El muchacho de ojos tristes
Capitulo Dieciséis: Una cruel verdad
[Teddy]
Me he quedado quieto por un buen rato esperando la respuesta de Sebastián, quizás el besarlo no fue la mejor forma de confesarle algo tan importante. Quizás ahora él, haga lo mismo que le hizo su compañero de laboratorio y comience a evitarme.
Su silencio es una tortura.
Salgo de su auto rápidamente. Escucho que me llama, pero aún así no me detengo, no quisiera ver su cara de decepción y su mirada de desprecio, después de todo él aún sigue enamorado de ese chico, que no recuerdo su nombre.
-Teddy – me llama agarrándome del brazo.
Nuevamente soy Teddy para él…
-Está bien Sebastián… yo…
-Escúchame ¿bien? – me pide y yo asiento con la cabeza, pero sin mirarlo a los ojos – me has tomado desprevenido todo este tiempo, no es la mejor excusa, pero así es. Teddy yo…
-No lo digas – le interrumpo viéndolo finalmente a los ojos – a ti todavía te gusta ese chico ¿no? Tu ex compañero de laboratorio – él arruga la nariz confirmándome la pregunta.
-Lo siento Teddy… — me encojo de hombros.
-¿Me vas a evitar?
-No – me dice con una sonrisa, sobresaltando sus hoyuelos.
-No se lo digas a…
Un ruido que proviene de la casa, nos llama la atención.
-¿Qué…? – pregunto algo asustado, se supone que no hay nadie en la casa ¿cierto?
Sin esperar a más me voy directo a la casa, entro por el lado de la cocina, donde los ruidos se escuchan más fuertes.
-¡Teddy! – Me llama Sebastián deteniéndome de los hombros – espera, pueden ser ladrones.
-¡Ladrones! – exclamo asustado, viendo la puerta que nos separa de la sala.
-Así es como me gustas más… quietecito… - dice una voz, que proviene de la sala… esa voz…
-Spencer… —musito, mientras veo a Sebastián.
-¿Spen… Spencer…? – Me pregunta Sebastián, pero hay algo en él que me pone nervioso, de pronto se ha puesto pálido y puedo ver su respiración un poco alterada – espera aquí – me dice mientras tembloroso se dirige hacia la sala.
Pero soy incapaz de hacerle caso, algo dentro de mi dice que algo no está bien, que algo muy malo va a pasar o que está pasando, no lo sé… es una sensación extraña.
Y no me he equivocado…
Jadeo ante lo que estoy viendo.
Spencer está… ¿él está…?
Y mi hermano… Konny… él… él…
-¿Qué demonios haces aquí? – escucho a Spencer, que está arriba de mi hermano, reclamarle a ¿Sebastián? ¿Spencer conoce a Sebastián?
-¡¿Spencer?! ¡Tú! ¡Siempre fuiste tú! – ahora Sebastián es el que le reclama a Spencer.
Quizás sea el shock o por la información que estoy procesando, pero estoy seguro que Spencer llamó en algún momento a Sebastián ‘Hijo’ y a Sebastián reclamarle algo. No lo sé…
-Sebastián… —Le llamo, o eso creo, no estoy seguro.
Puedo escuchar a lo lejos a Sebastián pelear con Spencer, mientras avanzo hasta donde esta mi hermano y a la vez vagos recuerdos me invaden…
“¡Spencer te busca a ti no a mí! ¿Por qué no le das de una vez lo que quiere? ¡Así nos dejará en paz!”
Konny se encuentra tirado en el piso…
“… algunos chicos le llaman ‘El muchacho de ojos tristes’”
Tiene una herida en la cabeza…
“Si no me dices dónde encontrar a tu hermano… tu ocuparás su lugar”
Otra en el labio…
“Tenía ese semblante triste… Teddy…”
Esta… solo en bóxer…
“Teddy ahhhh. No, no te muevas así ¡cielos! ¡Hasta en eso te pareces a tu hermano!”
Tiene moretones y rasguños en su torso desnudo…
“Lindos ojos, igual a los de tu hermano, me pregunto… ¿tus labios también son igual de deliciosos?
-Konny… — lo llamo. Solo entonces me doy cuenta que estoy arrodillado a su lado.
“Su mirada era de tristeza… no de enojo”
-Lo siento mucho… — puedo sentir cómo mis lagrimas caen sin control alguno – perdóname, yo no… — no puedo continuar, siento un nudo en la garganta que me impide hablar.
