martes, 13 de diciembre de 2011

Capitulo Nueve: La historia de Sebastián


El muchacho de ojos tristes


Capitulo Nueve: La historia de Sebastián


[Konny]

Aprovechando que tuvimos una hora libre, Sebastián y yo nos fuimos a desayunar. Y en estos momentos, nos encontramos en su coche, conversando de cualquier cosa, mientras escuchamos música, para hacer tiempo y después ir al colegio por Teddy.
-Por cierto – le pregunto a Sebastián después de unos momentos de silencio – nunca me dijiste, cómo fue que compraste este coche…
-Fue un regalo de mi ‘supuesto’ padre – me responde mi amigo, haciendo señas de comillas en la palabra: ‘supuesto’. Sé el por qué lo dice, ya que su madre lo crió solo, siempre fueron ellos dos, desde que recuerdo.
-¿Te lo regaló? ¿Cuándo? – le pregunto, ya que por alguna extraña razón aún no conozco a su ‘supuesto’ padre… o mejor dicho, Sebastián no quiere que lo conozca.
-Hace tres meses, cuando regresó, solo se plantó frente a mi casa y me dijo ‘Hola Sebastián, soy tu padre’ y dijo algo como: quiero recuperar el tiempo perdido – me dice, mientras juega con la calefacción.
-Y ¿por qué ahora? Es decir, te pudo haber buscado cuando… ya sabes, después del accidente – dejo salir un poco incomodo.
-Bueno… en ese tiempo yo no tenía dinero – me dice con algo de fastidio.
Creo, que sé a lo que se refiere. Su madre, Alice, fue socia de mis padres, ellos tres desarrollaron el proyecto ‘Lemus Cinema’. Siempre hacían juntos los contratos y los viajes… el último viaje que hicieron fue hace tres años, de regreso tuvieron un accidente y los tres murieron. Mi hermano y yo, por ser menores de edad, nos quedamos a cargo de Spencer. Sebastián, que en ese tiempo tenía 16 años, se quedó a cargo de su tía, la cual se lo llevó a la capital, haciéndose ella cargo de todo lo que dejó su difunta hermana.
-No creo que sea por eso – le digo viéndolo a los ojos – quizás no te buscó cuando estabas con tu tía, porque ellos no se llevaban bien…
Recuerdo que Sebastián me había dicho, que su tía y su padre, Saúl, no congeniaban mucho… una de las razones era porque Saúl solía ser ambicioso, por eso, Alice se había separado de él, cuando estaba embarazada de Sebastián. Además de que Saúl nunca quiso saber de él… o al menos eso dice mi amigo, que era lo que le decía su madre.
-Nunca se llevaron bien – me recalca Sebastián – ni con mi madre, por él nos tuvimos que ir de aquí – me dice con enojo.
-¿Él fue el motivo? – Le interrogo parpadeando sorprendido – pero, tú me habías dicho que se iban porque estaban en peligro… - le digo recordando sus palabras ‘Mi mamá dice que aquí estamos en peligro’.
-Porque la amenazó – me responde mientras juega con la orilla de su playera – lo supe tiempo después…
-Vaya… lo, lo siento – estoy sorprendido, así que eso fue lo único que pude decir.
-No importa, porque yo me encargué de regresar ¿no? – me dice con una sonrisa de lado.
-Si el portarte mal en el  primer año de secundaria, hasta hacer que te expulsen y así perder todo un año, se le llama ‘encargar’, pues…
-¡Oye! – Me dice a la vez que me da un golpe suave con el codo, en mis costillas – pero regresé ¿no? – me dice con una sonrisa.
-Sí – Le respondo riéndome también, al menos ya no está enojado por el tema de su padre.
-Y lo mejor, fue que iniciamos el primer año de secundaria juntos.
-Sí, aunque eras el chico que tenía un año más de edad que los demás – le digo en broma.
-Y en tercer año, nos tuvimos que separar nuevamente… – dice viendo distraídamente hacia el frente.
Nuevamente nos separaron las circunstancias, pero esa vez fue porque nuestros padres murieron, no porque quisiéramos. Claire, la tía de Sebastián, se lo llevó a la capital. Mientras que Teddy y yo nos quedamos aquí con Spencer…
-Es verdad – le respondo, mientras veo las agujetas de mis tennis.
-¿Qué fue lo que te hizo? – me pregunta de pronto.
-¿Qué? ¿Quién? – parpadeo confundido.
-Spencer – me dice viéndome a los ojos. Me he quedado estático sin saber qué responder. Pero digo lo primero que se me viene a la mente.
-Nada… ¿Por qué? – debo admitir que mi tono de voz, dijo mucho más de lo que en verdad quería decir.
-Cada vez que te menciono, digo o pregunto algo sobre tu ex tutor; o te pones tenso, nervioso o evades el tema.
-No es verdad – me quejo saliéndome del auto – tengo que ir por Teddy – le anuncio caminando hasta mi propio auto.
-Ahí estas nuevamente evadiendo el tema – me reclama – ¡vamos Konny! ¿Qué tan malo puede ser? – me presiona siguiéndome hasta donde me quedo parado.
-¡No pasó nada! – le aclaro enfrentándolo, aunque siento a mi corazón palpitar como loco dentro de mí.
-Konny… soy tu amigo ¿no?
-¿Ahora los amigos tienen reglas? – le reclamo.
-No, pero…
-¡Genial! Solo eso me faltaba – le digo molesto, buscando las llaves de mi auto, que por alguna extraña razón no las encuentro.
-Konny…
-¡Sebastián, no pasó nada! – le grito.
-No te creo – me dice agarrándome de los brazos fuertemente – Konny, ¡mírame! – me pide y yo lo hago… pero hay algo de él, que comienza a darme miedo, esa mirada… esa expresión…

