martes, 27 de diciembre de 2011

Capitulo Veinte: Obsesión

Obsesión

Capitulo Veinte: 

Obsesión


Se encontraban en la oficina del mayor, uno sentado frente al otro. Mientras que el mayor en su mente imaginaba mil maneras de pasar la gran velada, el menor solo quería que ese día terminara de una vez por todas.
-¿Más té? – le ofreció Francis.
-No…
Blaise no entendía el porqué de la repentina amabilidad por parte de su profesor. Desde muy temprano el rubio había ido a despertarlo y se lo había llevado a su oficina, donde ahora se encontraban comiendo y conversando como si no hubiera ocurrido nada entre ambos. Francis le platicaba el cómo era que se había decidido hacerse auror, aunque a Blaise no le importaba en lo más mínimo.
-No soportaba las injusticias, por eso decidí hacerme auror… – decía el profesor, sin embargo, Blaise no pudo evitar bufar ante su confesión de “injusticia”, incluso eso se escuchaba irónico, eso precisamente estaba haciendo con él, era injusto que le hubiera chantajeado para aceptar el estúpido Pacto Mágico, había sido muy injusto el haberlo obligado a dejar a Bilius. Sí, Francis había sido injusto en muchos aspectos con él, ese señor que supuestamente no soportaba las injusticias.
Blaise se levantó de su lugar y decidió caminar de un lado a otro, se había entumido al estar sentado en una sola posición, últimamente le daban calambres en los brazos o piernas si permanecía en una sola posición, calambres por cierto, que le atribuía al no hacer más ejercicio.
El moreno seguía  con su caminata de un lado a otro, mientras Francis hablaba sobre su vida pasada, había dicho algo de la muerte de su madre y que su padre no había sido un señor muy cariñoso o algo así, en realidad el Slytherin no escuchaba, le había llamado la atención un pedazo de pergamino que estaba en el escritorio, donde claramente se leía: Poción Boot, y a un lado de ese había otro que decía: Poción Weasley.
El Slytherin entornó los ojos, su corazón palpitaba a todo lo que daba ¿Qué se supone que significaba aquello?
-Tres años en la academia de Aurores no es fácil, créeme… – continuaba Francis con su verborrea.
-¡Qué significa esto Francis! – exigió Blaise enseñándole los pedazos de pergaminos. El mayor por su parte solo frunció el ceño.
-Es un pedazo de pergamino – dejó salir sin importancia.
-No te hagas el desentendido – gruñó – aquí dice ‘Poción Weasley’ y ‘Poción Boot’.
-Tiene una explicación – Francis se levantó de su lugar y se puso frente a Blaise – el chico Boot tiene insomnio así que me pidió una poción para poder dormir, recuerda que soy su profesor de Pociones.
Blaise entrecerró los ojos, clara señal de desconfianza hacia el mayor.
-¿Y la otra? Porque algo me dice que no tiene que ver con Ginny Weasley sino con Bilius y hasta donde yo sé, él no le ha pedido nada de pociones – el chico pudo ver claramente el gesto de desprecio de su profesor cuando mencionó a su Bilius.
-Es verdad – dejó salir Francis con una gran sonrisa.
-¡¿Acaso está faltando al Pacto?! –reclamó.
-Por supuesto que no, un Pacto no se rompe así de fácil y menos éste.
-¡¿Entonces?!
-Esta poción es para suprimir el dolor – confesó media verdad – después de que decidiste dejarlo…
-¡Usted me obligó! – espetó Blaise. Sin embargo, el mayor continúo ignorando su queja.
-Hice la poción especialmente para él, no quería verlo sufrir, pues tú también te pondrías mal y… – Blaise se lo hubiera creído, pero nada que viniera de su profesor podría ser algo bueno, seguramente había una trampa o algo oculto tras esa poción y él lo averiguaría – ¿Blaise?
