Obsesión
Capitulo Diecinueve:
Descubrimientos
Correr.
Era lo que Ronald Weasley hacía desde minutos atrás, correr,
alejarse, irse lo más lejos de aquella escena que le causaba malestar, enojo,
repulsión. Sentimientos encontrados lo invadían en mente y alma, sentimientos
de los cuales quisiera desprenderse, pero no podía, porque ¡maldición! Aún lo
amaba y era incapaz de poder desearle mal.
Pero, ¿qué podía hacer en contra de ese sentimiento?
¿Olvidarlo?
Jamás. No podría.
El pelirrojo corrió sin parar hasta llegar a la Torre
de Astronomía. Se detuvo en el marco de la puerta. Su respiración era agitada,
de un momento a otro le comenzó a faltar el aire, sus piernas le temblaban por
la recién corrida y gruesas lagrimas escurrían por sus pálidas mejillas. Y
entonces ya no pudo más, se dejó deslizar por el marco hasta quedar sentado,
mientras se bombardeaba de preguntas, a las cuales nunca sabría darle una buena
respuesta.
Cerró fuertemente los ojos, pero aún podía ver perfectamente
aquella escena, a Blaise abrazando a Francis, a Blaise besando a su profesor… y
a Francis sonriéndole satisfecho, demostrándole que le había ganado, que le
había quitado a Blaise.
¿Blaise y Francis se amaban? ¿Desde cuándo andaban juntos?
¿Lo terminó por él? ¿Cómo pudo haberle hecho eso a su propia madre? Porque después
de todo, Francis seguía siendo el esposo de la madre de Blaise.
[…]
Neville subió al expreso seguido de su novio Theo,
buscó un compartimento vacío y se metió en éste. Mientras su
novio Slytherin subía su equipaje en la rendija de arriba, Draco Malfoy
entró murmurando un sin fin de improperios, que si hubieran sido escuchados por
su madre, se hubiera ganado un buen castigo.
-¿Draco? – le llamó Neville al ver que el aludido se sentaba
y cruzaba los brazos.
-¿Ahora qué? – le interrogó Theo, al ver a su amigo
mirar hacia la ventana sin ver nada en realidad.
-¡Cómo que “ahora qué”! – se quejó el rubio,
Theo enarcó una ceja.
Draco se mordió el labio inferior indeciso si decirle
o no lo que le ocurría, pero Theo al no ver respuesta de él, se sentó y comenzó
a leer un libro.
-¿Y Harry? – le preguntó Neville, justo cuando el tren
daba una sacudida para comenzar a andar.
Draco gruñó y tomando desprevenido al Gryffindor, se levantó
hasta quedar frente a él.
-A tu “amiguito” al parecer no le importan mis
planes, porque ya había decidido irse a la Madriguera y pasar la Navidad allá –
gruñó, Neville se limitaba a verlo, sorprendido.
-Ya habías decidido ir a mi casa, Draco – dejó salir
Theo, sin despegar la vista del libro – no sé por qué le reclamas a Harry si al
final, hiciste lo mismo también.
-¡Pero aun así, Harry debió haberme consultado antes!
–Siguió gritando el rubio – además… – con la punta de su dedo índice, comenzó a
picotear a Neville en el pecho – me invitó a ir con él como último recurso,
¡Qué piensa! ¿Qué soy plato de segunda mesa?
-Draco – gruñó Theo, extendiendo su brazo y deteniendo
así la mano que picoteaba a su novio – ve a descargar tu frustración a otra
parte y… ¡Harry! – Exclamó en cuanto vio al aludido entrar con ellos — ¿podrías
hablar con Draco?
Harry solo se limitó a asentir, Theo tomó a su novio
de la mano y salió del lugar dejándolo solos.
[…]
Kingsley, el ministro de magia, se encontraba en su oficina
leyendo detenidamente un informe, en su cara se reflejaba la preocupación. Leyó
por quinta vez y solo entonces sacó una conclusión.
-Algo anda mal.
