Perfume Slytherin
CAPÍTULO
FINAL.
La Guerra
del Perfume.
Harry estaba saliendo
de su oficina con un gran dilema.
Escasos segundos atrás había recibido una carta de parte de su amigo pelirrojo
Ron, en la cual le decía, si aún poseía
algo de aquel Perfume Slytherin, puesto que quería un poco ya que había
tenido una pequeña discusión con su novio Blaise y quería reconciliarse con él
y que mejor utilizar aquel perfume para que fuera más fácil cumplir con su objetivo.
En otras
circunstancias, Harry ayudaría con gusto a su amigo, solo que había unos pequeños inconvenientes a aquella
petición. Uno: él también quería aquel perfume para hacer lo mismo con su Draco. Dos: de acuerdo con la carta
de Ron había una posibilidad del cien por ciento que Blaise le pediría lo mismo
a Draco y eso definitivamente no era una buena noticia.
El lado positivo de todo esto, al menos para Harry,
es que Draco no sabía el paradero de aquel perfume* y eso le daba demasiada
ventaja al león, aunque eso no lo tranquilizaba mucho, puesto que ahora había
tres personas tras el perfume; Ron, Blaise y él mismo, y sin contar que también
la mayoría de los alumnos del colegio igualmente querían poseerlo.
-Que mal – murmuró el
ojiverde caminado hacia el Gran Comedor – tengo que hacerme de ese perfume como
sea antes que los demás – se propuso el león.
-¡Hola, Harry! – el
aludido se sobresaltó un poco al escuchar su nombre.
-Neville – su ex
compañero de casa, que ahora era profesor de la materia de Herbología, le
sonrió al estar frente a él.
-Oye, Harry… necesito
un favor – pidió el moreno.
-¿Qué necesitas? – le
respondió solidario el ojiverde, pero al instante se arrepintió con el pedido
del otro - ¿Recuerdas el Perfume Slytherin…?
*****
Draco estaba
realmente aturdido, minutos atrás había recibido una carta de parte de su amigo
Blaise, pidiéndole un poco de aquel Perfume Slytherin y en esos momentos recibía
una carta de su amigo Theo, el cual estaba seguro que le pediría lo mismo… y no
se equivocó. Eso definitivamente no eran buenas noticias, él necesitaba el
Perfume para recuperar a su Harry.
Le frustraba la idea que,
siendo él el creador de aquella magnifica fragancia, no podía hacer más, los
ingredientes ya eran difíciles de conseguir y para su mala suerte no recordaba
el ingrediente esencial, ya que en el momento en que lo estaba haciendo
experimentó con muchos ingredientes. Eso era realmente frustrante.
Sumándole que ahora
sus dos mejores amigos también estaban tras el perfume y posiblemente sus
respectivas parejas también, solo que éstas seguramente se lo pedirían a Harry.
Al menos Draco tenía una gran ventaja,
lo último de aquel perfume… lo poseía su hijo y eso era realmente una GRAN
ventaja.
Aunque claro, lo que
no sabía Draco era que su gran ventaja
en esos momentos estaba corriendo tras aquel ladrón de Ravenclaw.
-¡Vuelve aquí! – Gritaba
Malfoy hijo – ¡regrésamelo!
-¡Ni que estuviera
loco! – gritó el otro chico, corriendo hacia el Gran Comedor.
-¡Lo siento,
Scorpius! – Se disculpaba el ojiverde corriendo a un lado de su novio – debí
agarrar más fuerte la botella… o…
-Tú no tienes la
culpa, Albus – le decía el rubio, sin dejar de correr – ¡mejor alcancemos al
idiota ese, antes de que se acabe el perfume y no podamos hacer reconciliar a
nuestros padres!
*****
En el Gran Comedor…
Draco había llegado
hasta su lugar en la mesa de los profesores, no queriendo la cosa miró de reojo
a su Harry, el cual estaba hablando
con Neville. ¡Demonios! Seguramente Longbottom le estaría pidiendo que le
consiguiera un poco de aquel Perfume. Ahora más que nunca tenía que hablar con
su hijo y pedírselo antes de que éste mismo le diga algo a su novio Albus y
éste a su vez le diga a su padre, es decir a Harry. Todo se estaba complicando.
Todos al parecer estaban tras el perfume. Eso… era una guerra.
Un chico moreno y de
grandes ojos negros, con uniforme de la casa de Ravenclaw, entró corriendo al
Gran Comedor, ganándose la atención de todos los presentes, los cuales eran la
mayoría de los que residían en el colegio.
-¡Tengo el Perfume
Slytherin! – gritó el chico, levantando en alto su mano en la cual tenía
agarrado el frasco muy conocido para ciertas personas…
En esos momentos el
chico deseó haber hecho relucir su lado Ravenclaw, pues el haber anunciado
aquello no había sido lo suficientemente ‘inteligente’. Un centenar de ojos lo
tenían en la mira en especial el de tres profesores. Los cuales se habían
lanzado miradas cómplices en el momento en que aquel alumno había dicho
aquellas cuatro palabras, confirmando sus sospechas mutuamente.
Como animales en
temporada de caza, la mayoría de los alumnos y profesores que conocían aquella
leyenda del Perfume lo observaban. De pronto el chico anheló no estar ahí… en cámara lenta vio a
los demás alumnos acercársele de manera peligrosa, dio un paso atrás pero se
topó con otros dos chicos, Albus y Scorpius, viéndolo furiosamente.
-¡Accio Perfume! – alguien había gritado y
la botellita se le escapó de sus manos, pero a medio camino, alguien lanzó otro
Accio, cambiando el curso de la misma.