El moreno lo fulminó con la mirada, pero aun así continuó con su caminata. Francis sonrió con satisfacción.
Por supuesto que él había hecho la poción para que el estúpido pelirrojo en cierta manera “olvidara” a Blaise, pero también era cierto que la poción contenía una mínima cantidad de Armotentia, la cual haría que sintiera cierta atracción por alguien en especial y ese alguien era Terry Boot, quien también tenía su poción, la contraparte de la de Ron que a la vez servía de complemento, un plan perfecto para quitarse al pelirrojo de en medio sutilmente. Y en teoría no estaba haciéndole nada “malo” al pelirrojo porque ¿desde cuándo darle un ‘poco’ de amor a alguien era malo? Y hablando de amor…
-Ven – le ordenó a Blaise.
El moreno tragó saliva, sabía que en cualquier momento Francis  se cansaría de solo hablar y pasaría  a lo otro.
-Eres tan delicioso – dijo entre besos y caricias, mientras lo conducía a la habitación.
Esta vez Francis no pudo reprimir sus impulsos de impaciencia, bruscamente le arrebató la ropa a su alumno y con un movimiento de varita se desnudó él, aventó a Blaise sin consideración hacia la cama y se colocó encima de él.
-Te amo — le dijo mientras se colocaba entre sus piernas – te amo.
[…]
Narcisa había llegado a la mansión Zabini desde muy temprano, ella y Rose estaban en la cocina horneando un pastel, cosa que podría resultar extraño para los demás, pero era una actividad muy común entre ambas. Desde muy jóvenes eran muy amigas y acostumbraban hacer cosas fuera de lo ‘normal’ para mujeres del mundo mágico, el cocinar era una de esas.
-Está quedando exquisito – se deleitó con placer Rose, al meter el pastel en el horno.
-Les gustará a los chicos – dejó salir Narcisa, mientras se lavaba las manos, ante ese comentario Rose sonrió, seguramente pensando en que Narcisa esperaba una sorpresa de última hora de su hijo Draco.
-Por supuesto – complació Rose - ¿Qué haremos para la cena? – preguntó de manera pensativa, mientras revisaba su alacena donde tenía alimentos enlatados.
-¿Aún tienes ese libro esplendido de ‘Cocina Mágica’? – preguntó de manera inquisidora.
-Está en el estudio – confeso divertida Rose – cuando descubrí que mi padre quería quemarlo, lo escondí ahí y lo hechicé, ya sabes que a él nunca le gustó que hiciera deberes de elfo domésticos.
-Sí, mi padre decía lo mismo, lástima que mi ejemplar no corrió con la misma suerte que el tuyo – dijo melancólica la rubia – mi padre sí lo llegó a quemar.
Ambas llegaron a la puerta del estudio. Cuando Rose hizo el intento de abrir la puerta ésta simplemente no cedió.
-¿Está sellada? – preguntó intrigada Narcisa.
-Debió haberlo hecho Francis, antes de irse – confesó Rose – suele traerse el trabajo a casa, a veces suele ser… obsesivo.
-¿Y vendrá para la cena? – quiso saber, mientras Rose aplicaba un hechizo a la puerta y ésta se abría.
-No lo creo, me mandó una carta hace una semana, está muy ocupado – expresó, mientras se dirigía hacia uno de los libreros que estaba detrás del escritorio.
-¿Ocupado? – Se extrañó Narcisa, mientras buscaba en el librero de una esquina - ¿Haciendo qué? ¿Corrigiendo ensayos? ¿Calificando exámenes?
Rose Zabini se detuvo en su búsqueda y lentamente se dio la vuelta para ver a su amiga, la cual aún seguía buscando el libro.
-¿Cómo dices?
-Draco me dijo en su última carta que no solo da DCAO, sino que también Pociones, así que supongo que sí tiene mucho qué hacer.
-¡Qué! – exclamó nerviosa Rose.
Narcisa se dio la vuelta con una sonrisa de triunfo – lo encontré – dijo, mostrándole el libro.
-¿Dices que Francis está en Hogwarts?