-¡Spencer! – escucho la voz del Sr. Cooper y de alguna manera me siento seguro. Sebastián había dicho que faltaban pruebas para denunciar a Spencer y el Sr. Cooper podrá verlas y no habrá…
Entorno los ojos ante lo que veo, el Sr. Cooper… ¿Por qué viene de las habitaciones? ¿Por qué también esta solo con ropa interior?
Cierro los ojos resignadamente.
El Sr. Cooper está con Spencer… todo este tiempo estuvo del lado de Spencer…
¿Quién más está unido con Spencer? ¿De quién más me debo de cuidar?
-¿Pero…? ¡Teddy! – me llama el Sr. Cooper y yo siento pánico, por primera vez me siento solo, desarmado… indefenso, pequeño. Me aferro al cuerpo de mi hermano inconsciente.
No sé por cuánto tiempo he estado en esta posición, solo sé que no dejaré que nadie más le haga daño a mi hermano, nadie.
Minutos atrás Sebastián me dijo que llamaría a la policía y a una ambulancia, mientras me daba una sábana para tapar a mi hermano. También me dijo que todo iba a salir bien. Pero no le creí, no lo haré hasta que mi hermano este despierto y me sonría como siempre lo hace.
Siento una mano en mi brazo y veo a un chico, que al parecer es uno de los paramédicos.
-Hazte a un lado niño – me dice mientras me hace a un lado – voy a…
-¡No! – Le grito, sin moverme – ¡No lo toque! ¡Aléjese de él!
-Escucha, niño – suspira largamente el tipo - ¿Cómo demonios quieres que lo cure si…?
-¡Usted no lo va a tocar! – Le reclamo - ¡No lo vea! ¡Váyase! – termino por correrlo y me tranquilizo un poco al ver que se está yendo.
-Nadie te hará daño, Konny – le murmuro a mi hermano, mientras le acaricio con mi mano, su mejilla – te lo prometo…
-Teddy… — me llama Sebastián, cuando lo volteo a ver, puedo observar que él también a estado llorando, pues trae los ojos rojos y su voz suena cansada – tienen que llevar a Konny al hospital para curarlo.
-Él, no – le respondo mientras veo al paramédico.
-¿Yo si puedo? – escucho a alguien preguntarme frente a mí. Veo a una señora que se me hace vagamente familiar - ¿Teddy? – Parpadeo un par de veces, volteo hacia donde esta Sebastián.
-Es la doctora Helen… ¿no la recuerdas?
Veo a la señora y se me viene a la mente el recuerdo de una clínica…
-Quiero ir en la ambulancia – le digo a Sebastián.
-Claro – me responde.
Ese día era domingo, en la mañana cumpliendo con la ‘Rutina Dominguera’, Konny y yo habíamos discutido. Como siempre, me había quejado de su desayuno y él había salido de la cocina enojado.
Normalmente, aunque discutiéramos, mi hermano siempre era puntual en las horas de la comida, sin embargo ese día, no lo fue, por primera vez, desde que ya vivíamos solo, esa fue la primera vez que no había llegado a la hora de la comida. Yo me preocupé.
Puse la mesa para ‘matar tiempo’, pero aún así Konny no llegaba, así que salí a buscarlo. Fui a su habitación pero no estaba, fui a la sala y obtuve la misma respuesta, por ultimo fui a aquella terrorífica alberca, pero no se veía. Con todo un mar de contradicciones, me asomé por la orilla de la alberca, para saber si mi hermano estaba sumergido en ella, pero no lo estaba.
Eso me preocupó más.
-¡Vamos! – Escuché la voz de Konny del otro lado de la piscina, estaba en el jardín con Sebastián, teniendo un encuentro de Esgrima - ¡Es todo lo que tienes!
-¡Claro que no! – le había respondido Sebastián.
Verlos de alguna manera me tranquilizó, pues comprendí que la ausencia de mi hermano se debía a la partida de Esgrima que estaba teniendo con su mejor amigo, y no porque estaba enojado conmigo.
Ambos suelen pasar horas y horas practicando ese deporte, son muy buenos… aunque la mayoría de las veces Sebastián sale perdiendo.
Estaban tan entretenidos en su combate, que no se daban cuenta que cada vez se acercaban a la piscina, vi a Konny hacer un movimiento en falso y casi caer en ésta.
-¡Cuidado! – recuerdo haberles prevenido, pero justo en el momento de advertirles di un paso adelante, olvidándome que yo me encontraba en la orilla de la piscina, así que caí.
Solo recuerdo que fue cuestión de segundos para estar dentro de la piscina, el miedo me invadió. La última vez que estuve dentro de esa piscina fue cuando Spencer me había sumergido y me había obligado a ocultarle a mi hermano ‘las encerradas en el sótano’.
