sábado, 10 de diciembre de 2011

Capitulo Dos: El mejor amigo de Konny

El muchacho de ojos tristes



Capitulo Dos: El mejor amigo de Konny

[Teddy]

-¡Konny! – le vuelvo a gritar al tarado de mi hermano cuando se levantó del sillón para irse no sé a dónde.
No sé qué demonios le ocurre ahora, en los últimos meses ha estado extraño (más de lo normal) y no sé que trae en contra de los pobres vasos, en este mes ya lleva como mínimo diez quebrados, y mejor no saco cuenta de los meses anteriores.
Debe ser que tiene mucha presión, porque comenzó actuar así cuando Spencer, nuestro ex tutor, dejó de hacerse cargo de nosotros (hace seis meses, cuando Konny cumplió la mayoría de edad) y ¡qué bueno! Porque hubo un tiempo en que me dejaba sin comer (he ahí el por qué de mi bajo peso y el por qué las idas al nutriólogo) y a veces me dejaba encerrado en el sótano todo el tiempo que se le antojaba, según él ‘para que aprendiera a mejorar mi actitud’ o hasta que mi hermano regresaba a la casa. No me podía quejar o pedirle ayuda a Konny. En primera porque el Spencer ese, me tenía amenazado de hacerme algo. Y en segunda, cada vez que me acercaba a él, el tutor llegaba y se lo llevaba por horas, para enseñarle no sé qué cosas.
Y yo que creía que Spencer había llegado para ayudarnos, pues había sido el mejor amigo de mi padre, pero no fue así. Aún recuerdo la última vez que me encerró en aquel asqueroso sótano…

Ese día había llegado de la escuela más temprano de lo normal, tenía mucha hambre, Spencer me había castigado sin desayuno por una semana, solo porque había puesto un vaso en la mesa de madera, sin el portavaso. La noche anterior me había mandado a la cama sin cenar (aprovechando que mi hermano aún no bajaba al comedor) y esa mañana me había mandado a la escuela sin lonche. Era una mala suerte que en ese tiempo no estaba con nosotros Lali, ella no me hubiera dejado sin comer.
En fin, ese día llegué directo al refrigerador y comí cuanto tuve al alcance de mi mano, aprovechando, según yo, que no estaba mi tutor; todo lo que comía, me sabía a ‘gloria’, había fruta, jugo, pollo, queso, ni siquiera me gustaba el brócoli, pero ese día era la verdura más deliciosa que había probado. Me deleité con gusto, hasta que lo escuché hablar justo atrás de mí.
-¿Te has llenado? – me preguntó con una voz, que hasta la vez me hace temblar con solo recordarla.
-Yo… - sí, yo temblé en ese momento, me daba miedo, tenía una mirada sádica, recuerdo que cerré el refrigerador y cada paso que él daba hacia mí, era paso que yo daba alejándome de él, aunque claro eso era inútil – yo…
-Teddy, Teddy, Teddy… nunca aprenderás ¿verdad? – me decía peligrosamente, hasta que ya no pude retroceder y él me acorraló entre la mesa y él.
-Lo… siento… yo… - me trataba de disculpar - yo… aggg – pero mis disculpas fueron en vano, pues a Spencer le pareció más ‘divertido’ darme un golpe en el abdomen.
Recuerdo que se me revolvió el estomago y Spencer no dejó de golpearme hasta que me vio vomitar todo lo que había comido en ese momento.
Me sentía terrible, estaba en el suelo a gatas, con pequeñas convulsiones, sudaba copiosamente y mis ojos estaban llorosos por el esfuerzo que había hecho por no vomitar. Y Spencer riéndose a lo grande y al parecer eso no le había parecido castigo suficiente, porque me dio una patada más en el estomago.
-Agggg – grité como nunca había gritado a mis trece años en ese entonces – ya no más… por favor – recuerdo que le pedí sollozando, pues sinceramente ya no tenía nada más qué vomitar.
-¿Ya no tomarás comida sin mi permiso? – recuerdo que me preguntó, pero ni siquiera me había dado tiempo para contestarle cuando me dio otra patada.
-¡¿Qué demonios está haciendo?! – escuché la voz de mi hermano y me alegró mucho que llegara, ya llevaba soportando a Spencer casi tres años con sus castigos solo y está vez mi hermano me defendería.   
-¡Konny! ¿Qué haces aquí? – se hizo el desentendido el señor. Pero Konny lo ignoró y llegó hasta conmigo y me ayudó a levantarme.
-¿Estás bien? – me preguntó asustado ¿tan mal me veía? - ¿Por qué demonios lo golpeó? – se enfrentó a Spencer.
-Konny, no te metas – le advirtió y recuerdo que me asusté más, no quería que le hiciera nada malo a mi hermano.
-Te metiste con mi hermano, esto no se queda así – lo amenazó y yo me aterré más.
-No, Konny – recuerdo que le susurré al oído, mientras lo detenía del brazo, pues parecía que en un momento a otro se le aventaría encima.
-Mejor déjanos solos, Teddy y yo nos la arreglaremos solos – pero mi hermano no se movió – Konny… - le gruñó.
-No.
Lo que le siguió después es muy confuso, recuerdo que Konny segundos después estaba en el suelo con el labio partido y yo estaba siendo arrastrado fuera de la casa, directamente hacia el sótano, mientras Spencer murmuraba algo que hasta la vez, no sé qué quiso decir, solo sé que dijo algo así:
-Tu hermano me las pagará en su habitación.