-Señor ministro, con todo respeto – se excusaba
Gawain, el jefe de aurores – eso ya se lo había dicho.
-Entonces el prisionero Anthony Olsen ya ha declarado bajo
los efectos del Veritaserum y la Legeremancia, y también han analizados sus
recuerdos.
-Así es.
-Y estas son sus conclusiones.
-Sí, señor.
-¿Está usted seguro, Robards? – insistió Kingsley.
-Totalmente señor, Francis Morseferth ha estado haciendo
más que capturar a sus presas, ha estado abusando de ellas… sexualmente.
El Ministro de Magia, negó con la cabeza, aun no creyendo
que uno de los mejores aurores fuera capaz de hacer algo así.
-Hay algo más, señor – en el jefe de aurores, también se
apreciaba la preocupación – al parecer Morseferth investigaba sobre el caso de
Rose Zabini, cuando capturó a Olsen.
-El caso de la señora Zabini se le asignó hace meses y
a Olsen lo capturó hace dos años y medio – confesó el ministro – ¿Por qué había
estado investigando desde ese entonces?
-No lo sé, pero no es buena señal, señor.
-Robards, tráeme el expediente de Francis Morseferth, necesito
saber el porqué de todo este misterio.
-Enseguida señor.
El jefe de aurores se dirigió a la salida, ante la mirada
preocupada del Ministro de Magia.
[…]
[Blaise Zabini]
Mis amigos hace rato que se
han ido en el expreso, creyendo en la gran mentira que les dije, respecto a
cómo me iría yo a mi casa. Aún sigo pensando en lo que les diré cuando regresen
y se enteren que nunca me fui.
Me dejo caer resignadamente
en la cama de Theo, mientras pienso en mi lindo Bilius ¿Qué irá hacer en
Navidad ahora que yo ya no soy parte más de sus planes? ¿Cómo estará?
Desde esa vez que nos vimos
en el pasillo, ya no lo volví a ver, ni en la cena de ayer ni en el desayuno de
hoy ¿se habrá enfermado? O ¿estaría con Terry?
Frunzo el ceño al ver el
libro de DCAO de Theo que esta sobre el buró. Estiro la mano
para agarrarlo. Aún recuerdo el cómo fue que lo recuperó, fue ese día que
Francis decidió inculpar a Bilius en el supuesto “robo” de su poción y el día
en que me obligó aceptar el Pacto Mágico.
Decido regresar a su lugar
el libro, pero en el trayecto se ha caído un pedazo de foto, al levantarla me
he dado cuenta que esta rasgada y…
-Somos Theo y yo…
¡Qué extraño!
Se supone que en esta foto
también sale Draco y…
La voz de Theo me invade.
“Blaise, ¿recuerdas la foto que nos tomamos en la
primera reunión de La Orden del Fénix? ¿Qué hiciste con ella?”
Ahora la voz de Draco es la
que ocupa mi mente.
“Solo por curiosidad ya ves que la mía la tengo en la habitación
y Theo también, pero en su propio mueble, y no sabemos el destino que tuvo la
tuya, eso es todo”.
Desvío mi mirada hacia la
cama de Draco y efectivamente ahí está la foto de él, no estoy muy seguro si
quiero invadir la privacidad de Theo, pero esto es importante, así que haciendo
caso omiso de mis remordimientos de conciencia abro la gaveta del buró de mi
amigo, donde efectivamente me he encontrado con la foto de él, entonces…
¿Esta foto es la mía? Pero
¿cómo demonios llegó acá?
¡Un momento! ¡Sé cómo ha
llegado acá! ¡Francis!
-¡Demonios!
Esto es más serio de lo que
creí. Pero ¿por qué quitó a Draco de la foto? ¿Por qué nos dejó a Theo y a
mí?
Entorno los ojos al
recordar que Francis casi pudo hacerse de Theo en una ocasión, lo cual me
inquieta más ¿Francis aún tiene en mente hacerse de Theo? Aunque pensándolo
bien, no puede hacerlo, aún está el Pacto de por medio, ¿cierto?