Rose sentía que le faltaba el aire, su cabeza era un torbellino de preguntas e hipótesis cada vez más aterradoras. Escenas le venían a la mente en forma de flash back, donde había un Francis insistiéndole en presentarle a su hijo, un Morseferth pidiéndole permiso para un día estar solo con su hijo, un Francis…
-¡Blaise! – Gritó aterrada Rose.
-¿Rose? – Llamó Narcisa, pero la aludida parecía estar en una especie de trance — ¿Rose? – Volvió a llamarla, pero la mujer simplemente retrocedió un paso, haciendo que uno de sus brazos rozara accidentalmente una especie de palanca, la cual abrió detrás de ella una puerta secreta – Pero ¿qué?
Rose salió de su estupor al caerse hacia atrás por el hueco recién abierto de aquella puerta secreta.
-¡Rose! – llamó Narcisa yendo hacia donde estaba ella, Rose estaba enfrascada en un nuevo pensamiento.
La viuda de Zabini, tenía entre sus manos una foto, donde había un Blaise de once años de edad mostrándole un pergamino, ella recordaba perfectamente esa foto, se la había tomado minutos después de haber recibido la carta de Hogwarts en la cual le notificaban que había sido aceptado en dicho colegio.
Rose recordaba que esa foto, la había guardado en aquel baúl que lo nombraba ‘el baúl de los recuerdos’, en aquel objeto en el cual tenía más fotos de su único hijo y del padre de éste. ¿Cómo es que esa foto había llegado ahí? La respuesta le llegó enseguida.
-¿Rose? ¿Estas…? ¡Oh por Merlín! – la voz de Narcisa sonó angustiada.
Si Narcisa se sentía asustada, aterrorizada, angustiada por lo que estaba viendo… Rose Zabini se sentía el doble o quizás el triple o tal vez más, de lo que su amiga se sentía. Frente a ella, había una pared con una pizarra, donde había cientos y cientos de fotos de su hijo, de Blaise. Fotos que iban desde que él era pequeño hasta la actualidad. Escritos de pensamientos demasiados perturbadores de Francis dirigidos hacia él, apuntes de los gustos y disgustos de su hijo. Y un sin fin de cosas que indicaban claramente que Francis Morseferth sentía algo más que empatía por Blaise. Francis estaba obsesionado con él.
-Rose, los chicos están en peligro – dijo en un hilo de voz la rubia, mientras le enseñaba una de las tantas fotos que había en el suelo.
-¿Qué…? – apenas musitó Rose.
Avanzó hacia ella, sin ser siquiera consciente que lo hacía. Solo observaba aquella foto, donde estaba Blaise, Theo y Draco sonrientes, los tres se abrazaban, mientras soplaban las velitas del pastel de cumpleaños de Blaise.
-¿Lo hizo Francis? – una pregunta innecesaria, pero si Narcisa no lo decía, creía que se ahogaría para sus adentros…
En la foto había unos cuantos trazos, en el rostro de Blaise había un círculo de color rojo, en el del Theo había una letra “V” y en el del Draco había una cruz.
-¿Qué demonios significa, Rose? – exigió Narcisa con lágrimas en los ojos.
En esos momentos, una lechuza llegó hasta donde estaban.
-Es del ministerio.
[…]
-¡Date prisa Draco! – le pidió Theodore a su amigo, quien llevaba alrededor de media hora en el baño.
-¡Ya voy! – se quejó Draco, viéndose por enésima vez en el espejo.
-¡Merlín, ni Pansy tardaba tanto tiempo! – dejó salir divertido al ver a su amigo salir del lugar.
-Pansy no se preocupaba por su imagen, yo sí – dijo solemnemente - ¿aún no llega Blaise? – preguntó extrañado al ver a su amigo y su novio en la sala y sin señales del moreno.
-No – dejó salir preocupado Theo – debió de haber llegado hace tres horas.
-No ha de tardar – habló por primera vez Neville – tal vez… solo se retrasó, en estas fechas el servicio de Red Flú suele tardarse.
