martes, 13 de diciembre de 2011

Capitulo Catorce: El primer beso


El muchacho de ojos tristes


Capitulo Catorce: El primer beso.

[Teddy]

En cuanto me subo al coche de Sebastián, me olvido de mi alrededor, solo  lo veo conduciendo y platicándome de… en realidad no le estoy prestando atención a lo que me dice, sino a él, a sus labios que se mueven por cada palabra, a sus hoyuelos que aparecen cuando él sonríe, a sus ojos que me ven y me lanzan una mirada, que no sabría cómo describir, pero es reconfortadora y…
-¡Qué! – le grito cuando escucho las palabras ‘Torneo Universitario de Esgrima’.
-Solo he dicho – me explica, nuevamente, Sebastián – que se ha abierto la convocatoria en la Universidad.
-¿Konny…? – no completo la oración, con solo de pensarlo…
-No sé si se vaya a inscribir – me responde Sebastián – y no te asustes, eso que pasó hace años, no volverá a ocurrir – me dice para tranquilizarme, pero no lo hace.

Estábamos mis padres y yo en las gradas de aquel estadio, había mucha gente y eso me alteraba un poco, en ese tiempo yo tendría cinco años y mi hermano nueve, y él ya era todo un experto en el arte del ‘Esgrima’. Habíamos ido a verlo en el Torneo Estudiantil de Esgrima Infantil, el cual se celebraba en el colegio al que asistía mi hermano.
Konny había pasado a las semifinales, o algo así había entendido, solo tenía que competir contra dos personas más y si resultaba vencedor, ganaba el torneo. Sinceramente no creía que fuera a ganar, pues normalmente mi hermano se la pasaba entrenando con Sebastián, pero en ese tiempo, él ya se había ido con su madre, no sé a dónde. Y a mi  hermano no lo había visto entrenar mucho en casa.
Para suerte, Konny estaba aún en forma porque iba ganando, ya había vencido a uno y solo quedaba otro y listo. Solo que con ése hubo problemas, al parecer no le gustó que mi hermano le ganara en dos de los tres tiempos que se manejaban y en uno de sus movimientos, que aún es un misterio para mí, cortó a Konny del brazo.
Solo recuerdo que mi papá se levantó de pronto de su lugar y a mi mamá gritar, yo no sabía el por qué hasta que vi a mi hermano agarrarse del brazo izquierdo y mucha sangre envolver su mano, segundos después vi el techo y luego nada. Me había desmayado.

