El muchacho de ojos tristes
Capitulo Cuatro: Los ojos de Konny
[Teddy]
Ya es medio día y no veo a Konny venir corriendo ‘como alma que lleva el diablo’ para hacer la comida ¡Qué extraño! Pero bueno, ya me estoy acostumbrando a sus desplantes.
Ese día era la inspección con el juez, teníamos un mes y medio desde que Spencer se había ido por fin de nuestras vidas, Konny había cumplido la mayoría de edad un mes atrás, así que mi tutor era él. Era sorprendente el avance que había tenido en poco tiempo, ya había conseguido una mucama, ya estaba al corriente con el ‘Lemus Cinema’ y hasta ya habíamos ido con el nutriólogo (pues yo seguía vomitando involuntariamente después de comer).
Llegué temprano ese día de la escuela a la casa. Me había aseado y todo, pues el juez y la trabajadora social nos harían la visita de un momento a otro y sinceramente ya no queríamos a nadie como tutor, bueno, Konny prácticamente no tendría uno, por ser ya mayor de edad, sería yo el que ocuparía uno en dado caso de que Konny no pasara la prueba. Y para mala suerte mía ese día, Konny no llegaba a casa aún.
Me levanto para ir a la cocina y preparar algo de comer, cuando justo en ese momento veo a Sebastián entrar a la sala, pero solo a él. Frunzo el ceño.
-¿Y Konny? – le pregunto preocupado ¿estará tan enojado conmigo que no quiere ni verme?
-No lo sé, se fue al sótano sin decirme nada – deja salir Sebastián contrariado.
-¡Genial! – murmuro, ¡otra vez está enojado! - ¿Qué le dijiste? – bien, quizás el culpable no sea Sebastián, pero se siente bien culpar a alguien más.
-¿Por qué? – me pregunta ceñudo, parece que funciona.
-Siempre se va ahí, cuando se enoja – le aclaro.
-¡No estaba enojado! – se queja.
-¡Claro que sí! Cuando lo está siempre se va ahí, ¡lo hace desde aquella ocasión cuando Spencer vendió el ‘Lemus Cinema’ de la capital! Ese día estaba muy, muy enojado.
-No… no estaba enojado – murmura.
-¿Por qué estas tan seguro de ello? – le pregunto entrecerrando los ojos.
-Por sus ojos…
-¿Qué? – dejo salir y espero que no venga otra vez con la misma historia, de que: “sus ojos son más bonitos que los tuyos”
-Tenía ese semblante triste, Teddy.
-¿Qué semblante? – pregunto confuso ¿de qué demonios habla?
-Su mirada era de tristeza… no de enojo – y con ese comentario se fue Sebastián de la casa dejándome más confundido que nunca ¿será cierto? ¿Mi hermano está triste? ¿Será, por lo que le dije de su comida?
Parecía león enjaulado yendo de un lado a otro frente a la puerta, pero Konny no aparecía. Si su objetivo era asustarme, lo estaba consiguiendo y muy bien.
-¿Por qué no lo esperas en la sala? – me sugirió Lali, haciendo que me sobresaltara pues no la había oído llegar, y a la vez deteniendo mi caminata.
-No llega – recuerdo haberle murmurado preocupado.
-Lo hará – dejó salir Lali – tu hermano no te fallará, te prometió que estaría a tiempo ¿no? – yo asentí con la cabeza, un poco apesadumbrado.
Estaba nervioso ¿ya lo había dicho? Creo que sí, Lali se había ido a la cocina para terminar de preparar la comida y yo había regresado a vigilar la puerta. Ni dos minutos llevaba cuando la puerta se abrió.
Doy un suspiro largamente.
Ya pasó mucho tiempo y mi hermano no aparece, además ya me ha recalcado que su ausencia no es motivo para que yo no coma, así que me dirijo a la cocina para ver qué demonios comeré. Además, cuando Konny regrese de su ‘refugio’ también tendrá hambre, así que mejor prepararé comida para ambos, ¡Genial! Me exprimiré el cerebro para ver qué demonios voy a preparar de comer.
La puerta se abrió dando lugar a un Konny que venía agitado.
-¡Llegas tarde! – Recuerdo haberle gritado enojado, aunque por dentro estaba más tranquilo – No tardan en llegar y si no estás listo…
-Lo sé – me dijo entrando y corrió directamente a su habitación, llevando unas bolsas en sus manos.
En menos de un minuto Konny ya estaba listo. Se había duchado, se puso un traje y mientras murmuraba algunas cosas, inspeccionaba la casa, a pesar de que Lali le había asegurado que todo estaba en orden.
Llegaron nuestro visitantes, que resultaron ser dos trabajadoras sociales, si minutos atrás estaba nervioso en esos momentos lo estaba aún más, pero mi hermano me pasó la mano por mi hombro y me sonrió.
-Todo estará bien, te lo prometo – me dijo – confía en mí – aún no sé cómo demonios le hace, pero cada vez que me dice ‘confía en mí’, sea la situación en la que estemos, en verdad logra tranquilizarme.
La inspección tardó media hora, las trabajadoras sociales prometieron regresar con los resultados en tres semanas. Yo estaba contento, al parecer una de ellas, reconoció puntos favorables en mi hermano, sobre el mantenimiento de la casa y hacia conmigo.
Con eso me sentí más relajado y comí a gusto, pero me di cuenta que mi hermano no había bajado al comedor, así que fui a buscarlo a su habitación, pero no estaba, bajé a la sala algo confundido, normalmente Konny me avisa cuando sale y esa vez estaba seguro que no me había dicho que iba a salir.
-¡Lali! ¿Has visto a mi her… mano? – lo ultimo lo dije en un susurro, pues justo en esos momentos lo había encontrado.
Resulta que Konny estaba en la sala, según él ‘viendo televisión’, digo ‘según’ porque dormía. Se le veía cansado, con toda la pena del mundo, me vi obligado a despertarlo para que se fuera a dormir en su habitación, pues allá estaría más cómodo. Todo somnoliento se fue a su cuarto con mi ayuda.
Se dejó caer en su cama, yo me reí, no quería hacerlo, pero se veía divertido. Le quité los zapatos y la apretada corbata. Me murmuró un ‘gracias’ antes de quedar profundamente dormido, nuevamente.
-Gracias a ti, por cumplir tú promesa…
Recuerdo que le murmuré antes de salir de su habitación.
Ahora que lo pienso… nunca le pregunté el por qué llegó tarde ese día. Seguramente asuntos del ‘Lemus Cinema’. En fin, la comida ya está lista, así que esperaré a que Konny llegue y así comeremos juntos.
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