Suspiro pausadamente,
mientras cierro los ojos, dejando a un lado el libro.
Lo saben, Draco y Teo saben
de la foto, por eso me preguntaron sobre mi foto. Debo hacer algo para que
dejen de investigar sobre ello y…
-Hola Blaise
– escucho la voz de Francis. Abro los ojos y lo encuentro frente a mí.
-¿Qué…?
-Te extrañaba
– me dice mientras se posiciona arriba de mí y comienza a besarme el cuello.
-Francis…no… - el
profesor me fulmina con la mirada advirtiéndome del “no” que le acabo de decir.
No me queda de otra que dejarme hacer…
[…]
Estaba en un compartimento solo, aprovechando que Harry
estaba haciendo las paces con Draco, él se había escabullido de Neville (el
cual lo había invitado al compartimento junto con Theo), no quería toparse con
nadie relacionado con Blaise, sinceramente no sabía cómo reaccionaría ante él,
no después de haber presenciado aquella escena.
-¿Te escondes? – escuchó a Terry preguntarle tímidamente
desde la puerta.
-Pasa – le dijo sonriéndole amablemente… o al menos eso
intentó.
-Ahora que hizo el tarado ese – le preguntó con
cierto reproche.
-¡Oye! – se quejó Ron.
-Aún lo quieres, ¿cierto?
-No quiero hablar de eso – musitó el pelirrojo.
-Está bien – fingió desinterés.
-La Red Flú estará abierta desde temprano – le comunicó
el pelirrojo, después de un rato, viéndolo a los ojos.
-Gracias.
-No tienes que darlas – dejó salir.
-No lo digo por eso – aclaró – lo digo por invitarme y
por escucharme.
Ron lo vio de manera confusa, algo dentro de él iba naciendo,
era un nuevo sentimiento hacia el chico Ravenclaw, no se lo podía explicar, era
muy confuso aún, pero sabía que Terry ya no le era tan indiferente y eso
le aterraba en demasía.
¿Acaso ya estaba olvidando a Blaise?
No lo sabía, sin embargo, ahí estaba ese nuevo sentimiento,
aquel que hacía que su corazón latiera demasiado rápido, que su cuerpo se
tensara perceptiblemente, que su nerviosismo saliera a flote. Todo eso que le
ocurría era solo por una persona, Terry.
El pelirrojo pasó saliva trabajosamente, se acercó lentamente
al chico Ravenclaw, el cual también lentamente se había acercado hacia a él,
ambos juntaron sus frentes, sus bocas se rozaban inconscientemente, habían
cerrado los ojos, cada uno podía sentir la respiración del otro muy cerca.
Finalmente, Ronald Weasley fue el que dio el primer paso, unió sus labios a los
del otro chico. Dando comienzo a un beso lento, pero lleno de sentimiento sin
duda, por parte de ambos. Finalmente fue Terry el que interrumpió el beso.
-No lo hagas… — murmuró el Ravenclaw de manera jadeante.
-¿Qué? – musitó Ron abriendo los ojos lentamente.
-No juegues conmigo – le pidió – no sé cómo ocurrió,
pero me gustas y mucho.
-Yo…
-Sé que aún sientes algo por Zabini – el pelirrojo bajó
la mirada – y sé que no dejarás de hacerlo de la noche a la mañana, por eso te
pido que no juegues conmigo – le dijo separándose de él.
-No lo hago – confesó viéndolo a los ojos – es verdad
aún siento algo por él, sin embargo, hay algo de ti que me atrae, no sé cómo
explicarlo – le sonrió tímidamente – me gustas.
[…]
Draco llevaba un rato con los brazos cruzados viendo hacia
la ventana, mientras Harry le lanzaba miradas de ‘perrito apaleado’ para
lograr así su ‘disculpas’.
-Draco – le llamó – no quiero irme a la Madriguera sabiendo
que aún sigues enojado conmigo, por favor…
El aludido volteó a verlo aún fulminándolo con la mirada.