Un silencio pesado nos ha envuelto. Odio cuando pasa eso.
-Me gusta tu coche – le digo a Sebastián para simplemente romper ese silencio.
-Gracias… fue un regalo de mi padre – me confiesa con una mueca.
-¿Padre? – le pregunto algo confundido – pero tu…
No completo la oración, pues yo tenía entendido que su padre estaba muerto o algo así.
-Regresó hace unos días y me lo trajo – me dice, mientras nos detenemos porque el semáforo esta en rojo.
-Oh – solo atino a decir.
Él me sonríe viéndome a los ojos y yo siento algo extraño dentro de mí, de pronto comienza a faltarme el aire, mi corazón comienza a latir como loco y mis manos comienzan a sudar… solo me ocurre cuando estoy con él. Creo… creo que me gusta Sebastián.
-¿Estás bien? – me pregunta de pronto, sacándome de mi ensimismamiento.
-Emh… sí – le digo parpadeando nervioso. Espero que no se haya dado cuenta de nada… o ¿sí quiero?
-¿Teddy…?
-Soy Ted, Sebastián – le digo seriamente – no soy un niño para que me digas ‘Teddy’.
-De acuerdo… Ted – dice sonriéndome y sus hoyuelos relucen más - ¿seguro que estas bien? – asiento con la cabeza.
-Te… ¿te puedo preguntar algo? – le pido permiso, pues hay algo que quisiera saber.
-Dime – me dice, mientras entramos al estacionamiento del colegio.
-Cómo… ¿Cómo te diste cuenta, que te gustaban los chicos? – le pregunto directamente y temo que se enoje conmigo, pero para mi sorpresa, me ve sorprendido.
-¡Vaya! – Exclama riéndose nervioso – pues… es una larga historia – me dice deteniendo el auto, pero no doy señal de querer bajarme, al contrario, me he quedado esperando escuchar su historia. Suspira largamente – Verás, fue mientras estudiaba la secundaria, mi madre y yo regresamos de la capital y comencé a estudiar  aquí nuevamente el primer año. Pero desde que estudiaba en la otra escuela, ya tenía algunas sospechas de que me atraían los chicos, pero lo comprobé al llegar aquí.
-¿Y cómo le hiciste? – pregunto, debo admitir, curioso.
-Era una tarde muy soleada – me dice sonriendo cómo recordando ese día – el profesor de Biología nos había dejado un trabajo con nuestro compañeros de laboratorio, así que todas las tardes me reunía con él para registrar nuestro experimento, que era el observar cómo crece una planta de frijol en un frasco con algodón – me comienza a explicar. El compañero de Sebastián era un chico moreno y de ojos saltones, o eso creo… Sebastián siempre se burlaba de él cuando estaba con mi hermano – ya habíamos pasado la parte practica y solo nos quedaba la teoría y como a ambos nos aburría esa parte la habíamos dejado al final, así que ese día teníamos que hacerlo.
“Recuerdo que él estaba muy centrado escribiendo las observaciones, mientras yo ordenaba por fechas los reportes. Solo fue cuestión de segundos cuando me perdí observándolo – Sebastián hablaba de una manera muy apasiona – solo veía sus labios moverse cuando leía sus escritos, las muecas que hacia cuando algo no le parecía, su sonrisa al ver mis dibujos – Sebastián suspiró largamente. En verdad le gustaba ese chico – ahí me di cuenta que no solo me gustaban los chicos… sino ese en especial, estaba enamorado.”
-¿Y qué hiciste? – Le pregunto - ¿se lo dijiste?
-No se lo dije – dice riéndose – hice algo mejor. Lo besé.
-¡Qué! – Digo incrédulamente – ¡¿Lo besaste?! ¿Pero…?
-En ese momento no estaba pensando bien, debo aclarar, solo se me vino un pensamiento a la mente y ese era el besarlo, así que, lo tomé de la cara, él se sorprendió obviamente y sin esperar a que me dijera algo, lo besé. Tardó un rato en reaccionar y al final nos separamos…
-Y… ¿Qué pasó?
-Después de eso… él comenzó a evitarme – me dice un poco triste.
-¿Él no estaba enamorado de ti? – le pregunto con un poco de pena.
-Después me enteré que sí, pero en esos momentos él también tenía dudas, por eso me evitaba.
-¿Se hicieron novios?
-No… después ocurrió el accidente de nuestros padres y me tuve que ir con mi tía.
-Oh…
-Ese fue… mi primer beso, con un chico, claro – me aclara – y fue genial…
Observo a Sebastián atentamente y algo me dice, que aún está enamorado de ese chico.
-¿Sabes? Es la primera vez que hablo de esto con alguien – me confiesa.
-¿En serio? – pregunto sorprendido.
-En serio… no se lo había dicho a nadie.
-¿Ni siquiera a Konny? – le pregunto algo receloso, pues ellos se cuentan de todo. Él solo sonríe negando la cabeza.
-Ni siquiera a él.
-Oh… pues no se lo diré a nadie – le digo sonriendo.