DIN DONG
Suena el timbre sobresaltándome. Hoy no viene Lali, supongo que me toca a mí abrir la puerta. Me levanto y la abro.
-Sebastián – lo llamo en un gruñido.
-¡Hola, Teddy! – me devuelve el saludo, un chico castaño, alto y ojos pardos. En resumen, el mejor amigo de mi hermano.
-Soy Ted… ya no soy un niño para que me digas ‘Teddy’ – le aclaro.
Ese Sebastián, no me agrada la forma en cómo mira a mi hermano, no es que me importe, pero pareciera que… bueno a Sebastián le van los chicos y sus comentarios dejan mucho en qué pensar, a veces hasta creo que está enamorado de mi hermano, pero otras…
-Lindos ojos Teddy – sí como lo dije antes, sus comentarios dejan mucho en qué pensar.
-Son igual que los de mi hermano. Y ya deja de burlarte ¿quieres? Ya me has dicho frente a él que sus ojos son más bonitos – dejo salir un poco resentido. ¿Por qué a todo el mundo le gustan los ojos de mi hermano? Recuerdo que una vez Spencer había dicho lo mismo, Sebastián siempre lo ha dicho, incluso Lali… ¡ah! También un profesor que me da clases en la secundaria.
-Es verdad – dice sonriente Sebastián, con esa sonrisa que no sé qué es lo que tiene, pero… me fascina. Sobre todo por esos hoyuelos que se hacen en sus mejillas cada vez que habla y que se notan más cuando sonríe.
Debo confesar que, ese Sebastián no esta tan mal. Si me gustaran los chicos claro, pero no es el caso. Además es mayor que yo (de hecho hasta es un año más que mi hermano)  jamás se fijaría en mí.
-¿Y Konny? – me pregunta sacándome de mi pequeño análisis, mientras entra a la casa.
-Curándose - le respondo descartando el extraño pensamiento que tuve segundos atrás.
-¿Cómo que ‘curándose’?
-Un vaso – resumí, pues él había sido testigo de varios ‘asesinatos’ de esos pobres vasos.
-Y dime Teddy ¿ya tienes novia?
-Ted - gruño mientras le corrijo – y eso no te importa – creo que me sonrojé, lo bueno que no es adivino.
-Pues, cuando tenía tu edad, yo ya iba por el décimo novio, fui muy popular en el último año de la secundaria, pregúntale sino a Konny.
-Querrás decir… novia – le corrijo, pues yo tenía entendido que le comenzaron a gustar los chicos en la preparatoria.
-¿Qué? No, a esas no les hacía caso… ya había tenido como veinte aventuras con ellas, pero eran aburridas, los chic…
-¡Sebastián! No empieces a pervertir a mi hermano – ¡y llega el raro! Digo… llega Konny, mejor no lo hubiera hecho, ese Sebastián esta que se lo quiere comer con la mirada. Creo que mi hermano sigue en la luna, porque aún sigue con el pans del pijama.
-¿Yo? ¿Pervertir a tu hermano? – deja salir inocentemente Sebastián y yo le sonrío ¿Qué demonios me ocurre? ¿Desde cuándo me río de sus ironías?
-Vamos  afuera – le dice Konny y su amigo como buen ‘perrito obediente’ le sigue al jardín.
-Emh, Konny… - le llamo tímidamente antes de que salga al jardín - gracias por el desayuno, estaba delicioso.
-Sí, claro – me responde en un tono serio y se fue a su habitación. No sé porque, pero me dolió mucho el cómo me lo dijo ¿estará  enojado conmigo? Sé que me quejé de su comida, pero siempre lo hago, solo por molestar, no porque en verdad no me guste. No sé por qué demonios me entraron ganas de llorar al escuchar la indiferencia en su voz hacia conmigo… ¡Maldición!
¡Estúpidas lágrimas!

-Teddy ¿estás bien? – escuché vagamente que me hablaban, pero ¿Quién sería? Es decir Spencer me tenía encerrado en el sótano y contando que todo me daba vueltas por los golpes que me había dado minutos atrás, pero luego recordé que mi hermano nos había visto.
-¿Konny? – murmuré o eso creo, solo recuerdo que estaba tumbado en aquel sucio piso y a mi hermano a un lado de mi, tratando de levantarme.
-Vamos, tenemos que salir de aquí – me dijo con voz desesperada y juro que hacía lo posible para levantarme, pero no podía – tienes fiebre – o algo así me dijo.
No lo sé, solo recuerdo haber despertado en un hospital dos días después. Todo era tan confuso.
-¡Ey! ¡Ya despertaste! – me recibió Sebastián con una de sus fascinantes sonrisas, ahora que lo recuerdo, esa fue la primera vez que me percaté de esos hoyuelos.
-¿Y Konny? – fue lo primero que dije, pues aún resonaba su voz desesperada en mi mente.
-Está bien, en un rato más vendrá a verte – me dijo tranquilamente.
-¿No me estás mintiendo? – le reclamé somnoliento.
-No, te prometo que tu hermano está bien – y no me mintió, me quedé dormido nuevamente y cuando desperté, dos horas más tarde, Konny era el que me recibía.

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