué? – parpadeó nervioso Snape y muy sonrojado, mientras que su novio lo aventaba a la cama a la vez que comenzaba a desvestirse y a desvestirlo de manera salvaje…

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