-Gracias – me dice.
-Gracias a ti por contarme tu historia – le confieso — ¿Y qué sucedió con el chico? ¿No lo has vuelto a ver? – le pregunto.
-No, ya no lo he visto. A él, a ese chico sonriente, seguro de sí mismo, con esa mirada alegre… ya no, creo que ya no existe más… – me dice pensativamente y triste.
No me gusta ver a Sebastián de esa manera, normalmente se pone así cuando Konny y él discuten, pero ahora, hay algo distinto, como si temiera algo…
Suspiro largamente.
-Te has perdido la primera hora por mi culpa – me dice Sebastián preocupado.
-No se tiene que enterar Konny – le digo confidentemente.
-Konny… — murmura.
-¿Crees que renuncie a mi tutoría? – le pregunto tristemente.
-No. No lo hará – me dice viéndome a los ojos.
-¿Cómo estas tan seguro? – le reprocho.
-Porque lo conozco.
-Pero él dice que…
-Lo sé, a mí también me lo dijo.
-Y el Sr. Cooper…
-Solo se estaba informando, está buscando la manera de cómo alejar a Spencer de sus vidas, pensaba en denunciarlo, pero al parecer eso no es posible, por falta de pruebas.
-¡Faltas de pruebas! – Grité - ¡cómo que ‘por falta de pruebas’!
-Eso ha dicho el abogado, pero tranquilo, Konny buscara la forma de arreglar todo esto.
Me tranquilizo un poco.
-Debo ir a clases – digo después de un rato, después de todo Sebastián también debe ir a las suyas.
-Claro – me dice, saliendo del coche, al mismo tiempo que yo rodeo el coche y me pongo frente a él.
-Gracias por traerme – le digo sonriendo.
-Fue un placer – me dice. Me muerdo el labio - ¿Sí? – pregunta de manera alentadora, adivinando que hay algo que quiero decirle.
-No le dije a Konny que hoy no tendré las últimas tres horas de clases – le digo mordiéndome nuevamente el labio. No quisiera que Sebastián se entere que le he aplicado la ‘Regla del Hielo’ a mi hermano, aunque creo que él ya lo sabe.
-Entonces esta dicho, vengo por ti – me dice sonriéndome.
-En… ¿en serio? – le preguntó sorprendido. Él se encoje de hombros.
-¡Gracias! – le respondo abrazándolo efusivamente.
Es agradable esta sensación. El perfume que usa Sebastián se cuela por mi nariz, es un aroma agradable, dulzón y cien por ciento varonil… y sin contar que aun siento a mi corazón latir como loco dentro de mí. Quisiera… quisiera que el tiempo se detenga y que este momento dure por siempre.
Aunque claro una cosa es  pensarlo y la otra es la realidad…
-Ted – escucho la voz de Dennis a unos cuantos metros atrás de mi.
-Genial – gruño separándome de Sebastián.
-Hora de clases – me dice Sebastián brindándome una última sonrisa antes de meterse a su auto – nos vemos al rato – se despide con un movimiento de mano.
-Hasta el rato – murmuro sin despegar mi mirada de él.
-¿Hoy no vino tu hermano? – me pregunta Dennis con cierta decepción en su voz. Yo pongo los ojos en blanco.
-No – le respondo lacónicamente – ni vendrá mas al rato, Sebastián lo hará.
-¿Aún sigues con tu estúpida ‘Regla del Hielo’? – me reclama Dennis.
Sinceramente me he estado arrepintiendo de haberle dicho a Dennis lo que ha pasado en casa. Ya que Dennis no aprueba mi comportamiento, ¡cómo si ocupara de su aprobación! Además es mi hermano, puedo hacer lo que quiera, es MI hermano, no de él.
-Ted – me llama un poco enfadado. Eso es lo que me agrada de Dennis, me llama Ted y no Teddy.
-Sí, aún sigo con eso – le confieso, mientras entramos al salón de clases.
-No deberías hacerlo, no es correcto.
-¿Por qué? – le pregunto distraídamente, sentándome en unas de las bancas del fondo.
-Porque es tu hermano y te quiere…
-… Abandonar – completo viéndolo indiferente – Dennis, no quiero tener otra discusión contigo – le confieso.
Y es verdad, desde que le confesé sobre mi plan de la ‘Regla del hielo’ me ha estado sermoneando sobre eso, pero no lo escucho. Él no lo entiende o quizás si…
-No creo que Konny te quiera abandonar – sigue diciéndome - ¿al caso ya se te olvidó ese día de la biblioteca? – otra vez saca el tema de la biblioteca, siempre lo hace cuando ve que no tiene efecto su sermón.
-Dennis… ¿te gusta mi hermano? – le pregunto de pronto. Lo veo palidecer un poco y luego sonrojarse.
-Por… ¿Por qué me preguntas eso? – lo dice nervioso y eso me confirma mi sospecha. ¿Por qué a todo el que conozco le gusta mi hermano?
Konny, siempre es Konny… ¿Por qué yo no?
-Ted – me llama mi amigo – no es que me guste tu hermano, pero hay algo en él que…
-¿Qué...? – le animo a continuar.
-Bueno… algunos chicos le llaman ‘El muchacho de ojos tristes’