-Tal vez – coincidió Theo no muy seguro.
-¿Y si le pasó algo malo? – preguntó alarmado el rubio.
-Quizás el profesor Morseferth lo invitó a brindar – opinó Neville.
-¿Cómo dices? – lo interrogó su novio.
-El profesor Morseferth estaba en la lista de los profesores de guardia para las vacaciones de Navidad y…
-¡Qué! – Gritó Draco levantándose de su lugar – entonces…
-¿Qué? ¿Qué sucede? ¿Por qué esas caras? – preguntó preocupado el Gryffindor observando a su novio y al rubio.
Draco vio a Theo en son de duda, sin embargo, el castaño habló, confiaba en su novio.
-Tenemos una ligera sospecha que el profesor Morseferth trae algo con Blaise.
-Algo ¿Cómo qué? – preguntó receloso.
-No lo sabemos, aún – dijo Draco – pero suponemos que es algo ‘oscuro’.
-¿Oscuro? – repitió escéptico Neville, enarcando una ceja.
-Solo sabemos – continuó Theo – que desde el momento en que llegó Morseferth a Hogwarts han pasado cosas extrañas, por ejemplo, nuestro jefe de casa, el profesor Slughorn que se supone que solo se cayó de las escaleras aún no se recupera en San Mungo y da la casualidad que el único que lo auxilió en esos momentos fue el profesor Morseferth.
-¿Cómo saben eso?
-Somos Slytherin – comentó Draco con una sonrisa autosuficiencia. En cambio Neville frunció el ceño, esa respuesta no le dijo nada – sabemos buscar nuestra propia información, además el profesor Slughorn no es de esas personas que se andan cayendo de las escaleras y no despertar luego, ¿cierto?
-Supongo que no — murmuró Neville.
-Segundo – prosiguió Theo – el profesor siempre ha estado presente en cada una de las cosas que hacemos, es como si estuviera vigilándonos – Neville frunció el ceño – ¡es verdad! – Se quejó Theo – la pelea de hace meses con Boot ¿Cómo la explicas?, o cuando me desmayé, tú mismo dijiste que el profesor llegó a auxiliarme y…
-¿Coincidencias?
-Neville son muchas cosas, además…
-De acuerdo, supongamos que en el caso hipotético de que el profesor Morseferth traiga algo en manos contra Blaise ¿Qué haría con él? es decir, es su hijastro ¿no?
Draco torció la boca en son de disconformidad, no encontraba cómo argumentar lo contrario.
-Solo sé que ese profesor me da desconfianza – dejó salir Draco cruzándose de brazos.
-¿Y si vamos a su casa?, tal vez esta con su madre – propuso Theo – o…
-Sí, mejor – coincidió Draco – es desesperante estar aquí y no saber nada.
-¿En verdad creen que algo malo puede pasar con Blaise? – preguntó preocupado Neville.
-Sí – respondió Theo, cuando Draco entró a la chimenea y pronunciaba ‘Mansión Zabini’ – hace meses que esta extraño y la mayor parte del tiempo se encuentra fuera de la Sala Común.
-¿No será que tendrá un nuevo novio? – Theo pareció pensar en esa posibilidad, pero luego recordó cuando estaban en las Tres Escobas y lo afectado que estaba su amigo al ver a Ron con Terry.
-No lo creo.
-De acuerdo, entonces vamos a ver dónde está Blaise.
[…]
Las  tardes nubladas, Blaise las odiaba, porque le recordaba aquel día cuando su padre nunca regresó de aquella misión que le fue encomendaba por Voldemort, Blaise sabía que su padre había sido torturado y asesinado en manos de aquel desquiciado ¿pero qué más podía hacer? Después de eso, Voldemort exigió que tanto él como su madre se unieran a la causa, desde ese entonces supo que tenía que hacer algo o su madre y él correrían el mismo destino de su padre, así fue cómo buscó ayuda en cuanto supo la gravedad de la situación y se unieron a la orden del Fénix.
También fue una tarde nublada cuando vio a Francis Morseferth por primera vez, al igual que cuando aceptó el estúpido Pacto Mágico y lo había obligado a terminar a Bilius. Sí, las tardes nubladas nunca presagiaban nada bueno, al menos no para él.