Intentaba inútilmente elevarme con mis manos y mis pies, el aire comenzó a faltarme y la desesperación aumentó cuando involuntariamente abrí la boca y mis pulmones comenzaron a llenarse de agua.
Lo que sucedió después es un poco extraño. Escuché voces que me decían ‘Vamos respira’ antes de que algo rozara mis labios. Después supe que mi hermano me dio respiración de boca a boca, para reanimarme.
Tosí varias veces mientras escupía agua. Parpadee varias veces para poder tener una visión más clara del panorama. Al primero que vi fue a Sebastián parado justo frente a mí con una mirada preocupada y a un lado de mí, arrodillado, estaba Konny todo mojado, aún escurriéndole agua de sus cabellos oscuros, con la respiración agitada y viéndome también preocupado.
-Me has dado… un tremendo susto Teddy – me dijo con voz entrecortada, yo solo lo abracé.
-No venías a comer – fue lo único que le dije.
-Lo siento…
Hace media hora que llegamos al hospital. Después de que metieron al cuarto a mi hermano y haberme asegurado que solo lo atenderían las doctoras y las enfermeras, me quede en la Sala de Espera junto con Sebastián.
El cansancio me está venciendo, pero no me dormiré ¿Y si Spencer regresa? ¿Y si se escapa de la cárcel? ¿Y si viene por Konny?
-¡Ey! – Me llama Sebastián – deberías descansar…
Niego con la cabeza.
-Konny me necesita – le digo tallándome los ojos.
-Claro, pero también necesitará a un hermano sano – me confiesa.
-Cuando yo estuve en el hospital, Konny estuvo todo momento conmigo, yo haré lo mismo – le aclaro.
-¿Y recuerdas lo que le ocurrió después? – Volteo a ver a Sebastián de manera extraña.
Claro que recuerdo lo que le ocurrió, mi hermano sufrió un colapso y lo tuvieron que internar.
-No me van a internar – le digo ceñudo.
En esos momentos llega la doctora y nos dice que ya podemos pasar a ver a Konny. Entramos.
Han transcurrido dos días.
Y desde ese tiempo no me he despegado de mi hermano, he de confesar que he dormido muy poco y me siento cansado, pero esto no me detendrá ni me separará de él. También desde hace dos días Konny no ha despertado y eso me preocupa.
-¿Por qué no despierta? – le pregunto a Sebastián en un murmullo.
-Pronto lo hará, no te desesperes – me calma, pero desde hace dos días me dice lo mismo y mi hermano no lo hace… ¿y si no lo hace más?
-Es mi culpa – confieso quedito, viendo a mi hermano dormir.
-¿Qué…?
-Es mi culpa, si no me hubiera enojado con él…
-Teddy.
-Si no le hubiera aplicado la estúpida ‘Regla del Hielo’…
-No es tu culpa.
En esos momentos escuchamos a mi hermano quejarse de algo, me levanto como impulsado por un resorte y me acerco a él.
-¿¡Konny!?
-¡Podrían dejar de gritar! – se queja mi hermano, mientras se agarra fuertemente la cabeza y aprieta los ojos vigorosamente.
Veo hacia donde está Sebastián de manera interrogadoramente, pues no estábamos gritando. Luego veo a Konny y lo veo verme de manera extraña, su mirada se desvía a la de Sebastián y lo ve de igual manera. Comienza a observar el lugar y luego a él, comienza a quitarse las agujas que lo conectan con la máquina.
-No… no lo hagas – le digo acercándome, pero lo veo alejarse de mi asustado.
-No me toques – me dice alterado y eso me asusta - ¿Quién eres? ¿Quiénes son ustedes?
-¿Qué…? – Entorno los ojos – ¿no… no nos conoces? – le pregunto de manera asustado.
Veo a Sebastián salir para pedir ayuda, mientras yo trato de calmar a mi hermano, pero Konny sigue forcejeando quitándose las cosas y a la vez evitando el contacto conmigo.
-¡Konny! – le llamo desesperado, tratando de calmarlo, pero es inútil él insiste.
Enseguida llegan las enfermeras y un enfermero para mi pesar. Puedo ver cómo Konny trata de zafarse de sus agarres.
-¡Suéltenme! – Pide Konny alarmado - ¡No me toquen!
-Salgan de aquí – nos dice la doctora Helen.
-No… — murmuro angustiado, no puedo dejarlo, no así…
-Vamos Teddy – me dice Sebastián a la vez que me saca del cuarto.
-Pero…
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