-¿Qué? ¿Cómo que algunos chicos? ¿Qué chicos? – pregunto receloso. Ahora resulta que todos saben algo de Konny.
-Los que te han visto con él. Se… se rumorea que tu hermano es guapo – me comenta.
-¿A qué horas dicen eso? – le pregunto entrecerrando los ojos, porque algo me dice que solo lo dice él.
-Cuando tú no estás obviamente. Pero es verdad, tu hermano es… guapo – confiesa Dennis sonrojándose – y a pesar de que sonríe y se le nota ‘feliz’ hay algo en sus ojos que no…
-¿En sus ojos? – le pregunto incrédulamente.
-Sí – murmura bajando la mirada. Y de pronto las palabras de Sebastián de aquel domingo me vienen a la mente.
“Su mirada era de tristeza… no de enojo”*
Quiero preguntarle más, pero el profesor Turner ha llegado al aula. E inmediatamente Sebastián invade mis pensamientos.
He de confesar que las clases restantes me la pasé en una especie de neblina. Solo de recordar que Sebastián va a venir por mí. Ni siquiera me he enterado de los trabajos o tareas.
-¿Ted? – Dennis me saca de mi estupor.
-¿Qué? – pregunto un poco nervioso.
-Ya es hora de irnos.
-Ah...
-¿Estás bien? – me pregunta receloso.
-Sí, vámonos que Sebastián ya ha de haber llegado – le digo, pero veo a Dennis bacilar unos instantes – ¿no vienes? – le interrogo y él niega con  la cabeza.
-Tengo que ir a la biblioteca – me responde – ya sabes a salvar chicos – me dice sonriente y yo entrecierro los ojos.
-Payaso – le murmuro en una sonrisa. Nos despedimos con un movimiento de mano.
Me encamino hacia el estacionamiento y veo el auto de Sebastián ya estacionado, me saluda con una sonrisa mientras esta al teléfono con alguien. Me subo al auto.
-No se preocupe Sr. Núñez, mi socio y yo lo veremos mañana al medio día – dice Sebastián antes de colgar – Listo Ted – me dice, cuando me pongo el cinturón de seguridad.
-Si – le respondo – me podrías llevar a casa – le pido.
-Pero… hoy es miércoles Teddy – me aclara.
Sé que es miércoles, es cuando Lali se va a las compras y llega hasta la tarde. Por eso cuando Konny viene por mi me lleva al Lemus Cinema y regreso con él en la noche. Pero hoy es distinto, es decir… ¿Cómo voy a ir con él cuando aún estoy con la ‘Regla del Hielo’?
-Lo sé… ¿lo harás? – le pregunto haciendo una de mis ‘miradas de borrego a medio morir’ para que me complazca, con mi hermano han funcionado, así que con Sebastián no creo que haya problemas.
-De acuerdo – me responde poniendo en marcha el auto – Le dejé un recado a Konny, diciéndole que iba a recogerte.
-Está bien – le dije con una sonrisa demasiada fingida ¿Por qué le avisó? No tenía que haberle dicho nada. Me hubiera gustado ver a Konny venir por mí y no encontrarme. Y darle el susto de su vida, al menos así sentiría lo que yo sentí cuando escuché lo de la renuncia de la tutoría.
Nuevamente nos invade un silencio atroz.
-¿Cómo que un recado? – le pregunto al caer en cuenta de lo que me dijo minutos atrás - ¿no lo viste en la Universidad?
-En realidad no fui a la Universidad – me confiesa – no tenia ánimos y fui a mi casa a descansar un poco.
-Oh…
Y nuevamente el mudo silencio se hace presente. Y dentro de mí nace la intensa necesidad de confesarle a Sebastián que me gusta, así que para evitarlo me muerdo el labio inferior, mientras escucho a Sebastián hablarme algo sobre la comida.
-Me gustan los chicos – escucho mi voz salir de pronto de mi boca, sorprendiéndome y a Sebastián de paso.
-¿Qué…? – me pregunta, mientras estaciona el auto a un lado de la cochera.
-En realidad me gusta un chico en particular – le confieso finalmente.
-… — Mi confesión lo ha tomado de sorpresa, lo sé por la forma en cómo me ve.
-Eres el primero en saberlo – le digo sonriéndole tímidamente.
-Me has tomado por sorpresa Ted – me dice sinceramente – y supongo que si soy el único al que le has dicho… el chico que te gusta no lo sabe.
-Emh… digamos que más o menos – le digo un poco nervioso.
-Oh, deberías hacer lo que hice yo.
-¡Besarlo! – escandalizo un poco.
-Me refería a…
Solo fue cuestión de segundos. Me desabroché el cinturón de seguridad y en cuanto Sebastián me quiso responder… mis labios se unieron a los de él. Sí, lo estoy besando.
Es una sensación extraña, pero placentera. Días atrás había estado practicando con un oso de peluche, pero esto es mucho… mucho mejor.
Me separo lentamente de él y regreso a mi lugar esperando la reacción de Sebastián.

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