- Konny, ¡mírame! – me había dicho Spencer, tenía sus manos aferradas a mis brazos, sus ojos color verde resaltaban con verdadero odio, junto con esa expresión que le hacía recalcar esa línea media en su frente – ¡más te vale que lo hagas o te juro Konstantin que el golpearte será lo último que te haga!
Los agarres de Spencer cada vez apretaban mis brazos, incluso se estaban entumeciendo, podía sentir su respiración agitada cercana, muy cercana de mi cara, y esa mirada que destilaba odio y deseo puro…

-¡Basta! – grito con desesperación, logrando zafarme del agarre de… ¿Sebastián?
-Lo siento… ¿estás bien? – me dice extendiéndome la mano, solo entonces me doy cuenta que estoy sentado en el piso, supongo que me he caído, cuando me he soltado de su agarre.
-Sí… —musito, limpiándome unas gotitas de sudor de mi frente. Siento la mirada de preocupación de Sebastián sobre mí, pero aún así no lo veo a los ojos. Me da miedo… miedo a que descubra lo que me ha ocurrido con Spencer – Tengo que ir por Teddy – y sin esperar más respuesta subo a mi coche y salgo del lugar.

Era el último año de la preparatoria y cada vez me sentía peor, ya que la mayoría del tiempo vivía con las amenazas, insultos, golpes, castigos y abusos de Spencer… y sin contar que los últimos, de alguna manera los disfrutaba o al menos mi cuerpo, porque mi mente los repudiaba cada instante y me hacían odiarme porque mi cuerpo lo disfrutaba.
Y la mayor parte del tiempo, también, tenía que tomar fuerzas de donde sea para no derribarme, después de todo Teddy aún me necesitaba, tenía que hacerlo por él y por mí. Lo único bueno que veía en ese entonces, era que en ese año cumpliría la mayoría de edad y seriamos libres del idiota de Spencer.
Recorría los pasillos para irme a mi siguiente clase, cuando sentí a alguien agarrarme del hombro, recuerdo haberme exaltado en demasía.
-¡Soy yo Konny! – cuando me enfrente a la persona que me hablaba, entré en una especie de shock.
Frente a mí, estaba un chico castaño, alto y ojos pardos, muy sonriente. Era Sebastián.
-¿Konny? – me volvió a llamar al no ver reacción en mi, pues yo tenía una lucha interna conmigo mismo… ¿en verdad era Sebastián? – ¡soy yo, Sebastián! ¿Tan pronto me olvidaste? – me dijo con un puchero y cruzando los brazos.
-¡Sebastián! – le llamé y sin pensarlo dos veces lo abracé.
-Ey… ey… tranquilo, que apenas estoy decidiendo si perdonarte o no – me decía, mientras me devolvía el abrazo.
-Gracias por regresar – le murmuré aún abrazándolo, no quería soltarlo, quería estar así todo el tiempo, temía que si lo soltaba, él se desvanecería y me quedaría nuevamente solo…
El hecho de que Sebastián estuviera nuevamente conmigo, me hacía sentir seguro e incluso me había regresado un poco de paz y tranquilidad, al menos en los momentos en que pasaba a su lado… los pocos momentos después de su regreso. Ya que él tenía la responsabilidad de estar al frente con algunas de las acciones del Lemus Cinema, la escuela y el manejo de la casa que le dejó su madre.
Aunque claro, los problemas se multiplicaron después, ya que Spencer no le agradó la idea de que Sebastián pasara tiempo conmigo, pero qué importaba, Sebastián había vuelto y esta vez ya no se iría.

Entro al estacionamiento del colegio de Teddy, busco un lugar en donde estacionarme. Me bajo del auto y me encamino hasta donde mi hermano suele esperarme. Esta vez he llegado temprano, así que no me sorprende que Teddy no esté sentado en aquella banca, donde normalmente me espera.
Han pasado varios minutos y Teddy no aparece y eso de alguna manera me alarma ¿Dónde se habrá metido?
-¡Konny! – escucho la voz de Sebastián atrás de mi.
-¿Qué…? – trato de preguntarle algo confundido.
-Te seguí – me dice avergonzado – lo siento, pero me preocupó el haberte dejado venir así y…
-Está bien – le respondo sin verlo y trato de buscar con la mirada a mi hermano.
-¿Ocurre algo? – me pregunta preocupado.
-Sí, es Teddy… no llega aún. Iré a buscarlo hasta su salón, tu espera aquí, por si llega antes que yo – le pido.
-Bien.
Pero en cuanto doy el primer paso para ir al salón de Teddy, lo veo venir junto a alguien. Parpadeo nervioso y jadeo ante la imagen que veo frente a mí.
-Teddy…

Aclaraciones:
*Bien… pues en cuanto a la mayoría de edad yo la manejo a los 18 años, ya que aquí de donde yo soy (México) esa edad se maneja ^^


__________________________________


Capitulo Anterior                                              Capitulo Siguiente







No hay comentarios:

Publicar un comentario