Y ese día, era una tarde, que en otra estación del tiempo, sería nublada, no era precisamente un día esplendoroso para él. No recordaba (de hecho ya ni le importaba) las veces que Francis se hizo de él esa tarde, solo se limitó a desconectarse como solía hacerlo, suerte que esta vez sí logró hacerlo al cien por ciento, en las últimas semanas era imposible lograrlo.
Fue consciente nuevamente de sí mismo, cuando se escuchó tararear una canción, canción que no recordaba haberla escuchado en algún lugar. Los calambres nuevamente lo invadieron en su cuerpo, lentamente se quitó el brazo de Francis que tenía en su pecho. Se sentó perezosamente en la cama, nunca se había sentido tan cansado como en esos momentos.
Le envió una mirada asesina a Francis, quien dormía apaciblemente, desnudo, a su lado. El Slytherin se levantó pesadamente y comenzó a vestirse, en cuanto terminó de ponerse el pantalón escuchó ruidos sutiles desde la oficina de Francis. De manera precavida, tomó su varita y se acercó hacia la puerta que los separaba de la habitación y de la oficina.
La oficina estaba en penumbras, así que forzó la vista para poder ver claramente, sin embargo no se escuchaba nada, para no alertar (a quien sea que estuviera ahí dentro) prefirió no usar el Lumos en su varita, entró en la oficina e inmediatamente fue apresado por la espalda, le taparon la boca y le quitaron su varita.
-Shhh – le dijo su captor – soy auror, vengo ayudarte.
Blaise se paralizó, ¿auror? ¿Cómo demonios llegó ahí?
-¿Harás algo estúpido si te suelto? – le interrogó, el Slytherin negó con la cabeza. El auror lo soltó.
-¿Cómo…?
-Después las preguntas – dijo otro auror que llegaba al lugar — ¿Morseferth está ahí? – preguntó observándolo de pies a cabeza, Blaise sintió enrojecerse.
-Sí.
-Dawlish – llamó Robards – lleva al chico al lugar que acordamos, los demás ¡síganme!
En cuestión de segundos Blaise se vio siendo dirigido hacia la salida, aun sin comprender qué demonios estaba sucediendo ¿acaso habían descubierto a Morseferth? ¿Cómo había sido eso posible? ¿Acaso ya era libre? ¿Ya no obedecería a Morseferth?
-¡Blaise! – escuchó la voz de su madre, solo entonces se dio cuenta que estaba en la oficina de la directora.
-Mamá…
Musitó aún sin comprender lo que estaba ocurriendo.
-¡Oh, Blaise! – le llamó su madre entre lágrimas, mientras lo abrazaba protectoramente. Blaise le correspondió el abrazo, sintiéndose aliviado, dejando escapar algunas lágrimas.
El auror vigía y la profesora McGonagall salieron del lugar para darles espacio.
[…]
Francis estiró más su brazo al percatarse que no tenía a su alcance el calor del cuerpo de su deseable Blaise ¿acaso lo había dejado? ¿Se había ido sin decirle nada? El profesor se estaba planteando darle nuevas instrucciones a su alumno y recordarle nuevamente en qué consistía el Pacto Mágico, la escena de horas atrás que le había hecho por lo de la poción no le agradó en lo más mínimo y…
Un ruido lo alertó, sigilosamente condujo su mano izquierda hacia el buró donde había dejado su varita, en cuanto la tuvo en su poder se giró bruscamente.
Expelliarmus! – Un hechizo, que fue más rápido que su movimiento, le arrebató la varita de sus manos.
-Francis Morseferth, hasta aquí has llegado – la voz de su jefe, Gawain Robards, resonó en su habitación.


__________________________________

Capitulo Anterior                                              Capitulo Siguiente



No hay comentarios:

Publicar un comentario