Harry tragó saliva, solo al pensar que Draco se comportaba así por algo que
prácticamente no tenía importancia, sin embargo no pudo imaginarse el
cómo se sentiría si se enterara de lo otro, de aquello que
involucraba a Michael Corner.
-Esto no hubiera pasado si me lo hubieras dicho desde el
principio – se quejó Draco.
-Tú también tenías planes – dejó salir no queriendo la
cosa, sin embargo, el semblante que en esos momentos Draco le enviaba, le indicó
que ese no era el camino que debía seguir si quería hacer las paces – de acuerdo,
haremos esto, como cada uno de nosotros estamos acostumbrados a ser de alguna
manera independiente en cuanto a tomar nuestras decisiones, tenemos que
consultarnos antes de aceptar alguna invitación o hacer planes ¿de
acuerdo?
-Si me estas echando en cara el asunto de Blaise, de una
vez te digo que…
-No, entiendo que en esa ocasión fue algo de última hora
– se apresuró a decir el ojiverde - ¿Qué te parece si hacemos borrón y cuenta
nueva en cuanto este asunto?
Draco enarcó una ceja, lo dudó unos instantes, pero al
final le sonrió.
-De acuerdo – dijo finalmente.
Harry suspiró aliviado, aunque aún sobre su conciencia
no descansaba el asunto de Michael Corner, pero no tenía que decir nada si el otro
chico no lo decía ¿cierto? Además, si Draco no lo sabía ¿Por qué decírselo y
causarle dolor?
-Te amo – le dijo Harry abrazándolo.
-Y yo a ti – le dijo Draco, dándole un casto beso.
Suerte que Draco estaba a espaldas de la puerta, justo
en el momento del abrazo, Michael pasaba y por una milésima de segundo Harry
pudo ver un brillo en sus ojos, un brillo de satisfacción. Harry tragó saliva y
haciendo caso omiso de aquel chico le dio un beso a Draco, para darle a
entender al Ravenclaw, que aquello que ocurrió entre ambos solo fue un desfogue
y nada más.
-Por cierto – habló Draco más tranquilo separándose de
Harry – aún no me has contado qué hiciste ese día cuando me fui a Hogsmeade con
Blaise y Theodore.
-Extrañarte – dijo con una gran sonrisa, su corazón
latía más rápido de lo normal – solo extrañarte.
[…]
El Ministro de Magia se encontraba analizando
nuevamente las conclusiones a las cuales había llegado Robards, aún no podía
creer que Francis Morseferth fuera ese tipo de persona, pero tal parecía que
todo apuntaba a ello, todo.
-Señor – le llamó Robards al entrar en su oficina –
tenemos nuevas referencias sobre el caso de Morseferth.
-¿Y bien?
-Morseferth desde hace dos años y medio, ha estado
investigando a los familiares de los que alguna vez fueron esposos de Rose
Zabini, aunque eso no dice mucho, los familiares a los que me logré contactar
solo han dicho que Morseferth les hizo preguntas rutinarias.
-Eso no tiene sentido – dejó salir Kingsley.
-Lo sé, pero la madre de Marshall Deep, dijo que
Morseferth fue a interrogarla junto con su compañero de trabajo.
-¿Compañero?
-Así es, un tal Cole Flint.
-No hay ningún registro de un Cole Flint entre los
aurores – aclaró el Ministro.
-Exacto, busqué entre la base de datos y al parecer es
un primo lejano de Morseferth.
-Esto sigue sin tener sentido. Morseferth debe tramar
algo o no dejaría pistas para descubrirse así de fácil – el jefe de aurores iba
a reclamar con el concepto que el ministro le daba a la palabra “fácil” pues le
había tomado dos años y medio para llegar a la conclusión de su informe sobre
Morseferth y una semana para reunir aquella información nueva.
-Y no creerá a dónde apuntan las nuevas conclusiones.
-¿Qué quieres decir?