Minutos después los
habitantes de ese salón estaban lanzándose hechizos, golpeándose, insultándose,
mientras que otros no paraban de invocar al Perfume con cuanto hechizo se le
viniera a la mente para apoderarse de aquella botella. McGonagall, que era la
nueva directora de hace dos años atrás, estaba atónita a lo que veían sus ojos.
Sus alumnos estaban como locos queriendo apoderarse de algo que iba de un lado
a otro. ¡Tenía que hacer algo!
-Profesores ayúdenme
a… - pero la directora no continuó, había volteado a los lados para decirle a
los profesores que le ayudaran, más fue su sorpresa el encontrarse sola en la
mesa – ¿en dónde…?
No le fue difícil
ubicar a su profesor de DCAO, el de Herbología y el de Pociones en aquel
barullo y no solo eso, también estaban ahí: Ronald Weasley, Blaise Zabini y
Theodore Nott ¿En qué momento entraron? Después les preguntaría.
Llevó su varita hacia
su cuello y gritó un:
-¡DETENGANSE! – la
voz de la directora resonó en todo el Gran Comedor aturdiendo a más de uno.
Escasos segundo todo
el lugar se quedó inmovilizado a excepción de un pequeño frasco que caía en
cámara lenta desde el techo…
-¡Expulso! - Dijo Minerva y el pequeño frasco explotó en pequeños pedazos ante las
miradas horrorizadas de todos los presentes, bañándolos con una mínima brisa de
aquella fragancia, dando fin así al Perfume Slytherin…
*****
Una semana después…
Draco deambulaba por
los alrededores del castillo, había estado un poco deprimido por la forma en
cómo había terminado todo el asunto del Perfume, pero después de varios días de
estarse lamentando decidió ponerle fin a
eso. Es decir, ¿desde cuándo Draco
Malfoy Black necesitaba de ‘algo’ para cumplir con su objetivo? Si sus amigos
Theodore y Blaise pudieron hacer las paces con sus respectivas parejas sin la
ayuda de nada, ¿Por qué él no?
-Agr – gruñó el rubio
– ¡Hoy nos reconciliamos sí o sí Harry! – con la moral muy en alto el ex
Príncipe de Slytherin muy decidido se dirigió hacia la oficina del profesor de
DCAO. Quien se encontraba caminando de un lado a otro, frente a su escritorio,
llevaba un tiempo haciendo algunas investigaciones después de haber presenciado
el ‘asesinato’ de aquel codiciado
perfume. Casi no salía de su oficina, estaba tan enfrascado en esa investigación
de suma importancia la cual… no iba muy bien que digamos.
-¡Por Merlín! – Dio
un grito desesperado – ¡No hay nada! – se desquitó con el indefenso libro
lazándolo al suelo donde se encontraban otros libros más que habían tenido el
mismo destino que ese.
El ojiverde comenzó
nuevamente a caminar de un lado a otro, exprimiéndose el cerebro, ya que no
encontraba la manera de cómo demonios reconciliarse con Draco. Lo extrañaba, lo
amaba, quería tenerlo en sus brazos nuevamente, quería que el rubio volviera
hacerlo suyo tal como él sabía hacerlo, pero, ¿Cómo recuperarlo?
-No puedo llegar y
decirte… “Draco, lo siento, sé que fui un
idiota al decirte que amaba más a tu perfume que a ti… pero la verdad es que te
amo y te he extrañado mucho, no puedo estar más un minuto sin ti, por favor,
regresa conmigo. Puedo… ¿puedo ser tu novio nuevamente?”
Harry se dejó caer en
la silla, se había llevado las manos a la cara, pero al quitarlas descubrió un
par de zapatos muy conocidos frente a él al subir la mirada se encontró con un
par de ojos grises muy hermosos.
-¿Por qué no lo
intentas? – le propuso Draco, con una sonrisa de lado.
-¿Qué…? – Harry parpadeó
nervioso, ¿acaso Draco había escuchado lo que había dicho segundos atrás?
-Sobre lo de ‘idiota’… no te culpo – le dijo Draco
levantando a Harry de la silla, el cual sonrió un poco nervioso – y en cuanto a
lo otro… ¿por qué no me lo preguntas? – le retó inquisidor el rubio y el
ojiverde sonrió confirmando su sospecha.
-Draco… te amo, nunca
dejé de hacerlo – confesó el chico de ojos verdes - ¿Puedo ser tu novio
nuevamente? – el aludido se acercó lentamente a su oído y le susurró un:
-No… - Harry parpadeó
nervioso y se enfrentó a él cara a cara – no quiero que seas mi novio Harry…
quiero que seas algo más que eso.
Al ex Gryffindor le brillaron
los ojos de felicidad al igual que al ex Slytherin y sin perder más tiempo se
besaron un poco desesperados, tanto había sido el tiempo perdido que querían de
alguna manera compensarlo.
-Supongo que eso es
un ‘Sí’ – dejó salir sonriente Harry al momento de separarse.
Draco sonriéndole de
lado le extendió la mano y el moreno le extendió la suya, el rubio la entrelazó
con la de él y ambos salieron de la oficina, juntos nuevamente. Como siempre
debieron haber estado.
Aclaraciones:
*Draco no sabía la ubicación del perfume, porque se lo prestó a Blaise
y a éste se lo robaron (esa era su explicación racional) pero sabemos que en
realidad fue Neville el que lo ‘tomó prestado’ para usarlo y así conquistar a
Theodore. Lo recuerdan ¿cierto? Y bueno
a Neville se lo robó Sirius para ‘reconciliarse’ con Snape.
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