-La señora Deep, confesó que un día a otro su hijo
desapareció de la nada, como podrá verlo aquí – Robards le entregó el informe
del tercer difunto esposo de Rose Zabini. Marshall Deep –aún no comprende cómo
fue que su hijo le dejó toda su herencia a Rose, si se iba a ir para no regresar.
-O quizás no se fue, quizás fue asesinado – pensaba
Kingsley.
-El caso fue resuelto y la viuda de Zabini, es
inocente.
-No me refería a ella, siempre ha salido ilesa de las
misteriosas muertes de sus esposos, es por ello que se abrió el caso para investigar
sobre ello.
-Entonces ¿por Morseferth? No lo creo – concluyó
Robards – pero si encontramos a Marshall podemos averiguar muchas cosas, una de
ellas, el por qué no murió.
-Pero ni siquiera se sabe que está vivo.
-Sí lo sabemos – dijo triunfante Robards, el ministro
enarcó una ceja – hace seis meses fue visto en Hogsmeade.
-Entonces hay que buscarlo, tienes mi autorización,
pero esta vez que se encarguen los Inefables.
-De acuerdo, señor – Robards se levantó de su
lugar e indeciso si decir lo siguiente, se quedó parado.
-Hay algo más ¿cierto?
-Sí, encontré algo de los apuntes de Morseferth, que
estaban muy protegidos, por cierto, y también Olsen lo mencionó en una ocasión,
aunque ahora ya no lo recuerda mucho.
-¿Qué quieres decir?
-Morseferth estaba interesado en ‘alguien’ en
especial.
-¿En quién?
-En el hijo de Rose Zabini.
-¿Estás seguro?
-Olsen lo dijo en su primera declaración con el
Veritaserum, sin embargo, cuando se usó la Legeremancia en él, no encontramos
ningún recuerdo, solo paredes blancas, como dice el informe.
-Paredes blancas como resultado de un Obliviate
¿cierto?
-Sí.
-Y Olsen no recuerda nada de eso.
-No, ni siquiera recuerda si lo mencionó la primera
vez.
-¿Y dices que los apuntes de Morseferth…?
-En realidad es un pedazo de pergamino, que estaba
relegado en su oficina, como si se hubiera caído y dejado olvidado, sin embargo
tenía un hechizo para que no se leyera tan fácilmente, Morseferth fue muy
meticuloso en sus investigaciones y una manera de tener seguros sus datos usaba
varios hechizos de protección y este pedazo de pergamino no fue la excepción.
El ministro suspiró largamente.
-Hoy es Navidad, se supone que deberíamos estar
celebrando – Kingsley hablaba de manera cansada – haremos lo siguiente, hoy
antes de irte, mandarás un comunicado a la señora Zabini para que venga de
carácter urgente el día veintiséis de este mes, a Bode y Croaker les darás el
informe y el expediente de Morseferth y Olsen para que comiencen la
investigación lo más pronto posible y así encuentren a Olsen.
-De acuerdo y en cuanto a Morseferth ¿hay indicaciones
para él?
-Por lo pronto no, no podemos ponerlo en sobre aviso
que lo estamos investigando.
-Perfecto.
[…]
Desde muy temprano, la familia Weasley se había
levantado para preparar las cosas para la cena de esa noche, como era costumbre
Arthur Weasley se había ido al ministerio junto con Fred, prometiendo llegar
temprano y ayudar. Charlie ese año había decidido irse junto con su novia y su
familia, al igual que Bill, pues le había prometido a Fleur ir a Francia con su
familia. George decidió llegar en la hora de la cena, así que prácticamente los
preparativos estaban en manos de Molly, Ginny, Ron y Harry, los cuales ya
estaban metidos en sus respectivas actividades, los dos últimos habían
decidido desgnomizar el jardín.
-Emh ¿Ron? – llamó Harry distraídamente.
-¿Sí?
-Nada – dijo finalmente lanzando un gnomo hacia las
afueras del jardín de la Madriguera.
-Harry – gruñó el pelirrojo.
-Olvídalo – le dijo sentándose en el pasto.
-¿Qué hiciste? – le preguntó el pelirrojo tanteando el
terreno y sentándose a su lado.
-¿Qué te hace pensar que hice algo mal? – se quejó el
ojiverde.
-Tu tono, créeme te conozco más de lo que crees.
-Te escuchaste igual que Hermione – dijo divertido el
ojiverde.
-¿Crees que venga?
-Lo prometió ¿lo recuerdas?
-Hace mucho que no sabemos de ella – dejó salir
melancólico el pelirrojo – y han pasado muchas cosas desde entonces.
-Sí – murmuró Harry – por cierto ¿tu familia sabe…? –
no supo cómo continuar esa pregunta.
-No, pero lo sabrán cuando llegue mi invitado especial
– le dijo sonriente.
-No creo que salir con Terry sea la solución – le
reprochó.
-Ahora el que parece Hermione eres tú, además, eres el
menos indicado para decirme con quién andar o no – le dijo ceñudo el pelirrojo.
-¿Por qué dices eso? –preguntó entornando los ojos,
creyendo que su amigo sabía de su pequeño “secreto” que involucraba a Corner.
-Por nada, solo que seguramente Malfoy te lo dijo
¿cierto?
-No, pero tú aún sientes algo por…
-Ya terminamos aquí ¿entras?– Harry abrió la boca para
replicar, pero luego la cerró, su amigo ya había dado por terminado el tema al
levantarse y dirigiéndose a la casa.
Harry lo siguió en silencio, pero justo al entrar en
la cocina, Ron se dio la vuelta.
-Quiero intentarlo – le dijo. Harry parpadeó nervioso
– Blaise está saliendo con alguien más ¿Por qué yo no? – fue lo único que dijo,
se dio la vuelta y continuó caminando. Era la primera vez que pronunciaba el
nombre de él desde aquella ocasión cuando confesó que habían terminado, y se
sintió extraño.
Por otro lado Harry se sorprendió por la repentina
confesión de su amigo, así que Blaise ya estaba saliendo con alguien más, se le
hizo extraño que Draco no le hubiera confesado esa parte, pero ambos habían
acordado no hablar del asunto de sus amigos, cada uno apoyaría al suyo y
probablemente terminarían enojados por lo mismo, así que el asunto de Blaise y
Ron, en cuanto a su relación, estaba prohibido como tema.
-¡Harry! – El ojiverde se sobresaltó al escuchar el
llamado de la señora Weasley desde la sala – ya llegaron sus invitados ¿podrías
llamar a Ron?
“¿Invitados?”
Harry se extrañó al escuchar aquella palabra en
plural, si no le fallaba la memoria, Ron le había dicho que invitaría a Terry,
pero no le había dicho de alguien más, así que siguiendo su impulso de
curiosidad avanzó hacia la sala donde encontró al Ravenclaw recién salido de la
chimenea.
-Harry, recibe a Terry y a su amigo por favor – le
pidió Molly al pasar a su lado – iré a hablarle a Ron.
-Su ¿amigo?
-Hola, Potter – saludó Boot.
Harry le iba a responder, cuando nuevas llamas verdes
invadieron la chimenea, haciendo aparecer a un nuevo invitado, Michael Corner.
-¿Corner? – preguntó Harry entornando los ojos.
-¡Hola, Ron! – Saludó Terry con una sonrisa radiante
al ver al pelirrojo frente a él – espero que no te moleste haber traído a un
amigo, llegó a la casa de improviso y pues…
-No hay problema – respondió Ron, haciendo un
movimiento de mano para restarle importancia.
-Hola, Weasley – saludó Corner –
Potter.
-Pasen chicos – invitó el pelirrojo conduciéndolos al
jardín, donde ya habían acomodado algunas mesas y sillas.
-Será una Navidad interesante ¿cierto Potter? – le
susurró Corner al pasar a su lado, en cambio Harry solo lo fulminó con la
mirada, aunque por dentro estaba más nervioso de lo que quisiera admitir.
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